Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Me pregunto si las estrellas titilan para que cada uno pueda, un día, encontrar la suya… I wonder –he said– if the stars are lit up so that each of us can find his own, someday…
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 151
Veröffentlichungsjahr: 2024
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Primera edición en digital, agosto de 2024
Primera edición, abril de 2024
© 2024 Panamericana Editorial Ltda.
Título original: Le Petit Prince
Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57) 601 3649000
www.panamericanaeditorial.com.co
Tienda virtual: www.panamericana.com.co
Bogotá D. C., Colombia
Editor
Panamericana Editorial Ltda.
Ilustraciones
Antoine de Saint-Exupéry
Traducción del francés al español
Lirca Vallés
Traducción del francés al inglés
Richard Howard
Los derechos de la traducción de Richard Howardse negociaron con Harper Collins,a través de la Agencia Literaria Sandra Bruna
Diseño y diagramación
Martha Cadena, Iván Correa
ISBN DIGITAL 978-958-30-6886-7
ISBN IMPRESO 978-958-30-6852-2
Prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin permiso del Editor.
Hecho en Colombia - Made in Colombia
Antoine de Saint-Exupéry
EDICIón bilingüe Bilingual edition
Antoine de Saint-Exupéry
ilustraciones del autor
traducción al inglés
RICHARD HOWARD
The ittle Prince
El Principito
traducción al español
Lirca Vallés
EDICIón bilingüe Bilingual edition
4
A Leon Werth
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo un motivo importante para ello: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otro motivo, además: esta persona mayor puede entenderlo todo, hasta los libros para ni-ños. Tengo, aún, un tercer motivo: esta persona mayor vive en Francia, donde padece hambre y frío. Tiene mu-cha necesidad de ser consolada. Si todos estos motivos no son suficientes, quiero, entonces, dedicar este libro al niño que una vez fue esa persona mayor. Todas las personas mayores han sido, primero, niños. (Pero son pocas, entre ellas, las que lo recuerdan).
Rehago, pues, mi dedicatoria:
A Leon Werth
Cuando era niño
5
To Leon Werth
I ask children to forgive me for dedicating this book to a grown-up. I have a serious excuse: this grown-up is the best friend I have in the world. I have another excuse: this grown-up can understand everything, even books for children. I have a third excuse: he lives in France where he is hungry and cold. He needs to be comforted. If all these excuses are not enough, then I want to dedicate this book to the child whom this grown-up once was. All grown-ups were children first. (But few of them remember it.) So I correct my dedication:
To Leon Werth
When He Was A Little Boy
6
I
Cuando tenía seis años vi, una vez, un magnífico dibujo en un libro sobre la selva virgen que se llamaba Historias vividas. La imagen representaba una serpiente boa tragándose una fiera. Esta es la copia del dibujo.
En el libro decía: “Las serpientes boas tragan sus presas enteras, sin masticarlas. Luego, no pueden moverse y duermen durante los seis meses que tarda su digestión”.
Estuve, entonces, largo tiempo meditando sobre las aventuras de la jungla y logré, a la vez, realizar con un lápiz de color mi primer dibujo. Mi dibujo número 1. Era así:
Mostré mi obra maestra a las personas mayores y les pregunté si no les daba miedo mi dibujo: “¿Por qué ha de dar miedo un sombrero?”.
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Entonces dibujé el interior de una serpiente boa, para que las personas ma-yores pudieran comprender. Las personas mayores siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:
7
I
Once when i was six I saw a magnificent picture in a book about the jungle, called True Stories. It showed a boa constrictor swallowing a wild beast. Here is a copy of the picture.
In the book it said: “Boa constrictors swallow their prey whole, without chewing. Afterward they are no longer able to move, and they sleep during the six months of their digestion.”
In those days I thought a lot about jungle adventures, and eventually managed to make my first drawing, using a colored pencil. My drawing Number One looked like this:
I showed the grown-ups my masterpiece, and I asked them if my drawing scared them.
They answered, “Why be scared of a hat?”
