Camila OʼGorman - Heraclio C Fajardo - E-Book

Camila OʼGorman E-Book

Heraclio C Fajardo

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Beschreibung

«Camila OʼGorman» (1856) es un drama histórico en seis cuadros y en verso basado en hechos reales. Camila se enamora del sacerdote de su parroquia y huye con él, pero los amantes son atrapados y conducidos a la prisión. El gobernador Rosas en persona ordena ejecutar a los enamorados, sin darles oportunidad de apelar o defenderse. El amor sincero de Camila y Gutiérrez, el embarazo de la joven y la injusticia de la condena hicieron de este suceso uno de los más imperdonables y recordados de la tiranía de Rosas.

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Seitenzahl: 104

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Heraclio C. Fajardo

Camila OʼGorman

DRAMA HISTÓRICO EN SEIS CUADROS Y EN VERSO

Saga

Camila OʼGorman

 

Copyright © 1856, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726681888

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

A LOS MANES DE CAMILA O’GORMAN

En vano el eco de mi oscuro acento

A vindicar tus manes se levanta,

Porque ahoga mi voz en la garganta

De las pasiones el fragor violento. . . .

Mas no importa!. . . Si el bárbaro asesino

Que terminó tus dias infelices

Ha dejado maléficas raices

En el seno del ámbito argentino:

Una nueva progénie se levanta

Que pisa ya del porvenir el límen

Y estirpará esos gérmenes del crímen

Con la eficacia de su airada planta!. . . .

Una nueva progénie, que imbuida

Del pensamiento que enjendrára Mayo,

Fulminará con implacable rayo

Los vestigios del déspota homicida!. . . .

A ella le toca remover las fosas. . . .

A ella lavar la tacha que te imprimen

Los que aplauden, sacrílegos, el crímen

Que en tí, Camila, perpetrára Rosas.

H. C. F.

Buenos Aires, 30 de Octubre de 1856.

Este drama es propiedad de su autor, y no podrá ser representado ni reimpreso sin prévio permiso suyo.

PRÓLOGO

SON el título de este drama, hay una historia en cuyas páginas se registra el crímen mas horroroso que existe en los anales de Sud-América. De esa historia, revestida con formas romanescas pero verdadera en el fondo y real en sus personajes, ha sido entresacado el argumento de este drama: carecerá de imajinacion, pero en cambio es fielmente histórico.

El drama, como la novela, tiene exigencias en sus formas que han hecho en este indispensable el aumento de accesorios ó detalles, que aunque no sean notoriamente históricos, están basados en argumentos lógicos y en nada desvirtúan la verdad esencial del hecho que le ha servido de plan.

El 18 de agosto de 1848, á cinco leguas de Buenos Aires, fué fusilada por órden de Juan Manuel Rosas una jóven de aquella capital llamada Camila O’Gorman, embarazada de ocho meses. En su compaña fué tambien ejecutado un jóven clérigo llamado Uladislao Gutierrez.

El único delito que se imputaba á estos desgraciados era su amor. Hacia ocho meses que habian huido de Buenos Aires y refugiádose en Goya, provincia de Corrientes, donde fueron delatados por un tal Andres Gánon, clérigo irlandes.

Aunque la punicion de este delito correspondia á la autoridad eclesiástica y en ningun modo á la civil; aunque Camila estaba en víspera, de ser madre, y hubiérase podido salvar al inocente prorogando por una ó dos semanas á lo sumo la ejecucion de la terrible sentencia, Rosas hizo fusilar á ámbos amantes sin mas forma de proceso que su infernal voluntad.

Hé aquí la historia.

Ahora bien: presumir que esta crueldad del déspota argentino tuvo orígen en su celo por la moral pública, es no conocer á Rosas, es la negacion de su cinismo, es caer en el absurdo; luego, existian causas ignoradas que bien pudieran ser las que la imaginacion del novelista ha escudriñado, apoyado en la verdad histórica y en lógicas argumentaciones.

El resultado razonable, el único que se deduce de tal investigacion, es que Rosas amó á Camila, ó pretendió seducirla, y fué por ella rechazado. Así lo ha supuesto el hábil novelista, y así tambien lo supone el dramaturgo, porque solo de este modo se esplica lógicamente que aquella infeliz hubiese podido abandonar una familia que amaba con ternura, para escapar á las celadas del cínico tirano que en Buenos Aires la amagaban.

Si no existiera otra causa que su ilícito amor hácia Gutierrez, ¿qué obstaba á que este amor tuviera su secreta correspondencia y satisfaccion en Buenos Aires? ¿Qué motivo poderoso pudo resolverlos á arrostrar el escándalo de una fuga estrepitosa?—La consecuencia que de esto se deduce es tanto mas legítima cuanto que se halla doblemente esplicada en el encono vengativo de Rosas, manifestado en su implacable sentencia.

