La barrera sin puerta - Robert Aitken Roshi - E-Book

La barrera sin puerta E-Book

Robert Aitken Roshi

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Beschreibung

Una colección de relatos y poemas (koan). Los koan clásicos han demostrado su eficacia a lo largo de los siglos y milenios para registrar–y evocar– experiencias especialmente esclarecedoras de tales fundamentos. Los koan no son acertijos o rompecabezas, cuyo truco está en su redacción inteligente y oscura. Son la expresión más clara posible de hechos perennes que los estudiantes captan mediante una meditación enfocada y de una guía. Tales temas se persiguen con un espíritu agudo e inquisitivo, y el proceso de resolverlos puede llevar mucho tiempo, muchos años en algunos casos. A través de este proceso descubrimos que la vida y la muerte son lo mismo que la no-vida y la no-muerte; el otro no es otro que yo mismo; que cada ser es infinitamente valioso como expresión única de la naturaleza que es esencial para todos nosotros. El estudiante inspirado intenta vivir esta realidad dentro del hogar y fuera de él, aprovechando cada giro como una ocasión para una mayor realización y práctica de estos hechos fundamentales, tal vez uniéndose a personas con ideas afines para abordar preocupaciones generales de tipo social y medioambiental. Esta práctica de vida puede haber comenzado antes del inicio del estudio formal del Zen y puede continuar a lo largo de cada una de sus fases, y no tiene fin.

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LA BARRERASIN PUERTA

EL WU-MEN KUAN (MUMONKAN)

ROBERT AITKEN

 

 

Título original: The Gateless Barrier

Primera edición: Septiembre 2022

© 2022 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Robert Aitken

Traducción al español: Carmen Monske

Ilustraciones: Sengai

Dirección editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación de cubierta: Valeria Hernández

Maquetación: Carolina Hernández Alarcón

ISBN: 978-84-18811-97-5

Producción del ePub: booqlab

 

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

ÍNDICE

Introducción

Prefacio

Caso 1. El perro de Chao-chou

Caso 2. El zorro de Pai-chang

Caso 3. Chü-chih levanta un dedo

Caso 4. El bárbaro sin barba de Hou-an

Caso 5. Hsiang-yen: colgado de un árbol

Caso 6. El mundialmente honrado gira una flor

Caso 7. Chao-chou: «lava tu cuenco»

Caso 8. Hsui-chung construye carretas

Caso 9. El buda no alcanzado de Ch’ing-jang

Caso 10. Ch’ing-shui: solitario y desamparado

Caso 11. Chao-chou y los ermitaños

Caso 12. Jui-yen llama «maestro»

Caso 13. Te-shan lleva sus cuencos

Caso 14. Nan-ch’üan mata el gato

Caso 15. Los sesenta golpes de Tung-shan

Caso 16. Yün-men: el sonido de la campana

Caso 17. Las tres llamadas de Kuo-shih

Caso 18. Las tres libras de lino de Tung-shan

Caso 19. Nan-chüan: «la mente ordinaria es el tao»

Caso 20. La persona de gran fuerza de Sung-yüan

Caso 21. Espátula de heces secas de Yün-men

Caso 22. El asta de la bandera de Mahakashyapa

Caso 23. Hui-neng: «ni bien ni mal»

Caso 24. Feng-hsüeh: igualdad y diferenciación

Caso 25. El sermón de Yang-shan del tercer asiento

Caso 26. Fa-yen: dos monjes enrollan las persianas

Caso 27. Nan-ch’üan: «no mente, no buda, no seres»

Caso 28. Lung-t’an: famoso en todas partes

Caso 29. Hui-neng: «ni el viento; ni la bandera»

Caso 30. Ma-tsu: «esta misma mente es buda»

Caso 31. Chao-chou investiga a la anciana

Caso 32. El buda responde a un desconocido

Caso 33. Ma-tsu: «ni mente, ni buda»

Caso 34. Nan-ch’üan: mente y buda

Caso 35. Wu-tsu: «¿cuál es la verdadera Ch’ien?»

Caso 36. Wu-tsu: encontrarse con alguien que ha alcanzado el tao

Caso 37. Chao-chou: el roble en el patio

Caso 38. El búfalo de Wu-tsu pasa a través de la ventana

Caso 39. Yün-men: «te has equivocado al hablar»

Caso 40. Kuei-shan tumba la botella de agua

Caso 41. Bodhidharma pacifica la mente

Caso 42. Anjusri y la joven en Samadhi

Caso 43. El bastón corto de bambú de Shou-shan

Caso 44. El bastón de Pa-chiao

Caso 45. Wu-tsu: «¿quién es ese otro?»

