Augusto José

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AUGUSTO JOSÉ es un Autor laico de la Provincia de Tucumán, nacido en el año 1975. Durante diecinueve años perteneció a la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción, cuyo carisma es la atención de los enfermos y la educación de la juventud huérfana, abandonada y necesitada de asistencia. Realizó en la Provincia de Córdoba los estudios propios de la formación religiosa, el Profesorado para la Enseñanza Primaria y el Seminario de Catequesis, dedicándose al ámbito de la educación, a la formación de jóvenes aspirantes a la vida consagrada y como misionero en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Desde muy joven se dedicó a la escritura, carisma muy ligado a su vida consagrada, convirtiéndose con los años en un instrumento de la misericordia de Dios, cuyo objetivo primordial es compartir acerca de su experiencia personal de encuentro con su amor y bondad. Su escritura, que abarca la narrativa y la poesía, viene fundamentada en la meditación de la Palabra de Dios, enriquecida en el Magisterio del Santo Padre y en la vida de los santos, constituyendo una catequesis testimonial, orientada también a la formación cristiana y a mantener encendida la fe y la esperanza, en el amor de Cristo Jesús, el Señor. Augusto José vive actualmente, en el ámbito de la vida laical, una vida contemplativa simple, de oración y silencio, teniendo como parte esencial de su carisma el anuncio del Evangelio a través del don de la escritura, publicando y compartiendo reflexiones breves de vida cristiana. El año pasado, de manos de EDITORIAL GUADALUPE, publicó su libro "El hombre que vivía en las montañas", que busca integrar el mensaje de Papa Francisco de su encíclica "Laudato si'" –sobre el cuidado de nuestra Casa común– con su vocación contemplativa, integración de la cual brota un vivo y gozoso testimonio de fe, que se fundamenta en el don de la vocación recibida; y encender en los lectores el deseo de cultivar una mirada delicada sobre las realidades que nos constituyen, pudiendo descubrir la mano providente de Dios que nos guía en el viaje de la vida hacia su encuentro, contemplarlo en la belleza de la Naturaleza y alabarlo por el don inefable de su Creación, de la que formamos parte esencial, no sólo como creaturas, sino como hijos del Padre, en Cristo Jesús, en quien somos hermanos.+