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Friedrich Nietzsche (Rocken, 1844-Weimar, 1900) goza de un prestigio inusual, sólo comparable al alcanzado por Karl Marx y Sigmund Freud, los otros dos maestros de la sospecha, al decir del hermeneuta Paul Ricoeur. Pocos calificativos convienen mejor a su figura que el de filósofo trágico, en la medida que también lo fueron Epicuro, Lucrecio y Montaigne: un filósofo prendado de la vida, pero atrapado desde muy pronto en las redes del lenguaje, lo que le predispuso al rechazo del discurso tradicional, el lenguaje del todo, en favor del discurso fragmentado, el lenguaje de las partes. El autor de 'Así habló Zaratustra' no pretende exponer una visión global o un pensamiento unitario, sino que se limita a introducir una mirada discontinua, respetuosa con el mundo de la vida, en un medio cultural devaluado por los discursos establecidos. Ésta es, a fin de cuentas, la moral nietzscheana del lenguaje, sobre la que se sustenta el ambicioso proyecto filosófico que llevó a cabo, dirigido por una conciencia lingüística extrema, y destinado a relatar la expansión del nihilismo en las sociedades occidentales. Algo de todo ello encontrará el lector en esta selección de sus pensamientos, debida al buen hacer de Luis B. Pietrafesa; en esta selección de textos concebidos, trabajados y ejecutados conforme a la escritura aforística moderna de estricta orientación filosófica.
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Veröffentlichungsjahr: 2013
AFORISMOS
Friedrich Nietzsche
FRIEDRICH Nietzsche
AFORISMOS
Selección, notas y crónicas por
Luis B. Pietrafesa
Prólogo de
Manuel Neila
ColecciónA LA MÍNIMA
Serie Mayor
1
Director:
Manuel Neila
Diseño de cubierta:Equipo Renacimiento
1ª edición:Editorial Comares y Editorial Renacimiento, 1999
2ª edición:Editorial Renacimiento, 2013
© Edición: Luis B. Pietrafesa
© Prólogo: Manuel Neila Lumeras © 2013. Editorial Renacimiento
ISBN: 978-84-16981-62-5
Impreso en España Printed in Spain
PRÓLOGO
NIETZSCHE Y LA MORAL DEL LENGUAJE
Durante la segunda mitad del siglo pasado, la figura de Friedrich Nietzsche obtuvo un reconocimiento inusual, sólo alcanzado por Karl Marx y Sigmund Freud, los otros dos «maestros de la sospecha», al decir de Paul Ricoeur. La imagen del filósofo había sufrido tras su muerte una deformación interesada desde el punto de vista político, debido a la intervención de Elisabeth Förster-Nietzsche, cuando menos desafortunada, en la publicación de los escritos inéditos y la correspondencia de su hermano. La edición que Karl Schlechta presentó en 1956 contribuyó a restablecer la verdadera imagen nietzscheana, en contra de las dudas manifestadas por Kaufmann al respecto, mediante la inclusión de numerosos escritos inéditos de innegable interés y la denuncia de las insensatas falsificaciones perpetradas por la hermana del filósofo.
El proceso de actualización del pensamiento nietzscheano se forjó en Francia, durante los bulliciosos años sesenta, gracias a la publicación de libros como Nietzsche y la filosofía, de Deleuze, Sobre Nietzsche, de Bataille o Nietzsche y el círculo vicioso, de Klossowski, entre otros. Y se orientó hacia la filosofía trágica con Rosset y Colli, hacia la conciencia lingüística con Barthes y Foucault, y hacia el nihilismo extremo con Derrida y Blanchot. Esta nueva lectura del pensador inquietante y subversivo que fue Nietzsche se consolidaría finalmente con la edición crítica más completa de Giorgio Colli y Mazzino Montinari, con edición paralela de la correspondencia. De modo y manera que Nietzsche ha terminado por ser el paradigma moderno del filósofo trágico, poseedor de una conciencia lingüística extrema, y empeñado en relatar la irrupción del nihilismo en las sociedades occidentales, como intento poner de manifiesto en estas páginas, sin ínfulas filosóficas y al margen de intereses encomiásticos.
Nietzsche acuñó la expresión «filosofía trágica», en virtud de la común ascendencia dionisíaca de la filosofía y la tragedia. «En este sentido –anota en Ecce homo– tengo derecho a considerarme el primer filósofo trágico, es decir, la máxima antítesis y el máximo antípoda de un filósofo pesimista». Y continúa con lo que puede considerarse la definición más adecuada de la filosofía trágica: «Antes de mí no existe esta transposición de lo dionisiaco a un pathos filosófico: falta la sabiduría trágica»1. Ahora bien, ¿en qué consiste esa transposición de lo dionisíaco al pathos filosófico? La sabiduría trágica consiste, hoy lo sabemos, en la afirmación de lo real y la crítica de los ídolos, como decía Nietzsche, o en la aprobación de lo real y la crítica del doble, como dice Clément Rosset, el único heredero reconocido de Nietzsche2.
La filosofía trágica, en el sentido que Rosset ha dado al término, aparece como protesta frente a la indiferencia de lo real y ante la angustia de la muerte. A diferencia de las filosofías no trágicas, renuncia a cualquier tipo de consuelo metafísico o moral, a los remedios imaginarios proporcionados por la filosofía o la ética, e incluso a la salida ascética, al consuelo del pesimismo. La transposición de la alegría dionisíaca al pathos filosófico, o lo que es lo mismo, la gaya ciencia, supone de manera paradójica la imposibilidad del conocimiento, y consecuentemente una saludable incredulidad, como ponen de manifiesto los pensadores trágicos de todos los tiempos. Lucrecio sustentó su De rerum natura en la posibilidad de la alegría y el encanto de la existencia; Montaigne declaró en sus Ensayos una firme profesión de fe en la felicidad y en el simple amor a la vida; Nietzsche, por su parte, no deja de manifestar su alegría de vivir y su afirmación dionisiaca del mundo de la vida a lo largo de su trayectoria creadora.
