Errar por Amor. Orígenes - María de los Ángeles Padrón Cabrera - E-Book

Errar por Amor. Orígenes E-Book

María de los Ángeles Padrón Cabrera

0,0

Beschreibung

«Cuando la justicia se vuelve ciega cobra vida la venganza». Este pensamiento de Andrés Corán es el que mueve esta segunda parte de «Errar por amor», donde es el protagonista de Orígenes, porque todo volverá al inicio. Después de la muerte de su supuesto padre y de su suegro el señor Charles Brown, su vida parece que al fin va a encaminarse al lado de Sophi, el amor de su infancia, luego de recobrar al hijo de ambos, tal parece que todo terminaría con un final feliz. Pero no es así, la curiosidad por conocer a su verdadera familia los Aguilera del Bosco, y su afán por vengarse, hacen que viaje a Cuba para algo más que encontrarse con sus raíces. Ya en el país natal halla una situación económica bastante difícil. Gracias a Aynet podrá insertarse en la vida de La Habana de los años treinta y sobrevivir en un medio del cual poco conoce, se destaca la existencia de la Santería, como un medio para resolver los problemas mediante la creencia en dioses u orishas que participan en la vida de los seres humanos.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Veröffentlichungsjahr: 2023

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.


Ähnliche


Edición:Dulce María Sotolongo Carrington

Corrección:Rayman Vega

Dirección de arte: Rafael Lago Sarichev

Conversión a E-book:Lino A. Barrios Hernández

Ilustración de cubierta: Francisco Blanco, Blanquito

© María Padrón Cabrera, 2021

© Sobre la presente edición:

Ediciones Cubanas ARTEX, 2021

ISBN 9789593141390

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Sin la autorización de la editorial Ediciones Cubanas

queda prohibido todo tipo de reproducción o distribución de contenido.

Ediciones Cubanas

5ta. Ave., no. 9210, esquina a 94, Miramar, Playa

e-mail: [email protected]

Telef. (53) 7204-5492, 7204-0625, 7204-4132

Índice

Sinopsis / 5

Prefacio / 6

Extraña confesión / 8

De mis orígenes / 20

Entre familia / 36

Amigos para siempre / 44

Al llegar / 71

Recordar / 81

Eres solo para mí / 91

Alguien especial / 96

El encuentro / 104

Confusión / 116

Fiesta campestre / 123

No te olvido / 130

Ausencia / 147

Revelación / 152

Sucesos en el teatro / 179

Perversidad / 193

Sobre la autora / 200

Sinopsis

«Cuando la justicia se vuelve ciega cobra vida la venganza». Este pensamiento de Andrés Corán es el que mueve esta segunda parte de «Errar por amor», donde es el protagonista de Orígenes, porque todo volverá al inicio. Después de la muerte de su supuesto padre y de su suegro el señor Charles Brown, su vida parece que al fin va a encaminarse al lado de Sophi, el amor de su infancia, luego de recobrar al hijo de ambos, tal parece que todo terminaría con un final feliz. Pero no es así, la curiosidad por conocer a su verdadera familia los Aguilera del Bosco, y su afán por vengarse, hacen que viaje a Cuba para algo más que encontrarse con sus raíces.

Ya en el país natal halla una situación económica bastante difícil. Gracias a Aynet podrá insertarse en la vida de La Habana de los años treinta y sobrevivir en un medio del cual poco conoce, se destaca la existencia de la Santería, como un medio para resolver los problemas mediante la creencia en dioses u orishas que participan en la vida de los seres humanos.

Muy pronto viaja a Matanzas, donde está la hacienda de su abuelo paterno y su familia materna, allí comienza a tramar su venganza pero dos mujeres se presentaran en su vida: Tomasa y Teresa Leticia, quienes pondrán a prueba su amor por Sophi.

¿Hasta dónde puede llegar la maldad humana?, y ¿cuánto se es capaz de hacer en nombre del amor? ¿Es que acaso, después de la muerte de Charles Brown, puede existir en esta saga, otro personaje tan malvado capaz de todo por satisfacer sus deseos?

El amor es el más tierno, complicado y universal de todos los sentimientos, nace y crece espontáneamente o se va cultivando hasta dar frutos, los más realistas consideran que el amor es avaricioso, insaciable y activo en la medida que no se contenta con los sacrificios hechos sino con los sacrificios que se hacen. El amor de Sophi y Andrés estuvo sometido constantemente a pruebas.

Prefacio

La presente saga de cuatro novelas que hemos denominado «Errar por amor», está conformada por: El hijo de la noche, Orígenes, Venganza Mortal y Encuentros. Tienen como denominador común el amor con todos los condimentos que lo han acompañado desde que el mundo es Mundo: La pasión, los celos, el odio, la traición y lo que hace falta para desarrollar un atractivo argumento que se desarrolla a finales del siglo xix y principios del xx, primero en los Estados Unidos de América, donde indios, negros, mulatos, luchaban por encontrar un espacio en la naciente república en que aún se sentían los escarnios de la esclavitud y los indígenas originales de esa tierra eran considerados hombres salvajes siempre destinados a ser los malos de las películas.

El protagonista, siendo muy niño en unión de su «padre», ambos de origen ¿mexicano?, con una nueva identidad y motivados por una situación personal, se ven obligados a marchar al exilio. Después de estar expuesto a situaciones límites que van desde el secuestro hasta la pérdida de identidad, finalmente logra casarse con la mujer que ama Sophi y empezar una nueva vida donde parece que todo va a sonreírle.

