TextodeKayBirchalIusnsÉgeCeuemn
Títulooriginal:AwesomelyAusten.EmmaEditadoporHarperCollinsIbérica,S.A.,2021C/NúñezdeBalboa,5628001Madridharpercollinsiberica.com©deltexto:KatyBirchall,2019©delasilustraciones:ÉglantineCeulemans,2019©2021,HarperCollinsIbérica,S.A©delatraducción:JofreHomedesBeutnagel,2021PrimeraediciónpublicadaporHodderChildren’sBooks,partedeHachetteChildren’sGroup.Cualquierformadereproducción,distribución,comunicaciónpúblicaotransformacióndeestaobrasolopuedeserrealizadaconlaautorizacióndesustitulares,salvoexcepciónprevistaporlaley.DiríjaseaCEDROsinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.www.conlicencia.com-Tels.:917021970/932720447Adaptacióndecubierta:equipoHarperCollinsIbéricaISBN:978-84-18774-00-3Composicióndigital:NewcomlabS.L.L.
Emma, de Jane Austen, se publicó en 1815.Era la época de la Regencia,unos tiempos en los que la sociedad inglesa se dividía estrictamente en función de la riqueza y se esperaba que las mujeres se casasen jóve-nes.Aunque la protagonista de esta historia,Emma,pueda tener algunas cosas en común con los lectores de hoy,vivía en un mundo muy distinto.¡Al final del libro,podrás averiguar más cosas sobre Jane Austen y cómo era la Inglaterra de 1815!
EMAWod¡Nuestra protagonista! Vive en Hartfield House y es muy querida por todos los habitantes de Highbury.LOS NÑKNGHLYSobrinos y sobrinas de Emma, entre ellas la bebé Emma (llamada así en honor de su tía).JOEEl cuñado de Emma. Vive en Londres con Isabella.ILKNGHLYLa hermana mayor de Emma. Casada, vive en Londres.ÑRWodPadre de Emma. Vive en Hartfield House, en la localidad de Highbury.G ITEl mejor amigo de Emma. Vive en Donwell Abbey, en la localidad de Highbury, y es algo mayor que Emma.(PDS NEOG)PERSONAJSINCIALS
ÑRTELa parlanchina oficial de Highbury. Tía de Jane Fairfax. Pobre en comparación con la mayoría de los personajes ricos de la historia.JEFAXSobrina de la señorita Bates. Huérfana, la han criado unos tutores ricos, los Campbell, y ha vivido mucho tiempo lejos de Highbury. De edad parecida a la de Emma.ÑR TSMadre de la señorita Bates y abuela de Jane Fairfax. Pobre en comparación con la mayoría de los personajes ricos de la historia.(DJE)
ÑRWSTORecién casado con la antigua institutriz de Emma. Vive en Highbury.ÑR La antigua institutriz de Emma, cuyo apellido de soltera es Taylor. Recién casada, vive en Highbury.RCHUIHijo del primer matrimonio del señor Weston. Criado por su tía (la señora Churchill) desde que quedó huérfano de madre, ha vivido mucho tiempo lejos de Highbury. De edad similar a la de Emma.TtLa gran amiga de Emma. De niña, sus misteriosos y desconocidos padres la enviaron al internado de la señora Goddard, en Highbury. Ahora, Harriet la ayuda a dirigirlo. De edad similar a la de Emma.ÑRTGranjero. Vive en Highbury. Algo mayor que Emma.ÑRENEl pastor de Highbury. Algo mayor que Emma.
11CÍTUOEmma Woodhouseera guapa,lista y rica,y había llegado a los veintiún años sin casi nada que la preocupase.La noche de la boda de su institutriz,la señorita Taylor,Emma,sin embargo,estaba francamente preocupada.Después de cenar,su padre se había quedado dormido en su sillón favorito y en la sala todo era silencio,salvo por el crepitar del fuego y los suaves ronquidos del señor Woodhouse.Sin la señorita Taylor,pensaba Emma taci-turna, ¿con quién podría hablar?Se alegraba mucho por la señorita Taylor —ahora se-ñora Weston—,pero tras dieciséis años juntas iba a echar-la mucho de menos.Más que una institutriz,había sido unaamiga.Emma no recordaba haberle oído nunca una pa-labraestricta.Por otra parte,sabía que,aunque la señorita
JANEUSTE12Taylor también sintiera afecto por Isabella,la hermana ma-yor de Emma,siempre había tenido debilidad por la me-nor de las Woodhouse.Le parecía bien cualquier cosa quehiciera,algo muy útil para Emma a la hora de salirse con la suya…Emma había perdido a su madre demasiado pronto para recordarla,pero siempre había tenido a su lado a la señorita Taylor para cuidarla cuando estaba enferma,reírse de las travesuras que maquinaban y escuchar lo primero que se le venía a la cabeza.En resumidas cuentas:Emma nunca había echado en falta el cariño de una madre.Tampoco había tenido la sensación de que-darse atrás después de la boda de su hermana Isabella,que ya no vivía en Highbury,en el campo,sino en Lon-dres.Satisfecha de quedar al frente de Hartfield House y con los afables consejos de su institutriz para orientarla en los asuntos cotidianos,gozaba de una situación senci-llamente perfecta.Se alisó con un suspiro las arrugas de la falda e irguiódesafiante la cabeza.Tenía que sobrellevar el cambio demanera admirable y con elegancia,no como una niña en-furruñada.A fin de cuentas,la boda había sido idea suya.
