Diógenes Moderno - Daniel Kasparian - E-Book

Diógenes Moderno E-Book

Daniel Kasparian

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Beschreibung

Alejandro Drewes: "Diógenes Moderno, desde el propio título del libro y desde el inusual planteo del autor de "desacralizar" la Historia y, sobre todo, la Filosofía, se propone como un itinerario y una aventura para sus lectores. En el notable cierre de un camino que, hace décadas, jalonaron, si bien, desde un lenguaje clásico, autores como Richard Armour o William Cuppy, Dan-Dan dan opta, en cambio, por un planteo originalísimo desde el intergénero entre el parlamento de teatro, la crónica periodística y el género novela; y prefiere, a diferencia de sus predecesores, enfocar la lente no al escenario diverso de la Historia Antigua y a sus personajes, sino a uno clave: Diógenes. Así, por intermedio de su mirada y de sus diálogos, y de las digresiones del autor-cronista, logra iluminar, con su lámpara y un particular sentido del humor, a otros célebres personajes de la Grecia clásica, junto con la participación, como estrellas invitadas, de diversas voces del presente, escritores y periodistas, convocadas con toda naturalidad a la trama narrativa.

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Seitenzahl: 283

Veröffentlichungsjahr: 2014

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Ähnliche


Diógenes Moderno

Dan Dan-dan

Editorial Autores de Argentina

Kasparian, Daniel 
    Diógenes moderno. - 1a ed. - Don Torcuato : Autores de Argentina, 2014.    
    E-Book.
    ISBN 978-987-711-092-0          
    1. Narrativa Argentina. I. Título
Índice de contenido
Portada
Créditos
Índice
Introducción
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Epílogo
Bibliografía

2

Introducción

Alejandro Drewes: «Diógenes Moderno, desde el propio título del libro y desde el inusual planteo del autor de “desacralizar” la Historia y, sobre todo, la Filosofía, se propone como un itinerario y una aventura para sus lectores. En el notable cierre de un camino que, hace décadas, jalonaron, si bien, desde un lenguaje clásico, autores como Richard Armour o William Cuppy, Dan-Dan dan opta, en cambio, por un planteo originalísimo desde el intergénero entre el parlamento de teatro, la crónica periodística y el género novela; y prefiere, a diferencia de sus predecesores, enfocar la lente no al escenario diverso de la Historia Antigua y a sus personajes, sino a uno clave: Diógenes. Así, por intermedio de su mirada y de sus diálogos, y de las digresiones del autor-cronista, logra iluminar, con su lámpara y un particular sentido del humor, a otros célebres personajes de la Grecia clásica, junto con la participación, como estrellas invitadas, de diversas voces del presente, escritores y periodistas, convocadas con toda naturalidad a la trama narrativa.

En un ágil relato que omite una cronología lineal, Dan-Dan dan logra involucrar a sus lectores en las circunstancias más dramáticas de las guerras de la Hélade; o, en otros momentos, en la vida cotidiana de los griegos, casi, se diría, caminando por el ágora de Atenas o escuchando los discursos de Demóstenes o Pericles, o los curiosos razonamientos de filósofos como Zenón de Elea.

Como hilo conductor del relato, a lo largo de los siete capítulos del libro, enmascarado bajo el formato de notas periodísticas actuales y de hábiles desvíos, el autor consigue –muy especialmente, a partir del juego de caracteres opuestos de Diógenes y Alejandro Magno–, una muy original y no menos profunda reflexión sobre el sentido del destino humano, el poder y el conocimiento y sus consecuencias, logrando que filósofos y poetas, o antiguos héroes como Ulises, puedan, al cabo, resultarnos tan familiares, en sus cuitas y dichas, como si fueran parte de nuestro presente.»

Claudio Simiz: «La variedad y la mezcla son características de la literatura contemporánea: esta primera obra de Dan-Dan dan combina plenamente ambos aspectos. Desde la primera página, se anuncia la hibridez: novela-teatro-guion. En este marco, personajes de distintos ámbitos y épocas –aunque en un ambiente griego clásico– despliegan acciones (sobre todo, verbales), en torno de temáticas diversas y en registros cambiantes –aunque el tono satírico y paródico se impone al lector a la hora de posicionarse ante el texto– que son contadas como narración, film, radioteatro.

¿Por qué Diógenes? En la obra desfilan Zenón de Elea, San Francisco de Asís, Alejandro Magno, el Jefe Seattle, Rousseau, entre otros personajes históricos. Cada uno con sus convicciones, sus sueños y temores; sin embargo, es Diógenes el Cínico, el mendigo alegre y desafiante, el que –primero, como personaje de una frustrada dramatización y, luego, como figura “real”– se convierte en protagonista y, de algún modo, en voz del autor.

