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Esta obra es un estudio detallado del género literario de la ciencia ficción, que define el imaginario que explora al ser humano, sus sociedades, sus culturas y sus relaciones con el entorno en el ámbito de lo posible, es decir, hasta donde la ciencia y la tecnología nos permiten vislumbrarlo. Además, se enseña que la ciencia ficción tiene una dimensión humanística, ya que establece un puente entre las ciencias naturales y las humanidades, considerando tanto los avances científicos como la percepción pública de la ciencia y los impactos sociales derivados de esos avances. Para investigar estos temas y desarrollar un modelo de análisis que pueda explicar tanto la creación y presentación de los universos de ciencia ficción como la experiencia imaginativa del lector, se ha adoptado el modelo y las herramientas analíticas proporcionadas por la teoría literaria de los mundos posibles de Marie-Laure Ryan.
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Seitenzahl: 381
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Esta obra es un estudio detallado del género literario de la ciencia ficción, que define el imaginario que explora al ser humano, sus sociedades, sus culturas y sus relaciones con el entorno en el ámbito de lo posible, es decir, hasta donde la ciencia y la tecnología nos permiten vislumbrarlo. Además, se enseña que la ciencia ficción tiene una dimensión humanística, ya que establece un puente entre las ciencias naturales y las humanidades, considerando tanto los avances científicos como la percepción pública de la ciencia y los impactos sociales derivados de esos avances.
Para investigar estos temas y desarrollar un modelo de análisis que pueda explicar tanto la creación y presentación de los universos de ciencia ficción como la experiencia imaginativa del lector, se ha adoptado el modelo y las herramientas analíticas proporcionadas por la teoría literaria de los mundos posibles de Marie-Laure Ryan.
Estudió Literatura Moderna y Filología Hispánica en La Sorbona (París). Es licenciada en Educación y Desarrollo por la Universidad Anáhuac (Ciudad de México) y máster y doctora en Humanidades por la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid), donde recibió el Premio Extraordinario de Doctorado por su tesis sobre la teoría literaria de Marie-Laure Ryan aplicada a la ciencia ficción. Actualmente es profesora de antropología y literatura de ciencia ficción y miembro del grupo de investigación «Imaginación y Mundos Posibles» (UFV) y de la «Asociación de Estudios sobre Ficción y Ficcionalidad» (Universidad de La Sorbona y de la Universidad de Chicago).
Colección Las redes de Hermes
Director
Clemente López González (Universidad Francisco de Vitoria)
Comité científico asesor
Victoria Hernández (Universidad Francisco de Vitoria)
José Ignacio Ruiz Rodríguez (Universidad de Alcalá de Henares)
Consuelo Martínez Moraga (Universidad Francisco de Vitoria)
Isidro Jiménez Zamora (Universidad Francisco de Vitoria)
Álvaro Abellán García-Barrio (Universidad Francisco de Vitoria)
© 2024 Marie-Laure Ryan del prefacio
© 2024 Monique Villen
© 2024 Editorial UFVUniversidad Francisco de Vitoriawww.editorialufv.es // [email protected]
Imágen de cubierta: Foto de Jeremy Thomas en Unsplash (https://unsplash.com/es/fotos/foto-de-silueta-de-persona-de-pie-rMmibFe4czY).
Primera edición: noviembre de 2024
ISBN edición impresa: 978-84-10083-75-2
ISBN edición digital: 978-84-10083-76-9
ISBN edición EPUB: 978-84-10083-81-3
Depósito legal: M-24512-2024
Preimpresión: MCF Textos, S. A.
Impresión: Imedisa
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Impreso en España - Printed in Spain
AGRADECIMIENTOS
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
Referencias bibliográficas
PARTE 1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS
1. LOS ANTECEDENTES DE LA TEORÍA LITERARIA DE LOS MUNDOS POSIBLES
De Leibniz a la lógica modal
La etapa semántica de la lógica modal
De la filosofía de los mundos posibles a la teoría de la ficción
Referencias bibliográficas
2. LA TEORÍA LITERARIA DE LOS MUNDOS POSIBLES DE MARIE-LAURE RYAN
Los inicios
El dominio ontológico
El dominio fenomenológico o pragmático
El universo ficcional
La tipología de los mundos ficcionales
Las relaciones de accesibilidad
El principio de ‘desviación mínima’
Las verdades ficcionales y literarias
Las aplicaciones
Referencias bibliográficas
PARTE 2. EL MÉTODO DE ANÁLISIS
3. ADAPTACIÓN DEL MODELO DE RYAN
¿De qué imagen del mundo actual parte el autor?
¿Cómo el autor crea un nuevo mundo de ciencia-ficción?
¿Cómo afectan estos mundos al mundo del lector?
