Amor Kármico - Camille - E-Book

Amor Kármico E-Book

Camille

0,0
4,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

En "Amor Kármico", acompaña a estos jóvenes en su viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal mientras navegan por el complejo mundo de los sentimientos. Cada página revela una nueva faceta del amor a través de historias entrelazadas, desde la euforia del primer enamoramiento hasta la manifestación de los inesperados sentimientos y dilemas que los atraviesan. Con un estilo narrativo íntimo y reflexivo, los personajes se enfrentan a sus miedos y esperanzas, descubriendo la soberanía del amor en todas sus formas. Navega por estas experiencias relatadas para llevarte a recorrer sin límites los sentimientos de los protagonistas y los propios.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 311

Veröffentlichungsjahr: 2024

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



CAMILLE

Amor Kármico

Camille Amor Kármico / Camille. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5252-5

1. Narrativa. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

CAPITULO 1 - PRIMERA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPÍTULO 2 - SEGUNDA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

QUINTA PARTE

CAPITULO 3 - TERCERA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPITULO 4 - CUARTA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPITULO 5 - QUINTA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPÍTULO 6 - SEXTA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

QUINTA PARTE

CAPITULO SIETE - SÉPTIMA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPITULO 8 - OCTAVA HISTORIA

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE - EL DUELO DEL AMOR

EL DUELO DEL SENTIR

EL DUELO DEL DESPERTAR

EL RETUMBAR

La experiencia y conexión completa del lector con lo que está leyendo a veces puede verse atravesada por factores externos que permiten enlazar un vínculo invisible y aún más fuerte de lo que podría haber obtenido sin estos mismos. Algunas historias, algunos capítulos de este libro están acompañados por una canción que permite conectar a un nivel más profundo con la historia que está siendo relatada ante sus ojos. Por eso, querido lector, es obligatorio, para una aventura más enriquecedora, que las canciones sean reproducidas al momento en que son nombradas en cada capítulo. ¿Lo bueno? Lo impredecible de cuándo nos tocará.

Playlist completa del Libro:

https://open.spotify.com/playlist/2oriq3MqvStfKIzen5CraQ?si=1a7b6b1208744675

PRÓLOGO

¿Algo simple o algo complicado? ¿Algo lindo o algo feo? ¿Algo subjetivo o algo objetivo? ¿Algo duradero o algo pasajero? Vivimos definiéndolo, nombrándolo a la ligera, usándolo para después desecharlo sin más. Nos pasamos la vida hablando de él. Y es eso de lo que se trata.

Muchos pensarán que es para las personas muy dependientes o para aquellas que no son lo suficientemente inteligentes como para no caer en él. Pero nos guste o no, todos caemos en las trampas que tiene en sus manos. Y nuestro gran problema no es dejarnos atrapar, sino pensar que nos está atrapando, que es algo que nos arrastra –a propósito– para que suframos.

Poco sabemos que somos nosotros los que decidimos qué hacer con él, y no él con nosotros.

Amor.

Tanta gente habla sobre el amor. Cada uno con su lema. El amor esto, el amor lo otro. El amor es para aquellos que quieren sufrir –dicen algunos. El amor es para los que saben sentir –dicen otros.

El amor es algo tan grande, tan subjetivo, tan impotente que causa polémica en cada uno de nosotros. Todos alguna vez nos preguntamos, ¿qué es el amor? Y respondemos acorde a como nos sentimos en ese momento. Pero es importante saber que el amor no solo es en una relación, sino que está en todos lados, en todo momento, desde que naces hasta que morís.

Yo puedo definir lo que es el amor. Pero lo más lindo de él, es que cada uno lo hace a su manera y que cada definición que le otorgan está tan acertada como equivocada porque cuando el amor puede ser un terrible enemigo para unos, para otros significa un hermoso regalo.

Las distintas formas que existen de verlo son millones y varían constantemente según cada persona. Y aunque hay otro tipo de sensaciones y de relaciones, la más grande y la más importante es la del amor porque abarca a todo el resto. El amor es el motor de todo lo que nos rodea; es el que te somete a la agonía de estar enamorado y es el mismo que te saca de ahí dejando a tu corazón y mente desgastados. Pero alguna vez te preguntaste ¿por qué? ¿Por qué, desde un principio, te metió en tal embrollo cuando vos no buscabas? ¿Para qué? ¿Para sufrir? ¿Para golpearte contra el suelo? No, simplemente es lo que es. El amor te encuentra, y cuando te encuentra te sacude, te revela, te abre los ojos o te los cierra por completo. El único problema es que se trata de algo tan grande, tan apasionado y tan arriesgado que aquellas personas que no están preparadas para experimentarlo, simplemente lo desechan. Se asustan, se acobardan. Porque el amor no se maneja. Simplemente se tiene, y cuando se tiene, se resiste.

El problema no es el amor, no es su existencia. El problema es no saber domarlo y esto no quiere decir que haya un manual para él. Todo lo contrario. El amor es libre, entonces vos lo tenés que ser.

