Hamlet  (traducido) - William Shakespeare - E-Book

Hamlet  (traducido) E-Book

William Shakespeare

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Beschreibung

- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.
Compuesta entre 1600 y 1602, "Hamlet" es quizá la obra más conocida de Shakespeare y de la historia del teatro en su conjunto. La "máscara de Hamlet", tras la que se oculta el rostro del propio Shakespeare, recorre todo el itinerario teatral del bardo y ha desafiado durante siglos el ingenio de los críticos más ilustres: Goethe vio en él al prototipo del héroe romántico, sensible y atormentado; Eliot a un hombre dominado por emociones inexpresables; Coleridge a un individuo incapaz de actuar, bloqueado por una excesiva actividad del pensamiento y la imaginación, obligado por la situación a contravenir su propia naturaleza. Es cierto que la fuerza del personaje -y de la obra- reside precisamente en ser tan matizado, esquivo y complejo, firmemente anclado en su tiempo y, sin embargo, capaz de hacer resonar las cuerdas más profundas del lector y del espectador de todas las épocas. Con un ensayo de Samuel Taylor Coleridge.

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CONTENIDO

 

Acto I

Escena I. Elsinore. Una plataforma ante el castillo

Escena II. Elsinore. Una Habitación de Estado en el Castillo

Escena III. Una habitación en casa de Polonio

Escena IV. La Plataforma

Escena V. Una parte más remota del castillo

Acto II

Escena I. Una habitación en casa de Polonio

Escena II. Una habitación en el castillo

Acto III

Escena I. Una habitación en el castillo

Escena II. Una sala del castillo

Escena III. Una habitación en el castillo

Escena IV. Otra habitación del castillo

Acto IV

Escena I. Una habitación en el castillo

Escena II. Otra habitación del castillo

Escena III. Otra habitación del castillo

Escena IV. Una llanura en Dinamarca

Escena V. Elsinore. Una habitación en el castillo

Escena VI. Otra habitación del castillo

Escena VII. Otra habitación del castillo

Acto V

Escena I. Un cementerio

Escena II. Una sala del castillo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hamlet 

William Shakespeare

 

 

 

 

Dramatis Personae

HAMLET, Príncipe de Dinamarca.CLAUDIUS, Rey de Dinamarca, tío de Hamlet.EL ESPÍRITU del difunto rey, padre de Hamlet.GERTRUDE, la Reina, madre de Hamlet, ahora esposa de Claudio.POLONIUS, Lord Chambelán.LAERTES, hijo de Polonio.OPHELIA, Hija de Polonio.HORATIO, Amigo de Hamlet.FORTINBRAS, Príncipe de Noruega.VOLTEMAND, cortesano.CORNELIUS, Cortesano.ROSENCRANTZ, Cortesano.GUILDENSTERN, Cortesano.MARCELLUS, Oficial.BARNARDO, Oficial.FRANCISCO, Soldado.OSRIC, Cortesano.REYNALDO, Criado de Polonio.Jugadores.Un Caballero, Cortesano.Un Sacerdote.Dos payasos, sepultureros.Un Capitán.Embajadores ingleses.Lores, Damas, Oficiales, Soldados, Marineros, Mensajeros y Asistentes.

Acto I

Escena I. Elsinore. Una plataforma ante el castillo

Entran Francisco y Barnardo, dos centinelas.

BARNARDO.¿Quién está ahí?

FRANCISCO.No, contéstame. Levántate y despliégate.

BARNARDO.¡Viva el Rey!

FRANCISCO.¿Barnardo?

BARNARDO.Él.

FRANCISCO.Llegas con mucho cuidado a tu hora.

BARNARDO.Ya son las doce. Vete a la cama, Francisco.

FRANCISCO.Muchas gracias por este alivio. Hace mucho frío,y estoy enfermo del corazón.

BARNARDO.¿Has tenido guardia tranquila?

FRANCISCO.No se mueve ni un ratón.

BARNARDO.Bien, buenas noches.Si os encontráis con Horacio y Marcelo,los rivales de mi guardia, diles que se den prisa.

Entran Horacio y Marcelo.

FRANCISCO.Creo que los oigo. ¡Párate! ¿Quién está ahí?

HORATIO.Amigos de esta tierra.

MARCELO.Y guardianes del danés.

FRANCISCO.Buenas noches.