Acaso por esta elección discurra una posible vía interpretativa de esta compleja producción literaria. Diógenes es un digno sobreviviente del caos hipócrita y materialista de su (¿nuestra?) época. Y sale adelante, aferrándose a la verdad que provee la razón, al imperativo de sus convicciones morales y a un fluyente y contagioso humor, que incluye a su propia figura.

Interpretaciones aparte, la obra de Dan-Dan dan revela un amplio y profundo trabajo de fuentes literarias, filosóficas, históricas y míticas. También un diestro manejo de distintos géneros e inflexiones, y una osadía que le permite intentar una creación audaz y polémica. Y no es fácil encontrar, en estos tiempos, la originalidad unida al conocimiento y al talento.»

Susana Rodríguez: «…Cuando Humberto Eco escribía El nombre de la rosa, un estudiante de cine leyó las primeras páginas y coincidió con los críticos posteriores al decir que el estilo de la narración permitía que se filmara perfectamente bien, porque su expresión se movía, en la imagen, con propiedades de cámara. Si el lector de Diógenes Moderno renunciara a una relación exclusivamente unidireccional de la palabra, no sólo estaría resignándose a la más elemental de las reglas de la literatura –la evocación–, sino que también olvidaría la potencialidad actual de la divulgación gráfica. En esta obra, su autor se mueve como un ojo atento a los detalles que atañen al arte de la expresión: comunicación radial, presente; artículos periodísticos, presente; diálogos, presente; teatro, presente; televisión, presente…, y podríamos seguir con grafiti, bandos, arengas, discursos, pancartas, citas académicas, cantitos futboleros, consignas piqueteras, historietas…, en un campus amplísimo que el lector (o vidente, en el lato sentido del término) se ha acostumbrado a desandar diariamente mediante computadora, mensajes, la red y todo lo que se relaciona con nuestra extraña capacidad de manifestarnos. Como en un gran video-clip de la expresión, todo es democráticamente aceptado en una galería sin límites donde cada personaje representa fielmente sus rasgos característicos, su índole, siendo a la vez dueño y portador de su palabra, oral y escrita. Artífice de su discurso, expresado, satirizado, analizado, no sólo Diógenes, sino también el autor Dany, todos, hasta Lobito, reproducen lingüísticamente la eterna dicotomía entre el valor material de la vida y el otro valor, que puede encarar para explicarlo un solo hombre que piensa (en realidad, y siendo fiel a Borges, de cada hombre ‘que piensa que piensa’). ¿Por qué dicotomía? Porque el otro valor no es lo mensurable, no es lo visible, no es lo respetable en algunos ámbitos… ¡Bendito el adiestramiento de Truman Show! Pero más que un video-clip (video: yo veo, y clip: gancho) el texto se transforma, página a página, en legoclip, o sea, yo leo. Y la tipografía ayuda…»

Juan Yelanguezian: «Desde un enfoque objetivo, es un delicioso enjambre de estilos, poesía, teatro, excelente clima, perspicaz retrato del cortejo, compendio de historia –verosímil, en lo agregado– que avasalla al lector, pero siempre manteniendo su interés. Cuando Zenón y los que lo escuchan se preparan para ir a la entrega de trofeos y ver a la obra “Te Mataré Diógenes”, viene la descripción de un tifón que amenaza pero no se desencadena del todo, que yo aprecié como una magnífica pintura de escena. “Comenzaron a caer gotas muy aisladas, consistentes como yemas de huevos… Parecía, en instantes, que la lluvia amagaba desplomarse, pero se contenía… Había una gran furia mezclada con pena en el corazón de Zeus… Comenzaron a golpear secamente trozos de hielo, bombas de agua contra las baldosas… Lentamente la tormenta se replegó hacia la cordillera norte…, al tiempo que la gente, cándida, festejaba saliendo a las calles.”

Mecha aquí una protesta social moderna marchando hacia la Plaza Homero.

Hay notas cinematográficas: de allí que la obra se torne un guion.

