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El presente libro da a conocer por primera vez en castellano cinco textos originales de K. Chr. Fr. Krause, verdadero corpus educativo del filósofo turingio. La publicación de estas fuentes primarias deja al descubierto las prístinas raíces filosófico-educativas, de sustancia masónica, en que se ancló el krausismo internacional y, muy señaladamente, el español en particular. En este último caso, la lectura de los documentos publicados es crucial para descubrir los fundamentos filosófico-pedagógicos del Colegio Internacional de Salmerón, de la Institución Libre de Enseñanza y de otras prestigiosas instituciones surgidas en el mismo espíritu e ideal. El padre del krausismo no dejó escrito ningún tratado extenso sobre formación o educación, sin embargo, sus capítulos de libro, artículos y discursos sobre esta temática no pueden considerarse piezas marginales en el conjunto de su obra. Muy al contrario, encarnan, con precisión, la entraña formativa latente en todo su pensamiento. Para valorarlos debidamente, hay que tener en cuenta que el discurso filosófico de Krause está vitalmente empapado de la convicción de que una verdadera transformación de la humanidad sólo es posible a partir de la transformación interior de cada uno de los individuos que la componen, y, de hecho, el hálito educativo alienta trasversalmente su obra total. La relevancia de la formación humana en el ideario krausista se refleja tanto en los fundamentos teóricos como en las actividades de Krause y sus discípulos, que siempre propiciaron asociaciones y tareas encaminadas a velar por una educación libre para hombres y mujeres, y no sólo orientadas hacia un ámbito escolar. La teoría educativa de Krause descansa sobre el cimiento panenteísta de la Wesenlehre (Doctrina de Ser) y sobre el histórico de los documentos fundacionales masónicos que fundamentan su teoría de la sociedad. Un amplio estudio preliminar contextualiza y desentraña adecuadamente el contenido de los escritos educativos que ahora se publican.
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Seitenzahl: 241
Veröffentlichungsjahr: 2020
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PUBLICACIONES
DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS
MADRID
COLECCIÓN DEL
GRUPO DE INVESTIGACIÓN SOBRE
LIBERALISMO, KRAUSISMO Y MASONERÍA
DIRECTOR:
PEDRO ÁLVAREZ LÁZARO
CODIRECTORA:
DELIA MANZANERO FERNÁNDEZ
N.º 27
PEDIDOS:
PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS
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© 2020 De los autores
© 2020 Universidad Pontificia Comillas
Este libro se inscribe en el proyecto de investigación del plan nacional I+D+i del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades,con referencia HAR2016-79448-P.
ISBN: 978-84-8468-458-9
Depósito Legal: M-1146-2021
Diseño de cubierta: Belén Recio Godoy
Compuesto y maquetado por Rico Adrados, S.L.
Abad Maluenda, 13-15 bajo • 09005 Burgos
Conversión ebook: Dolphin Tecnologías
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ÍNDICE
Estudio preliminar: La educación de la humanidad, por Pedro Álvarez Lázaro y José Manuel Vázquez-Romero
La alianza para la formación de la humanidad
Buena nueva dirigida a la humanidad: la educación
Acerca de la enseñanza como parte de la educación
Algunas observaciones acerca del tratado de Fröbel: Sobre educación alemana en general y sobre lo alemán general del instituto educativo de Keilhau en particular
Carta abierta entregada con fraterna sumisión a los venerables y muy meritorios hermanos presidentes del instituto educativo de Friedrichstadt [1810]
Bibliografía
LA EDUCACIÓN DE LA HUMANIDADEstudio preliminar
En el ámbito del proyecto de investigación Krause y el krausismo en el Sexenio democrático, subvencionado por el ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades1 y llevado a cabo por el grupo de investigación «Liberalismo, Krausismo y Masonería» de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, se han logrado reunir cinco textos originales del filósofo alemán K. Chr. Fr. Krause que ahora se publican por vez primera en castellano. La edición de tales documentos, verdadero corpuseducativo krauseano, corresponde también al interés de la colección LKM, auspiciada por el Servicio de Publicaciones de Comillas, por seguir ofreciendo al mundo académico hispanoparlante fuentes primarias krausistas de máximo interés historiográfico. Amén de otras consideraciones científicamente relevantes relativas a la riqueza y originalidad de su contenido, la publicación de estos textos deja al descubierto, de una vez por todas, las prístinas raíces filosófico-educativas del krausismo internacional y, muy señaladamente, del español en particular2. En este último caso, la lectura de los documentos es crucial para descubrir los fundamentos filosófico-pedagógicos del Colegio Internacional de Salmerón, inaugurado en 1866, de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876, y de otras prestigiosas instituciones surgidas en el mismo espíritu e ideal. Igualmente permiten investigar, entre otras importantes temáticas, la influencia de la teoría de la sociedad krauseana en la concepción de la ciencia y de la universidad en el Sexenio democrático3 y en posteriores etapas históricas de la España contemporánea.
