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Beschreibung

Breve introducción a algunos Padres de la Iglesia, como san Ignacio de Antioquía, san Justino, Tertuliano y Orígenes, san Atanasio, san Juan Crisóstomo, san Isidoro de Sevilla o san Agustín, entre otros, acompañados de una selecta antología de sus principales textos. Introducción a algunos Padres de la Iglesia, con la ayuda de una antología de sus principales textos. La selección trata de subrayar los aspectos bíblicos de textos que suponen una continuación natural de la Escritura. A menudo se trata de textos contemporáneos al Nuevo Testamento, aunque no se les considere dentro del canon de libros inspirados incluidos en la Biblia. Será de gran ayuda para el estudiante y para todo el que busque profundizar en autores como san Ignacio de Antioquía, san Justino, Tertuliano y Orígenes, san Atanasio, san Juan Crisóstomo, san Isidoro de Sevilla o san Agustín, entre otros.

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Veröffentlichungsjahr: 2019

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JERÓNIMO LEAL

INVITACIÓN A LA PATROLOGÍA

Cómo han leído la Biblia los Padres de la Iglesia

Pontificia Università della Santa Croce

EDICIONES RIALP, S. A.

MADRID

Título original: Avvio alla Patrologia. Come hanno letto la Bibbia i Padri della Chiesa

© 2015 by JERÓNIMO LEAL

© 2019 by EDICIONES RIALP, S. A.

Colombia, 63, 8.º A - 28016 Madrid

(www.rialp.com)

Textos cedidos por:

© Editorial Ciudad Nueva: Padres apostólicos; pp. 39-54, 93-107, 145-155, 186-190, 261-263, 272-273, 275-278, 392-405, 555-559, 560-562. Actas latinas de mártires africanos; pp. 89, 91, 93, 95, 97, 99. Stromata IV-V: martirio cristiano e investigación sobre Dios; Clemente Alejandrino; pp. 375, 377, 379, 381, 383, 385, 387, 389. Sobre los principios; Orígenes; 827, 829, 831, 833, 835, 837, 839, 841, 843, 845, 847, 849. Catequesis; Cirilo de Jerusalén; pp. 451-459. Tratado de los misterios; Hilario de Poitiers; pp. 35-46. Comentario al Evangelio de san Marcos; Jerónimo; pp.23-30. Libro de las reglas; Ticonio; pp. 113, 115, 117, 119, 121, 123. Cartas Cristológicas; León Magno; pp. 110-133. Iniciación a las Sagradas Escrituras; Casiodoro; pp. 67-71, 138-142, 178-179, 208. Homilías sobre los Evangelios; Beda el Venerable; I, pp. 298-301, 219-226, II, 28-31. Homilías cristológicas y marianas; Juan Damasceno; pp. 152-160.

Textos cedidos por:

© Biblioteca Autores Cristianos: Padres apostólicos y apologistas griegos; S. Justino; pp. 1019-1024; 1149-1150; 1202-1203; 1215-1217; 1228-1230. Obras completas de san Cipriano; I; pp. 221, 223, 225. Historia eclesiástica; Eusebio de Cesarea; pp. 159-166. Semillas de Contemplación, Homilías sobre el Cantar de los cantares Vida de Moisés: Historia y contemplación, San Gregorio de Nisa; pp. 221-225; 227-228. Obras de San Ambrosio, Edición Bilingüe, I: Tratado sobre el Evangelio de San Lucas; pp. 169-172; 201-205. Comentario a Isaías; Jerónimo; I, pp. 5, 7 y 9. De la doctrina cristiana; Del Génesis contra los maniqueos; Del Génesis a la letra, incompleto; Del Génesis a la letra, Agustín; Texto tomado de http://www.augustinus.it que corresponde a las páginas 125, 127, 129, 131, 133, 135, 137, 139, 141, 143, 395, 397, 399, 341, 343, 345, 347. Enarraciones sobre los Salmos, Agustín; pp. 635-640. Sermones 339-396, Agustín; Texto tomado de http://www.augustinus.it, que corresponde a las pp. 165-171.

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN (versión impresa): 978-84-321-5113-2

ISBN (versión digital): 978-84-321-5114-9

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

PREMISA

INTRODUCCIÓN

BIBLIOGRAFÍA

1. LA DIDACHÉ

DIDACHÉ

BIBLIOGRAFÍA

2. LA CARTA A LOS CORINTIOS DE SAN CLEMENTE ROMANO

CARTA DE CLEMENTE A LOS CORINTIOS I-XII, LIX-LXI

BIBLIOGRAFÍA

3. S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA

IGNACIO A LOS ROMANOS I-II

IGNACIO A LOS ESMIRNIOTAS I-VII

IGNACIO A LOS FILADELFIOS VIII-IX

BIBLIOGRAFÍA

4. CARTA DE BERNABÉ

CARTA DE BERNABÉ VII-XII

BIBLIOGRAFÍA

5. EL PASTOR DE HERMAS

EL PASTOR DE HERMAS, TERCERA VISIÓN IX-XXI

BIBLIOGRAFÍA

6. S. JUSTINO (†165)

PRIMERA APOLOGÍA 1-9

DIÁLOGO CON TRIFÓN 41, 1-4; 86, 1-6; 100, 1-6; 113,1-7; 114, 1-2.5.

BIBLIOGRAFÍA

7. CARTA A DIOGNETO

CARTA A DIOGNETO I-II, V-VI

BIBLIOGRAFÍA

8. PASIÓN DE PERPETUA Y FELICIDAD (203)

PASIÓN DE PERPETUA Y FELICIDAD 1-4

BIBLIOGRAFÍA

9. IRENEO DE LYON (130/140-200)

IRENEO, CONTRA LOS HEREJES I, 1.20-22

IRENEO, CONTRA LOS HEREJES IV, 20,1; IV, 25, 2-3; IV, 26, 1-2; V, 15,4-16,2.