El pensamiento trágico consiste, en primer lugar, en la aprobación de lo real (afirmación de lo real, en términos de Nietzsche), con conocimiento de causa, es decir, con conocimiento del carácter único, insignificante, azaroso y cruel de cuanto existe. Podría definirse, a grandes rasgos, en términos de materialismo, escepticismo y pesimismo, siempre que los consideremos rasgos necesarios para la filosofía trágica, pero no suficientes. Dice Clément Rosset al respecto: «La aprobación incondicional es, en efecto, la condición necesaria de las filosofías que hemos dando en llamar trágicas y el signo que permite reconocerlas inmediatamente –una vez más si entendemos por “filosofías trágicas” pensamientos como, por ejemplo, los de Montaigne, Lucrecio, Nietzsche–»3. Ese será, en efecto, el criterio de demarcación de las filosofías trágicas.
El segundo rasgo del pensamiento trágico es la crítica del doble (crítica de los ídolos, en términos de Nietzsche), constituida igualmente por el materialismo, el escepticismo y el pesimismo, entendidos en el sentido mencionado. La intolerancia afectiva frente a la crueldad de lo real conduce de manera inevitable a la sustitución de la realidad por los productos derivados del pensamiento, el deseo, la ilusión o la naturaleza. La crítica trágica no se propone, pues, la negación de lo real, sino todo lo contrario, reducir al absurdo, mediante la risa o la piedad, la irrealidad de los distintos saberes sustitutivos, así como su ineficacia frente a la emergencia de lo real. De ahí que Nietzsche no pretenda «exponer», en modo alguno, una visión total o un saber absoluto; sino que se limita a amar y conocer la condición trágica de la existencia, en función de lo cual introduce una mirada discontinua, respetuosa con lo real, en un mundo devaluado por los discursos instituidos, socializados, «doxologizados».
Nietzsche no tardó mucho en darse cuenta de que el pensamiento, y por ende, la interpretación de la realidad, es al fin y al cabo cuestión de palabras, con lo que abrió el discurso filosófico a la nueva problemática del lenguaje. En su conferencia inaugural pronunciada en la Universidad de Basilea anticipó lo que iba a ser el motivo central de su pensamiento, rectificando una frase de Séneca de esta forma: philosophia facta est quae philologia fuit, o dicho de otra manera, «se hizo filosofía lo que fue filología». La conciencia del lenguaje se convertía así, como puso de relieve José María Valverde en su excelente ensayo Nietzsche, de filólogo a Anticristo, «en el punto de partida de su reflexión sobre la metafísica, la moral y, hasta cierto punto, la religión»4.
Con antelación al autor de Así habló Zaratustra, el pensamiento había adquirido conciencia de su naturaleza lingüística con algunos románticos alemanes, como Hamann, Herder, Humboldt, Schlegel, Novalis, etcétera… Hamann, el mago del norte, escribía a Herder, allá por 1784: «Aunque fuera tan elocuente como Demóstenes, no podría sino repetir tres veces como una palabra única: razón es lenguaje, logos. Tal es el hueso que roo y que roeré hasta mi muerte. Profundidad que siempre permanece oscura para mí, y todavía espero al ángel del Apocalipsis que consienta en traerme la clave de semejante abismo»5. Y Novalis asevera en su celebrado «Monólogo»: «Con el lenguaje sucede lo mismo: todo aquel que es sensible a su aplicación, a su medida, a su espíritu musical, todo aquel que percibe en sí mismo los sutiles efectos de su naturaleza interna, y mueve en consecuencia su lengua o sus manos, será un profeta»6.
Pero fue Nietzsche –que se había formado en la escuela de Pforta, como Schlegel y Novalis– quien hizo de esa conciencia lingüística una moral del lenguaje. En uno de sus primeros cursos de Basilea, advirtió: «El que encuentra interesante el lenguaje se distingue de quien sólo lo toma como medio para pensamientos interesantes»7. En su curso sobre gramática latina (1869-1870), empezó por plantearse el origen del lenguaje, y concluyó afirmando la naturaleza lingüística del pensamiento: «Todo pensamiento consciente no es posible más que con la ayuda del lenguaje». Más adelante, en el llamado «Curso de Retórica» (1872-1873), reflexionó sobre el carácter esencialmente retórico del lenguaje humano: «Este es el primer punto de vista: El lenguaje es retórica, pues sólo quiere transmitir una doxa (opinión), no una episteme (conocimiento)».
Todas estas ideas aparecerían sintetizadas en un texto esencial de 1873, «Introducción teorética sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral», accesible hoy en El libro del filósofo, donde se recogen los estudios inéditos correspondientes a los años 1872-18758. El autor parte de la precariedad del intelecto humano, del que destaca su deseo de supervivencia, que le induce a la simulación, y su necesidad de convivencia, que le aboca a buscar la verdad. La palabras son, a su entender, signos convencionales, y las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han desgastado y han quedado sin fuerza sensorial; monedas que han perdido su imagen y ahora se toman en cuenta como metal, ya no como monedas. Ese mismo año vuelve a aparecer el tema lingüístico en alguno de los pasajes del escrito abandonado «La filosofía en la época trágica de los griegos».