Referencias bibliográficas
4. LA METODOLOGÍA
El modelo de análisis
El esquema
La mirada literaria: narrar el mundo
La mirada científica: construir el mundo
La mirada humanística: habitar el mundo
Referencias bibliográficas
PARTE 3. EL ESTUDIO DE DOS OBRAS DE CIENCIA FICCIÓN
5.THE MAN IN THE HIGH CASTLE DE PHILIP K. DICK
Introducción
Las referencias extra-ficcionales
Las referencias inter-ficcionales
El storyworld
La xeno-enciclopedia
Los mundos interiores
Los mensajes significativos
Referencias bibliográficas
6.THE LATHE OF HEAVEN DE URSULA K. LE GUIN
Introducción
Las referencias extra-ficcionales
Las referencias inter-ficcionales
El storyworld
La xeno-enciclopedia
Los mundos interiores
Los mundos oníricos
Los mensajes significativos
Referencias bibliográficas
CONCLUSIONES
La teoría literaria de M.-L. Ryan
La adaptación de la teoría de Ryan
El modelo de análisis de las obras
Tomar del mundo
Construir el universo ciencia-ficcional
Actuar sobre el mundo
Últimas notas
Referencias bibliográficas
ANEXO
Mis encuentros con Marie-Laure Ryan
Las preguntas a Marie-Laure Ryan
Bibliografía completa de Marie-Laure Ryan
Agradezco profundamente al Dr. Álvaro Abellán-García Barrio y al Dr. Vicente Lozano Díaz, mis maestros, cuya sabiduría y guía han sido faros en mi trayectoria. En especial, a la Dra. Marie-Laure Ryan, cuyo enfoque visionario y su trabajo pionero han inspirado cada página de este libro. Mi gratitud también al grupo de investigación «Imaginación y Mundos Posibles», por sus aportaciones enriquecedoras y el estímulo constante. Agradezco igualmente al Dr. Francisco Javier Rodríguez Pequeño, al Dr. José Luis Arroyo Barrigüete y al Dr. Simon Bréan, cuyas orientaciones y consejos han sido valiosos en este proceso. A todos, mi más sincero reconocimiento por su apoyo e inspiración.
¿Cuál es la razón de ser, el tema profundo de la literatura? Tres respuestas vienen a la mente: 1) La literatura trata sobre nuestro mundo, transmite un mensaje vital sobre temas de importancia existencial. 2) La literatura trata sobre la escritura, llama la atención sobre la forma, el significante, y su naturaleza fundamentalmente autorreferencial condena al fracaso cualquier intento de extraer un ‘contenido’ independiente de la forma. 3) La literatura construye mundos para el placer de la imaginación, y la experiencia de transportarse mentalmente a esos mundos lleva en sí misma su propia justificación. Sería utópico esperar que un texto literario satisfaga por igual estas tres concepciones. Por ejemplo, se ha acusado a Tolkien, el representante por excelencia de la concepción 3, de carecer de estilo; el nouveau roman, ejemplo emblemático de la categoría 2, inhibe la inmersión; y los textos con un mensaje demasiado evidente se consideran carentes de ambigüedad, una cualidad generalmente vista como un garante del valor literario. Pero los textos literarios más satisfactorios crean una combinación original de estos tres criterios. Como escribe Monique Villen (126) «Algunas ficciones ofrecen entretenimiento, otras cumplen un objetivo didáctico, pero las mejores (las grandes novelas) logran satisfacer ambos criterios» (y añadiríamos: logran brillar por su estilo).
La crítica literaria ha estado dominada durante mucho tiempo por la concepción 2. Para la escuela que llamo ‘textualista’, representada por el posestructuralismo y la deconstrucción, según Maurice Blanchot, el espacio literario se concebía como un santuario consagrado al culto de la escritura, y la vocación suprema de la literatura residía en desvelar la esencia misma del lenguaje. Era en la poesía y en la autorreferencia donde esta esencia se manifestaba más visiblemente. Uno de los lemas del textualismo declaraba: «the poem should not mean but be» (Archibald MacLeish). Otro lema proclamaba la herejía de la paráfrasis, ya que era imposible captar el ser del texto literario con palabras distintas a las de ese texto. El textualismo veía en la concepción saussuriana del lenguaje una especie de sistema autónomo donde el sentido de las palabras se definía por sus relaciones con otras palabras, y no por su referencia a un mundo exterior. El líder del textualismo, Roland Barthes, establecía una distinción entre el texto legible, es decir, el texto narrativo tradicional como las novelas de Balzac, y un texto ideal que llamaba el scriptible, y que describía como una «galaxia de significantes, no una estructura de significados», como un texto «absolutamente plural» cuyos «sistemas de sentido pueden apropiarse, pero cuyo número nunca está cerrado, teniendo como medida el infinito del lenguaje».1 El texto ‘legible’, en cambio, es un texto incompletamente plural, un texto cuyo plural «es más o menos parco», que reduce al lector al rol de consumidor y solo le da una elección: en lugar de acceder plenamente al «encanto del significante, al deleite de la escritura», solo le queda la «pobre libertad de aceptar o rechazar el texto» (ibid.).
El desarrollo de un enfoque de la literatura basado en la noción de mundo, y más particularmente en la de mundo posible, ofrece una alternativa al textualismo y a las metáforas del juego y la red con las que Barthes describe el scriptible. Rehabilita el significado y permite al texto hablar de algo más que del lenguaje. Lejos de convertir al lector o espectador en un consumidor pasivo, como decía Barthes del lector de textos legibles, el texto-como-mundo enfatiza la experiencia del lector y la actividad mental necesaria para la (re)construcción del mundo a partir del texto. Lejos de proclamar la muerte del autor, la concepción del texto como mundo da testimonio de su actividad creativa, que compara con la de Dios (Tolkien, un ferviente católico, hablaba de sub-creación). Permite, como observa Thomas Pavel, rehabilitar nociones consideradas heréticas por el textualismo, como la de referencia, haciéndola compatible con mundos no existentes, liberando así a la literatura, mayoritariamente ficcional, de la exigencia de fidelidad a la realidad. Valora la imaginación y la invención necesaria para la creación de mundos, y al hacerlo permite a la teoría literaria reconectarse con la cultura llamada popular, como lo fantástico y la ciencia ficción, el tema de este libro. Por la invención de mundos distintos al nuestro, la ciencia ficción puede considerarse como la alegoría de la facultad, propia del espíritu humano, de trascender el aquí y el ahora, y de transportarse al pasado y al futuro para aprender de uno y actuar sobre el otro. Es esta capacidad de imaginar lo que podría ser lo que nos permite mantener una relación dinámica con nuestro mundo, de producirlo activamente en lugar de sufrirlo pasivamente. La ficción no es otra cosa que la sistematización e intensificación de esta capacidad.