MARCELO.Oh, adiós, honesto soldado, ¿quién te ha relevado?

FRANCISCO.Barnardo tiene mi lugar. Buenas noches.

[Salir.]

MARCELLUS.¡Hola, Barnardo!

BARNARDO.Dime, ¿está Horacio ahí?

HORATIO.Un pedazo de él.

BARNARDO.Bienvenido, Horacio. Bienvenido, buen Marcelo.

MARCELO.¿Qué, esta cosa ha aparecido de nuevo esta noche?

BARNARDO.No he visto nada.

MARCELO.Horacio dice que no es más que nuestra fantasía,y no dejará que la creencia se apodere de éltocando esta temida vista, dos veces vista por nosotros.Por eso le he rogado que nos acompañeCon nosotros para vigilar los minutos de esta noche,Que si de nuevo esta aparición vieneÉl pueda aprobar nuestros ojos y hablarle.

HORATIO.Tush, tush, 'twill not appear.

BARNARDO.Sentaos un momento,y déjanos una vez más asaltar tus oídos,que estan tan fortificados contra nuestra historia,Lo que hemos visto dos noches.

HORATIO.Bueno, sentémonos,y oigamos a Barnardo hablar de esto.

BARNARDO.La última noche de todas,cuando la misma estrella que está al oeste del polo,había hecho su curso para iluminar esa parte del cielodonde ahora ardemos Marcelo y yo,La campana que entonces sonaba...

MARCELO.Paz, rompe contigo. Mira por dónde vuelve.

Entra Fantasma.

BARNARDO.En la misma figura, como el Rey que ha muerto.

MARCELO.Eres un erudito; háblale, Horacio.

BARNARDO.¿No se parece al Rey? Fíjate, Horacio.

HORATIO.Lo que más me gusta. Me atormenta el miedo y el asombro.

BARNARDOSe hablaría.

MARCELO.Cuestiónalo, Horacio.

HORATIO.¿Qué eres tú que usurpas esta hora de la noche,junto con esa bella y guerrera formaEn la que la majestad de la enterrada Dinamarcaa veces marchaba? Por el cielo te ordeno que hables.

MARCELO.Se ofende.

BARNARDO.Mira, se aleja.

HORATIO.¡Quieto! ¡Habla, habla! Te ordeno que hables.

[Salir Ghost.]

MARCELO.Se ha ido, y no responde.

BARNARDO.¡Cómo ahora, Horacio! Tiemblas y estás pálido.¿No es esto algo más que fantasía?¿Qué te parece?

HORATIO.Ante mi Dios, no podría creer estoSin el sensible y verdadero testimoniode mis propios ojos.

MARCELO.¿No es como el Rey?

HORATIO.Como tú a ti mismo:Tal era la armadura que llevabacuando combatió a la ambiciosa Noruega;Así frunció el ceño una vez, cuando en una airada discusiónGolpeó a los polacos en el hielo.Es extraño.

MARCELO.Así dos veces antes, y salta en esta hora muerta,Con marcial acecho ha pasado por nuestra guardia.

HORATIO.En qué pensamiento particular trabajar no lo sé;Pero en el bruto y el alcance de mi opinión,Esto presagia alguna extraña erupción a nuestro estado.

MARCELO.Bien ahora, siéntate, y dime, el que sabe,por qué esta misma estricta y observadora vigilanciatan nocturna fatiga al súbdito de la tierra,y por qué ese reparto diario de cañones de bronceY mercado extranjero para implementos de guerra;¿Por qué tal impresión de los armadores, cuya tarea dolorosaNo divide el domingo de la semana.¿Por qué esta sudorosa prisahace que la noche trabaje junto con el día:¿Quién puede informarme?

