Génesis - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

Génesis E-Book

Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

Cuando a Cristo se le hacían preguntas, a menudo Él remitía a la gente de regreso al comienzo, al origen del plan de nuestro Padre Celestial para Su creación. En su comentario sobre el libro de Génesis, el Dr. Bailey muestra cómo es de vital importancia entender las intenciones de Dios desde el principio para comprender los planes de Dios para la humanidad, así como las diversas verdades espirituales que se relacionan con la vida del creyente hoy en día.

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GÉNESIS

El libro de los orígenes

Título original: “Genesis. The Book of Beginnings”

© 1996 Brian J. Bailey

Versión 2.1 en inglés revisada en mayo 2011.

Título en español: “Génesis: El libro de los orígenes”

© 2004 Brian J. Bailey

Versión 3.0 en español revisada en 2022

Publicado por Zion Christian Publishers.

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Diseño de portada:

© Brian J. Bailey y sus licenciadores

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en

manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción: Belmonte Traductores, España

Segunda edición:

Edición: Carlota S., equipo de trabajo IBJ, Guatemala. Carla B., 2014.

Tercera edición:

Marlene Z., noviembre 2022.

Publicado en formato e-book en 2023

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 978-1-59665-853-0

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

AGRADECIMIENTOS:

A Marian Belmonte y Carlota Samayoa por su trabajo en la traducción de la primera y segunda edición de este libro al castellano. Al equipo de trabajo del Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala, y Carla Borges por su labor en la edición y revisión de la segunda edición.

Equipo editorial de ZCP por su colaboración en el formato final e impresión: Carla B., Michael D., David K., Hannah S., Suzanne Y. y Marlene Z.

Deseamos extender nuestro agradecimiento a estos amados hermanos, porque sin su invaluable ayuda de muchas horas, este libro no hubiera sido posible. Estamos muy agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.

INTRODUCCIÓN

El libro de los orígenes

En la Biblia judía, el Génesis es llamado “El Primer Libro de Moisés” puesto que el profeta Moisés fue el autor de este precioso libro. La palabra génesis realmente significa “origen”. Este es llamado Génesis porque tiene los pensamientos y verdades originales de todas las doctrinas bíblicas, así como los registros del origen del Bien y el Mal en este mundo. Génesis es un libro de orígenes.

A. El principio del Cielo y la Tierra

B. El principio de vida de todo lo animado e inanimado (animales, vegetales, etc.)

C. El principio del hombre y la mujer, el matrimonio

D. El principio del pecado en el hombre

E. El principio de la redención por el derramamiento de sangre y la promesa del advenimiento de un Redentor

F. El principio de la guerra y el homicidio

G. El nuevo principio del hombre, luego que la Tierra fue destruida por un diluvio

H. El principio de las razas, nacionalidades y lenguajes en Babel

I. El principio de una nación santa especial: con Abraham

J. El principio de las 12 tribus de Israel por medio de los 12 hijos de Jacob

Los principios que anteceden (y muchos más) son semillas con numerosas otras semillas en su interior. Vemos los principios de la creación, y la primera familia, seguidos por la introducción del pecado a este mundo. Luego es revelado el glorioso plan de Dios de la redención. Después de esto vemos las estirpes de Caín y Set, las cuales forman la genealogía de los hijos de los hombres y los hijos de Dios. De esta manera vemos la división entre los hijos de los justos y los hijos de los inicuos.

Inmediatamente después del juicio del Diluvio en el cual Noé y su familia fueron los únicos sobrevivientes, el libro de Génesis se enfoca en Abraham y el deseo de Dios por una nación nueva y separada. Por eso, la vida de sus descendientes (Isaac, Jacob y José) son tratadas extensamente en este libro.

Es importante entender los orígenes. Por ejemplo, cuando un doctor decide tratar una enfermedad, primero trata de localizar la fuente del problema en el cuerpo, por lo cual hace un historial del caso del paciente. De igual manera, cuando intentamos resolver un problema espiritual de alguien debemos encontrar la raíz de su problema.

Siendo un libro de orígenes, Génesis es la fuente de todo. Por lo tanto, es esencial entender el Génesis para comprender las otras partes de la Palabra de Dios. Es absolutamente imperativo entender la intención original de Dios para el hombre, para el matrimonio, para el sacrificio, las pruebas, y todo lo demás. A menos que comprendamos el propósito original, no podremos interpretar apropiadamente ningún tema en la Palabra de Dios.