La contribución teórica de un enfoque basado en la noción de mundos posibles es múltiple, y me siento honrada de que Monique Villen haya decidido basarse en mis trabajos, de los cuales ofrece una imagen tan rica como fiel. Parece incluso conocer mi bibliografía mejor que yo misma: gracias a ella descubrí que uno de mis artículos, del cual había perdido la pista, sí se había publicado. Reconsiderando el enfoque de los mundos posibles a través del prisma de la presentación de Villen, considero los siguientes puntos como los más importantes. En primer lugar, este enfoque permite distinguir la ficción de la no ficción, considerando esta última como un intento de describir el mundo actual y la ficción como la creación de un mundo posible. Por otra parte, ofrece un modelo cognitivo para la organización de los textos narrativos. El universo semántico de estos textos se divide en un mundo (seudo)actual, que corresponde a los hechos afirmados por el texto, rodeado de mundos posibles creados por la actividad mental de los personajes, como sus deseos, conocimientos, obligaciones, etc. La trama se define como el intento de los personajes de resolver los conflictos entre sus mundos personales y el mundo actual del universo textual. Y, finalmente, mediante el principio de desviación mínima, el enfoque de los mundos posibles establece una relación flexible entre los mundos ficcionales y la realidad: el lector completa la imagen del mundo ficcional siempre incompleta propuesta por el texto importando el conocimiento proporcionado por su experiencia del mundo actual, excepto cuando dicho conocimiento es contradicho por el texto. El principio de desviación mínima permite así una importación de información desde la realidad, sin reducir el texto a una mímesis de esta. Sin embargo, si bien la desviación mínima ofrece una guía para la imaginación, diciéndonos qué inferencias son legítimas y cuáles no, lo que este principio no hace (y no está destinado a hacer) es indicarnos lo que el texto quiere decir respecto al mundo actual. Permite la importación, pero no la exportación de información.
Para Villen, no basta con que un texto literario cumpla la condición 3: para que la ciencia ficción alcance el pleno estatus de literatura, para que sea más que mero entretenimiento —una propiedad demasiado a menudo despreciada en los géneros denominados populares—, debe tener algo que decir sobre nuestro mundo. A través del análisis detallado de dos textos clásicos de ciencia ficción, The Lathe of Heaven de Ursula Le Guin y The Man in the High Castle de Philip K. Dick, Villen demuestra que un viaje a mundos diferentes al nuestro puede enriquecer nuestra visión de lo que Tolkien llama la realidad primaria. Pero esto no significa que el mundo imaginario creado por la ficción sea subordinado a la realidad primaria, porque si el texto propone un mensaje de alcance general —por ejemplo, una reflexión sobre la naturaleza de la realidad en Le Guin y una crítica al totalitarismo en Dick—, es la idea original y particular mediante la cual este mensaje se articula, el vehículo de la metáfora, por así decirlo, lo que se implanta más profundamente en la mente del lector: para Le Guin, la idea de los sueños efectivos y, para Dick, la de una América conquistada y ocupada por Alemania y Japón, con una zona libre entre ambas. Para iluminar la experiencia del lector de ciencia ficción, Villen complementa el enfoque de los mundos posibles, que ofrece herramientas de análisis pero no propone interpretaciones, con la reflexión de una serie de filósofos que han abordado la cuestión de la razón de ser de los mundos imaginarios en la literatura. De esta doble inspiración resulta una obra que combina la rigurosidad analítica con una dimensión profundamente humana.
Marie-Laure Ryan
1 R. Barthes (1970). S/Z. París: Editions du Seuil, 12.
Hasta hace poco, la literatura de ciencia ficción (en adelante CF) solía ser relegada a la categoría de ‘literatura popular’, junto con otros géneros como la novela policíaca, la de espionaje o la sentimental. Basta señalar los calificativos con los que se valora todavía la CF en algunos ambientes: una paraliteratura, luego, carente de profundidad y de estilo, acusada de favorecer la ilusión, el escape de la realidad e incluso el infantilismo. Del mismo modo, se percibe una cierta marginalización de los estudios académicos dedicados a la CF, a pesar de la difusión planetaria de este género en las últimas décadas, tanto en la literatura como en el cine e incluso en los cómics y los videojuegos.
Cuando se solicita a un público no especializado que imagine la literatura de CF, suele evocar algo similar a esto: mundos lejanos poblados por civilizaciones alienígenas, viajes a través del tiempo, tecnologías futuristas asombrosas y conflictos épicos entre humanos y extraterrestres.
Propongo tres ejemplos emblemáticos del género concebidos ad hoc:
• En el año 2150, la humanidad había colonizado varios planetas en el sistema solar. En la bulliciosa metrópolis de Nueva Tierra, el detective interplanetario Alex Cruz enfrentaba su caso más desafiante hasta la fecha: la desaparición del científico de renombre, Dra. Elena Torres. Siguiendo pistas en la vasta red de la ciudad, Cruz descubre un oscuro complot que amenaza con desestabilizar el delicado equilibrio entre las colonias. Con la ayuda de su androide asistente, CR-7, Cruz se sumerge en las sombras de la ciudad, desenterrando secretos que podrían cambiar el destino de la humanidad para siempre.
• En un futuro distópico, la Tierra se encuentra al borde del colapso ambiental. En medio de la desesperación, la Corporación Génesis ofrece una solución radical: colonizar un nuevo planeta habitable en una galaxia lejana. Un grupo de valientes colonos se embarca en el viaje interestelar hacia el planeta Eden Prime, pero pronto descubren que no están solos. Una civilización alienígena antigua y hostil espera en la superficie del nuevo mundo, desencadenando un conflicto épico por la supervivencia y el destino de dos especies.
