Al abrir los ojos... - Jesús Francisco de Asís - E-Book

Al abrir los ojos... E-Book

Jesús Francisco de Asís

0,0

  • Herausgeber: Hakabooks
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2023
Beschreibung

Cada instante aparece llenode vitalidad  y misterio,como la mirada de un niño. Este libro trata sobre la libertad interior, no como meta a alcanzar, sino como punto de partida para realizar la vida que nos corresponde como seres humanos: afrontar nuestra existencia en este mundo desde una mirada limpia, sin la programación añadida de prejuicios y creencias, que no nos permiten percibir la realidad directamente; a eso me refiero cuando hablo de "abrir los ojos". Es una invitación a soltar los pensamientos acumulados para asumir nuestra inocencia y ser fieles a la verdad que nos habita. De ese modo, la experiencia en este mundo, o en cualquier otro, se convierte en una apasionante aventura.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 134

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Al abrir los ojos...

Al abrir los ojos...

Jesús Francisco de Asís

TÍTULO: Al abrir los ojos...

AUTOR:Jesús Francisco López Martínez©, 2023

COMPOSICIÓN: HakaBooks - Optima cuerpo 11

DISEÑO DE LA PORTADA: Hakabooks©

FOTOGRAFÍA PORTADA: Jesús Francisco López Martínez©,

1ª EDICIÓN: junio 2023

ISBN: 978-84-18575-40-2

HAKABOOKS

08204 Sabadell - Barcelona

+34 680 457 788

www.hakabooks.com

[email protected]

Hakabooks

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos por la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier forma de cesión de la obra sin autorización escrita de los titulares del copyright.

Todos los derechos reservados.

A mis nietos, que me enseñan a mirar.

A quienes, a pesar de todas las dificultades, eligen la sagrada aventura de ser libres.

“Sorprenderse, extrañarse,es comenzar a entender”.

José Ortega y Gasset

Prólogo

Si escribo es porque ha aparecido en mi conciencia una sensación, una imagen o una pregunta que me ha impactado. Y me motiva indagar en ello, ampliar y clarificar ese espacio que se ha abierto dentro de mí. Confieso que es una situación emocionante, y decidir adentrarme en ese territorio vaticina una interesante aventura. No sé lo que voy a encontrar ni lo que va a durar la exploración, pues en cualquier momento se puede apagar lo que vi encendido.

Normalmente, recordando mi experiencia, lo que suelo descubrir en las aparentes profundidades es lo cercano y familiar revelándose como una nueva realidad que antes no alcanzaba a ver. Y a partir de ahí ya nada vuelve a ser como antes.

En nuestra indagación a través de la vida tal vez averigüemos que en un sentido no hay nada nuevo, sino una percepción nueva, y, por ello, cada encuentro o cada descubrimiento es un reencuentro.

Quién sabe si en esta búsqueda llegaremos a percibirnos a nosotros mismos y sea una experiencia sorprendente, tal vez gozosa. Quizá en el espacio interior hallemos el bienestar al que siempre hemos aspirado y una visión que nos cautive, imposible de expresar en palabras. Probablemente esa visión nos transporte a sensaciones que ya experimentamos cuando éramos niños —o a recuerdos de otras etapas a lo largo de nuestras vidas—. Y todo quedará integrado, alcanzando una nueva comprensión de la existencia. El mundo aparecerá a nuestra percepción con otra textura, otra densidad, otra luz, otro sabor… Tendrá cualidades nuevas que antes no apreciábamos en él. ¡Quién sabe lo que podemos ir encontrando a cada paso, hoy y siempre…!

Si esta pequeña exploración la comparto con quien ahora mismo está leyendo estas líneas es porque tengo claro que el espacio interior es un lugar común, un lugar de encuentro, donde gustamos el sabor a unidad. Por mucha distancia que nos parezca percibir, en realidad todo está conectado (no es una conjetura, es un hecho: vida y conexión van juntas).

En la profunda soledad se abre un espacio donde contactamos íntimamente con la realidad. Ahí las imágenes del mundo se hacen transparentes hasta desaparecer, y ya no hay obstáculos para el encuentro, en un cálido y amable vacío —intensamente vivo— que nos acompaña. Ponerme a escribir es sentarme suavemente en ese vacío y prestarle atención…

Introducción

Hace ya bastantes años, cuando se empezaba a escuchar o leer sobre la posibilidad de colonizar Marte, me sentí impactado fantaseando que llegara a hacerse realidad. Me imaginaba rodeado de un desierto pedregoso, ignorando lo que habría más allá de lo que mi vista alcanzara, consciente de las sorpresas que podrían aparecer, en cualquier instante, en un mundo ajeno donde somos extranjeros. Especulaba que todas las sensaciones serían nuevas, extrañas… Y me preguntaba qué nos aportaría el encontrarnos perdidos en un entorno así, absolutamente nuevo.