Un mensaje desde el principio

En 1 Juan 3:11 se establece claramente: “Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros”. ¿De qué principio está hablando, se refiere a la Ley de Moisés, o las enseñanzas de Cristo? El apóstol Juan está remontándose hasta la primera familia, porque en el versículo siguiente dice: “No como Caín, (esta es la primera familia) que era del maligno […]”.

Caín había elegido endurecer su corazón y oír la voz del maligno. Por tanto, él se volvió como el maligno. Debemos considerarnos a nosotros mismos, a quién estamos escuchando, porque si escuchamos a la gente equivocada y al adversario, nos volveremos como ellos.

“No como Caín, que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano justas”. Las personas que no viven justamente son maldecidas y atormentadas con el espíritu de celos. Este terrible espíritu aflige a aquellos cuyos motivos y vidas son corruptos, así como sucedió con Caín.

El apóstol Juan está remontándose al principio. El mensaje que hemos oído desde el principio se remonta a el jardín del Edén. En Mateo 22:36-40, vemos que el Señor resumió todos los 31102 versículos de la Biblia en solamente dos frases: cómo tratamos a otros y cómo tratamos a Dios: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento; Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. A partir de estos dos temas es que surge todo lo demás. La forma como tratamos a los demás, la condición de nuestro corazón, y nuestra actitud hacia ellos, y nuestras actitudes hacia Dios, este es el mensaje que hemos oído desde el principio. Este es también el mensaje del Nuevo Pacto.

En Mateo 7:12 el Señor dice: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también, haced vosotros con ellos, porque esto es la ley y los profetas”. Ciertamente encontraremos que esta es la mayor batalla de la vida. Mantener nuestro corazón blando y nuestras relaciones abiertas requiere mucho esfuerzo, y abundante gracia. Incluso con los santos piadosos, la mayor batalla consiste en monitorear sus palabras y actitudes hacia los demás.

En Sus enseñanzas, el Señor Jesús siempre se remontaba al principio porque Él vino a rescatar al hombre de la caída para restablecerlo al propósito original. Mateo 19:3 dice: “Entonces vinieron los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquiera causa?”.

Para responder esta pregunta, el Señor no dirigió su atención a lo que Moisés dijo en el monte Sinaí (cuando dio la Ley miles de años después que Adán y Eva fueron formados), sin embargo, les trasladó hacia el principio, al jardín del Edén, al propósito original de Dios para el matrimonio.

Jesús les dijo: “El respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: [citando el capítulo 2:24 de Génesis] Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que ya no son más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mt. 19:4 8). Cristo estaba volviendo al principio diciendo: “He venido a rescatar al hombre caído y a volverlo al propósito original del Padre”.

No había divorcio o poligamia cuando Dios instituyó el matrimonio: estos son resultado de la Caída. En esta disertación con los Fariseos, el Señor Jesucristo, en Su Nuevo Pacto, realmente está excluyendo el divorcio y la poligamia. También está proscribiendo la dureza de corazón y el aborrecimiento, lo cual es la causa de todos los divorcios.

Escenarios geográficos e históricos del libro de Génesis

Génesis comprende un período de unos 2300 años, un total que es más que todos los otros 65 libros en la Biblia juntos. Génesis abarca las primeras 25 generaciones del hombre. Este puede ser dividido en los siguientes escenarios geográficos e históricos que se encuentran en la página siguiente.

PARTE UNO – La creación (1:1 - 2:25)

Siete días equivalentes a 7000 años del hombre

Las santas Escrituras comienzan con los siete días de la creación. Tanto Moisés como el apóstol Pedro declararon que un día es como 1000 años con el Señor (2 P. 3:8; Sal. 90:4). De aquí deducimos que hay 7000 años designados para el hombre sobre la Tierra. Los siete días de la creación son proféticos de los 7000 años del hombre.

Observe la gráfica de los 7000 años del hombre en la página siguiente. Habían 7000 hombres que no habían doblado las rodillas ante Baal en los tiempos de Elías (1 R. 19:18). Este hecho sugiere que Dios siempre ha preservado (y siempre lo hará) un remanente fiel durante todos los años de la historia del hombre.

Hubo 4000 años (o 4 días) desde Adán hasta la primera venida de Cristo; habrá 2000 años (o 2 días) desde el tiempo de la primera venida de Cristo hasta Su Segunda Venida. Esto hace un total de 6000 años o seis días. Luego sigue un día de reposo, el cual es de 1000 años del reinado de Cristo sobre la Tierra. Satanás y todos los espíritus malignos serán atados, y habrá paz sobre la Tierra. También la Novia de Cristo (la Iglesia) entrará al reposo juntamente con su Novio Celestial, el Señor Jesucristo.