HORATIO.Eso puedo;Al menos, así lo susurran. Nuestro último Rey,cuya imagen se nos aparece ahora,fue, como sabéis, Fortinbras de Noruega,que fue aguijoneado por el más emulado orgullo,se lanzó al combate, en el que nuestro valiente Hamlet,pues así lo estimaba este lado de nuestro mundo conocido,mató a este Fortinbras, que por un pacto sellado,bien ratificado por la ley y la heráldica,renunció, con su vida, a todas sus tierrasde las que se apoderó, al conquistador;Contra las cuales, una parte competentenuestro Rey, que había vueltoa la herencia de Fortinbras,Si hubiera sido vencedor; como por el mismo cov'nantY transporte del artículo designado,el suyo recayó en Hamlet. Ahora, señor, el joven Fortinbras,De temple no mejorado, caliente y lleno,Tiene en las faldas de Noruega, aqui y alla,ha hecho una lista de resoluciones sin ley,Para alimento y dieta, a alguna empresaque tenga estómago, que no sea otra,como bien parece a nuestro estado,Sino recuperar de nosotros por mano fuertey términos compulsivos, esas tierras mencionadasTan perdidas por su padre. Y esto, supongo,es el principal motivo de nuestros preparativos,La fuente de esta nuestra vigilancia, y la cabeza principalDe este post prisa y hurgar en la tierra.

BARNARDO.Creo que no es otra cosa:Bien puede ser que esta figura portentosaViene armada por nuestra guardia tan parecida al ReyQue fue y es la cuestión de estas guerras.

HORATIO.Una mota es molestar el ojo de la mente.En el estado más alto y palmy de Roma,poco antes de la caída del más poderoso Julio,las tumbas permanecían intactas y los muertos cubiertos de sábanaschillaban y farfullaban en las calles romanas;Como estrellas con trenes de fuego y rocíos de sangre,Desastres en el sol; y la estrella húmeda,Sobre cuya influencia se levanta el imperio de Neptuno,se enfermó casi hasta el día del juicio final con el eclipse.E incluso el mismo presagio de eventos feroces,Como presagios que preceden al destino...y prólogo del presagio que se avecina,el cielo y la tierra juntos han demostradoA nuestros climas y compatriotas.

Vuelve a entrar Fantasma.

Pero, suave, ¡he aquí! ¡Ahí viene otra vez!Lo cruzaré, aunque me fulmine. ¡Quieto, ilusión!Si tienes algún sonido, o uso de la voz,háblame.Si hay algo bueno que hacer,que pueda aliviarte y darme gracia,Háblame.Si estás al tanto del destino de tu país,Que, felizmente, conociendolo de antemano puede evitar,¡Habla!O si has desenterrado en tu vidaun tesoro extorsionado en el vientre de la tierra,Por el cual, dicen, los espíritus a menudo caminan en la muerte,Habla de ello. ¡Quédate y habla!

[El gallo canta.]

¡Basta, Marcelo!

MARCELO.¿Lo golpeo con mi partisano?

HORATIO.Hazlo, si no se queda así.

BARNARDO.¡Está aquí!

HORATIO.¡Está aquí!

[Salir Ghost.]

MARCELO.¡Se ha ido!Lo hacemos mal, siendo tan majestuoso,al ofrecerle el espectáculo de la violencia,pues es como el aire, invulnerable,y nuestros vanos golpes son una burla maliciosa.

BARNARDO.Estaba a punto de hablar, cuando el gallo tripulación.

HORATIO.Y entonces comenzó, como una cosa culpableA una temible llamada. He oídoEl gallo, que es la trompeta de la mañana,con su garganta altiva y estridenteDespierta al dios del día; y a su aviso,Ya sea en el mar o en el fuego, en la tierra o en el aire,El espíritu extravagante y errante se refugiaA su confín. Y de la verdad aquíEste objeto presente hecho probación.

MARCELO.Se desvaneció con el canto del gallo.Algunos dicen que cada vez que llega esa épocaen que se celebra el nacimiento de nuestro Salvador,el pájaro del alba canta toda la noche;Y entonces, dicen, ningún espíritu se atreve a salir,Las noches son saludables, entonces ningún planeta golpea,Ningún hada se apodera, ni bruja tiene poder para encantar;Tan sagrado y gracioso es el tiempo.

HORATIO.Eso he oído, y en parte lo creo.Pero mira, la mañana vestida con un manto rojizo,camina sobre el rocío de esa alta colina del este.Rompamos nuestra guardia, y por mi consejo,Comuniquemos lo que hemos visto esta nocheal joven Hamlet; por mi vida,este espíritu, mudo para nosotros, le hablará.Consentid que se lo comuniquemos,tan necesario en nuestros amores, como adecuado a nuestro deber?

MARCELO.Hagámoslo, te lo ruego, y esta mañana sédónde lo encontraremos más convenientemente.

[Exeunt.]

