Un hombre sin patria - Kurt Vonnegut - E-Book

Un hombre sin patria E-Book

Kurt Vonnegut

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Un hombre sin patria es la culminación de la obra de Kurt Vonnegut. Escritos sobre el final de su vida, en estos textos breves, suerte de pequeñas memorias libres, brillantes y llenas de humor, Vonnegut reflexiona sobre lo que lo rodea, lo que le gusta y lo que no. El arte, la literatura, la política, el legado de su familia, él mismo, la manera en que estamos destruyendo el planeta. Un diálogo íntimo y tierno con sus contemporáneos, a veces con ironía, a veces con desánimo, pero siempre movido por un espíritu inquisitivo y un humanismo que sostuvo ante todo como forma de entender el mundo y la vida. Un libro lúcido, divertido y ácido, de uno de los escritores más grandes de la literatura contemporánea. Acompañado además por una serie de ilustraciones y afiches que Vonnegut creó junto al pintor y serigrafista Joe Petro III en el marco del proyecto artístico y comercial que denominaron Origami Express.

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Sobre Un hombre sin patria

Un hombre sin patria es la culminación de la obra de Kurt Vonnegut. Escritos sobre el final de su vida, en estos textos breves, suerte de pequeñas memorias libres, brillantes y llenas de humor, Vonnegut reflexiona sobre lo que lo rodea, lo que le gusta y lo que no. El arte, la literatura, la política, el legado de su familia, él mismo, la manera en que estamos destruyendo el planeta.

Un diálogo íntimo y tierno con sus contemporáneos, a veces con ironía, a veces con desánimo, pero siempre movido por un espíritu inquisitivo y un humanismo que sostuvo ante todo como forma de entender el mundo y la vida.

Un libro lúcido, divertido y ácido, de uno de los escritores más grandes de la literatura contemporánea. Acompañado además por una serie de ilustraciones y afiches que Vonnegut creó junto al pintor y serigrafista Joe Petro III en el marco del proyecto artístico y comercial que denominaron Origami Express.

Kurt Vonnegut

Nació en Indianápolis en 1922 y falleció en Nueva York en 2007. Estudió química en la Universidad de Cornell y antropología en la Universidad de Chicago, pero a pesar de su formación se dedicó a la escritura y a dar clases de literatura.

Fue catalogado como escritor de ciencia ficción pero él nunca entendió por qué, tal vez, arriesga, porque sabía de tecnología y tenía una formación técnica, y eso no es lo habitual entre críticos y escritores.

Durante la Segunda Guerra Mundial, le tocó vivir el bombardeo de Dresde como prisionero de guerra. Una experiencia que lo marcó al punto de que recién podría escribir sobre ella más de veinte años después, y de la que surgió su novela más reconocida, Matadero cinco (1969).

Fue un escritor prolífico, autor de ensayos y obras de teatro, además de cuentos y novelas. Entre estas últimas, destacan Madre noche (1961), Desayuno de campeones (1973) y Galápagos (1987).

Un hombre sin patria (2005) es el último libro que publicó en vida.

COMPAÑÍA NAVIERA ILIMITADA es una editorial que apuesta por la buena literatura, por las buenas historias bien contadas. Con la convicción de que los libros nos vuelven mejores y nos ayudan a soñar, a ver el mundo, y todos los mundos dentro de él, de otra manera. A pensar que un mundo diferente es posible.

Los autores, editores, diseñadores, traductores, correctores, diagramadores, programadores, imprenteros, comerciales, administrativos y todos los demás que de alguna manera colaboramos para que los libros de Naviera lleguen a los lectores de la mejor forma ponemos mucho trabajo y amor.

Tu apoyo es imprescindible.

Seamos compañeros de viaje.

Nada impide que el bien triunfe sobre el mal, bastaría con que los ángeles se organizaran al estilo de la mafia.

Un hombre sin patria

Kurt Vonnegut

Traducción de Daniel Cortés Coronas

Vonnegut, Kurt

Un hombre sin patria / Kurt Vonnegut.

1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Compañía Naviera Ilimitada, 2021..

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-48191-3-0

1. Literatura Estadounidense. 2. Memorias. 3. Reflexiones. I. Título.

CDD 814

Título original: A Man Without a Country

Originally published by Seven Stories Press, Inc. as A Man Without a Country, 2005.

© Kurt Vonnegut, 2005.

© Compañía Naviera Ilimitada editores, 2020, 2022.