El padre del krausismo no dejó escrito ningún tratado propiamente dicho sobre formación o educación, sin embargo, sus capítulos de libro, artículos y discursos sobre esta temática no pueden considerarse piezas marginales en el conjunto de su obra. Muy al contrario, encarnan con precisión, aunque en ocasiones con cierta pertinacia, la entraña formativa latente en todo su pensamiento. Para valorarlos debidamente, hay que tener en cuenta que el discurso filosófico de Krause está vitalmente empapado de la convicción de que una verdadera transformación de la humanidad sólo es posible a partir de la transformación interior de cada uno de los individuos que la componen4, y, de hecho, el hálito educativo alienta trasversalmente su obra total. No en vano, contemplando las distintas facetas de su producción y de su vida, Enrique M. Ureña, su más consumado especialista, no dudó en calificar al filósofo turingio como educador de la humanidad5. La relevancia de la formación humana en el ideario krausista se refleja tanto en los fundamentos teóricos como en las actividades de Krause y de sus discípulos, que siempre propiciaron asociaciones y tareas encaminadas a velar por una educación libre para hombres y mujeres, y no sólo orientadas hacia un ámbito escolar.
La teoría educativa de Krause descansa sobre el cimiento panenteísta de la Wesenlehre (Doctrina de Ser) y sobre el histórico de los documentos fundacionales masónicos que fundamentan su teoría de la sociedad. Por ello, para llegar a desentrañar satisfactoriamente el contenido de los escritos educativos que ahora publicamos, es conveniente dedicar previamente unos escuetos párrafos a hacer algún apunte sobre la filosofía sistemática y político-social masónica en que se basan.
Filosofía sistemática: el panenteísmo
Como ya ha sido debidamente demostrado por E. M. Ureña6, a quien fundamentalmente seguimos en este punto, y también por R. Orden7 y por R. Pinilla8, el panenteísmo (todo en Dios) constituye la visión global de la realidad de Krause. Esta visión puede reconstruirse de una manera simplificada, dentro de los estrechos límites de este estudio introductorio y para lo que en él necesitamos, en tres pasos9. En primer lugar, la realidad es una única totalidad indiferenciada, que precede metafísicamente a su infinita riqueza y diferenciación interior. Esa totalidad es Ser o Dios (D; cfr., para ésta y las siguientes iniciales, la “representación del panenteísmo” de la página siguiente). En segundo lugar, Dios se diferencia dentro de sí en tres grandes regiones, a saber: Dios mismo en cuanto se diferencia de, y está sobre todo lo demás (D), la Naturaleza (N) y el Espíritu (E). Naturaleza y Espíritu son regiones infinitas en su género, poseyendo la misma dignidad, es decir: ninguna de las dos puede considerarse superior a la otra; solamente Dios, en cuanto se diferencia del Reino de la Naturaleza y del Reino del Espíritu, es superior a ellas, es superior a todo lo demás. En tercer lugar, Naturaleza y Espíritu se unen en una vida común para formar la Humanidad (H), que es también infinita en su género y que vive en su religiosidad unida a Dios. LaHumanidad10 constituye así el punto céntrico de la realidad total11, bien entendido que esto no elimina la superioridad absoluta de Dios sobre ella y sobre todo lo demás. Krause expresaba gráficamente su concepción panenteísta mediante el siguiente esquema esférico12:
REPRESENTACIÓN DEL PANENTEÍSMO