Esa es la sensación que he pretendido explorar en estas páginas: afrontar la ausencia —el vacío— de lo conocido. En el proceso han ido asomando diversidad de aspectos, experiencias o momentos internos. Y he tratado de buscar las palabras más adecuadas, que tuvieran la capacidad de conducir al lector hasta lo que he ido encontrando. Quizá lo principal, lo más significativo, ha sido el tomar conciencia de que no solo en un planeta desconocido afrontaríamos lo nuevo, sino siempre, en cualquier entorno donde tenga lugar nuestra existencia. Donde estemos, cada instante aparece lleno de vitalidad y misterio (como la sonrisa de un niño).

¿Nos sentimos perdidos en una realidad que no controlamos, que nos resulta extraña y atractiva a la vez?

Cada día se nos presenta un mundo siempre nuevo, siempre enigmático y estimulante, y tenemos la oportunidad de adentrarnos en él.

EN UN PLANETA EXTRAÑO

La mirada de mi nieto

Mi nieto está asomado a la ventana. Sus manos tocan los cristales. Yo lo veo absolutamente tranquilo y atento. Se halla en un planeta donde hace poco que ha llegado. Él no tiene conciencia de su viaje hasta aquí, ni de su posible pasado. Se encuentra en un mundo extraño que observa y siente con interés.

Permanece quieto. Su mirada es la de un explorador, un científico y un místico.

Se ve, a sí mismo, pequeño y grande a la vez: pequeño por el inmenso misterio que lo envuelve, y grande porque nota algo —en el ambiente y en su interior— que le hace sentirse afortunado por estar aquí.

Él siente conexión con cada imagen que observa, con los olores, con los sonidos… Le llama la atención todo lo que le llega a través de sus sentidos y lo que percibe por dentro. Mira a lo lejos y a cualquier cosa con placidez y quietud.

Parece que es consciente de la unidad de todo lo que le rodea, mientras posa su mirada en muchos detalles que le despiertan interés.

Cada rincón transpira magia a través de sus sentidos.

Todo está bien —así lo reconoce—. Le aguarda una vida…, y quizá sea dura; pero, de cualquier forma, resulta apasionante encontrarse aquí, ante la ardiente realidad. Ahora no sabe ni lo que es él mismo ni lo que es el mundo, no lo sabe dibujar con palabras en su mente, pero su corazón lo ve claro: es una visión sin imágenes.

EN UN PLANETA EXTRAÑO

Podría suceder —por causas que en este momento no alcanzamos a imaginar— que un día, al despertarnos, nos encontremos en un mundo totalmente extraño donde todo lo conocido se halle ausente.

Nuestro instinto nos llevaría a permanecer muy atentos, activando toda nuestra capacidad. Nos quedaríamos muy quietos, pendientes de cualquier movimiento o sonido, conscientes de todo tipo de sensaciones que irían brotando en el contacto con ese misterioso entorno —quizá sobrecogedor, quizá curioso, quizá también fascinante (¡probablemente todo a la vez!) —.

Acaso nos encontremos tan aturdidos que no recordemos bien cómo hemos llegado hasta ahí, y sintamos una enorme confusión; pero, al mismo tiempo, estaremos ¡más despiertos que nunca! Entonces, con una gran energía, con una enorme atención que jamás habíamos experimentado, nos pondremos, espontáneamente, a explorar ese mundo desconocido.

Si en algún momento nos pasara por la cabeza escapar de ahí, lo más probable es que no sabríamos cómo hacerlo ni a dónde ir.

Me resulta atrayente indagar esta posibilidad, podría resultar reveladora. No tengo pistas que me orienten sobre cómo llevar a cabo esta aventura, pero no importa, la pasión es suficiente. Si quieren acompañarme están invitados a adentrarnos juntos en la exploración de lo misterioso; cada uno aportará su sensibilidad, sus interrogantes, su percepción de la situación, su pasión por rastrear lo desconocido, sus intuiciones y sus iniciativas valiosas. Las certezas dejémoslas de lado por un rato, pues aferrarnos a cualquier cosa puede ser una limitación, un estorbo. Imprescindible es la honestidad, pues ella es la llave para el aprovechamiento del tiempo y de la energía que hay a nuestra disposición.