© Daniel Cortés Coronas, de la traducción, 2020.

Diseño de tapa: Santiago Palazzesi / gostostudio.com

Primera edición impresa: noviembre de 2020

Primera edición digital: marzo de 2023

ISBN de edición impresa: 978-987-47555-6-8

ISBN de edición digital: 978-987-48191-3-0

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por escrito del editor.

Compañía Naviera Ilimitada editores

Pje. Enrique Santos Discépolo 1862, 2º A

(C1051AAB), Ciudad de Buenos Aires, Argentina

[email protected]

www.cianavierailimitada.com

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Índice

1. Cuando era niño, yo era el más pequeño

2. ¿Saben lo que es un opa?

3. Aquí va una lección de escritura creativa

4. Voy a contarles una noticia

5. Bien, ahora divirtámonos un poco

6. Me han llamado ludita

7. Cumplí ochenta y dos años el 11 de noviembre de 2004

8. ¿Saben lo que es un humanista?

9. Haz a los demás

10. Una mujer un poco sensiblera de Ypsilanti

11. Resulta que tengo una noticia buena

12. Una vez fui propietario y director de una concesionaria de autos

Réquiem

Nota del autor

Oh, un cazador de leones en la oscuridad de la jungla, y un borracho durmiendo en Central Park, y un dentista chino y una reina británica, todos se ensamblan en la misma máquina. ¡Bien, bien, gente tan variada en una misma maquinaria! – BOKONON

1

Cuando era niño, yo era el más pequeño de mi familia, y el más pequeño de la familia siempre anda contando chistes, porque es la única forma que tiene de meterse en una conversación adulta. Mi hermana tenía cinco años más que yo, mi hermano nueve y mis padres eran bastante habladores. Así que, cuando era muy pequeño, a la hora de la cena yo era un aburrimiento para toda esa gente. No querían escuchar las tontas noticias infantiles que tuviera para contar. Querían hablar de cosas importantes de verdad que habían ocurrido en la secundaria, en la facultad o en el trabajo. Entonces, la única forma de entrar en una conversación era decir algo gracioso. Supongo que la primera vez me salió de casualidad, accidentalmente habré hecho algún juego de palabras, o alguna ocurrencia por el estilo, que interrumpió la conversación. Y así fue como descubrí que un chiste te permitía meterte en una conversación de adultos.

Crecí en una época en que la comedia estadounidense era fabulosa: era la Gran Depresión. En la radio había una cantidad enorme de cómicos de primera línea. Y, sin proponérmelo, los analicé mucho. Me pasé toda mi juventud escuchando comedia al menos una hora cada noche, y desarrollé un gran interés por los chistes y su mecanismo.

Cuando digo algo gracioso, intento no ofender. De todo lo que hice, no creo que haya mucho que pueda considerarse realmente de mal gusto. No creo haber molestado o avergonzado a mucha gente. Lo único provocativo que hago es usar de vez en cuando alguna palabra soez. Hay cosas que no son graciosas. No concibo un libro gracioso ni una sátira sobre Auschwitz, por ejemplo. Y no me veo capaz de hacer un chiste sobre la muerte de John F. Kennedy o de Martin Luther King. Aparte de eso, no se me ocurre ningún tema que prefiera evitar, o con el que no pueda hacer nada. Las catástrofes pueden ser desternillantes, como lo demostró Voltaire: el terremoto de Lisboa tenía su parte graciosa.

Yo vi la destrucción de Dresde. Vi la ciudad antes y la vi después al salir de un refugio antiaéreo, y desde luego la risa fue una forma de reaccionar. Dios sabe que es el alma que necesita desahogarse.

Cualquier tema es susceptible de risa, y supongo que entre las víctimas de Auschwitz había algún tipo de risa, bastante terrible.

El humor es una reacción casi fisiológica al miedo. Según Freud, el humor es una respuesta a la frustración (una de varias). Decía que un perro, cuando no puede salir por una puerta, se pondrá a rascar y a escarbar y a hacer gestos absurdos, como gruñir, por ejemplo, para afrontar la frustración, la sorpresa o el miedo.

Y es el miedo lo que muchas veces provoca la risa. Hace años trabajaba en una serie de humor para la televisión. Nos propusimos hacer un programa en el que, como norma, se mencionara la muerte en cada episodio. Este ingrediente haría que las risas fueran más profundas sin que el público se diera cuenta de cómo inducíamos las carcajadas.