My drawing was not a picture of a hat. It was a picture of a boa constrictor digesting an elephant. Then I drew the inside of the boa constrictor, so the grownups could understand. They always need explanations. My drawing Number Two looked like this:
The grown-ups advised me to put away my drawings of boa constrictors, outside or inside, and apply myself instead to geography, history, arithmetic, and grammar. That is why I abandoned, at the age of six, a magnificent career as an artist. I had been discouraged by
8
Las personas mayores me aconsejaron que dejara los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas, y me interesara más bien en la geografía, en la historia, en el cálculo y en la gramática. Así fue como abandoné, a los seis años de edad, una magnífica carrera de pintor. Me sentía desanimado por el fracaso de mi dibujo número 1 y de mi dibujo nú-mero 2. Las personas mayores nunca comprenden nada por sí mismas. Es agotador para los niños darles y volverles a dar, siempre, explicaciones. Tuve entonces que elegir otra ocupación y aprendí a pilotear aviones. Anduve volando un poco por todo el mundo. Y la geografía, exactamente, me sirvió mucho. Podía distinguir a primera vista la China de Ari-zona. Esta habilidad es muy útil si estamos perdidos durante la noche.
He establecido así, a lo largo de mi vida, muchísimas relaciones con un gran número de personas serias. Viví mucho junto a las personas mayores. Muy de cerca las he obser-vado. Esto no ha mejorado mucho mi opinión.
Cuando encontraba alguna que me parecía un poco más lúcida, repetía con ella la experiencia de mi dibujo número 1, que siempre he conservado. Quería saber si verdade-ramente podía comprender. Pero siempre me respondía: “Es un sombrero”. Entonces no les hablaba ni de serpientes boas, ni de selvas vírgenes, ni de estrellas. Me ajustaba a su estilo. Les hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y las personas mayores que-daban muy complacidas por haber conocido a un hombre tan razonable.
9
the failure of my drawing Number One and of my drawing Number Two. Grown-ups never understand anything by themselves, and it is exhausting for children to have to provide explanations over and over again.
So then I had to choose another career, and I learned to pilot airplanes. I have flown almost everywhere in the world. And, as a matter of fact, geography has been a big help to me. I could tell China from Arizona at first glance, which is very useful if you get lost during the night.
So I have had, in the course of my life, lots of encounters with lots of serious people. I have spent lots of time with grown-ups. I have seen them at close range… which hasn’t much improved my opinion of them.
Whenever I encountered a grown-up who seemed to me at all enlightened, I would experiment on him with my drawing Number One, which I have always kept. I wanted to see if he really understood anything. But he would always answer, “That’s a hat.” Then I wouldn’t talk about boa constrictors or jungles or stars. I would put myself on his level and talk about bridge and golf and politics and neckties. And my grown-up was glad to know such a reasonable person.
10
II
Así viví, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que tuve una avería en el desierto del Sahara, hace seis años. Algo dejó de funcionar en mi motor y como no me acompañaba un mecánico, ni pasajero alguno, decidí intentar solo la complicada repara-ción. Era para mí una situación de vida o muerte. Me alcanzaría el agua de beber, apenas, para ocho días.
La primera noche me quedé dormido sobre la arena a mil millas de cualquier lugar habitado. Mi aislamiento era mayor que el de un náufrago sobre una balsa en medio del océano. Imagínense entonces mi sorpresa al amanecer, cuando una extraña vocecita me despertó diciendo:
—Por favor… ¡dibújame una oveja!
—¡Eh!
—Dibújame una oveja…
De un salto me puse de pie como si hubiera sido tocado por un rayo. Incrédulo, no dejaba de frotarme los ojos para salir del sueño. Miré y volví a mirar por todas partes. Y descubrí a un hombrecito verdaderamente extraordinario, que me observaba con gran seriedad. Este es el mejor retrato que, más tarde, logré hacer de él. Naturalmente, mi di-bujo tiene mucho menos encanto que el modelo. No soy culpable. Fui desalentado en mi carrera de pintor por las personas mayores, a la edad de seis años, y no aprendí más que a dibujar boas cerradas y boas abiertas.
