Coriolano - William Shakespeare - E-Book

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William Shakespeare

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Beschreibung

Después del exótico erotismo de Antonio y Cleopatra, Shakespeare regresó a Roma para una de sus tragedias finales, y el cambio no pudo haber sido más dramático. Coriolano es uno de los estudios más duros y desafiantes de Shakespeare sobre poder, política y masculinidad, basado en la vida de Cayo Marcio.

Basado en las crónicas romanas de Vidas de Plutarco y la Historia de Roma de Livio, la obra se desarrolla en los primeros años de la República romana. Su famosa escena de apertura, particularmente admirada por Bertolt Brecht, retrata a sus ciudadanos como hambrientos y rebeldes, y horrorizados por la actitud arrogante y despectiva de Cayo Marcio, uno de los soldados más valientes pero también ingenuos políticos de Roma.

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Veröffentlichungsjahr: 2021

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William Shakesoeare

CORIOLANO

Traducido por Carola Tognetti

ISBN 979-12-5971-054-3

Greenbooks editore

Edición digital

Enero 2021

www.greenbooks-editore.com

ISBN: 979-12-5971-054-3
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Indice

CORIOLANO

CORIOLANO

DRAMATIS PERSONAE

Cayo MARCIO, después Cayo Marcio CORIOLANO TITO Larcio, general en guerra con los volscos COMINIO, general en guerra con los volscos MENENIO Agripa, amigo de Coriolano

SICINIO Veluto, tribuno del pueblo Junio BRUTO, tribuno del pueblo

El JOVEN MARCIO, hijo de Coriolano Un HERALDO romano

NICANOR, un romano

Tulo AUFIDIO, general de los volscos LUGARTENIENTE de Aufidio CONSPIRADORES con Aufidio ADRIANO, un volsco

VOLUMNIA, madre de Coriolano VIRGILIA, esposa de Coriolano VALERIA, amiga de Virgilia

Senadores romanos y volscos, patricios, ediles, lictores, soldados, ciudadanos, mensajeros, sirvientes y otros acompañantes

Escena: Roma y sus alrededores; Corioles y sus alrededores; Ancio

PRIMER ACTO

ESCENA I

Calle de Roma. Entra un grupo de ciudadanos amotinados con palos, garrotes y otras armas.

CIUDADANO PRIMERO Antes de que sigamos adelante, déjenme hablar. TODOS Habla, habla.

CIUDADANO PRIMERO ¿Están todos resueltos a morir más que a perecer de hambre?

TODOS ¡Resueltos! ¡Resueltos!

CIUDADANO PRIMERO Primero, ya saben que Cayo Marcio es enemigo principal de la gente.

TODOS ¡Lo sabemos! ¡Lo sabemos!

CIUDADANO PRIMERO Matémoslo, y tendremos grano al precio que nos conviene. ¿Hay veredicto?

TODOS No se hable más de ello. Que se haga. ¡Vamos, vamos! CIUDADANO SEGUNDO Una palabra, buenos ciudadanos.

CIUDADANO PRIMERO Se nos considera ciudadanos pobres; a los patricios, ricos. Lo que la autoridad ya no puede consumir, nos aliviaría a nosotros. Si nos cedieran siquiera lo que les sobra, mientras todavía está bueno, pensaríamos que nos tratan humanitariamente, pero creen que salimos demasiado caros. La flacura que nos aflige, reflejo de nuestra miseria, es como un inventario para hacer la cuenta de su abundancia. Nuestro sufrimiento es ganancia para ellos. Venguemos esto con nuestras picas, antes que nos convirtamos en esqueletos. Porque los dioses saben que digo esto con hambre de pan, no con sed de venganza.

CIUDADANO SEGUNDO ¿Quieren proceder ustedes especialmente contra Cayo Marcio?

TODOS Contra él primero. Es un verdadero perro contra la clase baja.

CIUDADANO SEGUNDO ¿Tienen ustedes en cuenta los servicios que ha prestado a la patria?