En Orígenes se narran todos los acontecimientos con que se encuentra el personaje principal al retornar a su país natal para dar cumplimiento al último pedido en su lecho de muerte del que fuera su padre de crianza, afloran hábitos, tradiciones, costumbres, idiosincrasia, y hasta matices religiosos que bifurcan la esencia de los personajes que aparecen, de la realidad, pero que en sentido general llevan implícito ubicar al lector en los rasgos de la cubanía del momento y a lo que se ve vinculado el personaje principal al llegar a su país en la década de los años treinta.

Destaca la descripción de los campos cubanos, la flora, la fauna y personajes autóctonos que a pesar de la difícil situación económica que les toca vivir no dejan de soñar y amar.

Aparece como parte importante en esta historia, el apego de los cubanos por las religiones afrocubanas. Así deidades como Oshún. Yemayá y Changó juegan un importante papel en el destino de los protagonistas.

Podrá acercarse a estas páginas como cuando mira o escucha una tele o radio-novela. Cada capítulo lo dejará sediento, al punto de no poder dejar la lectura, siempre pensando qué pasará con sus personajes favoritos. ¿Triunfará el bien sobre el mal?

La autora

Prefacio

Extraña confesión

I

Habían transcurrido algunos años de la muerte del señor Charles Brown, Sophi tomó las riendas de los negocios de su padre, llegando a invertir el poco dinero heredado por ella, una parte para liquidar las deudas contraídas por aquel y Lissy y otra en la restauración del hospital que dirigía su hijo Albert y una clínica de rehabilitación, donde destinaría un área a las personas que recibirían tratamiento médico en correspondencia con los descubrimientos alcanzados al padecer de una enfermedad que para finales del siglo xix y principios del xx, había cobrado cuantiosas vidas: la tuberculosis.

Albert recién graduado como médico, permanecía el mayor tiempo en el hospital pendiente de cada paciente y perfeccionando sus conocimientos a través de estudios constantes.

Se abrió la puerta de la lujosa habitación que ocupaban Andrés y Sophi en la mansión de los Brown. El joven penetró en el interior donde descansaba su padre, vistiendo aún su bata blanca de médico, apenas le había dado tiempo de quitársela, cuando abandonó el hospital al conocer el estado de gravedad de su abuelo Richard. Se acercó a la cama donde Andrés se encontraba acostado vistiendo aún las ropas del día anterior: pantalón color gris oscuro y camisa de un tono gris más pálido a rayas más oscuras, solo tuvo fuerzas cuando llegó de la clínica en la madrugada para quitarse los zapatos y la corbata, estaba exhausto.

―¡Papá, papá! ―lo llamó Albert, Andrés se llevó las manos a los ojos para protegerse de la claridad del sol que penetraba por la ventana, se sentó en la cama con la vista fija en el joven doctor como si quisiera reconocer aquel rostro en el que siempre veía la presencia de Sophi.

―Padre por favor, abra de una vez los ojos. ―Andrés parpadeó y luego de frotar sus ojos, volvió a mirar el rostro del joven y entonces contestó:

―Dime Albert, ¿qué pasa?

―¡Papá!, abuelo Richard está muy mal, creo que ha empeorado, el médico que lo está atendiendo en la clínica mandó por ti, lo dejé muy intranquilo, lleva mucho tiempo sufriendo.

―Hijo yo lo sé, pero vine de la clínica casi en la madrugada luego de una semana sin dormir, necesito recuperar fuerzas…

―Papá ―dijo el joven interrumpiendo a Andrés― parece que usted no comprende la situación, abuelo está muy mal, abuelo se está muriendo.

La noticia fue electrizante, para Andrés que se paró súbitamente:

―Pero me dijeron que había mejorado, por eso vine a descansar y bañarme…

―Papá, después que usted salió, entró en un paro respiratorio, lo lograron sacar, dice el doctor Marcel que si se repite no podrá rebasarlo nuevamente, los pulmones están muy dañados, apenas puede sentarse, el diagnóstico es muy reservado, pidió hablar con usted urgentemente, se ahoga con frecuencia, además su estado de ánimo, atenta contra todo progreso.

Andrés miró a su hijo espantado, se llevó las manos a la cabeza alisando el cabello hacia atrás, deslizándolas hasta alcanzar la parte posterior del cuello, gesto este característico en él, en estado de dudas o desesperación, ¿qué estaba pasando con su padre?, la idea de perderlo, lo atemorizó, Richard había sido su único apoyo toda la vida, su guardián, su escudero en todas las batallas que había enfrentado, aquella persona que siempre estuvo allí para él, ¿cómo sería su vida si le faltara su padre?

Un extraño escalofrío recorrió su espalda para alcanzar sus piernas y brazos, se mantuvo por unos segundos sin saber qué decir ni hacer. Y Albert comprendiendo el estado de perturbación de su padre, se brindó con orgullo y buena voluntad a ayudarlo.

―¡Papá!, reaccione por favor, no puede perder tiempo, la situación es delicada, es necesario que vaya, abuelo lo ha pedido varias veces e insiste en su presencia, cuando lo hace se agita mucho, quiere hablarle, usted debe estar preparado para lo peor, no se preocupe, yo iré con usted ―hizo una pausa―. Papá, usted no estará solo.

―Gracias hijo, pero saliste de prestar servicios toda la noche...

―No importa ―lo interrumpió Albert― yo lo llevo y estaré a su lado, es lo menos que debo hacer por quien le agradezco la vida. ―Andrés se acercó al joven y lo abrazó fuertemente:

―Gracias hijo mío, gracias, no sabes cuánto me tranquilizan tus palabras, puedo darme por dichoso teniendo un hijo como tú a mi lado. ―Luegodel abrazo Andrés lo miró fijamente al rostro― me dejas en el hospital y regresas para que puedas descansar.

