Las cosas podrían ir terriblemente mal - Kelly G. Wilson - E-Book

Las cosas podrían ir terriblemente mal E-Book

Kelly G. Wilson

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Beschreibung

Un enfoque innovador para poner límite a la ansiedad con ayuda de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una de las tendencias terapéuticas de vanguardia. No puedes hacer absolutamente nada para evitar que, cuando menos lo esperes, las cosas salgan mal. Si este pensamiento te causa ansiedad, nadie en el mundo puede negar que tienes razón. Además, tu preocupación es mucho más común de lo que imaginas. Si pudieras hacer desaparecer tu ansiedad, tu vida sería mucho más fácil, ¿verdad? Bueno, tal vez, o tal vez no. ¿Es necesario que la ansiedad desaparezca para vivir una vida plena, vital, con riqueza y propósito? ¿O puedes aceptar la vida tal como es y asumir estoicamente que puede pasar cualquier cosa? Con sencillez y sentido del humor, este libro aborda el problema de la ansiedad de manera diferente a la mayoría. Te ayudará a sumergirte en tus preocupaciones y ver cómo sería tener ansiedad y aún así respirar y vivir de una forma auténtica y acorde con tus valores. Este libro ha sido galardonado con el premio de la Asociación de Terapias Cognitivo Conductuales, otorgado a libros de divulgación psicológica consistentes con los principios de la terapia cognitiva (TCC) y que incorporan estrategias científicamente probadas. La crítica ha dicho... «Con un sólido fundamento clínico y directrices claras». Leslie S. Greenberg, Universidad de York «Una lectura esencial para todos los profesionales del campo de la psicoterapia». Mark Williams, Universidad de Oxford «Un enfoque sofisticado y sabio de la transformación humana, validado por la investigación clínica». Tara Brach

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LAS COSAS PODRÍAN IRTERRIBLEMENTE MAL

Kelly G. Wilson y Troy DuFrene

LAS COSAS PODRÍAN IRTERRIBLEMENTE MAL

Una guía para liberarse de la ansiedada través de la aceptación y el compromiso

Traducción de Rut Abadía

 

 

Título original: Things Might Go Terribly Horribly Wrong

© del texto: Kelly G. Wilson y Troy DuFrene, 2010

© de la traducción: Rut Abadía, 2023

© de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.

Primera edición: noviembre de 2023

ISBN: 978-84-19662-10-1

Depósito legal: B 17721-2023

Diseño de colección: Enric Jardí

Diseño de cubierta: Anna Juvé

Maquetación: Àngel Daniel

Impresión y encuadernación: Huertas Industrias Gráficas

Impreso en Madrid

Este libro está hecho con papel proveniente de Suecia, el país con la legislación más avanzada del mundo en materia de gestión forestal. Es un papel con certificación ecológica, rastreable, de pasta mecánica y con un gramaje de 60 g/m². Si te interesa la ecología, visita arpaeditores.com/pages/sostenibilidad para saber más.

Arpa

Manila, 65

08034 Barcelona

arpaeditores.com

Reservados todos los derechos.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.

ÍNDICE

Cosas que queremos decir

1. Las cosas pueden salir muy, muy mal

2. La angustia: Forma, función y unidad del sufrimiento

3. Un pez en tierra firme: Ansiedad en el momento presente

4. Cuéntame un cuento: Defusión

5. Pase lo que pase: Aceptación

6. El significado importa: Valores

7. El arte de Pedro: Compromiso

8. Eres grande, contienes multitudes: El yo como contexto

9. Las cosas podrían salir terriblemente mal

FUENTES DE INFORMACIÓN

REFERENCIAS

 

 

En este mismo momento, ¿aceptarás lo bueno y lo malo, te tomarás a la ligera las historias sobre lo que podría pasar, y serás el creador de una vida que tenga para ti sentido y propósito, y regresarás serenamente a esa vida cuando veas que te estás alejando de ella?

 

 

Para mi esposa Dianna: después de treinta años, en este mismo día, te elijo a ti.

K. G. W.

Al azar, porque a veces las cosas salen maravillosa y fabulosamente bien.