CIUDADANO PRIMERO Claro que sí, y con gusto lo alabaría por ello, si con su orgullo no quedara él bien pagado.

CIUDADANO SEGUNDO No, pero no hables con malicia.

CIUDADANO PRIMERO Te digo que lo que con tanta fama ha realizado, lo ha hecho con ese fin. Aunque algunos contemporizadores se contenten con decir que lo hizo por la patria, en realidad lo hizo por dar gusto a su madre, y en parte para sentirse orgulloso, que lo está, a la altura de su virtud.

CIUDADANO SEGUNDO Lo que no puede evitar en su naturaleza, lo tomas tú por vicio. De ningún modo debes decir que es ambicioso.

CIUDADANO PRIMERO Suponiendo que así sea, no me falta de qué acusarlo. Tiene defectos en demasía hasta para cansarse de repetirlos.

Gritos dentro.

¿Qué gritos son estos? El otro lado de la ciudad se ha sublevado. ¿Qué estamos haciendo aquí platicando? ¡Al Capitolio!

TODOS ¡Vengan, vengan!

CIUDADANO PRIMERO Calma, ¿quién viene aquí?

Entra MENENIO Agripa.

CIUDADANO SEGUNDO El respetable Menenio Agripa, uno que siempre ha querido bien al pueblo.

CIUDADANO PRIMERO Es muy honrado; ¡ojalá todos los otros fueran así! MENENIO ¿Qué traéis entre manos compatriotas?

¿Donde vais

con garrotes y con palos? ¿Qué pasa? Hablad, os lo ruego.

CIUDADANO PRIMERO Nuestro negocio no es desconocido para el Senado. Hace quince días que tuvieron indicios de lo que intentábamos hacer, y que ahora con hechos les demostraremos. Dicen que los solicitantes pobres tienen muy fuerte el aliento; ahora sabrán que tenemos también fuertes los brazos.

MENENIO ¡Pero maestros, buenos amigos y honrados vecinos míos!

¿Queréis arruinaros?

CIUDADANO PRIMERO No podemos señor, porque arruinados estamos.

MENENIO Amigos, os digo yo que los patricios tienen por vosotros la solicitud más bondadosa.

Por lo que hace a vuestros sufrimientos y carencias en esta sequía, igual podríais

golpear el cielo con vuestros garrotes, como alzarlos en contra del Estado romano,

cuyo curso seguirá el camino que ha tomado destruyendo a su paso mil obstáculos

de envergadura más potente que la que nunca manifestarse pueda en vuestra oposición.

En cuanto a la sequía, son los dioses, no los patricios, quienes la producen, y ayudaros deben vuestras rodillas, no vuestros brazos ante ellos. Ay, sois llevados por la calamidad

a donde peor la encontraréis; y calumniáis

a los conductores del Estado, que cual padres por vosotros se preocupan, cuando

los maldecís como enemigos.

CIUDADANO PRIMERO ¿Que se preocupan por nosotros? ¡Vaya que es cierto! Nunca se han preocupado por nosotros. Nos dejan morir de hambre mientras sus trojes están atestadas de trigo; proclaman edictos sobre la usura para apoyar a los usureros; revocan diariamente cualquier decreto justo que se dé en contra de los ricos y promulgan diariamente nuevos reglamentos lacerantes para encadenar y reprimir a los pobres. Si las guerras no nos devoran, lo harán ellos; y en eso consiste todo el amor que nos profesan.

MENENIO Preciso es confesar

o que sois en extremo maliciosos,

o que puede pensarse que estáis locos. Voy a contaros un bonito cuento;

es probable que ya lo hayáis oído, pero como se ajusta a mi propósito, una vez más me atrevo a machacarlo.

CIUDADANO PRIMERO Bien, lo escucharé, señor; mas sin embargo, no debéis pretender entretener nuestra desgracia con un cuento; pero si os place, contadlo.

