Cuentos tibetanos del karma - TENZIN WANGMO - E-Book

Cuentos tibetanos del karma E-Book

TENZIN WANGMO

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Beschreibung

Antiguamente, en el Tíbet, tal como se hacía en Europa, por las noches se explicaban historias a la luz del hogar. Aquí presentamos algunas repletas de enseñanzas. En estas mil y una noches en el país de las nieves, encontrarás a un príncipe y a un cadáver extremadamente locuaz en situaciones tan difíciles como cómicas. Hombres y espíritus, deseos, sufrimientos, alegrías, ignorancia y sabiduría, toda una humanidad en la que se encontrarán grandes y pequeños.

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Recopilados por

Tenzin Wangmo

CUENTOS TIBETANOS DEL KARMA

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Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com

Colección Espiritualidad y Vida interior

Cuentos tibetanos del karma

Recopilados por Tenzin Wangmo

1.ª edición en versión digital: junio de 2018

Título original: Les contes tibétains du karma

Traducción: Pilar Guerrero

Corrección: M.ª Jesús Rodríguez

Diseño de cubierta: Enrique Iborra

© 2012, Infolio éditions, CH - www.infolio.ch

(Reservados todos los derechos)

© 2018, Ediciones Obelisco, S.L.

(Reservados los derechos para la presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco S.L.

Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida

08191 Rubí - Barcelona - España

Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23

E-mail: [email protected]

ISBN EPUB: 978-84-9111-370-6

Maquetación ebook: leerendigital.com

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

 

 

 

 

 

«Perteneces a la generación de tibetanos que han crecido en el exilio. Deberías interesarte en la espiritualidad, la cultura, y la historia tibetana e ir a buscar el conocimiento de los ancestros».

S. S. 14.º Dalái Lama, Lausana, agosto de 2009

Índice

 

PORTADA

Cuentos tibetanos del karma

Créditos

Contenido

Agradecimientos

Prefacio

I. Introducción

II. La obsesión del príncipe

III. Un encuentro inesperado

IV. La caza del cadáver

V. El guitarrista ambulante

VI. La nueva caza del cadáver

VII. El guitarrista ambulante y la vigilancia

VIII. La nueva caza del cadáver

IX. El guitarrista ambulante y la fuerza de la amistad

X. La nueva caza del cadáver

XI. El mendigo astuto

XII. La nueva caza del cadáver

XIII. El mendigo y sus amigos

XIV. La nueva caza del cadáver

XV. El mendigo se casa

XVI. La nueva caza del cadáver

XVII. El restablecimiento de la justicia

XVIII. La nueva caza del cadáver

XIX. El mendigo se reencuentra con sus amigos

XX. La nueva caza del cadáver

XXI. Los hermanos Darpo

XXII. La nueva caza del cadáver

XXIII. Los hermanos Darpo y el rey enfermo

XXIV. La nueva caza del cadáver

XXV. El tigre Nana

XXVI. La nueva caza del cadáver

XXVII. El palafrenero que nunca mentía

XXVIII. La nueva caza del cadáver

XXIX. Las tres hermanas

XXX. La nueva caza del cadáver

XXXI. El rey de las perlas

XXXII. Epílogo

XXXIII. Posfacio

El camino budista

Glosario

Bibliografía

Biografía de Tenzin Wangmo

Asociaciones amigas

Descubre el arte budista en Gruyères

Agradecimientos

Tengo la suerte de tener un padre que conoce los cuentos de su país. A petición mía, grabó algunos de ellos y me contó otros de viva voz. Mi padre es una memoria viviente del antiguo Tíbet y una gran fuente de inspiración en mi vida. Siento mucho amor y respeto por él.

Sin mi marido, Claudio, me habría sido muy difícil echar raíces en Suiza, lo cual era una condición importante para la escritura de estos cuentos. Le agradezco todo su amor.

Mil gracias a mis amigos, Jean-Claude y Marie-Paule Perreard, que apoyan la causa del Tíbet desde hace muchos años mediante, entre otras, la asociación francesa «Objectif Tibet». Su amistad fiel y sus ánimos desde el inicio de mi tarea en la redacción de esta obra me han ayudado sobremanera.

Agradezco enormemente a Hélène Aubry-Denton que, tras una breve y eficaz sesión de coaching, me ayudase a tomar consciencia de un importante bloqueo durante la redacción de los cuentos. En efecto, me resultaba muy desagradable pensar que estaba traicionando la tradición oral de mi país.

