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"Ruslán y Liudmila" es un poema de 1820 escrito por Alexandr Pushkin, considerado uno de los grandes escritores de la literatura rusa de todos los tiempos. El poema está escrito como si se tratará de un cuento de hadas con tintes épicos y está compuesto por seis cantos y un epílogo.
La historia recrea el secuestro de Liudmila, la hija del príncipe Vladimir de Kiev, a manos de un poderoso hechicero negro y el viaje del caballero Ruslán para rescatarla.
Pushkin empezó a escribir el poema en 1817 mientras asistía al Liceo Imperial de Tsarskoye Selo. Se inspiró en diferentes narraciones tradicionales que había escuchado durante su infancia y tuvo algunos problemas para publicar el poema ya que cuando salió originalmente en 1820 había estado exiliado en el sur del país debido a su expresión de ideas políticas como en la oda "
Libertad".
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Veröffentlichungsjahr: 2024
RUSLÁN Y LIUDMILA
PRÓLOGO
CANTO PRIMERO
CANTO SEGUNDO
CANTO TERCERO
CANTO CUARTO
CANTO QUINTO
CANTO SEXTO
En una playa próxima a cierto golfo crece un robusto y verde roble. Un gato sabio, sujeto al tronco por una cadena de oro, da vueltas sin cesar en torno a él.
Cuando corre a la derecha, entona una canción, y cuando corre a la izquierda se pone a contar un cuento.
Por todas partes se producen allí milagros; anda vagando el demonio, una ondina se balancea en las ramas… Y en los senderos ocultos se ven huellas de animales nunca vistos…
También hay una casita con patas de gallina, y que no tiene puertas ni ventanas. Allí cada bosque y cada valle albergan innúmeros fantasmas…
Allí, al rayar el alba, cuando las olas empiezan a rodar por las riberas arenosas, surgen de las límpidas aguas treinta y tres hermosos héroes, capitaneados por el viejo Tío del Mar…
Allí un joven príncipe vence y hace prisionero a un zar temible…
Allí, a la vista de todos, rapta un brujo a un héroe esforzado y, subiendo con él a las nubes, vuela sobre bosques y mares…
Allí, encerrada en una celda, llora una zarina, a la que sirve con fidelidad un oso pardo…
Allí camina por sí solo un mortero junto a la bruja Yaga.
Allí el zar de los brujos, el Brujo-Inmortal, tiembla por su oro…
Allí reina el espíritu ruso… Todo sabe a Rusia allí.
Y allí estuve yo… Bebí dulcísimo hidromiel, vi aquel roble verde, y también, a su sombra, al gato sabio, que me contó buenos cuentos de los suyos. Y uno de ellos lo recuerdo, y voy a contarlo ahora al mundo entero…
Es ésta una historia de tiempos lejanos, una leyenda de la antigüedad más remota.
Rodeado de sus hijos poderosos y de sus amigos, el príncipe Vladimir el Sol daba un festín en la sala más espaciosa de su palacio; celebraba los esponsales de su hija menor con el valiente Ruslán, y levantaba a su salud una pesada copa de hidromiel.
Nuestros antepasados comían siempre con gran calma, y las jarras y los vasos de plata, llenos de vinos espumosos y cerveza, que infunden alegría en los corazones, se movían ante ellos con gran lentitud. Vasos y copas, rebosantes de espuma, eran servidos por coperos que, al ofrecerlos, se inclinaban con respeto ante los convidados.
Las voces se mezclan en un rumor confuso, en un zumbido interminable. Pero de pronto resuenan las notas sonoras y fugaces del salterio y la voz melodiosa del trovador. Todos callan y escuchan. El cantor elogia la belleza de Liudmila, la valentía de Ruslán y la corona que les ha preparado el amor.
Fatigado, sin embargo, por su emoción amorosa, Ruslán ni come ni bebe; está inmóvil, sin apartar los ojos de su amada, suspira e impaciente se retuerce los bigotes.