Caso 46. Shih-shuang: «da un paso desde la punta del poste»

Caso 47. Las tres barreras de Tou-shuai

Caso 48. El camino único de Kan-feng

Advertencias de Wu-men

Agradecimientos

Bibliografía

Apéndice I

Apéndice II

Apéndice III

Glosario

Notas

Posdata de Wu-men

Para la viva presencia de

Yamada Koun-ken Todaishi.

«Sombras de bambú barren las escaleras,

pero ningún polvo se levanta;

la luz de la luna llega al fondo del estanque,

pero ninguna huella queda en el agua».

ZENRINKUSHU

INTRODUCCIÓN

La barrera sin puerta es una colección de relatos y poemas que presentan perspectivas fundamentales sobre la vida y la no-vida, la naturaleza del ser, la relación del yo con la tierra, y cómo se entrelazan. Estos relatos y poemas se llaman koan, y su estudio es el proceso de la realización de sus verdades. Lo que puede conocerse de forma abstracta, se convierte en algo personal, en una experiencia vital propia. Por ejemplo: la noción de unidad trascendental se convierte en una experiencia vívida de una naturaleza compartida e ilimitada, y el pensamiento de compasión se siente profundamente de una manera coherente con su etimología: «sufrir con los demás».

Los koan clásicos han demostrado su eficacia a lo largo de los siglos y milenios para registrar –y evocar– experiencias especialmente esclarecedoras de tales fundamentos.1 Los koan no son acertijos o rompecabezas, cuyo truco está en su redacción inteligente y oscura. Son la expresión más clara posible de hechos perennes que los estudiantes captan mediante una meditación enfocada y de una guía.

Las interacciones originales que se convirtieron en koan eran desafíos a los alumnos por parte de sus maestros (y viceversa) en la antigua China. Hui-neng preguntó por ejemplo al monje principal Ming sobre su rostro original, y Ming se dio cuenta de algo importante.2 Unos ciento setenta y cinco años después, Kuei-shan preguntó a Hsiang-yen por su rostro original antes de que sus padres hubieran nacido. Hsiang-yen no entendió la pregunta en ese momento, pero se cocinó como un koan en su psique, y más tarde se dio cuenta de algo importante.3 La pregunta que Hui-neng hizo a Ming se amplió un poco en el proceso de ensayo y error de convertirse en un koan. Este proceso de amplificación y codificación, junto con la creación de nuevos koan, continuó a lo largo de los siglos hasta el tiempo de Sung (960-1279), cuando varias colecciones de koan, entre las que se encuentra la presente, fueron reunidas y publicadas.

El estudio de los koan se desarrolló por separado en las dos grandes tradiciones budistas que resultaron en el Zen Rinzai y el Zen Soto. Los maestros de Rinzai, culminando con Hakuin, tendían a sistematizar los koan en una especie de plan de estudios, mientras que los maestros de Soto tendían a elegir un koan para cada estudiante en particular. Hoy en día el estudio de los koan sobrevive en la escuela Rinzai, pero ya no se utiliza en la escuela Soto. A principios de este siglo el monje Soto Harada Sogaku (Dai’un) rompió con su tradición al estudiar con el maestro Rinzai Toyoda Dokutan Roshi. Al volver al redil de la escuela Soto, estableció su propia enseñanza de koan que (después de varias generaciones) inspira la presente traducción y comentario. Esta forma de enseñanza no puede decirse que sea Rinzai o Soto, aunque se inspira en ambas. Se le ha llamado escuela Harada-Yasutani, por sus dos primeros maestros, y Sanbo Kyodan (Orden de los Tres Tesoros).

El estudio del Zen, tal y como lo restableció Harada Roshi, comienza con el aprendizaje del zazen (meditación con un foco), del que he hablado en otra parte, en mi libro Emprendiendo el camino del Zen, y que también figura en las Lecciones introductorias para el entrenamiento del Zen de Yasutani Roshi.4 Consultando con un maestro, quizás el estudiante que ha practicado zazen durante cierto tiempo se decida comenzar a trabajar en uno de los koan iniciales, normalmente la palabra «Mu», expuesta en el Caso 1, o posiblemente con la pregunta de Bassui Tokusho: «¿Quién es él que oye?»5. Tales temas se persiguen con un espíritu agudo e inquisitivo, y el proceso de resolverlos puede llevar mucho tiempo, muchos años en algunos casos. Al final el alumno adquiere un grado de comprensión y está preparado para los siguientes koan para amplificar, clarificar y profundizar el conocimiento original.