La verdad es… ¿Qué sería el mundo sin amor?

CAPITULO 1

PRIMERA HISTORIA

PRIMERA PARTE

El techo de mi cuarto parecía interesante de apreciar. Sigo sin entender por qué lo hago pero parece haberse hecho costumbre de una manera u otra. Estar acostado en mi cama y ver las estrellas artificiales que cuelgan desde arriba, me transportan. Siento estar en el espacio aunque las estrellas no sean así realmente. Las que veo son puntiagudas y de un amarillo fluorescente –aprendí esa palabra la semana pasada por cierto– y las que veo en el cielo son brillantes como kryptonita, a diferencia que son blancas.

En fin, como decía, me transportan y me hacen pensar en muchas cosas, especialmente en lo que me está pasando últimamente. Aún no puedo descubrir de qué se trata, pero lo que siento adentro mío no me gusta nada y tampoco llego a entenderlo. ¡Es que es una sensación tan rara que llega a ser desesperante!

Me siento en mi cama y apoyo mis manos sobre ella, mirando a mí alrededor. Y de repente se me ocurre. Me levanto rápidamente y empiezo a abrir cajas, cajones, puertas y ventanas hasta que lo encuentro. Un anotador. Enciendo la luz de mi escritorio, me siento en la silla y en la primera página en blanco que encuentro para empezar a escribir.

06 de Febrero de 2006

Me levanté de la cama, y me metí al baño para darme una rápida ducha antes de ir a la escuela. Me cambié, desayuné y mi papá me llevó a clase. Todo parecía un día normal, caminando por los pasillos con mis amigos hasta que la vi. Tenía pelo naranja, igual que cuando vi el sol salir en el campamento de verano. Me recordó a eso. Eso ya me sorprendió porque era un recuerdo que guardaba muy bien en mi memoria, y bueno, en mi lista de cosas que más me gustaron del campamento. Sus ojos eran verdes, y en realidad, volví a pensar en kryptonita. Soy muy fan de Superman. Tenía rulos y su piel, era simplemente hermosa. Eso también me sorprendió porque nunca me hubiese fijado en la piel de alguien. ¿A quién le importa eso? Sigamos.

Yo seguí caminando con mis amigos y ella se dio vuelta a mirarnos, y fue ahí cuando sentí algo raro adentro mío. Sentí… ganas de vomitar. Vi sus dientes que eran muy blancos, pero me sentía como en las películas que ve papá. Donde hablan de sonrisas y de cómo te hacen sentir. Creo que sentí lo que dicen que sienten pero no estaba seguro así que fui a la enfermería. Resulta ser que no tenía nada y pensaron que lo hice para librarme de clases. ¡Los adultos a veces no entienden nada!

Como decía… Volví a clase y me senté en mi lugar. Ese día decidieron sentarnos por apellidos, en orden alfabético. La señorita dice que eso es ordenar de la “A” a la “Z”. Pero eso ya lo aprendí hace mucho, no es un dato nuevo.

Otra sorpresa me llegó ese día cuando la sentaron al lado mío. No dijo nada y yo tampoco. No le pregunté su nombre, de donde venía, si ya tenía amigas. Pero no podía dejar de sentir curiosidad por saber quién era.

Dejé de escribir en el cuaderno que tenía telarañas de Spider Man y era azul oscuro. Y pensé por un momento. Y después lo cerré.

No voy a escribir todo hoy.

SEGUNDA PARTE

El descanso de verano era todo lo que necesitaba para pensar, para descargar y para aclarar lo que sentía. En realidad, para averiguar qué era exactamente lo que me estaba pasando. Por suerte para mí, había encontrado una forma muy útil de hacerlo; o al menos eso creo yo.

Apoyé mis delgadas piernas en el suelo de mi cuarto y agaché mi cabeza para buscar debajo de mi cama la caja. La arrastré hasta mí y la abrí sacando mi cuaderno azul. Volví a taparla y guardarla debajo de la cama. Me senté en mi escritorio y prendí la lámpara para empezar a escribir.

13 de Febrero de 2006

Hola. Volví para seguir con la historia.

Como decía… al otro día volví al colegio y me senté en mi nuevo asiento asignado. Estábamos en clase de Inglés y ella estaba muy linda. Al parecer sabía mucho de la materia porque terminaba muy rápido su tarea. Lo que fui notando es que muchos de mis compañeros la miraban, y entiendo por qué. Es que era muy linda, ¿no? Quiero decir, por eso es que la miran, ¿sino qué más? Los chicos pueden ser amigos de las chicas, claro. Tengo muchas amigas, o quizás no pero no es ese el caso.

