Desde que el mundo es mundoLAS TRES EDADESY DIJO LA ESFINGE:SE MUEVE A CUATRO PATAS POR LA MAÑANA,CAMINA ERGUIDO AL MEDIODÍAY UTILIZA TRES PIES AL ATARDECER.¿QUÉ COSA ES?Y EDIPO RESPONDIÓ: EL HOMBRE.
ParaKay,por el comienzo de una nueva historiaEste libro se publicó con el apoyo deFlanders Literature (flandersliterature.be)Todos los derechos reservados.Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicaciónpública o transformación de esta obra solo puede ser realizadacon la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmentode esta obra.Títulooriginal: Al zolang er mensen bestaan. Verhalen van over de hele wereld© Lannoo Publishers,2022, de la edición original traducida del neerlandés www.lannoo.com© De la traducción, Gonzalo Fernández Gómez© Ediciones Siruela, S. A.,2024Diseño gráfico: Gloria Gaugerc/ Almagro 25, ppal. dcha. 28010 Madrid. Tel.: +3491355 57 20 www.siruela.comISBN: 978-84-10183-97-1Composicióndigital:www.acatia.es
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SaSSafraS BryMitos y leyendas de creación y metamorfosisTraducción del neerlandés deGonzalo Fernández GómezBiblioteca de Cuentos Populares
agua1Los hermanos Ashvin — India132El huevo de la pradera — Los cheyenes, EE. UU. y Canadá193El guardián de la poza — África central294Piel de foca — Islandia, Irlanda, Escocia e Islas Feroe395Los hijos de Lir — Irlanda476Las guacamayas — Los cañaris, Ecuador617Las lágrimas de Atum — Egipto698El hombre cuervo y el monstruo marino — Los tiagaras, Alaska (EE. UU.)77tierra9 Los cazadores de serpientes — Los siux, EE. UU. y Canadá8910 Ío y la vaca — Grecia9911 El huevo cósmico — China11112 Sherezade cuenta un cuento — Oriente Medio11913El primer elefante — Los kambas, Kenia13314Issun Boshi — Japón13915La mujer gato — Lombok (Indonesia)14716Un mundo de pis y caca — Los chucotos, Siberia (Rusia)15552348171821229620262930523481718219620262930
aire17La pesadilla — Noruega16718El canto de Uirapurú — Brasil17719Snegurka, la niña de las nieves — Rusia18520El fantasma del castillo — España19721El dolor infinito de Mis — Irlanda20722Sila, el espíritu del viento — Los netsilik, Canadá22523Loki e Iduna — Noruega235fuego24La perla del dragón — China24925Un hombre llamado Sol — Los bosquimanos, África26126El quinto sol — Los aztecas, México26927Māui y el fuego — Polinesia27728Mullian — Los aborígenes, Australia 28929El horno del gran mago — Los pimas, EE. UU.29930Volcanes y estrellas — Los mapuches, Argentina y Chile30511911272824131416121523257101191127282413141612152325710
PólDesde que el mundo es mundo, el ser humano siempre ha sentido la necesidad de contar historias. Historias sobre cómo se crearon el cielo y la tierra, cómo apareció nuestra especie o por qué los animales son como son. En muchas de esas historias, también conocidas como mitos o leyendas populares, se producen metamorfosis: jóvenes soldados que se convierten en aves, focas que se transforman en mujeres o muñecas de nieve que cobran vida. Los volcanes eran espíritus, el ser humano nació de las lágrimas de un dios primigenio y el sol era un hombre con axilas luminiscentes.He dividido las historias en cuatro capítulos: agua, tierra, aire y fuego. Esos eran antiguamente los cuatro elementos básicos de la naturaleza. Muchas de las metamorfosis que se producen en las leyendas populares guardan relación con esos elementos o constituyentes esenciales de la materia. Un gran pez se transforma en arena y da origen a la tierra firme. Un dios se eleva hacia el cielo y se convierte en el sol. Un bebé sacude su