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En la idílica Sullivan's Island, un despiadado asesino en serie anda suelto.
La doctora Marie Barket disfruta de una vida tranquila como la veterinaria de Sullivan's Island – hasta que sus habilidades psíquicas vuelven de pronto tras dieciocho largos años. Acosada por los espíritus que ahora la persiguen en todo momento, Marie confía en su mejor amiga y ambas crean la Sociedad Paranormal de Sullivan's Island (SPSI).
Mientras nuevas e improbables amistades se forjan, Marie aprende a controlar su don. Sin embargo, los acontecimientos dan un oscuro y drástico giro cuando se da cuenta de que los espíritus están tratando desesperadamente de advertirle acerca de una malvada presencia en la isla...y los residentes se enteran del primero de los terribles asesinatos.
Con la ayuda del equipo del SPSI, Marie está decidida a llevar al asesino ante la justicia. Pero, ¿y si la vida que intenta salvar es en realidad la suya?
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Veröffentlichungsjahr: 2022
Derechos de autor (C) 2012 Robin Murphy
Diseño de Presentación y Derechos de autor (C) 2022 por Next Chapter
Publicado en 2022 por Next Chapter
Arte de la portada por CoverMint
Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con eventos reales, locales o personas, vivas o muertas, es pura coincidencia.
Todos los derechos reservados. No se puede reproducir ni transmitir ninguna parte de este libro de ninguna forma ni por ningún medio, electrónico o mecánico, incluidas fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso del autor.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Querido lector
Sobre La Autora
Notas
A mis padres, Paul y Helen, por horas al teléfono de amor y apoyo. A mi hijo, Nathan, por creer en la capacidad de su mamá de escribir un libro. Y finalmente, a mi mayor fan y amor verdadero, mi marido Bob, gracias por tu amor incondicional y por tus ánimos.
Marie aún podía ver la cara manchada de lágrimas de Billy Cooper mientras esperaba a que Champ se fuera lentamente a dormir. Intentó explicarle que esta era una cirugía rutinaria. Pero Billy simplemente no entendía qué tenía que ver una cirugía con el hecho de que Champ no pudiera tener más hijos. Marie sonrió y acarició al setter irlandés mientras empezaba a afeitar y desinfectar el área donde tendría lugar la incisión.
Justo antes de realizar el corte, Marie atisbó con el rabillo del ojo la sombra de un niño pequeño. Parecía tener seis años, y la miraba fijamente. Cerró los ojos inmediatamente e intentó expulsar al espíritu de su cabeza. Cuando volvió a abrirlos, el niño se había ido.
Susurró dulcemente a Champ: “Lamento la interrupción. Deja que termine lo que estaba haciendo para que puedas volver con Billy. Cuanto menos tiempo pasemos aquí mejor para él y su ansiedad.”
Después de la cirugía, Billy y su madre Jane ayudaron a Marie a colocar cuidadosamente a Champ en la parte trasera de su SUV. Billy se emocionó al ver cómo Champ movía un poco la cola.
Marie le dijo, “Ahora acuérdate de seguir mi lista de instrucciones para Champ. Estará un poco adormilado hoy, pero es normal. Yo no le daría nada de comer hasta esta tarde-noche. Llámame si hay algún cambio, pero sé que estará bien.”
Billy sonrió y empezó a leer las instrucciones. “Voy a memorizar todo esto para asegurarme de que Champ mejora. Gracias, Doctora Bartek. Es usted la mejor veterinaria del mundo.”
Marie dijo adiós con la mano y se quedó a observar cómo se alejaban. Casi se había olvidado del espíritu que vio en el quirófano. Decidió que en cuanto terminase con el resto de sus citas llamaría a su mejor amiga Gale Winters, para continuar su conversación sobre la posibilidad de organizar un grupo paranormal. Habían pasado casi dieciocho años desde su último encuentro con un espíritu, era hora de indagar por qué su habilidad había vuelto.
