Cuentos que encantan - Hans Christian Andersen - E-Book

Cuentos que encantan E-Book

Hans Christian Andersen

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Beschreibung

Antología en la que príncipes, princesas, hadas y otros prodigios viven en el mundo maravilloso de los cuentos clásicos infantiles, encantando a sus lectores.

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Cuentos que encantan

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Versiones  -  Patricia Roggio

Ilustraciones  -  Victoria Assanelli

COLECCIÓN La Puerta Secreta REALIZACIÓN: Letra Impresa AUTORES: Hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Jeanne-Marie Le Prince de Beaumont ADAPTACIÓN: Patricia Roggio EDICIÓN: Elsa Pizzi DISEÑO: gaby falgione COMUNICACIÓN VISUAL ILUSTRACIONES: Victoria Assanelli

Roggio, Patricia Cuentos que encantan / Patricia Roggio. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2021. Libro digital, EPUB - (La puerta secreta) Archivo Digital: online ISBN 978-987-8933-02-3 1. Cuentos. I. Título CDD A863.9283

© Letra Impresa Grupo Editor, 2021 Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: +54-11-7501-1267 Whatsapp +54-911-3056-9533contacto@letraimpresa.com.arwww.letraimpresa.com.ar Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.

Esta colección se llama La Puerta Secreta y queremos invitarlos a abrirla.

Una puerta entreabierta siempre despierta curiosidad. Y más aun si se trata de una puerta secreta: el misterio hará que la curiosidad se multiplique.

Ustedes saben lo necesario para encontrar la puerta y para usar la llave que la abre. Con ella podrán conocer muchas historias, algunas divertidas, otras inquietantes, largas y cortas, antiguas o muy recientes. Cada una encierra un mundo desconocido dispuesto a mostrarse a los ojos inquietos.

Con espíritu aventurero, van a recorrer cada página como si fuera un camino, un reino, u órbitas estelares. Encontrarán, a primera vista, lo que se dice en ellas. Más adelante, descubrirán lo que no es tan evidente, aquellos “secretos” que, si son develados, vuelven más interesantes las historias.

Y por último, hallarán la puerta que le abre paso a la imaginación. Dejarla volar, luego atraparla, crear nuevas historias, representar escenas, y mucho, mucho más es el desafío que les proponemos.

Entonces, a leer se ha dicho, con mente abierta, y siempre dispuestos a jugar el juego.

Cuentos como los que van a leer en este libro son los primeros que mamá, papá o alguna abuela nos contaron. Comienzan con un “Había una vez…”, y no hace falta más. No es necesario conocer qué vez, ni cuándo, ni dónde. Un “Había una vez…” alcanza para que abramos la imaginación y entremos en ese mundo donde todo es posible: el mundo de los cuentos maravillosos.

Allí los brujos, los hechiceros o simplemente los malvados despliegan sus poderes para complicarlo todo y las hadas les responden con los suyos, para solucionarlo todo. Finalmente siempre triunfa la justicia: los malos son castigados; los buenos, recompensados. Y nos encanta que esto suceda.

Quizá por ese motivo, cuentos tan antiguos como “Blancanieves” o “Caperucita” siguen contándose. Hay muchísimas versiones de ellos, publicadas en libros grandes y chiquitos, con muchas ilustraciones o pocas, con uno o varios cuentos. Algunos tienen páginas para pintar; otros se han convertido en historietas o en audiocuentos (cuentos para escuchar).

Hay personajes actuales que, como si fueran actores de verdad, representan a los protagonistas de estos cuentos tan antiguos. Por ejemplo, Mickey es el chico que escala las habichuelas mágicas y Barbie es Pulgarcita. El cine convierte cuentos en hermosas películas de dibujos animados: Cenicienta, La Bella y la Bestia y muchas más. Y en otras ocasiones crea nuevas historias maravillosas, como la de Shrek.

También están presentes en los videojuegos. En Final Fantasy Fables: Chocobo, los jugadores buscan a sus amigos en los libros de cuentos maravillosos. Para encontrarlos, ingresan en sus páginas pobladas de hadas y encantamientos, y viven sus aventuras.

Lo maravilloso siempre nos asombra, nos envuelve, nos atrapa. ¿Por qué será? ¿Tal vez porque en su mundo mágico todo parece posible? ¿Tal vez porque allí los sueños se realizan?

Los invitamos a averiguarlo.