T. D.

COSAS QUE QUEREMOS DECIR

No te dejes engañar por las portadas. Los libros, como los organismos, son cosas vivas que se mueven y evolucionan. No están ligados a páginas, autores o escuelas de pensamiento. No nacen cuando se imprimen; de hecho, solo empiezan a vivir cuando se leen. Así que, en primer lugar, te damos las gracias, lector. Tú dignificas este trabajo que hacemos, y te agradecemos sinceramente tu tiempo y tu atención.

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es fundamental y significativamente un esfuerzo comunitario. Nuestro agradecimiento a todos los que contribuyen a este trabajo, a su desarrollo y difusión. En particular, damos las gracias a la gente del laboratorio de Kelly en Ole Miss y a todos nuestros profesores, dondequiera que estén ahora.

Estamos muy agradecidos a la gente de New Harbinger por haber guiado el libro durante su larga y tortuosa gestación, especialmente a Catharine Sutker, Jess Beebe y Nelda Street. Y damos las gracias en particular a Heather Mitchener, que tiene futuro en esto de convencer a los aspirantes a saltar de las cornisas si todo esto de la editorial no termina de funcionarle.

Por último, y lo más importante, expresamos nuestro reconocimiento y cariño a nuestras familias (a Dianna, Chelsea, Emma, Sarah y al resto), cuya paciencia y apoyo hacen posible que nos dediquemos a estas travesuras, garabateando libros cuando, por derecho propio, deberíamos estar prestándoles más atención.

1

LAS COSAS PUEDEN SALIR MUY, MUY MAL

Uno más eres de los desdichados

que ven todos sus planes anulados:

del hombre y del ratón quedan truncados,

los proyectos mejores,

¡y en vez de los éxitos anhelados,

nos quedan sinsabores!

ROBERT BURNS, A un ratón

Un martes por la mañana de 2001, un vendedor de vinos estaba en su apartamento de Berkeley, California, preparándose para ir a trabajar. Después de ducharse y afeitarse, se puso un traje que le quedaba mal, unos mocasines negros desgastados y una corbata azul que, como observó con alarma, había manchado de grasa durante la comida el día anterior. Como trabajaba en la ciudad de San Francisco y a veces el tráfico desde Berkeley hasta la ciudad podía ser intenso, tenía la costumbre de madrugar para evitar lo peor. Su novia, que realizaba un trayecto más agradecido, podía permitirse una hora más de sueño y seguía en la cama.

El vendedor de vinos opinaba que no estaba hecho para ese trabajo. No era el tipo de persona que podía presentarse a una visita comercial, hacer un discurso y luego aceptar un pedido o marcharse con las manos vacías. Para él, cada rechazo era algo personal. Cada «no» le escocía un poco más que el anterior. No estaba preparado para enfrentarse a la inevitable humillación que le ofendía cada vez que la respuesta a «¿Cuántos puedo traerle?» era «Ninguno, gracias».

Mientras se cepillaba los dientes, repasaba mentalmente los nombres y las caras de los propietarios de las licorerías de San Francisco que podrían rechazarlo ese mismo día. Mientras lo hacía, le costaba centrarse en uno de ellos. Era como si todos empezaran a compartir un mismo rostro.

Si no compraban, se quedaría atrás en sus cuotas, y eso significaba algo más que perder sus comisiones. No sabía a qué atenerse con su jefe y con el jefe de su jefe. Solo llevaba medio año en el trabajo. Hasta el momento había alcanzado todos sus objetivos, pero cada mes le resultaba más difícil. De vez en cuando recibía mensajes de voz alentadores del jefe de zona, e incluso había sido elogiado por su rendimiento en la última reunión de ventas. Pero era cuestión de tiempo. Si sus jefes supieran realmente lo mucho que tenía que esforzarse para cumplir sus cuotas o lo cerca que estaba siempre del fracaso los últimos días de cada mes, lo echarían a la calle sin miramientos.

Y durante las dos últimas semanas sus superiores habían guardado un silencio condenatorio. La oficina central había enmudecido. ¿Qué podía significar eso? Lo normal sería que estuvieran enfadados con él, que le dieran la lata con las cifras, pero ese silencio era sospechoso.

El lunes, el día anterior, la perspectiva de ser rechazado una vez más había sido mayor de lo que podía soportar. Había acudido a su primera cita, aparcó el coche a seis manzanas de distancia y caminó hasta la puerta lateral de la licorería. Incluso puso la mano en el pomo, pero no pudo girarlo. Dio un par de vueltas a la manzana, sudando, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Pero cuando volvió a estar frente la puerta, una vez más se dio cuenta de que no podía abrirla y entrar.