Todo mi agradecimiento a Christian Pennel, miembro de Objectif Tibet, que también me animó y ayudó a transformar técnicamente el inicio de los cuentos en un texto escrito.

Me gustaría expresar un profundo agradecimiento a Sylvette Divizia-Bayol y a Fabienne Vaslet que tuvieron la gentileza y la paciencia de releer y corregir mis textos. Su entusiasmo y sus observaciones me inspiraron considerablemente.

Quiero demostrar todo mi reconocimiento a mi amigo Michel Tardy, que ha creído siempre en mí y me ha apoyado enormemente en la publicación de esta obra.

Y finalmente, quiero dar las gracias a mi público por su entusiasmo cada vez que he tenido la oportunidad de contar parte de estos cuentos. Ello me animó lo suficiente como para avanzar en la redacción de estos textos.

También agradezco al Museo del Tíbet por su acogida y por poner a mi disposición la foto de la cubierta. Y, last but nor least, gracias a mi editor, que rápidamente creyó en mi proyecto, sin el cual este libro nunca habría visto la luz.

Prefacio

Desde tiempos inmemoriales y en todas las culturas, los cuentos didácticos han contribuido a la transmisión de los valores fundamentales propios que transmitiendo ideas profundas sirven para inspirar a las personas más sencillas. A través de una narración cautivadora, esos cuentos proporcionan puntos de referencia que ayudan a comportarse mejor en la vida y a relacionarse armoniosamente con los demás.

Es el caso de los «Cuentos del cadáver» (Vetalapañcavimsati en sánscrito), cuya tradición se remonta a la antigua India y que se convirtieron en populares en el seno de la cultura budista tibetana, así como en muchas otras culturas asiáticas.

Existen numerosas variantes de estos cuentos, que suelen ser siempre veinticinco. En esencia, el héroe debe llevar de vuelta a su país a un cadáver dotado de poderes mágicos y, para conseguirlo, no puede decirle ni una palabra al muerto. Pero éste es muy listo y, durante el largo viaje, va explicando historias fascinantes al héroe que lo lleva cargado a la espalda. Éste, cautivado por las historias, acaba por soltar algún comentario. ¡Zasca! A la que el héroe abre la boca, el muerto desaparece. Y le toca volver a la India a buscarlo de nuevo. El príncipe no aprende muchas lecciones de sus desventuras, que se repiten viaje tras viaje, cuento a cuento. Pero todo acaba bien, como deben acabar las cosas.

Existen diversas versiones sánscritas del Vetalapañcavimsati, que fue compilado por escrito en el siglo xi por Somadeva, a partir de versiones orales más antiguas. La introducción de los Cuentos del cadáver en el Tíbet se atribuye al indio Atisha, en el siglo xi. Estos cuentos también fueron traducidos al mogol, kalmuk y otras lenguas asiáticas. En el siglo xx, las diversas versiones escritas se han ido traduciendo a diferentes lenguas occidentales.

Las versiones tibetanas suelen transmitir los valores propios del budismo, particularmente los del karma, o ley de causa y efecto relacionada con los mecanismos de la felicidad y el sufrimiento. El budismo puede ser considerado como una vía de conocimientos que conduce a la liberación del sufrimiento. El «despertar» en el que culmina esta vía es, al mismo tiempo, sabiduría fundamentada en la comprensión justa de la realidad y liberación de las emociones perturbadoras y de los engaños generados por la ignorancia.

El budismo subraya que la vida humana es eminentemente preciosa; el desapego que a veces nos invade no significa que no valga la pena ser vivida, sino que no hemos identificado correctamente lo que le da sentido. «La cuestión no es saber si la vida tiene sentido, sino cómo cada uno de nosotros le da el suyo», dice el Dalái Lama. Eminentemente preciosa, nuestra existencia lo es todavía más si actualizamos nuestro potencial de transformación.

Para poner fin al sufrimiento y conseguir el despertar, así como para conseguir cualquier otro objetivo, no podemos proceder de cualquier manera. Cuando lanzamos una piedra al aire, no nos hemos de sorprender si nos cae en la cabeza. Del mismo modo, cuando actuamos de determinada forma, se produce un efecto. Si queremos deshacernos del sufrimiento, es lógico que tengamos que cumplir ciertos actos y evitar otros. La ley de la causalidad es el fundamento mismo de las enseñanzas de Buda, que declaró:

Hay que evitar el menor acto nocivo,

proceder perfectamente para lo bueno

y dominar correctamente el espíritu:

ésa es la enseñanza de Buda.

