GuíaBurros El camino de la felicidad - Daniel Pérez - E-Book

GuíaBurros El camino de la felicidad E-Book

Daniel Pérez

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  • Herausgeber: Editatum
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

La mayoría de las personas que acuden a consulta psicológica lo hacen por problemas de carácter afectivo-emocional. En este libro se expone la forma en que se configura y se desarrolla esta dimensión desde las etapas más tempranas de la vida. La configuración del vínculo desde la infancia va a tener consecuencias fundamentales en la forma en que la persona va a establecer sus relaciones. Hay una serie de necesidades básicas en este nivel que se han de tener en cuenta a lo largo de la vida de la persona: recibir y dar afecto, saber cómo posicionarse en cada tipo de relación, evitar la queja y el sentimiento de culpa.

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GuíaBurros El camino de la felicidad

Sobre el Autor

Daniel Pérez nació en Yeste (Albacete). Es psicólogo por la Universidad Complutense de Madrid, y jefe de servicio y director de programas en la Comunidad Autónoma de Murcia.

Es autor y profesor de cursos sobre Técnicas de Investigación en Desarrollo Personal, y ejerce como psicoterapeuta individual y de grupos. Es asesor personal de directivos de empresa y formador en máster de Psicología Clínica, así como ponente a nivel nacional e internacional en temas relacionados con el desarrollo humano.

Fue cofundador de la primera comunidad “No-violencia activa” en España junto a Lanza del Vasto, discípulo de Gandhi. Fue fundador y director del centro de Psicología aplicada “Espacio Humano” de Murcia.

Es autor de GuíaBurros La vida se graba en el cuerpo, GuíaBurros El arte de educar y GuíaBurros El camino del éxito publicados en esta misma editorial.

Si en estas páginas se atisban retazos de sabiduría se debe, sin duda alguna, al tiempo que pasé aprendiendo de grandes profesores y maestros como Vidal Martínez, Guillermo Sánchez, Fernando Parra, Jerónimo Molina, Pedro Villamarzo, Jean Ambrosí, José María Morales Meseguer, Lanza del Vasto y Doménico Douady, entre otros. Mi más profundo agradecimiento a todos ellos y, especialmente, a mis padres Daniel y Ramona, educadores de calidad.

Así mismo siento agradecimiento por todos los vecinos de mi pueblo, Yeste. Me vieron crecer, alejarme para ampliar mi formación y regresar de tiempo en tiempo. Siempre estaré dispuesto para ellos.

A Monchi, mi hermana, que siempre sabe permanecer cerca. A Francisca, Mari Carmen Monzonís y Ami, aplicadas alumnas en su tiempo y actuales colegas; sus apuntes, aportaciones y sugerencias han posibilitado que salgan ahora estas páginas.

A Miguel Escrivá, cuya colaboración ha hecho posible este libro.

Introducción

La mayoría de las personas que acuden a consulta psicológica lo hacen por problemas de carácter afectivo-emocional. En este libro se expone la forma en que se configura y se desarrolla esta dimensión desde las etapas más tempranas de la vida. La configuración del vínculo desde la infancia va a tener consecuencias fundamentales en la forma en que la persona va a establecer sus relaciones. Hay una serie de necesidades básicas en este nivel que se han de tener en cuenta a lo largo de la vida de la persona: recibir y dar afecto, saber cómo posicionarse en cada tipo de relación, evitar la queja y el sentimiento de culpa...

En el modelo que se presenta hay cuatro causas fundamentales del desajuste afectivo que están en la base de la mayoría de los trastornos.

Por último, es necesario conocer el duelo emocional y cómo se elabora a la hora de realizar una correcta evaluación de cada sujeto.

Aspectos a tener en cuenta:

Conocer la configuración del vínculo en los seres humanos.

Conocer las necesidades básicas del nivel afectivo.

Elaborar la queja y la culpa.

Mostrar las cuatro causas fundamentales del desajuste afectivo.

Conocer la elaboración del duelo.

Capítulo I

Teoría del apego. El vínculo (Bowlby)

Concepto y definición

La teoría del apego intenta descubrir y explicar la formación, el desarrollo y la pérdida de los vínculos afectivos durante toda la vida (desde el nacimiento hasta la muerte). Es un modo de concebir la propensión que muestran los seres humanos a establecer sólidos vínculos afectivos con otras personas determinadas y explicar las múltiples formas de trastorno emocional y de alteraciones de personalidad, incluyendo aquí la ansiedad, la ira, la depresión y otros comportamientos emocionales que ocasionan la separación involuntaria y la pérdida de seres queridos.

El punto clave de la tesis es que existe una intensa relación causal entre las experiencias de un individuo con sus progenitores y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos, y que ciertas variaciones de dicha capacidad, que se manifiestan en problemas conyugales y conflictos con los hijos, así como en trastornos de personalidad, pueden atribuirse a determinadas variaciones de los modos de desempeñar los padres sus correspondientes roles.

El comportamiento de apego es concebido como una forma de conducta que consiste en que un individuo consigue o mantiene proximidad con otra persona diferenciada, y preferentemente individual, que es considerada, en general, como más fuerte y/o más sabia. Es especialmente evidente durante la temprana infancia. El comportamiento de apego se considera que es propio de los seres humanos desde la cuna hasta la sepultura. Incluye el llanto, las llamadas de atención (que dan lugar a asistencia o cuidados), el seguimiento y adhesión, así como una intensa protesta si el niño se queda solo o con personas extrañas. Con la edad disminuye la intensidad con la que se manifiesta este comportamiento.

