Hamlet - En Espanol - William Shakespeare - E-Book

Hamlet - En Espanol E-Book

William Shakespeare

0,0
1,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Obra en la que el genio de William Shakespeare brilla con especial fuerza. La tragedia de Hamlet traza el admirable retrato de un legendario príncipe de Dinamarca soñador y contemplativo, sumido en dudas e irresoluciones, que, obligado a esclarecer los motivos que llevaron a la muerte de su padre, sucumbe ante la fatalidad de las circunstancias. Poblada por una abundante y compleja galería de personajes secundarios, la obra ha gozado de una constante vigencia a lo largo del tiempo, que ha hecho que se incorporen al lenguaje común numerosas expresiones de la obra («ser o no ser», «palabras, palabras, palabras», «lo demás es silencio») que han llegado a hacerse emblemáticas. La ambigüedad, la ambivalencia y la desorientación del protagonista lo aproximan notablemente, por otro lado, a la sensibilidad de nuestra época.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Obra en la que el genio de William Shakespeare brilla con especial fuerza. La tragedia de Hamlet traza el admirable retrato de un legendario príncipe de Dinamarca soñador y contemplativo, sumido en dudas e irresoluciones, que, obligado a esclarecer los motivos que llevaron a la muerte de su padre, sucumbe ante la fatalidad de las circunstancias. Poblada por una abundante y compleja galería de personajes secundarios, la obra ha gozado de una constante vigencia a lo largo del tiempo, que ha hecho que se incorporen al lenguaje común numerosas expresiones de la obra («ser o no ser», «palabras, palabras, palabras», «lo demás es silencio») que han llegado a hacerse emblemáticas. La ambigüedad, la ambivalencia y la desorientación del protagonista lo aproximan notablemente, por otro lado, a la sensibilidad de nuestra época.

William Shakespeare

Hamlet

Título original: The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark

William Shakespeare, 1600.

DRAMATIS PERSONAE

EL ESPECTRO del padre de Hamlet

HAMLET, Príncipe de Dinamarca

EL REY Claudio, hermano del difunto Rey Hamlet

LA REINA Gertrudis, viuda del difunto Rey Hamlet y esposa del Rey Claudio

POLONIO, dignatario de la corte danesa

OFELIA, hija de Polonio

LAERTES, hijo de Polonio

REINALDO, criado de Polonio

HORACIO amigo de Hamlet

ROSENCRANTZ amigo de Hamlet

GUILDENSTERN amigo de Hamlet

VOLTEMAND cortesano

CORNELIO cortesano

OSRIC cortesano

FRANCISCO soldado

BERNARDO soldado

MARCELO soldado

FORTINBRÁS, Príncipe de Noruega

UN CAPITÁN del ejército noruego

UN SACERDOTE

EL ENTERRADOR

SU COMPAÑERO

ACTORES

MARINEROS

SECUACES de Laertes

EMBAJADORES de Inglaterra

Cortesanos, mensajeros, criados, guardias, soldados, acompañamiento.

La escena se representa en el Palacio y Ciudad de Elsinore, en sus cercanías y en las fronteras de Dinamarca.

ACTO PRIMERO

ESCENA I

Explanada delante del Palacio de Elsinore. Noche Oscura.

(Entran Bernardo y Francisco, dos centinelas.)

BERNARDO.—¿Quién va?

FRANCISCO.—¡Contestad vos! ¡Alto, daos a conocer!

BERNARDO.—¡Viva el rey!

FRANCISCO.—¿Bernardo?

BERNARDO.—El mismo.

FRANCISCO.—Llegas con gran puntualidad.

BERNARDO.—Ya han dado las doce: acuéstate, Francisco.

FRANCISCO.—Gracias por el relevo. Hace un frío ingrato, y estoy abatido.

BERNARDO.—¿Todo en calma?

FRANCISCO.—No se ha oído un ratón.

BERNARDO.—Muy bien, buenas noches. Si ves a Horacio y a Marcelo, mis compañeros de guardia, dales prisa.

(Entran Horacio y Marcelo.)

FRANCISCO.—Creo que los oigo. ¡Alto! ¿Quién va?

HORACIO.—Amigos de esta tierra.

MARCELO.—Y vasallos del rey danés.

FRANCISCO.—Adiós, buenas noches.

MARCELO.—Adiós, buen soldado. ¿Quién te releva?

FRANCISCO.—Bernardo. Quedad con Dios.

(Sale.)

MARCELO.—¡Eh, Bernardo!

BERNARDO.—¡Eh! Oye, ¿está ahí Horacio?

HORACIO.—Parte de él.

BERNARDO.—Bienvenido, Horacio. Bienvenido, Marcelo.

MARCELO.—¿Se ha vuelto a aparecer eso esta noche?

BERNARDO.—Yo no he visto nada.

MARCELO.—Dice Horacio que es una fantasía, y se resiste a creer en la espantosa figura que hemos visto ya dos veces. Por eso le he rogado que vigile con nosotros el paso de la noche, para que, si vuelve ese aparecido, confirme que lo vimos y le hable.

HORACIO.—¡Bah! No vendrá.

BERNARDO.—Siéntate un rato y deja que asediemos tus oídos, tan escudados contra nuestra historia, diciéndote lo que hemos visto estas dos noches

HORACIO.—Muy bien, sentémonos y oigamos lo que cuenta Bernardo.

BERNARDO.—Anoche mismo, cuando esa estrella que hay al oeste de la polar se movía iluminando la parte del cielo en que ahora brilla, Marcelo y yo, con el reloj dando la una…

(Entra el Espectro.)