Siete es un número clave en la Escritura

Además de los siete días del capítulo uno, el libro de Génesis es un compendio en sí mismo del número siete como puede observarse en las vidas de siete hombres de fe justos: Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José. Es interesante que el número siete, en una forma u otra, discurra por toda la Palabra de Dios.

Se encuentran siete piezas de utensilios en el Tabernáculo de Moisés, aludiendo a las siete experiencias en nuestra vida espiritual. Más aún, hay siete fiestas del Señor, que esbozan las siete dispensaciones de la Era de la Iglesia. En el Nuevo Testamento encontramos las siete parábolas del Reino de Dios expuestas por nuestro Señor en Mateo capítulo 13. Además de estas y muchas otras, las Escrituras cierran con múltiples sietes en el libro de Apocalipsis, incluyendo los admirables juicios triples de los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas.

La Palabra de Dios fue escrita con una exactitud matemática extraordinaria, que únicamente puede ser posible si hay un solo Autor, nuestro bendito Espíritu Santo. Obrando durante un largo período de tiempo, el Espíritu Santo se movió sobre las vidas de 40 escritores para registrar las santas Escrituras que llamamos la Biblia. Sin embargo, existe una maravillosa unidad. Reverenciemos esas páginas que nos han sido dadas para leerlas y estudiarlas, y así clamemos con el salmista: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18).

La historia de la creación debe recibirse por fe

1:1 – “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. Este es el relato del Señor acerca de Su creación. Creamos por fe que el Señor hizo exactamente lo que Él dice que hizo.

El ateísmo, el agnosticismo y la evolución

El acto de la creación ha sido rebatido ardientemente por muchos con el correr de los años. Esta negación del relato bíblico acerca de la creación se ha ido incrementando con mayor intensidad, especialmente desde el siglo XIX, y ha sido debido a almas equivocadas como Charles Darwin, quién inició la teoría de la evolución.

¿Por qué la gente se degenera cayendo en el ateísmo, el agnosticismo y la evolución? Esto viene de una mente reprobada; una persona no nace así, es el resultado del endurecimiento del corazón debido al pecado y a la vida. Romanos 1:21-24 establece claramente: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.

Este es el fruto de un corazón que ha sido endurecido por la inmoralidad, el orgullo y la desobediencia. Para adormecer la mente debido a la culpa, racionalizan diciendo que no hay Dios, por tanto, no hay juicio. Luego él o ella se vuelven inmensamente intelectuales. La homosexualidad y el lesbianismo no son a causa de la genética o de una madre dominante. La Palabra de Dios dice que esto es a causa de un rechazo deliberado hacia Dios, y de que las tinieblas, como resultado, irrumpen la mente, lo cual conduce a una mente reprobada (Ro. 1:18-32). La homosexualidad es contra la naturaleza. Incluso el reino animal sabe mejor esto.

Otro amargo oponente del relato de la creación de Dios fue el prolífico autor H. G. Wells. Sus primeros trabajos, por los que es más famoso, fueron los “romances científicos”. Estos trabajos han sido reconocidos como obras maestras revolucionarias de la ciencia ficción. El exploró el tiempo y el espacio y creó sociedades extraterrestres para dar cuerpo al nuevo pensamiento científico, por ejemplo, la teoría de la evolución de Darwin, (aunque al final de su vida, Darwin rechazó su propia teoría).

Más tarde, en el cambio de siglo tenemos a los escritos de Karl Marx y Friedrich Engels con su manifiesto del Partido Comunista, defendiendo asimismo la evolución y el ateísmo de esa sociedad y sistema político diabólicos.

Existen numerosas obras reputadas que nos manifiestan el hecho de que la evolución es imposible, incluso desde un punto de vista científico, porque para que la evolución sea una verdad válida, debe tener un estado progresivo. No existe tal evidencia que pruebe la teoría de la evolución, puesto que la vida misma prueba que no existe tal transmutación de las especies, indicando que las especies del hombre y de las bestias actualmente no se están sometiendo a ninguna mutación [o transformación]. Por lo tanto, delante de nuestros mismos ojos tenemos el rechazo a dicha hipótesis.

En realidad, la evolución es una filosofía y una creencia sin base científica, pero es el refugio de aquellos que no desean considerar que al final de la vida hay una rendición de cuentas delante del Juez Divino. T. H. Huxley (1825-1895) fue un biólogo muy conocido y proponente del darwinismo. Su nieto, Aldous Huxley (1894-1963), declara en su libro Ends and Means (Fines y Medios), que la filosofía de la evolución era un instrumento de liberación (sexual y política). Su abuelo eligió y apoyó esta filosofía porque mitigaba su conciencia y le permitía vivir una vida de pecado.

