Tantas sombras - Jungeun Hwang - E-Book

Tantas sombras E-Book

Jungeun Hwang

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Beschreibung

Con la demolición de un antiguo centro comercial de electrónica, se abre la historia de Unguio y Muyé; jóvenes que experimentan el amor en una Corea del Sur globalizada, llena de soledad y abandono. Con historias detallistas y conversaciones filosóficas, Tantas sombras es una novela escrita en tono poético, en donde se narra el desamparo y la violencia que tiene el progreso, y cómo prevalece la humanidad en el encuentro de estos personajes, quienes son acechados por sus sombras: "A paso lento caminé bajo un sol plomizo. Una sombra oscura y corta estaba moviéndose a mi derecha, al compás de mi cuerpo, como un huevo duro a medio hacer". "¿Qué es el amor? Es como fijarse en el aspecto del remolino de la amada para convertirla en un ser único; aunque me guste la gente con clavículas rectas, al final le dices: «Eso da igual. Tú me gustas». Esto es hacer que la singularidad de la amada sea absoluta e insustituible". Hyeongchul Shin, crítico literario.

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Seitenzahl: 173

Veröffentlichungsjahr: 2022

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TANTAS SOMBRAS

© 2022, Hwang Jungeun

La edición coreana fue publicada por Changbi Publishers, Inc.

Esta edición en español fue un arreglo con Changbi Publishers, Inc.

© Neón, agosto 2022

Neón Ediciones es un sello editorial del grupo ebooks Patagonia

@ neonediciones

www.neonediciones.com

San Sebastián 2957, Las Condes

Santiago de Chile

ISBN Edición Impresa: 978-956-9984-24-2

ISBN Edición Digital: 978-956-9984-25-9

Edición: María Paz Rodríguez y Katherine Hoch

Traducción: Kim Kwanghee

Diagramación: Carolina Zúñiga

Arte de portada: Josefina Gajardo

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com

[email protected]

Le agradecemos la compra de este libro, ya que apoya al autor y al editor, estimulando la creatividad y permitiendo que más libros sean producidos. La reproducción total o parcial de este libro queda prohibida, salvo que se cuente con la autorización del editor.

ÍNDICE

PRÓLOGO: CINCO ANOTACIONES SOBRE TANTAS SOMBRAS

EL BOSQUE

REMOLINO, MÁS REMOLINO Y LO QUE NO ES REMOLINO

BOCA QUE COME BOCA

CORTE DE LUZ

OMUSA

LOS ASTROS Y LA MATRIOSKA

LA ISLA

NOTA DE LA AUTORA

PRÓLOGO

CINCO ANOTACIONES SOBRETANTAS SOMBRAS (2010)

Hyeongchul Shin1

En otoño del año 2009, tras leer la publicación de Tantas sombras, primera novela de Hwang Jungeun, en una revista literaria2, sentí una perentoria obligación de escribir algo sobre la obra. Pensé que tenía que preservarla de las posibles lecturas erróneas y hacer que la leyera el mayor número de personas. Pedí a la editora que me diera, como fuera, la oportunidad de satisfacer dicha necesidad y en eso estoy. En las obras de la autora suelen pasar muchas cosas extravagantes como si se tratara de algo inexorable. Sin embargo, en la vida cotidiana de los que leen y se dedican a escribir, como yo, las cosas que ocurren en sus obras son todo un acontecimiento. Su primera colección de cuentos, Tren elefante de las siete y treinta y dos (Barrio literario, 2008), contiene varias obras de valor apreciable (si se leen por orden de publicación, uno se da cuenta de que sus textos van mejorando), y después, cuando leí El viaje nocturno (Creación y crítica, 2008) y Danny DeVito (Consonantes y vocales, 2008), pensé que sus historias se desarrollaban de un modo cada vez más interesante. Finalmente, gracias a Tantas sombras, llegué a depositar en ella una confianza incondicional.

El resumen de la obra es el siguiente. En el corazón de la ciudad hay un centro comercial de electrónica con cuarenta años de historia. Se rumorea que el centro pronto será demolido. Se presenta la historia de algunas de las personas que allí se ganan la vida. La novela opone la iniquidad del sistema a la humildad de los personajes y cuestiona si merece la pena luchar por este mundo en que vivimos. Ahora bien, si interpretamos la obra de otro modo, la novela puede leerse como la historia de amor entre Unguio y Muyé. La novela es una historia épica de un amor ético, ya que dicho amor nace de la bondad de los humildes y es la esperanza lo que va a proteger a los infortunados. La presente obra es, como un poema compuesto de siete versos largos, producto de símbolos reflexivos y frases inolvidables. He seleccionado cinco de las frases más significativas del texto. Las comento a continuación.