Al acabar el día, Marie se dirigió ensimismada hacia la casa de Gale. Era consciente de que la llamada a su amiga había sigo ambigua, pero entendida. Mientras pasaba por la Taberna de Poe, se dio cuenta de lo mucho que le gustaba el hecho de poder ir a pie a cualquier lugar de la ciudad, vivir en la playa lo hacía posible. Lo que también era genial era tener a Gale viviendo a tres casas más arriba de la suya. Se acordaba de la primera vez que conoció a Gale cuando se mudó a Sullivan's Island, SC. Amante de las antigüedades, Marie había entrado en la tienda de Gale, enamorándose inmediatamente de las antigüedades y de ella. No tardaron en hacerse amigas.
A Marie le divertía la despreocupada y casual forma de vida de Gale. No tenía miedo de decir lo que pensaba y ponerte en tu lugar si era necesario. Era todo lo contrario de Marie. Gale era unos cuantos centímetros más alta, con un pelo tan negro que a Marie le recordaba al carbón. Sus ojos eran igual de oscuros y tenía la piel aceitunada. Podría llevar pantalones cortos en cualquier momento del año y aún así daría la impresión de venir de tomar el sol. Marie envidiaba el alto y delgado cuerpo de Gale, aunque eso no quitaba que se sintiera bien con su propio cuerpo. Estaba segura de que podía competir con Gale en el “departamento de tías buenas”. Después de todo, algunos hombres le habían dicho que les encantaba su largo pelo rubio y sus ojos verdes, por no mencionar el hecho de que tenía un esbelto cuerpo de nadadora. Nadar era su verdadera pasión y la razón por la que abandonó los fríos inviernos de Rhode Island para mudarse a Sullivan's Island.
Marie giró en un callejón y divisó el letrero de la tienda de Gale. Estaba cerrado. Los pensamientos y las petunias se desparramaban fuera de las macetas y sus colores contrastaban explosivamente con la pintura agua pálida de la fachada. Era una pintoresca casita de campo con una puerta rojo brillante y otra con tela mecánica colgada descuidadamente.
Marie dejó que la puerta se cerrará de golpe tras ella y siguió un maravilloso aroma a canela que la llevo a la cocina, donde encontró a la culpable. “Oh, Gale, sabes que estoy a dieta, ¿por qué haces estos increíbles bizcochos de canela y me torturas?
Gale sonrió y sirvió el té. “Porque ambas estamos a dieta y me encanta tener compañía cuando me la salto.”
Marie se rió y mordió un bizcocho. “Oh, Dios, esto es el paraíso. Es justo lo que necesitaba después del día en la clínica.”
Gale cogió otro y lo olió antes de darle un mordisco.
“Sí, fuiste extremamente imprecisa por teléfono. ¿Asumo que has tenido otro, digamos incidente? Es el tercero en un mes, ¿por qué crees que está pasando tan frecuentemente?
Marie se sentó y sopló el té antes de dar un trago. “No lo sé, pero me alegro de tenerte de confidente. Ya sabes, he estado viviendo aquí cerca de diecisiete años y aún no consigo descubrir por qué esta habilidad ha decidido irrumpir de nuevo en mi vida ahora. Pensé que la había perdido en Rhode Island.”
Gale estudió la cara de Marie mientras ella se deslizaba de nuevo a su silla y apoyaba los pies en la banqueta. “Es cierto; me dijiste que la última vez que te pasó tenías unos doce años. Dijiste que tus padres te miraban como si estuvieses loca.”
Marie suspiró, “Sí. Nunca me gritaron o regañaron por ello, pero odiaba la forma que tenían de mirarme. Además, nuestros vecinos empezaron a cotillear sobre ello e incluso cuestionaron las creencias religiosas de mi familia. Tampoco ayudaba el hecho de que mis hermanos solían meterse conmigo. Creo que estaban celosos.”
Gale se estiró para coger otro bizcocho pero decidió no hacerlo. “¿No había un niño en quien confiabas? ¿Quién era?”