A modo de apretada síntesis, el pálpito vital y religioso del panenteísmo en que se basa el pensamiento educativo krauseano es acuñado de esta manera por el profesor R. Pinilla: «El panenteísmo parte de la intuición del mundo y todas las cosas en Dios, siendo Dios de otro lado trascendente al mundo, esto es, algo que va más allá de todo límite mundano. La clave de este planteamiento parte de pensar a Dios en, al menos, una doble perspectiva fundamental: como Ser (Wesen) únicoomniabarcante y como Ser supremo y trascendente (Urwesen). La Naturaleza y el Espíritu, infinitos y absolutos en su clase, son las dos esferas de todo cuanto hay en el mundo, pero hay otra esfera trascedente al mundo y a su vez inmanente al mismo, Dios, o Ser: el Ser supremo. Ahora bien, el panenteísmo tal como lo formula Krause no obedece sólo a una estrategia especulativa para aunar y superar la oposición excluyente entre inmanencia y trascendencia del principio absoluto, sino que manifiesta una preocupación característica por la vida y persona de ese Ser supremo y abarcante, Dios, como origen y meta de todo cuanto hay»13.
La filosofía social krauseana o su teoría masónica de la humanidad
Krause desarrolla, por otra parte, su filosofía social, o más propiamente su teoría de la humanidad, en su tratado fundamental El Ideal de la humanidad. Un ensayo. Preferentemente para masones (Das Urbild der Menschheit. Ein Versuch. Vorzüglich für Freimaurer)14. En esta obra y en otros escritos, como el manuscrito conservado en la Sächsische Landesbibliothek de Dresden, titulado Buena nueva dirigida a la humanidad (Frohkunde an die Menschheit), nos ofrece una visión que repite la estructura panenteísta básica de la realidad total y describe el ideal de organización social hacia el que debe tender la humanidad. El concepto fundamental que subyace a toda la teoría krauseana de la sociedad es el de sociabilidad como impulso básico del ser humano. La actuación efectiva de ese impulso se canaliza a través de dos tipos de asociaciones: las «sociedades fundamentales» (Grundgesellschaften) de vida y las «alianzas» (Bünde) para la realización de los fines humanos. Las primeras, que podríamos denominar también unidades sociales de convivencia [en terminología de Krause «sociedades fundamentales» (Grundgesellschaften) o «personas fundamentales» (Grundpersonen)] y que son de carácter cuantitativo o extensivo, van desde el individuo hasta la humanidad de la tierra, pasando por la familia, el municipio, la nación, las asociaciones de naciones y otros anillos intermedios como la amistad o la libre sociabilidad. La humanidad constituye una única persona que precede metafísicamente a todas sus diferenciaciones interiores15.
Las segundas, instituidas para realizar los fines humanos y que poseen carácter cualitativo o intensivo, son las «alianzas» o asociaciones para la religión, para el derecho, para la virtud, para la belleza [que Krause denomina «fuerzas fundamentales» (Grundkräfte)], y para la ciencia, para el arte y para la formación [denominadas por nuestro filósofo «obras fundamentales» (Grundwerke)]. Cada una de estas «alianzas» de las «fuerzas» y de las «obras fundamentales» es autónoma en su funcionamiento interno, dirigido a alcanzar su fin específico, a la vez que todas están armónicamente vinculadas mutuamente, ya que el perfeccionamiento de cada una de ellas exige la complementación de su fin propio con los fines de las demás. Según Das Urbild der Menschheit, cada alianza estaría compuesta por sus propios especialistas y por algún representante del resto de alianzas; y, basándose en la teoría combinatoria, Krause sostiene que toda unidad social de convivencia debía poseer su propio sistema de alianzas. De esa manera, los planos cuantitativo y cualitativo se entrelazan entre sí y se potencian mutuamente, por cuanto la sociabilidad cuantitativa sólo puede alcanzar su plenitud junto con la sociabilidad cualitativa y viceversa16.
