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A través de un flujo de conciencia, el narrador nos lleva a explorar las profundidades de su mente, donde las coincidencias y los números parecen trazar un destino oculto. En medio de la ciudad y sus rutinas, el protagonista reflexiona sobre la soledad, las conexiones humanas y la constante búsqueda de respuestas. Entremezclando la realidad con la imaginación, este libro invita al lector a detenerse y mirar más allá de lo obvio, para descubrir los secretos que el día a día esconde en sus detalles más mundanos.
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Seitenzahl: 61
Veröffentlichungsjahr: 2024
JORGE SEBASTIÁN GALLARDO
Gallardo, Jorge SebastiJ / Jorge Sebasti Gallardo. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5769-8
1. Narrativa. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Portada
Dedicatoria
Sinopsis
Para algunos soy el vecino, para otros el profesor. Unos dirán el amigo, mas otros murmuran mi nombre por lo bajo. Muchos oirán haberme conocido, otros tan solo me vieron de lejos.
Tal vez estés leyendo este libro en algún sitio, o quizás, solo esté en tu recuerdo.
J
Partiendo desde una premisa clara, la historia divaga en la tempestad calma de un aparente hoy. Nunca entendí esas palabras, pero sí su significado, su esencia.
23:47 vi en el reloj, el mundo empezó a tener sentido, unos números extraños durante meses se ensañaron en mirarlos.
Aparecen por todas partes… Hasta uno empieza a creer en la demencia… Solo, uno empieza a cuestionar la serie de eventos encastrados en el paradigma de la vida y su influencia en ella. Nada tiene sentido, y la escritura empieza a fluir por arte de magia, sin razón aparente… La mente me traiciona por el intento de controlarlo todo, pero el impulso de escribir es más fuerte.
Me detengo un momento, solo son números, me dije, pero, aun así, me llaman la atención. Quieren que los vean por algo. ¿Ellos? –pregunté–. ¿Quiénes son ellos?
Aún no lo sé, respondí. En el divague mental emocional, se cuestiona hasta dónde estoy ahora.
¿Será tal vez que tú me estés enviando los números? ¿Cómo puedo creerte? ¿Cuáles son tus intenciones?
Te lo aclaré desde un primer momento: esto no es para cualquiera, esto es para los que apuestan a encontrarse.
—Pavadas –dirás, te leí la mente en este momento, te reitero… Escribiendo, pude leer a todos y oír sus voces en el libro (tiene magia… Dicen…).
Carece de sentido literario, –ojo– leíste a autores del pseudo marketing inconformista de novela –respondí.
Volviendo al punto, para aunar en lo que estamos aquí, uno puede negarse y mentir un tiempo, pero no todo el tiempo. –¿Otra vez pasaron por la mente esos números? Creí desecharlos desde hacía unas líneas atrás, pero es inevitable, como ¿la mente? tiende a repeticiones, a un bucle incesante, interminable, alegórico e impredecible que converge en esos simples números. Para unos serán como códices, para otros, simples repeticiones; patrones que deben coincidir en el momento preciso, pero no en el lugar indicado. Como uno tiende a patrones cuando la soledad atormenta y golpea en el ser.
Mañana continúo, pero recuerda lo siguiente: ¿Seguro que son simples coincidencias?
La mañana se presentaba, mis cartas para hacer sociales ya las tenía listas. Ellas hablaban del sol en Aries, la luna en solsticio en tauro; divagues de política en los que nunca quiero ahondar y escuchar sobre las aventuras que alguien me quisiera contar. Uno tiende a intentar encajar en un mundo que no es para uno, ¿no es cierto? Se escapa la sensación de qué quería transmitir en estas líneas por un instante, el sortilegio aparece. ¿Acaso serás vos el que me transmita estos mensajes? No divagues –asentí seriamente.
El cursor titila en un intento fallido literario, donde esboza suspiros fuscos y de palabras irreproducibles.