BIBLIOGRAFÍA

10. TERTULIANO (155CA.-222CA.)

CONTRA MARCIÓN III,5.14.

LA RESURRECCIÓN 8,1-6.21, 1-6.

BIBLIOGRAFÍA

11. HIPÓLITO

BENDICIONES DE JACOB 15-19.

BIBLIOGRAFÍA

12. CIPRIANO DE CARTAGO (210CA.-258)

LA UNIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA, 7-10.

BIBLIOGRAFÍA

13. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (150-215CA.)

ESTRÓMATA V, 6, 32-40.

BIBLIOGRAFÍA

14. ORÍGENES (185-253)

SOBRE LOS PRINCIPIOS 4, 2, 1-5.

COMENTARIO A JUAN XIII, 1, 3- 6, 39.

BIBLIOGRAFÍA

15. EUSEBIO DE CESAREA (265-339)

HISTORIA ECLESIÁSTICA, III, 24-25.

BIBLIOGRAFÍA

16. ATANASIO (299-373)

LA INTERPRETACIÓN DE LOS SALMOS 1-3.5.10-11.

BIBLIOGRAFÍA

17. CIRILO DE JERUSALÉN (315-387)

PRIMERA CATEQUESIS MISTAGÓGICA (CATEQUESIS 19)

BIBLIOGRAFÍA

18. BASILIO MAGNO (330-379)

HOMILÍAS SOBRE EL HEXAMERÓN.

BIBLIOGRAFÍA

19. GREGORIO DE NISA (CA. 335-395)

LA VIDA DE MOISÉS II, 15-36.48-51.

BIBLIOGRAFÍA

20. DIODORO DE TARSO († 394)

COMENTARIO A LOS SALMOS, INTRODUCCIÓN

BIBLIOGRAFÍA

21. TEODORO DE MOPSUESTIA (CA. 350-428)

COMENTARIO A JUAN II,4,5-18.

BIBLIOGRAFÍA

22. JUAN CRISÓSTOMO (349 CA. - 407)

COMENTARIO A ISAÍAS V, 2-3.

BIBLIOGRAFÍA

23. CIRILO DE ALEJANDRÍA (370/380-444)

COMENTARIO A JUAN II,4,7-15 Y II,5,5-6

BIBLIOGRAFÍA

24. HILARIO DE POITIERS (310-367)

TRATADO SOBRE LOS MISTERIOS I,1-5.

BIBLIOGRAFÍA

25. AMBROSIO (339-397)

COMENTARIO AL EVANGELIO DE LUCAS III.30-34; IV.28-33

BIBLIOGRAFÍA

26. JERÓNIMO (347-420)

COMENTARIO A ISAÍAS, PRÓLOGO 1-3

COMENTARIO AL EVANGELIO DE S. MARCOS I, 1-12

BIBLIOGRAFÍA

27. TICONIO († 390)

SIETE REGLAS PARA LA ESCRITURA. SEGUNDA REGLA

BIBLIOGRAFÍA

28. AGUSTÍN (354-430)

DE DOCTRINA CHRISTIANA II,8.12-16.23.

DE GENESI CONTRA MANICHAEOS 17.27-22.34.

SERMÓN 350/A, 1-4

SOBRE EL SALMO 140, 1-4

BIBLIOGRAFÍA

29. JUAN CASIANO (360-435)

COLACIONESII, 1-4; 9-10; 14-16

BIBLIOGRAFÍA

30. VINCENTE DE LERINS († 459)

TRATADO EN DEFENSA DE LA ANTIGÜEDAD Y UNIVERSALIDAD DE LA FE CATÓLICA (COMMONITORIUM) 1-3.23

BIBLIOGRAFÍA

31. LEÓN MAGNO (390-461)

CARTA XXVIII A FLAVIANO, (TOMUS AD FLAVIANUM)

BIBLIOGRAFÍA

32. CESÁREO DE ARLÉS (469/470-542)

SERMONES I, 10-12; VII, 1-2; VIII, 1-3.

BIBLIOGRAFÍA

33. TEODORETO DE CIRRO (393-460 CA.)

COMENTARIO A DANIEL II, 34-35.

BIBLIOGRAFÍA

34. BOECIO (475/480-525)

LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA I-III

BIBLIOGRAFÍA

35. CASIODORO (485-583)

INICIACIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS, I, praef.-2; 15, 1-4; 24, 1-3; 33,1.

BIBLIOGRAFÍA

36. GREGORIO MAGNO (540 CA. - 604)

MORALES XIV, 1-9

BIBLIOGRAFÍA

37. ISIDORO DE SEVILLA (560-636)

LAS SENTENCIASIII, 7-9

BIBLIOGRAFÍA

38. BEDA (673-735)

HOMILÍAS SOBRE LOSEVANGELIOS I, 21: CUARESMA (MT 9, 9-13)

HOMILÍA I, 14 (9-20) DESPUÉS DE LA EPIFANÍA (Jn 2, 1-11)

HOMILÍA II, 2 (8-14) CUARESMA (Jn 6, 1-14)

BIBLIOGRAFÍA

39. JUAN DAMASCENO (650-750 CA.)

PRIMERA HOMILÍA SOBRE LADORMICIÓN, 8-11

BIBLIOGRAFÍA

CRONOLOGÍA

ÍNDICE BÍBLICO

AUTOR

PREMISA

LOS MANUALES DE PATROLOGÍA A DISPOSICIÓN de los alumnos de los primeros años de las Facultades Eclesiásticas y de los institutos que promueven estudios de Literatura cristiana antigua exponen, generalmente, para cada autor una detallada descripción de la vida, ambiente, obras y cuestiones críticas y teológicas y, después, una selección de textos patrísticos. Pero esta selección consiste, las más de las veces, en unos cuantos párrafos breves, siempre en letra pequeña, cuando no es una exuberante abundancia de textos. De estas dos posibilidades dependen, respectivamente, dos consecuencias opuestas: o no se leen textos de los Padres o la compra de los tomos necesarios (cuatro o cinco) no está al alcance del bolsillo —ni del tiempo— de los alumnos; y ninguna de las dos garantiza la lectura.

