Principios Ocultos de la Salud y Curación - Max Heindel - E-Book

Principios Ocultos de la Salud y Curación E-Book

Max Heindel

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  • Herausgeber: Aroha
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2024
Beschreibung

Principios Ocultos de la Salud y Curación de Max Heindel es un tratado que explora la relación entre el cuerpo físico y los aspectos espirituales y mentales en la salud. Heindel argumenta que la enfermedad es el resultado de desequilibrios en el cuerpo etérico, una especie de molde o patrón energético que precede al cuerpo físico. Además, señala que las causas reales de las enfermedades no siempre se encuentran en el plano físico, sino que pueden originarse en conflictos emocionales o mentales. El autor propone un enfoque holístico para la curación, destacando la importancia de la armonía entre mente, cuerpo y espíritu. Sugiere que la curación genuina implica no solo tratar los síntomas físicos, sino abordar las causas subyacentes a un nivel más profundo, trabajando en la esfera espiritual y emocional para restablecer el equilibrio y la salud. Heindel aboga por la autosanación a través de la comprensión de los principios espirituales y el cultivo de pensamientos positivos y constructivos para alcanzar la salud integral.

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Principios Ocultos de la Salud y Curación

Max Heindel

EAN: 7502297054184

Primera edición en México: 2024

© Aroha

© Grupo Editorial Neisa

© 2023 NUEVA EDITORIAL IZTACCIHUATL, S. A. de C.V.

Fuente de Pirámides No. 1, Int. 501B,

Lomas de Tecamachalco, Naucalpan de Juárez,

C. P. 53950, Estado de México, México.

www.neisa.com.mx

Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la autorización del titular.

https://cadabrabooks.com/pages/bookwire-ebook

PRINCIPIOS OCULTOS DE LA SALUD Y CURACIÓN

PRIMERA PARTE EL HOMBRE Y SUS VEHÍCULOS

CAPITULO I EL CUERPO DENSO O FÍSICO

CAPITULO II EL CUERPO VITAL

CAPITULO III EL CUERPO DE DESEOS Y LA MENTE

SEGUNDA PARTE ENFERMEDAD

CAPITULO IV CAUSAS GENERALES DE LAS ENFERMEDADES

CAPITULO V CAUSAS ESPECÍFICAS DE LA ENFERMEDAD

CAPITULO VI HERENCIA Y ENFERMEDAD

CAPITULO VII EL ALCOHOL Y EL TABACO

TERCERA PARTE CURACIÓN

CAPITULO VIII ORIGEN Y DESENVOLVIMIENTO DE LA CURACIÓN

CAPITULO IX SISTEMA CURATIVO DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ

