Apreciatividad En Acción - Laura Isanta - E-Book

Apreciatividad En Acción E-Book

Laura Isanta

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  • Herausgeber: Granica
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2023
Beschreibung

"La esencia de la Apreciatividad está en ser capaces de per­cibir y encontrar lo valioso, y no para conformarnos con ello, sino para construir mejores futuros", escribe Laura Isanta en el prólogo. Apreciatividad que, en este libro, se vuelca definitivamente a la acción; a la ApreciAcción, para seguir el juego de neologismos que propone la autora. Complemento perfecto de Apreciatividad. El arte de percibir lo valioso, su obra anterior, este volumen reúne los entretelones de una vida que podría resumirse en la búsqueda incesante de una felicidad cuyo objetivo no se agota al alcanzarla sino al involucrar a otros, a fin de construir, juntos, un mundo más apreciativo, un mundo mejor. La propuesta para lograrlo es detener la mirada sobre aquellas cosas valiosas de la vida, tantas veces solapadas en el tráfago cotidiano, y expandirlas hasta donde resulte posible. Para ello, Laura Isanta trae pequeñas historias que la pusieron en la pista de aquello que pronto se convirtió en una certeza y luego en un método, y que estas páginas recuperan a través de ejercicios, de interrogantes, de una práctica guiada cuya meta no es otra que acercarnos a un mayor bienestar.

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Sobre este libro

“La esencia de la Apreciatividad está en ser capaces de per­cibir y encontrar lo valioso, y no para conformarnos con ello, sino para construir mejores futuros”, escribe Laura Isanta en el prólogo. Apreciatividad que, en este libro, se vuelca definitivamente a la acción; a la ApreciAcción, para seguir el juego de neologismos que propone la autora.

Complemento perfecto de Apreciatividad. El arte de percibir lo valioso, su obra anterior, este volumen reúne los entretelones de una vida que podría resumirse en la búsqueda incesante de una felicidad cuyo objetivo no se agota al alcanzarla sino al involucrar a otros, a fin de construir, juntos, un mundo más apreciativo, un mundo mejor.

La propuesta para lograrlo es detener la mirada sobre aquellas cosas valiosas de la vida, tantas veces solapadas en el tráfago cotidiano, y expandirlas hasta donde resulte posible. Para ello, Laura Isanta trae pequeñas historias que la pusieron en la pista de aquello que pronto se convirtió en una certeza y luego en un método, y que estas páginas recuperan a través de ejercicios, de interrogantes, de una práctica guiada cuya meta no es otra que acercarnos a un mayor bienestar.

Índice

CubiertaSobre este libroEdiciones GranicaCréditosDedicatoriaPrólogo. La receta de la felicidadNota dirigida al lectorCapítulo 1. A-P-R-E-C-I-A-T-I-V-I-D-A-DCapítulo 2. La foto no es la personaCapítulo 3. Creí que solo pasaba en las novelasCapítulo 4. El anestesistaCapítulo 5. Bailemos un tangoCapítulo 6. Un chico diferenteCapítulo 7. Y un día me convertí en escritoraCapítulo 8. Vivir en un palacio sin ventanasCapítulo 9. Envases y bienestarCapítulo 10. La desnudez interiorCapítulo 11. AfsCapítulo 12. Palabras reveladoras: Buen hombreCapítulo 13. Nadie me lo contó… Yo lo viví en el 2019Capítulo 14. Más allá de lo obvioCapítulo 15. Fluir con la vidaCapítulo 16. Un vaso de agua, un refugio para el frío…, una caricia¡Ya llegaste al punto de partida!Contrato Mundo ACOMSobre Laura Isanta

Ediciones Granica

 

ARGENTINA

Ediciones Granica S.A.

Lavalle 1634 3º G / C1048AAN Buenos Aires, Argentina

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ESPAÑA

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Isanta, Laura

Apreciatividad en acción / Laura Isanta. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Granica, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-8935-95-9

1. Superación Personal. I. Título.

CDD 158.1

Fecha de catalogación: agosto de 2023

© 2023 by Ediciones Granica S.A.

Diseño de cubierta: Juan Pablo Olivieri

Conversión a eBook:Numerikes

ISBN 978-987-8935-95-9

www.granicaeditor.com

Reservados todos los derechos, incluso el de reproducción en todo o en parte, y en cualquier forma

GRANICA es una marca registrada

LAURA ISANTA

Apreciatividad en acciónUna guía práctica para la vida cotidiana

 

 

 

ARGENTINA - ESPAÑA - MÉXICO - CHILE - URUGUAY

Dedicado a todos aquellos que creen

que sus acciones importan y pueden hacer

una diferencia positiva en el mundo (quedan excluidos quienes creen que este mundo no tiene remedio)

Prólogo La receta de la felicidad

Desde que comencé mis estudios sobre felicidad y bienestar*, las personas me preguntan recurrentemente:

—Laura, ¿cuál es la receta de la felicidad? Si estás estudiando y trabajando sobre felicidad, ¡seguro tendrás la receta! —me dicen.