1. Realidad: la desintegración de lo obvio

«Al fin, tras derruir el edificio, se construyó un parque en ese lugar con la mayor celeridad posible».

Ante todo está la realidad. Lo que nosotros llamamos realidad se compone de espacio y de seres humanos. Es decir, en algún lugar vive alguien. ¿Existe algo más obvio que esto? Sin embargo, los seres humanos somos tan torpes que cuando consideramos que algo es obvio no somos capaces de volver a pensar en ello. Desde el momento en que utilizamos la palabra realidad con la insensibilidad del habla y la escritura, pierden relación con la realidad y se convierten en algo frívolo. Como si lo hubieran necesitado para no tener que volver a encararse con ella. De modo que uno de los compromisos que la literatura debe llevar a cabo es el de desintegrar la creencia errónea que existe con respecto a lo obvio, pues esto nos impide pensar sobre la realidad. Si nos cuenta que en un determinado espacio vive una determinada gente, tiene que hacer que sintamos esa realidad tal como se nos ofrece. Hacer que sintamos profundamente que nuestro espacio y la realidad presentada por la vida no están separados. Si la presente novela es buena, esta es su principal razón. Hwang universaliza un espacio que es fácil confundir con un lugar excepcional y a la vez consigue distanciar de nosotros a la gente que todos creemos conocer, haciéndonos ver la auténtica realidad, sin ni siquiera haber utilizado la palabra realidad.

¿Qué tipo de espacio es este? «Yo trabajaba en un centro comercial de electrónica en el centro de la ciudad. Este complejo, dividido ahora en cinco sectores, al principio comprendía cinco edificios diferentes. Pero con las reconstrucciones, llevadas a cabo en varios puntos a lo largo de cuarenta años, era difícil a primera vista darse cuenta de su estructura, debido a las diferentes conexiones realizadas entre ellos». Podía haber dicho simplemente que el centro comercial tenía cinco edificios, pero la escritora menciona el nombre de cada uno de los edificios. Probablemente es para manifestar el respeto que se debe a cada una de las tiendas de cada edificio, que ha tenido, a lo largo de cuarenta años, una historia diferente; y por lo tanto, lo merecen. Porque los cinco edificios están esperando ser destruidos gradualmente, uno por uno. Si hay algo que les falta a los que han decidido demoler el centro es precisamente esta deferencia con respecto al tiempo. Seguro que los que tenían que llevar a cabo dicha política tendrían sus decenas de razones para demoler este centro y construir en su lugar un parque, pero con ninguna de ellas podrían justificar ética y moralmente la destrucción llevada a la capa sedimentaria del tiempo que un ser humano, una familia, una comunidad o una civilización han venido acumulando a lo largo de los años.

«¿Qué pasaría con las bombillitas si muriera el anciano? Si no estuviera él, ¿cómo sabrían dónde estaba cada cosa? ¿No echarían a la basura los artículos que formaban ya parte de la tienda solo porque llevaban mucho tiempo allí, sin saber que era precisamente por eso por lo que eran tan preciadas? Cada vez que volvía de Omusa, pasaba tiempo absorta dándole vueltas a estas cosas porque, entre los clientes de mi jefe, había quienes pensaban algo parecido de él y de su tienda de reparaciones. Y yo me quedaba entonces pensando en la historia de nuestra tienda».

Para hacer frente a esa insolencia, Hwang cuenta la historia de cada uno de los que viven en el espacio, y por respeto a estas memorias, a lo largo de la novela se mantiene en silencio. Se podría considerar que Unguio, la narradora de la historia, y su amigo Muyé son, por así decirlo, protagonistas de la obra pero la historia de uno no está por encima de la del otro. En Tantas sombras realmente no existen protagonistas, o si se quiere, la novela es de protagonismo colectivo. De todas las historias, junto a la tienda de reparaciones del señor Yio en donde trabaja Unguio, es a Omusa, la tienda de bombillas, la que la escritora describe con mayor atención. Gracias a su entrañable explicación, el lector llega a echar un vistazo a una tienda dirigida por un setentón y se queda pasmado ante un espacio en donde se ha parado el tiempo desde la década de los setenta, al no saber si se trata de un microcosmos o de un ente vivo. Es un lugar donde prevalece un criterio y una velocidad diferentes a los de aquellos que confían en que demoler el pasado es evolucionar. La tienda desaparece con el derribo. Esta es la enrevesada realidad del ente que llamamos realidad, época en que se echan a la basura las cosas viejas, aunque son apreciadas precisamente por serlo.

