Sentido común - Thomas Paine - E-Book

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Thomas Paine

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Beschreibung

Sentido Común de Thomas Paine es una obra revolucionaria que se erige como un faro intelectual en la historia de la independencia estadounidense. Publicado en 1776, este panfleto se convirtió en una fuerza catalizadora para la rebelión contra el dominio británico, capturando la esencia del descontento y catalizando el fervor independentista. Paine, con una prosa accesible y persuasiva, aboga por la independencia de las colonias americanas, argumentando con lógica y pasión sobre los derechos naturales y la injusticia inherente al gobierno monárquico. Su llamado a la acción resonó profundamente entre la población, brindando un impulso moral y intelectual clave para la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Sentido Común se mantiene como un testimonio perdurable de la influencia del pensamiento ilustrado en la formación de naciones. La obra no solo fue instrumental en la emancipación estadounidense, sino que también dejó un impacto duradero en la filosofía política global. Este clásico sigue siendo un recordatorio poderoso del poder transformador de las ideas y la importancia del sentido común en la búsqueda de la libertad y la justicia.

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Veröffentlichungsjahr: 2024

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Sentido Común

Thomas Paine

eISBN:

Primera edición en México: Aroha, 2023

© Aroha

© Grupo Editorial Neisa

© 2023 NUEVA EDITORIAL IZTACCIHUATL, S. A. de C.V.

Fuente de Pirámides No. 1, Int. 501B,

Lomas de Tecamachalco, Naucalpan de Juárez,

C. P. 53950, Estado de México, México.

Coordinación editorial: Arturo Romero Santeliz

Diseño de portada: Rivka Antonio Salgado

www.neisa.com.mx

Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la autorización del titular.

Del origen y designio del gobierno en general, con unas breves observaciones sobre la constitución inglesa

De la monarquía y sucesión hereditaria

Disertación sobre los primeros principios del gobierno

Del origen y designio del gobierno en general, con unas breves observaciones sobre la constitución inglesa

Algunos escritores han confundido de tal modo la sociedad con el gobierno, que hacen muy poca o casi ninguna distinción entre ambas cosas, cuando no solamente son diferentes entre sí, sino que tienen también distinto origen. La sociedad es el resultado de nuestras necesidades, y el gobierno el de nuestras iniquidades: la primera promueve nuestra felicidad positivamente, uniendo nuestras afecciones, y el segundo negativamente, restringiendo nuestros vicios: la una activa el trato de los hombres, el otro cría las distinciones: aquélla es un protector, y éste un azote de la humanidad.

La sociedad en todos casos ofrece ventajas, al paso que el gobierno siendo un mal necesario en su mejor estado en su estado peor es intolerable; porque cuando nosotros sufrimos o estamos expuestos por causa del gobierno, a las mismas miserias que podíamos experimentar sin él, nuestras calamidades se aumentan con la reflexión de que hemos causado nuestros padecimientos, por los mismos medios con que pretendíamos evitarlos.

El gobierno es como el vestido, la divisa de la inocencia perdida; los palacios de los reyes están edificados sobre las ruinas del paraíso. Si el hombre obedeciera uniformemente los impulsos de la recta conciencia, no necesitaría de otro legislador; pero no siendo esto así, le es necesario sacrificar una parte de su propiedad para proveer a la seguridad y protección de las otras, siguiendo el dictamen de la prudencia, que le aconseja en este caso escoger de dos males el menor. Por tanto, siendo la seguridad el verdadero objeto y fin de los gobiernos, es consecuencia clara que será preferible a todas, aquella forma de gobierno que pueda garantizarnos tan inapreciable bien, con el menor gravamen posible.

Para adquirir una clara y exacta idea del objeto del gobierno, supongamos un pequeño número de personas establecidas en un lugar apartado y desprendido del resto de la tierra; ellas representarán entonces a los primeros pobladores de un país, o del mundo. En este estado de natural libertad, la sociedad será su primer pensamiento; mil motivos inducirán a ello: las fuerzas de un hombre son tan desiguales a sus necesidades, y su espíritu tan incapaz de una perpetua soledad, que muy pronto se verá obligado a solicitar la asistencia y ayuda de otro que recíprocamente necesitará lo mismo de él, en igualdad de circunstancias. Cuatro o cinco individuos así reunidos podrán edificar una mediana choza en medio de un desierto; pero un hombre solo emplearía casi toda en vida en esta faena: cuando éste ya hubiese cortado la madera, no podría levantarla, ni transportarla a su antojo; el hambre entretanto le obligaría a dejar su trabajo, y sus diversas necesidades le llamarían a diferentes tareas. Las enfermedades y las desgracias serian para él todas mortales; porque aunque ni unas ni otras fuesen graves en realidad, le inhabilitarían con todo para vivir, y le reducirían a un estado, que más bien se puede llamar de muerte que de vida.

La necesidad, pues, reuniría en sociedad a estos primeros pobladores, los que permaneciendo siempre fieles a la virtud y a la justicia, vivirían felices sin el apoyo del gobierno, haciendo inútiles las obligaciones de la ley. Pero como la perfección solo se encuentra en el cielo, y los hombres son tan propensos al vicio, resultaría inevitablemente que a medida que fuesen superando las dificultades de la naturaleza, objeto de su unión, se irían desentendiendo de sus deberes, y relajando los vínculos de recíproca benevolencia, hasta hallarse en la necesidad de establecer una forma de gobierno, que supliese el defecto de virtudes morales.

Un árbol les serviría de casa consistorial, bajo cuyas ramas podría juntarse la población entera para deliberar sobre los asuntos públicos. Es más que probable que sus primeras leyes tuviesen solamente el título de reglamentos, y que la única pena de su infracción seria la del descrédito público. En este primer parlamento todos los hombres tendrían asiento por derecho natural.

Pero a medida que la sociedad fuese prosperando, los negocios públicos se irían aumentando igualmente: los miembros de la comunidad se separarían con el aumento de la población; y la distancia seria un obstáculo para que en todas circunstancias se juntasen todos ellos como al principio, cuando su número era más pequeño, sus habitaciones mas vecinas y sus negocios públicos de corta entidad. Entonces se conocería la ventaja de consentir en que la parte legislativa fuese dirigida por un número de individuos escogidos en todo el cuerpo, los cuales tuviesen el mismo interés que los restantes, y obrasen del mismo modo que obraría el cuerpo todo, si estuviese presente. Continuando el aumento de la población, sería necesario aumentar también el número de representantes, y para bien atender al interés de cada parte de la comunidad, se haría indispensable dividir el todo en partes proporcionales, encomendando a cada representante un número competente: la prudencia indicaría igualmente la necesidad de hacer frecuentes elecciones, a fin de que los elegidos nunca pudiesen tener un interés diferente del de los electores; pues de este modo, pudiendo aquellos volver a entrar en la clase de estos, serían fieles al público por la imposibilidad de perpetuarse en el mando; y como esta frecuente permuta debe establecer un interés igual entre todas las partes de la comunidad, estas se sostendrían mutua y recíprocamente unidas. En esta unión es, pues, en lo que consiste la fuerza de un gobierno y la felicidad de los gobernados, no en el detestable nombre de rey.

He aquí el origen y nacimiento del gobierno, que solo es necesario en el mundo a falta de virtudes morales; su objeto y fin es la libertad y seguridad; y estos principios de justicia, dictados por la naturaleza y confirmados por la razón, serán eternos, por más que una brillante y pomposa apariencia deslumbre un momento nuestros ojos, por más que la armonía lisonjee nuestro oído, que las preocupaciones extravíen nuestra voluntad, y el interés particular ofusque nuestro entendimiento.