Cuentos para sonreír - Saúl Schkolnik - E-Book

Cuentos para sonreír E-Book

Saúl Schkolnik

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Beschreibung

Este es un libro optimista, con historias cómicas que, al mismo tiempo, inculcan importantes valores. Cuentos: Yan en la misteriosa Isla de Pascua, Por qué los hombres andan de pie, Juanito el investigador, De cómo desaparece y reaparece un guanaco azul, La llama y la quena, El rey barrigudo, Un loro en el gallinero, ¡A combatir dragones!

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Delfin Color

I.S.B.N.: 978-956-12-3345-4

I.S.B.N. Digital: 978-956-12-3522-9

29ª edición: noviembre de 2018.

Obras Escogidas

I.S.B.N.: 978-956-12-3347-8.

30ª edición: noviembre de 2018.

Editora General: Camila Domínguez Ureta.

Editora Asistente: Camila Bralic Muñoz.

Director de Arte: Juan Manuel Neira Lorca.

Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

©1991 por Saúl Schkolnik Bendersky.

Inscripción Nº 80.491. Santiago de Chile.

© 2014 de la presente edición por

Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

Inscripción Nº 239.771. Santiago de Chile.

Derechos exclusivos de edición reservados por

Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

Editado por Empresa Editora Zig–Zag, S.A.

Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

Teléfono (56–2) 2810 7400.

E-mail: [email protected] / www.zigzag.cl

Santiago de Chile.

El presente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.

Diagramación digital: ebooks [email protected]

Índice

Palabras preliminares

Yan en la misteriosa Isla de Pascua

Por qué los hombres andan de pie

Juanito el investigador

De cómo desaparece y reaparece un guanaco azul

La llama y la quena

El rey barrigudo

Un loro en el gallinero

¡A combatir a los dragones!

PALABRAS PRELIMINARES

Saúl Schkolnik visto por sí mismo

Saúl Schkolnik se ve a sí mismo como “escritor, papá y abuelo barbón”. Y a la pregunta de cómo llegó a ser escritor, nos cuenta: “Había una vez un señor que usaba una gran barba y que era muy serio y bastante gruñón. Tenía tres hijas muy amorosas, a las que cuando eran pequeñas les contaba cada noche un cuento para que se durmieran. Ellas gozaban con ellos y siempre querían que se los contaran igual. Pero el caballero de barbas, serio y gruñón, se equivocaba, a las dulces niñitas les daba una gran rabieta y él gruñía enojado. Un día el barbudo señor pensó que sería mejor escribir los cuentos; así no se equivocaría, las dulces niñitas no llorarían y él no gruñiría”.

Y escribió los cuentos. Pero sucedió que estos empezaron a pasar de mano en mano, hasta que a alguien se le ocurrió hacer con ellos un libro. Y entonces apareció un libro que se llamó Cuentos de por qué. Y así surgió el escritor, amante de unicornios, elefantes, caballos, zorros y niños, en especial de los pequeños Demián Alei y Sergei Marcel, con quienes completó cinco hijos.

Sus escritos para niños y adultos proliferaron, hizo del escribir su profesión y publicó numerosas obras.

Otras preguntas

Le preguntamos a Saúl qué es para él escribir.“Es una profesión –nos contesta–, algo a lo cual uno se dedica y de lo cual vive”. Le pedimos que nos confiese por cuál de sus obras siente algo especial. Por su novela Antai, nos dice, pues todo lo indígena nuestro lo toca mucho, lo admira. “También por La leyenda del octavo día, un libro bastante desconocido y para adultos”.

¿Cuando escribes –le preguntamos– entras en el alma del niño o escribes lo que te gusta? “Escribo pensando en lo que a mí me resulta atractivo y me entretiene –contesta–. Y eso, no porque piense que tengo alma de niño. Yo rechazo eso, porque soy un adulto que no ha perdido la capacidad de juego y asombro, lo que me coloca en igualdad de posición con el niño”.