CAPITULO X CIENCIA DE LA NUTRICIÓN

CAPITULO XI LA ASTROLOGÍA COMO AUXILIAR EN EL

CAPÍTULO XII BASES TERAPÉUTICAS DE LA LUZ, DEL COLOR

CAPITULO XIII SUEÑO Y SALUD

CAPITULO XIV LA MENTE Y LA CURACIÓN

CAPITULO XV PELIGROS DE LOS BAÑOS EXCESIVOS

CAPITULO XVI TRANSFUSIONES DE SANGRE

CAPITULO XVII EFECTOS DE LA EXTRACCIÓN DE ÓRGANOS FÍSICOS

CAPITULO XVIII LOS PROCEDIMIENTOS CURATIVOS QUE DEBEN USARSE

CAPITULO XIX ALCANCE Y LIMITACIONES DE LA CURACIÓN

CAPITULO XX DIRECCION DE CENTROS CURATIVOS

CUARTA PARTE LA MUERTE NO EXISTE

CAPITULO XXI LA NATURALEZA REAL DE LA MUERTE

CAPITULO XXII EFECTOS DEL SUICIDIO

CAPITULO XXIII CAUSAS DE LA MORTALIDAD INFANTIL

CAPITULO XXIV CUIDADOS DEBIDOS A LOS MUERTOS

CAPITULO XXV COMO AYUDAR A LOS QUE HAN MUERTO

PRINCIPIOS OCULTOS DE LA SALUD Y CURACIÓN

MAX HEINDEL

Esta compilación de material concerniente a La salud y la curación, del organismo humano, considerado desde el punto de vista ocultista, proporciona, a los interesados en obtener y mantener la salud, un tesoro de valiosa información. Max Heindel, experto clarividente e investigador de los mundos superfísicos, dedicó mucho tiempo y esfuerzos para indagar las causas reales de los desarreglos físicos y mentales, como se revelan en la región de la causa, los planos superiores o superfísicos, y este volumen contiene los frutos de su labor. Incluye algunas verdades inapreciables con relación al origen, las funciones y el cuidado adecuado de los medios conductores o medios de obtención y conservación de la salud, verdades que por primera vez ven la luz en páginas impresas, y los interesados en el verdadero arte de curar encontrarán aquí un aditamento indispensable para su biblioteca.

Cristo exhortó a sus discípulos: "Predicad el Evangelio y curad a los enfermos", pues el mantener la salud, una vez adquirida o recuperada, requiere el conocimiento del Evangelio, o sea las Leyes de Dios, y por eso, a la luz de ambas consignas del mandato del Gran Constructor, se dedica este libro a todos los hermanos, y especialmente a los afligidos. ¡Ojalá el contenido de estas paginas - impregnadas como están por el amor y la compasiva compresión del místico corazón de su autor - sirva de nuevo consuelo y alivio a los innumerables corazones acongojados y cuerpos dolientes, y acelere la llegada de medios conductores y humanos mas perfectos.

PRIMERA PARTEEL HOMBRE Y SUS VEHÍCULOS

CAPITULO IEL CUERPO DENSO O FÍSICO

Introducción.

La Ciencia Oculta enseña que el ser humano es un ser complejo que posee:

Un

Cuerpo Denso

, que es el instrumento visible que emplea aquí en este mundo para actuar y moverse; el cuerpo de quien ordinariamente creemos que se trata de todo el ser humano.

Un

Cuerpo Vital

, compuesto de éter, el cual compenetra el cuerpo visible, de la misma manera que el éter compenetra todas las demás formas, con la única excepción de que el ser humano especia1iza una mayor suma de éter universal que los demás cuerpos. ese cuerpo etérico es nuestro instrumento para especializar la energía vital del Sol.

Un

Cuerpo de Deseos

, que constituye nuestra naturaleza emocional. Este vehículo, más sutil, compenetra tanto el cuerpo físico como el vital. El clarividente lo ve extendiéndose como unas dieciséis pulgadas en torno del cuerpo visible, el cual se encuentra situado en el centro de esta nube ovoide, como la yema se encuentra en el centro del huevo.

La

Mente

, que es un espejo que refleja el Mundo Externo y permite al Ego transmitir sus mandatos al pensamiento y a la palabra, así como también para ejercer su acción.

El Ego es el triple espíritu que utiliza estos vehículos para acumular experiencias en la escuela de la vida.

Evolución.

El cuerpo denso fue el primer vehículo que se construyo y tiene, por consiguiente, un enorme período de Evolución tras suyo. Se encuentra en su cuarta etapa de desenvolvimiento y ha logrado actualmente un grado de eficiencia maravilloso. A su tiempo alcanzará la perfección, pero aun actualmente es el mejor organizado de los vehículos humanos. Es un instrumento construido maravillosamente, y todo el que pretenda tener conocimiento de la constitución del hombre debe reconocerlo así.

El germen de este cuerpo denso fue dado por los Señores de la Llama durante la primera revolución del Período de Saturno, el primero de los grandes días de manifestación, de acuerdo con las enseñanzas rosacruces. Este germen fue desarrollado un tanto durante el resto de las seis primeras revoluciones, habiéndosele conferido la capacidad de desarrollar los órganos de los sentidos, pero muy especialmente el del oído. De ahí que el oído sea el órgano más desarrollado de todos los que tenemos.

En la primera mitad de la revolución Saturnina del Periodo Solar, o sea el segundo de los siete grandes días de manifestación, los Señores de la Llama se ocuparon de realizar ciertas mejoras en el germen del cuerpo físico. Entonces se hizo necesario producir determinados cambios en el germen, de manera que pudiera ser Ínter penetrado por un cuerpo vital, dándole a la vez la capacidad de desarrollar las glándulas y un canal alimentario. Esta tarea la realizaron conjuntamente los Señores de la Llama y los Señores de la Sabiduría.