En cambio, la Instrucción sobre el Estudio de los Padres de la Iglesia, en el n. 53, declara: Es, efectivamente, a través del contacto directo del docente y del alumno con las fuentes, como debe enseñarse y aprenderse la Patrística, sobre todo a nivel académico y en los cursos especiales. E Ítalo Calvino, en su libro Perché leggere i classici, afirma: ...no se recomendará nunca suficientemente la lectura directa de los textos originales esquivando lo más posible bibliografía crítica, comentarios, interpretaciones. La escuela y la Universidad deberían servir para hacer entender que ningún libro que habla de otro libro puede decir más que el libro en cuestión; y, en cambio, hacen de todo para hacer creer lo contrario. Hay una inversión de valores muy difundida por la cual la introducción, el aparato crítico, la bibliografía se usan como cortina de humo para esconder lo que el texto tiene que decir y que puede decir solo si se le deja hablar sin intermediarios que pretendan saber más que él. La recomendación es clara y procede de ámbitos muy distintos: los Padres de la Iglesia, clásicos del pensamiento cristiano, se tienen que leer. Por eso el lector no encontrará aparato crítico en estas páginas: las aclaraciones que hemos creído oportunas van en las introducciones.

Nuestro propósito con esta obra es ofrecer una breve introducción a cada Padre de los que hemos seleccionado y uno o varios textos de cada uno, con una duración de lectura prevista equivalente a una clase. Nuestra selección de textos se ha hecho desde una perspectiva exegética (la teología nació de la actividad exegética de los Padres, afirma la Instrucción en el n. 27), es decir, intentando subrayar los aspectos bíblicos de los textos patrísticos, que son, en realidad, la continuación natural de la Escritura, a veces contemporáneos a ella, pero que no entraron en el canon puesto que no eran inspirados. Se trata, por tanto, de una selección temática, que es uno de los posibles modos de presentar la materia, como señala la Instrucción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en el número 58b. Una invitación, por tanto, como señalamos en el título, que haga al alumno tener ganas de seguir leyendo otros textos.

Estas páginas se basan muy estrechamente en textos de referencia con sólida tradición y que hemos seguido de cerca durante la elaboración, especialmente la obra de J. Quasten, Patrología (1983-2000), obra colectiva preparada en el Instituto Patrístico «Augustinianum» de Roma bajo la dirección de Angelo di Berardino, como continuación de la que apareció en español en 1962. Es obligado citar también el Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane (NDPAC) dirigido igualmente por A. Di Berardino, Casale Monferrato 2006-2008. La bibliografía final de cada capítulo está pensada para ofrecer un instrumento de profundización exegética.

Vayan mis agradecimientos, en primer lugar, al Prof. Manuel Mira, que con infinita paciencia sugirió mejoras al manuscrito; a mis alumnos, que han seguido año tras año la evolución de estas páginas y han contribuido, quizá sin saberlo, con preguntas y peticiones de aclaración; y, sobre todo, al Prof. Laurent Touze, que cuando hace años pensaba en la selección de textos para leer en clase, y estaba casi convencido de la oportunidad de la vía exegética, un día me dijo «¡qué bonito sería estudiar el modo en que han leído la Biblia los Padres de la Iglesia».

Nota: Publiqué este manual por primera vez en italiano y ahora ve la luz en español. La traducción de las introducciones es mía, como también la de los textos de los Padres que no he podido encontrar ya traducidos en las prestigiosas colecciones a las que he acudido, cuyas referencias se encontrarán al final de este volumen.

Roma, 25 de abril de 2019

1. LA DIDACHÉ

QUIZÁ EL ESCRITO MÁS ANTIGUO QUE POSEEMOS fuera del Nuevo Testamento es la Didaché, palabra griega que significa “enseñanza” y con la cual se suele citar abreviadamente la obra llamada Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los Doce Apóstoles o Enseñanza de los Apóstoles. Generalmente se considera su fecha de composición al final del siglo I. Este escrito tuvo tal difusión en la antigüedad que Eusebio de Cesarea tuvo que observar que no se trataba de un escrito canónico. El texto se perdió y posteriormente se encontró, al final del siglo XIX, en un códice griego del siglo XI.

La Didaché es una compilación anónima de fuentes diversas derivadas de la tradición de distintas comunidades. Un autor desconocido, judeo-cristiano, reunió en este manual algunos textos que le parecieron útiles para la edificación de los recién convertidos. Se compone de la enseñanza de los Dos caminos, de la vida y de la muerte (1-6), una sección de tradiciones litúrgicas sobre el bautismo, el ayuno, la oración y el convite eucarístico (7-10), una parte disciplinar (11-13), y una parte moral (14-16). Las plegarias eucarísticas (9-10) son muy arcaicas y se inspiran en las bendiciones judaicas que se recitaban en la mesa.

Como temas sobresalientes podemos citar la jerarquía, de la cual no se describe en detalle la organización: se nombran los obispos y diáconos, pero no los presbíteros; la ética cristiana fundada en tradiciones judaicas; y la comparación de la unidad de la Iglesia con el pan, hecho de muchos granos de trigo que se encontraban antes diseminados por los montes.

El uso de la Escritura, sea del Antiguo sea del Nuevo Testamento, es abundante, pero en general no se cita literalmente. Hay afinidades literarias de los Dos caminos con el manual de disciplina de Qumran y el texto se ha cristianizado con el añadido de la sección evangélica, que falta en buena parte de la tradición textual. En I,1 encontramos afinidad con Dt 30, 15-20; en I,2 la composición de dos textos (Dt 6, 5 y Lv 19, 18b) y la regla de oro, que parece una lectura en negativo de Mt 7, 12 y Lc 6, 31; en I,3-5 encontramos la sección evangélica (Mt 5, 44.46-47 y Lc 6, 27-28,32-33); en II,2 la composición de Ex 20,13-14 con Dt 5, 17-18. Presentamos el texto íntegro de la Didaché.