Todavía no podía creer que no supiese su nombre. Ni me animaba a hacerlo, pero esperaba que la señorita la presentara como siempre se hace o como se debe, especialmente para ella. Ella era, bueno… ella. Y es por eso que no sé en qué planeta estaba, pero me estaba hablando y yo ni siquiera había reparado en eso. Me acuerdo que dijo…

—Perdón molestarte, pareces un poco concentrado

No lo dijo con un tono molesto, sino apenada. En ese momento, no sé si me fui más lejos o más cerca de la realidad pero si sé algo, es que no hay tiempo para distraerse y analizar su hermosa voz, sino mejor aprovechar el momento y hablar:

—No, perdón. Estaba distraído en realidad. ¿Qué decías?

—Yo…solo…Terminé mi tarea, quería saber si…bueno, necesitabas ayuda quizás. –Me di cuenta que señalaba mi cuaderno porque mi hoja estaba totalmente en blanco. Bueno, no en blanco, blanco. Sino que con tarea no exactamente resuelta.

—Ah, sí me gustaría. –Sonreí. Me acuerdo que sonreí y ella lo hizo también. Arrimó su silla a la mía y empezamos a hacer la tarea.

Sentía electricidad. Sí. Es raro, porque dicen que cuando sentís electricidad podes morir, o algo por el estilo. Pero creo que es otro tipo de electricidad, una que… no todos sienten.

—Gracias por ayudarme, me cuesta un poco. Vos pareces entender mucho.

—No hay problema. Estudio el idioma aparte. Me gusta mucho.

—Claro que sí. –Dije más para mí que para ella.

Levanté mi vista del cuaderno y de repente se me ocurrió. ¿Qué tal si…?

Lo cerré y salí corriendo de mi cuarto.

—Pa, voy a necesitar libros. Muchos.

—¿Libros? Mm, bueno, mañana creo que podría fijarme donde ten…

—De inglés.

—¿Inglés?

—Inglés.

—Bueno…me alegra que quieras aprender un nuevo idioma. Tengo muchos en mi habitación. Termino de cocinar y te los…

—No, está bien. Ya voy yo. ¡Gracias!

15 de Febrero de 2006

Perdón por irme tan así, es que tenía que hacer algo rápido. Creo que voy bien con eso. Me di cuenta, de repente, que ésta nueva sensación que estoy teniendo me hace querer intentar más cosas y eso es realmente bueno. En fin, volviendo a la historia. Ese mismo día supe su nombre, cuando terminamos los ejercicios de Inglés, me miró y me dijo:

—Soy Leila, ¿y vos?

—Me encanta tu nombre. –Y le sonreí. De nuevo. Creo que ya perdí la cuenta.

—Quizás diría lo mismo del tuyo. –Sonrisa.

—Perdón. –Risa nerviosa. Y sí, tengo que poner estos detalles.– Soy Cristobal.

Y me sonrío de nuevo, sin decir nada más que eso. ¿Y sabes cuál fue la mejor parte? Que significó el universo entero para mí.

TERCERA PARTE

Love sucks. Lo aprendí estos días mientras leía uno de los libros de mi padre. Significa “el amor apesta”. No estoy seguro de saber qué es el amor todavía, así que no puedo decir si eso es verdad o no. Personalmente, creo que no es verdad. O quizás sí. Lo que sí sé es que mucha gente dice que “sí” o “no” sin conocer siquiera de lo que están hablando. Yo creo que a veces lo dicen para decir algo sobre el tema, pero no porque lo crean. Y a veces creo que lo dicen porque en ese momento sienten que sí y en otros momentos sienten que no, sobre lo mismo. Es obvio entonces que todos, en todo momento, decimos cosas según lo que nos está pasando, según nuestras experiencias.

Yo solo sé que nadie es dueño de la verdad y que todos nos creamos la propia.

16 de Febrero de 2006

¿Debería llamarte diario? Creo que se volvió costumbre esto de escribir, pero no tengo que olvidar que esto es una investigación. Así que sos mi cuaderno de investigaciones mejor dicho o por lo menos es como quiero llamarte.

Como sea… Después de ese día no volvimos a hablar. Nos saludábamos, y sí intercambiábamos la tarea pero no mucho más que eso. Ella se volvió la chica más popular de la clase pero no cambió. Solo lo digo porque muchos de mis compañeros la invitaban a la casa a jugar y hacer tarea. Las chicas hablaban con ella todo el tiempo y la integraban en sus cosas. Ella empezó a hacer otras actividades. Realmente era cool. Cantaba, bailaba, hacía deportes, de todo. Me gustaba todavía más. Y aunque ella me hablaba muy de vez en cuando, y no me tomaba por sentado, creo que no sentía las mariposas que yo sentía cuando la tenía cerca. Los últimos días de clase quise hablar con ella, de lo que sea. Buscaba excusas para hacerlo aunque no las necesitara. Pero era imposible. No nos dejaban hablar en clase, en cuanto sonaba el timbre sus amigas la arrastraban al pasillo y si me la encontraba en el almuerzo, estaba rodeada de chicos. Chicos cool.

Los días pasaron y no podía evitar mirarla cada vez más. No entiendo todavía lo que es. No puedo entenderlo, ni se me ocurre una sola cosa para buscarlo por Internet o para preguntarle a mi papá. Es sólo… vacío. O quizás ese sea el problema; no es vacío, sino estar tan lleno de algo que no puedo dar.