2. Quimera: la singularidad de la desdicha

«¿Será mi sombra tan amenazante como esas...?»

Es probable que las propias experiencias de la escritora hayan influido en la novela. Su padre dirigió durante más de treinta años una tienda de reparación de equipos musicales en el Centro Comercial Sewoon. No obstante, como es bien sabido, la representación de informaciones de este tipo acerca de la carrera personal de los autores, es nimio en el análisis del logro literario de la obra. Pese a que cabe la posibilidad de leer el texto como una expresión literaria de Hwang, con respecto a la tragedia de Yongsan, es conveniente no establecer relación de causa y efecto directa. Si tengo en cuenta la sensibilidad ética inherente de la novelista en la obra, si realmente Hwang le hubiera dado la debida importancia, Tantas sombras habría tenido una historia y un tono muy diferentes a los que tiene ahora. Los que quieren saber la opinión de Hwang con respecto a dicha catástrofe, vean el reportaje que lleva por título un subtítulo de esta novela: Boca que come boca (Barrio literario, 2009).

La desdicha del centro comercial de electrónica podría haberse quedado también enterrada. Pero, gracias a la novelista, el caso del centro se salva de ser tratado como un caso más de tantas otras demoliciones. Lo mismo ocurre con la triste muerte del padre de Muyé, a cuyo cargo está el sustento de nueve miembros de la familia, pero que pierde la esperanza y decide morir. Tanto a su amigo, que tiene una pequeña fábrica de recambios, como al propio señor Yio, pese al sacrificio hecho por ambos en beneficio de su familia, lo único que les espera es el desprecio y la frialdad de sus más allegados, de modo que la vida deja de tener sentido para ambos. Asimismo, comprendemos el caso de Yugón, quien pierde a su padre en un accidente laboral trágico y lo mismo sucede con el anciano de Omusa, que desaparece tras el derribo de la tienda.

La escritora, en lugar de trasmitir de modo directo los sentimientos íntimos que estos personajes albergan, aprovecha la sombra, la “ilusión correlativa”, –nombre dado trasformando un poco la expresión “objetivo correlativo” de T. S. Eliot–, y mediante ella los transfiere de un modo indirecto pero más poderoso que la narración directa. Así fortalece la singularidad de la desdicha y es ahí donde reside el poder paradójico de la quimera. Se podría considerar que la ilusión de Hwang es un medio propio, producto de una obsesión para salir de las dificultades. Para la escritora, cuando se trata de trasmitir la desgracia de los otros, incluso expresiones demasiado refinadas resultan –en ocasiones– deshonestas.

Al borde del precipicio de aquella realidad está la quimera; la sombra se desliga como si tuviera vida propia e indepediente. Todos los personajes de la obra –o casi todos– o han sufrido, o están padeciendo el fenómeno de rebelión de la sombra; de ahí que este suceso sea el tema principal. El texto parece escrito con el fin de dar testimonio de los desafortunados que lo están padeciendo; es decir, de los miembros más débiles de la sociedad coreana. La obra tiene a Unguio y Muyé por observadores comunes y el centro comercial de fondo. He procurado mantener la palabra quimera por respetar las reseñas y críticas ya hechas sobre la escritora, pero, a decir verdad, no creo que sea el término más apropiado. Independientemente de la problemática de las teorías literarias, denominar el fenómeno de la separación de la sombra –que si se tiene en cuenta, sucede solo cuando un sujeto llega al límite de su paciencia ante una realidad violenta–, con el término “quimera”, que significa ilusión, resulta en sí un tanto deshonesto. El fenómeno más bien se acerca a la realidad extrema.

La intervención de elementos irreales en la novela hay que entenderla en el siguiente contexto. Cuando la desdicha a la que están expuestos los personajes es difícil de afrontar con medios reales, ¿cómo debería un escritor novelar dicha situación? Como se verá, esto no es una cuestión de estética, sino una actitud moral, o sea, una cuestión de ética. De acuerdo con lo que dijo Benjamín en El narrador, hoy en día nos cuentan, a través de innumerables medios de comunicación, la desgracia de los demás pero siendo elaborada con expresiones convencionales, pierde su singularidad y se convierte en una especie de conjunto de datos.