La evolución es el dogma de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), introducida por el primer Director General, Sir Julan Huxley. De hecho, Wendell R. Bird, autor de Origin of Species Revisited (El origen de las especies revisitado), advierte: “La mayor parte de la educación superior está comprometida dogmática e irracionalmente en su afirmación acerca de la evolución”.

El Dr. A. E. Wilder Smith, el Dr. W. R Thompson, e incluso el científico ruso Dr. Dimitri Kouznetsov, han dicho que la teoría de la evolución, en cierta medida, ha impedido el progreso de la ciencia. Por lo tanto, lejos de estar probada científicamente, es una filosofía que ha sido perjudicial para la verdadera investigación científica en cierto número de disciplinas.

Sin embargo, la Palabra de Dios declara: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (He. 11:3). Recuerde, es por fe que entendemos. La sabiduría de este mundo ha seducido a muchos hombres de letras haciéndoles necios, como dice Pablo en Romanos 1:22: “Profesando ser sabios se hicieron necios”.

El mundo no fue creado por una explosión

Probablemente usted ha escuchado acerca de “la teoría del big bang”. Se necesita más fe para creer esto que para creer el relato bíblico de la creación. De acuerdo con la teoría del big bang, súbitamente hubo una enorme explosión y la Tierra se formó. Esta teoría tiene tanta lógica como la suposición que un hombre que lleva una caja de rompecabezas de 10000 piezas, de pronto tambalea, y luego que todas las piezas han salido volando, caen al suelo en perfecto orden.

Una explosión no crea orden y diseño; esparce todo en todas direcciones, dejando caos y destrucción. Sin embargo, el universo está formado con extraordinaria exactitud y perfecto diseño, lo que requiere la genialidad de un Ser supremo. ¿Puede usted imaginarse un automóvil siendo creado como resultado de una explosión? ¡Por supuesto que no! Cada parte de un motor es pensada cuidadosamente por medio de una mente inteligente. Incluso para una mente incrédula, la teoría de una “gran explosión” como el origen de este mundo, es absurda.

Nuestra Tierra está posicionada de tal manera que está en la proximidad perfecta con el sol. La parte norte de la Tierra se inclina más cerca del sol para darnos el verano, y luego se inclina lejos del sol para darnos el invierno. La Tierra gira sobre su eje para darnos el día y la noche. ¡Oh cuán sublime es nuestro Señor! Él hace todo con magnífica sabiduría (Sal. 104:24). Nadie en su sano juicio podría atribuirle a la casualidad esta creación tan bien ordenada.

Pablo advierte a su amado hijo en la fe: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia” (1 Tm. 6:20). Ahora debemos volver nuestra atención hacia un hecho muy importante de la creación mientras consideramos el siguiente versículo.

La teoría de la brecha

La “teoría de la brecha” (como es llamada) establece que hay un gran intervalo de tiempo entre Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” y Génesis 1:2, “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. En el principio de todo, el Señor creó los Cielos y la Tierra. Y luego de un largo período de tiempo, la Tierra se volvió (como dice en el idioma hebreo) sin forma y vacía, y las tinieblas cubrían la Tierra. La civilización y la creación anterior de Dios se corrompió y fue destruida por Dios. Después de cierto período de tiempo, cerca de 6000 años, el Señor reformó esta Tierra y fue como le dio origen a la existencia de la creación tal como la conocemos hoy.

Una razón para esta teoría simplemente es porque el Señor todo lo hace hermoso y perfecto (Ec. 3:11). Es inconsistente con el carácter y la naturaleza del Señor crear algo que esté sin forma y vacío. ¿Por qué, entonces, estaba la Tierra sin forma y vacía? La razón es que hubo una civilización previa aquí en la Tierra que, junto con Satanás, se rebeló contra la Majestad en las alturas. La Tierra había sido corrompida. Vemos ahora que Dios provoca una restauración de la Tierra en Génesis 1:2b al 2:3.

Existen otras pruebas para sustentar que hubo una creación previa. El Señor le da un mandato al hombre en Génesis 1:28 de llenar{1}  la Tierra. Usted solamente puede volver allenar algo que ya había estado lleno antes. La palabra hebrea para “llenar” es la misma palabra que el Señor utiliza luego de la destrucción de todos los habitantes del mundo en el Diluvio. El Señor le dijo a Noé y a sus hijos que llenaran la Tierra que antes había estado habitada (Gn. 9:1).