También existe un tipo de una risa superficial. Bob Hope, por ejemplo, no era un humorista propiamente dicho. Era un cómico que manejaba material con muy poca sustancia, nunca mencionaba nada que fuera inquietante. Yo me desternillaba de la risa con Laurel y Hardy. Siempre hay allí una terrible tragedia acechando. Esos dos son demasiado dulces como para sobrevivir en un mundo como este, y todo el tiempo están en peligro. Podían morir muy fácilmente.

Hasta los chistes más tontos se basan en minúsculos ataques de miedo, como la pregunta: “Qué es esa cosa blanca en la caca de pájaro?”. El oyente, como si lo hubieran hecho pasar al frente de la clase, por un momento tiene miedo de decir una estupidez. Cuando oye la respuesta, que es: “también es caca de pájaro”, disipa ese miedo automático con la risa. Al final, no tuvo que probar nada.

“¿Por qué los bomberos usan tirantes rojos?”, o “¿por qué enterraron a George Washington en la ladera de una colina?”. Y así sucesivamente.

Es verdad que hay chistes sin risa, lo que Freud llamó “humor de la horca”.1 En la vida hay situaciones tan desesperadas que no tienen alivio imaginable.

Mientras nos bombardeaban en Dresde, sentados en un sótano con los brazos sobre la cabeza por si se nos caía el techo encima, un soldado dijo, como si fuera una duquesa en su mansión durante una noche fría y lluviosa: “Me pregunto qué estarán haciendo los pobres esta noche”. Nadie se rio, pero aun así nos alegramos de que lo dijera. ¡Al menos todavía estábamos vivos! Él nos lo había demostrado.

Notas:

1 En su estudio sobre el humor, Freud cita el chiste de un condenado que, al ser conducido a la horca un lunes, comenta: “¡Qué forma de empezar la semana!”. (N. del T.)

Yo quería que todas las cosas pareciesen tener sentido, para que todos pudiéramos ser felices, sí, en lugar de estar preocupados. Así que inventé mentiras que encajaran bien, y de este mundo hice un edén.

2

¿Saben lo que es un opa? Cuando iba al Instituto de Shortridge, en Indianápolis, hace sesenta y cinco años, un opa era un tipo que se metía una dentadura postiza en el trasero y mordía los botones de los asientos posteriores de los taxis (y un patán era el que olía los asientos de las bicis de las chicas).

Y para mí es un opa todo aquel que no haya leído el mejor relato breve estadounidense, que es El puente sobre el río del búho, de Ambrose Bierce. No tiene ni de lejos ningún contenido político. Es un ejemplo impecable de genialidad americana, como Sophisticated Lady de Duke Ellington y la estufa Franklin.

Para mí es un opa todo aquel que no haya leído La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. No puede haber un libro mejor sobre los puntos fuertes y débiles inherentes a nuestra forma de gobierno. ¿Quieren una degustación de este gran libro? Dice (y lo dijo hace ciento sesenta y nueve años) que en ningún país como en el nuestro el amor por el dinero ha dominado tanto los sentimientos de los hombres. ¿Qué les parece?

El escritor francoargelino Albert Camus, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1957, escribió: “No hay más que un problema filosófico de verdad: el del suicidio”.

Ahí tienen otra fuente de diversión procedente de la literatura. Camus murió en un accidente de auto. ¿Las fechas? 1913-1960 d. C.

¿Se dan cuenta de que todas las grandes obras de la literatura (Moby Dick, Huckleberry Finn, Adiós a las armas, La letra escarlata, La roja insignia del valor, la Ilíada y la Odisea, Crimen y castigo, la Biblia y “La carga de la brigada ligera”) tratan de la mierda que representa ser un ser humano? (¿Y no es un alivio tener a alguien que lo diga?).

Por mí, la evolución se puede ir al carajo. Menudo error que somos. Hemos herido de muerte a este planeta dulce y sustentador de la vida (el único de toda la Vía Láctea) en un siglo de euforia por el transporte. El gobierno ha declarado la guerra a la droga, ¿no? Pues que vayan tras el petróleo. ¡Eso sí que es un saque destructivo! Con un poco de esa cosa que te metas en el coche, puedes ir a ciento cincuenta por hora, atropellar al perro del vecino y hacer añicos la atmósfera. Oye, ya que nos ha tocado ser Homo sapiens, ¿para qué darle más vueltas? Rompamos todo. ¿Alguien tiene una bomba atómica? ¿Quién no tiene una, hoy en día?