Esta estructura ideal está finalmente coronada por una asociación más englobante, bautizada por Krause como Alianza de la humanidad, cuya doble finalidad consiste en velar por la salvaguarda de la autonomía de cada una de las asociaciones anteriores (así como de su relación armónica), y en fomentar en todas y cada una de ellas lo que él llama lo puramente humano. Mientras que las alianzas para la religión y para el derecho son las instituciones que más se han desarrollado históricamente bajolos nombres de Iglesia y Estado, la construcción de la Alianza de la humanidad es la tarea encomendada a la nueva época. Su germen histórico se encuentra en la Hermandad masónica, que en el planteamiento de Krause era llamada a desprenderse de su deficiente configuración del momento y a cambiar de nombre.
En suma, la filosofía social panenteísta krauseana se fundamenta teóricamente en dos características centrales de raigambre masónica: universalidad y armonía. La universalidad descansa sobre aquello que une a todas las diferenciaciones interiores, aquello en lo que todos coinciden y sobre cuya base común se distinguen: «Dios», en caso de la realidad total; «humanidad», en la esfera de la sociedad humana. La armonía es una característica complementaria de la universalidad. Las diferenciaciones interiores (las fuerzas y obras fundamentales institucionalizadas en «alianzas») han de complementarse armónicamente entre sí en un doble sentido: en cuanto que sólo el conjunto de ellas expresa la riqueza completa del todo; y en cuanto que cada una de ellas respeta lo específico de las demás, y se enriquece con las otras, sin intentar sojuzgarlas y sin caer en un aislacionismo estéril17.
Lugar que ocupa la formación (educación) en el Ideal de la humanidad
Dentro de ese esquema someramente esbozado, ¿cuál es la propuesta formativa (educativa) de Krause y qué lugar ocupa en su sistema filosófico? El tipo de formación o educación que propone responde a la idea armonicista y universalista de su filosofía social y a la concepción panenteísta que constituye su fundamento metafísico. Uno de los cometidos principales de la Alianza de la humanidad, dentro de su terreno propio, consiste específicamente en impulsar la formación puramente humana, que adquiere su razón de sentido en Dios, porque es la única en que puede fundirse equilibrada y armónicamente la alta formación radicalmente propia de cada individuo. La educación del hombre (Mensch) en cuanto hombre, que tiene obligación de salvaguardar la Alianza de la humanidad, no es una tarea abstracta ni una formación más junto a otras, sino aquel tipo de educación común a todos los hombres, sólo sobre cuyo fundamento puede desarrollarse plenamente la formación de los distintos aspectos parciales de la vida humana para avanzar en la realización histórica de ese gran individuo orgánico que es la humanidad de la tierra. A este propósito, escribía Krause al final de su obra Das Urbild der Menschheit:
«Aún nos queda por considerar una actividad importante de la Alianza (de la humanidad): la formación que imparte a sus miembros dentro de su terreno propio. Ella ha de procurarles aquella educación y formación general y puramente humana por la cual el hombre se hace verdadera y plenamente hombre; por la cual llega a la excelencia equilibrada, armónica y verdaderamente orgánica de todo su ser, sobre la que únicamente puede fundamentarse también su excelencia individual, la alta formación radicalmente propia y específica de cada individuo y de cada parte de la vida humana; sólo por la cual finalmente se hace posible el que los hombres se unan íntimamente para formar la humanidad y, armónicamente repartidos en su total esencia, la lleven a su plenificación como una totalidad de vida»18.
