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¿Verdad que estás deseando crecer y hacerte mayor? Seguro que a menudo sueñas con ser tan alto como papá o mamá y te gusta jugar a ser piloto, médico o trapecista. Pero crecer no siempre es fácil ... A veces las rabietas se transforman en grandes nubes de tormenta, los disgustos, en una carrera de obstáculos, la ropa sale volando y los juguetes se enfadan ... Si algo de esto ocurre, corre a tu habitación, busca a las duendecillas de las cintas de colores, pronuncia las palabras que arrancan sonrisas, abre las cajas que brillan con el sol o ponte las gafas mágicas que vienen del mismo país que los canguros. Porque además de hacerte mayor, ¡lo pasarás en grande.
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Seitenzahl: 23
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1O CuEnToS
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Prohibida lareproducción total oparcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos laimpresión, la reprografía,el microfilm, eltratamiento informático, o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de laeditorial.
Crececuentos
ISBN:978-84-342-3834-3ISBNEPUB:978-84-342-4323-1IBIC: YBCSDerechos exclusivos deediciónpara todo el mundo5ª edición 2019©2019 Parramó[email protected]
¡Crecer es fantástico!:
llegar a esa
estantería tan alta sin subirte a una silla,
ayudar a papá y a mamá en la cocina,
aprender a ir en bici sin ruedecitas…
de
crecer
La
magia
Proyecto y realizaciónParramónPaidotribo
Dirección editorialMaría Fernanda Canal
EdiciónCristina Vilella
TextoCarmen Gil
IlustracionesAnnaLaura CantoneDiseño gráfico y maquetación
Alehop
Pero no lo olvides,
también tienes que crecer por dentro:vestirte solo, aprender a compartir losjuguetes o dejar de tener pataletas.
Y mientras lo haces, una duendecilla te tirará deldedo gordo del pie, serás capaz de cambiar elmundo con una varita mágica, conseguirásdeshacer las nubes negras con un soplido,verás seres extraños con tu superlupa,conocerás a la familia Coco, te montarás enuna montaña rusa…
Y comprobarás que hacerse mayorpuede resultar muy divertido.
Pero... ¿dónde
está
mi diente?
Noa estaba triste. A su amiga Sonia se le había caído suprimer diente. También a Martina, y a Emma… y hasta aGuille, que era el más pequeño de la clase. En cambio a ella no se le movía ninguno,¡ni siquiera un poquito!
Pero una mañana, cuando mordió su tostada demantequilla con azúcar… ¡sorpresa!, un diente empezóa movérsele.¡Qué suerte!
—Pronto tendré un agujero como tú —le decía a Sonia.
De noche, Noa cerraba los ojos y soñaba despierta.Le gustaba imaginar queun ratón de largosbigotes y orejas tiesas se acercaba a sucama, recogía el dienteque ella había puesto bajo laalmohada y lo metía en un hatillo de colores.
¡Cuántas ganas tenía de que viniera!
Claro que tampoco estaría mal que,en vez deun ratón, fuera a buscar su diente un hadapequeña y revoltosa, como le había contado su maestra que ocurría en algunos lugares.¡O un angelito de alas blancas!
¡Qué emocionante!
¿Para qué qu