Escena II. Elsinore. Una Habitación de Estado en el Castillo

 

Entran Claudio Rey de Dinamarca, Gertrudis la Reina, Hamlet, Polonio, Laertes, Voltemand,Cornelio, Señores y Asistente.

REY.Aunque de la muerte de Hamlet nuestro querido hermanoEl recuerdo sea verde, y que nos correspondaLlevar nuestros corazones en pena, y todo nuestro reinose contraiga en una sola frente de dolor;Sin embargo, tanto ha luchado la discreción con la naturalezaQue con la más sabia pena pensamos en él,junto con nuestro recuerdo.Por lo tanto, nuestra hermana de siempre, ahora nuestra reina,la consorte imperial de este belicoso estado,Hemos, como con una alegría derrotada,Con un ojo auspicioso y otro que se cae,Con alegría en el funeral, y con tristeza en el matrimonio,En igual escala pesando deleite y dote,Tomado por esposa; ni hemos aquí barr'dVuestras mejores sabidurías, que libremente han acompañadocon este asunto. Por todo, nuestro agradecimiento.Ahora sigue, que conoces al joven Fortinbras,sosteniendo una débil suposición de nuestro valor,o pensando que por la muerte de nuestro querido hermanoque nuestro estado es desunido y fuera de marco,unido a este sueño de su ventaja,no ha dejado de molestarnos con mensajes,importando la entrega de esas tierrasperdidas por su padre, con todos los lazos de la ley,a nuestro más valiente hermano. Tanto para él.Ahora para nosotros y para esta reunion:Este es el asunto: hemos escrito aquía Noruega, tío del joven Fortinbras,que, impotente y postrado en cama, apenas se enteradel propósito de su sobrino, de suprimirSu ulterior marcha aquí; en que las levas,Las listas, y las proporciones completas son todas hechasDe su súbdito: y aquí despachamosA ti, buen Cornelio, y a ti, Voltemand,como portadores de este saludo a la vieja Noruega,sin daros más poder personalpara negociar con el Rey, más de lo que el alcancede estos dilatados artículos.Adiós, y que vuestra prisa cumpla con vuestro deber.

CORNELIUS y VOLTEMAND.En eso, y en todas las cosas, mostraremos nuestro deber.

REY.No lo dudamos: adiós de corazón.

[Exeunt Voltemand y Cornelius.]

Y ahora, Laertes, ¿qué noticias tienes?Nos hablaste de un traje. ¿Qué es, Laertes?No puedes hablar de razones al danés,y perder la voz. Que suplicas, Laertes,Que no sea mi oferta, ni tu pedido?La cabeza no es mas nativa que el corazon,ni la mano a la boca,que el trono de Dinamarca a tu padre.¿Qué quieres, Laertes?

LAERTES.Temeroso mi señor,Vuestro permiso y favor para volver a Francia,de donde, aunque voluntariamente, vine a DinamarcaPara mostrar mi deber en vuestra coronación;Pero ahora debo confesar que, cumplido mi deber,Mis pensamientos y deseos se inclinan de nuevo hacia Francia,y los inclino ante tu amable permiso y perdón.

REY.¿Tenéis permiso de vuestro padre? ¿Qué dice Polonio?

POLONIO.Me ha arrancado, mi señor, mi lento permisocon laboriosas súplicas, y al fina su voluntad sellé mi duro consentimiento.Os ruego que le permitáis partir.

REY.Toma tu buena hora, Laertes; el tiempo sea tuyo,y tus mejores gracias gástalo a tu voluntad.Pero ahora, mi primo Hamlet, y mi hijo...

HAMLET.[Un poco más que pariente, y menos que amable.

REY.¿Cómo es que las nubes aún se ciernen sobre ti?

HAMLET.No es así, mi señor, estoy demasiado al sol.

REINA.Buen Hamlet, quítate el color de la noche,y deja que tus ojos miren a Dinamarca como un amigo.No busques para siempre en el polvobusques a tu noble padre en el polvo.Sabes que todo lo que vive debe morir,Pasando a través de la naturaleza a la eternidad.

HAMLET.Sí, señora, es común.

REINA.Si es que lo es,¿por qué te parece tan particular?