En verdad nunca supe bien qué responder. Había estudiado muchos de los ingredientes de la felicidad, pero las formas de mezclarlos y cocinarlos variaban de un maestro a otro, tal cual ocurre con la receta de una paella, que varía según su lugar de origen y el arte del cocinero.

Hay algunos ingredientes compartidos en los diferentes modelos de felicidad; por ejemplo, la calidad de nuestras relaciones es recomendada por la mayoría como el condimento indispensable. El resto de los componentes varían, se mezclan y se cocinan de numerosas formas según sus autores.

Conocer los diferentes aspectos que dan vida a la felicidad no es poca cosa, ¡es un dato muy importante! Muchas veces las personas buscamos felicidad en los lugares equivocados; nuestra vida tiene tiempo limitado, no estaría bueno darnos cuenta tarde que hemos usado los ingredientes y la receta de una vida poco o nada feliz. Es conveniente tener pautas para el camino, por eso los estudios en felicidad son un gran recurso.

Si alguna vez me vi tentada a recomendar La receta de la felicidad, el sentido común me rescató de engañar a las personas con salidas fáciles, como puede verse en muchos libros de autoayuda, Ocho pasos hacia la felicidad, donde el primero obviamente es: ¡Compre el libro!

Sin embargo, hace unos días, buscando una frase para la pizarra de mi cocina, encontré una receta con la que estoy a gusto y con la que siento que no engaño a las personas: “La receta de la felicidad lleva mucho huevo”.

Sean cuales fueren los componentes de la felicidad que elijamos seguir o la forma en que los mezclemos, hay un ingrediente indispensable: coraje para ponerlos en práctica. Pude observar a lo largo de mi camino que el coraje, y no estoy hablando de temeridad, es el que hace la diferencia entre las personas más o menos felices.

Coraje para tomar decisiones difíciles, coraje para ser quienes somos, coraje para mostrar nuestra vulnerabilidad, coraje para amar y romper modelos, coraje para vivir.

La felicidad es subjetiva y no depende tanto de lo que poseemos y de nuestros logros sino del valor que cada uno de ellos tiene para nosotros. Con lo cual, si entrenamos nuestras habilidades apreciativas hay muchas posibilidades de que con lo mismo que hoy disponemos aumenten nuestros niveles de satisfacción en la vida. Queda claro entonces el impacto que el ingrediente Apreciatividad tiene en la felicidad de las personas, y se requiere mucho coraje para poner en práctica esta habilidad en muchos de los contextos en los que vivimos.

Tal vez no fui tan clara sobre esto en mi primer libro, como tampoco lo fui con uno de los componentes de la Apreciatividad: la acción; no desarrollé estos puntos con la fuerza suficiente como para que se comprenda su importancia.

En este nuevo libro hago especial hincapié en la acción para que no queden dudas respecto de qué hablamos cuando hablamos de Apreciatividad y su diferencia con la apreciación, con la que comúnmente se la confunde.

Ya conocerás a lo largo de este libro mi amor por las palabras y cuánto me divierte inventar nuevas. Hay una, que no sé en qué momento la inventé, que puede ayudar a comprender mejor el binomio de la Apreciatividad: Aprecio + Acción; la palabra es: ApreciAcción. Recuérdala, te va a ser muy útil para tus prácticas apreciativas, para ir por más y no quedar cautivado por la apreciación y anclado en ella.

Hay tres halagos que recibí sobre mi primer libro que me dan mucho orgullo. Uno, que no es un manual de autoayuda mediocre y sin sustento; otro, que mi voz está presente a lo largo de todo el libro, muchas personas que me conocen sienten que es a mí a quien escuchan mientras lo leen. Y, por último, y para mi sorpresa, muchos ponderan la manera en que relaté las anécdotas e historias de mi propia vida y que utilicé para mostrar las hipótesis y teorías que buscaba transmitir.

Así que, como buena apreciativa que soy (o al menos busco ser), tomé estos tres halagos, apreciaciones y reconocimientos y decidí expandirlos y sacarles aún más brillo en este nuevo intento de comunicarme con los lectores.

Este es un libro de historias personales, anécdotas propias que utilizaré como inspiradoras de conductas y aprendizajes útiles. Tarea difícil, tanto la selección como la decisión de hacerlo. Mostrarme a través de mis historias, abrir mi vida y confiar en que hacerlo puede ayudar a otros no fue una decisión fácil. Me vi tentada algunas veces a esconder ciertos detalles, y seguro lo hice, por miedo a ser juzgada, pero luché todo el tiempo por mostrarme genuina y auténtica y espero haberlo logrado porque siento que solo así podré dejar en ti la impronta que deseo. Desde que mi primer libro fue publicado noté la admiración que muchas personas sienten por quienes escribimos; nos ven como seres especiales y contando mis historias busco que te des cuenta de que soy especial y única, como lo eres tú, pero a la vez también soy alguien común y corriente, como también lo eres tú.

No encontrarás aquí teoría explícita; sin embargo, su contenido es producto de toda la teoría y experiencia que acumulé a lo largo de mi vida. Las reflexiones que verás en cada capítulo, luego de cada relato, son resultado de mis experiencias de vida, todas ellas atravesadas por los conocimientos académicos adquiridos en cursos y formaciones que realicé, y muy especialmente por aquellos afines a la felicidad y el bienestar.