MENENIO Aconteció una vez

que todos los miembros del cuerpo se rebelaron contra el estómago; su acusación

fue que este

permanecía así en medio del cuerpo como un pozo, inactivo y de balde, almacenando siempre la comida,

sin soportar nunca trabajo alguno

como los otros, mientras los demás instrumentos veían, oían, discurrían, instruían,

caminaban, sentían

y, colaborando unos con otros, subvenían a los apetitos e inclinaciones comunes

de todo el cuerpo. El estómago respondió…

CIUDADANO PRIMERO Y bien, señor, ¿qué respuesta dio el estómago? MENENIO Señor, voy a decíroslo.

Con una especie de sonrisa que no salió nunca de los pulmones,

sino una sonrisa así… pues mirad, puedo hacer que el estómago sonría y también que hable, burlonamente

les replicó a los miembros descontentos, a las partes rebeldes

que envidiaban lo que recibía; justo así, con gran acierto, igual que vosotros difamáis a vuestros senadores,

por no ser

lo que vosotros sois…

CIUDADANO PRIMERO Vuestra respuesta del estómago… ¿cuál fue? Es como si la regia cabeza coronada,

el ojo vigilante,

el corazón consejero, el brazo,

soldado nuestro, la pierna, que es nuestro corcel, la lengua, que nos sirve de trompeta,

y otras fortificaciones y ayudas pequeñas de nuestra fábrica humana…

MENENIO ¡Qué pues!

¡Por vida mía que es hablantín este sujeto!

¡Bueno! ¡Qué pues!

CIUDADANO PRIMERO Fueran reprimidos por el voraz estómago que es

la cloaca del cuerpo. MENENIO Bien ¿y qué?

CIUDADANO PRIMERO Los órganos dichos, si se quejaron,

¿qué pudo contestarles el estómago?

MENENIO Os lo diré si es que queréis prestarme un poco (pues poca tenéis) de vuestra paciencia por un momento, y oiréis la respuesta

del estómago.

CIUDADANO PRIMERO Mucho tiempo os tomáis. MENENIO Tomad nota, buen amigo;

vuestro respetabilísimo estómago era muy pausado, no irreflexivo como sus acusadores,

y contestó de esta manera: «Verdad es», dijo,

«incorporados amigos míos, que recibo yo primero, el alimento todo

con que os sustentáis; y eso, es justo, porque soy depósito y almacén

de todo el cuerpo. Mas si recordáis,

lo despacho

por los ríos de vuestra sangre hasta la corte incluso, el corazón, y a la sede del cerebro; y por intermedio de los pasillos

y oficinas del hombre, los nervios más potentes

y las pequeñas venas inferiores de mí reciben la suficiencia natural con la que viven. Y aunque

todos a la vez, vosotros mis buenos amigos», esto dice el estómago, fijaos.

CIUDADANO PRIMERO Sí, señor, bueno, bueno.

MENENIO «Aunque a la vez todos no puedan ver lo que le reporto a cada uno, sin embargo,

bien puedo hacer la cuenta de que todos de regreso recibís de mí la fina harina

de todo, y que me dejáis solo el salvado.»

¿A esto qué decís?

CIUDADANO PRIMERO Que fue una respuesta. ¿Mas qué aplicación le dais?

MENENIO Los senadores de Roma son el buen estómago; vosotros sois los miembros revoltosos.

Examinad sus disposiciones y cuidados; digerid rectamente las cosas que conciernen al bienestar de los plebeyos y encontraréis que no existe

ningún beneficio público que recibáis que no proceda o venga de ellos

a vosotros;

de ningún modo de vosotros mismos.

¿Qué pensáis vos, dedo gordo del pie de esta asamblea?

CIUDADANO PRIMERO ¿Yo el dedo gordo del pie? ¿Y por qué el dedo gordo?