EMA13Justo cuando se felicitaba por haber unido al nuevo matrimonio Weston,entró la doncella con una tetera,y el padre de Emma se despertó de golpe.—¡Pobre señorita Taylor! —declaró antes de subirse la manta en el regazo—.Qué lástima que se la hayan llevado de Hartfield.Habría sido mucho más feliz con nosotros el resto de sus días.Emma sonrió.El señor Woodhousesiempre habíatenido una gran aversión a los cambios.
JANEUSTE14—Papá,que ahora la señora Weston tiene casa propiay un marido muy generoso y agradable.Sabes perfec-tamente que no podía quedarse siempre aquí,sopor-tándome.El señor Woodhouse carraspeó de forma exagerada.—Hartfield es el triple de grande que su nueva casa.Pobre señorita Taylor, qué disgusto va a llevarse.—Bueno,tampoco está tan lejos.A los señores Wes-ton los veremos a menudo,pues seguro que nos visitarán con tanta frecuencia como nosotros a ellos —dijo Emma alegremente.—No puedo caminar tan lejos —protestó el señor Woodhouse—. Me resfriaría.—Nadie espera que vayas caminando,papá.—Emma se rio,sacudiendo la cabeza—.Iríamos con el carruaje,por supuesto.—El carruaje no les conviene nada a los caballos—rezongó su padre,mientras Emma sonreía mirando su taza de té.El señor Woodhouseera un hombre nervioso,siem-pre preocupado por ponerse enfermo.No le cabía en la cabeza que una persona sensata se arriesgase a salir de
EMA15lacomodidad de aquella casa.A su modo de ver,la vida social fuera de Hartfield no solo era tediosa,sino que comportaba un gran peligro de sufrir indigestiones u otras dolencias alarmantes.Por lo general estaba encan-tado de recibir visitas,salvo si se trataba de cenas con mucha gente,que le crispaban el ánimo.Al inconve-niente de acostarse tarde se añadía el tener que revisar,al menos cuatro veces,el menú con la cocinera para cer-ciorarse de que no se sirviera nada más pesado de la cuenta a los comensales.Para el señor Woodhouseno había delito mayor en el mundo que servir un plato que pudiera causar indigestión.Justo cuando Emma estaba pensando en si una parti-da de backgammonpodía servir para animar a su padre,entró en la sala uno de los visitantes preferidos del señor Woodhouse, un joven de pelo oscuro.—¡Señor Knightley! —dijo cordialmente el señor Woodhouse—.Qué detalle haber venido ya tan tarde… Venga,acérquese a la chimenea,no vaya a coger frío.¡Se le habrá hecho fatigoso caminar con toda esta humedad!—En absoluto —repuso el señor Knightley con una inclinación de cabeza y una sonrisa cómplice a Emma—.
JANEUSTE16Hay luna y no hace frío.Ha sido un paseo de lo más agradable.George Knightley era hermano de John,el marido de la hermana de Emma,Isabella,y como tal siempre era bienvenido en Hartfield,adonde iba con frecuencia.Vivía a menos de dos kilómetros,en Donwell Abbey,y nada le gustaba más que disfrutar de una velada tranqui-la junto al señor Woodhouse y su hija.Como acababa de volver de Londres,donde había visitado a su hermano y su cuñada,contestó paciente-mente a todas las preguntas del señor Woodhouseacerca de Isabella y los niños,antes de que la conversación de-rivase de nuevo hacia el presente.—¿Se han portado todos bien en la boda? —preguntóel señor Knightley,apoyándose en el respaldo del si-llón—. Dígame, ¿quién ha llorado más?—Es un día triste —dijo gravemente el señor Wood-house—. Pobre señorita Taylor.—De «pobre señorita Taylor» nada.Seguro que el paso de ser institutriz a tener casa propia le reportará muchas alegrías.En todo caso,ahora solo tiene que ocu-parse de su esposo —señaló el señor Knightley,mirando
EMA17con socarronería a Emma—,y no de dos personas aquí en Hartfield.—De las cuales una es tan caprichosa y difícil.—Emmasonrió—.Se muere usted de ganas de añadirlo,¿verdad,señor Knightley?—Sí,es cierto.—El señor Woodhousesuspiró—.A veces soy caprichoso y difícil.—¡No me refería a ti,papá! —Emma se rio—.Yahabrás adivinado que lo he dicho por mí.Al señorKnightleyle divierte sobremanera echarme en cara misdefectos.—No es propio de auténticos amigos perder el tiem-po con halagos —repuso con una sonrisa el señorKnightley.Sabía muy bien que era el único de todo el pueblo que veía algún defecto en Emma Woodhouse—. Estará muy contenta,Emma,de ver tan felizmente casa-da a su querida institutriz.—Más que nadie,porque he sido la casamentera.Hace cuatro años decidí que el señor Weston debía ca-sarse con la señorita Taylor,a pesar de que en Highbury todos estaban convencidos de que no volvería a contraer matrimonio. ¡Qué gran éxito!