Hay un triste poema sobre un payaso (hay uno en la tapa de nuestro libro), “que no tenga zapato, porque es gordo, pesado, anciano, le duelen los pies, porque desea sonreír y reír”… »

Fernando Sánchez Zinny: «¿Es un mérito la extrañeza? La respuesta a este interrogante ha de ser siempre subjetiva; pero no lo es, en cambio, aseverar que la extrañeza no es sino otro nombre de la originalidad, y que ésta es un elemento valioso, si se habla de arte, de creación, de expresión. Diógenes Moderno es manifiestamente un libro extraño; y merece, sin duda, detenida curiosidad, ante todo, por su ahincado bascular entre lo divertidamente extravagante y lo sesudo y reflexivo. Extraño en sí, no lo es tanto por sus contenidos, mayormente clásicos y, de antiguo, incorporados a los hábitos ilustrados, sino por el singular ánimo con que se los presenta y por la corrosiva y profunda atemporalidad que los envuelve. Diógenes el Cínico, su tonel y sus desplantes son harto conocidos, y podría creerse que entrañan escasa novedad. Pero el autor retuerce de pronto esa historia, la escurre de matices y lo hace confrontar, al filósofo, con San Francisco de Asís, ambos perfectos arquetipos. En el camino, junta el buen sentido con la poesía, las variadas tradiciones del conocimiento con la unidad de la sabiduría, la ironía triste con la burla sonriente, la didáctica con la imaginación desenfrenada. Dan-Dan dan es docente, y eso claramente se echa de ver en las explicaciones exhaustivas y en el afán por instalar la crítica en la visión de los grandes dilemas. También es fácil advertir que es joven, de lo que da cuenta su adhesión a cierta actitud o tipo de sarcasmo muy de esta época: un sarcasmo a contrapelo, más urticante que despiadado. Es como si se reconociera –al cabo de tantas decepciones– que en materia de males conviene separar la acusación del encono.» [Ver Noticias biográficas].

Dan-Dan dan alcanzó su título secundario en Marie Manoogian, y, en este ámbito, fue redactor de periódicos de la Colectividad Armenia. Formó parte, como tenor, del Coro Gomidás. Es profesor de Castellano Literatura y Latín, recibido en el Instituto Nacional “Alicia Moreau de Justo” y actualmente sigue la carrera Corrector Internacional de Textos en Lengua Castellana, que dictan Fundéu (Fundación del Español Urgente, de Madrid, España) y Litterae (Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios; sede, en Buenos Aires), donde alcanzó, en esta última, su primer título de Atendedor. Vocación que ejerce, como docente, en escuelas de la localidad de Moreno, donde reside (vivió treinta años en el barrio porteño de Saavedra), y oficio que desempeña como colaborador de Editorial Jucum (Juventud con una Misión), cuya sede está en Texas, Estados Unidos. En este sentido, ha realizado numerosos trabajos de revisión estilística de diferentes géneros de textos: boletines, biografías, relatos, ensayos, tesis y devocionales. Biógrafo del autor Andrés Mouratian, alma mater de la radio “Colifata”, en la obra Historias de Babel, en la que este periodista y trabajador social vuelca su experiencia en el neuropsiquiátrico Borda. Fue publicada en 2007 y reeditada en 2009, ganadora del premio que otorga la biblioteca más importante de Europa: Ibero-Amerikanisches Institut, de Berlín, especializada en América Latina, España, Portugal y el Caribe.

Dan es, en ocasiones, invitado como panelista de televisión en canal 13 de TeleRed, en el programa Psicologeando con Massaro, donde se difundió su libro, y en 2010, fue jurado coordinador del certamen literario de la Feria del Libro de Moreno. La 1.ª edición fue presentada también allí. Y en años posteriores, en Feria +Arte + Libro, un emprendimiento cultural compartido con otros artistas del distrito. En este último tiempo, es coordinador en el área de Literatura de Amigos del Museo de Bellas Artes Manuel Belgrano de Moreno.

Es su primer libro, que aparece en 2009, en cuyas páginas cultiva su veta artística y literaria, y en las que vierte –a modo de florilegio–, prosa, canciones y pensamientos de su juventud, extraídos de textos inéditos: unos manuscritos en cuadernos que incluyen la novela Dos vidas paralelas.

Diógenes Moderno es una biografía de ficción, novelada, que, en su segunda edición, la presenta ricamente extendida –en anécdotas, datos históricos y lirismo–, y con admirables dibujos de importantes diseñadores y caricaturistas. Ellos, a su vez, la han prosperado con sus miradas solazadas, aportando una mueca más acerca de la vida y la filosofía de Diógenes de Sínope, dando vida, entre todos, a un retrato destacado, que se desliza en una vía de sorprendentes episodios… Esta tercera edición crece en nuevas vivencias, frases célebres y diálogos, tan verídicos como vistosos, incorporados, con un toque ficcional y armoniosamente, al hilo cardinal del argumento.

