El viaje es hacia adentro - Belén Salinas Medici - E-Book

El viaje es hacia adentro E-Book

Belén Salinas Medici

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Beschreibung

A lo largo de estas páginas, la autora aborda interrogantes y conceptos cruciales a la hora de encarar el proceso de autodescubrimiento. Se pregunta por el amor, nos invita a reflexionar sobre aquello que tenemos para dar, y comparte distintos hábitos para nutrir el ser, para aceptar todo el crisol de sentimientos (incluso esos que tildamos de negativos) y para soltar los resentimientos que nos atan al pasado. Lejos de verdades absolutas, con el gran poder de creación de las palabras, Belén Salinas Médici comparte sus vivencias y su aprendizaje, llenos de hábitos y de desafíos que te ayudarán a conocerte íntegramente, a ser responsable por tu bienestar y a tomar el camino hacia la soberanía del ser.

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EL VIAJE ES HACIA ADENTRO

Belén Salinas Médici

BÚSQUEDAS

Salinas Médici, Belén

El viaje es hacia adentro / Belén Salinas Médici. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Metrópolis Libros, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-631-6505-61-3

1. Autoayuda. 2. Autoconocimiento. I. Título.

CDD 158.1

© 2024, Belén Salinas Médici

Primera edición, marzo 2024

Dirección comercial Sol Echegoyen

Dirección editorial Julieta Mortati

Asistencia editorialEleonora Centelles

Coordinadora de ediciones Jacqueline Golbert

Jefa de corrección María Nochteff Avendaño

Corrección Karina Garófalo y Patricia Jitric

Diseño y diagramaciónLara Melamet

Ilustraciones Ornela Dip - @andala_ilus

Conversión a formato digital Estudio eBook

Hecho el depósito que establece la ley 11.723. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por escrito de los titulares del copyright.

Editorial PAM! Publicaciones SRL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

[email protected]

www.pampublicaciones.com.ar

A todos mis maestros

(amigos, enemigos, profesores, parejas, familia, compañeros, mascotas, conocidos, desconocidos, árboles, animales, plantas, gurús, vaishnavas, brajabasis, sadhus, a la madre naturaleza, al universo, a mí misma)

“La virtud es orden y sólo podrás comprender el orden cuando hayas investigado el desorden dentro de ti mismo”.

JIDDU KRISHNAMURTI

Índice

CubiertaPortadaCréditosDedicatoriaEpígrafeAntes de empezarIntroducción. El poder que te habitaI. ¿Qué es el amor?II. Sólo podemos dar aquello que tenemos1. Observar[me]2. Sentir[me]3. Conocer[me]4. Aceptar[me]5. Agradecer[me]6. Amar[me]III. Nutriendo el Ser1. Agradece a la vida2. Sé coherente. Vive de acuerdo con como piensas y sientes3. Vive tus valores4. Enfócate en aquello que quieres crear o expandirIV. De la ira al amor, del amor a la iraV. Ahora, sueltaSobre este libroSobre la autoraTienda PAM

Antes de empezar

“Sólo sé que no sé nada”.

SÓCRATES

 

 

Nada de esto es la verdad absoluta.

 

Todo lo que expreso en este libro es sólo mi punto de vista según mis experiencias y vivencias. Si buscas la verdad absoluta, ¡ánimo!, aprenderás mucho intentando encontrarla y descubrirás que cuanto más sabes, más ignorante eres. Cuando reconozcas tu ignorancia, entonces te volverás sabio.

INTRODUCCIÓN El poder que te habita

He estado toda mi vida en la búsqueda de algo, ya sea de experiencias o de respuestas a aquellas preguntas que muchos nos hacemos. ¿Cuál es el objetivo de esta vida? ¿Por qué sufrimos? ¿Qué vinimos a hacer a este mundo? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?

Los monjes budistas acostumbran hacer mandalas, hermosos dibujos simétricos y coloridos con arena de colores que simbolizan el microcosmos y el macrocosmos. Esa creación suele durar de días a semanas para finalmente soplarlos, lo cual simboliza lo transitorio de la vida: la impermanencia.

Si bien tenemos una esperanza de vida estimativa de noventa a cien años, la realidad es que podemos morir en cualquier momento. Por eso, todos los objetivos que tengan que ver con acumulación de bienes materiales nunca fueron conmigo. Tal como venimos, nos vamos. Desnudos y sólo con nuestra conciencia. Pero ¿qué pasa antes de venir?, ¿qué pasa después?, ¿y durante? ¿Cuál es el significado que podemos darle a la vida para vivir plenamente?

¿Qué es vivir en plenitud? Para mí, quien vive en plenitud vive con su máximo potencial. En estado de ecuanimidad ante la felicidad y la adversidad, y en unión y paz con el universo, nada puede alterar su estado de ánimo. En el budismo y el hinduismo, este estado es llamado iluminación o autorrealización, y todos podemos alcanzarlo ya que es nuestra naturaleza. La naturaleza del Ser.

Pero bien, en un principio no buscaba tal estado, sino al menos vivir en congruencia con mi pensar y mi sentir. Creía que ese era un aspecto básico para poder ir más a fondo. Sentía que en la sociedad había mucha injusticia y que yo tenía parte de responsabilidad por hacer algo o no hacer nada al respecto.

Poco a poco me fui dando cuenta de que cada una de las cosas que hacía —desde comer un bocado hasta dar una respuesta reactiva—, generaba una consecuencia en el mundo. Y que yo era totalmente responsable de tal cosa. Como buena cuestionadora, empecé a rever ciertos hábitos que hacía sin pensar, casi de forma mecánica, y eran opuestos a mi sentir.

