El apóstol - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

El apóstol E-Book

Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

El Señor mismo nos advirtió acerca de los muchos falsos apóstoles que se levantarían en los tiempos del fin. Ya que esos tiempos ya nos han alcanzado, el Dr. Bailey ha escrito esta hermosa exposición en la que busca traer claridad a la Iglesia sobre la función del Apóstol, y para que el creyente pueda entender son claridad lo siguiente:

- Qué es lo esencial en el apostolado
- Cuál es la función del apóstol dentro del Cuerpo de Cristo
- Cuáles son las características piadosas que un apóstol debe tener.
- Cómo aprender a discernir entre lo verdadero y lo falso.

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EL APÓSTOL

Dr. Brian J. Bailey

Título Original: “The Apostle”

Registrado © 2006 Brian J. Bailey.

Versión 1.1 en inglés (2012)

Título en español: “El apóstol”

Registrado © 2010 Brian J. Bailey.

Versión 2.0 en español (2023).

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Diseño de portada © 2010 Brian J. Bailey y sus licenciadores.

Publicado por Zion Christian Publishers.

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en

manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción al castellano: Jorge Chacón

Segunda edición revisada en 2023

Edición: Marlene Zacapa

Publicado en formato e-book en 2023

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-848-7

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

AGRADECIMIENTOS

Al equipo editorial de ZCP:  Carla Borges, Suzette Erb, Mary Humphreys, David Kropf, Justin Kropf, Sarah Kropf, Raquel Pineda, Caroline Tham y Suzanne Ying.

Al equipo de traducción de Instituto Bíblico Jesucristo en Guatemala, por su colaboración en la traducción al castellano de este libro.

Queremos expresar nuestros sinceros agradecimientos a estos amados porque sin sus muchas horas de ayuda invaluable este libro no habría sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.

INTRODUCCIÓN

Este libro, titulado El apóstol, completa una serie de tres partes acerca de los ministerios del apóstol, el profeta y el maestro. Los otros libros en esta serie son: El ministerio del profeta y Maestros de justicia.

En este volumen esperamos esclarecer de forma notable la obra del ministerio de un apóstol. Confiamos que este libro, junto a sus complementos, pueda, en primer lugar, glorificar a nuestro bendito Señor y después ser una bendición para usted y todos aquellos a quien usted ministra.

La importancia del apóstol, el profeta y el maestro

Al escribir acerca del Cuerpo de Cristo en su primera epístola a los Corintios, el apóstol Pablo da la jerarquía de los ministerios en la Iglesia: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Co. 12:28). Es importante estudiar estos ministerios por tres razones:

1. Para que podamos entenderlos; así, si somos llamados a ejercer alguno de ellos, sabremos qué atributos se espera que logremos alcanzar y desarrollemos.

2. Para que podamos orar por aquellos a quienes les han sido dadas estas posiciones, para que puedan cumplir con efectividad su ministerio.

3. Para que podamos discernir a aquellos a quienes les han sido dados estos ministerios y distinguirlos de los que reclaman falsamente estas posiciones y que, en realidad, están engañando a la Iglesia, como dice en Apocalipsis 2:2: “[…] Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”.

El propósito de estos dones ministeriales que Cristo ha otorgado nos es dado por el apóstol Pablo en Efesios 4:11-13: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

CAPÍTULO 1 – DEFINICIÓN DEL APOSTOLADO

El título de apóstol es un título esencialmente del Nuevo Testamento y fue utilizado en primera instancia para designar a los doce discípulos de Jesús. Sin embargo, esto limitaría demasiado el propósito de nuestro estudio, ya que el apóstol Pablo y muchos otros fueron llamados a esta posición y ministerio. Creemos que este honor le es dado a aquellos en Su Iglesia a lo largo de todas las generaciones, y que, de manera notable, en la Iglesia de los tiempos del fin veremos un avivamiento de la función y el oficio del apóstol. El razonamiento detrás de esta declaración es simplemente que todos los demás ministerios listados en 1 Corintios 12:28 continúan funcionando en la Iglesia de hoy en todas partes del mundo. Estos son: “[…] Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.