Cerré mi cuaderno, prendí la computadora y agarré un libro que estaba en mis estantes. Va a ser una noche larga.

—Necesito preguntarte algo.

—Lo que quieras, campeón. –Me senté en el sillón al lado de mi padre.

—Creo que estoy enfermo.

—¿Enfermo? ¿Qué te duele?

—¿Todo?

—No estás yendo a clase en este momento. ¿Sabes que no es necesario que inventes que te duele algo para saltarte las clases, no?

—Es que me duele. Acá… –Coloqué una mano sobre mi pecho, latidos golpeando fuertemente contra mi palma. Vi cómo el rostro de mi padre se deformaba en un gesto de preocupación.

—¿Pero qué…?

—Siento mariposas en el estómago, ganas de vomitar, cosquillas. Siento que quiero despertarme todos los días y verla, hablarle.

—¿A quién? –Miré a mi padre y lo supe. Salí corriendo y me encerré en mi cuarto. Me arrastré hasta el suelo contra mi puerta y abracé mis piernas contra mi pecho– Hijo, ¿estás bien?

—Lo estoy, solo…dejame solo.

—Necesito preguntarte. –Mi papá estaba algo serio. No entiendo qué es lo que necesita preguntarme. Los adultos pueden ser tan complicados a veces.

—Dispara. –Él me miró– Que preguntes. –Aclaré.

—¿Estás triste por algo? Sé que puede ser difícil que mamá y yo hayamos ido por caminos diferentes pero…

—¿De qué hablas? No es eso.

—¿Cóm…?

—I think I’m in love.

—¿Hablas Inglés ahora?

—Perdón, es más fácil decirlo en otro idioma. Lo que quise decir es…que creo que estoy enamorado. –Mi papá dio un suspiro de alivio, creo.

—¿Sólo eso? –Sonrío.

—¿A qué te referís con “sólo eso”? –Levanté mis dedos haciendo comillas en el aire, enojado.

—Bueno, estar enamorado es algo lindo.

—Lo es si la chica que te gusta, gusta de vos también.

—Buen punto. ¿Ella sabe?

—¿Cómo lo sabría?

—¿No le dijiste?

—Creo que ya lo sabe.

—¿Ella te dijo que no gustaba de vos?

—No.

—O sea que te dijo que sí…

—No.

—¿No qué?

—No me dijo nada.

—¿Le preguntaste?

—¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que no!

—¿Por qué?

—Todos gustan de ella. ¿Por qué me elegiría a mí?

—¿Y por qué no?

—Ella…no tiene tiempo ni para hablar.

—Todos tenemos tiempo, de sobra. Sólo…hay que buscarlo.

—Intenté.

—Bien… ¿no hay otras chicas que sí gusten de vos y…?

—¡No!

—¿No las hay?

—No. Sí hay pero es ella. Ella es para mí.

—Entiendo. Yo que vos, le diría. ¿Qué podes perder?

—Este sentimiento es algo raro, ¿sabes?

—¿Qué es lo que sentís?

—Bueno…siento como…cosas en el estómago. Como te dije antes.

—Me preocupé mucho la verdad. Pensaba que era algo mucho peor, yo…

—¿Peor que la desesperación de estar enamorado? –Mi papá no habló, porque los dos sabíamos que él ya me había respondido con la mirada.

20 de Febrero de 2006

Hola, diario. Voy a llamarte así. Resulta que lo que estábamos haciendo en realidad no era una verdadera investigación sino más bien una búsqueda. De mis sentimientos. La búsqueda del amor. Y estoy bastante seguro que lo encontré. ¿Quién dice que no se puede amar a los 7 años? Mucha gente. ¿Quién lo cree? Mucha otra gente. Pero los únicos que no lo hacen, saben verdaderamente y entienden de lo que se trata el amor. Para el amor no hay fecha de nacimiento ni fecha de muerte, mucho menos la última. El amor nunca muere. Eso lo sé, lo creo y lo mantengo. Puede morir la magia, puede morir la pareja, puede morir el cariño pero nunca, nunca el amor. Muchos dicen que cuando alguien termina con vos, cuando alguien te rompe el corazón ahí muere el amor. O muere cuando ya no hay más en la relación. O muere cuando algunos se separan.

Bueno, yo estoy bastante seguro que mi papá nunca dejó de amar ni cuando decidió separase de mi mamá. Él tenía amor para mí todavía, y sé que tiene para la próxima persona que venga.

Para mí es así: Vos amas a alguien. Le das tu amor. Después dejas de sentir amor (a veces) con ESA persona. Y el amor queda ahí en el aire. Queda flotando en el corazón, queda navegando por los hemisferios del cerebro, queda durmiendo, descansando. Hasta que viene de nuevo alguien y lo despierta. Le dice “–¡Ey, llegué! ¡Despertate!”. Siempre está ahí. El mío siempre estuvo dormido hasta ese día:

—¿Tenes segundo nombre?