Quizá todos intuimos que, en cualquier lugar, en cualquier rincón del Universo donde nos encontremos, existe la oportunidad para conectar con el potencial que revolotea en nuestro interior, con “eso” que empuja —y se asoma— desde lo profundo.

¿Somos piezas de un lugar físico al que pertenecemos, o nuestro lugar va con nosotros porque lo llevamos dentro?, ¿o es cierto lo uno y lo otro al mismo tiempo?

¿Qué es el mundo?, ¿qué es la realidad?, ¿qué soy yo? son preguntas que nos acompañan a lo largo de estas páginas.

*~

I

Abro los ojos…

Distingo vagamente algunas líneas y formas que para mí no tienen ningún significado.

Siento la respiración…

II

Me encuentro aturdido, como si estuviera despertándome de un largo sueño. Ignoro si tengo la capacidad de moverme.

Creo que me estoy quedando dormido intermitentemente…

Hago esfuerzos por mantenerme consciente e intento explorar con la mirada este lugar… Insisto, pongo atención, pero me siento torpe. No reconozco nada, todo me resulta extraño.

III

Poco a poco, muy lentamente, parece que mis sentidos están saliendo de su letargo. Voy tomando conciencia de mi cuerpo.

Ahora tengo sensaciones en la piel, en la boca… Las articulaciones parecen entumecidas, la cabeza embotada.

No sé si estoy escuchando algo, todo es confuso (carezco de referencias para interpretar lo que percibo a través de cada uno de mis sentidos).

IV

La luz ha ido cambiando, también la temperatura. Noto silencio… un gran silencio.

¿Qué ha pasado?, ¿qué hago aquí? Tal vez prefiero que no acabe mi aturdimiento, pues conforme voy saliendo de él, detecto en mí un cierto desasosiego. Creo que lo que más deseo en este momento es sentir el calor de otro cuerpo abrazándome, escuchando el ritmo de sus latidos.

Suavemente van apareciendo imágenes en mi mente, recuerdos…, memoria de un mundo. Yo pertenecía a ese mundo…

V

Los recuerdos van adquiriendo mayor nitidez. Toman forma imágenes de una vida, la mía, en una realidad muy heterogénea —diversos mundos conviviendo en un mismo espacio, unos agradables junto a otros monstruosos o ridículos—. Dentro de mí se dibujan escenas cotidianas, conversaciones, risas y angustias, miradas, el sonido del agua, paisajes llenos de luz, un cielo intensamente azul…

¿Qué es este misterioso lugar?

Quizá dentro de un momento aparezca alguien y me explique esta extraña situación, o simplemente la calidez de su presencia me relaje y desaparezca así la urgencia de entender lo que ocurre. No es una explicación lo que necesito ahora mismo, sino sentirme acompañado y protegido (¿es lo que siempre he necesitado?).

VI

Transcurre el tiempo. No ha aparecido nadie.

Mi mente se encuentra un poco más calmada. Creo que soy consciente de la situación: la de no saber nada. ¡Absoluta desorientación!, ¡total ausencia de referencias!

No puedo quedarme aquí, quieto indefinidamente; sé que la inmovilidad es el rostro de la muerte.

En medio de este gran silencio se hace presente la fricción del aire entrando en mi cuerpo. Me agrada sentirlo.

Me abandono en la quietud, la dejo actuar… Su afable compañía logra confortarme. Suave y decididamente va emergiendo una agradable sensación de confianza.

Respiro profundamente. Noto entrar el aire con fuerza, llenándome de energía. Siento mi cuerpo activado. Mi decisión es firme: voy a levantarme…

Me pongo en pie. Es emocionante estar aquí (no sé dónde, pero “aquí”). Doy un primer paso… (La excitación es mayor que el miedo, como cuando un niño da sus primeros pasos, o cuando —un poco mayor— no se resiste a explorar un lugar para él misterioso, aunque imagine posibles peligros).

VII

Camino sin titubeos, adentrándome en la noche. La oscuridad me permite ver lo suficiente para no tropezar o caer en algún hueco. Sobre mi cabeza y frente a mis ojos hay cielo. No tiene el mismo color que recuerdo, pero no me importa: el cielo es cielo desde cualquier rincón del Universo, el espacio que alberga la vida. Avanzo hipnotizado por el brillo de las estrellas y las turbias siluetas del paisaje… Hay cierta magia en esta oscuridad.