“Oh, sí, Davy McGee. Era un poco raro.” Marie dio el último bocado a su bizcocho y pensó en Davy. “¿Alguna vez te dije que su madre se suicidó?”
Gale hizo una mueca de tristeza, “No, no me lo dijiste. Qué pena.”
“Sí, lo fue. Me molestaba todo el rato para que hablase con el espíritu de su madre, quería que descubriera por qué lo hizo. El problema es que todos en la ciudad sabían que su padre pegaba a su madre. Creo que Davy era el único que no lo sabía.”
Gale sirvió otra copa de té. “¿Conseguiste hablar con su madre?”
Marie se quedó en silencio, removiendo el té con la cuchara. “Sí. Me dijo que no soportaba más el acoso, así que se ahorcó. Davy se puso hecho un basilisco. Dijo que era una imbécil y que le había engañado. Nunca volvió a hablarme después de eso. Probablemente fuese entones cuando empecé a reprimir mi capacidad. Imaginé que sería así como la gente iría a reaccionar, no quería ver ni hablar con espíritus nunca más.”
Gale respondió, “No te culpo. Me pregunto cuál es el catalizador que hace que tu habilidad esté resurgiendo. Así que, hablando de esto, ¿cuándo quieres empezar a organizar un grupo paranormal? Hemos estado hablando de ello durante tanto tiempo que creo que ya va siendo hora de que lo pongamos en práctica. Me parece que tenemos suficientes interesados.
Marie asintió. “Estoy de acuerdo. ¿Quién dices que tienes en la lista?”
Gale cogió un papel, junto con otro bizcocho. “Bueno, a ver, están Mimi y Jim Rawlings. Mimi cierra la farmacia a las seis, y creo que Jim puede encontrar a alguien que le sustituya una tarde en el mercado. El Sr. perfecto Tim Haines debería ser capaz de cuadrar una tarde libre, siendo el Jefe de Bomberos y tal. Myra Cummings está jubilada, así que sin problema, a menos que tenga una lectura. Y Harry Connor trabaja durante el día así que también estará libre por las tardes-noche.”
“¿Harry Connor?” Ah, ya, el orientador y demonólogo1.” Marie se terminó el té y se levantó para estirar la espalda. “¿Cómo se metió en eso? Bueno, de hecho he olvidado por qué todos ellos están tan interesados en ayudarnos a organizar este grupo, aparte de Myra, obviamente.”
Gale empezó a llevar los platos a la pila. “Bueno, creo que todos han tenido alguna experiencia relacionada con el más allá. Mimi y Jim vieron una aparición cuando estaban casados y Mimi embarazada de Amanda. Creo que Tim simplemente tiene curiosidad. Dice que por las noches oye voces en el parque de bomberos. Y Harry, bueno, Harry afirma que su primo segundo fue poseído dos veces, por eso se hizo demonólogo.”
Marie se apoyó en la encimera. “Bien, diría que es un grupo bastante interesante. ¿Por qué no llamas a Tim, Mimi y Jim para reunirnos? Yo llamaré a Myra y a Harry. Podemos quedar sobre las seis en mi casa el sábado por la noche, y reunirnos encima del garaje.
Gale sonrió, “Me parece un buen plan. Ah, por cierto, ¿deberíamos añadir al Comisario Miller a la lista?”
A Marie casi se le cae la taza. “¿Cory Miller? ¿Por qué demonios preguntas eso?
Gale se rió y dijo, “Porque creo que estás pillada por él.”
“Muy graciosa. No lo estoy. Además, ha dejado bien claro que es un escéptico.”
“¿Cómo lo sabes?” Gale tiró las hojas de té en la basura.
Marie se sentó y suspiró. “Porque Myra me dijo que ha tenido conversaciones con él sobre hacerle una lectura y él la rechazó amablemente.”
Gale empezó a enjuagar los platos. “Sí, pero eso no significa que no podamos hacer que cambie de ideas. Mucha gente no cree en fantasmas hasta que han vivido algo inexplicable. Después de todo, yo era así. Hasta que no vi a mi madre al pie de mi cama el día después de su muerte no empecé a creer. Nadie más en mi familia la vio. Así que...ahí tienes.”