Curiosos, queremos saber a qué juega y cómo lo pasa. “Lo paso bien –responde–. Juego a escribir. Juego a viajar por el espacio, a meterme dentro de los objetos, a hacer diabluras con los personajes. Juego a ser historiador, a hacer poesías…”

También nos interesa saber cómo llegó a los libros. “Desde muy pequeño me estimularon a leer y me regalaron muchos libros. A los 20 años tenía ya una buena biblioteca de ficción e información”. ¿Y cuales eran los autores que más le gustaban? “Julio Verne, Alejandro Dumas y Jack London” –afirma.

Le preguntamos, además, por sus gustos y aficiones. “Me gusta coleccionar cosas –nos dice–: estampillas, barquitos, unicornios, elefantes y caballos. Me gusta comer y ser flaco. Me gusta la música clásica y los barrocos…”

¿Y las otras artes? “Me gusta todo eso –nos informa–, pero no soy un visitante de galerías, precisamente. Soy muy sentimental, lloro con los finales felices o tristes de las películas. Me gusta mirar edificios; me gusta conversar cosas interesantes…”

Queremos saber cómo se proyecta hacia el futuro. “Con la necesidad de vivir hasta los 90 años consciente y activo –responde alegre–. Y escribiendo siempre”.

También deseamos saber qué significa para sus hijos el tener un padre escritor. “Para mis hijas mayores nada especial –contesta–. Para Demián es entretenido, pero tiene serias dudas. Me pregunta por qué mejor no hago casas. No es fácil responderle”.

Finalmente le preguntamos que más quiere que se sepa de él. “Que estoy muy contento –afirma–, que soy feliz con lo que estoy haciendo y viviendo”.

Yan en la misteriosaIsla de Pascua

La primera noticia que Yan tuvo, fue el titular en un periódico. En grandes letras anunciaba:

Meteorito cae en la isla de Pascua

Aunque parecía interesante, nada más decía en primera página, así es que, sin darle mucha importancia, Yan continuó su paseo en bicicleta en busca de sus amigos.

Sin embargo, por la noche, al llegar su padre a casa, Yan se enteró de que aquel meteorito, como surgido de la nada, había caído sobre Rapa Nui, curiosamente sin producir ningún impacto. Algo frenó su impulso y “el meteorito se posó” –así decía el diario– “en las ruinas de la legendaria Ciudad de Orongo, en la cima del volcán Rano Kao, en el extremo sur de la isla”.

Pasó una semana antes de que volviera a saber del asunto que, por lo demás, casi había olvidado.

Esa tarde su padre llegó a casa más temprano que de costumbre y Yan se enteró de los extraños sucesos de Rapa Nui, pero no solo se enteró de eso, sino de algo mucho más fascinante...

Al día siguiente... –¡Sí, mañana! –había tenido que repetir varias veces su padre–, mañana saldremos para Pascua. –Y, muy brevemente pues él y su mamá tenían que hacer maletas y arreglar un montón de cosas, les informó que la Universidad le había solicitado que viajara lo antes posible a la isla para averiguar todo lo relativo al meteorito. Esto también significaba que él, Yan, se iba a acostar temprano para estar descansado.

Por la mañana ya estaba listo para el viaje. Había hecho su maleta –su madre la había aprobado–, había tomado desayuno y ahora esperaba impaciente.

Entonces todo sucedió muy rápido: Taxi. Maletas. Aeropuerto.

Titular de un diario:

“Siguen misterios en Rapa Nui”. Maletas. Carrera al baño. Y en otro periódico: “Pánico entre los pascuenses”. Caminata al avión. Despegue... y ya estaban volando.

Desde el aire la isla parecía aún más chica de lo que había creído. Lo de Pascua, pensó, debe ser porque es como una isla de juguete.

Ahí estaba, increíblemente sola en la inmensidad del mar, totalmente alejada de toda otra tierra. Podía ver su geografía completa, un triángulo con un volcán en cada punta y una decena de cerros desparramados por su rocosa superficie; muy poca vegetación y ni un solo río, ni siquiera un arroyo.