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Hércules Poirot es contratado para investigar la desaparición de Elisa Dunn, la excelente cocinera de los Todd. Al principio, el detective belga cree que se trata de un asunto doméstico y poco interesante, pero al avanzar descubrirá que no hay caso pequeño por insignificante que parezca al principio. Finalmente, descubrirá un elaborado complot para ocultar un crimen cada vez más oscuro.
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Seitenzahl: 23
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Cuando compartía mi habitación con Hércules Poirot tenía la costumbre de leer en voz alta los titulares del periódico matutino Daily Blare. Era un periódico sensacionalista que aprovechaba cada oportunidad para sacar el mayor jugo posible a robos, asesinatos y otras desgracias. Sus títulos catástrofe herían la vista desde la primera página. He aquí algunos ejemplos:
“Empleado bancario huye con unas acciones negociables cuyo valor es de cincuenta mil libras”. “El marido mete la cabeza en un horno de gas para escapar a su miserable vida de familia”. “Mecanógrafa desaparecida. Hermosa muchacha de veinte años. ¿Dónde está Edna Field?”
—Mire, Poirot. Aquí tiene de dónde escoger. ¿Cuál prefiere? ¿Un huidizo empleado bancario, un suicidio misterioso o una muchacha desaparecida?
Mi amigo, que estaba de buen humor, sacudió la cabeza.
—No me atrae ninguno de esos casos, mon ami. Hoy me inclino por una vida relajada. Sólo la solución de un problema interesante me impulsaría a levantarme de este sillón. Tengo asuntos más importantes que atender.
—¿Por ejemplo?
—Mi guardarropas, Hastings. Mi traje gris tiene una mancha caprichosa, una sola, y es suficiente para preocuparme. Más tarde tengo que dejar en poder de Keatings el abrigo de invierno. Y creo que voy a recortarme el bigote antes de aplicarle la pomade.
—Bueno, ahí llega un cliente —dije asomándome por la ventana—. Intuyo que no podrá poner en marcha tan extraordinario plan. Ya suena el timbre.
—Pues si no se trata de un caso excepcional —replicó Poirot con mucha dignidad— que no piense ni por asomo que voy a encargarme de él.
Poco después irrumpió en nuestro sanctasanctórum una señora robusta, de rostro sonrojado, que jadeaba a causa del rápido ascenso por la escalera.
—¿Es usted Hércules Poirot? —preguntó dejándose caer sobre una silla.
—Sí, madame. Soy Hércules Poirot.
—¡Mmm! Qué poco se parece al retrato que me hice de usted... —observó la recién llegada con cierto desdén—. ¿Ha pagado el artículo elogioso que habla de su talento o lo escribió el periodista por su cuenta y cargo?
—¡Madame! —respondió mi amigo incorporándose molesto.
—Disculpe, pero ya sabe lo que son los periódicos. Comienza usted a leer un bonito artículo titulado: “Lo que dice la novia a su amiga soltera”, y al final descubre que se trata del anuncio de una perfumería que desea vender determinada marca de champú. Todo es bluff. Pero no se ofenda, por favor. Iré al grano. Deseo que busque a mi cocinera que ha desaparecido.
Poirot tenía una lengua veloz, pero en esta ocasión no acertó a utilizarla y miró a la señora bastante desconcertado. Yo giré para disimular una sonrisa.