En el mundo existen muchos tipos de desgracias y somos insensibles a ella. Como se ha dicho con anterioridad, los novelistas deben enfrentarse a lo obvio del concepto de realidad; de la misma forma, hay que luchar contra la trivialización de la desdicha, con el fin de defender su singularidad. Para entonces, la “quimera” será una medida que le sirva de solución. En el caso de La metamorfosis de Kafka, debido a que convierten en un insecto al viajante comercial, todavía nos acordamos de su desgracia, asimismo en El sombrero de Hwang, transforma al padre en un sombrero y su desdicha permanece entre nosotros sin caer en el olvido. Esto no es una ingeniosa desviación de la realidad, sino el respeto de la autora, que se manifiesta en relación con las desgracias concretas del mundo.

3. Lengua: la violencia de la generalización

«Unguio, ¿sabes lo que quiere decir “barrio bajo”?»

Sin duda han observado algún caso tan increíble como este. Me refiero al caso de una palabra, que si la usamos habitualmente o la escuchamos dentro de un contexto determinado, presenta un significado bien definido; esa que no causa ningún problema cuando se encuentra colocada en medio de un pasaje que se desarrolla rápidamente pero en cuanto la apartamos del proceso discursivo habitual para un análisis, o sea, desde el momento en que la aislamos de la función transitoria e intentamos otorgarle un significado, como por arte de magia, se convierte en algo incómodo y, mediante una extraña resistencia, hace que fracasemos en todos nuestros intentos de asignarle un sentido.

En Poesía y pensamiento abstracto de Paul Valéry, se refiere a que todas las palabras llevan impurezas. De modo que si uno es poeta, siempre tiene que empezar por el principio. Esto es, si quiere escoger una palabra para usarla, lo que tiene que hacer primero es realizar una “limpieza de circunstancias de la lengua”. Durante este proceso, naturalmente uno llega a sentirse incómodo con respecto a la lengua, tal y como atestigua la cita de Valéry. Con frecuencia, incluso nosotros, que no somos poetas, también tenemos experiencias singulares de este tipo en nuestra vida cotidiana. Presenciamos algunas veces pasajes parecidos a los de las obras de Hwang. En Tentetieso y Zorzal, la palabra “objetivo” al pasar por la mano de la escritora, repentinamente se vuelve problemática y en El viaje nocturno es la palabra “estropearse” la que llega a resultarnos extraña. Si el propósito del poeta simbolista reside en un concepto epistemológico (esto es, cómo llevar al conocimiento la verdad en ambientes contaminados), la finalidad de la labor de Hwang se acerca más, si acaso, a un concepto ético. Frente al problema de cómo salvar cada desgracia de su trivialización, Hwang ha procurado desintegrar la violencia apática de la lengua, mediante una metodología de la lengua y la técnica del distanciamiento.

«Repite: Remolino. Remolino. Remolino. Remolino. Remolino.

¡Qué extraño! Remolino.

Cuánto más lo repito, más parece que no se trata de ese remolino3.

Ya ves. Remolino.

Remolino.

Los remolinos, dijo Muyé.

Se cree que todos tienen una forma diferente. Una vez leí un libro que decía que el remolino es difererente en el pelo de cada persona.

¿De verdad?

Sin embargo, nosotros les llamamos remolinos a todos.

Es fácil llamarlos así a todos todos, con el mismo nombre, pero desde el punto de vista de un remolino es demasiada agresividad».

Mediante la repetición de la palabra “remolino”, la escritora consigue sacarla del proceso discursivo automático e incluso utiliza la expresión “agresividad”. Cuando Muyé le dice a Unguio: «Tus remolinos tienen un aspecto curioso», ella le contesta: «Hasta ahora había pensado que un remolino era un remolino y nada más. Nunca me he parado a pensar que los remolinos podían tener forma».

Es allí donde reside el mensaje de la novelista: pensamientos como aquel albergan ciertos elementos de agresividad o, si se quiere, de violencia. No sería del todo una equivocación, si lo tomáramos como una protesta humilde contra lo que muchas veces se denomina en la filosofía contemporánea “identidad de pensamientos”. Así llaman a un modo de pensamientos que siempre hubo detrás de las catástrofes históricas del siglo XX y precisamente a esta denuncia está contribuyendo nuestra escritora con una humilde frase que dice «visto desde la perspectiva de un remolino». Hwang insiste en que hay que luchar, tanto contra lo obvio de la realidad como contra la banalidad de la desgracia. Y añadimos algo más: un escritor debería luchar asimismo contra la generalidad de la lengua.

