Cuentos que encierran misterios - Guy De Maupassant - E-Book

Cuentos que encierran misterios E-Book

Guy de Maupassant

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Beschreibung

Esta antología de cuentos clásicos de misterio adaptados para jóvenes lectores incluye "El velo negro", "Una noche de espanto", El hacha de oro", "La mano" y "La casa del juez".

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Cuentos que encierran misterios

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Charles Dickens, Anton Chéjov, Gastón Leroux, Guy de Maupassant y Bram Stoker

Adaptación  -  Patricia Roggio

Ilustraciones  -  Mariano Epelbaum

COLECCIÓN La Puerta Secreta REALIZACIÓN: Letra Impresa DISEÑO: gaby falgione COMUNICACIÓN VISUAL AUTORES: Charles Dickens, Anton Chéjov, Gastón Leroux, Guy de Maupassant y Bram Stoker ADAPTACIÓN: Patricia Roggio EDICIÓN: Patricia Roggio ILUSTRACIONES: Mariano Epelbaum

Cuentos que encierran misterios / Charles Dickens... [et al.] ; ilustrado por Mariano Epelbaum. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2020. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-4419-32-3 1. Educación Primaria. 2. Literatura. I. Dickens, Charles. II. Epelbaum, Mariano, ilus. CDD 372.64

© Letra Impresa Grupo Editor, 2021 Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: +54-11-7501-1267 Whatsapp +54-911-3056-9533contacto@letraimpresa.com.arwww.letraimpresa.com.ar Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.

Esta colección se llama La Puerta Secreta y queremos invitarlos a abrirla.

Una puerta entreabierta siempre despierta curiosidad. Y más aun si se trata de una puerta secreta: el misterio hará que la curiosidad se multiplique.

Ustedes saben lo necesario para encontrar la puerta y para usar la llave que la abre. Con ella podrán conocer muchas historias, algunas divertidas, otras inquietantes, largas y cortas, antiguas o muy recientes. Cada una encierra un mundo desconocido dispuesto a mostrarse a los ojos inquietos.

Con espíritu aventurero, van a recorrer cada página como si fuera un camino, un reino, u órbitas estelares. Encontrarán, a primera vista, lo que se dice en ellas. Más adelante, descubrirán lo que no es tan evidente, aquellos “secretos” que, si son develados, vuelven más interesantes las historias.

Y por último, hallarán la puerta que le abre paso a la imaginación. Dejarla volar, luego atraparla, crear nuevas historias, representar escenas, y mucho, mucho más es el desafío que les proponemos.

Entonces, a leer se ha dicho, con mente abierta, y siempre dispuestos a jugar el juego.

En el lugar más destacado de la primera plana de un diario, leemos: Un enorme misterio rodea el robo del Banco Cooperativo. Y en la misma página pero más abajo, a un costado, en un pequeño recuadro: Sigue sin resolverse el misterio de los ratones hocicudos. ¿En qué secciones podrían estar desarrolladas estas dos noticias? La primera, sin duda, en Policiales. Pero ubicar la segunda sin más datos no es tan fácil. Como en el caso del robo al banco, también podría tratarse de un asunto policial: “Una banda de ladrones emplea ratones hocicudos, entrenados para introducirse en las casas por las cañerías y robar objetos de valor”. Aunque es probable que se refiera a un misterio científico –como por ejemplo la extinción de esos animales sin una causa aparente– y que aparezca en la sección Ciencia. O a un problema urbano (la invasión repentina de ratones hocicudos en las plazas), y entonces estará en la sección Ciudad. También podría incluirse en la sección Campo, o Rural, si se refiriera al ataque sin motivo de esos roedores al ganado. Tantas posibilidades se deben a que no solo la policía se enfrenta a lo desconocido y oculto. Estamos rodeados de misterios, hay misterios de todo tipo y para todos los gustos. Y quienes pretenden llamar nuestra atención sobre algo saben que, si lo rodean de misterio, seguramente lo lograrán. Y si no, veamos otro ejemplo.

La publicidad del videojuego Mystery Case Files: Retorno a Ravenhearst busca atraer compradores o usuarios diciendo:

Un oscuro secreto habita la siniestra Mansión Ravenhearst y los rumores que la rodean han circulado durante décadas. El diario de Emma Ravenhearst puede tener la clave para descubrir la historia de este inquietante lugar. Pero sus páginas se han perdido. Encontrarlas te ayudará a develar el misterio que encierra la casa.

Big Fish Games Studios presenta una nueva aventura en la que tendrás que explorar espeluznantes salas para descubrir la verdad que se esconde en lo más profundo de la mansión.

Secretos, rumores, lugares inquietantes, páginas perdidas y claves para descubrir verdades ocultas. Sin duda el juego tiene todos los ingredientes para convencernos de que hay que develar ese misterio.

La palabra “develar” significa quitar el velo que nos impide ver algo, descubrir la verdad. Ese es el motivo por el cual se emplea referida a los misterios: siempre buscamos descubrir lo que estos esconden. Y los misterios están ahí, al alcance de la mano, para ser develados. Una casa abandonada; alguien del barrio del que se sabe poco y se sospecha mucho; la desaparición de algo en casa; una puerta que siempre se cierra sin que nadie la toque; alguna historia de la que los grandes hablan en voz baja son los misterios cercanos con los que nos enfrentamos cada día. A ellos se suman otros, menos cotidianos: la mayor parte del universo sigue siendo un misterio, a pesar de todos los descubrimientos de la ciencia. Y también la posibilidad de vida extraterrestre. En los diarios, el robo de un banco se plantea como un misterio; también el paradero desconocido de alguien, el origen de la fortuna de una persona o la forma en que la perdió. Infinidad de publicaciones hablan de los misterios de la Atlántida y del Triángulo de las Bermudas.