• En un laboratorio secreto del gobierno, la Dra. Sarah Bennett realiza experimentos revolucionarios en teletransportación cuántica. Cuando un experimento sale mal, Sarah se encuentra atrapada en un bucle temporal, reviviendo el mismo día una y otra vez. Con la ayuda del enigmático Dr. Nathan Reed, un físico teórico, Sarah debe desentrañar los misterios de la teletransportación cuántica para romper el ciclo temporal antes de que sea demasiado tarde y el universo colapse sobre sí mismo.
El primer texto asocia el género de la CF especulativa a elementos de la novela de detectives y la exploración del futuro interplanetario. El segundo trata los temas de la colonización espacial, los encuentros con civilizaciones alienígenas y los dilemas morales asociados con la supervivencia en entornos inhóspitos. El tercero se inspira en el género de la CF de viajes en el tiempo y los conceptos de física cuántica para explorar los temas de la percepción del tiempo, la causalidad y la responsabilidad ética en el uso de la tecnología avanzada. Es innegable que detrás de estas imágenes estereotipadas —y a menudo simplificadas—, la CF abarca una rica y diversa gama de temas, desde la exploración de las posibilidades de la tecnología hasta las reflexiones sobre la naturaleza humana y el universo. Los autores y lectores de CF no creen que tomar asiento en una astronave y viajar hasta las fronteras de la galaxia sea para evadirse de los problemas que les esperan en casa, de la misma manera que viajar en el futuro no es huir de las dificultades de nuestra época.
Para profundizar en la CF y contribuir a liberarla de sus clichés y etiquetas, he optado por realizar un estudio detallado de este género. Abogo por una literatura del imaginario que explora al ser humano, sus sociedades, sus culturas y sus relaciones con el entorno en el ámbito de lo posible, es decir, hasta donde la ciencia y la tecnología nos permiten vislumbrarlo. Además, la CF tiene una dimensión humanística, ya que establece un puente entre las ciencias naturales y las humanidades, considerando tanto los avances científicos como la percepción pública de la ciencia y los impactos sociales derivados de esos avances. Así lo expresaba ya Isaac Asimov en su definición mundialmente conocida de «ciencia ficción» en 1975: «La ciencia ficción puede definirse como la rama de la literatura que trata de la reacción del ser humano ante los cambios de la ciencia y la tecnología».1
El principal objetivo de este estudio es explorar las relaciones dinámicas que existen entre las obras literarias de CF y los datos de la realidad, es decir, entre el dominio semántico de los universos de CF y nuestro mundo. Si la ficción es un texto cuyo mundo constituye una alternativa al modelo del mundo real en el que se produjo el texto, ¿qué mundo alternativo al mundo real (o mundo posible) presenta la CF? ¿Qué conexiones podemos establecer entre los mundos posibles (en adelante MP) de la CF (el sistema textual) que presentan historias situadas en tiempos y lugares distintos, y proponen escenarios que se alejan de nuestra realidad terrenal y el mundo real? En el análisis de la relación entre los mundos de CF y nuestro mundo, al querer incorporar los aspectos de la creación, la construcción y la recepción de la obra literaria, han surgido otras preguntas: 1) ¿De qué imagen del mundo actual parte el autor?; 2) ¿cómo crea un nuevo mundo ciencia-ficcional?, y 3) ¿cómo esos mundos afectan el mundo del lector? (figura 1).
Figura 1. La estructura de análisis.
Para investigar estos temas y desarrollar un modelo de análisis que pueda explicar tanto la creación y presentación de los universos de CF como la experiencia imaginativa del lector, he adoptado el modelo y las herramientas analíticas proporcionadas por la teoría literaria de los MP de Marie-Laure Ryan. La doctora llamó mi atención por varias razones. Es una de las pioneras en la teoría literaria de los MP, y una de las investigadoras más reconocidas y citadas en su campo. Se inspira en los teóricos de los MP Thomas Pavel, Lubomír Doležel y David Lewis; en los teóricos de la ficción John Searle y Kendall Walton; en los narratólogos Gérard Genette, Roland Barthes, Tzvetan Todorov, Claude Brémond y David Herman. También tuve en cuenta el hecho de que compartimos el francés como lengua materna (es originaria de Ginebra, Suiza), lo que facilitó enormemente nuestra comunicación. Gracias a su disponibilidad y cercanía, nuestros encuentros, tanto epistolares como presenciales, han sido un auténtico regalo.
La teoría literaria de los MP exalta la idea de la literatura como una construcción de mundo a la vez que obvia la existencia del mundo real, una combinación propicia para trabajar el tema seleccionado. Específicamente, la teoría literaria de los MP de Marie-Laure Ryan se enfoca en la dimensión cognitiva de las obras literarias, que describe como MP, contrafácticos o alternativos, adaptándose perfectamente al estudio de las novelas de CF que transportan al lector a los mundos que evocan. Además, como señala T. Pavel, gracias a la noción de mundo ficcional, se puede considerar cada obra literaria como un todo,2 un enfoque interesante para el análisis de las obras de CF.
La obra consta de tres partes. La primera parte ofrece los fundamentos teóricos: los inicios conceptuales de la teoría literaria de los MP y el desarrollo de la teoría de Marie-Laure Ryan. La segunda parte aborda el método de análisis de las obras: la adaptación del modelo de M.-L. Ryan y la metodología para el análisis de las obras. La tercera parte aplica el modelo al estudio de dos casos, es decir, a dos novelas de CF: The Man in the High Castle (1962) de Philip K. Dick y The Lathe of Heaven (1971) de Ursula Le Guin.