Por esta labor de la escritora, encaramos como si fuera la primera vez las palabras con las que estamos familiarizados. Podemos encontrar muchos ejemplos de ello en Tantas sombras. Mientras Muyé le habla a Unguio de su infancia, dice:

«Probablemente los padres contrajeran una deuda». Piensa que nuestra sociedad es un lugar en el que probablemente o inevitablemente hay que contraer deudas. A lo que Unguio replica: «Pero hay quienes viven sin ellas». Pero Muyé insiste en que, a menos que se tratara de alguien que viva en pelotas como surgido de la nada, todos los seres humanos tienen que contraer algún tipo de deuda, ya sea con otros o con la naturaleza. Es aquí en donde aprendemos la manera de entender la palabra “deuda”, no desde un punto de vista económico, sino ético. Otra observación muy aguda de Muyé con respecto de la expresión “barrio bajo” que la gente utiliza para designar el centro comercial de electrónica, es la siguiente: «Puede que la gente utilice este término porque que se trata de un lugar que tarde o temprano había que derribar y eliminar del mapa porque si dijeran que se trata de un lugar en donde algunos se ganan la vida, daría mucho que pensar. Supongo que por eso lo llaman con esa expresión, “barrio bajo”, que ayuda a resumirlo de un modo sencillo, sin meter a la gente en un océano de recuerdos, digo yo». Gracias a este comentario, de pronto caemos en la cuenta de la violencia de la palabra “barrio bajo” y sentimos remordimiento de conciencia. He aquí la sensibilidad ética de la escritora con respecto a la lengua. Su actitud es esencialmente una expresión de conciencia de solidaridad con respecto a los más débiles de la sociedad.

4. Comunicación: la ignorancia ética

«Muyé, lo llamé.¿Qué quieres?»

¿Acaso existe alguna posibilidad de librarnos de la violencia de la lengua? Se sabe que Blanchot, crítico y novelista francés, gracias a su vínculo con Levinas, un viejo amigo y filósofo, llegó a desarrollar una aguda conciencia sobre los problemas éticos de la época. Si el crítico tiene algo de especial en este aspecto, es porque no solo se preocupó de un modo profundo del tema de la universalidad de la ética, sino que además lo relacionó con la “escritura”. Se sintió profundamente escéptico ante el hecho de que la lengua, que se usa para la escritura, sea de por sí agresiva con respecto al mundo (se percibe esta agonía asimismo en Hwang); mientras que sostiene otra idea con la comunicación, establecida –como mínimo– entre dos personas. «Si desea entablar una relación con un desconocido, la distancia irreversible que se tiene que mantener es un obsequio único del habla»4. Puede que la cita no coincida exactamente con lo que quiero decir, pero es en este contexto donde hay que prestar atención a los diálogos de los personajes de Hwang. Algunos opinan que carecen de sentido, pero lo cierto es que resulta todo lo contrario. Es verdad, y hay que decirlo: en sus diálogos no existe “un tipo de sentido”, pero sí, un cúmulo de “otros sentidos”.

Unguio, ¿tú qué prefieres ser? ¿Un planeta o un satélite?

Yo no quiero ser nada que gire.

Y ¿qué tal los cometas?

Ellos también giran, ¿no?

Como el cometa Halley. Susurró el nombre del cometa y se quedó pensativo un rato. ¿Y los meteoritos?, dijo Muyé. Ser un meteorito no estaría mal, ¿no crees?

¡Pero se queman y desaparecen! Es absurdo.

¡Ahora te parece absurdo!

¿A es B? Eso parece. ¿Verdad que sí? Es así como continúan los diálogos en Tantas sombras, pero ¿por qué nos resultan extraños? ¿No será porque les falta algo que suele intervenir en las conversaciones? Aquí no existen juicios egocéntricos, no nos exigen aceptarlos ni existen excesos de velocidad para la eficacia. En cambio, existe una “distancia” ética. Es eso lo que hace que los diálogos parezcan lentos, cautelosos y humildes. De modo que aunque resulte paradójico, tengo que decir que los diálogos, que parecen a primera vista inocentes, son en realidad diálogos construidos con una intención claramente premeditada. Está haciendo todo lo posible para no incluir en sus diálogos todos aquellos elementos que hemos venido definiendo hasta ahora como lo obvio de la realidad, la trivialidad de la desgracia y la generalización de la lengua. ¿Cómo podríamos denominar tales diálogos? Me encantaría vincularlos a la “ignorancia ética”. Nuestros diálogos, sensibles a los intereses mundanos, son inteligentemente tristes; si bien los diálogos éticos de los personajes de Hwang, desprovistos de todos estos intereses, aparentemente carecen de sentido, resultan bellos.

No obstante, los personajes de Tantas sombras