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Al recuperar el adagio de Erasmo de Rotterdam, Los Silenos de Alcibíades, Jesús Gallego Montero identifica en clave poética a sus alumnos con los silenos de la tradición clásica. Para el poeta, sus alumnos son y serán siempre, en contra de toda (des)educación, los "Silenos de Alcibíades", esos adolescentes a los que tanto se critica por ser adolescentes, se manipula y se les educa como bienes futuros de producción; sin embargo, viven en la poética del disimulo, ocultando un tesoro bajo su envoltura de sileno. En gran parte, todos los hombres representamos un sileno invertido que esconde las cosas excelentes, y entre ellas, cómo no, la gran rebeldía de la poesía.
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Jesús Gallego Montero
© Jesús Gallego Montero
© CURSO DE SILENOS
ISBN digital: 978-84-686-9212-8
Editado por Bubok Publishing S.L.
Impreso en España / Printed in Spain
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A Leyre,
“¿Por qué, divino Sócrates, a este joven
lo agasajas tanto? ¿No conoces algo más grande?
¿Por qué lo contemplas con amor
igual que contemplamos a los dioses?”
—Quien piensa hondo, ama lo más vivo;
después de haber mirado bien el mundo
comprendemos lo que es la virtud.
Y muy a menudo los sabios
terminan prendados de lo bello.
Hölderlin, “Alcibíades y Sócrates”.
“In School
All thoughts got combed out
What was left was like a field”.
LOS SILENOS DE ALCIBÍADES
En septiembre comienza mi año nuevo
no sé si lo sabéis,
con mis propósitos de enmienda
y mis nefastas tramas de ser joven.
No sé si lo sabéis,
en septiembre aparecen
soltando el lastre del verano,
envueltos en su rústica corteza,
como aves admirables de futuro.
No sé si lo sabéis,
en septiembre jamás se inclinan cuando llegan
ante el silencio hipócrita
de aquellos que saludan y veneran
el déspota ejercicio del poder.
No sé si lo sabéis,
en septiembre me miran los silenos
buscando el punto débil del soberbio
en mi voz, en mi ropa de burgués,
en mi retórica banal de actor,
en mi severo engaño de tirano.
No sé si lo sabéis,
en septiembre envejezco,
pero mi voluntad de ser un hombre,
mi condición de ser
más allá de la hipócrita mentira,
mi fracasada lucha por cerrar
las trampas de la vida,
mi exploración, como un imán,
del otro, el que se oculta
bajo el alegre rostro del sileno,
en septiembre, siempre en septiembre,