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Publicada en 1927, "El color que cayó del cielo" es un relato escrito por el genio del terror Howard Phillips Lovecraft.
El título hace referencia al color de una entidad venida del espacio exterior, color que no se corresponde con ninguno del espectro visible conocido por los humanos.
"El color que cayó del cielo" está narrado en primera persona, al igual que gran parte de los relatos de Lovecraft. Aunque los temas son similares a los característicos del
Horror Cósmico, este relato los aborda de una forma más sutil, ya que no aparece una criatura que sea físicamente aterradora. Lo inquietante aquí pasaría a ser el concepto que representa la entidad y no tanto su aspecto.
El relato nos llega a través de un joven ingeniero encargado de realizar una serie de estudios del terreno, en un remoto paraje llamado Arkham, en el que se tiene previsto construir un embalse. En uno de los reconocimientos que hace del lugar encuentra una zona extrañamente árida a la que los lugareños evitan. El lugar, conocido como el "Erial maldito", es un páramo desolado en el que la vegetación no crece y el suelo presenta una rara tonalidad grisácea. Intrigado por la mortecina apariencia del lugar, el joven pregunta a un anciano del lugar, de nombre Ammi Pierce...
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EL COLOR QUE CAYÓ DEL CIELO
El color que cayó del cielo
Sus antiguos moradores se marcharon, y a los extranjeros no les gusta vivir allí. Los francocanadienses lo han intentado, los italianos lo han intentado, y los polacos llegaron y se marcharon. Y ello no es debido a nada que pueda ser oído, o visto, o tocado, sino a causa de algo puramente imaginario. El lugar no es bueno para la imaginación, y no aporta sueños tranquilizadores por la noche. Esto debe ser lo que mantiene a los extranjeros lejos del lugar, ya que el viejo Ammi Pierce no les ha contado nunca lo que él recuerda de los extraños días. Ammi, cuya cabeza ha estado un poco desequilibrada durante años, es el único que sigue allí, y el único que habla de los extraños días; y se atreve a hacerlo, porque su casa está muy próxima al campo abierto y a los caminos que rodean a Arkham.
En otra época había un camino sobre las colinas y a través de los valles, que corría en línea recta donde ahora hay un marchito erial; pero la gente dejó de utilizarlo y se abrió un nuevo camino que daba un rodeo hacia el sur. Entre la selvatiquez del erial pueden encontrarse aún huellas del antiguo camino, a pesar de que la maleza lo ha invadido todo. Luego, los oscuros bosques se aclaran y el erial muere a orillas de unas aguas azules cuya superficie refleja el cielo y reluce al sol. Y los secretos de los extraños días se funden con los secretos de las profundidades; se funden con la oculta erudición del viejo océano, y con todo el misterio de la primitiva tierra.