Marie sonrió, “Sí, supongo que tienes razón. Cory es mono, ¿verdad? Quiero decir, alto, moreno y guapo siempre es una buena combinación.
Gale rió y cogió el teléfono. “Voy a empezar con las llamadas. ¿Por qué no coges mi agenda y haces lo mismo? Vamos a conseguir reunirnos el sábado.”
Marie abrió la agenda telefónica y buscó los números de Myra y Harry. Fueron capaces de hablar con todos y organizar la reunión. Sintió unas pocas mariposas en el estómago cuando empezó a ser consciente de que esto iba hacia adelante. ¿O era de pensar en Cory? Cada vez que veía una oportunidad de conocerle un poco mejor se echaba para atrás porque sabía que probablemente su habilidad le asustaría.
Expulsó a Cory de su mente igual que había expulsado el espíritu del niño aquella mañana. Esos eran dos asuntos de los que trataría más adelante. En ese momento solo quería concentrarse en desarrollar el grupo paranormal y comprender por qué podía ver y oír espíritus de nuevo.
El sábado, dormir hasta las ocho y media fue un placer para Marie, teniendo en cuenta que sus días solían empezar antes del amanecer. El cálido sol le bañaba el rostro mientras se ponía el traje de neopreno. A pesar de estar en junio, la temperatura del agua del océano aún era bastante fría. Salió al soleado porche y estiró los brazos y piernas bajo el olor de la sal del océano y el dulce aroma de las rosas del jardín. El perfume de esa combinación nunca le cansaba.
Una vez sus músculos entraron en calor corrió los ciento cincuenta metros hasta la orilla y se sumergió lentamente. Cuando el suelo oceánico desapareció bajo sus pies, empezó a nadar sus largos habituales. Todo resto de estrés desapareció de su mente y cada brazada que daba le hacía sentir como nueva. Sus pensamientos eran confusos cuando se despertó por la mañana, pero en cuanto el agua del océano le salpicó la cara, su mente se aclaró por completo.
Estaba entusiasmada por la reunión del grupo sobre fenómenos paranormales que tendría lugar esa tarde en su casa. Había pasado toda la semana inventando nombres para dicho grupo. Había uno que le pareció apropiado, y esperaba que el resto del grupo estuviese de acuerdo.
Acabó de dar los últimos largos y se dirigió hacia la orilla para recobrar el aliento y hacer unos estiramientos. Su decisión de nadar en el océano fue acertada; normalmente nadaba en una piscina cubierta, pero el día era demasiado perfecto para quedarse dentro. Observó a las gaviotas bajar en picado hacia el agua para atrapar el desayuno mientras comprobaba su pulso. Al levantarse vio por el rabillo del ojo una sombra, que rápidamente desapareció. Sacudió la cabeza y se dio la vuelta en todas direcciones, pero no vio nada.
El camino de vuelta fue menos despreocupado que su carrera anterior, pero Marie optó por ignorar esos sentimientos y admirar su cabaña de madera de dos pisos con porche cubierto. Las enormes mecedoras pintadas de rojo se movían suavemente con la brisa. Se sintió afortunada por haber sido capaz de comprar esa casa, pero perder a su tía favorita y a su madrina había sido un alto precio a pagar. Su tía Ruth nunca se casó y murió de cáncer de mama en la flor de la vida. Dejó a Marie una gran suma de dinero que le permitió pagar la propiedad a pie de playa por solo setecientos cincuenta mil dólares. En el mercado actual podría fácilmente ser vendida por un millón y medio, cosa que Marie no tenía ninguna intención de hacer.