En la primera revolución del Período Lunar, o sea la revolución Saturnina de dicho Período, que constituye el tercero de los siete grandes días de manifestación, los Señores de la Sabiduría cooperaron con los Señores de la Individualidad para reconstruir el germen del cuerpo denso. Este germen ya había desarrollado órganos sensoriales embrionarios, órganos digestivos, glándulas, etc., y estaba interpenetrado por un cuerpo vital formativo. Por supuesto, no era visible ni sólido como lo es actualmente, pero en forma rudimentaria estaba ya un tanto organizado. En el Período Lunar fue necesario reconstruirlo y capacitarlo para que quedara interpenetrado o impregnado por un cuerpo de deseos, a la vez que pudiera desarrollar un sistema nervioso, músculos y cartílagos, con un esqueleto rudimentario. Esta reconstrucción fue la obra que se realizó durante la revolución Saturnina del Periodo Lunar. Estos seres lunares no eran tan germinales corno en los períodos precedentes. Para el clarividente desarrollado aparece corno suspendidos por filamentos en la atmósfera ígneo-nebulosa, en forma parecida a la forma en que el embrión cuelga de la placenta por el cordón umbilical. Unas corrientes que proveían cierta clase de nutrición fluían hacia adentro y hacia afuera desde la atmósfera por esos filamentos.

Cuando la Tierra surgió del Caos, al comenzar el Periodo Terrestre, se encontraba en la etapa rojo-oscura de lo que conocernos como Época Polar. Entonces la humanidad evolucionó primeramente hacia un cuerpo denso, el germen del cual había sido dado por los Señores de la Llama en la primera revolución del Período de Saturno. Entonces no era, absolutamente, como nuestro cuerpo actual, por supuesto. Cuando el estado de la Tierra se volvió ígneo, en la Época Hiperbórea, se agregó el cuerpo vital, y el ser humano se convirtió en algo similar a las plantas, esto es, tenía los mismos vehículos que tienen las plantas actualmente y una conciencia similar, que quizás pudiéramos calificar de inconsciencia, parecida a la que tiene e1 ser humano durante el sueño sin ensueños, cuando los cuerpos denso y vital permanecen en el lecho.

En ese tiempo, en la Época Hiperbórea, el cuerpo del ser humano era como un enorme saco de gas que flotaba fuera de la Tierra Ígnea y emitía como esporos vegetales, que luego crecían y eran utilizados por entidades que venían al mundo. En ese entonces el ser humano era bisexual: un hermafrodita.

En la Época Lemúrica, cuando la Tierra se había enfriado y algunas islas habían comenzado a formarse en medio de las aguas hirvientes, entonces el cuerpo humano se solidificó un tanto y fue tomando más parecido con lo que es actualmente. Era de forma similar a la de los monos, con un tronco muy corto y brazos y piernas enormes, con los talones proyectándose hacia atrás y careciendo casi de cabeza, pues por lo menos la parte superior de la misma faltaba por completo. El Ser humano vivía en una atmósfera de vapor que los ocultistas llaman neblina ígnea, y carecía de pulmones, pues respiraba por medio de tubos. Tenía las agallas que todavía pueden observare en el embrión humano mientras pasa por la etapa antenatal que corresponde a esa Época. Tampoco tenía sangre caliente y roja, porque en esa etapa no existía aún el espíritu individual. Poseía Como una especie de vejiga que inflaba con aire caliente, para poder así saltar sobre los enormes abismos que se abrían cuando las erupciones volcánicas destruían la tierra en que vivía. De la parte posterior de la cabeza se proyectaba un órgano que actualmente se ha retraído dentro de la misma y que los anatómicos llaman glándula pineal, o sea el tercer ojo, aunque nunca fue realmente un ojo sino más bien un órgano localizador del tacto. El cuerpo carecía entonces de sensibilidad, pero cuando el ser humano se aproximaba demasiado a un cráter volcánico, dicho órgano registraba el calor y lo hacia huir antes que su cuerpo quedara destruido.