pañal y se convierte en el viento.Los mitos nos ayudan a formarnos una idea de cómo pensaba y experimentaba el mundo la gente de otras épocas y culturas. Por eso es tan importante seguir transmitiendo las leyendas populares, pues gracias a ellas entendemos mejor a los demás y comprendemos mejor el mundo.En este libro he narrado con mis propias palabras treinta leyendas representativas de todos los continentes, de la misma forma que millones de personas, a lo largo de los siglos, han transmitido a la siguiente generación sus propias versiones de las mismas.De ti depende, ahora, que se sigan transmitiendo.9
LshmnsAshvn INDIA—¿Por dónde tiramos, hermano?—¡Todo recto! Venga, que ya falta poco.—¡Arre! Vuela un poco más bajo. Sí, así.—Qué luz más hermosa desprendes hoy, hermano.—Tú también. Cada día brillas con más esplendor.—¿Crees que los dioses nos aceptarán pronto entre ellos?—Por supuesto. Mira cómo volamos en nuestro carro de oro. Somos capaces de dar la vuelta al mundo en un solo día. Tenemos mucho mérito.—Estarán impresionados.—¡Vuela un poco más bajo!—¿Por qué?—Tú hazme caso. Mira, ahí.—No veo nada, los árboles me tapan la… ¡Ah, sí!—¿La ves?—¡Oh! ¿Es una…?—¿Una muchacha? Eso parece, ¿verdad? ¿Bajamos un poco más?—Buena idea. Ahí, entre esos árboles. Desde ahí podemos verla mejor.—¡Qué preciosidad!—¿Querrá hablar con nosotros?—Supongo que sí. ¿Quién no querría hablar con los hijos de un dios?—¿Hola? Eh…, perdón… ¿Señorita?—¡Ahhh! ¿Quién anda ahí?—Perdona que te importunemos en este momento de intimidad. Sabemos que estás desnuda, pero no hemos sido capaces de dominarnos. Nunca habíamos visto una joven tan hermosa.—¡Me estoy bañando! ¿O es que no lo veis?—Sí, ya lo vemos. Vemos tu cuerpo desnudo sumergido en agua cristalina. ¿Quién es tu padre? ¿Cómo es que te permiten bañarte aquí sola en el bosque?—Qué luz más hermosa desprendes hoy, hermano.13
—Decidme primero quiénes sois vosotros, tan lozanos y perfectos, con vuestro carro de oro y vuestros caballos voladores.—Es verdad, disculpa nuestra falta de modales. Somos los gemelos Ashvin: Dasra y Nasatya. Hijos del dios del sol.—Somos apuestos y tenemos la juventud eterna. Todos los días traemos la luz del amanecer y evaporamos el rocío.—¡Oh! Entonces tenéis una labor muy importante… Yo soy Sukanya, la mujer de Chiávana, y me baño en esta charca todos los días.—Ah…, Chiávana, ¿no es ese el gran…?—El gran vidente, un rishí.—¡Ah, sí! ¡Ja, ja! ¿Y ese es tu marido? ¿En serio? Chiávana es un anciano… más viejo que la sarna… Y disculpa el atrevimiento, pero es más feo que un piojo.—En eso te equivocas. Puede que sea viejo, pero es el hombre más atractivo que he conocido nunca.—Sí, bueno, lo que tú digas… El caso es que nos gustas mucho, Sukanya.—Lo que quiere decir mi hermano es que podrías venirte con nosotros. ¿No te apetece probar la miel de la juventud? Abandona a ese carcamal.—¡Jamás! Dejadme sola. Tengo que lavarme el pelo.—Perdona, no nos malinterpretes.—No, no queremos ofenderte, Sukanya. Pero… ¿sabías que tenemos poderes curativos?juventud? Abandona a ese carcamal.14
—No, no lo sabía. Y me importa un rábano.—¿Y si pudiéramos devolverle la juventud a tu marido? ¿Qué te parecería si le quitáramos las arrugas y le devolviéramos el brillo a su piel?—Eh…, pues no sé qué decir…—Si le devolvemos la juventud a Chiávana, ¿aceptarías elegir entre los tres un compañero para el resto de tu vida?—¿Y seríais los tres igual de jóvenes? No sé qué contestar, tengo que consultarlo con mi marido.—De acuerdo, nos parece bien.—Vale, pues cerrad los ojos, que voy a salir del agua.—No creo que acepte el trato.—Sí, ya verás como sí. Cuando seamos los tres iguales, no reconocerá a su marido y nos elegirá a uno de nosotros.—Mira, ahí viene.—Y viene con Chiávana. Jo, es más viejo aún de lo que yo creía.—Ya lo hemos hablado, y mi marido acepta que le devolváis la juventud. Así que, adelante, haced lo que tengáis que hacer.15