El vínculo que une al niño con su madre, es la denominada conducta de apego. Bowlby establece una serie de generalizaciones en cuanto a las características de la conducta de apego:

Tiene su propia dinámica (no es sexual ni alimentaria).

Lleva al establecimiento de vínculos afectivos o apegos en primer lugar con los progenitores y, posteriormente, con otros adultos. Las formas de comportamiento y los vínculos derivados de ellos están presentes y activos durante toda la vida.

Modificada por sistemas de conducta que se van corrigiendo.

La meta de la conducta de apego es mantener ciertos grados de proximidad o de comunicación con las figuras de apego.

Desarrollo de la conducta de apego: Fases

Infancia:

partimos de la premisa del hecho empírico de que en los doce primeros meses de vida, el niño desarrolla un fuerte vínculo de afecto con una figura materna que, posteriormente, amplía a otras figura adultas del entorno. Pautas como succión, aferramiento, seguimiento, sonrisa y llanto contribuyen a fijar el vínculo de afecto. No afecta tanto el volumen de tiempo como la intensidad de la relación progenitor-hijo para el desarrollo de un apego específico. El patrón de relaciones familiares que se experimenta en la infancia es de crucial importancia para el posterior desarrollo de la personalidad.

Adolescencia

: el vínculo afectivo que une al hijo con sus padres comienza a debilitarse. Otros adultos comienzan a revestir para él igual o mayor importancia que las figuras paternas, y el cuadro se completa con la atracción sexual que experimenta por congéneres de su misma edad. En la mayoría de los casos, el vínculo con los padres se mantiene durante la vida adulta y afecta a la conducta de muchas maneras.

Madurez

: las figuras de apego, que hasta ahora pertenecían a generaciones anteriores o la propia, se amplían ahora ante la aparición de otras personas (hijos, nietos, sobrinos... ).

Necesidades básicas a nivel afectivo

Al igual que en los anteriores niveles de la estructura de la personalidad, es decir, nivel físico y nivel intelectual, en el nivel afectivo hemos de tener en cuenta que todo ser humano necesita sentirse acogido, saber interactuar con otras personas y poder entregarse de manera incondicional en algunas ocasiones. Esto da lugar a que necesitemos todos los seres humanos tener figuras que nos acepten sin necesidad de tener que hacer méritos (nos referimos a sentirnos «hijos de la vida»), así como poder establecer acuerdos con figuras de a la par (relaciones fraternales, encuentros con compañeros, acuerdos con socios e intercambios afectivos). Y por último, y no menos importante, las personas necesitamos entregarnos para experimentar la sensación de bienestar que produce entregar afecto sin esperar a cambio.

Entre las necesidades básicas de este nivel se encuentran:

Filiación (sentirnos hijos de la vida).

Contar con referentes que sean capaces de dar en gratuidad (aceptarnos, cuidarnos, valorarnos y orientarnos siendo tal y como somos).

Actividades que cubren esta necesidad:

Acercarse a las figuras de autoridad.

Entregarse.

Pedir lo que se necesita.

Ser atractivos (no manifestar solo la petición o la queja, también afecto). A pesar de que se va a recibir en gratuidad, conviene adoptar un comportamiento que facilite el encuentro.

Sentimiento fraternal.

Es igualmente necesario poder compartir con iguales (amigos, hermanos, pareja, compañeros de trabajo, etc.).

Actividades que cubren esta necesidad:

Manejar correctamente las distancias y tiempos en las relaciones.

Contar con espacios y tiempos grupales y otros estrictamente personales.

Respetar, no herir ni quejarse.

Utilizar habilidades de relación.

No dejarse someter ni intentar someter al otro.

Relacionarse mediante elementos externos (proyectos comunes que sean atractivos para ambos).

Establecer y cumplir los contratos.

No exigir ni verse obligado a dar elementos de tipo parental.

Planificar los encuentros.

Saber explicar lo que se desea de otros y cómo se desea ser tratado.

Aceptar convivir y compartir responsabilidades.

Conocer que callar no necesariamente es ceder, puede ser una manera de no contaminar.

Se puede discrepar con las acciones de la persona pero no con la persona misma.

Sentimiento de entrega.

En la vida en sociedad el ser humano se pone en contacto con personas que demandan de él (hijos, educandos, enfermos, etc.). Solo si la persona ha cubierto sus carencias podrá permitirse dar en gratuidad.

Actividades que cubren esta necesidad:

Dar cuando no requerimos recibir a cambio (de aquello en lo que somos excedentes).

Respetar y aceptar incondicionalmente al otro.

Orientar desde lo evidente, evitando caprichos.

Dar paso a otras figuras referenciales si en algo no estamos excedentes.

Permitir la independencia llegado el momento.

Como consecuencia de la satisfacción de estas necesidades emerge el encuentro satisfactorio con uno mismo.

Causas y consecuencias en el desajuste afectivo

Al referirnos a desajustes afectivos es importante entender que tienen su origen en las relaciones de la infancia y que dan lugar a determinados comportamientos anómalos o patologías.

Las figuras parentales son las personas en las que recae fundamentalmente la tarea de proporcionar a los hijos acogida y orientación en sus primeros años de vida.

Hay cuatro causas fundamentales que, de manera única o combinadas, están en la base de tales anomalías o desajustes afectivos: ausencia parental, abandono, rol cruzado, desclasamiento y duelo.