En ese tiempo el cuerpo se había ya solidificado tanto que resultaba imposible que el ser humano se propagara por medio de esporos, y fue necesario que desarrollara un órgano mental, un cerebro. La fuerza creadora que actualmente empleamos para hacer ferrocarriles, buques, etc., en el mundo externo, la empleábamos antes para construir órganos internamente. Como todas las demás fuerzas, era positiva y negativa. Un polo estaba dirigido hacia arriba, para formar el cerebro, y el otro polo quedaba disponible para la creación de otros cuerpos. De esta manera el ser humano dejó de ser una unidad creadora completa. Cada uno poseía solamente una mitad de la fuerza creadora, siendo entonces necesario buscar su complemento exteriormente.

En la última parte de la Época Lemúrica, la forma del ser humano era todavía muy plástica. El esqueleto ya se había formado, pero el ser humano mismo tenía gran poder para modelar la carne de su propio cuerpo, así como el de los animales que había en torno de é1.

En ese tiempo, al nacer, el ser humano podía oír y sentir las cosas al tacto, pero su percepción de la luz vino más adelante. Los Lemures no poseían ojos. Tenía dos puntos sensibles, que eran afectados por la luz del Sol cuando brillaba nebulosamente a través de la atmósfera ignescente de la Antigua Lemuria, pero sólo hacia el final de la Época Atlánte adquirió la vista como la tenemos actualmente.

Su lenguaje se componía de sonidos como los de la Naturaleza. El suspiro del viento en los bosques inmensos que existían entonces y que crecían con gran exuberancia en ese clima supertropical, el rumor del arroyuelo, los aullidos de la tempestad, el tronar de las cascadas, los rugidos de los volcanes, todo estos sones eran para el ser humano como las voces de los Dioses de quienes se sabía descendiente.

Nada sabía del nacimiento de su cuerpo. No podía ver su cuerpo ni ninguna otra cosa, pero sí podía percibir a sus semejantes. Esta percepción era, sin embargo, interior, como es nuestra percepción de personas y cosas durante los sueños, pero con una diferencia importantísima: que sus percepciones soñantes eran claras y raciales.

Pero "cuando sus ojos fueron abiertos" (como se cuenta en 1a historia de la Caída) y su conciencia se dirigió hacia los hechos del Mundo Físico, todo cambió. La propagación fue entonces dirigida, no por los ángeles, sino por el ser humano mismo, que no conocía la operación de las fuerzas solares y lunares. Su conciencia se enfoco en el Mundo Físico, aunque las cosas no se le aparecían a la vista con la claridad y la nitidez que se fue produciendo en la última parte de la Época Atlánte. Poco a poco fue conociendo la muerte, por grados, debido a la solución de continuidad que se producía en su conciencia al pasarla a los mundos superiores al morir o al retornar al Mundo Físico mediante el nacimiento.

Sin embargo, lo que hemos dicho acerca de la iluminación de los Lemures se aplica solamente a una pequeña porción de los vivieron en la última parte de dicha Época, los cuales fueron la simiente de la siete razas Atlántes. La mayor parte de los Lemures eran como animales, y los cuerpos habitados por ellos degeneraron en lo que actualmente constituyen los salvajes y los antropoides.

En la Época Atlánte, que siguió a la Lemúrica, el ser humano era muy diferente de todo cuanto existe en la Tierra actualmente. Tenía cabeza, pero escasamente poseía frente; su cerebro carecía de desarrollo frontal y su frente se inclinaba hacia atrás desde un punto que se encontraba sobre los ojos. Comparado con nuestra humanidad actual, el de entonces era prácticamente un gigante, pues sus brazos y sus piernas eran mucho más largos en proporción a su cuerpo que los nuestros. En vez de caminar, marchaba mediante una serie de saltos volantes, similares a los del canguro. Tenía unos ojillos parpadeantes y cada cabello era de sección redonda. Esta última peculiaridad, cuando no hay otras, distingue a los descendientes de las razas atlánticas que permanecen con nosotros actualmente. Su pelo era tieso, brillante, negro y de sección redonda. El cabello de los Arios, aunque pueda diferir en color, es siempre de sección ovalada. Además, las orejas de los atlantes estaban mucho más atrás en la cabeza que en los Arios.