Así que se marchó. Condujo hasta Pacific Heights y pasó seis horas seguidas sentado en el coche aparcado, contemplando Alcatraz, como si estuviera en su propia prisión. Cada dos o tres minutos marcaba el número de su buzón de voz, introducía su contraseña y esperaba a oír... ¿Qué? ¿La voz condenatoria de su cliente, exigiendo saber por qué no había aparecido? ¿La voz tensa pero contenida del jefe de zona, llamándole a la oficina para charlar un rato? Pero no oyó nada. La voz femenina informatizada al otro lado de la línea le dijo lo que más temía: «No tiene nuevos mensajes de voz».

Entre llamada y llamada al buzón de voz, su teléfono no sonaba y su localizador tampoco. No podía quitarse de encima la sensación de que algo estaba pasando ahí fuera y que no tenía ni idea de lo que era. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que, cada pocos latidos, sentía un pequeño aleteo en su pecho, un latido perdido.

¿Cuánto tiempo podría durar esto? Sabía que podía hacer este trabajo o, al menos, que podría hacerlo si se deshacía de esa sensación constante de... ¿qué? ¿De que le despedirían? ¿Que quedaría en ridículo? ¿Que no podría pagar el alquiler? Ni siquiera sabía qué le preocupaba más.

El vendedor salió de sus cavilaciones al sentir una punzada aguda y saborear sangre en la boca. Tardó un momento en darse cuenta de que, mientras se obsesionaba con el día anterior, se había estado mordiendo las uñas y al final se había roto la del pulgar. Miró el reloj y vio que ya eran las ocho menos cuarto. ¡Maldita sea! Ya habría un enorme atasco en el peaje del puente.

Ahora recorría la casa recogiendo sus cosas. Recogió su maletín, las llaves del coche y una tostada a medio comer y se volvió hacia la puerta principal. Antes de que pudiera poner la mano en el pomo, su novia salió corriendo del dormitorio y lo llamó.

«Pon las noticias», balbuceó. «Ha habido un ataque terrorista masivo en Nueva York».

Los verdaderos problemas de tu vida suelen ser cosas que nunca se te han pasado por la cabeza; el tipo de cosas que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera.

ENCONTRAR LA SALIDA ENCONTRANDO LA ENTRADA

A veces las cosas salen terriblemente mal. A veces suceden de maneras para las que no estamos preparados. Y a veces ocurre de maneras que nunca podríamos haber tomado en serio o ni siquiera imaginado.

No creemos que necesites una lección de historia sobre la capacidad que tiene el mundo para no cumplir nuestras expectativas, pero podríamos dártela fácilmente. En el poema que abre este capítulo, Robert Burns pone el dedo en la llaga: a pesar de toda la planificación y la cobertura que hacemos contra la posibilidad de una desgracia, donde esperamos alegría a menudo solo encontramos miedo y dolor.

¿Y cuál es la consecuencia de esto? ¿Aceptamos con calma y ecuanimidad la posibilidad de que las cosas vayan terriblemente mal y nos disponemos a vivir nuestras vidas? Para muchos de nosotros, la respuesta es no. Nos preocupamos. Sentimos pánico. Tenemos miedo. Como los adivinos, nos asomamos al futuro y escudriñamos el pasado buscando algo, cualquier cosa, que pueda ser un antídoto contra lo desconocido. A veces, esta tendencia a preocuparnos y sentir temor se desliga de cualquier resultado concreto que nos amenace. Empezamos a preocuparnos por la preocupación y a temer al propio miedo. Nos entra el pánico y luego nos entra el pánico de que podamos, una vez más, experimentar el pánico.

En otras palabras, nos ponemos ansiosos y, para algunos de nosotros, la ansiedad se convierte literalmente en nuestro propósito. Lo entregamos todo a estos sentimientos; se apoderan por completo de nuestras vidas. En un sentido muy real, no tenemos ansiedad. Ella nos tiene a nosotros.