—Venga usted aquí, estimado Chiávana, venga aquí con nosotros. Prepárese para vivir la aventura de su vida.—Para empezar, desnúdese.—No tenga miedo, es solo para que no se le moje la ropa.—Así, muy bien. Espere un momento a que nos desnudemos también nosotros…—Y ahora que estamos los tres desnudos, experimente nuestra fuerza divina. ¿Siente ya algo?—¿Todavía no? No se preocupe, enseguida lo notará. Métase con nosotros en el agua. Con cuidado…, pasito a pasito. Sin miedo, la corriente es muy débil.—Un poco más, hasta el cuello. Muy bien.—Ahora doble lentamente las rodillas. Está fresquita, ¿verdad? Cierre la boca y los ojos. Sumerja la cabeza entera, igual que nosotros.—Glu, glu…—Glugluglú…—Glu.16
—¿Querido?—Glu.—Ahí estáis otra vez. Pero espera… Veo tres hombres igual de jóvenes y apuestos. ¿Quién es quién? ¿Quién de vosotros es mi marido? ¡Decid algo!—Elige a uno de los tres, Sukanya.—Elige a uno de los tres, Sukanya.—Elige a uno de los tres, Sukanya.—¡Oh, esto es increíble! Veamos… Este tiene un aspecto fantástico, un joven radiante y pletórico de fuerza. Pero este otro también. Y este, lo mismo. Uf. A ver, echemos un vistazo más de cerca. Ese lunar lo conozco. Pero lo tienen los tres. ¿Y si cierro los ojos? A lo mejor reconozco a mi marido por el olor… Mmm… Nada. Pero este tiene algo en la mirada, como si llevara el mundo entero en el interior de sus ojos. Además, me mira de forma distinta, con menos codicia. Su mirada es dulce como el aire denso de la selva, fresca como un chaparrón, delicada y cálida como la miel. ¡Este es mi Chiávana!—En fin, había que intentarlo…—Lo has reconocido, Sukanya. Sal del agua, Chiávana. Tu mujer te ama. Conserva tu juventud radiante para que hagáis buena pareja. Vuestro amor es indestructible.—Gracias, hermanos Ashvin. Por lo que a mí respecta, merecéis un lugar entre los dioses y tenéis derecho a una parte de las ofrendas que reciben.los tres. ¿Y si cierro los ojos? A lo mejor reconozco a mi marido por el olor… —¿Querido?—Glu.—Ahí estáis otra vez. Pero espera… Veo tres hombres igual de jóvenes y 17
—Agradecemos mucho tus palabras. Ya nos vamos.—No olvides la ropa, hermano.—Ah, sí. Ya está. Venga, súbete al carro. Una vuelta alrededor del mundo nos hará bien. Los mejores deseos para vosotros, Sukanya y Chiávana. ¡Iremos a visitaros!—Lástima.—Pero bueno…, merecen estar juntos.—Sí, hacen buena pareja.—¡Arre! ¡Un poco más alto!—Hasta el horizonte… ¡y más allá!La mitología india es extensa y compleja. Existen miles de versiones de cuentos cortos como este, transmitidos oralmente a lo largo de muchos siglos. Dasra y Nasatya eran hijos de Surya, el dios del sol y el cielo, y vagaban en busca de un lugar entre los dioses hindúes. Simbolizan la dualidad y la eterna juventud, pueden cambiar de forma y tienen poderes curativos. A veces se los representa en forma de caballo. Su nombre procede del término sánscrito asv-in, que significa «jinete».entre los dioses hindúes. Simbolizan la dualidad y la eterna juventud, pueden cambiar de forma y tienen poderes curativos. A veces se los representa en forma de caballo. Su nombre procede del término sánscrito asv-in, que significa «jinete».