DIDACHÉ

I.1. Dos caminos hay, el de la vida y el de la muerte; pero grande es la diferencia entre los dos caminos. 2. El camino de la vida es este: en primer lugar, amarás a Dios, que te ha creado; en segundo lugar, a tu prójimo como a ti mismo, y todo cuanto no desees que se haga contigo, tú tampoco se lo hagas a otro. 3. La enseñanza de estas palabras es la siguiente: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos y ayunad por los que os persiguen. Pues ¿qué generosidad tenéis si amáis a los que os aman? ¿Acaso no hacen esto también los paganos? Vosotros amad a los que os odian y no tendréis enemigo. 4. Apártate de las pasiones carnales y corporales. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra y serás perfecto. Si alguien te fuerza (a acompañarle) una milla, ve con él dos. Si alguien te quita tu manto, dale también la túnica. Si alguien se apodera de lo tuyo, no se lo reclames, pues tampoco puedes. 5. A todo el que te pida, dale y no se lo reclames, pues el Padre quiere que todos reciban de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme al precepto porque es inocente. Mas ¡ay del que toma! Porque si alguno toma porque padece necesidad, será inocente; pero si no tiene necesidad dará cuenta de por qué y para qué tomó. Encarcelado será juzgado respecto a lo que hizo y no saldrá de allí hasta que haya devuelto el último cuadrante. 6. Por otro lado, acerca de esto se ha dicho: «Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das».

II.1. Segundo mandamiento de la enseñanza: 2. no matarás, no adulterarás, no corromperás a los jóvenes, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia ni la hechicería, no matarás al niño mediante aborto, ni le darás muerte una vez que ha nacido, no desearás los bienes del prójimo. 3. No perjurarás, no darás falso testimonio, no calumniarás, no guardarás rencor. 4. No serás doble ni de pensamiento ni de lengua, pues la doblez de lengua es red de muerte. 5. Tu palabra no será falsa ni vacía sino verificada en la acción. 6. No serás avaricioso ni ladrón ni hipócrita ni malvado ni soberbio. No albergarás plan malo contra tu prójimo. 7. No odiarás a ningún hombre sino que a unos los convencerás de su error, de otros te compadecerás, por otros rogarás y a otros los amarás más que a tu propia vida.

III.1. Hijo mío, huye de todo mal y de todo lo que se le asemeje. 2. No seas irascible, porque la ira conduce al asesinato, ni envidioso ni amigo de disputas ni apasionado, pues de todas estas cosas provienen los homicidios. 3. Hijo mío, no seas voluptuoso, pues la pasión conduce a la fornicación, ni de hablar obsceno ni de mirar deshonesto, pues de todo esto proceden los adulterios. 4. Hijo mío, no seas adivino, porque conduce a la idolatría, ni encantador ni astrólogo ni purificador; ni siquiera desees ver ni oír estas cosas, pues de todas ellas procede la idolatría. 5. Hijo mío, no seas embustero, porque la mentira conduce al robo, ni avaro ni vanidoso, pues de todo esto proceden los robos. 6. Hijo mío, no seas murmurador, porque conduce a la calumnia, ni presuntuoso ni de malos sentimientos, pues de todo esto proceden las calumnias. 7. Sé, en cambio, manso, porque los mansos heredarán la tierra (Sal 36, 11). 8. Sé paciente, misericordioso, sencillo, reposado, bueno y siempre temeroso de las palabras que has escuchado. 9. No te enaltecerás ni infundirás a tu alma temeridad. Tu alma no se juntará con los altivos, sino que permanecerá con los justos y humildes. 10. Los sucesos que te sobrevengan los acogerás como bienes, sabiendo que nada sucede sin Dios.

IV.1. Hijo mío, noche y día te acordarás del que te anuncia la Palabra de Dios y lo honrarás como al Señor, pues donde se proclama su soberanía, allí está el Señor. 2. Buscarás cada día la presencia de los santos para descansar en sus palabras. 3. No serás causa de cisma sino que pondrás paz entre los que contienden. Juzgarás justamente, no tendrás acepción de personas al corregir las faltas. 4. No vacilarás si será o no. 5. No seas de los que extienden las manos para tomar y, sin embargo, las encogen para dar. 6. Si está a tu alcance, darás como rescate de tus pecados. 7. No vacilarás en dar, ni murmurarás cuando des, pues algún día conocerás quién es el justo remunerador del salario. 8. No volverás la espalda al necesitado, sino que compartirás todas las cosas con tu hermano y no dirás que son de tu propiedad. Pues si sois copartícipes en la inmortalidad, ¿cuánto más en los bienes corruptibles? 9. No dejarás de la mano a tu hijo o a tu hija sino que desde la juventud les enseñarás el temor de Dios. 10. No ordenarás con dureza a tu esclavo o a tu esclava, los cuales esperan en el mismo Dios, para que no dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros. Pues no viene a llamar con acepción de personas, sino a los que Él ha preparado el espíritu. 11. Vosotros, siervos, obedeceréis con pudor y temor a vuestros señores como a imagen de Dios. 12. Odiarás toda hipocresía y todo lo que no es grato al Señor. 13. Tendrás cuidado de no abandonar los mandamientos del Señor y guardarás lo que has recibido sin añadir ni suprimir nada. 14. En la asamblea confesarás tus faltas y no te acercarás a tu oración con conciencia mala. Este es el camino de la vida.

