Cómo ser un Yogui (Traducido) - Swâmi Abhedânanda - E-Book

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Swami Abhedananda

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Beschreibung

La Filosofía Vedânta incluye las diferentes ramas de la Ciencia del Yoga. Cuatro de ellas han sido ya tratadas extensamente por el Swâmi Vivekananda en sus obras sobre "Râja Yoga", "Karma Yoga", "Bhakti Yoga" y "Jnâna Yoga"; pero no existía un estudio breve y consecutivo de la ciencia en su conjunto. Para satisfacer esta necesidad se ha escrito el presente volumen. En un capítulo introductorio se exponen el verdadero ámbito de la religión y el pleno significado de la palabra "espiritualidad" tal como se entiende en la India. A continuación se ofrece una definición exhaustiva del término "Yoga", con breves capítulos sobre cada uno de los cinco caminos a los que se aplica, y sus respectivas prácticas. Una exposición exhaustiva de la Ciencia de la Respiración y su relación con el más alto desarrollo espiritual muestra los principios fisiológicos fundamentales en los que se basa todo el entrenamiento del Yoga; mientras que un capítulo final, bajo el título "¿Fue Cristo un yogui?" deja clara la relación directa que existe entre las elevadas enseñanzas del Vedânta y las creencias religiosas de Occidente. Se ha hecho un esfuerzo, en la medida de lo posible, para mantener el texto libre de términos técnicos y sánscritos; y la obra debería, por lo tanto, resultar de igual valor para el estudiante del pensamiento oriental y para el lector general que aún no está familiarizado con este, uno de los más grandes sistemas filosóficos del mundo.

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CÓMO SER UN YOGUI

 

Swâmi Abhedânanda

PUBLICADO ORIGINALMENTE POR LA SOCIEDAD VEDANTA

NEW YORK

Traducción y edición 2022 por ©David De Angelis

Todos los derechos reservados

 

ÍNDICE DE CONTENIDOS

 

PREFACIO

INTRODUCTORIA

¿QUÉ ES EL YOGA?

HATHA YOGA

RÂJA YOGA

KARMA YOGA

BHAKTI YOGA

JNÂNA YOGA

CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN

¿ERA CRISTO UN YOGUI?

 

PREFACIO

La Filosofía Vedânta incluye las diferentes ramas de la Ciencia del Yoga. Cuatro de ellas han sido ya tratadas extensamente por el Swâmi Vivekananda en sus obras sobre "Râja Yoga", "Karma Yoga", "Bhakti Yoga" y "Jnâna Yoga"; pero no existía un estudio breve y consecutivo de la ciencia en su conjunto. Para satisfacer esta necesidad se ha escrito el presente volumen. En un capítulo introductorio se exponen el verdadero ámbito de la religión y el pleno significado de la palabra "espiritualidad" tal como se entiende en la India. A continuación se ofrece una definición exhaustiva del término "Yoga", con breves capítulos sobre cada uno de los cinco caminos a los que se aplica, y sus respectivas prácticas. Una exposición exhaustiva de la Ciencia de la Respiración y su relación con el más alto desarrollo espiritual muestra los principios fisiológicos fundamentales en los que se basa todo el entrenamiento del Yoga; mientras que un capítulo final, bajo el título "¿Fue Cristo un yogui?" deja clara la relación directa que existe entre las elevadas enseñanzas del Vedânta y las creencias religiosas de Occidente. Se ha hecho un esfuerzo, en la medida de lo posible, para mantener el texto libre de términos técnicos y sánscritos; y la obra debería, por lo tanto, resultar de igual valor para el estudiante del pensamiento oriental y para el lector general que aún no está familiarizado con este, uno de los más grandes sistemas filosóficos del mundo.

 

EL EDITOR.

INTRODUCTORIA

La verdadera religión es extremadamente práctica; de hecho, se basa enteramente en la práctica, y no en la teoría o en la especulación de cualquier tipo, ya que la religión comienza sólo donde termina la teoría. Su objeto es moldear el carácter, desplegar la naturaleza divina del alma y hacer posible la vida en el plano espiritual, siendo su ideal la realización de la Verdad Absoluta y la manifestación de la Divinidad en las acciones de la vida diaria.

La espiritualidad no depende de la lectura de las Escrituras, ni de interpretaciones eruditas de los Libros Sagrados, ni de finas discusiones teológicas, sino de la realización de la Verdad inmutable. En la India un hombre es llamado verdaderamente espiritual o religioso no porque haya escrito algún libro, no porque posea el don de la oratoria y pueda predicar elocuentes sermones, sino porque expresa los poderes divinos a través de sus palabras y actos. Un hombre completamente analfabeto puede alcanzar el más alto estado de perfección espiritual sin ir a ninguna escuela o universidad, y sin leer ninguna Escritura, si puede conquistar su naturaleza animal realizando su verdadero Ser y su relación con el Espíritu universal; o, en otras palabras, si puede alcanzar el conocimiento de ese

La Verdad que mora en él, y que es la misma que la Fuente Infinita de la existencia, la inteligencia y la dicha. El que ha dominado todas las Escrituras, filosofías y ciencias, puede ser considerado por la sociedad como un gigante intelectual; sin embargo, no puede ser igual a ese hombre iletrado que, habiendo realizado la Verdad eterna, se ha hecho uno con ella, que ve a Dios en todas partes, y que vive en esta tierra como una encarnación de la Divinidad.