Otra cosa que es muy importante es la diferencia entre los ángeles caídos y los demonios. Sabemos que los ángeles tienen alas y pueden volar. Por otro lado, los demonios están atados a la Tierra. Además, ellos siempre buscan habitar y poseer un cuerpo, pero los ángeles no. La razón para esto es que los demonios son espíritus sin cuerpo de la civilización anterior. (Por favor consulte nuestro libro titulado Ángeles para un estudio adicional).

LOS SIETE DÍAS DE LA CREACIÓN (1:2b - 2:3)

1:2a – “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. La Tierra tiene muchos miles, o quizá millones de años de antigüedad. Mientras que Génesis 1:1 da marcha atrás hasta al mismo principio de todo, Génesis 1:2 nos revela cuando fue el momento en que la Tierra se convirtió en un planeta muerto a través del juicio.

Los siguientes versículos podrían referirse al juicio antiguo: Salmos 104:29 dice: “Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo”. Asimismo, Job 9:5-7 dice: “Él arranca los montes con su furor, y no saben quién los trastornó; Él remueve la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas; Él manda el sol y no sale; y sella las estrellas”. Salmos 104:30 podría referirse a la recreación: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”.

1:2b – “Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Este versículo, y en adelante, es una restauración de algo que ya estuvo aquí. Se desconoce cuánto tiempo pasó entre 1:1 y 1:2b, pero probablemente fue un lapso de tiempo incalculable. Toda la vida preadámica desapareció. La Tierra se convirtió en un planeta oscuro y desolado. Se cree que los fósiles son reminiscencias de una vida anterior de animales y plantas. Los demonios son espíritus sin cuerpo de una civilización anterior; no fueron hombres, aunque pueden haber sido similares. Adán fue el primer hombre; él fue creado al sexto día, hace cerca de 6000 años. La historia de la creación debe recibirse con una fe absoluta. Sin fe es imposible agradar a Dios (He. 11:6).

El primer día de la creación

1:3 –“Y dijo Dios: Sea la luz y fue la luz”. En el primer día, Dios creó la luz; en realidad era una restauración de la luz. La luz revela una de las cualidades intrínsecas del Señor. ¡Dios es Luz! Cristo dice en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Esto es confirmado en 1 Juan 1:5: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Cristo, verdaderamente, es la Luz del mundo que alumbra a todo aquel que viene al mundo (Jn. 1:9).

Al hacer un llamado para que la luz surgiera, el Señor estaba declarando que Su propia naturaleza penetrara la oscuridad de la Tierra, la cual había sido cobijada por las tinieblas que habían venido sobre ella a causa de la rebelión de sus moradores anteriores. Dios dijo: “Sea la luz”, e instantáneamente hubo luz; Él lo decidió y sucedió. La Palabra de Dios es creativa (Sal. 33:6, 9). El provocar la existencia de la luz fue el primer acto de la creación.

Pablo dice en 2 Corintios 4:6: “Porque Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones […]”. En el nuevo nacimiento, Dios lleva luz a lo más recóndito de nuestra alma, que había sido entenebrecida por el pecado, y nos convertimos en una nueva creación en Cristo (2 Co. 5:17). La luz es el primer acto de restauración de nuestra alma. El bendito Espíritu Santo obra en la voluntad y en los sentimientos alumbrando nuestro entendimiento. Las tinieblas pudieron haber rodeado para siempre al hombre si el Hijo de Dios no hubiera venido a darnos entendimiento (1 Jn. 5:20).

1:4-5 –“Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”. Dios vio que la luz era buena. Él dividió la luz de las tinieblas, e hizo una distinción y una diferencia entre las dos.

¿Qué asociación o compañerismo puede tener la luz con las tinieblas? ¡Obviamente ninguna! En el Cielo hay luz perfecta, y no hay tinieblas en lo absoluto. En el Infierno hay densa oscuridad, sin un solo destello de luz. Esto tiene una aplicación espiritual para nuestra vida. El apóstol Pablo dice en 2 Corintios 6:14: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”.

Debemos estar separados del príncipe de las tinieblas, las obras de las tinieblas, y aquellos que andan en tinieblas. Debemos observar que el Señor es un Dios que separa el Bien del Mal, la luz de la oscuridad, y lo puro de lo inmundo. Nosotros mismos debemos apartarnos de la oscuridad y de la iniquidad (2 Co. 6:17).