Al final de cada capítulo, he incluido una sección bibliográfica para aquellos que deseen explorar más a fondo los temas tratados. Los títulos no se duplican en caso de ser utilizados en varios capítulos.
En resumen, el libro profundiza en un aspecto específico de la CF (sus relaciones con el mundo actual) mediante el enfoque de los MP (la teoría literaria de los MP de M.-L. Ryan) en dos obras seleccionadas según unos criterios específicos y una metodología diseñada ad hoc.
ABELLÁN, J. L., Historia crítica del pensamiento español. Vol. 2) La edad de oro (siglo XVI), Madrid: Espasa-Calpe, 1979.
AGUSTÍN, S., Confesiones, México: Ediciones Paulinas, 1987 (10.ª ed.).
ANDRÉS MARTÍN, M., «Influencia de san Buenaventura en la mística española de la Edad de Oro», en M. de Castro, Á. Huerga y M. Andrés, San Buenaventura, Madrid: Fundación Universitaria Española, 1976, pp. 105-140.
ASIMOV, I. (1981). «How Easy to See the Future!». En: Asimov on Science Fiction. Garden City, NY: Doubleday & Company, pp. 81-87 (original en la revista Natural History de 1975).
DICK, P. K. (2001). The Man in the High Castle. London: Penguin Books. Primera edición: 1962). G P Putnam’s Sons.
— (2011). El hombre en el castillo (Trad. M. Figueroa). Barcelona: Minotauro. Versión Kindle.
LE GUIN, U. K. (1971). The Lathe of Heaven. New York: Scribners.
— (2017). La rueda celeste (Trad. M. Antón). Barcelona: Minotauro. Versión Kindle.
PAVEL, T. (1986). Fictional Worlds. Cambridge: Harvard University Press.
— (2017). Univers de la fiction. París: Éditions du Seuil.
Me ha parecido importante presentar brevemente los antecedentes de la teoría literaria de los MP tal como los he descubierto durante mi investigación. La reflexión filosófica sobre el estatus o la cuestión de la ficción nació del giro lingüístico de la filosofía analítica que profundizó en la naturaleza y el funcionamiento de la ficción a partir del discurso, tendiendo lazos entre los niveles ontológicos, semánticos y epistémicos del lenguaje. Sin embargo, la teoría literaria de los MP se alejó de estos planteamientos tomando otro rumbo, el camino de la semántica de la lógica modal que interesó tanto a los filósofos que trabajaban en la lógica de los MP como a los teóricos de la literatura que estudiaban los universos de la ficción. Los filósofos se centraron fundamentalmente en el problema de la referencia al querer representar las proposiciones cuya verdad no dependía de la existencia empírica de sus sujetos, mientras que los especialistas en literatura buscaron una forma de salir del estudio formal de las obras literarias contempladas como textos autorreferenciales. Así lo explica M.-L. Ryan, una de las pioneras en la teoría literaria de los MP:
Formulada en el apogeo del estructuralismo formal, la teoría de los MP reabre el debate sobre ciertas cuestiones que habían sido declaradas heréticas por la ortodoxia reinante y su doctrina de la inmanencia textual: el valor de verdad del discurso literario; la relación entre los mundos ficcionales y el mundo real; el problema de la referencia en el discurso literario; y más generalmente, el problema de la representación.3
Al filósofo alemán G. W. Leibniz debemos el concepto de ‘mundos posibles’ que desarrolló en su obra Teodicea, ensayos sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal, publicado en 1710. Ese concepto sirvió de base filosófica para la corriente analítica, la lógica proposicional, la lógica modal y para las teorías literarias de los MP.4 Según su teoría de la creación, Dios habría considerado en su entendimiento todos los MP y concebibles, es decir, todos los que no son lógicamente contradictorios, en número infinito, y habría escogido crear el mejor en función del optimum de los bienes y de los males. Por lo tanto, la posibilidad en Leibniz designa todo lo que, no siendo lo mejor, no ha sido elegido por Dios.
Leibniz fue también el punto de partida de la lógica proposicional (o cálculo proposicional), que consiste en una formalización de las reglas del raciocinio. Propongo un rápido recorrido histórico desde Leibniz hasta Russel para entender su evolución y su conexión con la teoría de los MP. Genio de las matemáticas, en su obra Dissertatio de arte combinatoria, Leibniz propuso, gracias a procedimientos matemáticos, convertir la teoría de la deducción lógica en un cálculo. Esta nueva ciencia, la mathesis universalis buscaba demostrar la verdad de las afirmaciones filosóficas y científicas apoyándose no en su significado, sino solamente en su estructura:
Luchó por conseguir la sistematización de todos los saberes, elaborar une méthode de l’universalité aplicable a todo campo del saber mediante estructuras formales organizadoras que permitiesen descubrir la estructura inteligible del mundo superando nuestras limitaciones psicológicas.5
A pesar de su notable intuición, estuvo lejos de realizarlo y no pudo avanzar hacia la construcción de un lenguaje simbólico que superara significativamente la silogística aristotélica.
Dos matemáticos y lógicos ingleses, George Boole con su obra Análisis matemático de la lógica y Augustus de Morgan con su Lógica formal, desarrollaron la idea de Leibniz de construir la lógica como un cálculo. Ambos fueron los creadores del lenguaje formalizado de la lógica moderna y contribuyeron a dotar a la lógica matemática de sus caracteres esenciales.