Con posterioridad a esa fecha, la conciencia del lenguaje como forma de la vida mental sólo aparecerá en pasajes sueltos de sus libros, unas veces para insistir en el poder coercitivo del lenguaje, otras veces para incidir en el fetichismo del mismo. Así podemos leer: «¡Las palabras nos estorban en el camino! Dondequiera que los hombres primitivos establecieron una palabra, creyeron haber hecho un descubrimiento. ¡De qué modo tan diverso ocurría en verdad! –habían tocado un problema y, en la medida en que se les antojó haberlo resuelto, habían creado un estorbo para su solución–. Ahora, en cada conocer se debe tropezar con palabras eternizadas, duras como piedras, y uno se rompe una pierna antes que una palabra»9. Y también: «Por su génesis el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimos conciencia de los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón…»10.
A pesar de todo, a pesar de los límites y de las servidumbres del lenguaje, Nietzsche no renuncia al mismo. En los papeles póstumos con que se compuso La voluntad de poder, anota: «Tenemos que dejar de pensar si nos negamos a hacerlo en la cárcel del lenguaje; pues no podemos ir más allá de la duda que pregunta si el límite que vemos es realmente el límite» (verano 1886-otoño 1887). Y cuando usa el lenguaje de los «moralistas populares» y de los «hombres sagrados», lo hace tan animado como divertido, con un placer de artista, cercano a la ironía, «porque aquí constantemente se retraduce la forma más refinada del pensamiento moderno al lenguaje de la ingenuidad –esto es, con un secreto triunfo sobre la dificultad dominada y la aparente imposibilidad de una empresa tal» (verano 86-87). Algunos escritores pensaron que podían exorcizar el lenguaje tradicional, la escritura sagrada, dislocándola y, en casos extremos, renunciando a ella. Nietzsche encontró otra salida: la liberación de un estado nuevo del lenguaje; es decir, la escritura fragmentaria.
En la obra filosófica de Nietzsche podemos distinguir así varios estilos, hablas o escrituras. José María Valverde pone de manifiesto la existencia de estilos diferentes: en particular, el estilo poético de Zaratustra y el estilo fragmentario de los libros aforísticos que le preceden y le siguen. Blanchot señala la diferencia entre dos hablas: una que pertenece al discurso filosófico, integral, sistemático; y otra que corresponde al discurso fragmentado, plural, discontinuo. En definitiva, el lector actual de Nietzsche puede encontrarse con tres tipos de escritura: la discursiva o sistemática, la poética o literaria y la aforística o fragmentaria. Pero vayamos por partes.
El estilo de sus primeros libros es tributario del discurso filosófico tradicional, cuyos mecanismos expresivos había aprendido en Kant y Hegel; así sucede con El nacimiento de la tragedia (1872) y Consideraciones intempestivas (1873-1875). Tras el descubrimiento del estilo aforístico, al que aludimos más adelante, regresa al discurso tradicional en obras como La genealogía de la moral (1887) y El caso Wagner (1888). También responden al discurso filosófico sistemático las obras póstumas El Anticristo (1889) y Ecce homo (1889). La escritura de Así habló Zaratustra (1883-1884) se acerca más a la dicción de los poemas escritos a lo largo de su vida intelectual, que a la de sus libros discursivos, e incluso a la de sus textos fragmentados. El propio autor escribe en Ecce homo: «Suponiendo que yo hubiera bautizado mi Zaratustra con un nombre ajeno…, la perspectiva de los milenios no habría bastado para adivinar que el autor de Humano, demasiado humano es el visionario de Zaratustra»11.
Con anterioridad a la redacción de Así habló Zaratustra, Nietzsche había descubierto y practicado la escritura fragmentaria en libros como el señalado Humano, demasiado humano (1878-1880), Aurora (1881), La gaya ciencia (1881-1882). Y posteriormente consentiría con esa modalidad expresiva en títulos como Más allá del bien y del mal (1886), y Crepúsculo de los ídolos (1889). Pero donde mayor eficacia alcanza su escritura discontinua es en los escritos inéditos o póstumos, ese inmenso conjunto de materiales de donde se extrajeron, con distinta intención y con diferente criterio, La voluntad de poder y últimamente El libro del filósofo.
Es comprensible que algunos críticos le hayan considerado, si no el primero, sí el máximo creador del aforismo moderno, en el sentido actual del término, hasta nuestros días. El mismo filósofo, anticipándose al juicio de la posteridad, se consideró, ante todo y sobre todo, un aforista. En uno de los fragmentos de Crepúsculo de los ídolos, afirma con rotundidad: «El aforismo, la sentencia, en los que soy el primer maestro entre alemanes, son formas de la “eternidad”». Y concluye con un tópico de la escritura aforística clásica: «Es mi ambición decir en diez frases lo que todos los demás dicen en un libro, lo que todos los demás –no dicen en un libro»12. Nietzsche no ignora las enormes dificultades de esta elección. En Más allá del bien y del mal, se refiere particularmente a ellas, pues la forma aforística precisa de un «arte de la interpretación», que comienza una vez terminada la lectura, y de una facultad olvidada en sus días: la «facultad de rumiar», que exigiría la naturaleza de una vaca13.