V.1. Por el contrario, el camino de la muerte es este: ante todo, es malo y lleno de maldición: asesinatos, adulterios, pasiones, fornicaciones, robos, idolatría, magia, hechicería, saqueos, falsos testimonios, hipocresías, doblez de corazón, engaño, soberbia, maldad, presunción, avaricia, lenguaje obsceno, envidia, temeridad, ostentación, fanfarronería, falta de temor; 2. perseguidores de los buenos, aborrecedores de la verdad, amantes de la mentira, desconocedores del salario de la justicia, no concordes con el bien ni con el juicio justo, no vigilantes para el bien, sino para el mal; alejados de la mansedumbre y la paciencia, amantes de la vaciedad, perseguidores de la recompensa, despiadados con el pobre, indolentes ante el abatido, desconocedores del que los ha creado, asesinos de niños, destructores de la obra de Dios, que vuelven la espalda al necesitado, que abaten al oprimido, defensores de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo. ¡Ojalá, hijos, permanezcáis alejados de todo esto!

VI.1. Vigila para que nadie te extravíe de este camino de la enseñanza, pues te enseña fuera de Dios. 2. Así pues, si puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; pero si no puedes, haz lo que esté en tu mano. 3. En cuanto a la comida, soporta lo que puedas; pero abstente totalmente de la carne sacrificada a los ídolos, pues es un culto de dioses muertos.

VII.1. En cuanto al bautismo, bautizad de esta manera: Después de haber dicho previamente todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva. 2. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, con agua caliente. 3. Y si no tienes ninguna de las dos, derrama tres veces agua en la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 4. Antes del bautismo ayune el que bautiza y el que va a ser bautizado así como algunos otros que puedan. Pero ordena que el que va a recibir el bautismo ayune uno o dos días antes.

VIII.1. Vuestros ayunos no coincidirán con los de los hipócritas, pues estos ayunan el segundo y el quinto día de la semana. Vosotros ayunad el cuarto y el día de la preparación. 2. Tampoco oréis como los hipócritas; por el contrario, orad así, como mandó el Señor en su Evangelio:

Padre nuestro, que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre,

venga tu Reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día

y perdónanos nuestra ofensa

como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

y no nos dejes caer en la tentación

mas líbranos del Maligno.

Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

3. Así orad tres veces al día.

IX. 1. En cuanto a la eucaristía, dad gracias así. 2. En primer lugar, sobre el cáliz:

Te damos gracias, Padre nuestro,

por la santa vid de David, tu siervo,

que nos diste a conocer por Jesús, tu Siervo.

A ti la gloria por los siglos.

3. Luego, sobre el pedazo (de pan):

Te damos gracias, Padre nuestro,

por la vida y el conocimiento

que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu Siervo.

A ti la gloria por los siglos.

4. Así como este trozo estaba disperso por los montes y reunido se ha hecho uno, así también reúne a tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino.

Porque tuya es la gloria y el poder por los siglos por medio de Jesucristo.

5. Nadie coma ni beba de vuestra eucaristía a no ser los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de esto también dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.

X. 1. Después de haberos saciado, dad gracias de esta manera:

2. Te damos gracias, Padre santo,

por tu Nombre santo

que has hecho habitar en nuestros corazones

así como por el conocimiento, la fe y la inmortalidad

que nos has dado a conocer por Jesús tu Siervo.

A ti la gloria por los siglos.

3. Tú, Señor omnipotente,

has creado el universo a causa de tu Nombre,

has dado a los hombres alimento y bebida para su disfrute,

a fin de que te den gracias

y, además, a nosotros nos has concedido la gracia de un alimento y bebida espirituales y de Vida eterna por medio de tu Siervo.

4. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso.

A ti la gloria por los siglos.

5. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia para librarla de todo mal y perfeccionarla en tu amor

y a ella, santificada, reúnela de los cuatro vientos en el reino tuyo, que le has preparado.

Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

6. ¡Venga la gracia y pase este mundo!

¡Hosanna al Dios de David!

¡Si alguno es santo, venga!;

¡El que no lo sea, que se convierta!

Maranatha. Amén.

7. A los profetas permitidles dar gracias cuanto deseen.

XI.1. Así pues, al que venga para enseñaros todo lo anteriormente dicho, recibidlo. 2. Si el que enseña tergiversa y expone otra doctrina para destruir, no lo escuchéis. Si enseña para hacer crecer la justicia y el conocimiento del Señor, recibidlo como al Señor.

3. En cuanto a los apóstoles y profetas obrad así, según la enseñanza del Evangelio. 4. Todo apóstol que vaya a vosotros sea recibido como el Señor. 5. No permanecerá más que un día, pero si tuviese necesidad, puede quedarse otro día. Si permanece tres, es un falso profeta. 6. El apóstol, a su partida, no recibirá nada más que pan hasta que se hospede (de nuevo). Si pide dinero, es un falso profeta.

7. Por otro lado, a todo profeta que hable en espíritu no lo pongáis a prueba ni lo juzguéis, porque todo pecado se perdonará, pero este pecado no será perdonado. 8. Ahora bien, no todo el que habla en espíritu es profeta a no ser que tenga las actitudes del Señor. Así pues, por el estilo de vida será conocido el falso profeta y el profeta. 9. Todo profeta que manda en espíritu (preparar) una mesa, no comerá de ella, pues de lo contrario es un falso profeta. 10. Todo profeta que enseña la verdad, si no practica lo que enseña, es un falso profeta. 11. Todo profeta que haya sido probado verdadero, y que obre el misterio cósmico de la Iglesia, si no enseña a hacer cuanto él practica, no será juzgado por vosotros, pues tiene su juicio con Dios. Pues de igual manera lo hicieron también los antiguos profetas. 12. Al que diga en espíritu: dame dinero o cualquier otra cosa, no lo escuchéis. Pero si dice que deis para otros que sufren necesidad, que nadie lo juzgue.