Hay además un espacio donde desarrollo mi mirada sobre los aprendizajes y conductas de la historia que relato previamente, no como verdades inamovibles sino como una invitación a que sumes tus propias reflexiones a medida que te internes en la lectura. Desafía mis reflexiones, piensa por ti mismo, reconoce tus propias historias mientras lees y encuentra la inspiración para tu práctica. La propuesta es que reflexionemos juntos.

Y en esta obra también encontrarás una novedad: ejercicios. Porque, como ya dije, la Apreciatividad es acción y no aprenderás y desarrollarás tus habilidades apreciativas solo leyendo historias y reflexiones. Debes encontrar tus propias historias, reflexiones y aprendizajes por medio de la práctica y la ejercitación.

Lo haremos juntos, te acompañaré en este camino de autodescubrimiento a lo largo de cada capítulo y lo haremos como cuando éramos niños e íbamos a nuestra clase de ciencias, ¿lo recuerdas?:

 

Poníamos el foco en algo que queríamos investigar y lo explorábamos.Reflexionábamos sobre los hallazgos.Aplicábamos lo aprendido en otros dominios de nuestra vida.

 

La idea es que en ese “Cuaderno de ciencias apreciativas” no solo registres datos y resultados sino también tus pensamientos y emociones.

Recuerda que solo incorporarás Apreciatividad a tu vida si tienes el coraje de practicarla; la receta de la Apreciatividad también lleva mucho huevo. Requerirá de tu coraje para desafiar viejas creencias y paradigmas, coraje para cambiar hábitos, coraje para ser diferente en algunos entornos, coraje para tomar decisiones, coraje para ser feliz.

Por último, encontrarás al final de cada capítulo una serie de preguntas que te invitan a reflexionar sobre la práctica, de modo de poder anclar la Apreciatividad en la experiencia para poder expandirla y hacerla crecer en ti y en las personas con las que te relacionas. De este modo te convertirás en un auténtico Activista Apreciativo, lo cual, en definitiva, es el propósito principal de este libro. La esencia de la Apreciatividad está en ser capaces de percibir y encontrar lo valioso, y no para conformarnos con ello, sino para construir mejores futuros.

Es decir, busco que este libro te aporte nuevas miradas y maneras de andar que redunden en mayor bienestar y felicidad para ti y que, además, sirva de motivación para que los resultados de tus prácticas apreciativas toquen y aporten positivamente en la vida de otros.

El objetivo final, querido lector, es que podamos construir juntos un mundo mejor.

* Diplomada en Felicidad Organizacional – Diplomada en Psicología Positiva – Entrenadora y facilitadora certificada por la Happiness Studies Academy.

Nota dirigida al lector

Mi intención querido lector es que, al leer este libro, te sientas inspirado a aminorar tu marcha y contemples todo lo que la vida trae.

Seguramente me dirás que la vida trae lo bueno y también trae lo malo, y es cierto. Aunque yo no lo llamaría así, yo prefiero pensar en agradable y desagradable.

Estoy segura de que muy probablemente lo desagradable no pase inadvertido y tal vez se te quede pegado más fuertemente en tu día a día y, dependiendo de su impacto, vuelva a tu memoria con mayor recurrencia que lo bueno.

Ahora bien, ¿qué te ocurre con lo agradable, con aquello que sale bien? Apuesto a que lo distingues menos y se diluye más fácilmente de tus recuerdos.

¿Eres capaz de percibir aquello que aporta al fluir armonioso de la vida y la hace más amena?

Cada tanto es bueno detenernos a revisar nuestros días y observar todo lo preciado que contienen; entonces descubriríamos muchas de las experiencias que hemos vivido y nos han hecho la vida mejor.

En definitiva, detenernos y observar nuestras riquezas es prepararnos para pasar junto al oasis sin dejar de beber.

Te invito a una apasionante travesía

Tienes en tus manos una guía de viaje para vivir una gran aventura apreciativa. Es un viaje de descubrimiento para experimentar con todos los sentidos y en el que aprenderás nuevos saberes e irás redescubriendo olvidadas fortalezas y aptitudes, donde encontrarás además nuevas maneras de hacer lo mismo, pero a la vez distinto. Seguramente también te lleve a perderte, a encontrar en cierto momento una salida y tal vez a develarte insospechadas oportunidades. Un viaje que te conectará con la abundancia y el sentido de la vida.

Se necesita coraje para emprender esta aventura. Tal vez uno distinto del que hace falta para las grandes hazañas, como escalar el Everest o cruzar el Atlántico en un pequeño velero. Requiere de ese coraje que muchas veces necesitamos para avanzar en la vida, la audacia de atreverse a pesar de la falta de garantías.

Recorrerás cada capítulo y descubrirás sus misterios al adentrarte en ellos, y te recomiendo que te dejes inundar por tus sentimientos y sensaciones. Finalmente, cargarás tu equipaje con los saberes y reflexiones que te ha dejado y continuarás tu camino. A veces sentirás que viajas para resignificar tu pasado; otras, que lo haces para encontrar tu futuro.