Tu mirada la divisé por un instante, esa aura perdida en medio de una avenida céntrica de Buenos Aires. Percibí su silueta, y la imagen de su físico ya la notaba… No estaba en el éter, la percibí en la calle Corrientes un sábado a la noche de un día frío y desolado. Pregunté su nombre en el gélido callejón del invierno. –Soy alguien –respondió… Así sin más, y la pálida noche se volvía brizna.
Cuanto más me ofuscaba, más era la sensación de no encontrar respuestas claras a mi pregunta inicial. Tal vez fallaba en emprender el viaje a lo obvio y aparente, a la sencillez de lo práctico, o lo complejo del todo.
J
Luego del desliz sin sentido, retomé lo básico que es escribir en papel. Aquí soy más libre, más ágil y tal vez, más independiente. Solo así, uno se armoniza, solo así, logra captar la melodía interior. Aquí eso es lo único válido, el titileo no es escamoso y la escritura es pura. Aquí, los locos, valientes y tal vez los osados, vencen.
Nada tiene sentido, pero algo es verosímil: ¿Es paradigmática esa coincidencia?, la voz de la mente intenta dominarme, porque claro, el ego es cruel, despiadado y oscuro (no hay que alimentarlo).
La risa se entremezcla con la afirmación de lo expresado, aún no logro entrar en la incandescente llama de la fe. La tenacidad espiritual y saber el porqué es más fuerte.
Ahora, es simple encontrar lo deseado y próximamente seguiré en este paradigmático retorno a lo sencillo.
—Había empezado así desde un principio –alegué. Quien sabe por cuánto pasa un escritor hasta llegar a la versión que quiere, y si esa es la indicada. ¿Cuántos años pensará si esas palabras eran las justas, las realmente sentidas desde el alma? ¡No tires el libro!, ¡no lo dejes ahí tirado en el asiento del acompañante!, pues ahora estás atrapado en él y no quieres dejarlo.
Resonantes palabras tendrás en tu cabeza y el palpitar de conciencia volverá a saber sobre la continuidad de la trama. ¿Cómo supe esto?, ¿preguntaste? Solo lo sé y aun así estás aquí leyendo.
La majestuosidad del día invadía mis pasos y la canción coincidía con tu voz.
A todo le aplicamos coincidencias, buscamos patrones o cábalas para motivarnos, saber que estamos vivos. Es curioso como el ser humano requiere adrenalina en las venas para saber que estamos en el aquí y en el ahora.
El bosquejo e intrínseco conocimiento, me llevó a buscar ese significado. El saber es un don muy preciado, me dijeron. –Pero vivir y amar es majestuoso –respondí. Los pasos en el penetrante pavimento dejaron huellas en lo que luego serían tus pasos y, sin embargo, no serían los míos.
Coincidí hoy contigo en el firmamento, tu mirada quedó grabada a fuego, viva en mi mente. Creo que me ojeaste. Pero, aun así, contemplé la cálida sonrisa y el lápiz de esperanza en ti. La futurología y el qué dirán están a la orden del día, como un menú de restaurante.
La ironía cubre mis líneas y más, aun así, tocaba mis labios con los tuyos. Qué raro es ese sentimiento llamado amor. Cupido, Eros o sus secuaces se alejan de mí. Sus flechas no me rozan, aunque conozco ese sentimiento. Melancolía o resignación recobran ahora como un ton en el crujir de la noche.
¿Acaso ese sentimiento es para algunos?, pues brindó la luz del cariño, que es un sinónimo del amor primero.
En este mundo donde reina el odio, la utopía es el amor. Pues déjenme vivir en esa utopía, donde los hombres y mujeres son libres y libran sus diferencias con respeto, con amor; no nos dejemos engañar amigos… El odio, el rencor, el desprecio y la destrucción del ser humano es una moneda corriente en estos días.
Millones de veces he escuchado ese fin del mundo que venden, hoy creo que las ventas y el merchandising cotizan en criptos.
Todavía cuestionas mis páginas, sigues dormido. Son muchas veces donde se nos dice qué hacer o qué no, eso no te cuestionas, ¿libre de verdad? Ahora tus pasos tropiezan con los míos.