Los vehículos superiores de los primitivos atlantes no se encontraban en posición concéntrica con relación al cuerpo físico, como pasa con nosotros. Su espíritu no era todavía un espíritu interno, pues se encontraba parcialmente afuera y no podía, por lo tanto, controlar sus vehículos con la misma facilidad que cuando se encuentra dentro. La cabeza del cuerpo vital se encontraba afuera, bastante más arriba que la física. Existe un punto entre las cejas, y como a media pulgada bajo la piel, que tiene un punto correspondiente en el cuerpo vital. Cuando ambos puntos se ponen en correlación exacta, como pasa en e1 ser humano actual, constituyen la sede del espíritu interior del hombre.

Debido a la distancia entre estos dos puntos, la percepción o visión del atlánte era mucho más aguda en los Mundos Internos que en el Mundo Físico denso, que estaba oscurecido por una bruma espesa y pesada. Con el decurso del tiempo, sin embargo, la atmósfera se fue aclarando más y más, y al mismo tiempo el punto mencionado del cuerpo vital se fue acercando al punto correspondiente del cuerpo físico, hasta llegar a unirse en el último tercio de la Época Atlánte.

Los Rmoahals fueron la primera de las razas Atlántes. Tenían muy poca memoria, y esa poca memoria estaba relacionada solamente con sus sensaciones. Recordaban los colores y sonidos, y de esta manera, hasta cierto punto, fueron desarrollando el sentimiento o sensación. Con la memoria adquirieron los Atlántes los rudimentos del lenguaje. Comenzaron a desarrollar las palabras y fueron abandonando el empleo de sonidos puros, como hacían los Lemures, al dar nombres a las cosas.

Los Tlavatlis fueron la segunda raza Atlánte. Entonces ya empezaron a sentir su verdadero valor como seres humanos separados. Comenzaron a tener ambiciones y querían que sus obras fueran recordadas. La memoria se fue convirtiendo en un factor en la vida de la comunidad. Así empezó el culto a los antepasados.

Los Toltecas constituyeron la tercera raza Atlánte. Fueron ellos los que iniciaron la Monarquía y la Sucesión Hereditaria, originándose así la costumbre de honrar a los hombres por los actos de sus antepasados. La experiencia se fue convirtiendo en algo cada vez más valioso, y la memoria se fue desarrollando hasta un grado muy elevado.

Hacia mediados del tercio de la duración de la Atlántida se empiezan a notar los principios de la separación de las naciones. A su tiempo los Reyes se sintieron ebrios de poder y comenzaron a usarlo corrompidamente, para sus propios fines personales y su engrandecimiento, en vez de utilizarlo para el bien común.

Los Turanios originales constituyeron la cuarta raza Atlánte. Su abominable egoísmo se caracterizó por su vileza, y erigieron templos en que sus reyes eran adorados como Dioses.

Los Semitas originales fueron la quinta y más importante de las razas Atlántes, porque en ellos encontramos los primeros gérmenes de las cualidades correctivas del pensamiento. De ahí que la Raza Semítica Original se convirtiera en la "simiente racial” de las siete razas de la Gran Raza Aria. Fueron los primeros en descubrir que el cerebro es superior al músculo, y durante la existencia de esta raza la atmósfera de la Atlántida comenzó a aclararse definitivamente y el punto del cuerpo etérico, mencionado en páginas anteriores, se puso en correspondencia exacta con su similar del cuerpo denso. La combinación de los acontecimientos hizo que el ser humano comenzara a ver los objetos nítidamente, con perfiles definidos y claros, pero también fue la causa de que se perdiera la visión de los Mundo Internos.

Los Arcadios constituyeron la sexta y los Mogoles la séptima de las razas Atlántes. Ambas ramas fueron desarrollando la facultad del pensamiento más y más, aunque siguieron una línea de desenvolvimiento que se iba desviando de la ruta principal de la vida evolucionante. Conforme las espesas neblinas de la Atlántida se condensaban más y más, la cantidad de agua que iba en aumento fue inundando gradualmente los Continentes, destruyendo una gran parte de la población, así como las pruebas de su civilización.

El Asia Central fue la cuna de las Razas Arias que descendieron de los Antiguos Semitas. De ahí provienen todas las diferentes razas restantes. Es innecesario describirlas ahora aquí, porque las investigaciones históricas ya han revelado suficientemente sus principales características.

EL Cerebro y el Sistema Nervioso.