El organismo subordinado a la Alianza de la humanidad y responsable de llevar a cabo su cometido educativo es la Alianza para la formación de la humanidad, institución que ha de lograr que todos los seres humanos se desarrollen plenamente en cuanto tales seres humanos, así como de asegurar la armonía orgánica de todos los tipos parciales e individuales de educación e instrucción en todas las «sociedades fundamentales de vida» y en todas las «alianzas» parciales de las fuerzas de la humanidad. En palabras del propio Krause:
«La formación de la humanidad (Menschheitbildung) solo puede lograrse como un todo orgánico, creado y mantenido por una Alianza de todos los hombres. Ha de haber en la tierra una institución para la formación de la humanidad, que comprenda dentro de sí orgánicamente todas las instituciones formativas subordinadas, hasta descender a la formación de uno mismo, con la que cada hombre individual se perfecciona. Esta Alianza una para la formación de la humanidad ha de cuidarse tanto de la educación como de la instrucción en toda su extensión, como también finalmente de la armonía (entre las formaciones parciales), para acompasar la educación y la instrucción conforme a un plan superior»19.
Sobre su articulación, Krause asemejaba esa alianza general para la formación a «un sistema autónomo de vasos del cuerpo humano, que reparte sus ramas y derivaciones a todos los órganos restantes del cuerpo, sin perder por ello su vida independiente»20. Los documentos que ahora se publican desgranan la estructura y el contenido de los supuestos fundamentales en que se asienta el sistema educativo que propone Krause. Una pequeña glosa de los mismos puede facilitar su mejor lectura y comprensión.
Precisiones terminológicas
Por la importancia que tienen para comprender el contenido de la presente obra, conviene empezar por delimitar el significado específico que el creador del krausismo otorga a los términos Bildung, Erziehung, Ausbildung, Unterricht yLehre21. En el trabajo relativo a la «Alianza para la formación de la humanidad» (D1) establece la diferencia entre los tres primeros. Por orden de amplitud conceptual, nuestro autor denomina Bildung a la «formación» humana general, que consiste en lograr el crecimiento y desarrollo armónico de todas las dimensiones de lo humano en cada individuo y en cada unidad social de convivencia. Ajustado a su pensamiento panenteísta, la define textualmente como «la dirección artística de la vida interior de un ser para que desarrolle sus capacidades y las dirija y utilice adecuadamente para expresar su esencia divina»22. La noción de «formación» afecta, continúa diciendo, a las personas singulares y al conjunto de la humanidad, por eso el individuo no puede formarse «por su propio esfuerzo, sino sólo en unión con los múltiples esfuerzos sociales de los demás, y supremamente de la humanidad misma»23.
La «formación» (Bildung), en el planteamiento krauseano, abarca la «educación», Erziehung, y la «instrucción», Ausbildung, que se distinguen entre sí en función de la dependencia existente entre docente y discente durante el proceso educativo. A la «formación» la denomina «educación» (Erziehung) cuando el formador dirige y el pupilo mantiene con él una «relación desubordinación»; e «instrucción» (Ausbildung) cuando la relación entre ambos se produce en plano de igualdad y pueden alternativamente dar y recibir mutuamente:
«La formación de la vida de la humanidad abarca entre sí dos esferas que son esencialmente opuestas en razón de la relación del ser en formación con aquel que ha de formar, relación que se deriva del estado interior de ambos. Pues el formando se relaciona con su formador en el ámbito de la formación bien como un subordinado o como un igual a él… El primer tipo de formación lo llamaremos educación (Erziehung)… En la relación de intercambio de la educación, el educador da y el pupilo recibe… El carácter propio de la educación es la formación de un ser subordinado a otro superior en un ámbito determinado…
Cuando los formadores y formandos son completamente iguales en el terreno de la formación, pueden alternativamente dar y recibir, actuar y recoger, mandar y obedecer; pues cualquier campo del destino de la humanidad es infinito y capaz de formación y exteriorización infinitas de la vida adquirida. A esta esfera de la formación podemos llamarla preferentemente instrucción (Ausbildung), puesto que ya presupone al menos en parte la educación (Erziehung). La instrucción (Ausbildung) le es tan esencial al hombre como la educación (Erziehung), y ambas juntas constituyen toda la formación (Bildung) que el hombre y la humanidad deben dar y recibir»24.