«Los poetas y los filósofos –opina él– han dado siempre un sentido, un norte a la búsqueda y a la libertad… Creo que ellos deberían auspiciar y propiciar los contenidos de los medios de comunicación (en este otro sendero del saber que hurga en la tv, la radio y la internet), y no, ningún interés particular o comercial; ellos, los amantes y amigos de la sabiduría, acompañando al caminante en su búsqueda». «La razón nos lleva por senderos conocidos, vividos por ella y vueltos a pasar». «Desde la nada, se observa con celo las vivencias de los otros, y se recela hasta el dolor». «Sin proponérselo, cada hombre abre un surco y propone una nueva verdad». «Del todo, el ser decodifica e integra lo conveniente, y el mundo tiene la forma que queremos». “De la locura a la cordura hay solo un hilo”.

El autor es argentino, nacido en Buenos Aires, en 1959. Proviene de una familia de artesanos del calzado y de carpinteros. Sus padres, Hagop, también proclive al arte y la escritura, y su madre, Adelina, espiritual y reflexiva, ambos de fe cristiana. Su hermana Patricia es bibliotecaria. Y su hermano Samuel, jugador de fútbol, comerciante y en algún momento de su juventud, como pensador popular, líder entre los suyos, muere en un fatal accidente de tránsito en 1978.

Diógenes Moderno. Visión transfigurada de Diógenes el Cínico –contrapuesto a Alejandro Magno, el gran conquistador, cuyas hazañas son contadas aquí–, y enfrentado también a san Francisco de Asís, el otro sabio de la naturaleza, pero divino. En esta historia, el payaso Diógenes, con su barril, sigue siendo el ingenuo, la sincera expresión de los sanos sentimientos, el niño, el exagerado adversario y crítico de la posmodernidad; mientras que, el verdadero, rescata algunos atributos buenos del hombre. Las anécdotas reales de la vida de Diógenes, casi exhaustivas, representadas hasta el ridículo por el hazmerreír del anfiteatro; los diálogos filosóficos sobre el poder, la vida y el Hades, las poesías del rapsoda, y las digresiones que procuran llenar los vacíos de los registros antiguos, agregándoles buen humor y mostrando al personaje en una faz más accesible y actualizado, todo esto en el sorprendente género de novela-teatro-guion, son características novedosas y originales que nos acercan a un mito inextricable que siempre probará cautivarnos.

La novela privilegia el interés filosófico, literario, histórico y artístico, coloreada de un tono cáustico, hasta irónico y de festejo, ya que provoca adrede la chispa entre la antigüedad clásica y las vivencias de hoy.

Esta actitud de cuestionar los mitos antiguos, que no se duerme hasta el último deshilvanarse del argumento, se acomoda a un trabajado estilo gramatical directo y claro, aunque complejo en citas, alusiones, referencias, elipsis, que seguramente serán disparadores de frescos saberes y hallazgos.

Con este aire, merodea y husmea un espíritu joven, aunque podrá ganar su preferencia en ámbitos eruditos de búsquedas, investigación y estudios respecto de estas disciplinas.

Correo electrónico de Dan: [email protected]: Dan Dan-danTwitter: @DanDanykasp

3

La muerte de Diógenes

Ayer miré a Diógenes caminando por la playa.

Sigiloso escondió su lámpara en el viento.

Miró hacia mi cabaña y, seguro de la soledad,

escribió en la arena: ¡busco a un hombre!

Y se perdió en el mar.

Julio Iraheta Santos

Las dos grandezas Uno altivo, otro sin ley, Así dos hablando están. –Yo soy Alejandro el rey. –Y yo Diógenes el can. –Vengo a hacerte más honrada tu vida de caracol… ¿Qué quieres de mí? –Yo, nada: que no me quites el sol. –Mi poder… –Es asombroso, pero a mí nada me asombra. –Yo puedo hacerte dichoso. –Lo sé, no haciéndome sombra. –¡Tendrás riquezas sin tasa, un palacio y un dosel! –¿Y para qué quiero casa más grande que este tonel? –Mantos reales gastarás de oro y seda. –¡Nada, nada! ¿No ves que me abriga más esta capa remendada? –Ricos manjares devoro. –Yo con pan duro me allano. –Bebo el Chipre en copas de oro. –Yo bebo el agua en la mano. –¿Mandaré cuanto tú mandes? –¡Vanidad de cosas vanas! ¿Y a unas miserias tan grandes las llamáis dichas humanas? –Mi poder a cuantos gimen, va con gloria a socorrer. –¡La gloria! capa del crimen, crimen sin capa ¡el poder! –Toda la tierra, iracundo, tengo postrada ante mí. –¿Y eres el dueño del mundo, no siendo dueño de ti? –Yo sé que, del orbe dueño, seré del mundo el dichoso. –Yo sé que tu último sueño será tu primer reposo. –Yo impongo a mi arbitrio leyes. –¿Tanto de injusto blasonas? –Llevo vencidos cien reyes. –¡Buen bandido de coronas! –Vivir podré aborrecido, mas no moriré olvidado. –Viviré desconocido, mas nunca moriré odiado.