A finales de siglo XIX, los trabajos del matemático y lógico alemán Gottlob Frege, con su obra Begriffsschrift publicada en 1879, marcó el comienzo de la lógica formal contemporánea. Frege quería «construir un instrumento que permitiera al filósofo detectar las trampas que el uso del lenguaje inevitablemente tiende al pensamiento».6 A pesar de su gran valor, la obra de Frege pasó casi inadvertida y transcurrieron veinte años antes de que Bertrand Russell y Alfred North Whitehead sistematizaran y desarrollaran los trabajos de Frege en Principia Mathematica, intentando derivar toda la matemática de la lógica. Interesa la contribución de Frege a la teoría semántica moderna con sus tres artículos: «Sentido y referencia», «Concepto y objeto» y «Función y concepto». Su teoría de la referencia (la referencia de un enunciado es su valor de verdad, lo verdadero o falso) será discutida por los lógicos de la semántica modal.
La lógica siguió siendo la médula del pensamiento del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein en su obra el Tractatus Logico-Philosophicus, que influyó en la aparición, sobre todo a partir de 1920, de numerosas construcciones lógicas alternativas: lógicas multivalentes, lógicas modales, lógicas probabilistas, lógicas cuánticas. Clarence Irving Lewis, con sus obras Implication and the algebra of logic y A Survey of Symbolic Logic, marcó el comienzo de la lógica modal en su forma moderna y dio pie al surgimiento de las lógicas polivalentes. Se basó a su vez en los trabajos de Leibniz:
El tratamiento logístico de cualquier tema se convierte en matemáticas. La matemática en sí deja de tener una materia peculiar y se convierte simplemente en un método. La logística es el método universal para presentar la ciencia exacta en símbolos ideográficos. Es la «matemática universal» de Leibniz.7
Nubiola precisa que Lewis propuso un sistema axiomático formalizado, comparable al cálculo de proposiciones desarrollado en los Principia Mathematica, pero introduciendo los operadores modales (‘posible’ y ‘necesario’) y las leyes que los rigen.8
El término ‘modalidad’ alude a la manera en que algo es y se aplica en sentido amplio a los distintos tipos de lógicas modales y multimodales. En sentido restringido, se refiere a las modalidades proposicionales que son sistemas donde se añaden operadores para modificar la significación de las proposiciones y definir la manera en que esas proposiciones son verdad. Grunig define que «un operador proposicional M es modal si el valor de verdad V o F de la proposición modalizada Mp no puede deducirse en todos los casos del valor de verdad de la proposición p».9 De ahí que las lógicas modales se estructuren a partir de la lógica modal alética (necesario, innecesario, contingente, posible, imposible). La noción de verdad ya no se refiere a las verdades categóricas que describen el mundo real (verdadero o falso) y que son impersonales, sino a las verdades modales que dependen de la actitud y del punto de vista del sujeto. En Contemporary Debates in Metaphysics, otro libro inspirador para este tema, los autores explican que las verdades sobre el mundo se dividen en dos tipos: categóricas y modales. Las verdades categóricas describen cómo son las cosas, lo que es realmente el caso. Las verdades modales describen cómo podrían o deberían ser las cosas, lo que es posible o necesario. La mayoría de las lógicas modales, de las cuales las modalidades aléticas (posible o necesario), epistémicas (se sabe que, se cree que), temporales (siempre o a veces) y deónticas (es obligatorio que, es permitido que) son las más conocidas, no pasan del cálculo formal, aunque encontraron aplicaciones en las técnicas de computación de la inteligencia artificial.
La noción de ‘mundo posible’ de Leibniz conoció un resurgimiento en el mundo anglosajón de la filosofía analítica en filósofos como Saul Kripke, Jaakko Hintikka, David Lewis, Alvin Plantinga y Robert Stalnaker, cuyo objetivo era evaluar las condiciones de verdad de las proposiciones modales en parte a partir del análisis lógico de los condicionales contrafactuales. La etapa semántica de la lógica modal comenzó con los trabajos de Kripke y Hintikka que buscaron establecer relaciones entre las proposiciones y los modos de ser e interpretar los distintos operadores modales. Antes, Carnap, en su obra de 1947 Meaning and Necessity, había introducido la noción de descripciones de estado y definido una proposición necesaria como aquella que es verdadera en todas las descripciones de estado, pero fue Saul Kripke quien propuso la metáfora de los MP y asentó las bases de esta interpretación para los diversos sistemas de lógica modal.
Por su importancia en la obra de Marie-Laure Ryan, expondré con más detalle la semántica de los sistemas modales del filósofo americano Saul Kripke. Este buscaba unas explicaciones y formulaciones teóricas de las condiciones de verdad de los sistemas modales, e interpretó que el objeto de la lógica modal no está constituido de un solo elemento, sino de mundos distintos relacionados entre ellos. Por ‘mundo’, Kripke entiende un conjunto de proposiciones que forman descripciones de estado consistentes (no contradictorias) y completas (son verdaderas o falsas). Marie-Laure Ryan explica el sistema modal desarrollado por Kripke conocido como el M-model en un artículo de 1992:
Es una construcción lógica que consiste en un conjunto K de elementos, un miembro G de este conjunto y una relación R entre los elementos del conjunto. Influenciado por la noción de mundo posible de Leibniz, el conjunto K es el conjunto de mundos posibles, el miembro privilegiado G es el mundo real [o actual] y la relación R es el vínculo [o relación de accesibilidad] entre varios mundos pertenecientes al sistema K y sus posibles alternativas.10
La teoría permite interpretar la modalidad en término de verdad en los diversos mundos asociados, es decir, que una proposición modificada por una modalidad es válida en ciertos mundos y no en otros, según el tipo de modalidad utilizada. Veamos un ejemplo:
• ‘Puede nevar’ es verdadero si y solo si nieva en al menos un MP.
