El expreso de Plymouth - Agatha Christie - E-Book

El expreso de Plymouth E-Book

Agatha Christie

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Beschreibung

Flossie Halliday, hija de un magnate americano del acero, es encontrada muerta en un tren con rumbo a Plymouth. Su padre, que conoce a Hércules Poirot, lo contrata para que descubra al asesino.

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Seitenzahl: 24

Veröffentlichungsjahr: 2022

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I

Alec Simpson, funcionario de la Marina Real, subió en la estación de Newton Abbot a un compartimiento de primera clase del expreso de Plymouth. Lo seguía un muchacho que cargaba su pesada maleta. Cuando el joven intentó colocarla en la red, el marino se lo impidió.

—No, déjela sobre el asiento. La colocaré yo mismo —y extendió la mano con la propina—: Tome.

—Gracias, señor.

El muchacho se retiró satisfecho por la generosa recompensa. Las puertas se cerraron de golpe y una voz resonante anunció: “Cambio de tren en Torquay. Próxima parada Plymouth”. Después, sonó un silbato y el tren salió lentamente de la estación.

El teniente Simpson tenía todo el coche para él solo. Subió la ventanilla para evitar el frío aire de diciembre. Luego olisqueó expresivo y frunció el entrecejo. ¡Qué olor tan particular! Le recordaba al hospital y la operación de su pierna. Era eso: olía a cloroformo. Volvió a bajar la ventanilla y se cambió de asiento, ahora ocupaba el que estaba detrás de la locomotora. Sacó la pipa del bolsillo y la encendió. Permaneció pensativo un instante, fumando, escudriñando la oscuridad. Cuando salió de su ensimismamiento abrió la maleta, sacó de su interior algunos libros y revistas, la volvió a cerrar y trató sin éxito de colocarla debajo del asiento. Un obstáculo invisible se lo impedía. Impaciente, la empujó con más fuerza, pero no había caso. “¿Por qué no entrará por completo?”, se preguntó.

Tiró mecánicamente de la maleta y se agachó para ver lo que había detrás. Enseguida, un grito desgarrador sonó en medio de la noche y el tren hizo un alto obedeciendo a un imperioso tirón de la alarma.

II

—Ya sé, mon ami, que le interesa el caso misterioso del expreso de Plymouth —dijo Poirot—. Lea esto detenidamente.

Alargué el brazo y tomé la carta que Poirot extendía desde el otro lado de la mesa. Era muy breve. Decía lo siguiente:

“Muy señor mío: le quedaré agradecido si tiene a bien venir a verme, cuándo y cómo le quede más cómodo. Su afectísimo servidor, Ebenezer Halliday”.

Como no me parecía muy clara la relación entre esta carta y el acontecimiento que acabo de narrar miré a Poirot perplejo. Por toda respuesta levantó el periódico y leyó en voz alta:

“Anoche se verificó un descubrimiento sensacional en una de las líneas férreas de la capital. Un joven oficial de Marina que volvía a Plymouth encontró debajo del asiento del coche el cadáver de una mujer que tenía un puñal clavado en el corazón. El oficial dio la señal de alarma y el tren se detuvo. La mujer, de unos treinta años aproximadamente, no ha sido identificada aun”.

—Vea lo que el mismo periódico dice más adelante: “Ha sido identificado el cadáver de la mujer asesinada en el expreso de Plymouth. Se trata de la honorable Rupert Carrington”. ¿Comprende, amigo mío? Si no lo comprende sepa que madame