Me quedé, pues, atónito, con los ojos redondos por la sorpresa, contemplando aquella inusitada aparición. No olviden que me encontraba a mil millas de cualquier lugar habitado. Sin embargo, no me parecía que mi hombrecito estuviera extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto de sed, ni muerto de miedo. No había en su presencia nada de niño perdido en medio del desierto, a mil millas de cualquier lugar habitado. Cuando al fin logré hablar, le pregunté:
—Pero… ¿Qué haces aquí?
Y solo me repitió muy dulcemente, aunque con la seriedad de las cosas que en reali-dad son importantes:
—Por favor… dibújame una oveja…
Cuando el misterio es demasiado impresionante, nadie osa desobedecer. Así, a pesar de lo absurdo que me resultaban tales acontecimientos a mil millas de cualquier lugar habi-tado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma. Entonces recordé que, sobre todo, había estudiado geografía, historia, cálculo y gramática, y le con-fesé al hombrecito, con un poco de mal humor, que no sabía dibujar. Él me respondió:
—Eso no tiene importancia. Dibújame una oveja.
Este es el mejor retrato que, más tarde, logré hacer de él.
12
II
So I lived all alone, without anyone I could really talk to, until I had to make a crash landing in the Sahara Desert six years ago. Something in my plane’s engine had broken, and since I had neither a mechanic nor passengers in the plane with me, I was preparing to undertake the difficult repair job by myself. For me it was a matter of life or death: I had only enough drinking water for eight days.
The first night, then, I went to sleep on the sand a thousand miles from any inhabited country. I was more isolated than a man shipwrecked on a raft in the middle of the ocean. So you can imagine my surprise when I was awakened at daybreak by a funny little voice saying, “Please… draw me a sheep…”
“What?”
“Draw me a sheep…”
I leaped up as if I had been struck by lightning. I rubbed my eyes hard. I stared. And I saw an extraordinary little fellow staring back at me very seriously. Here is the best portrait I managed to make of him, later on. But of course my drawing is much less attractive than my model. This is not my fault. My career as a painter was discouraged at the age of six by the grown-ups, and I had never learned to draw anything except boa constrictors, outside and inside.
So I stared wide-eyed at this apparition. Don’t forget that I was a thousand miles from any inhabited territory. Yet this little fellow seemed to be neither lost nor dying of exhaustion, hunger, or thirst; nor did he seem scared to death. There was nothing in his appearance that suggested a child lost in the middle of the desert a thousand miles from any inhabited territory. When I finally managed to speak, I asked him, “But… what are you doing here?”
And then he repeated, very slowly and very seriously. “Please… draw me a sheep…”
In the face of an overpowering mystery, you don’t dare disobey. Absurd as it seemed, a thousand miles from all inhabited regions and in danger of death, I took a scrap of paper and a pen out of my pocket. But then I remembered that I had mostly studied geography, history, arithmetic, and grammar, and I told the little fellow (rather crossly) that I didn’t know how to draw.
He replied, “That doesn’t matter. Draw me a sheep.”
Here is the best portrait I managed to make of him, later on.
14
Como nunca había dibujado una oveja, debí elegir entre mis dos únicas posibilidades y rehíce, para él, la imagen de mi boa cerrada. Pero quedé estupefacto cuando lo oí decirme:
—¡No! ¡No! No quiero un elefante dentro de una boa. Una boa es demasiado peligrosa y un elefante muy voluminoso. Mi país es pequeñito. Necesito una oveja. Dibújame una oveja.
Entonces lo intenté.
Él se quedó mirando atentamente el dibujo y me dijo:
—¡No! Esta oveja está muy enferma. Hazme otra.
Lo intenté de nuevo.
Mi amigo sonrió amablemente, con indulgencia, y comentó:
—Fíjate bien… esto no es una oveja: es un carnero. Tiene cuernos…
Volví, pues, a rehacer mi dibujo; pero fue también rechazado como los anteriores.
—Esta es demasiado vieja. Quiero una oveja que pueda vivir muchos años.