Recuerdo que, de chica, cuando me preguntaban qué quería ser cuando fuera grande, con una mirada inocente y pura decía “veterinaria”, porque me encantaban los animales, al igual que ahora. Y años después, en esta búsqueda por la congruencia interna y social, me vi cuestionándome por qué me los comía. Así, pasé por varias etapas intensas en mi vida (porque soy de aquellas idealistas que si descubren algo, es ahí y tiene que ser ahí y todos tienen que saber que es ahí y ahí vamos entonces, hasta el fondo de todo; nada de tibiezas), en la que transité desde el ambientalismo y el vegetarianismo hasta el veganismo, desde el socialismo hasta el apartidismo, etcétera.

Durante mi búsqueda me preguntaba, entonces, por qué seguía sufriendo si me consideraba una persona íntegra y vivía sin perjudicar a nadie. De hecho, intentaba ayudar a que otros también vivieran así, pero seguía sin llegar a esa plenitud. Seguía preguntándome las mismas cosas porque sentía que todo mi esfuerzo era en vano. No podía convencer a todas las personas que estaban provocando daño sin darse cuenta, ni podía salvar a todos los animales de ser asesinados, ni podía terminar con el hambre en el mundo, ni con la deforestación, ni con la discriminación hacia los pueblos originarios, ni con cada una de las injusticias. Todo eso seguía ocurriendo igual.

Encontré muchas respuestas a estas preguntas cuando un tiempo después conocí más a fondo la filosofía oriental, que habla del karma, la ley de causa y efecto. En el hinduismo, el karma es una creencia en la que toda acción realizada (consciente o inconsciente) tiene un efecto que influye en el individuo directamente. Esto pudo responder de cierta manera mi pregunta de por qué yo, Belén, tuve la oportunidad de nacer en Argentina, en una clase media y, al mismo tiempo, otro niño nació en África y murió por desnutrición. ¿Por qué ocurre? Yo no creo en el azar, pero si todo pasara por algo, me parecería injusto. Ahora bien, teniendo en cuenta la ley del karma y la reencarnación —otra creencia oriental que me parece bastante acertada—, uno podría comprender que cada ser viene a experimentar esta vida de acuerdo con lo que haya hecho o evitado en sus vidas pasadas. Y que cada uno de nosotros tiene que aprender algo, y por eso está en la situación en la que está. Ese fue el pensamiento que pudo aliviar un poco a mi juez interno.

En ese entonces yo vivía sola en un monoambiente amueblado en Palermo. Me gustaba vestirme bien, así que tenía linda ropa, trabajaba en la TV como editora audiovisual y estaba bien posicionada como para ahorrar los dólares suficientes y hacer algún viaje. A India, por ejemplo. Así como lo pensé, me lo propuse y lo concreté. Tal era mi seguridad sobre lo que estaba haciendo que regalé todas mis cosas, ya que mi idea era no volver a mi país. Esa seguridad me impulsó a irme sola a un país del que no conocía ni el idioma y con un inglés que no era lo suficientemente bueno como para conversar fluidamente.

Me acuerdo de que me preguntaban por qué me iba. Si me había peleado con alguien, si me había pasado algo malo para tomar tal decisión, y yo respondía que era todo lo contrario. Que estaba superbién, pero, como todo en mi vida, si iba a comprometerme con algo, lo iba a hacer bien, de lleno, metiéndome en profundidad. Y así fue.

Me fui a India para nunca volver. Pasé de vestir jeans a usar sari,1 de ver lo que percibía como la frivolidad de la industria televisiva y del espectáculo a ver sadhus2 haciendo sacrificios y dando bendiciones, de bañarme con agua caliente a hacerlo con agua fría, de tener un aire acondicionado a no tener ni ventilador con una temperatura de 40º y una humedad que se sentía como si superara el 100%, de comer sentada en una silla a comer en el suelo y con la mano, de tomarme un taxi a tomarme una rikshaw,3 de caminar con zapatillas a caminar descalza, y así cada día. Pero ese contraste me gustaba, me sentía muy bien y feliz. En tal simpleza podía ver más allá de lo superficial.

Como solía pasarme, comencé a creer que este camino era “el camino”, y no sólo me conmemoré como Bhakti yogui, sino que me dediqué por completo. Si bien en Occidente sólo conocemos el yoga como una práctica de posturas (asanas), tradicionalmente en India existen cuatro tipos: Bhakti yoga, Jnana yoga, Raja yoga y Karma yoga. Luego surgen diferentes estilos y variaciones, como las que conocemos hoy como Hatha yoga, Ashtanga yoga, Vinyasa yoga, entre otras, que, por lo general, hacen más hincapié en las clases de asanas que en la filosofía en sí del yoga aplicada a la vida.

Algo que siempre me llamó la atención y que admiro mucho de los indios es la sencillez, la simplicidad que tienen de las cosas. Más tarde comprendí que esto tenía que ver con su manera de encarar la pobreza material. Ellos aceptan su situación como la que les tocó por la gracia del universo, pero no se quejan: viven en paz y hasta sonríen más que nosotros. Recuerdo un comentario de mi madre que me había dicho con respecto a India: “Hay mucha pobreza ahí, mucha miseria”. Y en ese momento pensé: “Belén, esta es tuya. Te encanta descolocar al otro, te encanta y ya sabes cómo hacerlo. Pero sé sutil”. Sonreí, y con un aire de superioridad respondí: “Mamá, depende de lo que vos creas que es la pobreza”.