Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Impulsado por el amor y la venganza, Hunwulf atraviesa tierras traicioneras, escala acantilados peligrosos y desafía a la muerte para rescatar a Gudrun, su amada, de las garras de un hombre alado con aspecto de murciélago. En lo más profundo del remoto Jardín del Miedo, Hunwulf se enfrenta a una batalla brutal y primitiva por su libertad. Una apasionante historia de fuerza bruta, persecución implacable y devoción feroz, del legendario Robert E. Howard.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 31
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Impulsado por el amor y la venganza, Hunwulf atraviesa tierras traicioneras, escala acantilados peligrosos y desafía a la muerte para rescatar a Gudrun, su amada, de las garras de un hombre alado con aspecto de murciélago. En lo más profundo del remoto Jardín del Miedo, Hunwulf se enfrenta a una batalla brutal y primitiva por su libertad. Una apasionante historia de fuerza bruta, persecución implacable y devoción feroz, del legendario Robert E. Howard.
Espada y brujería, Misión de rescate, Cuentos antiguos
Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.
Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.
Una vez fui Hunwulf, el Errante. No puedo explicar mi conocimiento de este hecho por ningún medio oculto o esotérico, ni lo intentaré. Un hombre recuerda su vida pasada; yo recuerdo mis vidas pasadas. Al igual que un individuo normal recuerda las formas que tuvo en la infancia, la niñez y la juventud, yo recuerdo las formas que ha tenido James Allison en épocas olvidadas. No puedo decir por qué este recuerdo es mío, como tampoco puedo explicar los innumerables fenómenos de la naturaleza con los que me enfrento a diario, al igual que todos los demás mortales. Pero mientras yazgo esperando que la muerte me libere de mi larga enfermedad, veo con claridad y certeza el grandioso panorama de las vidas que se extienden tras de mí. Veo a los hombres que he sido y veo a las bestias que he sido.
Porque mi memoria no termina con la llegada del hombre. ¿Cómo podría hacerlo, cuando la bestia se funde con el hombre de tal manera que no hay una línea clara que marque los límites de la bestialidad? En este instante veo una vista crepuscular entre los árboles gigantescos de un bosque primigenio que nunca ha conocido la huella de un pie calzado con cuero. Veo una masa enorme, peluda y desgarbada que se mueve torpemente, pero con rapidez, a veces erguida, a veces a cuatro patas. Busca gusanos e insectos bajo troncos podridos, y sus pequeñas orejas se mueven continuamente. Levanta la cabeza y muestra colmillos amarillos. Es primitivo, bestial, antropoide; sin embargo, reconozco su parentesco con el ser que ahora se llama James Allison. ¿Parentesco? Más bien unidad. Yo soy él; él es yo. Mi carne es suave, blanca y sin pelo; la suya es oscura, dura y peluda. Sin embargo, fuimos uno, y ya en su débil y sombrío cerebro comienzan a agitarse y a hormiguear los pensamientos y los sueños del hombre, crudos, caóticos, fugaces, pero base de todas las visiones elevadas y nobles que los hombres han soñado en todas las épocas posteriores.
Mi conocimiento no se detiene ahí. Se remonta, se remonta a vistas inmemoriales que no me atrevo a seguir, a abismos demasiado oscuros y terribles para que la mente humana pueda sondearlos. Sin embargo, incluso allí soy consciente de mi identidad, de mi individualidad. Te digo que el individuo nunca se pierde, ni en el negro abismo del que una vez salimos a gatas, ciegos, llorosos y repugnantes, ni en ese Nirvana final en el que un día nos hundiremos, y que he vislumbrado a lo lejos, brillando como un lago azul al atardecer entre las montañas de las estrellas.