Entonces, ya sin paciencia, apremiado por comenzar cuanto antes a desarmar mi
15
Since I had never drawn a sheep, I made him one of the only two drawings I knew how to make—the one of the boa constrictor from outside. And I was astounded to hear the little fellow answer: “No! No! I don’t want an elephant inside a boa constrictor. A boa constrictor is very dangerous, and an elephant would get in the way. Where I live, everything is very small. I need a sheep. Draw me a sheep.”
So then I made a drawing.
He looked at it carefully, and then said, “No. This one is already quite sick. Make another.”
I made another drawing. My friend gave me a kind, indulgent smile:
“You can see for yourself… that’s not a sheep, it’s a ram. It has horns…”
So I made my third drawing, but it was rejected, like the others:
“This one is too old. I want a sheep that will live a long time.”
16
motor, garabateé este dibujo:
Y le dije:
—¿Ves esta caja? Dentro está la oveja que quieres.
Para mi sorpresa, la cara de mi joven juez se iluminó:
—¡Era exactamente así como la quería! ¿Crees que esta oveja necesite mucha hierba?
—¿Por qué?
—Porque en mi país todo es pequeño…
—Será suficiente. Te he regalado una oveja muy chiquita.
Inclinó la cabeza sobre el dibujo:
—No, no es tan chiquita… ¡Espera! Se ha quedado dormida.
Y así fue como conocí al principito.
17
So then, impatiently, since I was in a hurry to start work on my engine, I scribbled this drawing, and added, “This is just the crate. The sheep you want is inside.”
But I was amazed to see my young critic’s face light up. “That’s just the kind I wanted! Do you think this sheep will need a lot of grass?”
“Why?”
“Because where I live, everything is very small…”
“There’s sure to be enough. I’ve given you a very small sheep.”
He bent over the drawing. “Not so small as all that… Look! He’s gone to sleep…”
And that’s how I made the acquaintance of the little prince.
18
III
He necesitado un largo tiempo para comprender de dónde venía mi nuevo amigo. El principito, a quien interrogaba mucho, nunca pareció comprender mis preguntas. Fue-ron solo las palabras sueltas, dichas como por azar, las que, poco a poco, me fueron revelando todo. Así, cuando reparó por primera vez en mi avión (no haré un dibujo de mi avión porque resulta demasiado complicado para mí), me preguntó:
—¿Qué es esa cosa?
—No es una cosa. Puede volar… vuela. Es un avión. Es mi avión.
Y me sentí orgulloso de hacerle conocer que yo volaba. Entonces exclamó:
—¡Cómo! ¿Tú caíste del cielo?
—Sí —respondí modestamente.
—¡Ah! Es divertido…
Y el principito tuvo una explosión de risa, muy simpática, sí, pero que me irritó mucho. Prefiero que mis desventuras se tomen con la mayor seriedad.
Luego agregó:
—Entonces, ¡tú también vienes del cielo! ¿De qué planeta eres?
En ese momento se hizo para mí como una luz en medio del misterio de su presencia. Quise saber más y bruscamente pregunté:
—¿Entonces vienes de otro planeta?
Pero no me respondió. Movía, en ese instante, la cabeza con suavidad observando mi avión:
—En realidad no creo que, en esto, puedas venir desde muy lejos…
Y se internó en un ensueño que duró un largo tiempo. Luego, sacó mi oveja del bolsillo y se quedó como sumergido en la contemplación de su tesoro. Pueden imaginarse cuánto me intrigó aquel secreto revelado a medias sobre los otros planetas. Hice un esfuerzo por saber un poco más del asunto:
—Mi hombrecito, ¿de dónde has venido? ¿Dónde está tu país? ¿A qué lugar quieres llevar mi oveja?
Y me respondió, después de un silencio meditativo:
—Lo bueno de esta caja que me has dado es que, de noche, podrá servirle de casa.
—Seguramente. Y si eres amable, te daré también una cuerda para que puedas atarla durante el día. Y una estaca.
19
III
It took me a long time to understand where he came from. The