A través de este proceso descubrimos que la vida y la muerte son lo mismo que la no-vida y la no-muerte; el otro no es otro que yo mismo; cada ser es infinitamente valioso como expresión única de la naturaleza que es esencial para todos nosotros. El estudiante inspirado intenta vivir esta realidad dentro del hogar y fuera de él, aprovechando cada giro como una ocasión para una mayor realización y práctica de estos hechos fundamentales, tal vez uniéndose a personas con ideas afines para abordar preocupaciones generales de tipo social y medioambiental. Esta práctica de la vida puede haber comenzado antes del inicio del estudio formal del Zen. Puede continuar a lo largo de cada una de sus fases, y no tiene fin.

Mis comentarios sobre los koan, al igual que los de conocedores mayores, incluido Wu-men de principios del siglo XIII, surgieron de charlas (teishos) dadas durante los retiros; en mi caso dadas a los estudiantes de la Diamond Sangha (Sangha del Diamante) en tres ciclos a lo largo de un período de quince años. Se han ido revisando muchas veces para que funcionen como ensayos, sin dejar de conservar, espero, su sabor original como teishos: «presentaciones del grito».

Utilizo nombres chinos para los personajes chinos y doy los equivalentes japoneses en paréntesis. Utilizo ciertos términos japoneses como «Zen», «Mu», «teisho», «koan» y «dojo», pues son actuales, y algunos incluso aparecen en los diccionarios modernos del inglés. Al final del libro ofrezco un glosario de términos utilizados a lo largo del texto; con el fin de hacer el libro más accesible, he utilizado formas traducidas de ciertos términos japonesas que son corrientes en los centros Zen occidentales. Palabras familiares del sánscrito, como «nirvana» y «sutra», se dan sin marcas diacríticas. Los acentos que no afectan significativamente a la pronunciación de las palabras para los lectores ingleses se han omitido. El acento agudo sobre las letras «s» de las palabras sánscritas, como en Sakyamuni, se pronuncia sh. El macrón sobre una vocal en sánscrito y japonés da énfasis y duración a esa sílaba, como en dana1.

Las pronunciaciones chinas son difíciles, y ni el tradicional Wade-Giles o las romanizaciones modernas en pinyin hacen mucha justicia al original. Aquí he utilizado el sistema Wade-Giles, por ser el más familiar, y doy la versión pinyin en las Tablas de equivalencias (Apéndices II y III). Cuando se comparan ambas se obtendrá una aproximación de la pronunciación verdadera.

Las «Tablas del Linaje» (Apéndice I) están ordenadas para mostrar a los maestros según su generación, y los nombres importantes de las Tablas de equivalencia están ordenados en las tablas para mostrar los números de las generaciones. En la bibliografía se sugieren lecturas y referencias. Muchas de ellas están agotadas, vayan a ver a sus librerías, y si fuera necesario, soliciten un préstamo interbibliotecario. La lectura de instrucciones complementarias puede proporcionar una ayuda importante en ausencia de un maestro.

_______________

1 N. del T.: Esto no se suele hacer en castellano. Algunas palabras se han occidentalizado.

 

 

LA BARRERA SIN PUERTA

PREFACIO

La mente y las palabras de Buda señalan el camino; la «barrera sin puerta» es la entrada al Dharma. No hay ninguna puerta desde el principio, así que ¿cómo se pasa a través de ella? ¿No habéis oído que las cosas que pasan por la puerta no son el tesoro de la familia? Las cosas obtenidas a partir de circunstancias causales tienen un principio y un final: formación y destrucción.

Tal conversación levanta olas donde no hay viento y hace heridas en la carne sana. ¡Cuánto más necios son los que dependen de las palabras y buscan comprensión mediante su intelecto! Intentan golpear la luna con un palo. Se rascan los zapatos cuando les pican los pies.