MENENIO Porque aun siendo uno de los más bajos, más viles y más

pobres

de esta sabia revuelta, te adelantas a todos. Tú, villano,

que tienes la sangre más ruin, corres delante a cobrar alguna ventaja. Mas aprestad vuestros palos y vuestras cachiporras;

Roma y sus ratas están a punto de enfrentarse. Una parte debe salir perdiendo.

Entra Cayo MARCIO.

¡Salud,

noble Marcio!

MARCIO Gracias.

¿Qué sucede, villanos descontentos, que a fuerza de rascaros

la pobre sarna de vuestra opinión os hacéis costras?

CIUDADANO PRIMERO Siempre recibimos de vos buenas palabras.

MARCIO El que quiera dirigirte a ti buenas palabras adulará de modo

por demás aborrecible. ¿Qué es lo que pedís, perros callejeros, que no queréis

ni la guerra ni la paz? La una os asusta;

os vuelve arrogantes la otra. El que a vosotros se confía,

cuando debiera hallaros leones, os halla liebres; gansos, en vez de zorros.

No sois más de fiar, no,

que el carbón encendido sobre el hielo o el granizo en el sol.

Vuestra virtud consiste en honrar a aquel a quien sojuzga su delito,

y en maldecir por ello a la justicia.

Quien merece grandeza, merece vuestro odio, y vuestras inclinaciones son cual apetito

de enfermo

que con más ansia desea lo que acrece más su mal. El que depende de vuestro favor nada con aletas de plomo

y derriba robles con juncos. ¡Que os ahorquen!

¿Fiarse de vosotros? A cada instante

cambiáis de opinión, llamando noble al que ha poco aborrecíais y vil al que teníais por héroe.

¿Qué sucede, que en varios sitios de la ciudad protestáis contra el noble Senado

que con licencia de los dioses os tiene a raya para que no os devoréis los unos a los otros?

¿Qué es lo que pretenden?

MENENIO Grano al precio que ellos fijen, del que afirman está bien provista la ciudad.

MARCIO ¡Que los ahorquen! ¡Afirman!

Se sientan junto al fuego y presumen conocer lo que acontece en el Capitolio: quiénes tienen probabilidades de subir; quiénes

de prosperar o de venirse abajo; forman bandos y unen

posibles matrimonios, fortaleciendo partidos o debilitando

los que no son de su agrado bajo sus zapatos remendados.

¿Conque dicen que hay grano de sobra?

Si la nobleza dejara de lado su conmiseración y me dejara

usar mi espada, haría un montón

con miles de estos esclavos despedazados, que subiera tan alto como pudiera yo

alzar mi lanza.

MENENIO No, estos ya están casi completamente convencidos,

porque aunque en gran manera carecen de discreción, son también sumamente pusilánimes.

Pero dime, ¿qué dice la otra banda?

MARCIO Ya se disolvieron. ¡Que los ahorquen!

Argüían que estaban hambrientos y gemían consignas: que «el hambre quebranta muros» y «hasta los perros comen». Que «la carne se hizo para la boca del hombre»

y que «los dioses no envían el grano solo para los ricos».

Con estos jirones de frases desahogaban

sus quejas, que al ser contestadas, y concedérseles una petición, por cierto muy extraña,

capaz de quebrantar el corazón de los nobles y hacer palidecer al denodado poder, lanzaron al aire sus gorros cual si quisieran colgarlos de los cuernos de la luna,

gritando su emulación.

MENENIO ¿Qué se les concedió?

MARCIO Cinco tribunos elegidos por ellos mismos para defender su sabiduría vulgar.

Uno es Junio Bruto; otro, Sicinio Veluto

y no sé quién más. Por vida mía que la plebe habría primero demolido la ciudad

que haberme arrancado semejante concesión.

Con el tiempo crecerá su poder

y se aventurará a argumentos más atrevidos para justificar la insurrección.

MENENIO Esto es extraño.

MARCIO ( A la plebe.) ¡Lárguense a su casa, fragmentos!

Entra apresuradamente un MENSAJERO.