El hv d l pdLOS CHEYENES | ESTADOS UNIDOS Y CANADÁUn día, Hermano Mayor y Hermano Pequeño salieron apasear por la pradera. Al cabo de un rato empezaron a sospechar que se habían desorientado. A su alrededorno había más que interminables campos de hierba con montañas de color púrpura en el horizonte. El sol del atardecer teñía la hierba de rosa.—Nos hemos perdido —suspiró Hermano Mayor.—Sí, eso parece —contestó Hermano Pequeño.Siguieron caminando unos kilómetros más. A ninguno de los dos se le ocurrió que podían orientarse observando la posición del sol. El hambre y el cansancio les había embotado el entendimiento. Todavía les quedaba un poco de agua, pero ya no tenían nada de comer.—Me están empezando a sonar las tripas —murmuró Hermano Pequeño de mal humor.—Yo no tengo la culpa.—Tú eres el mayor, deberías haber recordado el camino.—Tú también tienes ojos en la cara, ¿no?Siguieron discutiendo un rato, hasta que, de pronto, Hermano Pequeño tropezó con algo duro. Se agachó a ver lo que era y resultó ser un huevo. Pero aquel no era un huevo cualquiera. Era mucho más grande de lo normal, pesaba un montón y tenía extraños puntos de colores.—¡Mira! —exclamó Hermano Pequeño—. Con esto podemos darnos una buena comilona.—Parece venenoso. Yo no lo tocaría —contestó Hermano Mayor—. Y ni se te ocurra comértelo.Siguieron discutiendo un rato, hasta que, de pronto, Hermano Pequeño tropezó con algo duro. Se agachó a ver lo que era y resultó ser un huevo. Pero aquel no era un huevo cualquiera. Era mucho más grande de lo normal, pesaba un montón y tenía 19
—¡Anda, no seas aguafiestas! Me estoy muriendo de hambre…Hermano Mayor observó mejor el huevo. Los puntos eran verdes y morados y parecían moverse. ¿De dónde diablos había salido aquel huevo? En el cielo no había ni un ave y estaban en medio de la pradera.—Deja eso donde estaba, anda, que me da mala espina. Hermano Pequeño, sin embargo, se negó a obedecer.—Vale, admito que tiene un aspecto un poco raro, pero qué más da. Prefiero comerme este huevo a morirme de hambre.De modo que hizo una hoguera y puso a cocer el huevo, no solo porque tenía hambre, sino también por fastidiar a su hermano. Al cabo de un rato sacó el huevo del fuego, golpeó la cáscara con una piedra, lo peló y se puso a comer.—No es más que un huevo —dijo con la boca llena—, y, además, está delicioso. De hecho, es lo más rico que comido en la vida. Si quieres probarlo, más vale que te decidas enseguida.—¡Anda, no seas aguafiestas! Me estoy muriendo de hambre…Hermano Mayor observó mejor el huevo. Los puntos eran verdes y morados y parecían moverse. ¿De dónde diablos había salido aquel huevo? En el cielo no había ni un ave y estaban en medio de la pradera.—Deja eso donde estaba, anda, que me da mala espina. Hermano Pequeño, sin embargo, se negó a obedecer.—Vale, admito que tiene un aspecto un poco raro, pero qué más da. Prefiero comerme este huevo a morirme de hambre.De modo que hizo una hoguera y puso a cocer el huevo, no solo porque tenía hambre, sino también por fastidiar a su hermano. Al cabo de un rato sacó el huevo del fuego, golpeó la cáscara con una piedra, lo peló y se puso a comer.—No es más que un huevo —dijo con la boca llena—, y, además, está delicioso. De hecho, es lo más rico que comido en la vida. Si quieres probarlo, más vale que te decidas enseguida.