―Pero, papá…

―No hay peros que valgan Albert, todo está dicho ―puso sus manos sobre los hombros de su hijo que permanecía aún parado frente a él– te decidiste por una carrera que requiere de muchos sacrificios, no puedes estar sometido a tantas tensiones desde ahora, debes guardar fuerzas para todo lo que se te avecina como médico, guarda energías hijo ―volvió a abrazar a Albert, estoy muy orgulloso de ti… bueno ―dijo concluyendo la escena ―ahora necesito tomar un baño y componerme un poco, avísale a Ayne que por favor, me prepare un café bien fuerte que lo necesito.

―Está bien, cumpliré con lo que me dice, si eso lo tranquiliza, pero ahora repóngase y vamos, yo estaré a su lado.

Entró al baño y Albert fue hacia la cocina a cumplir la encomienda. A los pocos minutos, luego de Andrés tomar una taza de café, salió en unión de su hijo a la clínica donde había sido trasladado desde hacía unos días su padre al conocerse su estado crítico desde aquella tarde en que Richard Corán no pudo recuperarse de la falta de aire, la tos constante que le hizo expectorar algunas manchas de sangre y al final un fuerte dolor en el pecho y en la espalda que lo hizo perder el conocimiento, siendo hallado por su hijo en el piso de la cochera.

II

Llegaron al hospital, en el lobby los aguardaban Sophi y Sussy, la esposa de Albert, con la cual el joven médico hacia poco tiempo había contraído matrimonio y tenían un hijo.

―¿Cómo está mi padre? ―preguntó Andrés desesperado mirando a las mujeres, Sophi fue quien respondió.

―Está muy mal y demasiado inquieto, le pusieron un sedante y algo para el dolor de espalda y la tos, dice el médico que no puede alterarse el sangrado es constante, no se puede hacer nada más, él insiste en que quiere verte solo a ti, tratamos de que se calmara y que tratara de descansar pero es imposible...

Andrés no escuchó más, abrió la puerta que conducía a un largo pasillo con ocho puertas, ubicadas cuatro a cada lado, eran las habitaciones de los pacientes, se dirigió a la última puerta del lateral derecho del pasillo, abrió sutilmente esta, allí todo era tranquilo, el cuarto pintado de blanco, las paredes cubiertas por unas cortinas de color verde aclimataban el ambiente, en el centro de la habitación una cama, y un silencio que solo era interrumpido por los agudos sonidos del hombre que acostado en la cama al sentir la puerta abrirse, dirigió una furtiva mirada a la persona que recién llegaba. Andrés penetró en su interior, quedó atrapado en el extraño ambiente de quietud que rápidamente lo envolvió, unas lágrimas saltaron furtivamente de los ojos de Richard y cayeron sobre la almohada, lo que no pasó por alto para el hombre que se acercó a la cama arrastrando una silla.

―A ver mi viejo, ¿dígame qué pasa?¿está usted llorando?, mire que eso no le hace bien, ¿qué me quiere usted decir?―expresó cariñosamente, miró el rostro pálido de su padre, ya aquellos ojos habían perdido todo el brillo de la vida, pasó la mano por la cabeza de Richard, se irguió, miró aquel cuerpo endeble que desaparecía entre las sábanas, entonces pudo ver los estragos de la enfermedad, se había consumido vertiginosamente en menos tiempo del que calculaba, y Andrés sintió una profunda tristeza, en su afán de compasión acarició nuevamente el cabello del hombre que tanto lo amaba y en la que se apreciaban algunas listas plateadas que marcaban el paso de los años, lo besó en la frente y luego se sentó a su lado.

―Andrés, escúchame, pase lo que pase, tú eres mi hijo, y yo seré siempre tu padre, ha llegado para mí el momento de abandonar esta vida, mi alma me lo dice, he pasado toda la noche soñando con los míos, con mis padres, con todos. Vi a mis padres sentados alrededor de mi cama y a mi hermana regando pétalos de rosas blancas y rosadas sobre mí, ellos están muertos Andrés, eso es un aviso, vienen a buscarme, quieren que yo esté con ellos, quizás así todos juntos podamos ayudarte en lo que voy a pedirte.

―¿Qué pasa mi viejo?, no me hable así, usted es fuerte, algo me dice que no me va a abandonar tan pronto… esas personas con las que usted soñó saben lo mucho que yo le quiero a usted y eso es suficiente para que se aferre a vivir ―continuó acariciando el cabello de su padre, aquel que siempre vio como su única columna, sobre quien podía descansar sin miedo, cuán triste era vivir la cruda realidad que se revelaba ante él, no podía creer lo que estaba pasando. ―Dios no me puede hacer esto ―pensó― no puede ser tan cruel de llevarse así a mi padre.

―Prométeme que siempre seré tu padre amado.

―Pero eso lo sé, ¿qué pasa? ―dirigió una mirada de preocupación a su padre y expresó Andrés.

―Calla y escúchame, no tengo mucho tiempo y no quiero morir sin que sepas toda la verdad.

―¿Verdad?, ¿de qué verdad usted habla?

―Prométeme que sepas lo que sepas, tú nunca me odiarás.

―Bueno, si eso lo tranquiliza, aunque usted bien lo sabe, usted es mi padre, no puedo odiarlo.

