Grandeza y decadencia de Cesar Birotteau - Honoré de Balzac - E-Book

Grandeza y decadencia de Cesar Birotteau E-Book

Honore de Balzac

0,0
2,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

César Birotteau, un hombre con éxito en su negocio de perfumería se deslumbra con su participación en una especulación de terrenos que lo convertirá en un hombre rico; pero los dispendios, el lujo de la nueva vida y el abandono de sus negocios de siempre lo llevan a la quiebra; a partir de ahí el único pensamiento de César es conseguir su rehabilitación pagando rigurosamente todas sus deudas.A través de él, Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida y confiere a un hombre común la grandeza de los héroes épicos.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2017

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Grandeza y decadencia de César Birotteau

Honorato de Balzac

PRELIMINAR

Honoré de Balzac (1799-1850) nació en Tours y en 1814 se trasladó con su familia a París. Obedeciendo a los deseos de sus padres, estudió derecho, pero acabada la carrera les comunicó su intención de dedicarse a la literatura. Al no contar con la ayuda de su familia sus inicios como escritor se desa-rrollaron en la más absoluta pobreza; como consecuencia Balzac se vio acosado por numerosas deudas que le persiguieron hasta el final de su vida. De 1829 es Los chuanes, novela que firmó ya con su nombre y que, junto con Fisiología del matrimonio y Escenas de la vida privada, también de la misma épo-ca, le permitieron darse a conocer entre los lectores.

El éxito le llegaría en 1831 con la publicación de La piel de zapa. A partir de entonces se convirtió en el escritor de moda, entró a formar parte de la vida parisina, era requerido por revistas y periódicos, y reclamado en los salones literarios... El deseo de mantener su popularidad, junto con la necesidad de hacer frente a sus deudas y el lujoso tren de vida que llevaba, le obligó a escribir a un ritmo desenfrenado.

En 1834 concibió la idea de integrar sus novelas en una obra única, que en 1842 llamó La comedia humana. El plan de la obra, trazado en 1845, incluía unas 140 novelas (sólo alcanzó a escribir unos dos tercios del total). En ella se reflejan la decadencia de la aristocracia, el triunfo del liberalismo en po-lítica y del capitalismo en economía: las nuevas fortunas francesas, el inicio de la publicidad en los negocios, la especulación, los banqueros, industriales y hombres de negocios, los nuevos aristócratas que son la punta de lanza del poder de la burguesía, de la que proceden por otro lado la mayoría de los lectores de su obra... un monumental retrato de grupo de la sociedad de la época.

Entre las novelas más famosas de la serie se encuentran Eugenie Grandet (1833), Papá Goriot (1834), El lirio en el valle (1836), Las ilusiones perdidas (1837-43), Grandeza y decadencia de César Birotteau (1837), La Mansión Nucingen (1838), La prima Bette (1847), etcétera.

Grandeza y decadencia de César Birotteau se publicó en 1837, aunque su origen está unos seis años antes: a través de su correspondencia Balzac fue dando noticias del progreso de esta obra y de su miedo a publicarla; posteriormente justificó esa tardanza por no saber si «pueda interesar la figura de un tendero bastante torpe, bastante mediocre, con desgracias vulgares, que simboliza aquello de lo que nos burlamos enormemente, el pequeño comercio parisino. Y bien, señor, en un día feliz, yo me dije: es preciso transfigurarlo, hacer de él ¡la imagen de la honradez! Y

me pareció posible». Hasta que a mediados de noviembre de 1837 Le Figaro le ofreció 20.000 francos por la publicación de la obra en dos tomos de 5.000 ejemplares que el periódico proyectaba ofrecer gratuitamente a sus suscriptores: la condición era que el manuscrito estuviera entregado el 10 de diciembre. Efectivamente, los dos tomos aparecieron a finales de diciembre de dicho año. Esta primera edición lleva un prefacio y está dividida en 16 capítulos englobados en tres partes.

Una nueva edición «revisada y corregida»

apareció en 1839. En ella Balzac suprimió el prefacio y la división en capítulos. En la edición de Furne de 1844 aparece ya co-mo Tomo X de La comedia humana, dentro de las «Escenas de la vida parisina»; en ella la tercera parte se integra en la segunda.

En la primera parte de la obra se relata el ascenso de Birotteau: su éxito en la perfumería y su intervención en una especulación afortunada que le convierten en un hombre rico y hacen que empiece a vivir por encima de sus posibilidades.

Acaba esta parte con el gran baile que ofrece el protagonista en su nueva y lujosa casa. En la segunda, sus dispendios y el abandono de sus negocios le pasan factura; ello, junto con la huida del notario en el que había depositado su dinero y las malas artes del maquiavélico Tillet, lo llevarán a la quiebra; a partir de ahí el único pensamiento de César Birotteau es su rehabilitación, algo que sólo conseguirá después de haber pagado sus deudas.