5

Prólogo

La historia es contada por un narrador imaginario: Herodotho, periodista corresponsal del Pericles’s Journal; aunque, en un instante, se distrae escuchando una radionovela de amor. Dos contemporáneos, Zenón y, tal vez, el autor, también recreados, hacen sus disquisiciones filosóficas, y concurren al anfiteatro para presenciar la entrega de trofeos de las ‘Olimpiadas 338’ –otorgados a Hércules, Pericles, entre otros– y el estreno Te mataré Diógenes, una risa; pero el clima meteorológico, literalmente, destruye el estadio. Sólo queda el verdadero Diógenes alardeando de su victoria, que comienza a predicar a unos barrabravas.

Pronto se enteran de la muerte de Alejandro, que mueve a los dos amigos a dialogar sobre el poder y el sentido del vivir, y, posteriormente, en el Hades, con la intervención de hombres célebres –el jefe Seattle, entre otros–, estos darán su veredicto sobre el pésimo accionar de la humanidad: un balance ecológico. Diógenes se encontrará con san Francisco de Asís, los dos amantes de la naturaleza, y el cínico tendrá la oportunidad de redimirse cristianamente. Hay, insertado, un cuento de humor: “El emparedado de jamón y tomate”, que parodia el viaje al más allá: es la pesadilla de un jovenzuelo, admirador de Herodotho. Este se reúne, en el epílogo, con el autor, y lo llena de laureles; y no debe olvidarse, Sr. lector, que todos los episodios están siendo rodados cinematográficamente, señalándose las distintas tomas y ángulos de la cámara, que la estatua de Homero está viva, que Diógenes es un héroe transformado –de bárbaro a culto– que conoce a los clásicos, y que el escritor es otro ser ficticio que explica, en esta parte final –última posta o relevo de narradores–, el porqué de su escritura. El género es variado, y está adornado con poesías, prosa, pinturas, caricaturas, historietas y notas muy eruditas.

“Parece que fue por ello, que por ir en contra la corriente, revolucioné hasta mi propia salud. El pulpo vivo me causó retorcijones fatales. O pudo ser la caída del caballo, tras haberme mordido un tendón uno de los perros entre los que trataba de repartir esa carne marrón rosada del cefalópodo. O morí por mi propia voluntad, reteniendo la respiración, aunque esto sería algo metafórico, pues es imposible morir por dejar de respirar voluntariamente. Cuando me muera, echadme a mis hermanos, los perros. Ya estoy acostumbrado.En un hoyo, un poco espolvoreado. No a mis primos, los peces del río Eliso. Yo debí repetir estas palabras para cumplir la profecía y la leyenda.”

6

Capítulo I

Un hombre debe vivir cerca de sus superiores como cerca del fuego: ni tan cerca que se queme ni tan lejos que se hiele.

«Sí, es cierto, yo me deshice del jarro para combatir el microondas.»

INMINENTE ATAQUE MACEDONIO UN HECHO INCREÍBLE EN MEDIO DE LOS PREPARATIVOS GRIEGOS DE DEFENSA

Diógenes, ¿cínico o loco?, revoluciona a los helenos, mientras un gran peligro desciende del norte de Grecia.

La rebelión de un ciudadano Un caso insólito ha ocurrido el 26 de Abril del 368 próximo pasado, a las 16:00, hora helena: mientras el ultranacionalista Demóstenes reclutaba y envalentonaba a los griegos de la península ática contra la posible incursión de las falanges macedónicas, disertando de memoria en la Plaza pública de Atenas, un tal Diógenes, a pocos kilómetros, en la aldea de Sínope, en la costa del Mar Negro, rodeado de la desesperación de sus pobladores ante semejante amenaza, subía una gran tinaja de aceite –en donde vive–, pendiente arriba de un monte, dejándola rodar y reiterando tal acción incomprensible para los habitantes del lugar. Siendo requerido acerca del motivo de este absurdo proceder, Diógenes, literalmente, respondió: “Por ningún motivo especial; pero veo a los demás tan atareados que me parece mal estar de brazos cruzados”, “no tengo otra cosa en qué ocuparme”.