―Escúchame hijo ―Richard comenzó a toser e hizo silencio, luego tomando fuerzas continuó― Andrés tú y yo no somos mexicanos, somos cubanos, tu madre no murió de la forma en que infelizmente te conté y te hice creer por estos años. En un pequeño pueblo de campo allá en la provincia de Matanzas en Cuba, vivía una muchacha que solo tenía catorce años, y es la historia que quiero contarte, vivía con sus padres, un hermano mayor y otros tres menores, el más pequeño falleció siendo muy niño, por lo que quedaron el hermano mayor, ella y dos hermanitos menores.

La situación de los cubanos casi a finales de los años 1880, era crítica, algunos después de la guerra no se habían podido recuperar, otros lograron mantenerse porque habían comenzado a hacer negocios con los americanos y pudieron acomodarse, otros no lo lograron solo contaban con sus propios esfuerzos para encaminarse y proteger a su familia, y comenzaron a emigrar de zonas intrínsecas de los campos hacia zonas pobladas, las mujeres eran fuertemente discriminadas y aunque muchas dieron manifestaciones de rebeldía, cualquier acto por la igualdad de ellas era reprimido, casi ni se les escuchaba, esa era otra guerra que había que iniciar y que duraría muchos años, se había logrado la abolición de la esclavitud, pero existían familias que comenzaron a utilizar a personas para el trabajo doméstico, y eso se volvió una nueva forma de continuar la esclavitud, porque aunque les pagaban, los importes que recibían eran casi ínfimos por los servicios prestados, y muchas de las personas que utilizaban para ello eran mujeres, se les juzgaba por cualquier acto de independencia o libertad, prácticamente eran discriminadas por la sociedad, y cuando lograban un trabajo, este era en el servicio doméstico donde eran en extremo maltratadas, otras se convertirían en ovejas descarriadas. La joven de la que te cuento esta historia, comenzó a trabajar como empleada doméstica en casa de una familia del pueblo, los Aguilera del Bosco y Fernández para ayudar con el gasto de la casa y el sostén de sus pequeños hermanos, muerto ya el más pequeño de estos. Se enfrentó al trabajo sin haber tenido tiempo de aprender a leer y escribir.

El mayor de los hijos de la familia que te hablaré, marchó a La Habana, a probar fortuna, se comentaba que allí las cosas eran mejores, que los efectos de la guerra eran menos, y el desenvolvimiento económico, era en cierta medida mucho mejor, con los adelantos del comercio.

El señor Aguilera del Bosco tenía un hijo que se las agenció para enamorar a la muchachita, el asedio era constante, hasta que un día aprovechando que sus padres habían salido y no sabiendo que el hijo de los señores se encontraba en la casa, ella entró al cuarto para cumplir con sus labores y el joven que según ella había bebido, y que en ocasiones le había dirigido algunas insinuaciones, la lanzó al piso, destrozándole las ropas abusó de ella, aprovechando que era solo una niña y se dejó envolver.

Pasaron unos días, y el joven comprendiendo lo que había hecho, logró convencerla para que no contara nada de lo que había sucedido, y le prometió que se casaría con ella, pero que le diera un tiempo para arreglar las cosas con sus padres. Ella permaneció en la casa realizando las labores normales, le habían aumentado el pago, Alicia que así se llamaba aquella joven, no contó nada, para que no sucediera ninguna desgracia, y confiaba en que todo se arreglaría como le había prometido el joven. Pero llegó el día en que los padres notaron algo, se encerraron en la biblioteca y conversaron, luego acordaron una salida a casa de unos amigos y no regresaron hasta el atardecer, no sin antes dejarle la misión a la pequeña de que organizara con esmero la habitación del señorito Felipe, que así se llamaba, y se marcharon, el objetivo al parecer era regresar inesperadamente y poder sorprenderla en la habitación, promover un escándalo para librarse de cualquier responsabilidad y que la muchacha quedara en ridículo, si se diera algún hecho de reclamación.

Alicia entró en la habitación a cumplir con la orden de la señora y allí nuevamente estaba Felipe, después se supo que los viejos la habían acusado en una conversación que tuvieron con los dos, de que ella era una aprovechada y una interesada.

La pobre Alicia al día siguiente abandonó la casa, le confesó a su madre sobre el incidente, esta para evitar problemas mayores no le contó nada al padre y formuló denuncia ante las autoridades por maltrato y por las vejaciones a que fue sometida su hija, y por la injusticia de haber sido despedida sin recibir la paga por su trabajo.

Después de esto y al conocer de que había sido denunciado su hijo, cada vez que el padre del muchacho la veía en lugares públicos, la amenazaba, en vez de reprochar la acción de su hijo, arremetía toda su cólera contra Alicia, la injuriaba y se burlaba de ella, decía que si acusaba a su hijo diría que ella era quien lo perseguía, que la habían despedido por el acoso de ella hacia el joven y otras cosas horribles que mancillaban su honor y el decoro.

La vergüenza la mataba, el juicio se demoró, ninguna persona en el pueblo que se relacionara con la familia de Felipe se acercó a Alicia para ayudarla y mucho menos para acompañarla ni a ella ni a su familia, en ese momento tan desagradable, incluso hasta la gente de su mismo nivel social comenzaron a cuestionarla siendo considerada como una interesada, nunca pensaron que su actuar había sido movido por el amor, y entonces su vientre comenzó a crecer. El juicio se celebró y ganó el caballero Don Dinero.

―¿Y qué fue de Alicia?