En la revolución Saturnina del Período Terrestre, el cuerpo denso adquirió la aptitud de desarrollar y formar un cerebro, convirtiéndolo así en vehículo para el germen de la mentalidad que se le agregaría posteriormente. Se le impartió el impulso para formar la parte frontal del cerebro. El cerebro y el sistema nervioso son la más elevada expresión del cuerpo de deseos. Ellos son los que evocan las imágenes del mundo exterior; pero, en este proceso de formar imágenes mentales, la sangre es la que aporta el material necesario para ellas. De ahí que cuando el pensamiento está en actividad la sangre fluya hacia la cabeza.

En el ser humano el cerebro es el eslabón entre el espíritu y el mundo externo. No puede conocer nada del mundo exterior sino merced al cerebro. Los órganos de los sentidos son meramente los que transmiten al cerebro los impactos recibidos del exterior y el cerebro mismo es el instrumento que los coordina e interpreta. El espíritu, ayudado por los ángeles, formó el cerebro para adquirir conocimiento del Mundo Físico. Cuando el Ego entró en posesión de sus vehículos fue necesario que usara una parte de su poder creador para la formación del cerebro y de la laringe. Los Espíritus Luciféricos son los instigadores de todas las actividades mentales, merced a la parte de energía sexual que es llevada hacia arriba para operar en el cerebro. De esta manera, la entidad en evolución logró obtener la conciencia cerebral del mundo externo a costa de la mitad de su poder creador.

Los fisiólogos han descubierto que ciertas regiones cerebrales están destinadas a actividades mentales particulares, y la frenología ha llevado esta rama de la ciencia mucho más allá. Ahora bien, se sabe que el pensamiento rompe y destruye tejidos nerviosos. Tanto éste como los demás desgastes del cuerpo son reparados por la sangre. Cuando el corazón se haya convertido finalmente en un músculo voluntario, la circulación de la sangre quedará bajo el control absoluto del unificante Espíritu de Vida, y entonces éste tendrá el poder de impedir que la sangre afluye a aquellas zonas de la mente que se dediquen a objetivos egoístas, con el resultado de que esos centros se irán atrofiando gradualmente.

El conocimiento cerebral, con su consiguiente egoísmo, fue obtenido por el ser humano al costo de poder crear por sí solo. Logró igualmente su libre albedrío al costo del dolor y de la muerte, pero una vez que el ser humano aprenda a utilizar su intelecto en beneficio de la humanidad, entonces adquirirá poder espiritual sobre la vida, y, además, será guiado por un conocimiento innato de orden muchísimo más elevado que su actual conciencia cerebral, tan superior a esta como la conciencia cerebral lo es a la que tienen los animales inferiores. En el mejor de los casos, el cerebro no es más que un instrumento para obtener conocimiento indirecto y será sobrepasado por el contacto directo con la Sabiduría de la Naturaleza, que el ser humano podrá entonces utilizar para la creación de nuevos cuerpos sin ninguna otra cooperación.

En el Periodo Lunar fue necesario reconstruir el cuerpo denso para que pudiera ser impregnado o interpenetrado por un cuerpo de deseos, a la vez que pudiera desarrollar un sistema nervioso, muscular, cartilaginoso y un esqueleto rudimentario. Esta reconstrucción fue la obra de la revolución Saturnina del Periodo Lunar.

La reconstrucción del cuerpo denso en la revolución Saturnina del Periodo Terrestre dio el primer impulso a la división incipiente del sistema nervioso, que luego ha ido adquiriendo más y más importancia en sus subdivisiones: el sistema voluntario y el simpático. Este último fue el único que se desarrolló en el Período Lunar. El sistema nervioso voluntario (que ha transformado el cuerpo físico de un simple autómata accionado por estímulos externos, hasta el instrumento extraordinariamente capaz de ser guiado y controlado por el Ego que es ahora) sólo fue agregado en el actual Periodo Terrestre.

Cuando se produjo la división entre el Sol, la Luna y la Tierra en los primeros tiempos de la Época Lemúrica, la parte más desarrollada de la humanidad naciente experimentó una división en el cuerpo de deseos, formándose como una parte superior y otra inferior. El resto de la humanidad hizo otro tanto, pero solo en la primera parte de la Época Atlánte. Esta parte superior del cuerpo de deseos se convirtió en algo así como un alma animal y construyó el sistema nervioso cerebroespinal y los músculos voluntarios, por cuyo intermedio controlaba la parte inferior del triple cuerpo, hasta que se obtuvo el eslabón de la mente.

