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Lady Willard, viuda de un famoso arqueólogo, contrata a Hércules Poirot para que investigue los misteriosos sucesos alrededor de la tumba del faraón Men-her-Ra en la que trabajaba su esposo. Una maldición parece estar provocando la muerte de cada uno de los miembros del equipo arqueológico, incluyendo a John Willard. Ahora su hijo está en peligro, y la señora Willard teme por él. ¿Lograrán Poirot y Hastings resolver el misterio a tiempo o correrá el muchacho la misma suerte que su padre?
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Seitenzahl: 23
Veröffentlichungsjahr: 2019
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Inhalt
La aventura de la tumba egipcia
La aventura de la tumba egipcia
Siempre he considerado que una de las aventuras más emocionantes y dramáticas que he compartido con Poirot fue nuestra investigación sobre la extraña serie de muertes que siguieron al descubrimiento y a la apertura de la tumba del Rey Men-her-Ra.
Después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón por lord Carnavon, Sir John Willard y el señor Bleibner, de Nueva York, con la continuación de las excavaciones no lejos de El Cairo, en las proximidades de las pirámides de Gizeh, llegaron inesperadamente a una serie de cámaras funerarias. Su descubrimiento despertó el mayor interés. La tumba parecía ser del Rey Menher-Ra, uno de esos oscuros reyes de la Octava Dinastía, cuando el Antiguo Reino iba cayendo en decadencia. Se conocía muy poco de este período y los descubrimientos fueron ampliamente difundidos por la prensa. Casi enseguida ocurrió un acontecimiento que causó profunda impresión. John Willard falleció repentinamente de un ataque cardíaco.
Los periódicos más sensacionalistas aprovecharon inmediatamente la oportunidad para renovar todas las leyendas relacionadas con la mala suerte ocasionada por ciertos tesoros egipcios. La desgraciada momia del Museo Británico recobró actualidad, y aunque en el Museo negaban todo, la momia disfrutó de su renovada y discutida popularidad.
Quince días más tarde falleció el señor Bleibner por un envenenamiento de la sangre, y pocos días después un sobrino suyo se pegó un tiro en Nueva York. La Maldición de Men-her-Ra era el tema del día, y el mágico poder del desaparecido egipcio llegó a la cumbre.
Fue entonces cuando Poirot recibió una breve nota de lady Willard, viuda del fallecido arqueólogo, pidiéndole que fuera a verla a su casa de Kensington Square. Yo lo acompañé.
Lady Willard era una mujer alta y delgada, iba vestida con un luto riguroso. Su rostro pálido daba testimonio elocuente de su tristeza reciente.
—Ha sido muy amable al venir tan pronto, monsieur Poirot.
—Estoy a su servicio, lady Willard. ¿Deseaba hacerme una consulta?
—Sé que usted es detective, pero no quiero su opinión sólo como detective. Es usted un hombre de ideas originales y experiencia, dígame, monsieur Poirot, ¿qué opina de lo sobrenatural?
Poirot vaciló un momento antes de contestar. Al parecer estaba reflexionando, y al fin dijo:
—Hablemos claro, lady Willard. No se trata de una pregunta general, sino personal, ¿correcto? ¿Usted se refiere a la muerte de su esposo?
—Así es —confesó.
—¿Quiere que investigue las circunstancias de su fallecimiento?
—Quiero que se sepa que parte es sólo palabrería de la prensa y qué tiene base cierta. Tres muertes, monsieur