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…Y entonces se casaron, tuvieron una hija tan linda como un rayo de sol y vivieron felices para siempre... Hay muchos cuentos que terminan así. Pero éste es el comienzo del nuestro. Es la historia de la hija de ésos que se casaron y vivieron felices para siempre.
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Seitenzahl: 30
Veröffentlichungsjahr: 2013
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traducción de MÓNICA MANSOUR ilustrado por RAFAEL BARAJAS, EL FISGÓN
Primera edición en portugués, 1979 Primera edición en español, 1992 Segunda edición, 1994 Duodécima reimpresión, 2012 Primera edición electrónica, 2013
© 1979, Ana Maria Machado Publicado por Editora Ática, S. A., Sao Paulo Título original: Historia meio ao contrário
D. R. © 1992, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008
Comentarios y sugerencias:[email protected] Tel. (55) 5227-4672
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ISBN 978-607-16-1749-1
Hecho en México - Made in Mexico
Y entonces se casaron…
Hay muchos cuentos que terminan así…
Pero empecemos otra vez…
Y entonces se casaron, tuvieron una hija tan linda como un rayo de sol y vivieron felices para siempre…
Hay muchos cuentos que terminan así, pero éste es el comienzo del nuestro. Es decir, si hay que comenzar en algún lugar, muy bien puede ser por ahí. Va a ser la historia de la hija de esos que se casaron y vivieron felices para siempre. Y la historia de los hijos comienza precisamente en la historia de los padres. O en la de los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos o requetetataratatarabuelos, si es que alguien logra decir eso y recordar a todas esas personas.
Bueno, sí hay quien recuerda. El indio recuerda. En muchas tribus, por lo menos. Cuando llega la noche y todo el mundo se junta en torno de la fogata, muchas veces los más viejos cuentan las historias de todos los antepasados: abuelos, bisabuelos, todos esos que vinieron antes, hasta llegar a veinte. De todos ellos, cada indio tiene que saber por lo menos dos cosas: dónde está enterrado su ombligo y dónde está enterrado el cráneo. Es decir, el lugar donde nació el bebé y después donde murió la persona.
Pero eso es cosa de indios. El hombre blanco hoy en día ya no cree en esas cosas. Prefiere saber la alineación de su equipo de futbol, el anuncio de televisión, las capitales de países, marcas de automóviles y otras sabidurías civilizadas. ¿Conoces tú la historia de tus padres? ¿Y de tus abuelos? ¿Y de tus bisabuelos? Yo tampoco sé mucho, no; pero cuando no sé, invento.
Me encanta inventar cosas, por eso es que no soy muy buena contadora de historias. Mezclo las cosas que sucedieron con las inventadas. Y cuando empiezo a conversar me voy acordando de otros asuntos, y mezclo todavía más. Al final, queda una historia grande y principal toda llena de historias pequeñas que cuelgan de ella.
Hay gente a quien le gusta; lo encuentra divertido. Hay gente que sólo quiere saber de historias muy exactas y muy bien ordenaditas; entonces es mejor que cambien de historia, porque ésta está medio atropellada y toda al revés. Comenzó derechita y ya aparecieron allá arriba unos indios que no tienen nada que ver con la historia, pero es que a mí me encantan los indios y los piratas (por eso me fascina el cuento de Peter Pan) y a toda hora me acuerdo de ellos.
Pero empecemos otra vez por el principio.
O por el final, ya que esta historia es al revés…