MENSAJERO ¿Dónde está Cayo Marcio? MARCIO Aquí, ¿qué ocurre?

MENSAJERO Señor, la noticia

es que los volscos se han levantado en armas.

MARCIO Me alegro de ello. Así podremos dar salida

a nuestro podrido exceso. Mirad, nuestros más ilustres patricios.

Entran SICINIO Veluto y Junio BRUTO ; COMINIO , TITO Larcio y otros senadores.

SENADOR PRIMERO

Marcio, es verdad lo que últimamente nos decíais, que los volscos se han levantado en armas.

MARCIO Tienen un jefe, Tulio Aufidio, que os dará que hacer.

Peco al envidiar su nobleza, y si no fuera yo lo que soy, solo él desearía ser.

COMINIO ¡Se ve que habéis combatido el uno contra el otro!

MARCIO Si se hubieran cogido de las barbas las dos mitades de este mundo, y él estuviera de mi parte, me rebelaría

para hacerle la guerra solo a él.

Es un león que me precio de cazar.

SENADOR PRIMERO Entonces, noble Marcio, prestad vuestro servicio a Cominio en esta guerra.

COMINIO Me lo habéis prometido. MARCIO Así es,

señor, y lo sostengo.

Y tú, Tito Larcio, de nuevo me verás golpeándole la cara a Tulo.

¿Qué, estás tullido? ¿Por qué te zafas?

TITO No, Cayo Marcio. Me apoyaré en una muleta y pelearé con la otra antes

de volver atrás en este asunto. MENENIO ¡Bien nacido!

SENADOR PRIMERO Vuestra compañía al Capitolio, donde sé

que están esperando nuestros más grandes amigos.

TITO ( A COMINIO.) Abrid la marcha. ( A MARCIO.) Seguid a Cominio;

nosotros iremos después de vos respetando vuestro rango.

COMINIO Sí, noble Marcio.

SENADOR PRIMERO ( A los ciudadanos.) Váyanse a casa, ¡pronto! MARCIO No, dejad que nos sigan.

Los volscos tienen mucho trigo. Llevad allá a estas ratas a roer sus graneros.

Respetables amotinados, vuestro valor promete mucho; por favor seguidnos.

Salen.

Los ciudadanos se escabullen. SICINIO y BRUTO

permanecen en el escenario.

SICINIO ¿Hubo jamás hombre más altanero que este Marcio?

BRUTO No tiene igual.

SICINIO Cuando fuimos escogidos tribunos de la gente…

BRUTO ¿Te fijaste en su labio y en su mirada? SICINIO ¡No, sus burlas!

BRUTO Cuando se alebresta no perdona ni a los dioses. SICINIO Se burla hasta de la mansa luna.

BRUTO ¡Que las presentes guerras lo devoren! De tan valiente se ha vuelto altanero.

SICINIO Una naturaleza así, estimulada

por el buen éxito, despreciará hasta la sombra

en que pisa

al mediodía. Me pregunto cómo

su insolencia se aviene a que Cominio le dé órdenes.

BRUTO La gloria a la que aspira,

de la cual es favorito, no puede durar

ni lograrse mejor que un sitio más abajo que el primero,

porque así, lo que no resulte bien,

será por culpa del general, aunque este haga lo imposible,

y la inconstante crítica irá gritando entonces a propósito de Marcio:

«¡Si él hubiera dirigido el asunto…!».

SICINIO Además, si las cosas salen bien, la opinión, ya tan apegada a Marcio, despojará a Cominio de sus méritos.

BRUTO Ven. Serán para Marcio

la mitad de los honores de Cominio aunque Marcio no los haya ganado; y todas sus faltas serán honores para Marcio,

aunque él, en verdad, nada merezca.

SICINIO Vámonos ya de aquí y averigüemos cómo se está despachando el asunto,

y en qué forma,

además de sus singularidades,

se conduce en la presente ocasión. BRUTO Sí, vamos.

Salen.