Serás una mezcla de explorador y mensajero. De nada sirve pasar por los capítulos si no sales transformado de ellos y tampoco es justo que escondas los tesoros encontrados; es ley del viajero que se le note su transformación y contagie a otros con ella.

Esta bitácora de viaje es el espacio en el que podrás registrar datos y resultados, pero lo que le dará vida serán tus pensamientos y emociones.

 

¡Bienvenido a la gran aventura apreciativa!

 

Solo una cosa más …

Este viaje no se hace en línea recta buscando llegar al cielo por el camino más directo, como ocurre en la rayuela, sino como lo requiere la vida, saltando, avanzando y retrocediendo. Cayéndose para volver a saltar, lanzando la piedra sin saber con certeza dónde caerá.

¿De dónde partirás? Del punto de llegada. Es decir, del momento presente al que has arribado por diferentes caminos trayendo contigo tu equipaje con recuerdos y experiencias pasadas. También traes cosas que atesoras como sueños, aspiraciones y anhelos.

¿Adónde llegarás? A un nuevo punto de partida. Este es el objetivo de tu viaje: vivir experiencias, indagar, reflexionar, resignificar, desaprender y aprender para que puedas estar alistado y preparado para iniciar nuevas travesías. Deja que la curiosidad y la intuición te guíen y ábrete para descubrir los tesoros que te depare el camino.

Capítulo 1 A-P-R-E-C-I-A-T-I-V-I-D-A-D

Catorce letras que aún no están en el diccionario. El mundo de las palabras siempre me fascinó y si recorro la historia de mi vida puedo comprobar que nunca me faltaron maneras para rodearme de ellas.

Recuerdo aquellas tardes en casa de mi abuela Ada jugando al scrabel alrededor de la mesa del comedor. Las fichas eran de madera y el tablero estaba visiblemente ajado. La caja del juego siempre llegaba a la mesa acompañada de los tres gordos tomos del diccionario Océano que usábamos para controlar las palabras durante la partida.

Habíamos establecido una norma. Si la palabra que colocábamos en el tablero no estaba en el diccionario, el jugador debía entonces retirar las fichas y perdía su turno, con lo cual debíamos estar muy seguros de las palabras que formaríamos en cada jugada.

Me ideé una estrategia para asegurarme qué palabras pondría sobre el tablero: así comencé a leer diccionarios.

Cada noche, al irme a dormir, abría el mamotreto en alguna letra sobre la que quería curiosear y me zambullía en su texto y nadaba entre las palabras con el propósito de acumular más posibilidades para mi próxima partida. Había letras que me importaban mucho porque me aseguraban un alto puntaje si lograba con ellas buenas combinaciones. La J, la X o la K ponían a prueba mis neuronas y al comenzar a leer diccionarios fui más efectiva en el juego. Aprendí que xa era el título del soberano de Persia, que xeno es gas xenón y que el jalde era un amarillo subido. Y también vocablos que me interesaban para luego releerlos y memorizarlos. Cuando jugábamos y utilizaba alguna palabra que parecía extraña rápidamente recibía objeciones de mis contrincantes, y confieso que nada me gustaba más que ver sus caras de asombro al chequear en el diccionario que la palabra no solo existía, sino que la definición que les había dado era la correcta.

En verdad, mi primer gran diccionario viviente fue mi abuela Yaya. Ella fue una mujer a la que le encantaba leer y su vocabulario lucía realmente amplio. Era española y siendo niña había recibido una muy buena educación en Barcelona. Le fascinaba leer el diario y cuando un ejemplar llegaba a sus manos lo leía desde la primera a la última página. Leía todo: las noticias de crímenes, las económicas y hasta las de fútbol.

A mis amigas y a mí nos encantaba jugar con ella porque ponía a prueba nuestras capacidades. Si colocaba una palabra en el tablero, por muy extraño que nos pareciera el vocablo, seguro lo encontrábamos en el diccionario. Además, ella disfrutaba de trasnochar, así que nos quedábamos jugando hasta bien entrada la madrugada. Una taza de café, una barrita de chocolate y una copita de licor dulce era todo lo que ella necesitaba para adentrarse en el juego. Es más, nuestras mejores partidas las recuerdo en camisón y pantuflas.

Un día anunciaron un campeonato de scrabel en un bar al que mi amiga Mariana y yo acudíamos a menudo y decidimos anotarnos. Era una competencia espinosa porque había rivales muy entrenados. Así y todo, decidimos participar. Llegamos al lugar muy entusiasmadas y tomándonos el desafío muy en serio. Comenzaron las partidas y fuimos pasando los niveles hasta llegar, ya adentrada la noche, al final del juego. Había un joven que oficiaba de juez al que cada equipo podía recurrir para que la palabra colocada por su contrincante fuera chequeada en el diccionario. Aquella noche cada punto era muy valioso y cualquier error podía significar perder la partida. Ya sobre el final, y casi empatados en puntos, Mariana y yo colocamos sobre el tablero una palabra que ofuscó a nuestros rivales y rápidamente uno de ellos dijo:

—¡Esa palabra no existe!