El autor de Zaratustra conocía las máximas de los moralistas neoclásicos, con los que habían aprendido a amar la literatura francesa. También frecuentaba los escritos fragmentados de los románticos alemanes; había leído con gran entusiasmo tanto a Herder como a Schlegel; se interesó vivamente por los aforismos de Lichtenberg y de Klinger, que dio el nombre al movimiento del Sturm und drang con el drama del mismo nombre y cuyas Consideraciones y pensamientos le han proporcionado un lugar en la historia del aforismo en lengua alemana. Por eso, cuando su concepción trágica de la existencia humana le indujo a poner en cuestión los sistemas de representaciones simbólicas con los que se intenta devaluar la realidad, incluido el discurso filosófico tradicional en que hubo de formarse, Nietzsche se mostró especialmente preocupado por el compromiso de la forma y por la moral del lenguaje; lo que le supuso finalmente el rechazo del discurso tradicional, en favor del discurso fragmentario.
La obra aparentemente dispersa de Nietzsche responde a una forma, a un modo, a una práctica de escritura. Esa dispersión supone un sistema de pensamiento unitario, por lo que puede prestarse a una interpretación de conjunto. Pero lo verdaderamente significativo no es ese sistema virtual, sino la manera en que la escritura nietzscheana, en cualquiera de sus modalidades, discursiva, poética o fragmentada, se relaciona con el discurso tradicional, sistemático, unitario de la filosofía14. Cuando hablamos de los Fragmentos de Heráclito, nos referimos a los restos de un discurso perdido; cada resto o fragmentum remite a la totalidad virtual de ese texto ausente. Cuando hablamos de los Pensamientos de Pascal, aludimos a las notas destinadas a la composición de una obra cerrada (Apología de la religión cristiana), que por algún motivo el autor no concluye. Los fragmentos y aforismos de Nietzsche son, por el contrario, textos expresamente concebidos, trabajados y ejecutados como entidades autónomas, conforme a la estética moderna de la escritura aforística de estricta orientación filosófica.
Si hubiera que presentar a Friedrich Nietzsche de manera convincente, y ese ha sido el único motivo de esta breve introducción, pocos calificativos convendrían mejor a su figura que el de filósofo trágico, en la medida que también lo fueron Epicuro, Lucrecio y Montaigne. Un filósofo prendado de la vida, pero atrapado desde muy pronto en las redes del lenguaje, lo que le predispuso al rechazo del discurso tradicional, el lenguaje del todo, en favor del discurso fragmentado, el lenguaje de las partes. Nietzsche no pretendió «exponer» una visión global o un pensamiento unitario, sino que se limitó a introducir una mirada discontinua, respetuosa con el mundo de la vida, en un medio devaluado por los discursos establecidos. Esta es, a fin de cuentas, la moral del lenguaje sobre la que se sustenta su ambicioso proyecto filosófico: «Lo que voy a relatar es la historia de los dos próximos siglos. Describo lo que viene, lo que no tiene más remedio que venir: el advenimiento del nihilismo» (La voluntad de poder, III, 1, 25). Pero esa es otra historia.
Manuel Neila
1. Ecce homo, traducción de Andrés Sánchez Pascual. Madrid, Alianza Editorial, 1970, pág. 70.
2. Cf. Hierro, Rafael del, El saber trágico. De Nietzsche a Rosset. Madrid, Ediciones del Laberinto, 2001.
3. Clément Rosset, Lógica de lo peor. Elementos para una filosofía trágica. Barcelona, Barral Editores, 1976, pág. 54.
4. José María Valverde, Nietzsche, de filólogo a Anticristo, Barcelona, Editorial Planeta, 1993, pág. 25.
5. Cfr. Maurice Blanchot, «L’Athenaeum», en L’entretien infini. Paris, Éditions Gallimard, 1969, pág. 523.
6. Cito por la traducción de Antoni Marí, El entusiasmo y la quietud. Barcelona, Tusquets, 1978, pág. 146.
7. Cfr. José María Valverde, op. cit., pág. 29.
8. Véase Friedrich Nietzsche, El libro del filósofo. Madrid, Taurus Ediciones, 1974, págs. 85-108.
9. Aurora, 1, 47. Cito por la traducción parcial que propone José María Valverde, op. cit., pág. 43.
10. Crepúsculo de los ídolos, «La “razón” en la filosofía», 5. Cito por la edición de Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza Editorial, 1973, págs. 48-49.
11. Ecce homo, op. cit, pág. 45.
12. Crepúsculo de los ídolos, op. cit., pág. 128.
13. Véase en esta edición el término Aforismo, págs. 16-17.
14. Sobre la relación de Nietzsche con la escritura fragmentada consúltese el estudio ya clásico de Maurice Blanchot, «Réflexions sur le nihilisme», en op. cit., págs. 201-255.
«Estos son mis juicios: y por el hecho de
estamparlos, no concedo a nadie el derecho
de enunciarlos como suyos: por lo menos los
considero como «bienes públicos comunes» y
daré palmetazos al que los entienda mal.»
Friedrich Nietzsche,Ecce homo
PALABRAS PRELIMINARES
Laobra de Friedrich Nietzsche, como él mismo ha dicho, no es fácil de ser leída; esta selección de sus pensamientos tiende por lo tanto a una exposición coordinada de su pensar.
Se han dividido los aforismos por temas, compaginándolos luego de modo que pueda alcanzarse la idea que es la parte vital de sus escritos y la esencia de toda la vida de Nietzsche. Algunos de estos pensamientos, los cita a veces él con idénticas palabras en varios de sus libros, otros los sostiene o insinúa en todos ellos, pero manteniendo constantemente su designio; y hasta sus contradicciones, lo que son en base a esa idea que modifica en algunas ocasiones pero que apoya continuamente.