Diversas instituciones griegas expresan su posición
Las autoridades policíacas y de gendarmería griegas intentaron apresarlo –para que no cunda el pánico*–; pero el Instituto Psiquiátrico Platón & Sócrates Asociados persuadió a la fuerza para que no lo hiciera, ya que Diógenes había salido de licencia por buen comportamiento.

Intervinieron, asimismo, Amnesty y Derechos Humanos de la Confederación Apátrida Griega, enarbolando el banderín de la libertad de consciencia, y el Comité Olímpico propuso un nuevo juego; sin embargo, el SCA (Ese sea o Ese se Ha-ce), el Sindicato de los Cínicos Anónimos expresó todo su apoyo a Diógenes, no el loco, sino el sabio.

Sostiene esta entidad no reconocida por el gobierno que Diógenes fue tildado de loco por una manga de necios, y aun capturado y encarcelado por los verdaderos esclavos del alma, él les daba órdenes y aquellos brutos le obedecían y, además, mantuvo siempre la grandeza sublime de su espíritu. Sus enemigos, dicen los Cínicos alborotados, son enemigos de la verdad, de la bondad y de la sencillez, (casi miserable, agrega nuestra Redacción; pero no da para un Policial).

No es raro que los Cínicos defiendan a un cínico, afirmando, además, que Diógenes ve en la guerra algo tan inútil como su propio gesto de subir la tinaja a un monte, con riesgo de que se le rompa, y dejarla caer: una evidente parodia de la agitación ajena. Diógenes, expresan, se pronuncia en contra del materialismo, de la soberbia y del relativismo de nuestros días, cuando por las noches, levantando en alto una antorcha, recorre la ciudad buscando siquiera un solo hombre honesto, sin resultado ninguno.

Pese a lo aparentemente serio de esta actitud, en el anfiteatro de Esquilo, el corega dispuso fecha de un nuevo estreno, la tragicomedia “Te mataré Diógenes”, con venta masiva de entradas, una obra dedicada especialmente para la risa del público infantil, que seguro será acreedora de jarras de vinos, coronas de hiedra y pasteles de higo.

[Plano entero, Zoom, Primer plano y luego Cámara Subjetiva cuando el poeta señala y ve la naturaleza que evoca].

Y ya un rapsoda, entre la calle Pericles y la Avenida 4 de Noviembre, recita estos versos, aludiendo encubiertamente a Diógenes y a su filosofía:

Encadenan al canarioPor su brillo y por su cantoY al gorriónLo dejan ser en el espacio;Pero el gorrión no es menos que el canario.¿Qué tiene la hoja que no tenga una flor?(Un florero de hojas es tan bello como uno de rosas)Se olvidan de la semilla cuando crece el árbol.Todo lo que parece lindo se lo quitan a la libertad…Los pensadores están encasillados:Los detienen con los pechos y con las manos,Y la frase del poeta ya está en las cabezas.… Pero vivimos el paraíso… dormitando.

(Dejó su lira en el suelo e improvisó, para disimular, soplando el aulo y tañendo la cítara; primero interpretó una elegía hiriendo el aire con agudos sonidos y luego, una cascada de deleitosas consonancias…, al tiempo que se retiraba en forma inadvertida…).

Lo cierto y grave es que la guerra es tan real y perceptible para los griegos, como los nubarrones de extraño frío que el Servicio Meteorológico anuncia como lluvia eléctrica (¿será Zeus furibundo?).

Diógenes acusado de conspirador [Plano medio y Americano. Relato y actuación muda].

En resumen, mientras el general, comandante mayor de los ejércitos griegos, Temístocles, acusa a Diógenes de antihéroe y apátrida, pidiendo la máxima pena de muerte per cicutam, Diógenes, sin inmutarse, se alimenta de los frutos del campo, duerme en su tinaja y toma agua con las manos, como si fuera un mono o un linyera (ver historietas de Aristófanes), sin temor de Filipo ni de su hijo Alejandro. Tal vez, el pobrecito Diógenes (!) juzgue que el soberbio y travieso Alejandro, habiendo recibido las enseñanzas del profesor Aristóteles –especialmente en canto, lógica y poesía– le perdonará la vida cuando detenga el majestuoso corcel Bucéfalo frente a su humilde morada (un barril). No lo sabemos, tal vez la historia milenaria le dé la razón y merezca una hermosa estatua como la que hoy esculpimos para su adversario ideológico, el magnífico orador Demóstenes. Esperemos el transcurrir de los días… Diógenes, ¿sabio o loco?