Llegó al porche delantero e inmediatamente le vino el olor del café del desayuno. Tener un temporizador en la cafetera era una herramienta utilísima. Se sirvió una copa y sacó una sartén del lavavajillas. Tortitas de fajol fueron la elección para esta mañana mientras colocaba la masa en la sartén. Tras añadir arándanos a la mezcla, metió un poco de bacon en el microondas, puso el temporizador, y empezó a quitarse el traje de neopreno. Cogió algo de ropa seca de la lavandería y se la puso. Nadar le abría siempre el apetito y el desayuno era su comida preferida del día.
Las vistas desde su cocina eran magníficas, con el océano extendiéndose hasta donde el ojo podía ver. Las dunas estaban cubiertas por el mar, y la hierba enterrada bajo salvajes flores púrpuras que revoloteaban en el viento. Mientras esperaba para darle la vuelta a la tortita, observó cómo las blancas olas se agitaban cuando la temprana marea bajaba, dejando conchas en la arena.
Marie desayunó en el soleado porche leyendo el periódico local El Ojo de la Isla. Sonrió ante el artículo dedicado al puente de Ben Sawyer. Marie había planeado asistir a la ceremonia, pero tuvo una obstrucción intestinal de emergencia en un caniche. Vio al Comisario Miller de pie en la foto grupal.
“Es cierto lo que dicen sobre los hombres con uniforme”, dijo.
Después de desayunar se sirvió otra taza de café y deambuló por la parte trasera de la casa para limpiar las hojas de palmera que habían quedado en el suelo tras la última tormenta. Justo cuando estaba colocando la taza de café en la barandilla del porche, el espíritu del niño que había visto en la clínica apareció a tan solo dos pies de ella. Marie se quedó paralizada. Tras lo que pareció una eternidad, vio cómo la boca del niño se movía, pero no fue capaz de comprender lo que decía. Las únicas palabras que entendió fueron ayuda y peligro. Cuando intentó preguntarle qué estaba diciendo, él desapareció.
Marie aún estaba tratando de recobrar el aliento cuando Gale apareció detrás de ella y vio la pálida cara de Marie. “Vaya, no pretendía asustarte. ¿Con quién hablabas?”
Marie se agarró a la barandilla y se sentó en un escalón. “Era el mismo niño de la clínica, solo que esta vez le oí hablar.” Colocó la cabeza entre las manos. “Sólo pude entender las palabras ayuda y peligro. Uff, fue espeluznante.”
Gale se sentó a su lado y le pasó el brazo por los hombros. “Creo que la reunión de esta noche va a ser muy interesante, ¿no crees?”
Marie levantó la cabeza y sonrió ligeramente. “Sí, mucho.”
Gale dio un pequeño sorbo al café de Marie y cambió de tema. “¿Necesitas ayuda organizando el garaje?”
Marie respondió. “No, lo limpié anoche. Tuve algunos problemas de sueño. Arreglé el ventilador y el aire acondicionado. Deberíamos estar bastante cómodos.”
Gale preguntó, “Hey, ¿viste el artículo sobre Ben Sawyer? ¿No estaba guapo el comisario buenorro Cory? Me preguntó por ti, por cierto. Le conté lo del pobre caniche. Dijo que puede que se pase mañana para comprobar cómo va todo, por así decirlo.”
Marie rió y dijo, “Estás empeñada en liarnos, ¿eh? Venga, vamos dentro y empezamos a organizar el papeleo para SPSI.”
“¿Qué demonios es SPSI?”
Marie subió los escalones del porche. “Es el nuevo nombre para el grupo. ¿Qué te parece? Sociedad Paranormal de Sullivan's Island. Se me ocurrió esta semana, esperaba que sonara bien.”
Gale la siguió hasta la habitación y casi tropezó con una enorme maleta. “¿Qué es esto? Casi me rompo un dedo.”
Marie apartó la maleta. “Oh, lo siento, es el equipamiento que he estado reuniendo.” Notó la mirada confusa de Gale. “Ya sabes, un par de grabadoras digitales, algunos walkie-talkies, linternas LED y una cámara digital. Hey, no me has dicho qué te parece el nombre.”
Gale pasó por encima de la maleta y se sentó en el banco. “A ver, déjame pensar. SPSI suena chulo. Nunca pensé que nos pondríamos un nombre.”