De intento no se han extractado los aforismos que pudieran estar en aquellos escritos que en su momento el mismo Nietzsche calificó de panfletos: diatribas contra David Strauss y contra Richard Wagner fueron fruto de su juventud el uno, y de su madurez el otro, pero en ellos fluctúan sus pasiones humanas y nuestro propósito es presentar a Nietzsche, no como Nietzsche hombre, sino como Nietzsche superhombre. Se puede o no estar de acuerdo con él, pero Nietzsche es demasiado grande para señalarle lo que no está en relación con su estatura, y debe pasarse por alto lo que no concuerda con nuestro actual modo de ver y pensar.
Subrayamos su no cristianismo, precisamente para que surja a través de sus escritos, su pensamiento, uno de los más próximos con el sentir de Jesús. Practicaba, como Cristo, su amor a los hombres, pero no podía estar jamás de acuerdo con la tartufería de los continuadores de Aquel. Cristo, sabiendo que en la tierra imperaría eternamente el dolor, le prometió al hombre el Cielo; Nietzsche aspiraba a que se triunfase en ella a pesar del dolor y por el dolor; quería que la tierra fuese un cielo; sintiéndose dios quiso que el hombre, transformándose en superhombre, se convirtiese en su propio dios, en Dios, es decir hacer de cada hombre un Jesús.
Perseguía el ideal de un mundo mejor, con una moral nueva para un hombre excelso.
La tierra de los superhombres es una utopía, pero esos sueños forman la religión de los que no tienen religión.
Nietzsche idealizó sus ideales y su desazón resulta de la certeza de que ellos serían irrealizables.
Luis B. Pietrafesa
AFORISMOS1
AL LECTOR
Quienquiera que tú seas, amado extranjero, que por primera vez encuentro, entrégate al encanto de esta hora y del silencio que nos rodea por todas partes, y deja que te refiera un pensamiento que se eleva ante mí y que quisiera arrojar su luz sobre ti como sobre cualquier otro, igual que una estrella, porque esta es la misión de las estrellas. [El eterno retorno,pág. 102]
ABNEGACIÓN
… el que practica el desinterés, la abnegación, el sacrificio; esta voluptuosidad es de la misma esencia que la crueldad… la mala conciencia, la voluntad de torturarse a sí mismo dan únicamente la condición primera para fijar el valor del desinterés. [Más allá del bien y del mal,pág. 315]
Citado también en: Conciencia (mala), Desinterés y Sacrificio.
ABOLENGO
… triunfo de la cultura sobre el orgullo del abolengo. [Humano, demasiado humano,pág. 162]
Citado también en: Alcurnia, Apellido, Genealogía, Linaje y Nobleza.
Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin. [Así habló Zaratustra,pág. 184]
Citado también en: Alcurnia, Apellido, Genealogía, Linaje, Nacimiento y Nobleza.
Se puede estar orgulloso con justo título de una línea ininterrumpida de padres e hijos, de «buenos» abuelos, pero no de la ascendencia en sí, pues cada uno la tiene igualmente. La descendencia de buenos abuelos es lo que constituye la nobleza de nacimiento; una sola solución de continuidad en esta cadena, un solo antepasado malo, suprime esta nobleza. Al que habla de su nobleza, le debemos preguntar: ¿No tienes entre tus antepasados ningún hombre violento, ávido, extravagante, malo, cruel? [Humano, demasiado humano,pág. 243]
Citado también en: Alcurnia, Apellido, Genealogía, Linaje, Nacimiento y Nobleza.
En los hijos de los grandes genios estalla la locura; en los de los grandes virtuosos, la idiotez observa Aristóteles. ¿Quería de este modo invitar a los hombres excepcionales al matrimonio? [Aurora,pág. 176]
Citado también en: Alcurnia, Apellido, Genealogía, Linaje, Matrimonio, Nacimiento y Nobleza.
ABURRIMIENTO
Ahuyentar el aburrimiento de cualquier manera: esto es vulgar, como el trabajo sin placer es vulgar. [El eterno retorno,pág. 85]
Citado también en: Trabajo.
Muchas personas, sobre todo algunas mujeres, no sienten el aburrimiento, porque jamás han sabido trabajar regularmente. [Humano, demasiado humano,pág. 219]
El proverbio «El magiar es demasiado perezoso para aburrirse», da mucho en qué pensar. Únicamente lo animales mejor organizados y más activos son los que pueden aburrirse. ¡Qué gran asunto para un poeta: el aburrimiento de Dios el séptimo día de la creación! [Humano, demasiado humano,pág. 492]
Citado también en: Dios.
ACADEMIA
En todas las instituciones donde no penetra el aire de la plaza pública crece, como un hongo, una corrupción inocente (por ejemplo, en las corporaciones de sabios y en las academias). [Humano, demasiado humano,pág. 247]
ACCIONES
El hombre hace meritoria una acción; pero, ¿cómo podrá una acción hacer meritorio a un hombre? [Así habló Zaratustra,pág. 305]
Citado también en: Hombre y Humanidad.
¿Quién estimaría el valor de una cerilla porque destruyese por casualidad una población entera? [Tratados filosóficos,pág. 231]
Citado también en; Engreimiento, Importancia e Insignificancia.
ADMIRACIÓN
Hay una inocencia en la admiración. Y es la del hombre que no contempla la posibilidad de que también él podrá ser admirado algún día. [Más allá del bien y del mal,pág. 84]
Hay que ser capaz de admirar con violencia y penetrar con amor en el corazón de muchas cosas; de lo contrario, no se es apto para la filosofía. [Ecce homo,pág. 91]
Citado también en: Filosofía.