Pero Hermano Pequeño mentía. El huevo estaba asqueroso. Por dentro era verde y morado, tenía una textura correosa y desprendía un tufo nauseabundo. Aquello no sabía a huevo, sino a pescado podrido.—¡Qué rico! —exclamó, haciendo un esfuerzo inhumano por no poner cara de asco.Al principio comió despacio, mordiendo selectivamente las partes con menos puntos de colores, pero al cabo de un rato empezó a engullir con tal ansiedad que parecía que le estaba gustando de verdad. Ya no había quien lo detuviera.—Cálmate un poco —dijo Hermano Mayor—. Como sigas así te vas a acabar convirtiendo en huevo.Y si decía eso era por algo… Porque, antes de que Hermano Pequeño terminara de tragar el último bocado, empezaron a salirle manchas verdes y moradas en la piel.A la mañana siguiente, Hermano Pequeño se encontraba fatal. Su estómago daba vueltas como un molinillo, le zumbaban los oídos y tenía una sed insaciable. Se bebió toda el agua que llevaban y, a pesar de ello, la sed no hacía sino aumentar.—Me encuentro muy mal, hermano —sollozó.—Ya te dije que ese huevo no era de fiar.Hermano Mayor lo miró con cara de preocupación. Había visto a muchos enfermos en su vida, pero aquello lo superaba todo. Hermano Pequeño estaba cada vez más verde. Se le había empezado a hinchar la cabeza y cada minuto que pasaba tenía más puntos morados. Le estaban creciendo los dientes y parecía que le iban a estallar los ojos.—Ya te dije que ese huevo no era de fiar.Hermano Mayor lo miró con cara de preocupación. Había visto a muchos enfermos en su vida, pero aquello lo superaba todo. Hermano Pequeño estaba cada vez más verde. Se le había empezado a hinchar la cabeza y cada minuto que pasaba tenía más puntos morados. Le estaban creciendo 22
—Vámonos —dijo incorporándose con mucha dificultad—. Tengo mucha sed. Tenemos que encontrar agua.Caminaron durante todo el día, pero no encontraron agua en ningún sitio. En aquellas tierras no parecía haber ríos ni lagos, ni siquiera un pequeño arroyo. Cuando cayó la noche, Hermano Pequeño estaba verde como un sapo y tenía la piel cubierta de puntos morados. La lengua le colgaba de la boca y Hermano Mayor observó que le estaba saliendo un cuerno de la frente.—¿Tú crees que esto es por culpa del huevo? —farfulló Hermano Pequeño con voz lastimera.—Vámonos —dijo incorporándose con mucha dificultad—. Tengo mucha sed. Tenemos que encontrar agua.Caminaron durante todo el día, pero no encontraron agua en ningún sitio. En aquellas tierras no parecía haber ríos ni lagos, ni siquiera un pequeño arroyo. Cuando cayó la noche, Hermano Pequeño estaba verde como un sapo y tenía la piel cubierta de puntos morados. La lengua le colgaba de la boca y Hermano Mayor observó que le estaba saliendo un cuerno de la frente.—¿Tú crees que esto es por culpa del huevo? —farfulló Hermano Pequeño con voz lastimera.23
—Me temo que sí —contestó Hermano Mayor.—Espero que encontremos agua enseguida. Me estoy muriendo de sed.Pero a la mañana siguiente seguían sin encontrar agua. Hermano Pequeño estaba cada vez peor. Se le habían empezado a desprender trozos de piel, como si fueran escamas, y el cuerno había crecido mucho. Caminaba con mucha dificultad, como si tuviera los muslos pegados hasta las rodillas y no pudiera separar los brazos del cuerpo.—Me siento fatal.—Ya lo veo, ya —contestó Hermano Mayor.—¡Y qué ganas tengo de nadar!Hacia el mediodía hicieron una pausa para descansar. Hermano Pequeño se quedó dormido al instante y soñó que caía en las fauces de un monstruo marino. Cuando despertó, le costó mucho levantarse y apenas podía hablar. De su boca no salían más que ruidos guturales. Hermano Mayor tuvo que tirar de él echándole un brazo a la cintura. Avanzaban con suma dificultad y el día transcurrió con una lentitud angustiosa. Hermano Mayor estaba agotado. Llevaba tres días y tres noches sin comer ni beber.