—En realidad no. ¿Qué hay de vos?

—Tengo. –Ella esperó. No continué.

—¿Y bien…?

—¿Qué?

—¿Me lo vas a decir o qué?

—Me da vergüenza.

—¿Y eso?

—¿Eso qué?

—¿Por qué?

—No me gusta.

—Decímelo. Prometo no decirle a nadie.

—Vas a reírte.

—¿Por qué lo haría?

—Es un poco…–Sonreí.

—¿Eso quiere decir que a vos también te da risa? –Me acerqué a su oreja sin más y lo susurré, despacio.

Y fue ahí. No me importaba el porqué sino el cómo. Su risa me golpeó. Fue como ver, literalmente, un rayo de luz dirigirse a mí. Fue contagioso y yo también reí. Y se sintió bien reírse de uno mismo. Increíblemente bien. Pero son cosas como estas, pequeñas cosas que vemos todos los días, que escuchamos todos los días y que las damos por sentado. Sin embargo, para mí fue como escuchar una risa por primera vez. Se metió por mis oídos, el rayo directo al corazón y la información al cerebro. El amor había despertado en mí y estaba malditamente perdido.

CUARTA PARTE

Era marzo. Primer día de vuelta a clase después del receso. Y era hora de verla de vuelta. Desayuné lo máximo que pude y mi padre me llevó al colegio como si fuese un día totalmente igual al resto. Lo que no era para nada.

Caminé por los pasillos con mis compañeros, nos contamos de nuestras vacaciones. Lo típico. De nuevo, no es un día más. Estaba nervioso, mis manos estaban mojadas y era demasiado incómodo. No había de qué preocuparse. Lo tengo en claro.

El timbre sonó y todos entramos a clase. No la veía, no aparecía. Me senté en mi lugar de siempre, en nuestro lugar y esperé. Todos estaban acomodándose tranquilamente como si mi mundo no estuviese a punto de derrumbarse de un momento a otro porque me estaba por dar algo.

Saqué mi carpeta y mi cartuchera de la mochila y un papel cayó de ella. Estaba doblado en varias partes así que lo desdoblé con cuidado y lo alisé sobre la mesa.

“Es ella.” Sonreí al papel que me había escrito mi padre y lo aplasté contra mi pecho cerrando mis ojos con fuerza. Él creía en mí. Abrí mis ojos y vi a la señorita de inglés entrar en el aula. Metí el papel abierto en un folio de la carpeta para que pueda leerse la frase que descansaba en él y pasé las páginas para escribir la fecha de hoy. La señorita nos saludó a todos y empezó a preguntarnos sobre nuestras vacaciones. Se escuchó una puerta abrirse, y ahí estaba. No presté atención a lo que le murmuró a la seño pero lo próximo que recuerdo es que está sentada al lado mío. Sonrió en mi dirección y bajó su vista a la mochila para buscar sus útiles.

—Quiero que escriban algo en inglés para su compañero de banco. Puede ser una pregunta sobre sus vacaciones, puede ser contándoles ustedes a ellos sobre sus vacaciones, dónde fueron, con quiénes fueron o preguntas sobre algo que quieran saber sobre su compañero. Lo que quieran. No sean irrespetuosos. Lo revisamos en 15 minutos. Good luck.

Sabía exactamente qué era lo que quería decirle, estaba seguro, era lo correcto. Ella escribió algo en un papel y me lo pasó.

“How are you?”

Fue algo que me gustó. Siempre se toma tan a la ligera esa pregunta, está tan sobrevalorada…

“I’m fine and you?”

“I’m fine”

Le sonreí y ella también lo hizo. Me quedé con su papel en mi mano por unos minutos con su letra en rosa grabada en él. Miré hacia el frente, a mi alrededor. La miré a ella. Guardé su papel en mi bolsillo y corté uno nuevo. Escribí con cuidado las siguientes palabras:

“What is love?”

Lo doblé por la mitad y luego de nuevo por otra mitad. Se lo entregué y miré al frente. No la miré. No parpadeé. No hice nada por unos 30 segundos hasta que ella me devolvió el papel. Lo abrí y mi corazón dio un vuelco en mi estómago cuando leí su letra rosada resaltando en el blanco de la hoja, en el cual reposaba…

“You”.

CAPÍTULO 2

SEGUNDA HISTORIA

PRIMERA PARTE
18 de Abril de 201720:18hs

Hoy vengo a contarles mi historia. La historia que yo elegí recordar. Con todo lo que implica, con dolor, con agonía, con felicidad, con lágrimas, con sonrisas. Cada persona es un mundo; cada persona es una historia y a mí me gustaría compartir la mía. Escribir no puede darte soluciones al problema ni puede hacerte olvidar, pero sí puede liberarte hasta el cansancio. Créeme. Y si no lo haces, te invito a que te quedes a entender y a empezar a creer en la escritura. Su poder es tan grande, tan fuerte que puede sanarte hasta los huesos. Todos y cada uno de ellos. La escritura te hace sentir poderosa, y te hace verte a vos en lo más profundo del alma.