La palabra contenía z, lo que nos daba un puntaje que casi nos aseguraba el triunfo. Yo sabía que la palabra estaba bien, la había aprendido de mi abuela, así que con mucha seguridad llamé al juez.

—Escribí Coz —le dije— y es la patada de un caballo.

El juez buscó y asintiendo con su cabeza dijo: —La palabra es correcta.

Mariana y yo ganamos el campeonato aquella noche y nos dieron de premio un par de cervezas, papas fritas y un puñado de maníes. Las palabras siguieron haciéndome ganar partidas también en el juego de la vida y también perder en otras oportunidades. En la vida, lo mismo que en el scrabel, las palabras que tenemos son limitadas y con ellas debemos construir una realidad dentro de las muchas realidades posibles. Una partida de scrabel no la gana el que recibe las mejores letras, la gana el que sabe colocarlas y combinarlas en el tablero de tal modo que logre con ellas el mayor puntaje. En la vida funcionan igual, todos tenemos las letras que formarán los vocablos que constituirán nuestra existencia, y es el arte de saber cómo usarlas, mezclarlas, juntarlas o incluso descartarlas lo que nos hará ganar premios en la vida.

Pasaron los años y mi amor por las palabras continuó; ya no solo tenía en la biblioteca los tres tomos del diccionario, también comencé a coleccionar variantes que se ocupaban de otros modos del lenguaje: de antónimos y sinónimos, de otros idiomas, de símbolos, etimologías, de nombres, de palabras estrafalarias y hasta de mitología. Muchas veces los leía de corrido, como quien lee una novela; otras, solo acudía a ellos en busca de algún término.

Mi abuelo Cacho era un hombre de pocas palabras y la mayor parte del tiempo se lo veía callado. Desde que se jubiló pasaba tardes enteras sentado en el sillón frente al ventanal del comedor resolviendo palabras cruzadas de lo más complejas. A veces creo que quizá él encontró en este entretenimiento un modo de dejar que las palabras, aquellas que sus labios no se atrevían a articular, salieran de su interior. Siempre llamó mi atención que un hombre tan silencioso pasara horas dilucidando crucigramas, alojando palabras en su interior que jamás habría de pronunciar.

Disfruto y conservo el ritual de hacer el crucigrama del periódico los fines de semana mientras desayuno. Será uno de los legados de mi abuelo quien, con muy pocas, pero precisas palabras, me enseñó a amarlas.

Aún hoy las palabras en diferentes versiones conviven en lo que soy. En mi casa sigue habiendo libros, diccionarios, crucigramas y un scrabel, pero este es más moderno que el de mi abuela ya que sus fichas son de plástico. Las palabras nunca salieron de mi vida, han estado allí todo el tiempo y con los años supe que ellas no solo me servían para describir el mundo sino también para crearlo, pero fue mucho tiempo después cuando descubrí que yo también tenía el poder de inventar palabras. Un poder de los que muy pocas personas tienen conciencia.

Siempre me cautivó Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas, por su destreza y atrevimiento para crear nuevas palabras; de hecho hace años que uso una de sus palabras inventadas para hablar de disfrute: Galumphing, palabra que el escritor menciona en Alicia a través del espejo, y su significado puede entenderse como la elaboración y ornamentación aparentemente inútil de una actividad. Galumphing es dar saltitos en lugar de caminar, tomar el camino más pintoresco en lugar del más corto, jugar a un juego cuyas reglas exigen una limitación de nuestro poder, interesarnos por los medios más que por los fines (libro free play). Muchos otros neologismos fueron creados por este autor y el diccionario luego los incorporó cuando fueron adoptados por la comunidad hablante.

A veces creemos que para sentirnos creadores debemos ser genios cuando en verdad todos tenemos el potencial para crear mucho de aquello que creemos solo puede ser realizado por seres iluminados. Inventar palabras, por ejemplo: las palabras nacen de las personas y el diccionario es producto de la recopilación de estas creaciones.

El origen de las palabras siempre me dio mucha curiosidad y salvo algunas de las que se tiene un registro muy preciso, descubrí que en general no se sabe exactamente cuándo y en qué momento surgieron. ¿Quién las dijo por primera vez? ¿Cuándo y por quién fueron creadas?

Cuando pienso en la palabra Apreciatividad me doy cuenta de que, a pesar de ser yo la propia protagonista de esta historia, es difícil establecer cuándo y dónde comenzó su uso.

Hace varias semanas una amiga publicó en su Facebook que mi libro Apreciatividad fue comentado con frases elogiosas por una renombrada revista mexicana y una de sus seguidoras le respondió lacónicamente: “¡¡¡Lástima que esta palabra ni existe!!!”,

Y tenía razón…, en parte.

Apreciatividad no figura en el Diccionario de la lengua española, lo que no quiere decir que la palabra no exista. De hecho, le estoy dando existencia al mencionarla, aquí en este texto.