Dios nos ha llamado “de las tinieblas a Su luz admirable” (1 P. 2:9). Pablo dice en 1 Tesalonicense 5:5: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”. Somos llamados los hijos de luz y los hijos del día. Los que no han sido redimidos son llamados los hijos de las tinieblas, los hijos de desobediencia, y los hijos de ira.

Debemos caminar en la luz, lo que significa vivir en obediencia a los mandamientos de Dios (1 Jn. 1:7). En Efesios 5:8 la amonestación de Pablo fue: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. El día y la noche le pertenecen al Señor. Utilicemos sabiamente nuestro tiempo, trabajando para Él cada día, y reposando en Él cada noche, meditando en Su Ley día y noche (Sal. 1:2).

El segundo día de la creación

1:6-8 –“Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo”. En el segundo día de la creación, Dios separó la Tierra de las aguas de arriba. Dios ajustó la atmósfera y la gravedad de la Tierra para que las aguas se quedaran sobre la Tierra, y el vapor del agua quedó sobre la Tierra.

Nuevamente, tenemos una separación en el acto de la creación. Esta vez, aquello que es celestial (o espiritual) fue separado de lo terrenal (o carnal). Recordemos la exhortación del apóstol Pablo en 1 Corintios 15:50: “Por esto digo, hermanos que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.

El tercer día de la creación

1:9-13 –“Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla, árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género, Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero”.

En el tercer día de la creación, el Señor separó el mar de la tierra seca. Luego Él ordenó a la tierra que produjera toda clase de vegetación (hierba, plantas, árboles, etc.). Vemos aquí la soberanía de Dios en la creación y en todas Sus maravillosas obras. El Señor dice en Isaías 51:15: “Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas”, Él determinó los límites de los mares y los márgenes (Job 38:11).

La Tierra había sido estéril y desolada; y por una palabra dicha por el Señor, se convirtió en fructífera y repleta de las riquezas de Dios. Aunque al hombre se le ha permitido utilizar la Tierra y su producción, esta es de Dios, y es para ser utilizada para Su gloria, honra y servicio (cf. Sal.24:1; 115:16). A Su mandato, la Tierra dio a luz hierba, árboles y frutos. Si hemos puesto nuestra confianza en Él, Quien es la Fuente, incluso cuando las corrientes de bendiciones temporales se sequen (Jer. 17:7-8), nos regocijaremos en Él, porque Él nos sustentará.

La reproducción según la misma especie

Aquí hay otra verdad muy importante. Dios decretó que todo en Su Reino se reprodujera según su especie. Una papa dará a luz papas y una manzana reproducirá manzanas. No hay transmutación de especies, o la habilidad de cruzar una especie con otra, ni en el ámbito natural, ni en el espiritual.

En lo natural, reproducimos hijos a nuestra imagen. A un niño frecuentemente se le dice que se parece a su padre. Espiritualmente también nosotros reproducimos en otros lo que está en nosotros. Si somos reyes y sacerdotes en el Señor, reproduciremos reyes y sacerdotes. Los miembros de una congregación, hablando en general, hacen exactamente lo que hace el pastor. Si resentimos la corrección y la autoridad, esto se reproducirá en nuestra descendencia. Sin embargo, si somos obedientes, esto producirá un espíritu de obediencia en nuestros hijos. Es por esto que debemos orar para que el Señor nos cambie para que no reproduzcamos malas cualidades en nuestros hijos espirituales. Ellos mostrarán extraordinaria semejanza a nosotros en espíritu, atavío, disposición, propensión e inclinaciones.

El cuarto día de la creación

1:14-19 –“Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche, hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto”.

En la obra del cuarto día, el Señor hizo el sol, la luna y las estrellas. En el idioma hebreo, la palabra “hizo” en el versículo 16 no implica un acto creativo. Estos versículos solamente son declaratorios de una función. Dios no creó el sol, la luna y las estrellas en ese momento. Él simplemente les ordenó volverse visibles y reasumir sus funciones. Ellos eran para señales, para las estaciones, para días y años. Todos estos cuerpos celestes son obras de Dios. No se nos dice el número, naturaleza, lugar, tamaño, o movimiento de las estrellas; esto no fue accidental, sino deliberado. Las Escrituras no fueron escritas para satisfacer la curiosidad o volvernos astrónomos, sino para guiarnos hacia Dios, y formarnos a Su imagen y semejanza.