Todos los fenómenos se condicionan mutuamente en un vasto proceso dinámico y creador, nada sucede de forma arbitraria, y la ley de causa y efecto opera ineluctablemente. El karma, que designa a la vez causas y efectos, es un aspecto concreto de la ley de causa y efecto. Es el que determina nuestro lote de alegrías y penas. Dicho de otro modo, sufrimos las consecuencias de nuestro comportamiento pasado, igual que somos arquitectos de nuestro futuro.

Por «actos» hay que entender no sólo el comportamiento físico, sino los pensamientos, que pueden ser positivos, neutros o negativos. Bien y mal no son valores absolutos. Una conducta dada puede ser considerada «buena» o «mala» en función de la intención, altruista o malintencionada, que la sustenta, así como sus consecuencias: la felicidad o el sufrimiento para sí o para los demás. En cada instante de nuestra vida, recolectamos las consecuencias de nuestro pasado y modelamos nuestro futuro a través del pensamiento, la palabra y los actos que llevamos a cabo. Estos últimos son como semillas que, una vez sembradas, producen un fruto sano o uno envenenado, según les corresponda.

En esta hermosa versión de los Cuentos del príncipe y del cadáver, Tenzin Wangmo ha sabido recoger de manera viva y atrayente la tradición oral que escuchó de sus padres. Así, contribuye a la conservación de tan fabulosa herencia cultural del Tíbet, una herencia amenazada en nuestros días por la dictadura impuesta en el País de las Nieves.

¿Está la cultura tibetana abocada a la desaparición? Mantengamos la esperanza en nuestro interior inspirándonos en las palabras del gran demócrata gandhiano Jauaprakash Narayan: «El Tíbet no morirá porque el espíritu humano no puede morir».

MATTHIEU RICARD

Para otras versiones de los cuentos en lengua francesa, véase:

MACDONALD, A. W.: Matériaux pour l’étude de la littérature populaire tibétaine: Édition et traduction de deux manuscrits tibétains des «Histoires du Cadavre». Presses Universitaires de France, 1967, así como las versiones suplementarias del 1972 y 1990.

RENOU, L.:Contes du Vampire, Connaissance de l’Orient, Gallimard-Unesco, 1963.

ROBIN, F. y Klu Rgyal Tshe Ring: Les contes facétieux du cadavre / Mi ro rtse sgrung. Langues & Mondes. L’Asiatique, 2005.

ROBIN, F.: «Les jeux de la sapience et de la censure. Genèse des Contes facétieux du cadavre au Tibet» en Journal Asiatique, 294:1, 181-196, 2006.

A mi querida madre Sonam Dolkar,

a mi querido padre Losang Namdol

y a mi venerable maestro el lama Teunsang

I

Introducción

En el Tíbet, de generación en generación, se han ido transmitiendo oralmente cuentos y leyendas de todo tipo, en el seno de la familia o a través de cuentacuentos ambulantes. Teniendo que huir del Tíbet para instalarse en Europa, mis padres perpetuaron esta tradición para nosotros, sus propios hijos, así como para otros doce niños que les confiaron el Dalái Lama y el Gobierno tibetano en el exilio.

En esos momentos, me abandonaba a las imágenes que aparecían en mi cabeza sobre ese país lejano que era el mío y que, sin embargo, no conocía. Esos momentos estaban repletos de maravilla y de magia. Recuerdo la alegría que experimentaba cuando escuchaba esas historias y todos los detalles por los que preguntaba. Los rodoung (traducido literalmente del tibetano, esa palabra significa «cuentos del cadáver») me complacían particularmente, hasta el punto de que me entraron ganas de ponerlos por escrito.

Como en Las mil y una noches, en estos rodoung hay una historia «básica». Ésta describe la vida de un príncipe tibetano y su encuentro con un cadáver muy astuto que le explica un montón de historias interesantes para distraerlo y conseguir que baje la guardia. Existen innumerables variantes de los rodoung porque cada cuentacuentos los embellece con su propia imaginación y su creatividad, sin por ello mermar en absoluto el fondo primitivo, que es lo que lleva implícito el mensaje de la tradición budista.