―Podrás imaginarte cómo la gente la censuró, la vieron como una cazadora de fortuna. Fue a parar a la casa de unas amistades consideradas como parientes, lejos de sus padres y hermanos, donde finalmente tuvo a su hijo, Felipe fue enviado al exterior por sus padres, regresó meses después al país, arrepentido sin que sus progenitores lo supieran y reclamando para llevarse al niño y a Alicia, que ya para entonces se había mudado y permanecía huyendo porque temía que le quitaran al pequeño, comenzó el joven a indagar para encontrarla, y ella pensó que lo hacía movido por los propios instintos que sus padres, por lo que trató de permanecer en el anonimato. Como justificación Felipe comenzó a darse muy mala vida, andaba en tomaderas, metido en bares y cantinas, hasta que falleció debido a un accidente entre el coche que su padre le había comprado y uno tirado por caballos.

Con la muerte de Felipe, los padres de este retomaron la idea de encontrar a Alicia y quitarle el niño a toda costa, iniciaron las averiguaciones, las persecuciones constantes, ya sabían que ella había abandonado la provincia y se mudó para la capital, y hasta allí fueron en su búsqueda, ella lejos de toda aquella vida llena de intrigas, trató de comenzar de nuevo junto a sus padres y hermanos menores que la acompañaron, encontraron gracias a su hermano mayor un lugar donde vivir, que por cierto no era gran cosa, pero al menos consideraban que estaban protegidos. Entonces los padres de Felipe llegaron a contratar a unos hombres para que la encontraran, le quitaran al niño y si se resistía, pues la mataran.

―Eso que me estás contando ¿qué tiene que ver conmigo? ¿Y por qué me lo cuentas en estos momentos? ―preguntó Andrés, en su rostro se reflejaba un total desconcierto y las preguntas salieron de sus labios sin pensar.

―Escúchame Andrés, déjame llegar al final.

―Está bien, lo escucho padre.

―Alicia tuvo que irse de la casa, dejó al niño con los viejos para que lo inscribieran y comenzó a vivir en distintos lugares. Cuando se daba cuenta de que podían descubrirla, se evadía; así sucedió hasta que un lugar en que vivía tuvo una discusión con una vecina que no la dejó dormir en la madrugada, se fueron a las manos, y la vecina decidió darle las quejas a un agente de la autoridad que siempre andaba rondando el lugar, llegaron por casualidad dos hombres vestidos de trajes oscuros que ya venían por ella desde hacía unos días, y dieron la descripción de la muchacha, no le dio tiempo a huir del lugar, la mujer les dijo que la conocía y llevó a los hombres hasta la misma puerta siendo sacada a golpes, y luego de verificar que no estaba allí el niño, la golpearon salvajemente para que dijera el paradero del niño, lo que ella rehusó, siendo acusada de prostituta y ladrona. Finalmente de la golpiza falleció horas después, sin que se abriera proceso alguno, y como existía el antecedente del suceso iniciado en la zona donde vivía, pues nadie creería que era inocente.

Su hermano mayor estuvo allí, casualmente llegaba al lugar cuando todo ocurrió y no pudo hacer nada, ella le había advertido que eso pasaría, le había confiado un dinero ahorrado y le pidió que de ocurrir algo, debía proteger con su vida, la de su hijo, advirtiéndole que se fuera lejos con el dinero que le había dado a guardar, para que el niño no cayera jamás en manos de los Aguilera del Bosco y Fernández, pues temía que lo convirtieran en una persona sin corazón.

Andrés se llevó ambas manos a la cabeza, su rostro palideció:

―Sigo sin entender padre, usted quiere decir que yo…

―Lo que quiero decir Andrés, es que Alicia era mi hermana, yo soy el hijo mayor de esa familia y tú eres el hijo de Alicia, tú eres el resultado del pecado que Felipe cometió contra tu madre, un acto de total violencia, ella era muy niña. Yo no tuve valor para enfrentar aquel día a aquellos hombres, vi como la maltrataron frente a mis propios ojos por encomienda de tus abuelos paternos, pero te llevaba a su encuentro en brazos no podía permitir que cayeras en manos asesinas, ella me lo había advertido en muchas ocasiones, por eso huí del lugar.

Al día siguiente en el periódico de la época, se cambió la historia por algún periodista, pienso que por dinero, se sabía que detrás de todo aquello estaban ellos, y cambiaron el juego, apareció un hombre bien vestido, con un supuesto nombre de linaje diciendo que Alicia le había robado. Una vez más ganó el dinero, siempre supe que había sido una vil mentira, pero si lo manifestaba públicamente me matarían, y a ti también, alguien me había visto entre las gentes en el lugar, no podía pensar, no eran momentos de enfrentamiento, todo estaba en nuestra contra, se abriría un proceso judicial, ya existía el antecedente del pueblo en que vivíamos, no podíamos hacer más, solo me quedaba huir y protegerte como le prometí.

―Me mantuve escondido por algunos meses en casa de unos amigos cerca del puerto de La Habana, ellos me ayudaron mucho, pero aquel ambiente pensé que no era bueno para ti, y yo quería darte lo mejor, después tú enfermaste y tuve más miedo aún, incluso cuando supe de los hombres que constantemente visitaban la casa de mis padres, y de cuantas amenazas fueron dirigidas contra ellos y mis hermanos que eran muy pequeños y estos en su inocencia podían incurrir en alguna indiscreción, cualquier acto de descuido de mi parte pondría en peligro tu vida, no podía hacer nada Andrés, tenía las manos atadas, era una guerra difícil de ganar, tenía que mantenerte escondido y eso no era bueno, tarde o temprano darían con los dos, tus abuelos eran personas influyentes. Mis amigos me sugirieron que abandonara el país y eso hice, salí disfrazado y con nuevos documentos hacia México, donde estuve por tres o cuatro años, quizás, ahora no recuerdo.