Por lo que respecta al clérigo irlandes que delató á los tránsfugas en Goya, es presumible que influyeran en él las mismas causas que en Rosas para que se decidiera á un acto tan inhumano y en oposicion con los deberes evangélicos de un ministro del altar.

Los miserables aun viven: la providencia así lo quiere para que prueben en la abominacion universal el castigo eternal que les aguarda. Este libro irá á sus manos, y en él los manes de Camila, los dé su amante, los de su hijo: ¡que protesten contra la verdad que manifiestan sus páginas!. . . .¡que se descarguen del fardo insoportable de ese crímen!. . . .

PERSONAGES

Camila O’gorman. Manuela Rosas. Uladislao Gutierrez. Juan Manuel Rosas. Lázaro Torrecilla. Andres Ganon. Eusebio. El Presidente de una conjuracion. El Comandante de Santos-Lugares. Un Oficial de la Guarnicion de Goya. Un Edecan de Rosas.

Los ministros de Francia é Inglaterra; hombres y mugeres ele la corte de Palermo; conjurados y soldados.

––––––––––

Los euatro primeros euadros tienen lugar en Buenos Aires, en diciembre de 1847; el quinto en Goya, provincia de Corrientes, y el sexto en Santos-Lugares, á einco leguas de Buenos Aires: ámbos, ocho meses despues de aquella fecha.

––––––––––

Las indicaciones de derecha é izquierda entán tomadas del palco escénico.

CUADRO PRIMERO

Sala en casa de Camila decentemente amueblada; mesa con útiles de escribir y algunos libros; puerta esterior al fondo: á derecha é izquierda comunicacion con aposentos interiores.

ESCENA PRIMERA.

Camila, Lázaro; al último,Ganon.

 

La primera sentada en un sofá: Lázaro al lado inquiriéndola amistosamente con la vista.

 

Lázaro ¿Por qué tan triste, Camila?

¿Qué causa, amiga, esa pena

que si bien tu labio oculta

tu semblante me revela?. . . .

Callas?. . . . Ah! quién me diría

que nuestra mútua franqueza,

esa que desde la infancia

como á hermanos nos uniera,

trocáras un solo instante

por esta fria reserva!. . . .

Camila Lázaro!. . . .

Lázaro Sí, tú ya no eres

conmigo lo que antes eras:

mas que una amiga una hermana

comunicativa, ingénua. . . .

Nunca reflejó en tus ojos

un pensamiento cualquiera

sin que al momento tratára

de espresármelo tu lengua. . . .

Y ahora ¿por qué me ocultas

la zozobra que te aqueja?. . . .

Lloras?. . . .

Camila Lázaro, por Dios,

no prosigas en tal tema!. . . .

Yo no sufro. . . . tus reproches

tan solo me causan pena. . . .

Lázaro ¡Que no sufres!. . . . pues entónces,

¿ qué melancolía es esa

que he notado en tu semblante

hace ya dias?. . . . ¿Qué mezcla

de amargura en tu sonrisa

y en tu acento de tristeza?

¿Qué ocasiona ese aislamiento,

esa soledad austera

á que tan frecuentemente,

amiga mia, te entregas?

Oh! no lo niegues, Camila:

hay un cambio en tu existencia. . . .

un misterio que me ocultas

pero que mi alma penetra.

Camila Lázaro, tienes razon:

hay algo, sí, que mi lengua

no pronunciará jamas

porque el deber me lo veda.

Tú lo has dicho. . . es un misterio

que aquí, en mi pecho, se alberga

y que nadie, nadie, Lázaro,

debe saber en la tierra.

Perdona, pues, el silencio

que por vez primera sella

mi labio para contigo,

y mi secreto respeta.

L à zaro Entónces, Camila, adios!. . . . (Levantándose)

Nada que agregar me resta.

Camila Lázaro, no!. . . escucha, escucha! (Deteniéndole)

Perdóname la reserva

que hasta hoy contigo he guardado

de nuestro cariño en mengua.

He sido una ingrata, sí. . . .

mi razon me lo demuestra. . . .

lastimando tu amistad

con mi falta de franqueza;

tu amistad, arca sagrada

que ya contener debiera

el tesoro del secreto

que mi corazon encierra;

tu amistad, que desde niño

me jurastes, alma bella,

y que del tiempo ha pasado

por la acrisolada prueba.

Escucha, pues, y perdona

te repito, mi reserva

que ha sido el único orígen

de mi frecuente tristeza.—

En los sueños de dicha juveniles

que halagaban la flor de mi esperanza,

yo veía los májicos pensiles

de un prometido eden en lontananza.

Veía en derredor bellos qucrubes

entretejer guirnaldas á mi frente

y sobre mil arreboladas nubes

destinarme un asiento preferente.

Allí, mecida por el aura leve

que impregnaba el aroma de azahares,

veiame al cielo remontar en breve

al dulce son de místicos cantares.