• ‘Es contingente que nieve’ es verdadero si y solo si nieva en algún MP y no nieva en algún (otro) MP.
• ‘Tiene que nevar’ será verdadero si nieva en todos los MP.
La posibilidad se convierte en una relación ligada a la noción de accesibilidad: un mundo M2 es ‘posible’ para M1 si es accesible a partir de él, es decir, si hay una relación entre M1 y M2. Para la mayoría de los lógicos, el MP M2 es la réplica del mundo actual M1, exceptuando un cambio local.
La semántica modal de Kripke se basa pues en tres elementos: un conjunto de MP, una relación de accesibilidad de algunos de esos mundos entre ellos y una función de evaluación que determina para cada proposición p el conjunto de los MP donde p es verdadera. ‘Es posible que p’ se convierte en ‘hay un MP m donde p es verdadera’ y ‘es necesario que p’ se convierte en ‘en todos los MP, p es verdadera’. Además, el modelo de Kripke sitúa el mundo actual en el centro del sistema modal y le da prevalencia sobre los MP que se imaginan a partir de él. El mundo actual está rodeado de una infinidad de MP, pero estos son estipulados, no son preexistentes (como en Leibniz). El mundo actual es, por lo tanto, el único real.
Ese sistema formaliza las relaciones de accesibilidad entre los mundos y concede valores de verdad a las proposiciones que versan sobre entes y situaciones no reales gracias a su interpretación de la posibilidad y de la necesidad lógica. Para los teóricos literarios, uno de ellos Thomas Pavel, este hecho no pasó desapercibido. Señala que mientras que al trabajar con nociones científicas podemos necesitar de vez en cuando eliminar (o al menos circunscribir) entidades inexistentes, la poética de la ficción requiere, por el contrario, técnicas para introducir tales entidades.11 En Semantical considerations on modal logic, Kripke aborda el problema de la referencia y valor de verdad de aquellos enunciados que no tienen un referente efectivo, como «Sherlock Holmes es calvo», y les otorga un valor de verdad en cada mundo. Esta interpretación se opone a las posiciones de Frege y de Russel que prevalecían en los años 70 del siglo pasado. Explica Ryan que, según Frege, uno de los primeros filósofos en haber considerado la ficción como una cuestión lógica, una frase sobre una entidad imaginaria no tiene referente y es automáticamente falsa.12 La tesis de Russel que T. Pavel califica de ontología segregacionista limita la existencia a las entidades que se encuentran en el mundo real. Las que no se pueden encontrar en la realidad son privadas de existencia, incluidas las que pertenecen a la ficción.
La semántica de los MP de Kripke que, según Nubiola, abrió una nueva perspectiva al considerar el origen de las nociones metafísicas de ‘necesidad’ y ‘posibilidad’ no en la matemática, sino en la genuina consideración metafísica del orden real, generó un amplio debate sobre la naturaleza y la existencia de los MP. ¿Cómo diferenciar los MP del mundo actual? ¿Son los MP entidades existentes? ¿Qué pasa con los problemas de la identidad transmundana (identificación de un mismo individuo en los diferentes MP) y con los objetos posibles, pero no actuales? Kripke respondió negando que esos MP existiesen como los MP de Leibniz. Para Kripke, corresponden a situaciones contrafactuales, a ‘estados posibles del mundo’ que se pueden imaginar, pero que no se realizan ni son reales. Los MP son objetos abstractos construidos por la mente humana que permiten imaginar más fácilmente situaciones no reales y sus consecuencias. Para ilustrar con claridad su posición, Kripke desarrolla un ejemplo que recoge Nubiola, el cálculo de las probabilidades para obtener un número determinado en los juegos de dados:
Sean A y B dos dados ordinarios —cada uno con seis posibles resultados— de forma que hay treinta y seis posibles estados de la pareja de dados en cuanto a los diversos resultados que pueden presentar, pero solo uno de tales estados posibles corresponde a la situación efectiva de la pareja de dados después de lanzarlos. […] Pues bien, los treinta y seis posibles estados de la pareja de dados son literalmente treinta y seis ‘mundos posibles’. […] Solo uno de tales mini mundos —el que corresponde al resultado efectivo de los dados— es el ‘mundo actual’, pero los otros nos interesan cuando nos preguntamos acerca de la probabilidad o improbabilidad del resultado efectivo.13
Los MP son, por consiguiente, una herramienta para analizar los condicionales contrafácticos, definir sus condiciones de verdad y aceptabilidad, y darles una formulación técnica. No son entidades existentes, sino estructuras mentales. Kripke mismo indica que si la expresión ‘mundos posibles’ es la que genera el problema epistemológico, entonces debería ser reemplazada por expresiones menos controvertidas y confusas, tales como ‘situación hipotética’ o ‘posible estado’ (o historia) del mundo. A pesar de las controversias, Françoise Lavocat (una especialista de la teoría literaria de los MP en Francia) comenta los frutos positivos de los trabajos de Kripke y los beneficios de aplicarlos a la literatura y a los estudios sobre la ficción y la ficcionalidad:
Desde los años 70, esta hipótesis se ha revelado extremadamente fértil en todo tipo de disciplinas, como la teoría de la decisión, la física y las ciencias naturales. Podemos, por ejemplo, estipular un mundo posible en el que las leyes del movimiento serían diferentes y estudiar cómo se desarrollarían entonces las especies. El único límite a la estipulación de mundos posibles es la violación del principio de no contradicción, el cambio en las propias leyes de la causalidad. […] ¿Por qué la teoría de los mundos posibles, que ha revolucionado todo el saber, no podría aplicarse al estudio de las obras de ficción?14
A partir del modelo de Kripke y de su semántica se teorizó una metafísica de los MP. Esos ‘mundos’ que eran abstracciones formales pasaron a ser ‘mundos posibles’ dotados de características metafísicas y ontológicas diversas en función de las diferentes teorías filosóficas. Los filósofos estaban de acuerdo, en su mayoría, en que hablar de MP era extremadamente útil para explicar conceptos y formular teorías. Sin embargo, discrepaban en cuanto a su interpretación. Por lo tanto, las relaciones entre el mundo actual y los MP, así como sus características, varían según los pensadores, por ejemplo, David Lewis, Nelson Goodman y Jaakko Hintikka.