Escucho suaves sonidos que para mí son enigmáticos. Aún no he aprendido el lenguaje de este entorno, por eso no sé si me avisan de peligros o me anuncian buenos presagios. Todo lo que llega a mis sentidos me hace estar alerta… y, al mismo tiempo, me arropa, reconfortándome al llenarme de extrañas sensaciones.

Me sorprende no sentir temor. Estoy vigilante pero muy tranquilo… en esta plácida noche, sobre una tierra que acoge mis pasos.

Mis antepasados (los primeros grupos humanos) probablemente experimentaron cosas parecidas en el planeta del que provengo. Conscientes de un mundo misterioso, de una existencia enigmática, se veían impelidos a sobrevivir, explorando la tierra que pisaban y sus horizontes, intentando acoplarse a lo que iban encontrando, investigando el vínculo que les unía al mundo, descubriéndose parte de un ecosistema con el que armonizarse. Ellos, igual que yo, abrían los ojos a un entorno sorprendente y seductor.

He detenido mis pasos. Con cuidado, muy atento, me acomodo en el suelo… Nunca me había sentido tan relajado y activado al mismo tiempo. Ahora deslizo la palma de mi mano sobre el terreno. Me estremezco al palpar un tipo de superficie para mí desconocida. Imagino mis neuronas excitadas, creando conexiones, mapas internos… que dan fe de mi contacto con este mundo. Qué emocionante ensamblarme con la realidad a través del tacto (y de todos los sentidos). ¿Es el contacto la fuente de la vida?

VIII

Ignoro cuánto tiempo podré aguantar antes de morir; puede que el aire me esté envenenando poco a poco, o esté sufriendo algún tipo de radiación que mi organismo no tenga capacidad para soportar, o dentro de un momento algún extraño ser me devore…

Debo encontrar agua y algo con lo que alimentarme.

Sigo caminando, muy atento. No tengo esperanza ni desesperanza, simplemente actúo por instinto de supervivencia. Soy consciente de que no sé el tiempo que me queda de vida, quizá muy poco, por eso no quiero desperdiciar el que tengo, sea el que sea. El valor de cada existencia sospecho que no es el de su duración, sino la utilización que hacemos de ella. Quiero aprovechar la oportunidad de ser testigo de lo que hay a mi alrededor y de lo que emerge dentro de mí mientras afronto lo que voy encontrando. Estar vivo es emocionante. Constantemente voy descubriendo un mundo… y a mí mismo… en cada paso.

IX

Suavemente va surgiendo la luz en el cielo y en este extraño paraje, desvelando líneas nítidas y formas coloreadas, creando un mundo majestuoso que me emociona… y me sobrecoge.

Gracias a esta bendita luz he encontrado agua. Me he arriesgado a beberla haciendo caso a mi instinto. Al hacerlo he visto flotando lo que parecían hojas alargadas, semejantes a un tipo de algas que recuerdo. He cogido algunas con la expectativa de que me sirvan de alimento. Me las he acercado a la lengua y, como no me resultaba muy desagradable, he masticado una pequeña cantidad. Dentro de un rato, si tengo buenas sensaciones, seguiré comiendo un poquito más para que mi organismo se vaya acostumbrando progresivamente.

Sigo paladeando el sabor que ha quedado en mi boca… Ya forma parte de mí.

X

Parece que mi cuerpo responde bien a lo que encuentro para beber y comer. Soy muy precavido con todo lo que ingiero; siempre empiezo por una cantidad muy pequeña, y, si noto molestias, lo desecho como alimento.

A pesar de mi desconcertante situación, disfruto lo que veo, lo que toco, los curiosos olores, incluso los extraños sabores…

Me voy habituando al ritmo del día y la noche. Los cambios progresivos de luz son un llamativo espectáculo —no me atrevo a decir “bello espectáculo”, pues me da la impresión de que la belleza no es una propiedad de la materia, sino algo que se despierta en nuestro interior en el contacto con la realidad que experimentamos.

XI

Poco a poco me voy familiarizando con el escenario que se exhibe ante mí. No recuerdo haberme sentido alguna vez tan despierto, tan motivado y tan lúcido como ahora. Será por eso que en muchas ocasiones descubro una sonrisa en mi rostro. Sí, noto un bienestar intenso…, aunque no siempre…