Este libro trata sobre la ansiedad y el papel que desempeña en tu vida. Y lo que es más importante, trata sobre cómo liberarte de las limitaciones que te impone la ansiedad. Este libro se propone ayudarte a encontrar una salida a tu lucha contra la ansiedad.

Esto no quiere decir que vayamos a ayudarte a librarte de la ansiedad. En lugar de intentar alejarte de esos sentimientos, vamos a pedirte que te metas en su interior, te sientes tranquilamente ahí y mires a tu alrededor. Vamos a pedirte que te hagas una idea de lo que ocurre en tu cuerpo y en tu mente en el preciso momento en que te sientes ansioso. Vamos a pedirte que tengas esos sentimientos y experiencias (incluso que les des la bienvenida) y que a continuación tomes decisiones para vivir de una manera significativa para ti

Somos conscientes de que, sobre todo si tu vida se ha visto obstaculizada de forma significativa por la preocupación, el miedo y el pánico, probablemente esta te parezca la peor de las ideas. La ansiedad es una carga que has llevado durante mucho tiempo, y probablemente lo que más deseas es dejarla atrás. Lo entendemos. Pero en los capítulos que siguen vamos a explicarte que los intentos de alejar estos sentimientos solo los acercarán y los atarán más fuertemente a ti. Aunque pueda parecer contradictorio, vamos a proponerte que la mejor forma de liberarte de la ansiedad es reconocerla, abrazarla e incluso buscarla. Aunque ahora esto pueda parecer aterrador, te garantizamos que las cosas difíciles que vengan a continuación lo harán con un montón de advertencias, además de un poco de humor, para ayudarte a calmar los nervios. Si estás dispuesto a venir con nosotros, creemos que podemos iniciarte en un viaje que te llevará a un lugar nuevo y maravilloso, aunque sea un lugar donde la ansiedad también puede estar.

En los capítulos que siguen analizaremos el fenómeno de la ansiedad de una forma amplia y, esperamos, a veces sorprendente. Comenzaremos echando un vistazo a las etiquetas que actualmente ponemos a ciertos tipos de comportamiento ansioso (términos con los que probablemente estés familiarizado, como ataques de pánico y trastorno de ansiedad generalizada). Y luego explicaremos de qué forma estas etiquetas pueden ser engañosas y que pensar en la ansiedad en términos de la función que desempeña en tu vida puede ser muy útil para liberarte de sus efectos. También analizaremos cómo determinados hechos relacionados con nuestra forma de pensar y de utilizar el lenguaje nos empujan a todos a experimentar cierto grado de ansiedad.

Una vez aclarado esto, nuestro objetivo será ayudarte a encontrar una forma de vivir una vida enriquecedora y significativa en presencia de cualquier cosa que tu mente te proponga, incluida la ansiedad. Para ello, vamos a presentarte las ideas básicas que componen la terapia de aceptación y compromiso (ACT), un modelo de psicoterapia que está ganando popularidad y que cuenta con un sólido respaldo por parte de la investigación básica y aplicada.

Visto a través de la lente de la ACT, los problemas de la vida, como la ansiedad, muestran un aspecto algo diferente al que estás acostumbrado. En lugar de ver la ansiedad como algo que «tienes», como un virus o un hueso roto, la ACT describe los problemas de ansiedad en términos de tu capacidad para funcionar en seis áreas de un proceso. Estas áreas de proceso son como los componentes básicos de nuestros problemas (y nuestros éxitos) en la vida. Si examinamos un problema como la ansiedad a la luz de estas áreas, podemos identificar ciertos fallos en los procesos que pueden estar contribuyendo al problema, al interponerse entre nosotros y lo que queremos en la vida. Teniendo esto en cuenta, podemos llevar a cabo pequeños ajustes en la forma en que hacemos las cosas o nos relacionamos con nuestras experiencias. En conjunto, estos cambios pueden ayudarnos a obtener más riqueza y sentido de nuestras vidas, sin necesidad de controlar, gestionar o deshacernos de ningún pensamiento, sentimiento o experiencia en particular.

