Rosa y la banda de Los Solitarios - Colas Gutman - E-Book

Rosa y la banda de Los Solitarios E-Book

Colas Gutman

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Beschreibung

Rosa es una niña inteligente y emotiva que habla de una forma muy peculiar y graciosa. Debido a esto, sufre bullying de sus compañeros, lo que la obliga a mudarse de escuela y ciudad frecuentemente. En el nuevo colegio, Rosa arruina su presentación frente al grupo pero no le da mucha importancia a esto, pues piensa que pronto se cambiará de ciudad y escuela nuevamente. A la hora del recreo se refugia en el muro de los solitarios, donde conoce a Momo, Steve y Elena. Juntos, se convertirán en la banda de Los Solitarios. Steve le advierte que no se acerque a la reja que divide a la primaria de la secundaria, pues del otro lado hay estudiantes que atrapan a los pequeños para golpearlos; pero Rosa no tiene miedo, ella adora poner en su lugar a los buscapleitos, así que un día se acerca a la reja prohibida...

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Seitenzahl: 35

Veröffentlichungsjahr: 2019

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COLAS GUTMAN

ilustrado porVÍCTOR GARCÍA BERNAL

traducción deRAFAEL SEGOVIA

Primera edición en francés, 2009 Primera edición en español, 2016 Primera edición en libro electrónico, 2018

© 2009, l’école des loisirs, París Texto de Colas Gutman Título original: Rose Publicado por acuerdo con Isabelle Torrubia Agencia Literaria © 2016, Víctor García Bernal por las ilustraciones

D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios: [email protected] Tel. (55)5449-1871

Colección dirigida por Socorro Venegas Edición: Susana Figueroa León Diseño: Miguel Venegas Geffroy Traducción: Rafael Segovia

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-6139-5 (ePub)ISBN 978-607-16-3867-0 (impreso)

Hecho en México - Made in Mexico

1

Me dijeron que no era mi culpa, que tuvimos que mudarnos porque el alquiler era demasiado caro. Pero yo sé que es por culpa de mi exposición sobre los animales antiguos de la historia de antes (dinosaurios). Y eso que la había preparado. Los diplodocus por un lado, los T. rex por el otro. Sólo que, desde que comencé a hablar, sentí que algo iba a salir mal. Dije:

—Los diplodóculos y los homos sapos no vivían en la misma época.

¿Qué quiere añadir después de eso? Boquiabierta, de pie sobre el estrado, oí a los demás riéndose. Por supuesto, el hombre que habla todo el tiempo (el maestro) intentó darme una pauta para continuar, pero no sirvió más que para empeorarlo todo.

—Y bien, Rosa, ¿qué comían los diplodocus?

—Zanahorias, creo.

Estaba tan confundida que también dije que los T. rex comían hamburguesas con queso y tocino. Y, antes de regresar a mi lugar, describí a los hombres antiguos de la historia de antes como pequeñas bolas peludas invasoras de cavas.

Luego, mis padres vinieron a buscarme porque me sangraba la nariz y estuve enferma tres meses.

Algunos médicos me visitaron en mi habitación: pediatras, psicólogos y ortofonistas. Todos llegaron a la misma conclusión: yo era una niña muy inteligente y muy emotiva con un enorme defecto de lenguaje.

Es cierto, hablo como un espagueti. Sobre todo cuando me exalto. Cuando me halagan, por ejemplo, suele sucederme que me quedo totalmente sin recursos. Cuando mamá me dijo:

—Rosa, mañana te pondrás tu vestido azul. Te sienta tan bien.

Balbuceé en dirección al gato:

—¡Bigote de cola! ¡Moquítate de mis cosas! ¡Viejo peludo!

Mamá me dio una ventosa (un besito) para calmarme, y yo me fui a la sala a leer un capítulo de Perro apestoso. La historia de un perro que todo el mundo rechaza porque tiene pulgas. Esa noche me sentí un poco como él.

Mañana me cambio de escuela y estoy muy inquieta.

2

En la calle no le hablo a los faroles (la gente mayor). Camino sola y reflexiono siguiendo las líneas de la banqueta. Creo que realmente le doy mucha lata a mis padres. No me lo dicen, pero en el fondo, para ellos no soy más que una pastelona (una especie de pastel nada bueno). A veces, por pensar demasiado, me golpeo con un farol sin querer.

—Discúlpeme, jovencita. ¿Me podría dar la hora?

—¡Lo siento, mi viejo amigo, no me he tragado un péndulo esta mañana!

Mandar a la goma a los faroles es una regla absoluta. Si Ventosa (mamá) y Patata (papá) no me acompañan, es porque trabajan. Pero me importa un bledo, no necesito a nadie. Tengo un recado en mi bolsillo con el nombre de mi nuevo grupo, “sexto B, señor Molimar”. Al fin la veo, mi nueva escuela: es gris y fea. Discretamente, me deslizo entre dos faroles que vinieron a acompañar a sus