XII.1. Todo el que venga en el nombre del Señor sea recibido. Después, poniéndolo a prueba, lo conoceréis, pues tenéis el conocimiento (para distinguir) la derecha y la izquierda. 2. Si el que viene está de paso, ayudadle cuanto podáis, pero que no permanezca entre vosotros más de dos días o tres si fuese necesario. 3. Pero si quiere establecerse entre vosotros y tiene un oficio, que trabaje y coma. 4. Si no tuviera oficio, atendedle según vuestra conciencia, de manera que un cristiano no viva ocioso entre vosotros. 5. Si no quiere obrar así, es un comerciante de Cristo. Guardaos de estos.

XIII.1. Todo profeta verdadero, que quiera establecerse entre vosotros, es merecedor de su alimento. 2. De igual manera, el doctor verdadero, así como el obrero, es también merecedor de su alimento. 3. Así pues, tomarás todas las primicias de los productos del lagar y de la era, de los bueyes y las ovejas y lo ofrecerás como primicia a los profetas, pues estos son vuestros sumos sacerdotes. 4. Si no tenéis profeta, dadlo a los pobres. 5. Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al precepto. 6. De la misma manera, si abres una vasija de vino o aceite, toma las primicias y dalas a los profetas. 7. Del dinero, del vestido y de todo bien toma las primicias según te parezca, y dalas conforme al precepto.

XIV.1. En cuanto al domingo del Señor, una vez reunidos, partid el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados para que vuestro sacrificio sea puro. 2. Todo el que mantenga contienda con su compañero, no se reúna con vosotros hasta que se reconcilien, para que vuestro sacrificio no se profane. 3. Pues a este hay que referir lo dicho por el Señor: En todo lugar y en todo tiempo me ofreceréis un sacrificio puro, porque soy rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre los pueblos (Ml 1, 11-14).

XV.1. Así pues elegíos obispos y diáconos, dignos del Señor, hombres mansos, desinteresados, veraces y probados, pues ellos también desempeñan el ministerio de los profetas y de los doctores. 2. Así pues, no los despreciéis, pues ellos ocupan entre vosotros un puesto de honor junto con los profetas y los doctores. 3. Corregíos mutuamente no con ira, sino con paz, como lo tenéis en el Evangelio (Mt 18, 15-17). A todo el que peque contra otro, nadie le hable ni sea escuchado por vosotros hasta que se arrepienta. 4. Vuestras oraciones, limosnas y todas las acciones realizadlas tal como lo tenéis en el Evangelio de nuestro Señor.

XVI.1. Vigilad por vuestra vida. Que vuestras lámparas no se apaguen y vuestras cinturas no dejen de estar ceñidas; por el contrario estad preparados, pues no sabéis la hora en que nuestro Señor viene. 2. Reuníos frecuentemente para buscar lo que conviene a vuestras almas, pues no os servirá todo el tiempo de vuestra fe si no sois perfectos en el último momento. 3. Pues en los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, las ovejas se convertirán en lobos y el amor se cambiará en odio. 4. Pues al crecer la maldad, se odiarán unos a otros, se perseguirán, se traicionarán y, entonces, aparecerá el seductor del mundo como hijo de Dios; hará signos y prodigios espantosos, la tierra será entregada en sus manos y obrará la impiedad que jamás existió desde el inicio del tiempo. 5. Entonces los hombres vendrán al fuego de la prueba y muchos se escandalizarán y perecerán, pero los que hayan permanecido en su fe se salvarán por el mismo anatema. 6. Y entonces aparecerán los signos de la verdad. En primer lugar, el signo de la extensión del cielo; luego, el signo del sonido de la trompeta; y en tercer lugar, la resurrección de los muertos. 7. No de todos sino como fue dicho: Vendrá el Señor y todos los santos con Él (Za 14, 5). 8. Entonces el mundo verá venir al Señor sobre las nubes del cielo.

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2. LA CARTA A LOS CORINTIOS DE SAN CLEMENTE ROMANO

CLEMENTE, TERCER ROMANO PONTÍFICE después del Apóstol Pedro, debe intervenir hacia los años 96-98 para pacificar un conflicto surgido en la comunidad de Corinto entre un grupo de rebeldes y algunos presbíteros, y lo hace —demostrando una fuerte conciencia del derecho que poseía la iglesia de Roma para intervenir en asuntos internos de otra comunidad—mediante una carta en sesenta y un capítulos. Esta carta se leía todavía el año 170 en las asambleas litúrgicas en Corinto y se tradujo al latín, al siríaco y al copto.

Las citas bíblicas de la carta, prevalentemente tomadas de los LXX, son abundantes y se pueden dividir en tres tipos: estrictamente literales, moderadamente modificadas y compuestas de dos o más versículos, a veces de libros distintos, que constituyen como cadenas de citas. Clemente demuestra ser buen conocedor del Antiguo Testamento y hace relativamente poco uso del Nuevo. Su interpretación es principalmente literal, pero conoce el valor cristológico del Antiguo Testamento y la unidad de los dos Testamentos está presente en toda la obra, aunque solo lo manifiesta explícitamente una vez (XII,7), y no emplea nunca el término tipo. Su manera de condensar dos o más citas en una sola (por ejemplo en XXVI, 2-3 o XXIII, 5) parece característica de los testimonia. El cap. IV, sobre la envidia, se parece mucho —es casi una imitación— al cap. 11 de la Carta a los Hebreos, sobre la fe. En la oración final, hecha casi exclusivamente de citas bíblicas, mezcla textos de ambos Testamentos, prueba de la alta consideración en que los tenía.

CARTA DE CLEMENTE A LOS CORINTIOS I-XII, LIX-LXI

Introducción

La Iglesia de Dios que peregrina en Roma a la Iglesia de Dios que peregrina en Corinto, a los que han sido llamados y santificados en la voluntad de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Que la gracia y la paz de Dios todopoderoso os colmen por medio de Jesucristo.