Uno de los aspectos interesantes de esta forma poco habitual de analizar los problemas de la vida es que tiende a romper las distinciones que hacemos entre unos problemas u otros. Al describirlos en términos de fallos en algunos procesos vitales básicos, descubrimos que la ansiedad tiene mucho en común con la depresión, con la ira o con los sentimientos de falta de propósito, aislamiento o alienación, por ejemplo. Empezamos a ver que, en realidad, hay algunos hilos comunes que atraviesan toda la tela del sufrimiento humano, de la experiencia humana en su conjunto. Cuando consideres tu experiencia de ansiedad desde el punto de vista de la ACT, puede que descubras cosas sobre otros aspectos difíciles de tu vida que has tenido que afrontar.

En los capítulos 3 a 8 te guiaremos a través de las seis áreas de proceso de la ACT. En el orden en que las presentaremos, son:

—Contacto con el momento presente: la capacidad de prestar una atención flexible y centrada en lo que está ocurriendo en tu vida aquí y ahora.

—Defusión: la capacidad de sostener pensamientos y relatos sobre lo que podría suceder sin tomarlos al pie de la letra ni asumir que son invariablemente ciertos.

—Aceptación: la capacidad de reconocer y aceptar todos los aspectos de tu vida tal y como son.

—Valores: la capacidad de elegir y articular los aspectos de tu vida que de verdad te importan.

—Acción comprometida: la capacidad de elegir actuar de acuerdo con tus valores y de regresar fácilmente a ellos cuando te encuentres yendo en una dirección diferente.

—El yo como contexto: la capacidad de verse a uno mismo como un escenario dinámico y evolutivo en el que se desarrolla la vida, en lugar de como un conjunto fijo de ideas sobre quién eres y quién podrías ser.

Digamos desde el principio que el orden elegido para desarrollar nuestro discurso no tiene nada de mágico. Contempla en cada una de las áreas de este proceso como si fueran las caras de una piedra preciosa: si miras a través de una, verás las otras cinco reflejadas en ella. Ninguno de los procesos es más importante que los demás. Cada uno funciona en tu vida de forma constante y continua, y cada uno desempeña un papel clave en tu experiencia de la ansiedad y de los demás aspectos de tu vida.

Podemos asegurarte que, a pesar de utilizar a veces un lenguaje técnico, la ACT no es especialmente complicada ni esotérica. Articula de forma nueva algunos conceptos que han estado asociados con la sabiduría y la felicidad durante mucho, mucho tiempo, y los vincula a ciertos principios que surgen del estudio científico de la conducta. En las páginas que siguen no vamos a dedicar mucho tiempo a discutir los fundamentos científicos de este material. Si eso te interesa, te recomendaremos otros recursos para obtener ese tipo de información en la parte final del libro, en la sección Recursos para estudios adicionales.

Por ahora, lo que queremos que sepas sobre la ACT es que propone, de manera muy clara y concreta, un medio para vivir una vida más enriquecedora, más plena y significativa. Dicho en otras palabras, el modelo del proceso ACT te ayudará a encontrar formas de:

— Mantenerte flexible y decididamente conectado al momento presente en lugar de dejarte arrastrar por el pasado inmutable o el futuro desconocido.

— Conservar la perspectiva de que tus pensamientos sobre el mundo son simples pensamientos, y tus historias sobre ti mismo y el mundo como simples historias.

— Aceptar con ecuanimidad y relativo buen humor todos los aspectos de tu vida, sean agradables o dolorosos, estén dentro o fuera de tu control.

— Ser libre para elegir y articular lo que quieres que sea tu vida.

— Comprometerte a hacer cosas, grandes y pequeñas, que configuren tu vida en torno a tus esperanzas, sueños y valores y, lo que quizá sea más importante, saber volver a esos mismos principios cuando te alejes de ellos.

— Reconocer tu vida como un lugar de grandes posibilidades, en vez de un conjunto de historias rígidamente definidas sobre quién eres y qué podrías llegar a ser.

NO PERDER DE VISTA EL PREMIO

Tus habilidades en estas seis áreas contribuyen colectivamente a la flexibilidad psicológica, un estado en el que disfrutas de una amplia gama de posibilidades de comportamiento y eres libre de tomar decisiones y actuar de forma coherente con lo que quieres que sea tu vida.