Herodotho, 27/4/368, era helena

Especial para The Pericles’s Journal

*Latiguillo del Chavo del 8. (?)

[Plano de semiconjunto].

NOTICIA DE ÚLTIMO MOMENTO: Una inesperada “Apología” de Zenón de Elea –quien por fin salió a caminar a la Plaza Esparta, arrojando miles de litografías, una de las cuales casi fractura el relieve en toba que inmortaliza al ciego Homero– aboga por la absolución de nuestro filósofo Diógenes. Zenón es su acérrimo contrincante en los célebres debates de los cafés del Pireo (siempre pagaba Zenón el yogourt de Diógenes) y sorprende con esta decisión. Dice que si Diógenes desapareciera, él extrañaría las discusiones de sus aporías llamadas asimismo “dificultades” y no tendría a quién gritarle en la cara. Por lo demás, un hecho así se contrapondría a dos valores éticos o dioses: la Prudencia y la Templanza, explica Zenón a los ciudadanos que se agrupan para oírle y para alzar y leer los pesados panfletos; y desde nuestra agencia nos parece que, en verdad, la muerte de Diógenes lo va a hacer recapacitar a Zenón de Elea, nacido un día del 489, acerca del paso de los años, de frente hacia el reloj de sol, hoy inútil –a su gusto, porque el klepsydra sólo lo tenía Platón en su casa–, una maquinaria ya pasada de moda que Beroso trajo a estos jardines también semicirculares: … qué vendrá del Infinito Tiempo…, el cual hará inexorablemente que Aquiles, el de los pies ligeros, alcance de una vez a la despreocupada tortuga. A tanto puede llegar la amistad de estos vecinos de los cien barrios (bueno, uno era del Mar Negro y el otro, del Tirreno) tan diferentes entre sí.

Recordemos, en este sentido, que Zenón escribió un tratado titulado Contra los filósofos de la naturaleza y es autor de la memorable frase: “¿Acaso no se lamentará el malo de contrariar al bueno?”.

Notas

Demóstenes:  Orador y estadista ateniense, gran patriota (384-322).Diógenes: Le dijeron al conquistador macedonio Alejandro que en las cercanías de Sínope, a orillas del mar Negro, vivía Diógenes, el célebre filósofo cínico del que se contaban historias increíbles, y Alejandro quiso conocerlo. El encuentro se produjo en Corinto.

“Si no fuera yo Alejandro querría ser Diógenes”, respondió el general en aquella ocasión a un hombre que rechazó sus regalos y que valoró más que la gloria y el atavismo la simple luz del día. Y Diógenes le presagió: “El peor enemigo que deberás enfrentar serás tú mismo” o “El peor enemigo es el que no existe”, “Morirás en medio de tu viaje”.

A Diógenes no le importó tampoco compararse irrisoriamente con los cerdos, con tal de obtener alimentos de parte de unos ladrones que lo habían capturado, arguyéndoles que el monto en monedas por un esclavo saludable sería mayor; y estas viandas las compartió con sus compañeros de infortunio. “¿No veis que los verdaderos esclavos son los que nos alimentan y alojan? El león no es esclavo del que lo cuida”, solía decir.

Filón en Todo hombre bueno es libre lo cita expresamente como ejemplo de virtud.

Diógenes fue un filósofo griego llamado el Cínico (413-323 antes de J. C.), de quien sólo se conservan fragmentos de sus cartas y de sus dramas, y, desde ya, sus acciones han llegado hasta por tradición oral, como cuando comenzó a transitar alrededor de Zenón, mientras éste aseguraba que el movimiento no existía [Baile de Shakira].

Diógenes se caracteriza, siempre, por esta ingeniosísima manera de burlarse de los sofistas y de todo aquello que para la gran cantidad de los mortales constituye la base de la felicidad, del poder y del lujo; así interpretaba la máxima de “vivir de acuerdo con la naturaleza”.