Además del que ya mencionamos, otros videojuegos, como el de Nintendo DS: Profesor Layton y la villa misteriosa tratan sobre acertijos e intrigas. El cine y la televisión también son buenos lugares para el misterio. Desde los dibujitos de Scooby Doo, que vive muerto de miedo “de misterio en misterio”, hasta las series Fringe, Supernatural, o Lost que por fin, en su última temporada, reveló los secretos que nos tenían tan intrigados, todo nos propone misterios para develar.

El misterio nos atrapa porque desafía nuestra inteligencia. Queremos saber lo que se nos esconde y ser más inteligentes que quien lo escondió. Por eso la literatura, que en cada una de sus obras devela una nueva historia palabra por palabra, nos atrapa todavía más cuando esas palabras construyen una historia misteriosa.

Si les gustan los misterios (¡y estamos seguros de que es así!) los cuentos que están por leer son ideales para ustedes. Esperamos que los disfruten y que intenten descubrir sus secretos antes de que se aclaren al final.

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El velo negro

Charles Dickens

~

Era una noche de invierno de 1800, o tal vez de uno o dos años después. Un joven médico acababa de llegar a Londres para abrir su consultorio y estaba en la pequeña sala de su casa. Desde allí escuchaba el ruido del viento que empujaba la lluvia contra la ventana y silbaba en la chimenea.

La noche era húmeda y fría. Había caminado durante todo el día bajo el agua, y ahora descansaba confortablemente en bata y zapatillas, medio dormido, pensando un montón de cosas. Pensaba en el viento y la lluvia que le golpearían la cara si no estuviera, como estaba, protegido en su hogar. También, en su pueblo, al que iba todos los años para Navidad. Deseaba volver a ver a sus amigos. Imaginaba la alegría de Rosa cuando finalmente pudiera decirle que ya tenía un paciente, y que esperaba hallar más y regresar en unos meses para casarse con ella.

Aguardaba con impaciencia que apareciera ese primer paciente. Y como eso no ocurría, se preguntaba con preocupación si estaba predestinado a no tener ninguno. Esto lo llevó a pensar nuevamente en Rosa. Hasta que el cansancio lo venció y se durmió. Soñaba con ella cuando oyó la dulce voz de la joven resonando en sus oídos, y sintió su mano, delicada y suave, posándose en su espalda.

Ciertamente, una mano lo había tocado, pero no era ni suave ni delicada. Le pertenecía a un muchacho corpulento que había contratado para hacer mandados, a cambio de la comida y unas pocas monedas a la semana. Pero como todavía no había pacientes a quienes enviarles medicamentos ni mensajes, el chico pasaba sus horas ociosas –unas catorce por día– robándole pastillas de menta, saboreándolas y durmiendo.

–¡Doctor, una señora! –exclamó el muchacho, mientras lo sacudía para que se despertara.

–¿Qué señora? –preguntó el joven médico, medio dormido–. ¿Dónde?

–¡Ahí! –le respondió el chico, señalando la puerta de cristales del consultorio. Y la alarma que se notaba en su rostro se podría haber atribuido a la insólita aparición de un paciente.

El médico miró hacia allí y también se estremeció. El motivo fue el aspecto de la inesperada visitante, una mujer muy alta, vestida de luto y que estaba tan cerca de la puerta que su cara casi tocaba el cristal. Llevaba gran parte del cuerpo tapado por un chal negro, como si quisiera ocultarse, y tenía la cara cubierta por un velo, también negro. Y aunque el médico sintió que detrás del velo unos ojos lo miraban fijamente, ella no se movió ni pareció darse cuenta de que él la estaba observando.

–¿Viene para una consulta? –le preguntó, mientras abría la puerta empujándola hacia él.

La figura, que seguía quieta en el lugar, movió la cabeza en señal de afirmación.

–Entonces, sígame por favor.

La figura avanzó un paso. Luego se dio vuelta hacia donde estaba el asistente –quien sintió un profundo horror– y pareció dudar.

–Retírate, Tom –le dijo el médico al muchacho, quien mantenía sus grandes y redondos ojos desmesuradamente abiertos desde la llegada de la mujer–. Corre la cortina y cierra la puerta.

El muchacho corrió la cortina que cubría los cristales de la puerta del consultorio, salió y cerró la puerta detrás de él. Inmediatamente después, puso un ojo en la cerradura.

El médico acercó una silla junto al fuego e invitó a su visitante a sentarse. La figura misteriosa se dirigió hacia allí. Y cuando las llamas iluminaron su traje negro, mostraron que estaba empapado y manchado de barro.

–Se mojó mucho.

–Es cierto –respondió la mujer con una voz baja y profunda.

–¿Y se siente mal? –preguntó el joven médico con compasión, ya que el tono de ella era el de una persona que sufre.

–Sí, bastante mal. No del cuerpo, sino del alma. Pero no vengo por mí, señor. Necesito que ayude a otra persona. Posiblemente esté loca al rogarle por él. Pero noche tras noche, poco a poco, este pensamiento se ha ido apoderando de mí. Y aunque me doy cuenta de lo inútil que es para él cualquier ayuda humana, ¡con solo pensar que puede morirse, se me hiela la sangre!

La actitud y la forma de expresarse de la mujer revelaban tanta desesperación, que el inexperto médico se impresionó profundamente.