Si piensas en ello como si se tratase de flexibilidad física, tendrás la idea básica: si haces estiramientos, puedes aumentar los rangos de movimiento que tu cuerpo es capaz de realizar, permitiéndote hacer más cosas de las que podías hacer cuando eras menos flexible. Trabaja en ello y podrás llegar a tocar con tus manos los dedos de los pies, bailar el limbo e incluso hacer el espagat. Además, cuando surja algún problema físico, tendrás más facilidad para compensar, reequilibrarte y recuperarte. Al aumentar tu capacidad para funcionar en las seis áreas del proceso, te vuelves más ágil psicológicamente. Tu mayor flexibilidad te permitirá hacer más cosas que antes: pasar sin problema por un lugar lleno de gente, participar en actividades sociales, asumir riesgos, etcétera.

El concepto de flexibilidad psicológica puede parecerle obvio. Y si te parece extraño, no te preocupes. Lo verás más claro a medida que leas. La razón por la que hablamos de ello ahora es porque la flexibilidad psicológica es el objetivo explícito de la ACT. El objetivo no es reducir los síntomas. No es la superación de la ansiedad. No es hacerte sentir más feliz o mejor contigo mismo. Simple y claro: el objetivo de este trabajo es proporcionarte más espacio para vivir una vida significativa para ti. El objetivo no es liberarte de la ansiedad en el sentido de que los pensamientos y sentimientos dolorosos dejen de existir, sino de que dejen de poner límites a tu vida.

Todos nacemos, transcurre el tiempo y luego morimos. Los primeros y los últimos acontecimientos escapan en buena medida a nuestro control. Es en el medio donde podemos opinar. Es tu vida, tu única vida. ¿Cómo la vivirás? ¿Cómo puedes vivirla? Los poetas proponen un par de opciones.

No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo.

MARIO BENEDETTI, No te rindas

Porque ya las he conocido todas, las conozco todas:

he conocido las noches, las mañanas, las tardes,

he dosificado mi vida en cucharillas de café;

conozco las moribundas voces y sus formas de agonizar

tras la música de una habitación lejana.

T. S. ELIOT, La canción de amor de J. Alfred Prufrock

¿Qué eliges? ¿Una vida de embriaguez extrema, llena de grandes alegrías y grandes sufrimientos, o una vida medida en cucharadas de café, envuelta en especulaciones nerviosas, vivida con el telón de fondo de las conversaciones de los demás? Probablemente no sea difícil adivinar la respuesta a esta pregunta. Una pregunta mejor podría ser, ¿cuál puedes elegir?

Imagina tres escenarios, uno o varios de los cuales podrían resultarte familiares:

— Te gustaría ir a la fiesta, pero tienes miedo de que la gente te rechace o no te haga caso.

— Te gustaría formar una familia, pero no puedes evitar la sensación de que no serás un buen padre.

— Te gustaría destacar en tu profesión, pero siempre te cuesta cumplir los plazos y te preocupa que el fracaso y la desgracia te esperen en cada reunión.

¿Qué atrae tu atención en estas tres situaciones? ¿Es el miedo, la angustia, las dificultades y la preocupación? ¿O es la cordialidad de los amigos, el profundo amor de un padre por un hijo y la satisfacción y las recompensas de una carrera de éxito? ¿Preferirías trabajar duro para deshacerte de lo primero o abrazar lo segundo? O, mejor aún, ¿con qué propósito has invertido tus mayores esfuerzos en el pasado?

Si eres como la mayoría de las personas, con un historial de problemas de ansiedad, tu respuesta a la última pregunta es inequívoca: has trabajado muy, muy duro para deshacerte de los sentimientos de preocupación, miedo, incertidumbre y vergüenza. Y tal vez hayas hecho este trabajo porque parecía como si necesitaras eliminar estos obstáculos antes de poder ir tras las cosas que querías en tu vida. Pero, ¿y si no tuvieras que hacerlo?

Imagina los escenarios anteriores, pero con un enfoque ligeramente distinto:

— Vas a una fiesta temiendo que la gente te rechace o no te haga caso, y descubres que, de algún modo, eres lo bastante mayor para soportar el miedo con facilidad.

— Creas una familia sintiendo que tal vez no serás un buen padre, y descubres que los momentos más tiernos con tus hijos no se ven mermados en lo más mínimo por sentimientos de inadecuación.

— Destacas en tu profesión, al tiempo que luchas por cumplir los plazos y tienes la sensación de que el fracaso y la desgracia te esperan en cada reunión, pero cuando empiezas a hablar de tus dificultades y sentimientos, descubres que tanto los colegas de más éxito como los de menos sienten prácticamente lo mismo que tú.