Fueron momentos de tensiones, veía en cada esquina, en cada rincón, en las calles, en cualquier parte un peligro inminente, en cada rostro las caras de los asesinos de tu madre, la cara de tu abuelo, y sentía pavor, no por mí, sino por ti, de exponerte constantemente al peligro, pero entonces comenzaron algunas revueltas y comprendí que tenía que huir nuevamente, no encontraba lugar seguro, no podías asistir a escuelas, no podía permitir que alguien cuidara de ti, temía hasta de mi propia sombra.

Un día un hombre me confundió en la calle con un conocido suyo que hacía años no veía y un escalofrío recorrió mi cuerpo, pensé que era alguien que venía por ti, comencé a buscar un trabajo donde pudiera tenerte siempre conmigo, así llegué a las puertas del señor Malcolm con quien había tratado en La Habana que conocía toda la historia a través de amigos en común, entre ellos la mujer que amé con locura, y que me apoyó en todos estos años, Carmín como cariñosamente la llamaban, porque su nombre era Carmen Inés Gómez Garmendia. Ella era extraordinaria, a pesar de que no tenía familia, solo a mí y de la que solo hace unos dos años supe llegó a tener un hijo mío que nunca conocí y que falleció años después, dijeron que era disentería.

Mi hijo nació luego de que yo partiera de Cuba, no supe nunca que ella estuviese embarazada y ella nunca me habló de esto, porque se imaginaba que yo regresaría, temía por mi vida y por la tuya, todos me ayudaron, tanto ella como mis amigos. Malcolm marchó a Italia, supe después por algunas personas que lo conocían que fue por problemas políticos, otros decían que por negocios, que se yo, para entonces yo había comenzado a trabajar en la casa de los Brown enviado allí por él, era un lugar seguro, nadie se cuestionaría quién era, lo demás tú bien lo conoces, por eso no quería que te buscaras problemas y te protegí desde siempre.

―Dios mío, lo que me cuenta usted es horrible, ¿qué hizo usted conmigo?, ¿y qué pretende usted que yo haga ahora, reír, llorar o agradecerle?, no tenía ningún derecho a ocultarme la verdad, todo ha sido una mentira imperdonable ―la ira bloqueó el amor desmedido de Andrés por aquel hombre que durante tantos años había visto como su padre. Richard comenzó a toser nuevamente, le faltaban las fuerzas y la respiración, hizo silencio por unos minutos, y tomó fuerzas para llegar al final.

―Lo sé hijo, pero no podía decirte la verdad, tu vida peligraba, y cualquier indiscreción podía ser determinante, además debía cumplir con lo que le prometí a tu madre.

―No ―respondió Andrés, la ira se agolpó en sus ojos―. Usted fue un cínico padre… digo Richard, no sé ni cómo llamarle, la dejó morir por miedo.

―Pero hijo, la vida me enseñó que el miedo también es un sentimiento humano.

―Pero yo no merecía esto, usted no me dio opción ―se puso de pie moviendo la silla hacia atrás separándola de la cama.

―Por favor, Andrés, perdóname, ya sabes toda la verdad ―Richard extendió su mano flacucha y fría para sostener el brazo de Andrés que se deshizo bruscamente.

―No, no puedo perdonarlo, usted destruyó mi vida, fue tan asesino como ellos ―se llevó las manos al rostro para enjugar sus lágrimas, a su rostro se asomó un sentimiento extraño, era una mezcla de ira, desprecio y al propio tiempo de compasión y lástima― ¿qué hizo usted?, ¿por qué guardó una verdad como esta por tanto tiempo?, no tenía usted ese derecho.

―Perdóname Andrés, sé que actué cobardemente, pero si hacía otra cosa nos matarían a los dos, la familia de tu padre es muy poderosa allá en Cuba, y no sabía hasta dónde podían llegar en su venganza, tuve miedo de no poder cumplir con lo que le había prometido a tu madre. Pero yo sabía que cuando te lo contara todo, no entenderías porque no estabas preparado para oír esta cruda verdad, por eso esperé, luego temía mucho por ti, en tu reacción, no podía llevarme a la tumba ese secreto y permitir que los Aguilera del Bosco continuaran finalmente airosos.

―Sea sincero una vez más, por favor ―expresó Andrés.

―Dime hijo.

―¿Qué pasó con mis tíos, que son sus hermanos, y con mis abuelos que son sus padres?, ¿volvió a saber de ellos?, ¿se ocupó de que nada les faltara?

―Lo último que supe luego de que ustedes encontraran a Albert, porque Malcolm me lo dijo que lo supo por Carmín, e incluso le envió algunos recortes de periódicos, que el señor Aguilera del Bosco con la instauración de la República y, al comienzo de cada campaña hablaba de tu búsqueda, aunque ya no eras un bebé, y utilizaba ello como medio para obtener su fin de que votaran por él, a mis padres él se los llevó a la hacienda cuando mamá enfermó, pensaba que alguna vez me comunicaría con ellos, esa sería la mejor forma o garantía para encontrarnos, y allí fallecieron ellos, mis hermanos fueron llevados a una casa de recogida de niños sin amparo, por unos meses, al poco tiempo el señor Armando Aguilera del Bosco Rivera, que así se llama tu abuelo, se los llevó también, a la hacienda, los confinó en una casita de madera que prometió arreglar con el tiempo y al parecer no cumplió; supe que el pequeño Juan desapareció un día, no supe nada más de ellos, ni de mi hermana pequeña. La esposa del señor Armando murió y él continúa con la idea de que su nieto alguna vez aparezca, dicen que lo sigue tomando como bandera en sus campañas, pero nunca ha alegado seña ni rasgo tuyo porque no te conocía.