MARCELO.—¡Chsss! No sigas: mira, ahí viene.

BERNARDO.—La misma figura; igual que el rey muerto.

MARCELO.—Tú tienes estudios: háblale, Horacio.

BERNARDO.—¿No se parece al rey? Fíjate, Horacio.

HORACIO.—Muchísimo. Me sobrecoge y angustia.

BERNARDO.—Quiere que le hablen.

MARCELO.—Pregúntale, Horacio.

HORACIO.—¿Quién eres, que usurpas esta hora de la noche y la forma intrépida y marcial del que en vida fue rey de Dinamarca? Por el cielo, te conjuro que hables.

MARCELO.—Se ha ofendido.

BERNARDO.—Mira, se aleja solemne.

HORACIO.—Espera, habla, habla. Te conjuro que hables.

(Sale el Espectro.)

MARCELO.—Se fue sin contestar.

BERNARDO.—Bueno, Horacio. Estás temblando y palideces. ¿No es esto algo más que una ilusión? ¿Qué opinas?

HORACIO.—Por Dios, que no lo habría creído sin la prueba real y terminante de mis ojos.

MARCELO.—¿Verdad que se parece al rey?

HORACIO.—Como tú a ti mismo. Tal era la armadura que llevaba cuando combatió al ambicioso rey noruego. Tal su ceño cuando, tras fiera discusión, a los polacos aplastó en sus trineos sobre el hielo. Es asombroso.

MARCELO.—Con paso tan marcial ha cruzado ya dos veces nuestro puesto a esta hora cerrada de la noche.

HORACIO.—No puedo interpretarlo exactamente, pero, en lo que se me alcanza, creo que esto presagia conmoción en nuestro estado.

MARCELO.—Bueno, sentaos, y dígame quien lo sepa por qué se exige cada noche al ciudadano tan estricta y rigurosa vigilancia; por qué tanto fundir cañones día tras día y comprar armamento al extranjero; por qué se reclutan calafates, cuyo esfuerzo no distingue el domingo en la semana. ¿Qué ejército amenaza para que prisa y sudor hagan compañeros de trabajo al día y a la noche? ¿Quién puede informarme?

HORACIO.—Yo puedo. Al menos, el rumor que corre es este: nuestro difunto rey, cuya imagen se nos ha aparecido ahora, sabéis que fue retado por Fortinbrás de Noruega, que se crecía en su afán de emulación. Nuestro valiente Hamlet, pues tal era su fama en el mundo conocido, mató a Fortinbrás, quien, según pacto sellado, con refrendo de las leyes de la caballería, con su vida entregó a su vencedor todas las tierras de que era propietario: nuestro rey había puesto en juego una parte equivalente, que habría recaído en Fortinbrás, de haber triunfado éste; de igual modo que la suya, según lo previsto y pactado en el acuerdo, pasó a Hamlet. Pues bien, Fortinbrás el joven, rebosante de ímpetu y ardor, por los confines de Noruega ha reclutado una partida de aventureros sin tierras, carne de cañón para un empeño de coraje, que no es más, como han visto muy bien en el gobierno, que arrebatarnos por la fuerza y el peso de las armas esas tierras perdidas por su padre. Creo que esta es la causa principal de los aprestos, la razón de nuestra guardia, la fuente del tráfago y actividad en nuestro reino.

(Vuelve a entrar el Espectro.)

Pero, ¡alto, mirad! ¡Ahí vuelve! Le saldré al paso, aunque me fulmine. ¡Detente, ilusión!

(El Espectro abre los brazos.)

Si hay en ti voz o sonido, háblame. Si hay que hacer alguna buena obra que te depare alivio y a mí, gracia, háblame. Si sabes de peligros que amenacen a tu patria y puedan evitarse, háblame. O, si escondes en el vientre de la tierra tesoros en vida mal ganados, lo cual, según se cree, os hace a los espíritus vagar en vuestra muerte, háblame. ¡Detente y habla!

(Canta el gallo.)

¡Detenlo tú, Marcelo!

MARCELO.—¿Le doy con mi alabarda?

HORACIO.—Si no se para, dale.

BERNARDO.—¡Está aquí!

HORACIO.—¡Aquí!

(Sale el Espectro.)

MARCELO.—Se ha ido. Hicimos mal en usar la violencia con un ser de tanta majestad, pues es invulnerable como el aire y pretender agredirle es una burla.

BERNARDO.—Iba a hablar cuando cantó el gallo.

HORACIO.—Y se sobresaltó como un culpable citado por el juez. He oído decir que el gallo, clarín de la mañana, despierta con su voz altiva y penetrante al dios del día y que, alertados, en tierra o aire, mar o fuego, los espíritus errantes en seguida se recluyen: de que es verdad ha dado prueba este aparecido.

MARCELO.—Se esfumó al cantar el gallo. Dicen que en los días anteriores al del nacimiento de nuestro Salvador el ave de la aurora canta toda la noche; entonces, dicen, no vagan los espíritus, las noches son puras, los astros no dañan, las hadas no embrujan, las brujas no hechizan: tan santo y tan bendito es este tiempo.

HORACIO.—Eso he oído, y lo creo en parte. Mas mirad: con manto cobrizo, el alba camina sobre el rocío de esa cumbre del oriente. Dejemos la guardia y, si os parece, vamos a contar al joven Hamlet lo que hemos visto esta noche, pues, por mi vida, que el espectro, mudo con nosotros, le hablará. ¿Estáis de acuerdo en que debemos informarle, como exigen la amistad y nuestro deber?

MARCELO.—Sí, vamos, que sé dónde podemos hallarle fácilmente esta mañana.

(Salen.)

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!