JANEUSTE18—¿Éxito? Lo dice como si la boda hubiera sido obrasolo suya de principio a fin —dijo el señor Knightley,sacudiendo la cabeza.—¡Y lo es! —declaró orgullosa Emma—.Si no hu-biera alentado las visitas del señor Weston ni lo hubiera puesto por las nubes a la menor ocasión,es muy posible que hoy no hubiera habido boda.—Pura casualidad —dijo el señor Knightley,en cuyos labios empezó a dibujarse una sonrisa—.Seguro que su intromisión hizo más mal que bien.—Emma es muy generosa —intervino el señor Wood-house,no muy atento a la conversación—.Ahora bien,sies cierto que la boda de hoy es obra tuya,querida,te pidoque no conciertes ninguna otra.¡El matrimonio solo sir-ve para deshacer familias y exponernos al enorme riesgode un pastel de bodas atiborrado de azúcar!—Solo una más,papá —dijo Emma,más erguida—.Estoy decidida a casar al señor Elton.—¿El pastor?—Sí,papá.Hoy,cuando ha juntado las manos del se-ñor y la señora Weston,he visto cuánto desea que le ocurra lo mismo.
EMA19—Podrías invitarlo a cenar,en vez de buscarle una es-posa —propuso el señor Woodhouse—.Le sería muchomás beneficioso. El señor Knightley estará de acuerdo.—En efecto.—Viendo la cara de obstinación de Emma,el señor Knightley se rio—.Dejemos que el po-bre señor Elton busque esposa por su cuenta.En estos asuntos,a un hombre de veintisiete años no le hace falta ayuda.La respuesta de Emma fue sonreír y dejar que la con-versación pasara a otros asuntos,pero en su fuero interno ya estaba maquinando.El señor Knightley se equivocaba por completo.Emma Woodhouseestaba convencida de que en cuestiones amorosas los hombres precisaban toda la ayuda posible.Y nadie mejor que ella para prestársela.
20CÍTUD—Emma, querida, traigo muy buenas noticias.Fue lo que dijo la señora Weston,llena de entusiasmo,casi antes de tomar asiento en el salón de Hartfield.Emma se inclinó impaciente hacia su amiga.Siempre le interesaban las noticias,y solo disponían de unos minu-tos para hablar a solas antes de que llegara el resto de los invitados a la cena.—Hemos recibido una carta de Frank Churchill —le explicó la señora Weston mientras su marido se reunía al otro lado de la sala con el señor Elton,el pastor,y el se-ñor Woodhouse.—Sí,tenía constancia de esa carta —reconoció Emma (sin sorprender a la señora Weston,perfectamente sabe-dora de la velocidad a la que corrían los rumores por
EMA21Highbury)—.¡No me tengas ni un segundo más en as-cuas sobre el contenido! ¿Qué le ha escrito el famoso Frank Churchill a su nueva madrastra? Espero que haya expresado sus mejores deseos para ti y su padre.—Sí,descuida —le aseguró la señora Weston—,pero la buena noticia que quería darte es que dice que espera venir pronto a vernos.¡Qué ganas tengo de que llegue a Highbury y nos conozca a todos! ¿Lo ves adecuado?Emma vaciló, pensativa.Personalmente,no podía negar que deseaba que FrankChurchill viniera por fin a Highbury.No solo era la con-ducta de rigor por parte de un hijo cuyo padre acababade volver a casarse,sino que se rumoreaba que era unjoven de muy buenas cualidades,y Emma tenía ganas decomprobarlo, aunque fuera solo por curiosidad.Los rumores sobre el buen aspecto y buen carácter de Frank Churchill los había puesto en circulación la única persona que lo conocía personalmente:su padre.Frank era hijo del señor Weston y su primera esposa,la señora Churchill.Habiendo fallecido esta última cuando aún era pequeño Frank,todos habían juzgado conveniente que quedase al cuidado de sus tíos,los acaudalados señores