Marie abrió la maleta y empezó a colocar el equipamiento en la antigua mesa de madera de nogal que había comprado en la tienda de Gale. “Por supuesto que vamos a tener un nombre. Quiero registrarnos y hacerlo oficial. Se trata de algo más que cazar fantasmas. Vamos, ayúdame a llevar esto al garaje y prepararnos para la reunión.”
Gale se quejó y ayudó a mover el material y algunas sillas de la habitación hasta el garaje. “Tengo que admitirlo,” dijo, “tienes estilo para la decoración. Cuando compraste aquellas piezas antiguas en mi tienda tenía mis reservas sobre cómo quedarían en una casita de playa. ¿Quién habría pensado que un mueble de madera de nogal quedaría bien en una habitación azul pálido con un enorme sillón acolchado azul a rayas y un sofá de flores?”
Trabajaron el resto del día en la organización del cuartel general de la SPSI y preparando picoteo para la reunión. Cuando ya faltaba poco para que los invitados llegaran, Gale decidió ir a casa para darse una ducha y traer tequila. Dejó claro que quería tomar unos margaritas antes de empezar a hablar sobre fantasmas y actividad paranormal.
Myra fue la primera en llegar. Trajo patatas y salsa y una enorme carpeta llena de papeles. Les dijo a Marie y a Gale que eran todas las notas y periódicos que había ido coleccionando durante sus años de médium. La gente de Sullivan's Island pensaba que Myra era algo excéntrica por la forma en que vestía. Esa noche llevaba unos pantalones fucsia y una blusa azul de cachemir con unos zapatos de tacón alto. Los pendientes combinaban con el fuerte colorete rojo de sus mejillas y los enormes anillos alrededor de sus huesudos dedos. Myra tan solo tenía sesenta y dos, pero tantos años de fumadora le daban el aspecto de una persona de ochenta.
Jim, Mimi y Tim llegaron después. Jim y Mimi estaban teniendo una acalorada conversación, mientras Tim se encogía de hombros cuando Marie abrió la puerta. Tim apenas podía entrar por la puerta con sus casi dos metros de altura. Tenía el cuerpo perfecto de un Jefe de Bomberos. Su pelo castaño estaba cortado al estilo militar, pero su rasgo más dominante eran sus penetrantes ojos azules, sobre los cuales Gale hablaba a menudo, aunque Marie estaba convencida de que eran las enormes manos y pies de Tim lo que intrigaba a Gale.
Jim y Mimi eran completamente opuestos en su aspecto. Jim era igual de alto que Marie y pesaba menos que Myra, mientras Mimi parecía ser una cabeza más alta que Jim y más grande. Dejaron de discutir inmediatamente, se sentaron en lados opuestos de la mesa y se miraron fijamente. Todo el mundo estaba acostumbrado a sus numeritos y les ignoraron mientras se organizaban y se sentaban.
Harry fue el último en llegar, saludó silenciosamente y se sentó al lado de Jim. Sus gafas tenían la usual cinta en los lados que las mantenía juntas. Su pelo gris estaba alborotado y le faltaba el segundo botón del chaleco. Marie no conseguía entender cómo podía vestir un traje con semejante clima. El sudor le corría por la frente y él lo limpiaba continuamente con un pañuelo. No importaba el calor que hiciera, Harry nunca se aflojaba la corbata.
Marie se sirvió un margarita y se sentó. “Hola a todos, me alegra que al fin hayamos podido reunirnos. Sé lo difícil que es hacer coincidir nuestros horarios. Gale y yo hemos estado hablando sobre desarrollar un grupo dedicado a los fenómenos paranormales durante al menos cinco meses. Después de tantear el terreno, creo que tenemos un grupo bastante bueno con el que empezar.”
Myra respondió, “Estoy emocionada por hacerlo, Marie. Sabes que ayudaré en todo lo que pueda, pero no tengo ni idea de cazar fantasmas.”