Érase este monstruo - Floria Jiménez - E-Book

Érase este monstruo E-Book

Floria Jiménez

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Beschreibung

Esta obra obtuvo el Premio Carmen Lyra de literatura infantil y juvenil en el 2003. Por este libro desfilan los monstruos, ogros y brujas más estrafalarios, que se describen con un lenguaje poético enriquecido por la sonoridad y la ritmicidad de sus imágenes, capaces de encantar el oído infantil y motivar su imaginación. Es por ello, que el humor sale a flote a cada paso y conducen al niño a "reírse de miedo", cada vez que los personajes nacidos del folclor universal se hacen chiquitos e inofensivos.

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Cubierta

Inicio

Floria Jiménez

Érase este Monstruo

IlustróJuly Herrera

Premio Carmen Lyra 2003

Epígrafe

El miedo cabe en la palma de tu mano.

Es tan pequeño como una gota de lluvia.

Lo que pasa es que a veces lo imaginamos del tamaño de un aguacero.

Cuando eso te pase, abrí la sombrilla y ponete a cantar y a bailar. Verás que desaparece como por arte de magia.

La autora

Érase este monstruo

Érase este monstruo

Érase este monstruo

tan grande, tan grande,

que se dio un trancazo

en el sol de la tarde.

Érase este monstruo

con dientes de acero.

Se cayó en la alberca.

¡Cuántos agujeros!

Érase este monstruo

con patas de alambre,

rabito de iguana,

bigotes de estambre.

Érase este monstruo

con barbas de chivo

y un lunar cuadrado

cerca del ombligo.

Érase este monstruo

nariz de camello

con diez chilindrines

colgando en el cuello.

Érase este monstruo

miedoso, miedoso,

por todo gritaba

y no daba reposo.

—¡Socorro, el zancudo!

¡Me pica la hormiga!

¡La alergia!, ¡este gato!

La lluvia, ¡qué fría!

¿Peinarse? ¡Ni asomo!

¿Bañarse? ¡Jamás!

Érase este monstruo

la calamidad.

Vive en la gaveta

de un escaparate

como servilleta

doblado en tres partes.

La rata Colocha

lo vio, sin querer,

y el monstruo asustado

se volvió al revés.

No van a creerlo:

tanto se asustó,

que se fue a la luna

y ahí se quedó.

Lobo tonto

Tonto, lobo tonto,

deja de chillar.

Por más que lo intentes,

no vas a asustar.

¿Me enseñas los dientes?

¿Me vas a morder?

¡Tonto, lobo tonto,

si te faltan diez!

¿Me sacas las uñas?

¿Me vas a arañar?

Lávate las garras.

¡Qué sucias están!

Me llamas. Me insistes:

—Vamos a jugar.

—No puedo, lobito.

Tengo que estudiar.

Calabú

—A las diez y media,

bajo del ombú

canta una fantasma

–dice Calabú.

—¿Quién es la que canta

y hace tururú

pelo enmarañado

como estucurú?

—Una rana roja,

patas de bambú,

panza de gusana,

cola de ñandú.

—Una vez la he visto

–dice Calabú–-

Se oculta en la sombra

y hace: ¡Bububú!

Dice que en la noche

se va al Irazú.

—¿Vamos a buscarla?

—Yo no, Calabú.

Pobrecito el Coco

Pobrecito el Coco,

rompió su costal.

Por eso en la vida

le ha ido tan mal.

Y todos pensaban:

“¡El Coco, ahí va!

buscando, buscando

a quien pueda atrapar”.

Mejor que se busque