Así pues, para Krause la distinción entre instrucción (Ausbildung) y educación (Erziehung) no estriba en diferencias de contenido, sino fundamentalmente en la naturaleza de la relación interna circunstanciada por los agentes primarios (formador y formando) del proceso educativo. «Son sobre todo los niños, desde la primera huella de su vida, los necesitados de educación (Erziehung), así como cualquiera que permanezca, por lo que sea y en la medida que sea, en estado infantil; y no menos las familias, tribus, pueblos, y finalmente la humanidad entera mientras se hallen en estado infantil»25.
Nuestro filósofo usa también el vocablo Unterricht, «enseñanza», para referirse a la parte esencial de la «educación» (Erziehung) ceñida a la «metodología docente» y a la trasmisión del «conocimiento y de la actividad laboral»26. Consiste, por tanto, en «la educación del hombre en cuanto ser intuitivo y cognoscente y en cuanto laborante»27. Por otro lado, en el informe sobre el instituto educativo que regentaba su logia en Friedrichstadt28, recurre al termino Lehre cuando se refiere a la enseñanza destinada a niños y adolescentes.En todo caso, Lehre y Unterricht pueden considerarse términos equivalentes.
La educación como ciencia
Tras estas aclaraciones previas, puede considerarse a Krause como uno de los primeros pensadores que reivindicaron lo que hoy se denomina estatuto epistemológico de las ciencias de la educación. En sus escritos caracteriza a la educación como un «bello y honorable arte»29, pero a la vez reclama persistentemente su condición «científica». Con el término ciencia (Wissenschaft) designa «la totalidad del saber» compuesta de diferentes partes, y añade que «estas partes están esencialmente interrelacionadas entre sí a través de la totalidad que configuran, es decir: la Ciencia ha de ser un Sistema, un Organismo»30. Por saber científico entiende, a su vez, un saber «verdadero», en el que coincide el conocimiento con lo conocido, y «cierto», o que se observa fehacientemente que es verdadero. Krause construye el sistema de la ciencia según un método riguroso y objetivo, compuesto por una vía ascendente, o subjetivo analítica, que comienza su recorrido analizando las partes esenciales del yo y lo termina declarando intuitivamente la certeza del Ser o Dios; y otra descendente, absoluto-orgánica o sintética, en la que se van integrando, en un discurso deductivo a partir del Ser, los resultados intuidos en la parte analítica31. En carta dirigida a su padre en 1813, publicada por Enrique Ureña, el filósofo alemán dibuja la arquitectónica de su original Sistema de la ciencia en trazos tan precisos y resumidos como quizás no lo haya hecho en ninguna otra parte de sus escritos:
«Todo el Sistema se abre con una introducción preparatoria que, en movimiento ascendente, ha de realizar aquello que Kant pretendió con su crítica de la razón pura y las otras críticas que la siguieron, y que ha de conducir, al que se inicia en la Ciencia, desde el punto de vista de la vida cotidiana hasta la visión fundamental de la Sustancia Una, del Ser Originario, despertando a la vez en él, y configurando en su espíritu, la capacidad para la investigación científica. Después viene, en movimiento descendente, el Organismo de la Ciencia misma, que comienza por aquello que hasta ahora se ha barruntado con el nombre de Metafísica, pero que abarca también la Matemática, Estética, Teoría del Derecho, Teoría del Lenguaje, etc., superiores y puras. Después siguen las partes interiores de la Ciencia: la filosofía del Espíritu, la filosofía de la Naturaleza y la filosofía de la Humanidad. Yo no uso el nombre de filosofía, sino el término alemán de Ciencia (Wissenschaft o Wisstum) y de Doctrina (Lehre). Mi Sistema abarca tanto los conocimientos a priori como los conocimientos a posteriori (los empíricos), y, finalmente, también, en una configuración equilibrada, los sintéticos, que resultan de la unión de los dos anteriores; a los primeros los llamo eternos (ewige) o ideales (urbildliche); a los segundos históricos; y a los terceros histórico-ideales (urbildgeschichtliche). Estos últimos constituyen lo que hasta ahora se ha llamado filosofía de la historia»32.