Javier Bezos, especialista en ortotipografía de la Fundación del Español Urgente, afirma que una palabra es oficial no solo cuando aparece en el diccionario del idioma sino cuando “los propios hablantes deciden que la palabra tiene utilidad y la usan”. Cada año la Real Academia observa e identifica nuevas palabras y evalúa si las incluye. En general, entre el momento en que aparece una palabra hasta que es incluida en el diccionario pueden pasar diez años. La lengua es un organismo vivo en el que algunas palabras salen mientras otras entran. Me dará mucha alegría ver algún día Apreciatividad en el Diccionario de la lengua española.

Fue entonces cuando me pregunté cómo había llegado a estar en el vocabulario de muchos hablantes la palabra Apreciatividad. En verdad no pude arribar a una respuesta. No recordaba el día y el momento preciso en que comencé a mencionarla. Porque se trató de una construcción que se fue dando a lo largo de mucho tiempo en el mismo momento en que la pared de mi casa se iba empapelando con los post it que dieron origen a mi modelo ACOM.

Llevaba ya tiempo ideando el constructo y necesitaba una palabra que lo contenga. No podía ser solo aprecio o apreciación ya que también se trataba de acción. Buscaba algo así como una mezcla entre creatividad e innovación, digamos, la sumatoria de generar nuevas ideas y conceptos, o hacer conexiones entre ideas que no existían previamente a partir de la captura deliberada de lo valioso y preciado del presente y traducirlas por medio de la acción en un bien o producto capaz de crear valor en el futuro.

La mayoría de los textos de Indagación Apreciativa e Inteligencia Apreciativa estaban publicados en inglés y fue a mi querida amiga y maestra Diana Levinton a quien acudí a pedir ayuda para traducir y comprender estos escritos. Conversé con Diana muchas veces sobre el tema, procurando encontrar en los textos respuesta a mi inquietud. Todos conducían a la facultad de apreciar, la capacidad de apreciación, pero incluían tangencialmente la acción de construir algo como parte de la misma capacidad.

Durante mi búsqueda encontré en español:

Apreciación: Acción y efecto de apreciar. Percepción o captación de alguna cosa. Aprecio: Valoración que se hace de una persona o una cosa por su calidad o mérito. Sentimiento de cariño moderado hacia una persona, producido generalmente por una relación de amistad poco profunda, pero cordial y respetuosa. Apreciativo: Que expresa aprecio o valoración. Apreciabilidad: Cualidad de apreciable. Posibilidad de que una cosa sea apreciada.

Y en inglés: Appreciatively: Apreciativamente, que expresa aprecio. Appreciably: Apreciablemente. Appreciative: Apreciativo. Appreciativeness: Apreciación.

Recuerdo que una noche, mientras conversaba por teléfono con Diana sobre el tema, escribí en el traductor de Google un breve texto en inglés que mencionaba la palabra appreciative y el programa colocó en español la palabra apreciatividad. Ya había observado que en algunos artículos traducidos al español se usaba esta palabra cuando se hablaba de apreciación, evidentemente como una propuesta alternativa ya que dicha palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia Española.

Como mi constructo en los comienzos estaba focalizado mayoritariamente en el aprecio comencé a utilizar esta palabra y a incluir este término en mi vocabulario mientras terminaba de darle a mi idea el sentido que estaba buscando, que iba más allá de la apreciación. La Apreciatividad es un concepto que incluye las distintas maneras de concebir el aprecio y un medio para expandir el potencial y alcanzar nuestros objetivos.

Esta es la historia del constructo que creé para denominar una capacidad humana que considero primordial para la vida de las personas y las comunidades. Apreciatividad es la capacidad de percibir y rescatar lo que es preciado y valioso de las personas, los sucesos y las cosas. Es la observación deliberada de lo mejor y lo preciado con el objetivo de crear con ello nuevas y mejores realidades.

Hoy, transcurridos más de diez años de esta historia, creo que la Apreciatividad ya se ha puesto los pantalones largos y está ocupando su lugar en el mundo, y de continuar siendo pronunciada y multiplicada en la mente de las personas llegará el día en que ocupará su lugar en el diccionario.

Se dice que, si inventamos una palabra y la construimos bien, quienes la oigan reconocerán su forma, aunque nunca la hayan oído antes. Este es el motivo por el cual la mayoría de las personas creen que Apreciatividad es una palabra existente en nuestra lengua, aunque muchas reconocen no haber escuchado antes hablar de ella. Las personas no ponen en duda la existencia del vocablo, producto de que su construcción responde a raíces léxicas y a reglas gramaticales que el oyente que comparte estos códigos comprende, aunque se trate de una palabra “inventada”. Ha sido una palabra comprensible desde el momento mismo en que comencé a usarla, solo que las personas la conectan con uno de los pilares de la Apreciatividad, la apreciación. Es decir, comúnmente se las ve como sinónimos, lo cual es un error porque la Apreciatividad necesita, además, acciones concretas que manifiesten nuevas realidades con aquello rescatado como valioso y preciado. Cuando aclaro esto en mis conferencias y talleres las personas le dan un nuevo sentido a las ideas que ya traían en su mente y pueden comprender la diferencia.