El silencio en que caemos ante lo bello es un profundo esperar, un querer oír las más finas y lejanas tonalidades; nos conducimos como una persona que fuera todo oídos y ojos; la belleza tiene algo que decirnos, por eso guardamos silencio y no pensamos en lo que en otra ocasión pensaríamos. Por consiguiente, nuestro silencio, nuestra expectación, nuestra paciencia, es una preparación y nada más. Esto es lo que sucede en toda «contemplación». [Ecce homo,pág. 13]
Citado también en: Belleza y Contemplación.
Al admirar demasiado las virtudes ajenas se puede perder el sentido de las propias, y no ejerciéndolas, olvidarlas completamente, sin poder remplazarlas por las ajenas. [Humano, demasiado humano,pág. 447]
Citado también en: Modestia.
La admiración de una cualidad o de un arte puede ser tan violenta, que nos impida aspirar a la posesión de estas dos cosas. [Humano, demasiado humano,pág. 450]
Los Partidarios de un gran hombre tienen la costumbre de cegarse para cantar mejor sus alabanzas. [Humano, demasiado humano,pág. 454]
Citado también en: Elogio.
AFECTO
Nuestras pasiones son la vegetación que cubre la roca desnuda de los hechos. [Tratados filosóficos,pág. 42]
Citado también en: Pasión.
El aspecto del mundo sólo nos es soportable cuando le vemos a través del humo del fuego de pasiones agradables, unas veces oculto como un objeto de adivinación, otras empequeñecido y abreviado, otras indistinto, pero siempre ennoblecido. Sin nuestros afectos, el mundo es número y línea, ley y absurdo; en todo caso la paradoja más repulsiva y pretenciosa. [Tratados filosóficos,pág. 41]
Citado también en: Mundo.
AFORISMO
… la forma aforística de mis escritos ofrece una cierta dificultad; pero procede de que hoy no se toma esta forma en serio. Un aforismo cuya forja y cuño son lo que deben ser no está aún descifrado porque se le haya leído; muy lejos de eso, pues la «interpretación» entonces es cuando comienza, y hay un arte de la interpretación. Es verdad que, para elevar así la lectura a la altura de un arte, es preciso poseer ante todo, una facultad que es la que precisamente está hoy olvidada –por eso pasará mucho tiempo antes de que mis escritos sean legibles–, de una facultad que exigiría casi la naturaleza de una vaca, y «no» en todos los casos, la de un «hombre moderno»: me refiero a la facultad de «rumiar». [Más allá del bien y del mal,pág. 245]
Citado también en: Lector.
… El aforismo, la sentencia en que yo soy maestro y el primero entre los alemanes, son las formas de la «eternidad»; mi ambición es la de decir en diez frases lo que otro dice en un libro, lo que ningún otro dice en un libro… [El ocaso de lo ídolos, pág. 294]
AGRADECIMIENTO
Muchos favores no inspiran gratitud, sino deseos de venganza, y cuando no se olvida un pequeño favor, este acaba por convertirse en roedor gusano. [Así habló Zaratustra,pág. 73]
Citado también en: Favores y Venganza.
El que da algo grande no encuentra reconocimiento, pues el donatario, sólo por recibir la gracia, tiene ya una pesada carga que sobrellevar. [Humano, demasiado humano,pág. 199]
Citado también en: Dar.
Un alma delicada se siente molesta al saber que hay que darle las gracias; un alma grosera, al saber que tiene que darlas. [Humano, demasiado humano,pág. 200]
Un alma noble se sentirá obligada al reconocimiento y no evitará ansiosamente las ocasiones de obligarse; igualmente encontrará gusto en sus expresiones de reconocimiento; mientras que las almas bajas se guardan de toda obligación, o luego, en la expresión de su reconocimiento, son exageradas y demasiado oficiosas. [Humano, demasiado humano,pág. 208]
ALBEDRÍO
Lo que se llama «libre albedrío» es esencialmente la conciencia de la superioridad frente al que debe obedecer. [Más allá del bien y del mal,pág. 24]
ALCURNIA
… triunfo de la cultura sobre el orgullo del abolengo. [Humano, demasiado humano,pág. 162]
Citado también en: Abolengo, Apellido, Genealogía, Linaje y Nobleza.
Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin. [Así hablo Zaratustra,pág. 184]
Citado también en: Abolengo, Apellido, Genealogía, Linaje, Nacimiento y Nobleza.
Se puede estar orgulloso con justo título de una línea ininterrumpida de padres a hijos, de «buenos» abuelos, pero no de la ascendencia en sí, pues cada uno la tiene igualmente. La descendencia de buenos abuelos es lo que constituye la nobleza de nacimiento; una sola solución de continuidad en esta cadena, un solo antepasado malo, suprime esta nobleza. Al que habla de su nobleza, le debemos preguntar: ¿No tienes entre tus antepasados ningún hombre violento, ávido, extravagante, malo, cruel? [Humano, demasiado humano,pág. 243]
Citado también en: Abolengo, Apellido, Genealogía, Linaje, Nacimiento y Nobleza.
En los hijos de los grandes genios estalla la locura; en los de los grandes virtuosos la idiotez, observa Aristóteles. ¿Quería de ese modo invitar a los hombres excepcionales al matrimonio? [Aurora,pág. 176]
Citado también en: Matrimonio, Abolengo, Apellido, Genealogía, Linaje, Nacimiento y Nobleza.
ALEGRÍA
Imaginar la «alegría» ajena y regocijarse con ella es el mayor privilegio de los animales superiores. [Humano, demasiado humano,pág. 352]
Citado también en: Hombre-Super.
