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Oscura venganza, engaño y un destino sellado entre muros de piedra. Publicado en 1846, El barril de amontillado es uno de los cuentos más inquietantes y memorables de Edgar Allan Poe. Ambientado en los lúgubres pasadizos de unas catacumbas, narra una historia de traición y ajuste de cuentas donde la ironía y el horror se entrelazan hasta un desenlace aterrador. Por qué los lectores lo disfrutan: Clásico del terror gótico. Una narración corta, intensa y profundamente perturbadora. Tensión psicológica. Retrata la obsesión, el orgullo y la venganza con maestría. Impacto duradero. Considerado uno de los relatos más perfectos y escalofriantes de Poe. Un legado inmortal Con su atmósfera opresiva y su final inolvidable, este relato se ha convertido en un clásico imprescindible de la literatura universal y una pieza maestra del cuento gótico. ✨ Descubre la oscura perfección de Poe en un relato que hiela la sangre. 👉 Haz clic en "Comprar ahora" y añade El barril de amontillado de Edgar Allan Poe a tu colección de clásicos de terror.
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Veröffentlichungsjahr: 2025
Lo mejor que pude había soportado las mil injurias de Fortunato. Pero cuando llegó el insulto, juré vengarme. Ustedes, que conocen tan bien la naturaleza de mi carácter, no llegarán a suponer, no obstante, que pronunciara la menor palabra con respecto a mi propósito. A la larga, yo sería vengado. Este era ya un punto establecido definitivamente. Pero la misma decisión con que lo había resuelto excluía toda idea de peligro por mi parte. No solamente tenía que castigar, sino castigar impunemente. Una injuria queda sin reparar cuando su justo castigo perjudica al vengador. Igualmente queda sin reparación cuando ésta deja de dar a entender a quien le ha agraviado que es él quien se venga.
Es preciso entender bien que ni de palabra, ni de obra, di a Fortunato motivo para que sospechara de mi buena voluntad hacia él. Continué, como de costumbre, sonriendo en su presencia, y él no podía advertir que mi sonrisa, entonces, tenía como origen en mí la de arrebatarle la vida.
Aquel Fortunato tenía un punto débil, aunque, en otros aspectos, era un hombre digno de toda consideración, y aun de ser temido. Se enorgullecía siempre de ser un entendido en vinos. Pocos italianos tienen el verdadero talento de los catadores. En la mayoría, su entusiasmo se adapta con frecuencia a lo que el tiempo y la ocasión requieren, con objeto de dedicarse a engañar a los millionaires ingleses y austríacos. En pintura y piedras preciosas, Fortunato, como todos sus compatriotas, era un verdadero charlatán; pero en cuanto a vinos añejos, era sincero. Con respecto a esto, yo no difería extraordinariamente de él. También yo era muy experto en lo que se refiere a vinos italianos, y siempre que se me presentaba ocasión compraba gran cantidad de éstos.