Parte del sistema muscular involuntario es controlado por el sistema nervioso simpático.

El asiento o sede del espíritu humano está primariamente en la glándula pineal y secundariamente en el cerebro y el sistema nervioso cerebroespinal, que controla los músculos voluntarios.

La Sangre.

El estudio de la sangre es algo muy profundo y trascendental, desde cualquier punto de vista que lo consideremos. Mefistófeles tenía razón al decir que "la sangre es una esencia muy especial”. Ella es la que va formando el cuerpo físico desde el momento en que la simiente atómica queda depositada en el óvulo, hasta que se produce la ruptura del cordón plateado, que termina con la existencia material, siendo uno de los más elevados productos del cuerpo vital y el que lleva la nutrición a todas las partes del cuerpo. Es el vehículo directo del Ego, inyectándose en ella todo pensamiento, sentimiento o emoción transmitidos a los pulmones.

Durante la infancia y hasta los 14 años, la médula rojiza de los huesos no forma todos los corpúsculos sanguíneos, sino que la mayoría son suministrados por la glándula Timo, que es muy grande en el feto y que gradualmente disminuye de tamaño conforme la facultad individual de crear su propia sangre va aumentando en el niño. La glándula Timo contiene, por decirlo así, una reserva de corpúsculos sanguíneos suministrados por los padres y, consiguientemente, el niño, que extrae su sangre de esta fuente, no puede realizar su individualidad. Hasta que el niño mismo no es capaz de crear su propia sangre, no puede pensar plenamente de si mismo como “yo”, y cuando la glándula tímica desaparece a la edad de 14 años, el sentimiento del "yo" alcanza toda su expresión, porque entonces la sangre es fabricada y dominada completamente por el Ego. Lo siguiente aclarará este concepto y demostrará su lógica:

Se recordará que la asimilación y el crecimiento dependen de las fuerzas que operan sobre el polo positivo del éter químico del cuerpo vital. Este cuerpo queda en libertad a los siete años, juntamente con el resto de dicho cuerpo. Sólo el éter químico está completamente maduro a esa edad, pues los otros necesitarán un poco más de maduración, por así decirlo. A los 14 años el éter de vida del cuerpo vital, que es el que actúa en la propagación, está completamente maduro. En el período que transcurre entre los siete y los catorce años de edad, la asimilación excesiva ha ido acumulando un acopio de energías que va a parar a los órganos sexuales y está en disponibilidad en cuanto el cuerpo de deseos queda en libertad.

La fuerza sexual se va acumulando en la sangre durante el tercero de los períodos septenarios, y en ese tiempo el éter luminoso, que es el generado o conductor del calor sanguíneo, se desarrolla por completo y controla el corazón, de manera que el calor del cuerpo no sea ni demasiado alto ni excesivamente bajo. En la temprana infancia la temperatura suele subir anormalmente. Durante el periodo de crecimiento excesivo puede ocurrir lo contrario, y en la juventud engreída, testaruda e incontrolada, la pasión y el genio arrastran muy a menudo al Ego con la sangre sobrecalentada. Es con suma, propiedad que decimos entonces que el individuo está "hirviendo" y que la persona en cuestión “pierde la cabeza”, o sea que se hace incapaz de pensar. Eso es exactamente lo que sucede cuando la pasión, la ira o el temperamento sobrecalientan la sangre expulsando al Ego fuera de sus cuerpos. El Ego se encuentra fuera de sus vehículos y estos actúan desordenadamente, libres de la influencia atemperadora del pensamiento, una parte de cuyo trabajo consiste en actuar como freno de los impulsos. Sólo el Ser humano que se mantiene frío y no permite que el exceso de calor lo expulse del cuerpo, puede pensar serenamente.

Como prueba del aserto de que el Ego no puede obrar en el cuerpo cuando la sangre está demasiado caliente o demasiado fría, podemos llamar la atención sobre el hecho bien conocido de que el calor excesivo torna al ser humano soñoliento, y si pasa de cierto límite, entonces llega hasta expulsar al Ego, quedando el cuerpo inconsciente. Sólo cuando la sangre está a su temperatura normal o casi, puede el Ego utilizarla corno vehículo de conciencia.