―¿Cuál es nuestro verdadero apellido Richard?

―Somos López y Aldama, esos eran los apellidos también de tu madre.

―¿Y usted cómo se llama en verdad?

―Luis, me llamo Luis Sebastián López Aldama.

―Dios mío qué ha hecho conmigo ―expresó Andrés y se dejó caer con aplomo en la silla que ya había separado del lecho de muerte de Richard, cuando se puso en pie― ¿Por qué me cuenta eso ahora?

―Es que estuve hablando con Malcolm…

―Claro ya entiendo ―lo interrumpió Andrés un poco molesto― si no fuera por el señor Smith usted no me hubiese dicho nada.

―No hijo mío, no pienses así, yo te lo contaría de todas formas, no quería llevarme este secreto a la tumba y que nunca supieras la verdad. Solo quiero pedirte algo.

―¿Cree usted que tenga derecho a pedir?―respondió Andrés, y Richard parecía no escucharlo.

―Sí, hijo mío, es hora que regreses a Cuba, regresa hijo, busca a tu abuelo por el daño que te hizo a ti, a tu madre, a todos, regresa a Cuba y toma tu lugar, tu nombre es Felipe Alejandro, recobra tu lugar y tu verdadera identidad.

―¿Qué beneficios pretendía con todo esto?, ¿Qué hizo usted Richard, digo mejor Luis, como quiera que se llame?

―No Andrés, llámame solo padre, eso siempre fui para ti.

Andrés se levantó de la silla, caminó hacia la puerta de la habitación, aquella extraña confesión lo había trastornado, abrió la puerta miró a Richard que comenzó a toser fuertemente, su cuerpo comenzó a convulsionar sobre la cama y bajo las sábanas, dos enfermeras y el doctor Marcel corrieron a la habitación. Andrés pasó por el lado de Sophi, y no la vio, caminó a la puerta de la salida de la clínica, salió a la calle, afuera se sentía el viento frío de la noche aún virgen que llegaba y una ligera ventisca que anunciaba la llegada próxima del otoño. Esa noche falleció Richard Corán o mejor Luis Sebastián López Aldama, lejos de su tierra, y expuesto a una vida a la que fue brutalmente inducido por el destino.

De mis orígenes

I

A mediados de la década de los años 1880, la situación para algunos dueños de pequeñas extensiones de tierras, era crítica, por otro lado la aparición de algunas enfermedades dejadas por la guerra y la situación económica de muchos cubanos en los campos, cobró cuantiosas vidas principalmente de niños. Muchos sembradíos fueron destruidos, y los animales sacrificados o incautados, el hambre y la miseria hicieron su aparición con fuerza notable.

La familia López Aldama vivía en la zona del Lavado en Camagüey, cuya finca había servido de escondite a hombres entregados a la revolución de los montes, a los que apoyaron con alimentos, medicamentos y algunos enseres, viéndose obligados a abandonar su propiedad debido a una delación.

Al fallecer Braulio Antonio, el menor de los hijos de la familia López Aldama con solo nueve meses de nacido, y no teniendo los recursos económicos necesarios para su sostén, además del estado psicológico por el que atravesaba la señora Estela Alicia Aldama Roque, esposa de Luis Alberto López Galán con la pérdida del menor, influyó para que este no pudiera continuar su avance al occidente del país.

En su recorrido y agotado los medios económicos decidió instalarse en la provincia de Matanzas en unión de su familia provisionalmente en un pueblito llamado Coliseo, y luego se trasladaron a áreas cercanas a esa ciudad, allí pensaban recuperarse para luego seguir camino, pero debía trabajar y estabilizarse hasta que Estela se recuperara, lo que inicialmente hizo en una finca cuyos dueños eran un matrimonio de ancianos que acogieron humildemente a la familia López Aldama, unos meses después al fallecer estos, quedaron instalados en la vivienda y tierras de aquellos.

Allí vivieron por un tiempo, la situación resultaba aún crítica, Luis no podía asumir las necesidades de toda la familia, por lo que el mayor de sus hijos decidió buscar trabajo en la ciudad de Matanzas, y luego marchó hacia la capital con el objetivo de apoyar económicamente a sus padres y hermanos menores que él, con la idea de que allí no llegaban las contradicciones existentes en el interior el país y el comercio cobraba fuerza.

Quedaron solo los señores Luis Alberto con su esposa ya desajustada emocionalmente, su hija Alicia con sus recién catorce años cumplidos y dos menores más: la pequeña Tomasa de apenas tres o cuatro años y Juan Manuel de un año que había logrado sobrevivir al tifus y cuyas fiebres tan altas habían afectado su capacidad auditiva y por consiguiente el habla.

Alicia, la segunda de los hijos del matrimonio, una vez instalada la familia, comenzó a trabajar como empleada doméstica con sus pocos años en la vivienda de una familia acaudalada que, poco identificada con las ideas independentistas, y aprovechando las contradicciones de la época, alcanzaron grandes beneficios en el comercio con el enemigo, lograron la molienda en sus dos fincas azucareras adquiriendo posteriormente otras dos que destinaron a la misma actividad, llegando a convertirse en una gran hacienda la que llamaron “La Milagrosa”, e iniciaron la búsqueda de la salida del producto en el mercado norteamericano, debido a las relaciones contraídas en los viajes de la familia al norte de América.