Las lumbreras de los cielos fueron hechas para servir al Creador. Ellas lo hacen fielmente, y sin fallar, resplandecen a su tiempo. En Juan 9:5, Cristo dice: “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”. Efectivamente, Cristo es la Luz del mundo; sin embargo, Él ascendió y está a la diestra de Su Padre. Ahora, Él desea que Su luz resplandezca a través de nosotros. Cristo también dijo en Mateo 5:14-16: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Hemos sido colocados como lumbreras en este mundo para servir al Señor y revelarlo a otros. Fuimos creados para ser Sus lumbreras en este mundo, pero con frecuencia no cumplimos nuestra misión en la vida. Muchos creyentes queman las velas de su Maestro, pero no tienen interés en la obra de su Maestro. No ocultemos nuestra fe, permitamos que sea vista abiertamente delante de todos los hombres.

El sol, la luna y las estrellas no son solamente cuerpos celestes, sino también tipos del Señor mismo, y de Su pueblo. Cristo es el Sol de Justicia (Mal. 4:2). La luna puede tipificar a la Iglesia porque ella es un reflejo de Él (Ap. 12:1). Las estrellas nos hablan de los santos fieles quienes “enseñan la justicia a la multitud” como dice en Daniel 12:3. Que permanezcamos constantes en nuestro rumbo como las estrellas de los cielos, y cumplamos la voluntad de Dios y el curso para nuestra vida.

El quinto día de la creación

1:20-23 –“Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana el día quinto”.

En este día de la creación el Señor creó todos los peces del mar y los animales acuáticos, y todas las aves del aire. Ninguno de los animales creados en este día eran creaturas terrestres. Uno de los temas constantes que vemos en toda la Palabra de Dios es que Dios es el Dios de abundancia. Él hizo que todo creciera en abundancia en Su creación. Cristo dice en Juan 10:10: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”. En la nueva creación de un creyente, el Señor busca impartir Su vida de resurrección de manera sobreabundante.

El sexto día de la creación

1:24-25 –“Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno”.

En este día el Señor creó todas las creaturas terrestres, ganado, bestias, todo lo que se arrastra, y al hombre. Los insectos que son más numerosos que las aves y las bestias, parecen ser parte de la obra de este día. La sabiduría y poder del Creador puede admirarse de igual manera en una hormiga como en un elefante. El poder de la providencia de Dios preserva todas las cosas, y el efecto de Su bendición es ser fructíferos.

Debemos notar que el Señor ha puesto verdad en toda Su creación, como Pablo declara en Romanos 1:20: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. Toda la creación del Señor revela Su sabiduría.

1:26 – “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Después de completar Su creación de los reinos, vegetal, mineral y animal, el Señor creó al hombre. El hombre es la más sublime y sobresaliente de las creaciones del Señor. A diferencia del resto de la creación de Dios, el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Más tarde, Dios mismo se hizo hombre para redimir al hombre. Cristo permanecerá siendo un hombre por toda la eternidad. Hay cuatro aspectos relativos al hombre en este versículo que ahora debemos examinar.

El hombre: la suprema creación de Dios

1. El Señor creó el resto de Su creación por Su palabra hablada, pero Él hizo y formó al hombre con Sus propias manos. Él sopló aliento de vida en el hombre.

2. “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. El hombre fue hecho a la imagen de Dios en apariencia física. Todos aquellos que han sido privilegiados de ver al Señor testificarán de esto.

3. “Hagamos al hombre a nuestra semejanza”. El hombre también fue hecho a la semejanza de Dios. (En el texto hebreo esas dos palabras algunas veces son utilizadas indistintamente). Esto se refiere al alma y al carácter de Dios. Incluye los atributos divinos de amor, gozo, y paz como epítomes en el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23), así como el poder del pensamiento, la razón y las emociones asociadas.

4. “Y señoree sobre toda la tierra”. Habiendo sido hecho como su Creador, al hombre se le dio dominio, poder y autoridad sobre las demás creaturas. Para este propósito, el Señor puso el temor del hombre en los animales para que se sometan al hombre.

1:27 –“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”. Para el propósito natural de la procreación de la raza humana, el Señor hizo a ambos, hombre y mujer. Ellos también debían apoyarse mutuamente, para cumplir sus tareas designadas en esta vida, tanto en el ámbito natural como en el espiritual.

1:28 –“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Somos introducidos aquí a una verdad significativa que en realidad es una ley espiritual del Reino de Dios. La bendición trae multiplicación. Esto se repite nuevamente en la promesa del Señor a Abraham cuando le dice: “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia […]” (Gn. 22:17).