HAMLET.¡Parece, señora! No, lo es; no sé lo que parece.No es sólo mi capa de tinta, buena madre,ni los habituales trajes de negro solemne,ni la suspiracion ventosa del aliento forzado,No, ni el río fructífero en el ojo,Ni el haviour abatido del visage,Junto con todas las formas, estados de ánimo, muestras de dolor,que puedan denotarme verdaderamente. Estos parecen,pues son acciones que un hombre puede representar;Pero yo tengo dentro lo que sobrepasa el espectáculo;No son más que los atavíos y los trajes de la aflicción.

REY.Es dulce y encomiable en tu naturaleza, Hamlet,dar estos deberes de luto a tu padre;Pero debes saber que tu padre perdió un padre,Ese padre perdido, perdió el suyo, y el sobreviviente obligadoEn obligacion filial, por algun tiempoA hacer obsequioso dolor. Pero perseverarEn obstinada condolement es un cursoDe impía terquedad. Es un dolor poco varonil,Muestra una voluntad incorrecta para el cielo,Un corazón sin fortificar, una mente impaciente,Un entendimiento simple y sin escuela;Porque lo que sabemos debe ser, y es tan comúnComo cualquier cosa vulgar de sentir,¿Por qué deberíamos en nuestra malhumorada oposición¿Tomarlo a pecho? Fie, es una falta al cielo,Una falta contra los muertos, una falta a la naturaleza,Para la razón más absurda, cuyo tema comúnEs la muerte de los padres, y que aún ha llorado,Desde el primer cadáver hasta el que ha muerto hoy,'Esto debe ser así.' Te rogamos que arrojes a la tierraEste insoportable dolor, y piensa en nosotrosComo en un padre, pues que el mundo tome nota.Eres el más inmediato a nuestro trono,y no con menos nobleza de amorQue el que el más querido padre profesa a su hijote profeso. Por tu intenciónDe volver a la escuela en Wittenberg,Es lo más retrógrado a nuestro deseo:Y te suplicamos que te inclines a permanecerAqui en la alegria y comodidad de nuestros ojos,Nuestro principal cortesano, primo e hijo.

REINA.Que tu madre no pierda sus oraciones, Hamlet.Te ruego que te quedes con nosotros; no vayas a Wittenberg.

HAMLET.Os obedeceré en todo lo que pueda, señora.

REY.Es una respuesta cariñosa y justa.Sed como nosotros en Dinamarca. Señora, venid;Este gentil e implacable acuerdo de Hamletsonríe a mi corazón; en gracia de lo cual,No hay salud jocunda que Dinamarca beba hoyPero el gran cañón a las nubes dirá,y el cielo volverá a rugir al son del rey,Volviendo a hablar truenos terrenales. Vamos.

[Exeunt todos menos Hamlet.]

HAMLET.Oh, que esta carne demasiado sólida se derritiera,se derritiera y se convirtiera en rocío.O que el Eterno no hubiera fijadoSu canon contra el auto sacrificio. ¡Oh, Dios! ¡Oh Dios!Cuán cansados, rancios, planos e inútilesme parecen todos los usos de este mundo.¡Ay de mí! ¡Oh cielos! Es un jardín sin hierbaQue crece hasta la semilla; las cosas rancias y groseras de la naturalezasólo lo poseen. ¡A esto hemos llegado!Pero dos meses muerto, no tanto, no dos:Tan excelente rey; que fue a estoHiperión a un sátiro; tan cariñoso con mi madre,que no puede permitir que los vientos del cielovisitar su rostro con demasiada rudeza. ¡Cielo y tierra!¿Debo recordarlo? Porque, ella se colgaria de elComo si hubiera aumentado su apetitoPor lo que se alimentaba; y sin embargo, dentro de un mes-No me dejes pensar en ello... ¡Culpable, tu nombre es mujer!Un mes, o antes de que esos zapatos fueran viejosCon los que siguió el cuerpo de mi pobre padreComo Niobe, toda lagrimas. -Porque ella, incluso ella...¡Oh Dios! Una bestia que carece del discurso de la razónHubiera llorado mas tiempo, casada con mi tio,el hermano de mi padre; pero no mas como mi padreque yo a Hercules. ¿Dentro de un mes?Antes de que la sal de las lagrimas mas injustasHabia dejado el rubor en sus ojos heridos,se casó. Oh, la más malvada velocidad, para enviar¡Con tal destreza a las hojas incestuosas!No es, ni puede ser bueno.Pero rompe mi corazon, pues debo contener mi lengua.