Cierta gente no entiende cuando leen libros. Solo los leen y es todo. ¿Pero lo es? Digo… ¿realmente se trata sólo sobre leer? ¿O hay más? Yo creo que son dos preguntas bastante estúpidas, ¿no creen? Cada libro, cada frase o simplemente una palabra cuenta una historia sobre el que la escribió. Y cada vez que lees, tenés que pensar que esa persona –esa valiente persona– se está desnudando en frente tuyo. Se está sacando cada prenda, poco a poco, hasta la revelación. Como cuando haces el amor. Pero apuesto que nadie lo piensa así. Nadie piensa en un libro cuando hacen el amor, y lo acepto. Sin embargo, sí se piensa en hacer el amor cuando se lee un libro. ¿Me explico?

Lo que digo es… Antes de empezar a leer algo, pensá y mentalizá que esa persona que lo escribió se desnudó para vos, para todos. Y sí que le importó. Malditamente sí. No fue fácil, pero lo hizo entonces mentalizá y apreciá. Por eso es grave leer cosas ajenas; conversaciones ajenas, diarios íntimos, cuadernos, anotaciones, lo que sea. Estás violando algo que no es tuyo, estás desnudando a alguien, mirando a lo lejos mientras se cambia.

Sin más preámbulos… Aunque vengo a contarte mi historia, también vengo a decirte que le des una oportunidad a la escritura, no importa qué tan bien o qué tan mal lo hagas, solo hazlo y vas a ver…y vas a conocer a tu verdadero yo, al que se esconde en lo más profundo aunque no lo creas. Debajo de tu ropa, de tu piel, de tus órganos, de tus huesos inclusive. Vas a ver, como si te vieras al espejo…y te vas a sorprender.

Yo, hoy, estoy sin esperanza. ¿Por qué? Se preguntarán (o no). Bueno, ¿qué harías si te dijera que lo más importante de la vida fue arrebatado de tus manos? No, no es un celular por Dios. ¿Qué harías si ya no sintieras nada? No, no hablo de lastimarte. Eso es estúpido. ¿Qué harías si te dijera que… tu corazón está apagado? Sí, tu corazón. Apagado. Negro. Oscuro. No. No hablo de no sentir en absoluto. Hablo de… ¿qué harías si ya no te pudieras enamorar? Porque yo no lo sé.

Me enamoré una vez y fue el amor más profundo y cristalino que haya conocido en mis apenas 20 años.

Lo sé, sé que estarán pensando que tengo toda una vida por delante para enamorarme. Pero, ¿qué si no? ¿Qué pasa entonces?

Mi miedo es no volver a enamorarme nunca más. Y lo intenté, se los juro. Dejé el pasado en donde pertenece, seguí adelante y dí oportunidades a que el amor se meta de nuevo en mi vida. Yo nunca le di la espalda, estoy segura. Me rompieron el corazón, sí. Pero a pesar de eso, siempre estuvo ahí. Quiero decir… siempre lo está, ¿no? No puede irse corriendo sin más. Está atrapado en mi caja torácica. Pero ¿qué si yo le estoy poniendo barrera y no lo sé?

Una gran amiga me dijo una vez (hablo de una señora adulta) que nosotros mismos somos los que dejamos o no dejamos. Con esto me refiero a que nosotros dejamos que nos amen o que no nos amen, nosotros dejamos entrar a alguien, nosotros somos los que atraemos. Y me hizo pensar que yo me abría a otra gente pero mi mente no lo hacía. Me pregunté, entonces, ¿qué estoy haciendo?

Y en ese momento en que decidí dejarlo ir, fue cuando se me empezaron a dar oportunidades en la vida con distintas personas. Por un tiempo, me sentí bien porque resulta ser que esto era verdad. Que tenía razón. Y ahora, estoy hundida de nuevo en mi propia trampa.

¿Cómo salgo de este lugar? Me siento ahogada, atrapada, secuestrada. Pero, ¿qué esperaba? El primer amor es peligroso y yo soy una fantasiosa compulsiva.

Todo empezó, entonces el…

30 de marzo de 201118:34hs

—Ey, ¿qué es eso?

—¿Esto? Solo un lugar para conocer gente. Tendrías que hacerte una cuenta, está buenísimo.

—No lo entiendo en realidad. –Miré a la pantalla con atención. Siempre estoy interesada en lo que la gente me muestra, pero no interesada en ser parte–

—Mira. Está bueno. –Su mano se movía con agilidad sobre el mouse que manejaba a la pantalla a su antojo. Clicks por acá, clicks por allá. Tecleado… tecleado… Conversación. Wow, innovador.

—A mí me gusta, parece divertido. Yo quiero una cuenta. –Mis amigas sonrieron y una de ellas soltó un gritito de emoción, acompañado con unos cuantos aplausos. Minis.