Esta verdad se volvió real para nosotros cuando vivíamos en las regiones de cultivo de frutos en los Estados Unidos. En ese tiempo la manzana “Golden delicious” (delicia dorada) estaba siendo cultivada ahí. Cuando finalmente habían producido la especie que les satisfizo, las ventas se extendieron a todo el mundo. De la misma forma, cuando Dios nos sale al encuentro con una bendición nueva, Él multiplica esa bendición entre las naciones. ¡La clave para la multiplicación es la bendición del Señor! Para Adán y Eva significaba que ellos repoblarían la Tierra.

1:29 –“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla, os serán para comer”. El Señor ha provisto abundantemente para Su pueblo. Proveyó todos los vegetales y hortalizas para que el hombre comiera. Al hombre no se le dio carne para comer sino hasta después del Diluvio (Gn. 9:3).

Como el Señor Jesús declara, Dios hace brillar el sol sobre justos e injustos por igual (Mt. 5:45). Somos propensos a preguntarnos por qué algunos países prosperan materialmente mientras que otros, aparentemente, son menos dotados. Todo lo que se necesita es observar cuidadosamente para darse cuenta de que las naciones que sirven a Dios son bendecidas agrícolamente, mientras que otras que no sirven al Señor están sumidas en la pobreza. Esto también es innegable a nivel individual en los países. Hay otro factor que debe tomarse en cuenta, las palabras de Proverbios 13:23: “En el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio”. Se dice que la tierra es capaz de producir suficiente comida para 50 billones de personas, pero a causa de la opresión, los malos manejos, y la injusticia, la mitad de la población del mundo está desnutrida.

1:30 –“Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así”. Dios hizo las plantas para sustentar a los animales. El Señor justo se preocupa de Su creación.

Proverbios 12:10 dice: “El justo cuida de la vida de su bestia […]”. Este pensamiento del tierno cuidado de Dios por todas Sus creaturas es visto también en Su reconvención a Jonás: “¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jon. 4:11).

1:31 –“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto”. El sello de un maestro constructor es que luego de terminar su trabajo, se detiene a observarlo con satisfacción, sabiendo que engrandecerá su status como contratista respetable. De igual manera, el Señor declara que todas Sus obras son buenas.

El Señor también nos habló cuando estábamos construyendo el campus del Instituto Ministerial Sion en Waverly, NuevaYork, que todo debía tener un estándar de excelencia. Mi oración es que cuando todos estemos delante de Dios para rendir cuentas de nuestra vida, el Señor nos diga: “Bien hecho, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Que todas nuestras obras sean buenas y aceptables a Sus ojos.

Cinco expresiones comunes en el capítulo uno

1. “Y dijo Dios”: versículos 3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26, 28, 29. La Biblia nunca trata de probar que es la Palabra de Dios, simplemente lo asume. No se emplea apologética en ella. Otras expresiones tales como: “Así dice el Señor” o “Vino la palabra del Señor” se encuentran unas 3800 veces. No necesita probar que hay un Dios, o probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Incluso los demonios lo saben y tiemblan (Stg. 2:19). La Palabra de Dios es una espada aguda, utilícela, no la defienda.

2. “Y fue así”: versículos 7, 9, 11, 15, 24, 30. Cada vez que Dios habla, algo sucede. Dios quiere hablar creativamente a través de nosotros. El Espíritu de Dios en Josué ordenó: “¡Sol, détente!”. Y lo hizo (Jos. 10:12-13). Todo el sistema solar se detuvo un día completo. En Salmos 33:9 dice: “Porque Él dijo, y fue hecho. Él mandó, y existió”. Siempre que Dios habla; algo se pone en movimiento. Cuando Dios habla; algo sucede inmediatamente. Los animales no evolucionaron, ni el hombre, ni la vida en las plantas. Cuando Dios habló las cosas sucedieron inmediatamente, en un solo día.

3. “Y vio Dios que era bueno”: versículos 4, 10, 12, 18, 21, 25, 31. ¡Todo lo que Dios hace es bueno! Dios es incapaz de ningún tipo de mal. Él es totalmente bueno. “Gustad y ved que bueno es Jehová”. Él es grande en misericordia y verdad (Ex. 34:6; Sal. 34:8). ¿Cómo interpretamos Isaías 45:7 que dice: “Que […] creo la adversidad”? Aquí la palabra mal [N. del E.: en la versión del inglés King James se utiliza la palabra “mal” en lugar de “adversidad”] significa adversidad o dificultad. Es la misma palabra usada en Job 42:11. Significa simplemente que, algunas veces, Dios permite que Su pueblo sea probado con dificultades.