Con este punto de vista en mente, consideraremos el origen del título, el ministerio de los santos del Nuevo Testamento que fueron llamados así y las características [N. del E.: requisitos que califican a] de aquellos que obtuvieron este honor en las generaciones posteriores.

En este momento queremos enfatizar que el apostolado, por ser un don ministerial de Cristo, es un don soberano, y que aquellos que son designados como tales lo son por la voluntad de Dios. No es un puesto que pueda ser deseado, ganado o comprado, sino que es un nombramiento divino. Por eso leemos que Pablo consistentemente iniciaba sus epístolas con: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios” (2 Co. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1; 2 Tm. 1:1; Tit. 1:1). Él se refiere a sí mismo como “llamado a ser apóstol” (Ro. 1:1; 1 Co. 1:1). Luego, en 1 Timoteo 1:1, Pablo revela que él era: “Apóstol de Jesucristo por mandato de Dios”. Él enfatiza en Gálatas 1:1 que era un apóstol: “No de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre”.

La palabra apóstol viene de la palabra griega apostollos, que significa literalmente “un enviado”. Está formada por apo (uno) y stello (enviar). Por tanto, en un sentido más amplio, es usada para alguien que es enviado en una misión. Sin embargo, eso no le otorgaría la virtud justa al puesto de un apóstol, ya que es el puesto más alto en la Iglesia. Por tanto, en este punto tenemos que considerar al apóstol dentro de los confines de las Santas Escrituras dejando de lado una búsqueda por más entendimiento del puesto según el uso de la palabra en el griego del período del Nuevo Testamento. Esto evitará que nos desviemos de su significado espiritual.

El mismo Señor Jesús es llamado “el Apóstol”, como leemos en Hebreos 3:1: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús”. Por consiguiente, estos títulos, que son dados a miembros de la Iglesia, también fueron cumplidos en el ministerio y la persona del Señor Jesús.

Leemos en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Teniendo en mente que apóstol significa “un enviado”, el Señor Jesús les dijo a sus discípulos que, así como Él había sido enviado por Su Padre, ahora también Él los había enviado a ellos. Las Escrituras revelan repetida y claramente que el Señor entendía que Él había sido enviado al mundo por Su Padre. Este fue Su llamado apostólico (ver Jn. 3:17; 6:40; 7:16; 12:49 y 13:20).

La personificación de otros ministerios del ministerio quíntuple

Al considerar la vida de apóstoles prominentes en las Escrituras, hay ciertas verdades importantes concernientes al oficio apostólico que se nos presentan.

Aquellos que ejercen el apostolado, siendo este el primero en la jerarquía entre los ministerios, personificarán, a decir verdad, algunos de los otros ministerios del Cuerpo de Cristo. Muchos de los apóstoles prominentes personificaron dentro de su esfera ministerial los otros ministerios del ministerio quintuple mencionados en Efesios 4:11: profeta, evangelista, pastor y maestro.

El Señor Jesucristo

Esta personificación de los otros ministerios del ministerio quíntuple de Efesios 4:11 también es muy real respecto a nuestro Señor Jesús. Él fue llamado “profeta como Moisés” (ver Hch. 3:22; 7:37). Buscó tanto a los perdidos de la casa de Israel como también de entre los gentiles, cumpliendo así el ministerio del evangelista. Es llamado el Príncipe de los pastores por Pedro, y es el modelo de un verdadero pastor. Sabemos que Él se llamó a Sí mismo el Buen Pastor que dio Su vida por Sus ovejas. Junto a aguas de reposo Él nos guiará [N. del E.: en la versión Reina Valera dice: nos pastoreará] y confortará nuestra alma, como dice David, porque con Él nada nos faltará (Sal. 23). Además, también es llamado Rabí (o maestro) por los de Su generación. Él les enseñaba como Quién tiene autoridad.