El que tiene mucha alegría debe ser un hombre bueno; pero quizás no es el más inteligente, aunque alcance los fines a que aspira el más inteligente con toda su inteligencia. [Humano, demasiado humano,pág. 348]
Citado también en: Simpatía.
Hay «hombres alegres» que se sirven de la alegría porque a causa de ella nos engañamos sobre su carácter, pero quieren precisamente que nos engañemos. [Más allá del bien y del mal,pág. 216]
Citado también en: Carácter.
Hay que tomar las cosas con más alegría de la que merecen, sobre todo porque las hemos tomado en serio más largo tiempo del que merecían. [Aurora,pág. 291]
Sólo las almas ambiciosas y tensas saben lo que es arte y lo que es alegría. [Filosofía general,pág. 27]
Citado también en: Ambición y Arte.
La madre de la orgía no es la alegría, sino la ausencia de la alegría. [Humano, demasiado humano,pág. 355]
Citado también en: Orgía.
ALEMÁN
Los alemanes son un pueblo peligroso. Se comprenden en la embriaguez. [Filosofía general,pág. 264 yMás allá del bien y del mal,pág. 397]
Los alemanes creen que la «fuerza» se debe manifestar en la dureza y en la crueldad, y por esto se someten a ella gustosos y con admiración. No creen que pueda haber fuerza en la suavidad y la dulzura. [Tratados filosóficos,pág. 94]
Citado también en: Fuerza.
¿En qué consiste que los alemanes no tengan «esprit»? Sienten lentamente y no dejan madurar sus sentimientos; los cruzan con la vocación o con las cosas diarias; por esto son medianías, siempre parecen frutos no madurados.
1.º No comprenden el ocio.
2.º No toman en serio su experiencia.
3º Leen demasiado y son celosamente serviles con un partido o camarilla dominante.
4.º Hacen música no para desahogar sus pasiones sino para excitarse. Por esto necesitan de la música más apasionada. [Tratados filosóficos,pág. 92]
En Alemania, en donde las mejores voces son arruinadas por nuestro horrible idioma, hasta el punto de que al cabo no quedan más que bellos instrumentos de viento. [Tratados filosóficos,pág. 223]
… usted no aprecia lo debido, la dificultad de decir cosas finas en alemán. [Filosofía general,pág. 203]
ALEMANIA
Entre los extranjeros se puede oír que los judíos no es lo más desagradable que encuentran en Alemania. [Tratados filosóficos,pág. 94]
ALMA
Permanecer echado sin moverse y pensar poco, es el remedio costoso para todas las enfermedades del alma, y, cuando se hace con buena voluntad esta práctica, se hace más agradable cada hora que pasa. [Humano, demasiado humano,pág. 448]
Citado también en: Soledad y Ocio.
ALTRUÍSMO
El «prójimo» alaba el desinterés porque «recoge sus efectos». [El eterno retorno,pág. 71]
Citado también en: Egoísmo y Elogio.
ALUMNO
Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno, y este alumno le llega a ser infiel, pues está predestinado a ser maestro también. [Humano demasiado humano,pág. 448]
Citado también en: Maestro.
Los hijos son siempre los que educan a los padres, y, por cierto los hijos de todas clases, incluso los espirituales. Sólo nuestras obras y nuestros discípulos son los que dan al navío de nuestra vida brújula y dirección. [Tratado filosófico,pág. 215]
Citado también en: Obras e hijos.
AMBICIÓN
Sólo las almas ambiciosas y tensas saben lo que es arte y lo que es alegría. [Filosofía general,pág. 27]
Citado también en: Alegría y Arte.
El deseo de inmortalidad es la consecuencia del descontento, y aquí aparece la voluntad de cultura como una exigencia del «descontento consigo mismo». [Filosofía general,pág. 147]
Citado también en: Cultura.
AMBIENTE
Nuestro estado de espíritu habitual depende del estado de espíritu en que sabemos mantener a los que nos rodean. [Aurora,pág. 189]
Citado también en: Espíritu.
… Hay alguno que dirige diez veces por día una palabra fría y difícil a los que le rodean y se preocupa de ellos muy poco, sin pensar que, al cabo de los años, ha creado, por encima de él, una ley de hábito que le obliga desde entonces a indisponer a los que le rodean diez veces al día. ¡Pero puede también habituarse a hacerles diez veces el bien! [Aurora,pág. 245]
AMISTAD
Quienquiera que tú seas, amado extranjero, que por primera vez encuentro, entrégate al encanto de esta hora y del silencio que nos rodea por todas partes, y deja que te refiera un pensamiento que se eleva ante mí y que quisiera arrojar su luz sobre ti como sobre cualquier otro, igual que una estrella, porque esta es la misión de las estrellas. [El eterno retorno,pág. 10]
No en la manera de que un alma se aproxima a otra, sino en la manera cómo se separa, es en lo que yo reconozco el parentesco y la homogeneidad que tengo con ella. [Humano, demasiado humano,pág. 421]
Yo no hago excepciones y menos con nadie, con mis amigos. [Ecce homo,pág.307]
Se debe hacer la prueba de cuál de nuestros amigos y de aquellos que «se interesen por nosotros» se mantiene firme: hay que tratarlo mal alguna vez. [Tratados filosóficos,pág. 55]
El amigo debe ser un maestro en el arte de adivinar y callar: no debe querer verlo todo. [Así habló Zaratustra,pág. 46]
… ¿serían nuestros amigos si nos conociesen bien?… [Humano, demasiado humano,pág. 205]
Citado también en: Concepto.