Habían adquirido por otro lado ciertos beneficios en La Habana como resultado del arrendamiento de espacios en algunas zonas del Puerto destinados al almacenamiento de productos de muchos comerciantes, dueños de mercancías que llegaban al país, y que no les era fácil trasladarlas de inmediato a los lugares de destino, y al no pagar los dueños de las mercancías por sus estadías, se llegaron incluso a apropiar de ellas vendiéndolas posteriormente a precios altos obteniendo buenos resultados, ello les permitió con el tiempo insertarse con el poder económico alcanzado, en la vida política, así con el tiempo el señor Ernesto Javier Aguilera del Bosco Rivera y su hijo mayor nombrado Armando, comenzaron a engrandecerse, llegando este último con el tiempo y el advenimiento de la República para los años 1900 a obtener un puesto de concejal en el gobierno.

Alicia trabajaba por un mínimo de pago, a cuenta de los trabajos que en la casa de los Aguilera del Bosco realizaba, siendo objeto de maltratos psicológicos y humillaciones , su objetivo únicamente era llevar el sostén a su hogar y apoyar a sus padres en la atención y cuidados de sus menores hermanos, hacía más de un año de la partida de Luis el mayor de los hermanos a La Habana, y no sabían de él, teniendo ella que asumir toda responsabilidad por el sostén de su hogar y el apoyo a su padre.

II

Habían transcurrido algunos años después de la muerte de Richard Corán o Luis Sebastián López Aldama, se aproximaba la década de los años treinta, Andrés se encontraba sentado a la mesa de la cocina donde siempre desayunaba desde su llegada a la casa de los Brown. Ayne lo acompañaba y adoptando una posición maternal, miró al hombre, recordó cuando Andrés llegó a la casa junto a su padre aquella tarde de primavera y muchos recuerdos vinieron a su mente en instantes.

―¡Cómo recuerdo aquella tarde hijo! ―Andrés ausente a lo que la mujer pretendía, asintió con la cabeza. ―Recuerdo, Andrés, como tu padre…

―Por favor no lo llames mi padre… creo que es mejor así ―la mujer con un poco de dificultad se levantó, dio unos pasos hasta quedar parada tras el hombre y le acarició la cabeza.

―No seas duro contigo mismo, Richard o como quieras llamarlo fue un excelente padre, no tuvo la culpa de ná, fue una víctima más, piensa que abandonó su vida por ti, incluso a su amada, que también esperaba un hijo de él, sin que el pobre lo supiera hasta hace unos años, tú en su lugar ¿qué hubieras hecho? él te cuidó, y la vida o el destino lo llevó a que cambiara tu vida por la de su hijo, no seas injusto.

―No sé Ayne, de verdad que no sé, estoy muy confundido.

―La confundidera que tienes no te da razón ni derecho alguno para juzgarlo, él te entregó la vida entera, y si tuviera una segunda vida te la entregaría también, te protegió del peligro, de todos los que pensó te harían daño y cumplió con la dura misión que tu madre le encomendó, ¿crees que para él fue fácil?, que la pasión no te ciegue, no seas injusto y aprende a perdonar, yo he vivido más que tú, y no sabes cuántas veces tuve que bajar la cabeza y perdonar a personas que no se lo merecían, porque no se puede guardar tanto dolor, el corazón es pequeño y no tiene cabida para tan cruel sentimiento, ese hombre fue un magnífico padre y tú lo sabes bien, no es justo que actúes así.

Andrés se abrazó al cuerpo de la mujer sin levantarse de la silla, y allí lloró, y lloró por su madre, por Richard, por su familia, quizás por todas las víctimas del mundo.

―Perdóname Ayne, perdóname, no crea usted que para mí ha sido fácil, fue muy duro, pero muy duro saber todo eso.

―Lo sé mi hijo, lo sé, y por eso te perdono, pero tienes que prometerme que irás a visitar la tumba de Richard, que cumplirás con lo que él te pidió, debes regresar, hazlo por todos, regresa a Cuba. Andrés, busca a tu abuelo, dile quien eres y lo que sabes, toma tu lugar, esa será la mayor venganza, lucha por encontrar también a los tuyos, busca tus orígenes, que no te pese hacerlo, yo también soy cubana, no te voy a abandonar, solo así el alma de tu madre descansará en paz.

―No puedo Ayne, otros lazos me atan, tengo a Sophi y a mi hijo que ya es un hombre y tiene derecho a tener una familia propia, y yo estar a su lado, llevé mucho tiempo alejado de él, y ahora no puedo abandonarlo, poco me parece el tiempo para estar junto a él.

―¿Y quién dice que tú lo vas a abandonar?, por el contrario, vas a ser quien en verdad debes ser, y Sophi irá contigo, y yo también regresaré, es hora que vuelva con los míos, tengo familia y amigos que conozco y nos pueden ayudar, me siento cansada, y no quisiera morir fuera de los míos y de mi país, además tu padre había hablado conmigo y me dejó escrito algunos nombres y direcciones de personas a las que puedo acudir para ayudarte, no te preocupes, viajaremos los tres.

Pasadas unas semanas embarcaron Ayne, Sophi y Andrés en un vapor hacia Cuba, luego de que Sophi legalizara los documentos del hospital y la clínica a favor de su hijo. Tenían cada uno un objetivo en concreto; Ayne debía encontrar a su hermano y familiares de los que hacía un tiempo no tenía noticias suyas; Andrés y Sophi debían cumplir con lo pedido por Richard.

III

Muchas personas ya se habían relacionado con las costumbres de la vida norteamericana, incluso antes de la instauración de la República, viendo en ello una posible solución a sus sueños y objetivos trazados para mantener su posición económica, los Aguilera del Bosco y Fernández fueron uno de ellos.