—Dale, yo te hago una. Vamos. –Me sonrío una de ellas.

—Después me haré una. –Contesté desinteresada. No de una forma desinteresada en lo que exactamente refiere esa palabra sino más bien…no tan interesada en el tema.

30 de marzo de 201122:00hs

Llegué a casa agotada. No muy segura del por qué. Me senté en mi cama con mis manos entre las piernas y suspiré ruidosamente. Estaba malditamente aburrida. Me levanté de la cama y fui a buscar la netbook al cuarto de mi hermano. Sí, netbook.

Entré a Facebook y comencé a bajar por el inicio, con mi puño apoyado sobre mi mejilla.

Mensaje.

—¡Ya me hice una cuenta! –Completamente olvidado.

—¡Qué bien! ¿Y qué tal es?

—Muy bueno. Hacete una, ¡en serio!

—Luego.

31 de marzo de 201107:40 a. m

—¡Ey! ¿Te hiciste la cuenta? –Solté un gruñido. No por la insistencia, sólo lo seguía olvidando.

—Todavía no.

—¡Ay! ¿Para cuándo? –Reí.

13:30hs

—¡Vamos a hacerte la cuenta! ¡Dale!

—Bueno, hacela. –Reí, de nuevo. Prácticamente el mundo necesitaba que esa cuenta fuese creada, por alguna razón. Mi amiga la creó y desde ahí, empezó la aventura. Desde ahí, mi vida cambió por completo. De haberlo sabido… Lo hubiera hecho de todos modos.

SEGUNDA PARTE

Conocí millones de personas ahí. Algunas geniales, otras estúpidamente estúpidas, otras no tan geniales, otras maravillosas. Tenías para elegir lo que quieras, cuando quieras. ¿Y lo mejor? Te sentías como en casa. Todos te escuchaban, te ayudaban, te amaban, te mimaban. Obviamente no todo era color de rosa y, como toda comunidad, había “populares”, “zorras”, “santas”. Términos que odio utilizar y me parecen inútiles. Por ende, era como el mundo real pero virtual. Y como todos deberán saber, el mundo virtual puede ser malditamente cruel muchas veces.

Sé que muchos deberán estar pensando en cualquier cosa de lo que realmente era esto. Los que estuvieron, se darán cuenta de lo que hablo. Los que no, imagínense lo que quieran porque diga lo que diga, no lo van a entender.

Esta comunidad era un mundo paralelo y secreto, sin embargo, cualquiera podía entrar pero no cualquiera lo podía entender. Esto, ayudó a miles de personas. ¿Qué digo miles? Millones.

No sé bien quién fue el que lo empezó, pero realmente era un escape. Ese tipo de escape que cualquiera recomendaría; no era un escape dañino. Pero podía ser un escape adictivo. Y te ponía a prueba en cuán fuerte y cuán inteligente eras para poder distinguir la realidad de esto.

Bueno, no les sorprenderá si les digo que yo no fui ni fuerte ni inteligente si era por eso. Sin embargo, no me arrepiento. Te llevas cosas buenas y cosas malas de este lugar, como cualquier otro. Como dije, te ponía a prueba. Y te enseñaba, a crecer.

Fue entonces el (…)

05 de Mayo de 201217:00hs

(…) cuando lo conocí. O quizás antes. Realmente no me acuerdo bien.

Tenía una amiga que me hice ahí y con la cual nos volvimos –algo así como– inseparables. Ella me lo presentó. No recuerdo cómo. Sé que ellos eran muy amigos y terminamos hablando los tres juntos. Él era solo un amigo más para mí, sólo otro integrante de la comunidad. Nos volvimos muy amigos los tres. Nos hablábamos, nos publicábamos en el muro, nos reíamos juntos pero no mucho. Él era el típico chico mujeriego, casanova –qué vieja, lo sé–. Y yo, bueno, yo era yo y a mí no me molestaba en lo más mínimo. Yo estaba enamorada. De otro, claro. Si es que se puede decir eso.

Recuerdo que poco a poco nos fuimos dejando de hablar, hasta llegar a la nada.

10 de Julio de 201213:00hs

Mi cumpleaños de 15 años. Esa era yo. Recibí muchos saludos, y el suyo no faltó tampoco, lo cual me sorprendió. Definitivamente. Me alegró y de ahí empezamos a hablar más seguido, sólo un poco. El tiempo pasó y él… me dijo que me amaba. ¿Y yo? Bueno, yo técnicamente le dije que estaba enamorada de otro. No fue tan cruel como ustedes creen. Él dijo que gustaba de mí, mi amiga –la que me lo presentó– dijo que no le tenga confianza, que él gustaba de todas. Yo tenía miedo de que me rompan el corazón de nuevo. ¿Lo irónico? Así fue. Pero no por él, sino por el otro.

Por esta razón, me fui. Me fui con su odio en mi espalda.

16 de Marzo de 201317:00hs.

