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Eddie y Alice van al parque y no se pueden quitar las manos de encima, especialmente después de que Alice le susurrara que no lleva nada bajo su vestido. El parque está lleno de gente, pero sus impulsos son totalmente irresistibles.Su intimidad despreocupada inspira a otra pareja y es como si el parque entero brillara con las alegrías del verano.Sexo veraniego es una serie de tres relatos. El parque es la tercera parte.-
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Seitenzahl: 19
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Alexandra Södergran
LUST
Sexo veraniego 3: El parque
Original title:
Sommarsex 3: Folkets park Copyright © 2019 Alexandra Södergran and LUST, an imprint of SAGA, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726392319
E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
A ella le encantaba sentarse en un café, en un día de verano como éste. La terraza en la plaza de la ciudad estaba inmersa en una cacofonía de voces, ruidos de tazas de café chocando con los platos y de sillas raspando los adoquines. El sol brillaba y Alice no tenía idea de cuánto tiempo llevaba sentada allí hablando con Eddie, pero todo iba muy bien. Así se interrumpieran, encontraban conexiones con lo que el otro decía y se entendían casi a la perfección. Y las demás personas a su alrededor eran meros personajes de fondo. Los ojos de Eddie eran hermosos y su expresión era de pura alegría. A Alice le encantaba cómo la miraba. Le hacía sentir un delicioso hormigueo.
Y entonces recordó que no llevaba ropa interior bajo su fino vestido de algodón. El tejido de la silla se sentía bien contra sus nalgas. Se sentía secretamente desnuda, como si estuviera guardando un secreto a los demás clientes del café. Eddie le estaba contando sobre un viaje en velero que había hecho y lo increíble que había sido ver el mar abierto por todos lados. Sobre un trueno que salió de la nada, el relámpago que golpeó el horizonte y el enorme camión cisterna que tuvieron que esquivar con rapidez. Ella lo miraba fijamente a los ojos. Moría de ganas por compartir su secreto con él y sintió un violento aleteo en el pecho, como si tuviera un pájaro atrapado adentro.