El escritor tuvo la suerte de conocer a un hombre tan divino en la India. Su nombre era Râmakrishna. Nunca fue a ninguna escuela, ni había leído ninguna de las Escrituras, filosofías o tratados científicos del mundo, y sin embargo había alcanzado la perfección al realizar a Dios mediante la práctica del Yoga. Cientos de hombres y mujeres vinieron a verlo y fueron espiritualmente despertados y elevados por los poderes divinos que este hombre analfabeto poseía. Hoy en día es venerado y adorado por miles de personas en toda la India como lo es Jesús el Cristo en la cristiandad. Podía exponer con extraordinaria claridad los problemas más sutiles de la filosofía o de la ciencia, y responder a las preguntas más intrincadas de los teólogos inteligentes de una manera tan magistral como para disipar todas las dudas sobre el asunto en cuestión. ¿Cómo podía hacer esto sin leer libros? Por su maravillosa visión de la verdadera naturaleza de las cosas, y por ese poder del Yoga que le hacía percibir directamente cosas que no pueden ser reveladas por los sentidos. Sus ojos espirituales estaban abiertos; su vista podía penetrar a través del espeso velo de la ignorancia que cuelga ante la visión de los mortales ordinarios, y que les impide conocer lo que existe más allá del rango de percepción de los sentidos.

Estos poderes comienzan a manifestarse en el alma que se despierta a la Realidad última del universo. Es entonces cuando se desarrolla el sexto sentido de percepción directa de las verdades superiores y se libera de la dependencia de los poderes de los sentidos. Este sexto sentido u ojo espiritual está latente en cada individuo, pero se abre sólo en unos pocos entre millones, y son conocidos como Yoguis. En la gran mayoría se encuentra en un estado rudimentario, cubierto por un grueso velo. Sin embargo, cuando a través de la práctica del Yoga se despliega en un hombre, éste se vuelve consciente de los reinos invisibles superiores y de todo lo que existe en el plano del alma. Todo lo que dice armoniza con los dichos y escritos de todos los grandes Videntes de la Verdad de todas las épocas y climas. No estudia libros; no tiene necesidad de hacerlo, pues conoce todo lo que el intelecto humano puede concebir. Puede captar el sentido de un libro sin leer su texto; también comprende lo mucho que la mente humana puede expresar a través de las palabras, y está familiarizado con lo que está más allá de los pensamientos y que, en consecuencia, nunca puede ser expresado con palabras.

Antes de llegar a tal iluminación espiritual, pasa por diversas etapas de evolución mental y espiritual, y en consecuencia conoce todo lo que puede ser experimentado por un intelecto humano. Sin embargo, no se preocupa de permanecer confinado dentro del límite de la percepción sensorial, y no se contenta con la aprehensión intelectual de la realidad relativa, sino que su único objetivo es entrar en el reino de lo Absoluto, que es el principio y el fin de los objetos fenoménicos y del conocimiento relativo. Así, esforzándose por la realización de lo más elevado, no deja de recoger todo el conocimiento relativo perteneciente al mundo de los fenómenos que se cruza en su camino, mientras marcha hacia su destino, el despliegue de su verdadero Ser.

Nuestro verdadero Ser es omnisciente por naturaleza. Es la fuente del conocimiento infinito dentro de nosotros. Al estar sujetos a las limitaciones de tiempo, espacio y causalidad, no podemos expresar todos los poderes que poseemos en la realidad. Cuanto más nos elevemos por encima de estas condiciones limitantes, más podremos manifestar las cualidades divinas de omnisciencia y omnipotencia. Si, por el contrario, mantenemos nuestra mente fija en los fenómenos y dedicamos toda nuestra energía a adquirir un conocimiento que depende enteramente de las percepciones de los sentidos, ¿llegaremos alguna vez al final del conocimiento fenoménico, podremos conocer la verdadera naturaleza de las cosas de este universo? No; porque los sentidos no pueden llevarnos más allá de la apariencia superficial de los objetos sensoriales. Para profundizar en el reino de lo invisible inventamos instrumentos, y con su ayuda somos capaces de penetrar un poco más allá; pero estos instrumentos, de nuevo, tienen su límite. Después de utilizar un tipo de instrumento, nos sentimos insatisfechos con los resultados y buscamos algún otro que pueda revelar más y más, y así seguimos luchando, descubriendo a cada paso cuán pobres e impotentes son los poderes de los sentidos en el camino del conocimiento del Absoluto. Al final llegamos a la conclusión de que ningún instrumento, por muy fino que sea, puede ayudarnos a comprender lo que está más allá del alcance de la percepción sensorial, el intelecto y el pensamiento.

Así, aunque pudiéramos dedicar todo nuestro tiempo y energía al estudio de los fenómenos, nunca llegaremos a ningún resultado satisfactorio ni podremos ver las cosas como son en realidad. El conocimiento de hoy, obtenido con la ayuda de ciertos instrumentos, será la ignorancia de mañana, si conseguimos mejores instrumentos. El conocimiento del año pasado es ya la ignorancia del año actual; el conocimiento de este siglo será la ignorancia a la luz de los descubrimientos de un nuevo siglo.