Y al arribar á una region de calma,

de paz indefinible y misteriosa,

donde embriagada saboreaba el alma

néctar de amor en copa deliciosa:

una vision celeste, delicada,

que el labio no se atreve á darle nombre,

aparecía siempre á mi mirada

bajo la forma natural de un hombre.

Y era triste, inefable su sonrisa,

y dulce y melancólico su acento,

como el blando susurro de la brisa,

como el murmurio de las aguas lento.

Yo miraba su rostro embebecida

en éxtasis de amor. . . y él me miraba. . . .

y recíprocamente nuestra vida

en aquella mirada se cambiaba.

Y recíprocamente nuestros ojos

con un brillo celeste relucían. . . .

y recíprocamente los sonrojos

en la mejilla de los dos surjían.

Y me daba su mano aquel mancebo,

y á su contacto en mí se dispertaba

un sentimiento delicioso, nuevo,

que en embriaguez de gozo me postraba.

Aprocsimaba entónces su semblante

de casto amor y dignidad impreso,

y respetuoso, y púdico, y amante,

sobre mi frente deponía un beso.

Yo dispertaba entónces azorada,

y con el sueño mi vision huía!. . . .

y me quedaba el alma impresionada

con la dicha que el alma presentía!. . . .

Sí, Lázaro: los goces que mintieran

mis ensueños de tierna adolescente,

del corazon presentimientos eran,

y ora los palpo en realidad latente.

Escucha: un dia en este sitio mismo

apareció un mancebo; á su mirada

yo sentí que me helaba un parasismo. . . .

yo sentí en fin que estaba enamorada.

Bello era el jóven, y su frente pura

de inteligencia y de nobleza sello:

su mirar de simpática dulzura,

sedoso y renegrido su cabello.

Si se entreabría para hablar su boca

era un raudal de gracia y elocuencia. . . .

¡Capaz sería de volverse loca

la mas fria muger en su presencia!

Yo sentí que mi pecho alborozaba

un sentimiento raro, delicioso:

porque humanado en aquel ser hallaba

de mi vision al querubin hermoso.

Y desde entónces invadióme el alma

la divina emocion en que me inflamo. . . .

y desde entónces zozobró mi calma. . . .

y desde entónces á Gutiérrez amo!. . . .

(Al empezar esta última cuarteta, aparece Ganon en el fondo; hace oportunamente la esclamacion que se indicará, y desaparece de nuevo.)

Ganon (¡Hola!)

Lazaro ¡Gutierrez!. . . .

Camila Sí, Lázaro: el mismo!

Lazaro Pero Gutierrez es. . . . un sacerdote!. . . .

Camila Yo sé que entre los dos hay un abismo

que nos amaga con horrible azote. . . .

Pero ¿qué importa? si el amor que siento

por ese noble ser, modelo de hombre,

es un casto y divino sentimiento. . . .

un sentimiento que no tiene nombre!. . . .

¿Crees por ventura que mi pecho abriga

una pasion vulgar, débil, mundana?. . . .

No!. . . porque el flúido que con él me liga

del mismo cielo, Lázaro, dimana!

Es un amor que nútrese del fuego

que la virtud en su mirar refleja

y que, de haberme penetrado luego,

satisfecha y extática me deja.

Es un amor que eleva nuestras almas

mas allá de los límites del orbe,

y que tiene sus goces y sus palmas

en la fruicion moral que nos absorbe.

Es un amor en fin santo, profundo,

que en nada terrenal imájen halla;

y no hay voto ni vínculo en el mundo

que ponga torpe á su existencia valla!

(Aparece Eusebio por el fondo pensativo y melancólico; párase, cruza los brazos y contempla á Camila con amargura.)

ESCENA II.

Camila, L à zaro, Eusebio.

 

Eus . ¡Pobre jóven!

Cam. (Con sobresalto:) Oh Dios! nos escuchaba!. . . .

Laz. ¿ Quién sois? ¿qué pretendeis?

Eus . (Siempre en triste contemplacion:) ¡Pobre inocente!

Laz. Y bien!. . . no respondeis?. . .

Eus . ¡Cuán pronto acaba

la dicha en esta atmósfera!. . .

Laz. (Dirigiéndose á él:) ¡Insolente!. . .

Cam. Por Dios, amigo!. . .¿Qué quereis, buen hombre?

Eus . Flor de la tierra, el huracan ya ruge!. . .

y antes que el paso con tu dicha alfombre,

ten ¡ay! cautela de su rudo empuge!

Cam. ¿Qué dice?

Laz. ¡Vive Dios!. . . (Con impaciencia.)

Eus . (Imperturbable:) Ave del cielo,

no luzcas en este ámbito tus galas:

porque ya tiende el gavilan su vuelo,

y con sus uñas trozará tus alas!. . .

Cautela, pues, cautela! (Vase triste y pausadamente)

ESCENA III.

Dichos ménosEusebio.

 

Cam. ¿Qué hombre es este?

Laz. Es un loco, Camila, no hagas caso. . . .