En este marco epistemológico, la educación se incluye en el compendio de las ciencias particulares que conforman el itinerario descendente o sintético. Ha de ser a la vez especulativa y experimental y se sostiene en otras ciencias, a saber: la Teoría de la humanidad y la Filosofía de la historia, por un lado, y la Fisiología y la Psicología, por otro33. Por analogía, Krause dota a su sistema formativo de la misma naturaleza organicista y de idéntico parámetro metodológico que a su sistema global de la ciencia. Ampliando lo que ya hemos adelantado más arriba al introducir la idea de la Alianza para la formación de la humanidad, algún ejemplo adicional permite visualizar claramente este razonamiento analógico. Así, en la conferencia que dictó en Sociedad Filomática de Berlín el año 1815, sentaba que «la enseñanza, como formación del conocimiento y de la actividad laboral, ha de ser, igual que la educación completa, un miembro total orgánico, configurado armónicamente en su interior, y, por tanto, ha de ser también completamente adecuada y coincidente con su totalidad, y estar en acorde equilibrio con todas las otras partes de la educación, de modo que todas las partes coincidan en un todo y se apoyen y promuevan mutuamente unas a otras»34. Y respecto al método educativo, en otro de sus escritos puede leerse: «La formación ha de ir del todo a las partes, a su interacción con el todo y por medio del todo entre sí, y, al revés, de las partes individuales ascendiendo hasta el todo; ha de guiar al espíritu y al ánimo de lo eterno a lo temporal y eterno-temporal; también ha de considerar tanto lo general como lo viviente individual y llevar lo uno a lo otro»35.
Según su objeto, la meta de la educación científica, afirma Krause, es la formación integral, armónica, orientada hacia lo permanente y eterno, del individuo y de la humanidad. De ahí deriva algunos axiomas que tienen importantes consecuencias en su pedagogía práctica. El primero es considerar que «el hombre y la humanidad han de formarse como un ser total e indivisible»36, lo que llevado al plano individual equivale a educar «con igual cuidado al cuerpo y al espíritu»37, preservando la «armonía de su interrelación vital, para que así un «alma sana y bella habite en un cuerpo sano y bello»38. La educación del espíritu incluye las facetas intelectual y moral39. Y entre los fundamentos de la formación de la humanidad, Krause apunta igualmente a la necesidad de la formación permanente: «cada hombre ha de proceder estrictamente según estos principios fundamentales, hasta incluso su ancianidad, si quiere hacerse siempre más hombre, cada vez más semejante a Dios en la vida, cada vez más grande en ciencia y en arte y cada vez más íntimo y más amable en todas las relaciones sociales»40.
Sin embargo, aunque toda la humanidad tiene que perseguir una formación fundamental común, «ningún hombre es un hombre en general, sino originalmente particular»41. De ese principio se deriva la necesidad de una enseñanza personalizada capaz de adaptar a cada individuo el plan educativo común y general: «el individuo ha de formarse, en primer lugar, conforme a la esencia general de la naturaleza humana, y después, y a la vez, conforme a su ideal individual en el espíritu total y en el cuerpo total y como hombre completo»42. A partir de ese supuesto, Krause de adentra en terrenos propios de la pedagogía diferencial. La intervención educativa sólo logra «la excelencia individual», dice, cuando se tienen en cuenta determinadas diferencias, que denomina «oposiciones» (Gegensätze), relativas a las características de los educandos (edad, sexo, carácter, inclinaciones vocacionales…) o al entorno donde se desarrolla la acción educativa (familia, sociedad, medio ambiente, etc.). Así, prediciendo la reflexión pedagógica contemporánea, describe el siguiente cuadro en el primer documento que publicamos:
«Encontramos las oposiciones fundamentales que ya conocemos entre la naturaleza masculina y la femenina, entre la diversidad del carácter, entre la vida de la ciudad y la del campo, entre la vocación científica y la artística: todas estas oposiciones han de ser armónicamente cuidadas por aquella formación omniabarcante que ha de darse la humanidad a sí misma en su interioridad total. También aquí entra la oposición entre la vida interior y la exterior, y exige que cada hombre y cada persona de la humanidad sea formada armónicamente como un ser autónomo y sociable con Dios y con el mundo. Si el hombre ha de vivir humanamente, ha de tener conocimiento correcto, inclinación íntima, voluntad libre y fuerte y fuerza activa artística; estos son los puntos cardinales en la esencia del hombre en los que actúa el arte de la formación enseñando, insuflando, instruyendo y ejercitando»43.