A través de su protagonista Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vi-da y confiere a un hombre común la grandeza de los héroes épicos. Birotteau es en el universo de Balzac el símbolo del honor comercial y su aventura comercial, narra-da como epopeya, es trasunto de los nuevos tiempos, que exigen otros títulos de gloria, otros vellocinos de oro que habrá que conquistar después de difíciles travesías por las turbulentas aguas de una sociedad y una economía que aún no se han consolidado.

COMERCIANTE PERFUMISTA

TENIENTE DE ALCALDE DEL SEGUNDO

DISTRITO DE PARÍS CABALLERO DE LA

LEGIÓN DE HONOR, ETC.

CÉSAR EN SU APOGEO

Durante las noches de invierno, el ajetreo no cesa más que por un instante en la calle de Saint-Honoré; en seguida, los carros de los hortelanos que van hacia el Mercado Central continúan el ruido que venían haciendo los coches que volvían de los espectáculos o de los bailes. A la mitad de ese calderón que se encuentra en la gran sinfonía del movimiento parisiense, hacia la una de la madrugada, la esposa del señor César Birotteau, comerciante perfumista establecido cerca de la plaza Vendóme, se despertó sobresaltada por un terrible sueño. La perfumista se había visto doble; se había aparecido a sí misma vestida con harapos, haciendo girar, con una mano seca y arrugada, el picaporte de su propio comercio, encontrándose así a la vez en el quicio de la puerta y en su silla tras el mostrador; se pedía limosna a sí misma y oía su propia voz en la puerta y en su puesto de vendedora. Quiso agarrarse a su marido, pe-ro su mano sólo encontró un lugar frío. Se hizo entonces tan intenso su miedo que ni siquiera pudo mover el cuello: lo tenía como petrificado; se le cerró la garganta y le faltó la voz. Quedó clavada en la cama, muy abiertos los ojos y fija la mirada, con una sensación de dolor en sus erizados cabellos, los oídos llenos de ruidos extraños, el corazón encogido, pero palpitante y, en fin, bañada de sudor y helada, en medio de un dormitorio cuya puerta estaba abierta de par en par.

El miedo es un sentimiento casi patógeno y obra de tal suerte en el organismo humano que sus facultades son llevadas, bien al más alto grado de su poder, bien al último del decaimiento. Durante mucho tiempo se ha visto la fisiología sorprendida por este fenó-

meno, que echa por tierra sus hipótesis y revoluciona sus presunciones, aun cuando en realidad no sea otra cosa que un abatimiento que se ha operado en el interior como una fulminación; pero, como todos los accidentes eléctricos, extraño y caprichoso en sus mani-festaciones. Esta explicación se convertirá en algo vulgar el día en que los sabios hayan descubierto el gran papel que desempeña la electricidad en el pensamiento humano.

La señora Birotteau sintió entonces algunos de los sufrimientos, en cierto modo luminosos, que producen estas terribles descargas de la voluntad, dilatadas o contraídas por un mecanismo desconocido. Así, durante un rato, muy corto si se lo mide con un reloj, pero interminable si se lo cuenta por sus rá-

pidas impresiones, esta pobre mujer tuvo el monstruoso poder de emitir más ideas y de hacer surgir más recuerdos que no lo hubiera hecho en todo un día con sus facultades en estado normal. El relato de este penoso mo-nólogo puede resumirse en algunas palabras, absurdas, contradictorias y desprovistas de sentido, tal como:

—¡No hay ninguna razón para que Birotteau haya abandonado el lecho! Ha comido mucha carne, y es posible que se halle indispuesto; pero si se hubiera sentido enfermo, me habría despertado. Desde hace diecinueve años que dormimos juntos en esta misma cama, y nunca se ha levantado sin advertírmelo. ¡Pobre cordero! No ha dormido fuera de casa más que cuando ha tenido que pasar la noche en el cuerpo de guardia. ¿Se acostó esta noche conmigo? ¡Pero claro que sí! ¡Dios mío, si seré estúpida!

Echó una mirada a la cama y vio el gorro de dormir de su marido, que conservaba la forma casi cónica de la cabeza.

—¡Está, pues, muerto! ¿Se habrá suicida-do? ¿Por qué? Desde que, hace dos años, lo nombraron teniente de alcalde, está yo no sé cómo. Hacer que intervenga en las funciones públicas, ¿no es, a fe de mujer honesta, para dar grima? Sus asuntos van bien, pues me ha regalado un chal. ¿O no van bien? ¡Bah, ya lo sabría yo! ¿Se sabe siempre lo que un hombre tiene en su cartera? ¿Y también una mujer? Eso no es ningún mal. ¿Pero no hemos vendido hoy géneros por valor de cinco mil francos? Por otra parte, un teniente de alcalde no puede matarse a sí mismo, ya que conoce muy bien las leyes. ¿Dónde está, pues?

La señora no podía mover el cuello, ni adelantar la mano para tirar del cordón de la campanilla, con lo cual habría puesto en movimiento a una cocinera, a tres dependientes y a un mozo de almacén. Presa de la pesadilla, que continuaba aunque ya estaba despierta, ni se acordó de su hija, tranquilamente dormida en una habitación contigua y cuya puerta estaba cerca de su lecho. Por fin gritó:

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!