El ardor de la vergüenza es, por ejemplo, una prueba de la forma en que la sangre afluye a la cabeza, sobrecalentando el cerebro y paralizando el pensamiento. El miedo es un estado en que el Ego quiere levantar una barricada contra algún peligro exterior. Entonces atrae toda la sangre hacia el centro y el rostro empalidece, porque la sangre ha abandonado la periferia del cuerpo y ha perdido calor, paralizando así también el pensamiento. En las fiebres, el exceso de calor causa el delirio.

La persona sanguínea, siempre que su sangre no sea demasiado caliente, es muy activa, corporal y mentalmente, mientras que las personas anémicas son soñolientas. En unas el Ego tiene mejor control; en otras, menos. Cuando el Ego quiere pensar, hace afluir sangre a la temperatura adecuada al cerebro. Cuando una comida pesada centraliza las actividades del Ego en el tracto digestivo, el ser humano no puede pensar: está soñoliento.

Los antiguos hombres del Norte y de Escocia reconocían que el Ego está en la sangre. Ningún extranjero podía emparentarse con ellos a menos de que mezclara sangre con ellos, convirtiéndose así también en uno del grupo.

En los descendientes de las familias patriarcales, Adán, Matusalén, etcétera, la sangre que corría por sus venas contenía las imágenes de todo lo que les había ocurrido a sus antecesores, y estas imágenes estaban constantemente ante la visión interior de cada uno de los descendientes, quienes entonces no tenían visión exterior. Actualmente la sangre de cada individuo contiene solamente las imágenes de sus propias experiencias individuales, y la mente subconsciente tiene acceso a ellas. Hasta el tiempo en que el matrimonio fuera del clan familiar comenzara, los individuos estaban gobernados por un espíritu familiar (ángel) que penetraba en su sangre por medio del aire inspirado y ayudaba a cada Ego a dominar sus vehículos. Cuando comenzó el matrimonio fuera la familia, los Egos habían llegado a un punto de la evolución de la conciencia de sí, en que podían depender completamente de sus propios Yo, y debían dejar de ser autómatas guiados por los dioses, convirtiéndose en individuos libres, capaces de gobernarse a sí mismos. Cuanto mayor es la mezcla de sangres tanto menos influible es el Ego Individual por los espíritus familiares o de la raza. La sangre pura, sin mezcla, nos daba la ayuda y el auxilio ancestral cuando lo necesitábamos. La sangre mezclada creó la independencia de toda ayuda exterior. Un Dios, un Creador, tiene que ser independiente.

El calor de la sangre es la sede del Ego, y los Espíritus Luciféricos de Marte ayudan a mantener este calor disolviendo el hierro, el metal de Marte, en nuestra sangre, para atraer el oxígeno, que es un elemento solar.

El calor adecuado para la expresión real del Ego no está presente hasta producirse el nacimiento de la mente, de la Mente Concreta Macrocósmica, o sea cuando el individuo llega a los 21 anos de edad. Las leyes humanas también reconocen que ésta es la edad más temprana cómo para conceder al ser humano la libertad, la mayoría de edad.

En las clases inferiores de los animales la sangre es fluida y nucleada. Los núcleos que son los centros de vida, son la sede de un espíritu colectivo, el cual regula sus procesos vitales y los guía mediante esos núcleos. Durante la primera parte del período gestatorio, la sangre del feto es nucleada por la vida de la madre, siendo ella la que regula los procesos de la formación corporal; pero tan pronto como el nuevo Ego entra en el cuerpo de la madre, comienza a imponer su individualidad y a resistirse a la formación de células sanguíneas nucleadas. Entonces las viejas células van desapareciendo gradualmente de manera que cuando el cordón plateado se suelda al producirse la vivificación y el Ego penetra en su cuerpo, todos los núcleos han desaparecido y aquél se encuentra como autócrata absoluto de su nuevo vehículo, una herencia más preciosa que cualquier otra posesión terrestre, la cual, si se usa debidamente, es único medio para generar poder anímico y amontonar riquezas en el ciclo. Cuando abandonamos este vehículo al control de otros espíritus, entonces obstaculizamos seriamente nuestra evolución superior y cometemos un gran pecado.