Tenía mi propia computadora. La que me compré con mi plata de los 15 años. Pero eso no es lo importante acá, sino que no dejaba de pensar en él. Aunque le haya dicho que no por el hecho de estar enamorada de otro o por lo que mi amiga me había dicho, yo nunca había pensado en él como otra cosa que no fuese amigos. Un día, estaba sentada en mi balcón que da al patio de mi casa con las piernas colgando del borde y el sol en mi cara. Y así, sin más, llegó. Como un disparo al corazón. Como si Cupido realmente existiera. Me sentía estúpida por sentir eso. Estúpida y confundida porque… ¿qué era este extraño sentimiento dentro de mi corazón? ¿O lo que corría por mis venas –además de sangre–?

La mente humana es maravillosa. Realmente lo es. O quizás es el destino. Es hasta el día de hoy que no puedo superar aquella sensación repentina. Fue como un “Ey, ¡vos! ¡Date cuenta! Él es el indicado”. ¿Lo era? ¿Lo es?

20:00hs

Corrí a mi computadora y me senté en mi silla de…bueno, no recuerdo qué silla tenía en ese entonces. La cuestión es que volví. Y lo busqué. Y lo encontré. Y mi corazón…dio un terrible vuelco.

Y a partir de ahí todo cambió de nuevo. Fue terriblemente complicado pero al segundo día, le dije que me gustaba y él quedó totalmente perplejo. Quiero decir… No lo vi, pero lo sé. Lo sé porque estuve ahí. Tomó mucho tiempo convertirnos en lo que nos convertimos y fue lo más doloroso y lo más hermoso a la vez.

A ambos nos costó pero más a él recuperarse de su ensimismamiento. Nos costó los huesos de cada uno, el corazón de cada uno, el alma, la mente, la salud, todo. Pusimos todo, desde el comienzo. Pero, de alguna manera, sabíamos desde el principio –incluso antes de conocernos– que estábamos destinados a ser la persona del otro. Él me salvó a mí y yo lo salvé a él. Toda nuestra relación fue mutua, todo en ella, era recíproco. No era uno da, el otro devuelve. No. Era…uno da, el otro también. Devolver es para favores. Es para cosas que no incluye sentimentalismo puro.

Lo nuestro era puro. Lo nuestro era la vida por el uno, la vida por el otro.

Y se preguntan, ¿cómo empezó todo? Todo empezó así. Amándonos desde el principio, a nuestra manera. Tuvimos peleas y reconciliaciones. Millones. Estuvimos dando idas y vueltas por mucho tiempo. Yo resulté herida. Él resultó herido porque no sabía qué hacer. En julio nos pusimos de novios –virtualmente– y nos unimos más que nunca. Nos amábamos con cada partícula de nuestro ser. Cada uno lo demostraba como podía, lo cual era, muy a menudo.

Poco a poco fuimos creciendo como pareja y como personas. Él estaba perdido, estaba confundido, estaba solo aunque tenía muchos amigos; él tenía una vida muy dura.

Yo estaba perdida, estaba dolida, estaba sola aunque tenía muchos amigos; yo tenía una vida dura. Sería un poco hipócrita decir que teníamos de las peores vidas. Vivíamos bien. Bueno, yo lo hacía. En cambio, él si pertenecía al grupo de una vida dura. Sin exagerar. Y eso me incentivaba a curarlo, a acompañarlo, a salvarlo. Sin embargo, fue duro. Para los dos. Fue realmente duro.

TERCERA PARTE

—¿Te acordás de mí? –mis uñas ya habían desaparecido para ese momento de la conversación. Estaba tan nerviosa que no soportaba la punzada que me estaba dando en el pecho. Traté de que no me importe tanto. Imposible. Di un respingo cuando escuché el pequeño sonido del chat de Facebook.

—Mm, ¿no? –obviamente no se acordaba de mí. Tenía otro nombre, otra identidad, otra yo.

—Trata de pensar…

—No sé, no se me ocurre jajaja –suspiré pesadamente.

—Soy Luna –el visto llegó al instante. El “escribiendo” aparecía y desaparecía en la pantalla y mi ansiedad estaba en el 100%. Lo sentía.

—¿EN SERIO? JODEME.

No pudimos parar de hablar. Él estaba muy pero muy emocionado. Algo que me alegró el alma inmensamente. Sabía que no iba a pasar nada porque él estaba de novio y yo nunca, jamás, fui impulsiva en decir las cosas. Sufrí mucho para eso. Nunca resultó bien, ¿qué podría cambiar ahora? Bueno, si quieren la respuesta, la verdad es que muchas cosas.

—¿Qué te pasa que me tratas así? Calmate.

—Estoy calmada y no me pasa nada. No quiero tomar nada, eso es todo.

—Pero te va a hacer mal. Anda, por favor.

—No quiero, Dios. No sos mi novio para decirme qué hacer.

—Bueno, solamente quería ayudarte. ¿Qué te pasa?

—Nada, deja de preguntarme eso.