JANEUSTE22Churchill.Por eso se había cambiado de apellido,con-virtiéndose en su heredero.Con el paso de los años,el señor Weston había ido a vervarias veces a su hijo,con gran placer de su parte,mientrasque Frank todavía no le había hecho ninguna visita en sucasa de Highbury.La señora Churchill,ya mayor y frágilde salud,tenía gran cariño a Frank,y era sabido que no lodejaba alejarse casi nunca de su lado.El señor Weston ytodas sus amistades deseaban con todas sus fuerzas que laseñora Churchill cambiase de postura,y permitiera queFrank se diera a conocer en su círculo.—¿Y bien,querida? —le dijo la señora Weston aEmma,absorta en pensar si Frank Churchill tenía patillas,y si eran largas o cortas—.¿Te parece una tontería que espere que venga a visitarnos?Emma sonrió, cogiendo la mano de su amiga.—Me parecería una tontería que no lo esperases.Ah… —Hizo una pausa al ver que entraban en la sala cuatro mujeres que acababan de llegar—.Ya están aquíla señora y la señorita Bates.Y la señora Goddard.—¿Quién es esa chica tan guapa que acompaña a la señora Goddard? —preguntó con curiosidad la señora
Vestidocon eleganciaExcelentejineteCarácteraristocráticoEscribecartaseducadas yrefinadasAdmiradorde la buenamúsica yel baile
JANEUSTE24Weston al ver entrar a la joven en cuestión,tímida e im-presionada por el esplendor de la sala.—La señorita Harriet Smith—contestó Emma,le-vantándose—.Hoy me ha escrito la señorita Goddard para preguntarme si podía traerla a la cena.Vayamos arecibirla.Emma estaba encantada de conocer a la señorita Smith, a quien había visto en la iglesia,detrás de la señora God-dard.Había sido alumna de esta última,que dirigía uninternado,y ahora,a los diecisiete años,la ayudaba con lasniñas, mientras seguía viviendo en la escuela.Harriet Smithestaba rodeada por un aura de misterio.Nadie sabía quiénes eran sus padres,ni su profesión,ni su rango dentro de la sociedad.A los pocos minutos de ha-ber conocido a la señorita Smith,Emma,sin embargo,llegó a la conclusión de que su padre solo podía ser un caballero.Era tan dulce y manifestaba una gratitud tan encantadora por estar cenando con la señorita Wood-house,entre la flor y nata de la sociedad,que Emma tuvo la seguridad de que solo podía proceder de una familia con buen juicio.
EMA25—No sabe cuánto le agradezco que me haya permi-tido venir esta noche,señorita Woodhouse—dijo Ha-rriet Smithmás tarde,llena de entusiasmo,confiando en que fueran las palabras correctas.La señorita Emma Woodhousegozaba de tal estima que,ante la perspectiva de poder conocerla,Harriet no había podido comer nada en todo el día;bueno,nada excepto a la hora de comer,y dos bollos para la me-rienda…—Es un placer conocerla,señorita Smith—contestó Emma,que se puso delante de la joven,al lado de laseñora y la señorita Bates.—¡Señorita Woodhouse,qué tarta de manzana! —ex-clamó la señorita Bates sin que Harriet hubiera podidocontestar—.Siempre he dicho que no hay otra como lade Hartfield.¡Qué suerte tenemos de poder saborearla! ¡Yqué crema! Mi tarta favorita es la de manzana.¿Y la suya,madre?La señora Bates no contestó.Era una viuda de avanza-da edad que,tras escuchar durante muchos años los inter-minables y exaltados elogios de su hija sobre todos ytodo,había llegado a la conclusión de que lo mejor que
JANEUSTE26podía hacer en su vejez era quedarse sorda,y ya hacíatiempo que lo era.—Qué bonito es el cuadro que tiene en la pared,se-ñorita Woodhouse—continuó alegremente la señoritaBates,pasando de la tarta de manzana a un nuevo tema—.¿Lo ha pintado usted? ¡Tiene un gran talento para la pin-tura! Y qué afortunadas somos por poder venir a Hart-field… ¡Qué amable ha sido al permitirnos acompañarla,señorita Woodhouse! ¿Usted pinta,señorita Smith? ¿Oprefiere la música? ¡No sabe la elegancia con que toca elpianoforte la señorita Woodhouse! Señorita Woodhouse, ¿se acuerda de mi sobrina,Jane Fairfax? Pues le encantatocar.¡Cuánto me gustaría oírla! ¡Oh,miren,es el señorElton! ¡Qué buena planta! Madre,tenemos que ir a de-cirle cuánto nos hizodisfrutar con su ser-