En definitiva, para que la educación «se plenifique como una gran totalidad orgánica saludable en todas sus partes»44 debe extenderse «con el mismo amor y cuidado, equilibrada y armónicamente, al cuerpo y al espíritu, a varones y a mujeres, a todas las edades, a todos los estamentos y a todos los pueblos, a todas las sociedades contenidas en la vida de la humanidad, a todos los miembros y personas de la humanidad»45. Y adoptando también una perspectiva pedagógico-social, Krause arguye que tan necesario es «que cada hombre se forme como un ser libremente autónomo y con vida originariamente peculiar, como educarle como individuo sociable en el más amplio sentido de la palabra»46.
Libertad de enseñanza y autonomía de la educación
Otra clave de bóveda del pensamiento educativo de Krause gravita en el ámbito de la intervención educativa, entendida ésta como acción colectiva o individual sobre el otro con intención de promover mejora, optimización o perfeccionamiento47. En su vertiente política, a partir del principio de autonomía e independencia del sistema educativo, va a responder a la espinosa cuestión relativa a los derechos y deberes de los estados y de las iglesias sobre el control de la enseñanza; y en su dimensión pedagógica, reflexiona lúcidamente, entre otras cuestiones, sobre los agentes responsables de la función docente.
Nuestro filósofo parte de la base de que la esfera educativa debe disfrutar de plena autonomía, dentro de un régimen de completa libertad, por lo que no puede estar sometida a ningún tipo de tutela política o confesional. En ElIdeal de la humanidad deja claro que la intervención que corresponde al Estado (Alianza del derecho) en la formación de los seres humanos se limita a procurar al sistema educativo (Alianza de la formación), en cualquiera de sus niveles de sociabilidad, las condiciones externas apropiadas, especialmente económicas, para permitirle alcanzar sus objetivos:
«Para que la Alianza para la formación viva su vida, necesita un rico caudal de bienes externos, que el Estado le ofrece respetuosa y amorosamente para promover así la perfección artística de toda la vida de la humanidad. Santuarios generales y particulares de la formación de la humanidad se levantan armónica y equilibradamente por toda la tierra, e incluso a cada familia, a cada individuo, (el Estado) le hace partícipe de los bienes externos que necesita para educarse e instruirse conforme a la dignidad humana»48.
Las iglesias, por otro lado, que tienen su espacio propio como Alianza de la religión, deben asesorar sobre sus respectivos credos a los distintos organismos que componen el sistema educativo, pero no intentar confesionalizar la escuela o las otras agencias educativas. Ello no significa para Krause la exclusión, y menos todavía el rechazo, de la religión en el mundo educativo, sino, como enfatiza con acierto el profesor Pinilla,
«la religión, entendida como la intimidad con y en Dios, será un aspecto fundamental de la relación de los hombres con lo real y, por supuesto, no puede quedar la formación de este aspecto fuera de la educación; eso sí, lejos de toda imposición dogmática y cerrada. De ahí que el krausismo apoyará a su vez la libertad y la educación religiosas, viendo no solo compatible la religión con la laicidad y la misma ilustración, sino asumiendo lo esencial del cultivo de lo religioso a la hora de completar esa formación integral de lo humano»49.
La idea krauseana de laicidad positiva, equivalente a una tolerancia religiosa respetuosa y activa que defenderán también Francisco Giner de los Ríos y los krausistas españoles50