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Durante una reunión, un grupo variado de personas decide formar un club que se reunirá todos los martes para descubrir la solución de diferentes crímenes. Entre ellos se encuentra una amable anciana, Miss Marple, que conoce profundamente la naturaleza humana. Todos se verán sorprendidos cuando salga a la luz el verdadero culpable del asesinato de la señora Jones.
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Seitenzahl: 20
Veröffentlichungsjahr: 2023
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–Misterios sin resolver –Raymond West lanzó una bocanada de humo y repitió las palabras con una especie de placer deliberado y consciente–: Misterios sin resolver.
Miró a su alrededor con satisfacción. La habitación era antigua, tenía amplias vigas negras en el techo, y estaba decorada con muebles antiguos de buena calidad, muy adecuados para ese sitio. Por eso, la mirada aprobadora de Raymond West que era escritor y apreciaba los ambientes inspiradores. La casa de su tía Jane siempre le había parecido un marco adecuado en relación a su personalidad.
Miró hacia donde se encontraba ella sentada, muy firme, en el gran sillón del abuelo. Miss Marple tenía un traje de brocado negro, ajustado en la cintura, con una pechera bordada con encaje holandés de Mechlin. Llevaba guantes también de encaje negro, y un sombrerito de puntilla negra coronaba su cabello níveo. Tejía algo blanco, suave y lanudo, y sus ojos azules, amables y bondadosos, contemplaban con placer a su sobrino y a los invitados de su sobrino. Se detuvieron primero en el propio Raymond, premeditadamente elegante. Luego en Joyce Lempriére, la artista, de cabello negro, muy corto, y extraños ojos verdosos, y en sir Henry Clithering, un gran hombre de mundo. Había otras dos personas en la habitación: el doctor Pender, el anciano clérigo de la parroquia; y el señor Petherick, el abogado, un hombrecito con gafas, que curiosamente miraba por encima de los cristales y no a través de ellos. Miss Marple le dedicó un momento de atención a cada uno y luego volvió a tejer con una sonrisa amable en los labios.
Petherick soltó la misma tosecita seca con la que solía iniciar siempre sus comentarios.
–¿Qué es lo que has dicho, Raymond? ¿Misterios sin resolver? ¿Y eso a qué viene?
–Nada en concreto –replicó Joyce Lempriére–. A Raymond le gusta cómo suenan esas palabras y el sonido de su propia voz al decirlo.
Raymond West se defendió con una mirada de reproche que hizo que ella echara la cabeza hacia atrás y se riera.
–Es un farsante, ¿no es así, miss Marple? –preguntó Joyce–. Estoy segura de que usted lo sabe.
Nuevamente, la anciana sonrió amable, pero no respondió.
–La vida misma es un misterio sin resolver –sentenció el clérigo en tono solemne.
Raymond se sentó en su silla y arrojó su cigarro al fuego en un gesto impulsivo.
–No es lo que quise decir. No hablaba de filosofía –indicó–. Pensaba sólo en hechos sin trascendencia, casi cotidianos, cosas que han sucedido y que nadie puede explicar.