—¡Mira! —exclamó al atardecer—. ¡Agua!Y, efectivamente, entre la hierba alta de la pradera fluía la corriente de un río. Hermano Pequeño se dejó caer al suelo, se deslizó hasta la orilla y se sumergió en el agua. Mientras tanto, Hermano Mayor hizo una hoguera. La superficie del río vibraba y emitía destellos bajo los últimos rayos de sol de la tarde.Hermano Pequeño nadaba entusiasmado y no parecía tener la más mínima intención de salir a sentarse junto a la hoguera, de modo que Hermano Mayor asó un pez recién pescado y se lo comió solo. Cuando terminó de comer, se tumbó en la hierba y se quedó dormido.Pero a la mañana siguiente seguían sin encontrar agua. Hermano Pequeño estaba desprender trozos de piel, como si fueran escamas, y el cuerno había crecido mucho. rodillas y no pudiera separar los brazos del Hacia el mediodía hicieron una pausa Hermano Pequeño nadaba entusiasmado y no parecía junto a la hoguera, de modo que Hermano Mayor asó 24
Lo despertó un alegre chapoteo y se incorporó bostezando. El río estaba muy revuelto. Era como si todos los peces se hubieran puesto de acuerdo para interpretar una compleja coreografía. Hermano Mayor se frotó los ojos y se incorporó.—¿Hermanito?Hermano Mayor buscó con la mirada entre los remolinos de agua y, a pesar de que su aspecto había cambiado por completo, no tardó en localizar a su hermano. Hermano Pequeño se había convertido en un monstruo acuático moteado, con escamas, un cuerno en la cabeza y una enorme lengua bífida. Hacía días que no lo veía tan feliz. Nadaba ágilmente de una orilla a otra y hacía piruetas como un delfín.de que su aspecto había cambiado por completo, no tardó en localizar a su hermano. Hermano Pequeño se había convertido en un monstruo acuático moteado, con escamas, un cuerno en la cabeza y una enorme lengua bífida. Hacía días que no lo veía tan feliz. Nadaba ágilmente de una orilla a otra y hacía piruetas como un delfín.
—Por lo que veo, hoy te encuentras mucho mejor —voceó.El monstruo acuático nadó hasta la orilla del río y depositó un pez en la hierba. A continuación, mirando a su hermano a los ojos, barboteó algo con una voz muy extraña. Hermano Mayor se acercó más.—Ya sssé como volverrr a casssa, herrrmano. Sssígueme.El monstruo se sumergió en el agua y echó a nadar río arriba. Hermano Mayor lo siguió por la orilla. Anduvo durante todo el día, con su hermano dando saltos en el agua a su lado. Al caer la tarde, empezó a reconocer el entorno y, cuando ya estaba oscureciendo, vio su poblado a lo lejos. El río trazaba una curva hacia el otro lado y Hermano Pequeño se acercó nadando hasta la orilla.—Aquí me dessspido. Sssaluda a mamá y papá de mi parrrte, y ven a visitarrrme de vez en cuando, herrrmano. Ah, y no olvidesss echarrr algo de comida al rrrío de vez en cuando, porque acabarrré harrrto de comerrr siemprrre los misssmos pecesss. Hasta prrronto. ¡No te olvidesss de mí!siemprrre los misssmos pecesss. Hasta prrronto. ¡No te olvidesss de mí!
A continuación le hizo un guiño y volvió a sumergirse en el agua. Hermano Mayor siguió con la vista al monstruo acuático hasta que vio desaparecer su cola en la distancia. El sol del atardecer teñía de púrpura la pradera. Con los últimos rayos de sol en la nuca, Hermano Mayor se dirigió al poblado, de cuyo centro se elevaba un penacho de humo rosado.Todas las semanas, Hermano Mayor iba al río. El monstruo acuático se acercaba a la orilla y le arrojaba peces para todo el poblado. A cambio, le pedía comida a su hermano. Mientras charlaban, Hermano Mayor echaba pan al agua. Y, a veces,para tomarle el pelo a su hermano, le daba también un huevo.En la mitología de los cheyenes hay diversos monstruos acuáticos. Uno de ellos es elmihn: un monstruo parecido a un lagarto, cubierto de escamas y con uno o dos cuernos en la frente. Los mihn viven en lagos o ríos caudalosos y no son necesariamente malignos. Si el pueblo le hace ofrendas cada cierto tiempo arrojando comida o tabaco al agua, el mihn los protege y les trae suerte, pero si no lo tratan con respeto, el destino se vuelve contra ellos.necesariamente malignos. Si el pueblo le hace ofrendas cada cierto tiempo arrojando comida o tabaco al agua, el mihn los protege y les trae suerte, pero si no lo tratan con respeto, el destino se vuelve contra ellos.