· 1 ·

El príncipe Sapo

Un cuento de los hermanos Grimm

~

En tiempos muy lejanos, cuando solo hacía falta desear algo para tenerlo, vivía un rey con su lindísima hija. Aquella jovencita era tan hermosa que hasta el sol, que había visto tantas cosas, se maravillaba cada vez que iluminaba su rostro.

Y en el jardín del palacio de aquel reino, había un estanque. Cuando hacía calor, la Princesa solía ir allí, se inclinaba sobre el agua y peinaba sus hermosos cabellos con una peineta de oro.

Pero ocurrió una vez que la peineta se resbaló de sus dedos, cayó en el estanque y desapareció, pues era tan profundo, tan profundo, que no se podía ver su fondo. Entonces, la Princesa se puso a llorar desconsoladamente. Y en medio de su llanto, oyó una voz que decía:

–¿Qué te ocurre, Princesa? ¡Lloras tanto que vas a inundar el reino!

La jovencita miró alrededor, buscando al dueño de aquella voz, y descubrió un sapo que asomaba su ancha y fea cabezota en la superficie del agua.

–¡Ah!, ¿eres tú, viejo chapoteador? Lloro por mi peineta de oro, que se cayó en el estanque –le dijo todavía entre lágrimas.

–Cálmate y no llores más. Yo puedo ayudarte. Pero, ¿qué me darías a cambio, si te devolviera la peineta? –preguntó el sapo.

–Lo que quieras, mi buen sapo –respondió la joven–: mis vestidos, mis perlas y piedras preciosas y hasta mi corona de oro.

Pero el sapo dijo:

–No me interesan tus vestidos, ni tus perlas y piedras preciosas, ni tu corona de oro. En cambio, si estás dispuesta a quererme; si durante un mes me aceptas como tu amigo y compañero de juegos; si dejas que me siente a tu lado en la mesa y coma de tu platito de oro, y beba de tu vasito; y si me cuentas cuentos para que me duerma… Si me prometes todo esto, bajaré al fondo del estanque y te traeré la peineta de oro.

–¡Oh, sí! –exclamó ella–. Te prometo todo lo que quieras si me devuelves la peineta.

Sin embargo, la Princesa pensaba algo muy diferente: “¡Qué tonterías se le ocurren a este animalejo! Él tiene que estar en el agua con sus semejantes, croa que te croa. ¿Cómo cree que podría ser amigo de las personas?”.

Pero aquellos eran solo pensamientos, así que el sapo no los oyó. Y una vez que escuchó la promesa, se zambulló en el agua.

Cuando volvió a salir, nadando con sus largas patas y con la peineta en la boca, la dejó en el pasto. La Princesita, loca de alegría, la recogió y se fue corriendo.

–¡Espera, espera! –le gritó el sapo–. ¡Llévame en tu mano! ¡No puedo alcanzarte, no puedo correr tan rápido!

Pero no le sirvió de nada gritar con todas sus fuerzas. La Princesa, sin prestarle atención, siguió corriendo hacia el palacio, y no tardó en olvidarse del pobre sapo, que no tuvo más remedio que zambullirse nuevamente en el estanque.

Al día siguiente, toda la familia real estaba comiendo, cada uno en su platito de oro, cuando se oyó un plish, plash, plish, plash. Algo subía fatigosamente las escaleras de mármol del palacio y, una vez arriba, llamaba a la puerta:

–¡Princesa, la más bonita de las princesas, ábreme!

Ella corrió a la puerta para ver quién era y, al abrirla, se encontró con el sapo. Aquello le dio tanta impresión que la cerró de un portazo y volvió a la mesa sin decir ni una palabra. Pero el Rey notó cómo le latía el corazón y le preguntó:

–Hija mía, ¿de qué tienes miedo? ¿Acaso en la puerta hay algún gigante que viene a buscarte?

–No –respondió ella–, no es un gigante, sino un sapo repugnante.

–Y ¿qué quiere ese sapo?

–¡Ay, padre querido! Ayer estaba peinándome junto al estanque, y se me cayó la peineta de oro al agua. Y mientras yo lloraba, apareció un sapo. Yo le prometí que, si la encontraba y me la devolvía, sería su amiga. Pero jamás pensé que pudiera alejarse del estanque. Ahora está ahí afuera y quiere entrar.

Entretanto, llamaron por segunda vez y se oyó una voz que decía:

–¡Princesa, la más bonita, ábreme! ¿Recuerdas lo que me prometiste ayer junto al estanque?

Después de escuchar a su hija y al sapo, el Rey ordenó:

–Debes cumplir con tu palabra. Ve y ábrele la puerta.