I.1. A causa de las repentinas y sucesivas desgracias y contratiempos que nos han sobrevenido, hermanos, reconocemos que, con tardanza, hemos atendido a los asuntos que os inquietan, amados: la revuelta chocante e impropia de los elegidos de Dios, infame y sacrílega, que unos individuos arrogantes y audaces han encendido hasta tal punto de insensatez que vuestro nombre, respetable, famoso y digno de amor entre todos los hombres, ha sido grandemente ultrajado. 2. Pues ¿quién de los que permanecieron algún tiempo entre vosotros no aprobó vuestra fe virtuosa en todo y firme? ¿Quién no admiró vuestra sensata y equilibrada piedad en Cristo? ¿Quién no proclamó la generosa costumbre de vuestra hospitalidad? ¿Quién no celebró la ciencia eminente y sólida? 3. Pues todo lo hacíais sin acepción de personas y caminabais en las leyes de Dios, obedeciendo a vuestros jefes y dando a vuestros ancianos el honor que les correspondía; a los jóvenes les legabais un pensar equilibrado y venerable; a las mujeres les exigíais cumplir todo con conciencia irreprochable, venerable y pura, amando a sus maridos como conviene. Les enseñabais a realizar con dignidad las tareas domésticas, según el principio de la obediencia, de forma que eran prudentes en todo.

II.1. Erais todos de sentimientos humildes porque de nada os jactabais; preferíais obedecer a imponer, y vuestra alegría era mayor al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35). Contentos y confiados en los auxilios que Cristo os ofrecía en vuestro peregrinar, con ansia abrazabais sus palabras en vuestras entrañas, y sus sufrimientos los teníais ante vuestros ojos. 2. Así os fue dada a todos una paz profunda y radiante, un deseo continuo por las buenas obras; y una efusión plena de Espíritu Santo vino sobre todos. 3. Llenos de santa voluntad, con buen deseo, con piadosa confianza, levantabais vuestras manos a Dios todopoderoso, suplicándole que fuese indulgente si en algo habíais pecado sin espontaneidad. 4. Día y noche luchabais en favor de todos los hermanos para que por medio de la piedad y la comunión de sentimientos se salvase el número de los elegidos. 5. Erais puros, íntegros y no teníais resentimiento hacia los demás. 6. Toda revuelta y todo cisma lo considerabais detestable; llorabais por los pecados del prójimo; sus necesidades las juzgabais propias. 7. No os arrepentíais de hacer el bien dispuestos para cualquier obra buena (cf. Tt 3, 1; 2 Tm 2, 21). 8. Adornados de una conducta virtuosa y santa, todo lo hacíais conforme a su temor: las órdenes y decretos del Señor estaban escritos en los tejidos de vuestro corazón.

III.1. Se os dio toda gloria y abundancia, y se cumplió lo escrito: Comió y bebió, creció y engordó y el amado coceó (cf. Dt 32, 15). 2. De aquí nacieron envidia y malevolencia disputa y revuelta, persecución y desorden, guerra y cautividad. 3. Así se alzaron los sin honor contra los honrados (cf. Is 3, 5) los sin gloria contra los ilustres, los insensatos contra los prudentes, los jóvenes contra los ancianos. 4. Por ello se fue lejos la justicia y la paz, pues cada cual abandonó el temor de Dios, se ofuscó en su fe y ya no camina según las normas de sus mandatos ni se comporta como conviene a Cristo sino que cada cual camina según las pasiones de su perverso corazón, al acoger una injusta e impía envidia por la cual también la muerte entró en el mundo (Sb 2, 24).

IV.1. Pues así está escrito: Pasado un tiempo, Caín ofreció a Dios un sacrificio de los frutos de la tierra, y Abel también se lo ofreció de los primogénitos de sus rebaños y de la grasa de los mismos. 2. Dios miró propicio a Abel y sus dones, pero no se fijó en Caín y sus sacrificios. 3. Se entristeció Caín mucho, y se abatió su rostro. 4. Y dijo Dios a Caín: «¿Por qué andas entristecido y se ha abatido tu rostro? ¿Acaso no pecaste al no ofrecer con rectitud y al no repartir bien? 5. Estate tranquilo; su vuelta será hacia ti, y tú lo dominarás». 6. Y dijo Caín a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y sucedió que, cuando estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató (Gn 4, 3-8). 7. Ved, hermanos, cómo la emulación y la envidia consumaron un fratricidio. 8. Por envidia, nuestro padre Jacob huyó de la presencia de su hermano Esaú (cf. Gn 27, 41-45). 9. La envidia hizo que José fuese perseguido a muerte y entrase en esclavitud (cf. Gn 37). 10. La envidia obligó a Moisés a huir de la presencia del rey de Egipto, Faraón, al oír a uno de su misma raza: ¿Quién te ha constituido árbitro o juez entre nosotros? ¿Acaso quieres matarme como ayer mataste al egipcio? (Ex 2, 14) 11. Por envidia, Aarón y María vivieron fuera del campamento (cf. Nm 12). 12. La envidia hizo bajar vivos a Datán y Abirón al Hades por rebelarse contra el Siervo de Dios, Moisés (cf. Nm 16). 13. Por la envidia, David no solo padeció la malevolencia de los extranjeros, sino que también fue perseguido por Saúl, rey de Israel (cf. 1 S 18-24).