El apóstol Pablo

En la vida de Pablo vemos estos ministerios manifestados claramente bajo un manto apostólico. Es evidente en Hechos 13:1 que era un profeta, cuando Pablo (llamado Saulo aquí) está entre los profetas. Sus escritos también están llenos de declaraciones proféticas, especialmente respecto a la Segunda Venida y a la Iglesia gloriosa por la que vendrá Cristo. Pablo escribe acerca del Anticristo (quien vendrá antes que el Señor aparezca en las nubes) y de su manifestación de señales y prodigios para engañar a aquellos que se complacen en la injusticia (2 Ts. 2).

Que Pablo también es maestro es evidente a través de todas sus epístolas, y él mismo lo reconoció. Él dice en 1 Timoteo 2:7: “Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad”. También declara en 2 Timoteo 1:11 que ha sido constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Su ministerio fue poner en orden las doctrinas para la Iglesia y ampliar las enseñanzas de Jesús para que los cristianos pudieran saber cómo comportarse en la iglesia (1 Tm. 3:15). Explicó más acerca de cómo operan los dones espirituales (1 Co. 12–14).

Pablo fue también, indiscutiblemente, un modelo para cualquier evangelista, mostrando un intenso fervor por salvar almas. Él escribe en 1 Corintios 9:19-23: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”.

Pablo incluso dijo que deseaba ser “anatema, separado de Cristo” (Ro. 9:1-3) por causa de sus hermanos. Su deseo era de alguna manera salvar a algunos de ellos (Ro. 11:14).

Su cuidado pastoral de las iglesias se puede apreciar en 2 Corintios 11:28 (entre otros versículos) cuando escribe, “y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”. De este modo, vemos entonces que en la vida de Pablo todos los ministerios del ministerio quintuple operaron a través de su apostolado. Lo mismo se puede decir de Juan y de Pedro.

El apóstol Juan

Que Juan era un profeta se puede ver en que recibió del Señor el maravilloso entendimiento de las edades, ya que habla de la eternidad hasta la eternidad. Empieza con la revelación de que Jesús es el Verbo desde el principio. Luego, en el libro de Apocalipsis, no solo da un estudio detallado de los tiempos del fin que llevan a la Segunda Venida de Cristo, sino también nos habla del Reino Milenial y de los Cielos Nuevos y de la Nueva Tierra.

El Evangelio de Juan es un modelo de enseñanzas simplificadas, en el cual vemos que desarrolla los pensamientos de las siete señales, las siete enseñanzas y los siete YO SOY de Cristo.

En sus epístolas se revela su cuidado pastoral. En estas, vemos su preocupación tierna de que mostremos amor por los hijos de Dios, y que abramos nuestro corazón con entrañable compasión hacia aquellos que tienen necesidad de los bienes de este mundo. Juan escribió en 1 Juan 3:14-17: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”.

Luego, su celo evangelístico se muestra cuando relata el diálogo entre Cristo y la mujer samaritana en el pozo (Jn. 4). También se muestra en su declaración de que la razón de su Evangelio era para que los lectores creyeran que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y que, creyendo, pudieran tener vida en Su nombre (1 Jn. 5:13). Es importante notar que el Evangelio de Juan es el libro más leído de la Biblia y, por tanto, el libro más leído en el mundo. Se usa principalmente para evangelizar, al repartirse por todo el mundo cuando se realizan campañas evangelísticas.

El apóstol Pedro

Pedro, el principal apóstol del Señor, es un maestro notable, ya que en el primer capítulo de su segunda epístola da instrucciones hermosas para que podamos tener una entrada amplia y generosa al Reino de Dios. Él explica los ocho pasos hacia la perfección cristiana en 2 Pedro 1:1-13. Añade, además, que no será negligente en traernos a la memoria estas cosas, aunque las conocemos. Esta es la marca de un verdadero maestro, que repite consistentemente la verdad.