En una encuesta realizada en la Universidad Católica de La Plata, luego de un ciclo de conferencias en el que participé, el 90% de las personas encuestadas consideraron que la Apreciatividad fue el tema más interesante. Una de las razones por las cuales el constructo Apreciatividad comienza a ser incorporado en la vida y el habla de las personas es porque lo que le da su verdadera fuerza y poder es lo que contiene en su interior. Es más que una palabra bonita y amigable, es una manera de andar en la vida que abre un mundo de posibilidades para aquellos dispuestos a entrenarla. Suena loco, pero lo único que necesita la Apreciatividad para entrar en la vida de las personas y sus entornos es: ser valorada, solo aquellos que le den valor estarán dispuestos a expandirla. Nadie que piense que se trata de una banalidad vacía de significado le abrirá la puerta ni gastará un ápice de su energía en ella.

Cuando la analizo creo que desde el punto de vista del marketing tal vez no sea una palabra adecuada. Es demasiado larga e incluso confusa de pronunciar, hasta puede parecer un trabalenguas. Cierta vez, en Chile, una mujer que no sabía quién era yo me dijo en el almuerzo previo a mi conferencia: “Ahora iré a ver una charla sobre ‘amistosidad’”; me sorprendió escuchar esta transformación que ella había hecho de la palabra Apreciatividad y me mostró cuál era la idea que esa persona había construido respecto de su significado. Ella misma no se dio cuenta de que había creado una nueva palabra.

Una prueba que suelo hacer para saber si la palabra Apreciatividad es bien recibida por los oyentes es preguntarles si al escucharla la sienten agradable o desagradable. Me atrevo a asegurar que las personas siempre responden que les resulta una palabra positiva y agradable.

También pregunto si al escucharla sienten interés en saber más sobre su significado y de abrirse a conocerla, o si, por el contrario, les da igual o incluso sienten cierto rechazo que los aleja de ella. Las respuestas muestran un notorio interés en, al menos, curiosear en su contenido.

Humberto Maturana sostiene que somos responsables de lo que decimos y maravillosamente irresponsables de lo que el otro escucha. No tengo certezas de lo que las personas escuchan cuando hablo del constructo Apreciatividad, pero hay un termómetro que utilizo para medir su impacto y es observar si las personas incorporan luego este término en su vocabulario.

También inventé el acrónimo ACOM, del cual sí recuerdo el momento en que fue creado. Había escrito en post it varias posibilidades y las tenía pegadas en la pared de mi estudio hasta que una tarde, jugando con diferentes combinaciones posibles, tal como lo solía hacer con las fichas del scrabel, apareció ACOM. Lo sentí de inmediato en mi panza. Lo pronuncié en voz alta varias veces y sentí dentro de mí una agradable conexión emocional al hacerlo. Sus letras representan cada uno de los pilares sobre los cuales se asienta mi modelo de desarrollo de la Apreciatividad.

Aquí, en la playa donde estoy escribiendo estas líneas, el día cambia del sol a la lluvia en solo unos minutos y las nubes entran y salen dejando a su paso arena mojada unas veces y otras una sequedad y un calor en el piso que nuestros pies no toleran. Solo es cuestión de observar y ver el fenómeno. Si cuando hablamos nos detenemos a observar cómo las palabras entran y salen dejando a su paso nuevas realidades podríamos dimensionar también su inmenso poder. El de hacer que las cosas pasen, el de hacernos florecer o el de achicharrar a alguien o a nosotros mismos.

He contado en muchas oportunidades que llevo años usando libretas donde anoto ideas, acontecimientos cotidianos, frases o lo que tenga ganas de escribir. Esto se ha transformado en una gran usina de ideas e historias para mis libros y me ha servido, además, para darme cuenta de cómo llegué hasta aquí. Sea donde sea que me encuentre siempre descubro en las libretas información sobre decisiones, palabras que dije o preguntas que me hice, las cuales, en el momento en que ocurrieron, dieron un viraje y me fueron convirtiendo en lo que soy. Incluso no solo me convirtieron a mí, también lo hicieron con otros. Mis palabras co-construyeron la vida de los seres significativos que me rodean y cuando observo esto siento en carne propia su gran poder y la enorme posibilidad que ellas tienen para la construcción de mi vida y de las personas que amo.

Lo que diga o lo que calle no será inocente y cambiará el rumbo de muchos acontecimientos y en consecuencia cambiará el rumbo de muchas vidas.

Lanzamos al aire palabras con una impunidad que debería avergonzarnos y, lo que es peor aún, luego creemos que lo que nos ocurre es fruto del azar de la vida.

La palabra Apreciatividad ha cambiado mi vida y también el rumbo de la vida de muchas personas, incluso de quienes no conozco y a quienes el término les ha llegado por las redes, por el libro, a través de un artículo o por boca de otros.

Mi primer premio jugando con palabras lo gané en un tablero con apenas tres letras bien combinadas y estratégicamente colocadas. Ahora, catorce letras vividas con pasión, trabajo y mucha convicción me están llevando a mí y a muchos otros a ser premiados en nuestro día a día, ese juego en el que todos ganamos cuando sabemos conectar con imaginación y sabiamente las fichas que nos han tocado en la partida de la vida.