El país de origen de los rodounges la India, país donde los cuentos se fueron labrando un camino hasta el Tíbet, cuando el budismo se fue expandiendo hasta el tejado del mundo. Estos hermosos cuentos del cadáver transmiten los valores más profundos de las enseñanzas de Buda y fueron rápidamente apreciados por todo el país, que tenía por entonces unos 6 millones de habitantes, antes de 1959. Con el tiempo, las referencias propias de la India cedieron su lugar a la realidad tibetana. No obstante, el lugar donde se encontraba el cadáver propiamente dicho, un sitio llamado Silwaytsel, se ha mantenido en todas las versiones en la India. También encontramos a Nagarjuna, gran maestro espiritual indio, que en la versión tibetana se llama Geumpo Lodrup.

Tras la invasión china de 1949 y la ocupación del Tíbet por su potente vecino en 1959, se constituyó un Gobierno tibetano en el exilio, integrando cada vez más bases democráticas en su Constitución. Las comunidades tibetanas se empezaron a organizar en todas partes del mundo. La segunda y la tercera generación de tibetanos, como mis hermanos, hermanas y yo misma, formamos parte de ellas, hemos nacido y crecido siempre en el exilio y cada día que pasamos lejos de nuestro país nos alejamos más de nuestra identidad cultural. Pienso, sobre todo, en la lengua y la escritura tibetanas, que forman parte de la riqueza cultural de este mundo, tanto como nuestros cuentos y leyendas únicas. Esta compilación tan personal representa mi modesta contribución para impedir que estos cuentos caigan definitivamente en el olvido.

Espero que los niños y los jóvenes, y también los adultos, que lean estos cuentos experimenten tanta alegría al irlos descubriendo como la que tuve yo misma, así como todas las generaciones que me precedieron.

¡Tashi delek, con mis mejores deseos!

TENZIN WANGMO

Bottens, 2012

II

La obsesión del príncipe

Érase una vez un joven príncipe tibetano que se llamaba Detcheu Sangpo, «el que saborea el bienestar». El rey y la reina, sus padres, adoraban a su único hijo y estaban muy orgullosos de él. Todos los que tenían la ocasión de conocerlo, caían rendidos ante su encanto. Unos decían: «¡Oh, qué bueno es con los pobres!».

Otros exclamaban: «¡Qué respetuoso es con las personas mayores!».

Otros comentaban: «¡Qué inteligente es! ¡Será un rey magnífico!».

En el reino circulaban las noticias a la velocidad del rayo y no había ni una sola persona que no hubiese oído hablar del príncipe Detcheu Sangpo. Incluso los nómadas tibetanos, en las regiones más alejadas, proclamaban: «¡Qué alegría tener un príncipe así!», «¡Que tenga una larga vida!» y recitaban sin cesar «Om Mani Padme Hum!», el mantra de Avalokitesvara, el buda de la compasión.

Un buen día, el príncipe Detcheu Sangpo supo de la existencia de siete hermanos magos que vivían en la región montañosa más inaccesible del reino. Inmediatamente se despertó su curiosidad y quiso aprender los secretos de los magos. Sus numerosas tentativas para saber más fueron en vano, con lo cual se acrecentaba su curiosidad hasta el punto de convertirse en una obsesión por aprender esta secreta disciplina. Así fue como, una noche, sin decir nada a sus padres –el rey y la reina–, que lógicamente le hubiesen impedido semejante aventura, cogió carretera y manta en busca de los siete hermanos magos. Como sus ricos ropajes de príncipe lo hubiesen delatado, se disfrazó de peregrino. Y de este modo, viajando de incógnito, recorrió todo el reino a pie durante largos meses, escuchando todo lo que podría enseñarle cómo descubrir el lugar donde vivían los siete hermanos magos.

A principios del séptimo mes, el príncipe llegó a la zona más montañosa del reino donde, rápidamente, se perdió. Cansado y desmoralizado, con las altas montañas como únicas compañeras y con el inmenso cielo sobre su cabeza, estuvo a punto de abandonar su búsqueda cuando, de repente, llegó a la cima de una de las numerosas colinas y vio un pequeño valle escondido que se abría ante sus ojos. Para mayor alegría, en el fondo del valle se divisaba una casita. Cuanto más se acercaba, más se parecía todo a la descripción que le habían hecho los nómadas tibetanos; éstos habían descubierto la guarida de los siete hermanos magos mientras buscaban unos cuantos yaks perdidos.