¿Habrá algún hombre que no se sienta herido mortalmente si supiera lo que sus más fieles amigos piensan de él en el fondo? [Humano, demasiado humano,pág. 214]
La falta de confianza entre amigos es un pecado que no puede ser repetido sin hacerse irremediable. [Humano, demasiado humano,pág. 195]
¿Eres esclavo? Entonces no puedes ser amigo de nadie. ¿Eres tirano? Entonces nadie puede ser amigo tuyo. [Así habló Zaratustra,pág. 46]
¿Dónde hallaremos nosotros, solitarios entre los solitarios, pues esto llegaremos a ser por efecto de la ciencia; dónde hallaremos nosotros a los compañeros del hombre? En otro tiempo buscábamos un rey, un padre, un juez, porque carecíamos de buenos padres, de buenos reyes y de buenos jueces. Después buscaremos el amigo; los hombres se engrandecerán, pero se encontrarán «solos». Entonces el instinto místico se lanzará en busca del amigo. [Tratados filosóficos,pág. 188]
El que quiera tener un amigo tiene que luchar por él, y para luchar hay que «saber» ser enemigo. [Así habló Zaratustra,pág. 45]
Citado también en: Enemigo.
En nuestro amigo debemos tener nuestro peor enemigo. Cuando luches con él debes procurar acercarte a su corazón. [Así habló Zaratustra,pág. 45]
Más de uno debe sus amigos a la feliz circunstancia de no haber dado ocasión a la envidia. [Humano, demasiado humano,pág. 274]
Cuando nos transformamos radicalmente, nuestros amigos, los que no se han transformado, se convierten en los fantasmas de nuestro propio pasado; su voz resuena en nuestros oídos como si viniera de la región de las sombras, como si nos oyésemos a nosotros mismos, más jóvenes, pero más duros y menos maduros. [Humano, demasiado humano,pág. 419]
Citado también en: Saber.
El talento de tener buenos amigos es, en muchas gentes, más grande que el de ser buen amigo. [Humano, demasiado humano,pág. 209]
Citado también en: Simpatía.
Muy bien puede suceder que una mujer sienta amistad por un hombre; más para mantenerla es preciso el concurso de una pequeña antipatía física. [Humano, demasiado humano,pág. 219]
Citado también en: Mujer.
Durante mucho tiempo la mujer ocultaba dentro de sí un tirano y un esclavo. Por esto la mujer no sirve todavía para la amistad: no conoce más que el amor. [Así habló Zaratustra,pág. 46]
Citado también en: Mujer.
¿Qué amigos son esos, que no saben dónde está nuestro punto grave y nuestro punto débil? Hay horas en las cuales nosotros pesamos nuestras amistades. [Tratados filosóficos,pág. 55]
El hombre ocioso es peligroso para sus amigos; pues no teniendo bastante que hacer, se mezcla en los asuntos de los demás y se hace importuno; por eso es preciso ser bastante prudente para no hacer amistad más que con gentes que trabajan. [Humano, demasiado humano,pág. 422]
Cuando dos antiguos amigos se vuelven a encontrar después de una larga separación, sucede muchas veces que afectan tener interés por cosas que les han llegado a ser completamente indiferentes; a veces lo notan ambos, y no se atreven a descorrer el velo, a causa de una duda un poco triste. Así es como ciertas conversaciones parecen sostenerse en el reino de los muertos. [Humano, demasiado humano,pág. 422]
Citado también en: Conversación.
No hay que hablar de los amigos; de lo contrario, se hace traición con las palabras al sentimiento de la amistad. [Humano, demasiado humano,pág. 421]
Nuestra confianza en los demás delata por qué quisiéramos creer en nosotros mismos. Nuestra necesidad de un amigo es lo que nos delata. [Así habló Zaratustra,pág. 45]
Citado también en: Confianza.
Hay una negligencia noble y peligrosa, que proporciona una decisión y una visión profunda; la negligencia del alma, segura de sí misma y muy rica, que no se esforzó nunca por encontrar amigos, y que sólo conoce la hospitalidad, que sólo sabe ejercer siempre la hospitalidad, tiene el corazón y la casa abiertos al que quiera entrar, ya se trate de mendigos o lisiados o reyes. Esta es la verdadera afabilidad: el que la posee, posee «cien amigos» pero probablemente ni un amigo. [El ocaso de los ídolos,pág. 139]
Citado también en: Hombre-Super.
… como decía aquel poeta que escribió en su puerta: «El que entre aquí me hará un honor, el que no entre me proporcionará un placer». [El eterno retorno,pág. 72]
Citado también en: Invitado.
AMOR
«Amor» es el sentimiento de la propiedad o de aquello que nosotros queremos convertir en propiedad nuestra. [Tratados filosóficos,pág. 175]
El querer libera, pues querer es crear. [Así habló Zaratustra,pág. 187]
Citado también en : Creación.
Estimar es crear, es convertir las cosas estimadas en tesoros y joyas. [Así habló Zaratustra,pág. 48]
Citado también en: Estima.
… ¡en la pasión la naturaleza es tan avara de palabras, tan muda y tan torpe! [El eterno retorno,pág. 108]
Citado también en: Pasión.
El amor desea, el temor evita. En esto consiste que no se pueda ser al mismo tiempo amado y respetado por una misma persona, por lo menos al mismo tiempo. Pues el que respeta reconoce el poder, es decir, teme; su estado es un temor respetuoso. Pero el amor no reconoce ningún poder, nada que separe, que distinga, que establezca superioridad e inferioridad de rango. [Humano, demasiado humano,pág. 283]