Con esta actitud, expresa taxativamente su denuncia sardónica y satírica; pero, para él, la vida es un caos, y no el cosmos de los estoicos. El cínico no descubre nada que no se sepa y se atreve a confesar aquello que todos consideran inconfesable, aun sabiendo que es cierto. Le preocupa menos causar buena impresión que impresionar, esto es golpear la conciencia o la ñoñez del prójimo mediante el escándalo verbal o cinético, por lo cual no niega el mundo (no tomaría la cicuta), sino que convive e interactúa en él. Con Aristipo, creen que la felicidad es un fin inseguro, y sólo se ocupan de administrar lo valioso del placer, al que comparan con la brisa favorable del mar, y a la pena, su envés, con el mover tempestuoso del viento.

Este deseo de imperturbabilidad pudo cautivar a Alejandro.

Aristófanes: Cómico comediógrafo ateniense, satírico y crítico especialmente de Sócrates, enemigo, según aquél, de la fe y de la moral tradicionales (450-385).Historietas de Aristófanes. Se alude aquí al historietista Tabaré, que, junto a Guinzburg y a Abrevaya, son los creadores de la tira cómica del diario “Clarín”, Diógenes y el linyera.Temístocles: Famoso capitán griego que venció con su flota al ejército persa de Jerjes, en el estrecho de Salamina (480 antes de J. C.).Aristóteles: Autor, entre otras obras, de Poética, Órganon, Metafísica, Política. Fue maestro de Alejandro Magno y discípulo de Platón. Aristóteles coleccionó –y fue el primero en hacerlo– las obras de los concursos teatrales, ordenándolos según los preceptos de su Poética (384-322).

Continuará

[Corte].

7

Capítulo II

–Tales dice que no existe diferencia entre la vida y la muerte.–¿Por qué no te mueres entonces? –le preguntaron.–Porque no hay diferencia ninguna –concluyó Diógenes.

«En mi tiempo, pude ver a Hefesto construir catedrales industriales, en mis narices.»

Parece que Diógenes el Cínico cavó un subterráneo debajo de su barril [Jenofonte, en Anabasis, cuenta que, en la región de Capadocia, había una ciudad oculta, pero esto, para el caso, es exagerar mucho]; se había mudado a Corinto, porque consideró que, siendo él un curador de estupideces, habría de ser más útil entre la multitud que acudía a este puerto; pero no salió en todo el día: debió de haber ordenado todos sus papeles. Había anotado en su agenda visitar el gimnasio de Antístenes ‘Cinosargo’, porque estaba un poco gordo –Cinosargo o Perro Blanco es un arrabal de Atenas a unos 80 km. de Corinto–, y ni se enteró de que hoy los augures habían pronosticado grandes terremotos en China, al advertir ellos que los elefantes y las tortugas peregrinaban hacia el interior de los bosques, y las truchas, en lugar de subir por las pendientes, bajaban precipitadamente a los océanos: los adivinos dicen que estos desequilibrios naturales ocurren por la maldad del hombre y porque Zeus está por cierto enojado, y envía huracanes, ciclones y tifones.

“Cuando los hombres menosprecian las leyes de Júpiter y su presencia, cuando violan la justicia en las plazas públicas, y la hacen esclava de sus pasiones, el dios irritado desencadena las tempestades que hacen gemir la tierra; se desbordan los ríos, ministros de su cólera; los torrentes arrastran montañas, árboles, rocas, y los campos del labrador no son más que miseria y desolación”, dijo Homero acaso también iracundo por el chichón que le había producido la litografía. [Plano de detalle].

DIÓGENES. –¿Pero qué busco? ¿La linterna, el hombre o mis propios ojos? [Antes de encontrar al hombre hay que escribir el primer libro].

Desde adentro del barril se oían maldiciones en lengua tal vez aramea, porque a Diógenes se le caían, ruidosamente, las tablillas en su afán de seleccionarlas o porque no las hallaba, y en estos menesteres ni oyó el Noticiario La voz helena –un rapsoda o juglar, flanqueado por los saltos de dos acróbatas, y él haciendo malabares con unas zanahorias y gritando con un parlante– los nuevos nominados a los premios Olimpiadas 110, del año 338:

[Barrido del personaje Diógenes hacia el anunciante y los gimnastas. Plano de detalle: la boca y la lengua de este, y en plano contrapicado, las arrojadas volteretas].

Salto en largoHierónCopa y laurelJabalinaHérculesCopa y laurelCarrera a pie, 100 metrosPélopsCopa y laurelCarrera de resistenciaEnomanosCopa y laurelCarrera en carroAlcibíadesCopa y laurelCarrera a caballoArquéaloCopa y laurelAjedrez*PericlesCopa y laurelTragediaSófoclesCopa y laurelComediaAristófanesCopa y laurelLucha grecorromanaAlejandroCopa y laurel