Según Susan Haack en su obra Philosophy of logics, se suelen distinguir tres enfoques: 1) El enfoque lingüístico: los que piensan que los MP son solamente ‘maneras de hablar’ acerca de conjuntos de proposiciones consistentes. El principal representante es J. Hintikka con su obra Models for modalities de 1969. 2) El enfoque conceptualista: los que interpretan los MP como diferentes maneras de ‘concebir el mundo’. No existen como objetos del mundo externo, sino como ‘ideas’. El principal representante es Kripke. 3) El enfoque realista: los que asumen que los MP existen en algún sentido de ‘existir’ que varía según los autores. Por ejemplo, David Lewis distingue ‘existir en el mundo actual’ (que se reduce a ‘existir actualmente’) de ‘existir en los MP’, donde usa el verbo en su más amplia acepción: «Sería conveniente que hubiera un lenguaje de cuantificación, por ejemplo “hay…”, que estuviera firmemente reservado para un uso no restringido y otro, por ejemplo “en realidad existe…”, que estuviera firmemente reservado para un uso restringido».15 Compartimos la posición de Stalnaker (y de Ryan) que critica el reduccionismo de esta última teoría. Para otros, precisa Ryan, ‘existir’ es sinónimo de ‘tener propiedades’, y esas propiedades cualquier objeto las puede ostentar gracias a un acto imaginativo de la mente.
La mayoría de los desarrollos filosóficos de la teoría de los MP han aportado contribuciones demasiado técnicas que no son particularmente útiles para la literatura y la teoría narrativa, si bien algunos filósofos que trabajaban en la semántica formal hicieron breves alusiones a ellas, como Alvin Plantinga (a cada MP corresponde un libro) y Robert M. Adams, que reemplazó la noción de libro por la de historia: una afirmación posible es verdadera si es verdad en alguna historia del mundo, y una afirmación necesaria es verdadera si es verdad en todas las historias del mundo.
Indudablemente, la primera articulación entre la semántica de los MP y la teoría de la ficción se debe a David Lewis, quien abogó en Counterfactuals en favor de la existencia de los MP apelando a creencias intuitivas. Escribe que el lenguaje ordinario permite la paráfrasis: hay muchas maneras en que las cosas podrían haber sido además de cómo son en realidad. Cree por lo tanto en la existencia de entidades que podrían llamarse ‘maneras en que las cosas podrían haber sido’, y prefiere llamarlas MP. A partir de Lewis, algunas teorías literarias tomaron de los MP la idea de pluralidad de mundos, que trasladaron a la ficción. Citamos de la obra de Sider esta descripción de las diferentes versiones de la vida de Rex Stout que recuerdan las de Teodoro en el Palacio de los destinos en la obra Teodicea de Leibniz, donde se representa no solo lo que sucede, sino también todo lo que es posible:
El escritor del siglo XX Rex Stout escribió novelas policíacas, pero podría haberse convertido en un detective de verdad. En algún otro mundo posible, se convierte realmente en detective. En otro mundo, Stout tiene otra ocupación: es vendedor. Para cada ocupación que Stout podría haber tenido, hay un mundo posible en el que Stout tiene esa ocupación. Muchas cosas varían entre los distintos MP: Stout tiene distintas ocupaciones, distintas ropas, distinto color de pelo, distintos amigos, etcétera. Lo único que se mantiene constante en todos los mundos posibles son las verdades necesarias: en todos los mundos posibles, Stout es vendedor o no lo es. Los filósofos han encontrado conveniente hablar así de mundos posibles.16
Tal proyecto abrió muchas pistas, pero también suscitó multitud de debates y objeciones. Ruth Ronen alertaba en 1994 de que la teoría literaria no tenía suficientemente en cuenta las fuentes filosóficas del pensamiento sobre los MP y que, en el proceso de transferencia de los MP al ámbito literario, el concepto perdía su significado original y se convertía en una metáfora difusa. El resultado era una adaptación ingenua o una metaforización inadvertida de un concepto cuyo significado original (filosófico y literario) no figurativo distaba mucho de ser evidente.17
Es muy cierto que los que adaptaron el concepto de MP a los mundos imaginarios creados por la literatura se alejaron bastante del uso técnico de la lógica y de la filosofía de los MP. Uno de ellos, T. Pavel, escribe que rápidamente se dio cuenta de que la lógica de los MP no era más que una fuente de inspiración para el teórico literario. Marie-Laure Ryan, en su artículo «Cosmologie du récit des mondes possibles aux univers parallèles», se distancia igualmente de los estrictos modelos lógicos y filosóficos de los MP:
La noción de ‘mundo posible’ abarca una variedad de interpretaciones individuales subordinadas a fines diferentes. No cabe esperar que un lógico que trata de definir las condiciones de verdad de los operadores modales tenga exactamente la misma interpretación de la noción de mundo posible que un teórico de la literatura interesado en la experiencia imaginativa que inspira la ficción.18
Precisamente, el estudio de la interpretación de la noción de MP y su aplicación a la experiencia imaginativa inspirada por la ficción de Marie-Laure Ryan será el propósito del capítulo siguiente.
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