¡Llegó el momento de la acción!

Tómate unos minutos y hazte la siguiente pregunta.

¿Qué va a crecer más en mi vida si dedico tiempo y energía en entrenar aún más mi Apreciatividad?

Aliado Apreciativo

Cuando tengas la respuesta prepararás la cita con tu Aliado Apreciativo.

¿Qué es un Aliado Apreciativo? Una persona que pueda acompañarte y motivarte en tu proceso de hacer crecer tus habilidades apreciativas.

Contactarás con la persona y la invitarás a un encuentro presencial (si la distancia o las circunstancias no lo permiten, programa una videollamada). El lugar lo propones tú consensuado con la persona. Puede ser en un café, en tu casa u oficina en un horario que sea conveniente para ambos. Con 30 minutos será suficiente.

Le dirás a la persona que estás iniciando un programa, que lo elegiste a él/ella como parte importante de tu proceso de aprendizaje y que necesitas reunirte para contarle de qué se trata.

Prepárate para el evento como lo haces para una ocasión especial. Puedes ponerte tu atuendo preferido, maquillarte de manera especial o tal vez tomar unos minutos de meditación para alistarte interiormente.

Es importante que dejes claro que, más allá de que puedan luego conversar sobre otros temas, la cita tiene un objetivo: invitarlo a ser tu Aliado Apreciativo. Lo pondrás en contexto contándole aquellas cosas que consideras más relevantes de la Apreciatividad, de qué se trata y cómo ha llegado a este momento de tu vida.

Le contarás sobre tu compromiso para alcanzar altos estándares en el proceso y que, observando tu círculo de relaciones, lo/la elegiste porque consideras que tiene los atributos para ser un buen Aliado Apreciativo.

Luego le hablarás acerca de algunos de los comportamientos que se esperan de un Aliado Apreciativo:

Estar abierto y disponible a escuchar.Ser alguien cercano.Preguntar e interesarse genuinamente por los avances.Saber ayudar y acompañar cuando hay trabas y bloqueos en el proceso de desarrollo.Celebrar y alegrarse por los progresos.Tomar acciones en pos del objetivo.Asumir el compromiso y sentirse orgulloso de su rol.

Entonces le dirás: “Yo te elegí como mi Aliado Apreciativo. Quiero que ahora tú me digas si estás de acuerdo en serlo y quieres acompañarme”.

Hay altísimas posibilidades de que la persona acepte, pero si así no ocurriera debes aceptar su decisión y agradecerle por haberte escuchado. Si tu aliado acepta, le darás las gracias y le mostrarás tu alegría de algún modo, por ejemplo, con una gran sonrisa o un cálido abrazo.

Harán entonces su primera tarea juntos: tomarás tu respuesta a la pregunta anterior sobre lo que quieres ver crecer más en tu vida y la compartirás con tu Aliado para que conozca tus objetivos y sepa hasta dónde quieres y esperas llegar en este viaje.

Conversarán unos minutos sobre esto y así como este proceso requirió de una apertura, también será apropiado un cierre que marque su final. Puede ser un brindis, otro abrazo o tal vez un gracias.

Recuerda: explorar, descubrir, valorar y expandir. ¡Hazlo crecer!

Preguntas reflexivas

¿Qué aprendizajes y descubrimientos encuentras en esta experiencia?¿Qué beneficios te deja esta práctica? ¿Cuáles a quienes te rodean?¿Qué emociones y sentimientos reconoces en ti en este momento?¿Sientes que esta práctica te ayuda a crecer? Si es así, ¿en qué y para qué te es útil este crecimiento?¿Percibes algún cambio en tus ideas anteriores luego de hacer este ejercicio? De ser así, ¿cuáles?

Capítulo 2 La foto no es la persona

Veinte años atrás, Ángel, un compañero de trabajo, iba a las oficinas de la Obra Social a realizar un trámite personal y le pedí que por favor me retirara el pago de unos reintegros. Para poder hacerlo necesitaba la copia de mi documento de identidad; como yo ese día no me encontraba en la oficina, a Ángel se le ocurrió hacer una fotocopia de la copia que había en el legajo de la empresa, la misma que el departamento de RRHH adjuntó a mi ingreso.

A la mañana siguiente Ángel entró en mi oficina y con cara compungida me dijo:

—No pude cobrar tu reintegro.

—¿Por qué? ¿Qué sucedió? —le pregunté, asombrada.

—Dicen que este documento —señalando la fotocopia que había llevado— es de un futbolista y su foto no corresponde a una sensual y bonita mujer. Me dijeron que debía llevar el documento de Laura.

—Jajajaja, ¡es cierto! —le respondí—. ¡Ya no me parezco a la mujer de la foto!

Ángel tenía razón, la foto era antigua y no se parecía en nada a la mujer que él conocía. Sin embargo, se trataba de una foto efectivamente mía.

Mi amigo no se contentó con lo que me había dicho y fue por más. Quería demostrarme que él no era el único al que le costaba creer que la mujer de la foto fuera yo, así que comenzó a hacer su propia verificación.