Una gran diferencia, ¿verdad? En el segundo caso no todo son vino y rosas. Duele. Da miedo. Al final del día, has sufrido mucho, pero también has disfrutado de la compañía de tus amigos, de la emoción de ver crecer a tus hijos y de los elogios (y remuneraciones) que conlleva un trabajo productivo.

La diferencia entre la primera y la segunda hipótesis radica en tu capacidad para doblarte, estirarte y extenderte en la dirección que deseas, incluso cuando esa dirección parece estar plagada de peligros. En otras palabras, la diferencia entre las dos es el grado de flexibilidad psicológica que muestras al vivir tu vida. Aumentar esa flexibilidad al servicio de lo que valoras es el único objetivo de este libro.

No ocurrirá fácilmente ni de la noche a la mañana. Toda una vida perdiéndose fiestas, preocupándote por el futuro y sentándote en silencio en las reuniones no suele deshacerse sin más leyendo algo ni sabiendo algo más. Sin embargo, saber puede ser el paso previo a hacer. Si algo de lo que hemos escrito aquí te da un poco de espacio para moverte, puede ayudarte a empezar a contonearte. El contoneo puede llevar al estiramiento, el estiramiento al paso, el paso a la zancada... y cuando puedas dar zancadas en la dirección que elijas, serás libre.

La ACT no puede protegerte de las cosas que pueden ir mal en tu vida. No puede protegerte de la decepción, el rechazo o la pérdida. Pero puede ayudarte a abrirte a la riqueza de la experiencia y a conectar con un sentido de propósito y dirección que, hasta ahora, podría haber estado oculto por tu lucha contra la ansiedad. Puede mostrarte cómo encontrar el espacio que necesitas para vivir tu vida de una forma significativa, incluso mientras sigues, como siempre, suelto por el mundo con tu inestimable potencial tanto para el dolor como para la alegría.

QUIÉNES SOMOS

Es una larga historia. Kelly siguió un tortuoso camino por la vida hasta convertirse en analista del comportamiento, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Mississippi, terapeuta y uno de los principales contribuyentes al desarrollo y popularidad de la ACT como enfoque clínico en todo el mundo. Además de escribir y enseñar, tiene una apretada agenda de presentaciones, formaciones y talleres en Estados Unidos y en todo el mundo. Tiene una notable afición por el café, los sombreros, las guitarras y nadar en el mar, especialmente con su mujer y sus hijas.

Troy es escritor y generalista convencido. Es coautor del libro Coping with OCD (Cómo afrontar el TOC) en 2007 con el psicólogo y experto en TOC Bruce Hyman. Actualmente reparte su tiempo entre la bahía de San Francisco y Austin, Texas, con su mujer y sus dos mimados perros carlinos.

Por circunstancias peculiares y una suerte inusual, Troy asistió por casualidad a uno de los talleres de ACT de Kelly en Houston, Texas, en 2006 (ahora que piensa en ello, recuerda que fue al taller de Kelly porque el taller dirigido por el mentor de Kelly, Steve Hayes, estaba lleno). Este encuentro desembocó finalmente en su colaboración en Mindfulness for Two (Mindfulness para dos), un libro para profesionales que ofrece un enfoque basado en la ACT para el fomento de la atención plena en psicoterapia. Ese libro está escrito con la voz de Kelly. Sin embargo, al escribir Las cosas podrían ir terriblemente mal, nos resultó un poco más difícil separar nuestras voces. Mientras lees, asume que el «nosotros» mencionado se refiere a ambos. Aunque Troy era el ansioso vendedor de vinos del que hablamos al empezar este capítulo, en este libro compartimos una voz común, y nuestra principal preocupación eres tú y tu experiencia con la ansiedad.

QUIÉN ERES

El tiempo y el espacio no están de nuestra parte cuando se trata de conocerte a ti, lector. Llegas a este texto desde un lugar y un tiempo que solo podemos imaginar. Tenemos que hacer algunas conjeturas para averiguar algo sobre ti, pero creemos que hacerlo tiene su valor. Al menos, nuestros esfuerzos pueden ayudarte a saber en qué te estás metiendo al leer este libro.