V. 1. Pero, dejando a un lado los ejemplos de los antiguos, vengamos a los atletas que nos son más cercanos: tomemos los preclaros ejemplos de nuestra época. 2. Por envidia y malevolencia, las columnas más importantes y justas fueron perseguidas y combatieron hasta la muerte. 3. Pongamos ante nuestros ojos a los buenos Apóstoles: 4. a Pedro que, por inicua envidia, sufrió no una ni dos sino muchas fatigas y, tras haber dado testimonio de esta manera, marchó al lugar de la gloria que le era debido. 5. A causa de la envidia y la rivalidad, Pablo mostró el galardón de la paciencia, 6. al arrastrar siete veces cadenas al ser desterrado y apedreado. Siendo heraldo en oriente y occidente alcanzó la ilustre gloria de su fe. 7. Después de haber enseñado la justicia a todo el mundo, de haber ido hasta los confines de occidente (cf. Rm 15, 28) y de dar testimonio ante las autoridades, se fue así del mundo y marchó al lugar santo, convirtiéndose en el mayor ejemplo de paciencia.

VI. 1. A estos hombres que vivieron santamente se unió una gran muchedumbre de elegidos que, después de haber padecido por envidia muchos ultrajes y tormentos, fueron para nosotros un hermosísimo ejemplo. 2. Por envidia, mujeres, Danaidas y Dirces, después de haber sido perseguidas y de padecer terribles e impíos ultrajes, fueron a parar a la firme carrera de la fe, y las débiles de cuerpo alcanzaron una excelente recompensa. 3. La envidia separó a mujeres de sus maridos y trocó lo dicho por nuestro padre Adán: Ahora, esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne (Gn 2, 23). 4. La envidia y la discordia destruyeron grandes ciudades y arrancaron de raíz grandes pueblos.

VII. 1. Amados, esto lo escribimos no solo para amonestaros sino para recordárnoslo a nosotros mismos, pues estamos en la misma arena y nos apremia el mismo combate. 2. Por lo tanto, abandonemos las preocupaciones vanas y necias y recurramos a la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición. 3. Y veamos qué es lo bueno, qué lo agradable, qué lo aceptable en presencia de nuestro Creador. 4. Fijemos los ojos en la sangre de Cristo y conozcamos qué preciosa es a Dios, su Padre, pues, al ser derramada por nuestra salvación, llevó a todo el mundo la gracia de la conversión. 5. Recorramos todas las generaciones y conozcamos que de generación en generación el Señor ofreció ocasión de conversión (cf. Sb 12, 10) a los que deseaban convertirse a El. 6. Noé (cf. 2 P 2, 5) predicó conversión, y los que le obedecieron se salvaron (cf. Gn 7). 7. Jonás anunció a los ninivitas destrucción; pero estos, arrepintiéndose de sus pecados y elevando súplicas a Dios, se hicieron propicios y alcanzaron salvación, a pesar de que eran extraños a Dios (cf. Jon 3; Mt 12, 41).

VIII. 1. Los ministros de la gracia de Dios hablaron por el Espíritu Santo de la conversión, 2. y el mismo Señor de todas las cosas habló de la conversión con juramento: Pues vivo yo —dice el Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino su conversión (Ez 33, 11), añadiendo también sus buenos sentimientos: 3. Casa de Israel, arrepentíos de vuestras maldades. Dije a los hijos de mi pueblo: «Si vuestros pecados llegan de la tierra al cielo, si son más rojos que la grana y más negros que un manto de piel de cabra pero os convertís a mí de todo corazón y decís: «Padre», os escucharé como a un pueblo santo» (cf. Ez 18, 30; 33, 12). 4. Y en otro lugar dice así: Lavaos y purificaos, apartad de mi vista las maldades de nuestras almas; desistid de vuestras maldades, aprended a obrar el bien, buscad la justicia, proteged al que padece, haced justicia al huérfano y abogad por la viuda. Venid y discutamos, dice el Señor. Si nuestros pecados son como púrpura, los hará blancos como la nieve; y si son rojos como la escarlata, los hará blancos como la lana. Y si queréis y me escucháis, comeréis lo bueno de la tierra. Pero si no queréis ni me escucháis, la espada os devorará. Pues la boca del Señor ha hablado estas cosas (Is 1, 16-20). 5. Así pues, queriendo que todos los que son objeto de su amor tengan parte en la conversión, lo estableció con su omnipotente voluntad.

IX. 1. Por tanto, obedezcamos su magnífico y glorioso designio y caigamos de rodillas suplicando su misericordia y clemencia y volvámonos a sus gracias, dejando a un lado las preocupaciones inútiles, la contienda y la envidia que conduce a la muerte. 2. Pongamos nuestros ojos en los que de una manera perfecta sirvieron a su magnífica gloria. 3. Tomemos a Henoc que, hallado justo en la obediencia, fue transformado sin que su muerte se haya descubierto (cf. Gn 5, 24). 4. Noé, encontrado fiel por su servicio, proclamó al mundo la regeneración y, por su medio, el Señor salvó a todos los animales que, en concordia, entraron en el arca (cf. Gn 6, 8-9, 29).

X. 1. Abraham, llamado el amigo, fue hallado fiel por haber sido obediente a las palabras de Dios. 2. Aquél, por obediencia, salió de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre para heredar las promesas de Dios después de haber abandonado una tierra pequeña, una parentela débil y una casa insignificante. Pues le dijo: 3. Vete de ta tierra, de ta parentela y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré. Te haré un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendecido. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán bendecidas todas las tribus de la tierra (Gn 12, 1-3). 4. Y al separarse de Lot, Dios le dijo de nuevo: Levanta los ojos y mira desde el lugar en que ahora estás al norte y al sur, al oriente y al mar, porque toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 5. Y haré tu descendencia como la arena de la tierra. Si alguien pudiese contar la arena de la tierra, también entonces sería contada tu descendencia (Gn 13, 14-16). 6. Y otra vez le dice: Dios hizo salir a Abraham y le dijo: «Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas si eres capaz de contarlas; así sera tu descendencia». Creyó Abraham a Dios, y le fue imputado como justicia (Gn 15, 5-6). 7. Por la fe y hospitalidad le fue dado un hijo en la vejez, y por obediencia lo ofreció a Dios en sacrificio sobre uno de los montes que le mostró.