El dán d l pz ÁFRICA CENTRALMi madre había caído enferma. Padecía unas fiebres terroríficas. Yo solo tenía trece años y me pasaba horas y horas junto a su cama, envuelta en la luz mortecina de la choza.Un día, tras el enésimo ataque de tos, se incorporó con mucha dificultad en la cama y, con la frente perlada de sudor frío, me dijo:—Ngosa, me encuentro muy mal. Tienes que encontrar a la pitón acuática.Me estremecí de miedo. Yo no sabía que las madres necesitaban ayuda. Para mí, las madres eran inmortales.No hizo falta que me explicara a qué pitón se refería. Había oído hablar de ella muchas veces. La gente decía que al otro extremo del lago de la montaña había una pequeña brecha en las rocas por la que el agua se precipitaba al vacío. La catarata formaba más abajo un río de poderosa corriente que fluía impetuoso entre barrancos, rocas, acantilados y tierras áridas hasta chocar con tres grandes piedras, donde el río quedaba atrapado y el agua, incapaz de encontrar una salida, daba vueltas y vueltas en un enorme remolino.29
Los más viejos del lugar decían que en el fondo de aquella poza había una pitón acuática enrollada sobre sí misma, una inmensa serpiente de escamas plateadas. También decían que no era una pitón cualquiera. Era mágica, con propiedades curativas. Todos los dolores y enfermedades desaparecían con solo tocar su piel fría.Miré a mi madre. En sus ojos ya no había vida. Solo enfermedad. Durante la gran sequía, cuando la gente moría de hambre, ella renunciaba a sus gachas de maíz para alimentarnos a nosotros. Fue ella quien ahuyentó a los babuinos que trataron de llevarse a mi hermano. Y cuando me picó un escorpión, atravesó a pie el país entero para traerme las pócimas necesarias. Mi madre lo era todo para mí. Aunque me temblaban las rodillas, me levanté de la silla y me puse en camino, determinada a encontrar a la pitón.Oí el remolino antes de verlo. El agua producía un ruido sordo, una especie de murmullo similar al zumbido que se oye a veces en la cabeza a causa del miedo. En la atmósfera se respiraba un olor dulce. Me abrí paso entre la maleza y llegué a la orilla de la poza. La luz del sol bailaba en la superficie del agua. El remolino atraía hacía sí todo tipo de formas de vida, lo encerraba todo en sus brazos. Se tragaba las hojas doradas de los árboles msasay no dejaba escapar un solo mosquito. Las mariposas proyectaban colores en el agua.30
Me acerqué un poco más para calibrar la profundidad de la poza y vi que en el fondo, bajo muchas capas de luz y agua, había efectivamente una enorme serpiente enrollada sobre sí misma, formando infinidad de anillos cuyas escamas reflejaban la luz como pequeños espejos. La piel de la pitón era en efecto plateada, pero a la luz delsol fracturada por el agua refulgía con todos los colores del arcoíris. Su lengua bífida se movía amenazadoramente de izquierda a derecha. Del susto, di un paso atrás. Sentí un escalofrío. Tenía que estar loca para querer sumergirme en aquel remolino y bajar a tocar la piel de semejante serpiente, pero mi madre estaba a punto de morir y aquel era el último recurso que nos quedaba, de modo que respiré hondo, conté hasta tres y me tiré al agua.La corriente era tan fuerte que empujó mis piernas inmediatamente hacia arriba. El remolino 31
me apretó con fuerza entre sus brazos y me zarandeó violentamente. Tragué agua. Ya no sabía distinguir entre arriba y abajo. «Tranquila, Ngosa —me dije—. Mantén la calma. No ofrezcas resistencia. Déjate llevar». Me dejé arrastrar por el remolino. Di vueltas y más vueltas. «Tú puedes —dijo una voz en mi cabeza—. Piensa en tu madre». Abrí los ojos y vi el brillo de la pitón a muy poca distancia de mí. Me estremecí. Ya estaba muy cerca. Recuperé el control de mi cuerpo y empecé a nadar hacia el fondo. El agua estaba cada vez más fría. La serpiente tenía un aspecto menos terrorífico bajo el agua. Allí todo estaba en calma. No se oía ningún ruido ni había destellos de luz. Estiré un brazo. La pitón alzó sus ojos hacia mí, pero ya no me daba miedo. Había un poso de ternura en su mirada. Acaricié su pi