En el verano del primer año de Shao-ting6, fui el principal de la asamblea en Lungh-siang en Tung-chia. Cuando los monjes pidieron que les diera enseñanza, escogí los koan de antiguos maestros y los usaba como ladrillos para golpear en la puerta, guiando a los monjes de acuerdo con sus diversas capacidades. Registré aquellos casos, y así sin proponérmelo, se han convertido en una colección. No dispuse los koan en ningún orden determinado. Hay cuarenta y ocho casos en total, y llamo a la colección «La barrera sin puerta».

La persona valiente atraviesa la barrera sin obstáculos, sin que Nata, el rey demonio de ocho brazos, se lo impida. Ante tal valor, los veintiocho ancestros indios y los seis chinos suplican por sus vidas. Sin embargo, si dudáis, seréis como alguien que ve pasar un caballo al galope delante una ventana. En un parpadeo ha desaparecido.

POEMA DE WU-MEN

El Gran Camino no tiene puerta;

hay mil caminos diferentes;

una vez que atraviesas la barrera,

caminas solo por el universo.

Wu-men (Mumon) Hui-k’ai fue un maestro del periodo Sung de la escuela Lin-chi (Rinzai) que vivió desde el año 1183 hasta el año 1260. Trabajó arduamente con el koan «Mu» durante seis años, a veces, se dice, recorriendo los pasillos por la noche y golpeando intencionadamente su cabeza contra los pilares. Un día oyó el tambor que anunciaba la comida, y de repente, como el Buda al ver la estrella de la mañana, tuvo una profunda experiencia de comprensión. Su poema sobre ese momento dice:

Un trueno bajo el claro cielo azul;

todos los seres de la tierra abren los ojos;

todo lo que hay bajo el cielo se inclina;

El monte Sumeru salta y baila.

Después de recibir la transmisión de su maestro, Yüehlin (Gatsurin), Wu-men fue de templo en templo como maestro, sin quedarse nunca mucho tiempo en el mismo lugar. Hacia el final de su vida se retiró en una ermita, pero era molestado regularmente por visitantes que buscaban orientación.

Wu-men, un maestro Zen poco convencional en muchos aspectos, se dejaba crecer el pelo y la barba, y vestía ropas viejas y sucias. Trabajaba en el campo y llevaba su propio abono. Llamado «Hui-k’ai, el monje laico», es un maravilloso arquetipo para nosotros, una especie de monje laico de Occidente».7

El prefacio de Wu-men es sencillo y no necesita muchos comentarios: «Las cosas que atraviesan la puerta» son aquellas –como figura en la siguiente línea– que tienen un principio y un fin: la fama y la fortuna por ejemplo. No son el tesoro de la familia.

¿Qué es el tesoro familiar? Creo que Wu-men está hablando de la visión y realización humanas, no de nada grandioso. En The Poor Thing de Stevenson, un pescador propone matrimonio a la hija de un conde diciendo: «Ven, contempla una visión de nuestros hijos, el hogar ocupado y las cabezas blancas. Y deja que eso sea suficiente, porque es todo lo que ofrece Dios».8 La práctica del Zen nos enseña a valorar lo que somos y lo que tenemos, y lo que la Tierra es y tiene.

«Seréis como quien ve pasar un caballo al galope delante de una ventana. En un parpadeo ha desaparecido». Rápido como un guiño, descubriréis que la vida ha pasado de largo: ¡agarra la oportunidad que tienes ante ti ahora!

El poema de Wu-men comienza: «El Gran Camino no tiene puerta»: tan amplio como el mundo, ¡sin barreras!

«Hay mil caminos diferentes»: cada acontecimiento es un camino de ese Gran Camino: el consejo de un amigo, el canto del tordo temprano en la mañana, el olor de la lluvia en los campos polvorientos.

D. T. Suzuki traduce la última línea «en la soledad real caminas por el universo» que añade una palabra al original e indica el placer de tal soledad9.

Wu-men dijo que no dispuso los casos de su libro en un orden determinado, pero el orden que eligió está bien establecido después de todo ese tiempo, y mi comentario se desarrolla caso por caso. Desde luego que se puede saltar de un caso a otro en una primera lectura, pero a la larga, y para sacar el máximo provecho del libro, creo que lo mejor sería empezar por el principio y perseverar capítulo a capítulo.

CASO 1

EL PERRO DE CHAO-CHOU

EL CASO

Un monje preguntó a Chao-chou: «¿Tiene el perro naturaleza de Buda o no?».

Chao-chou dijo: « Mu».10

COMENTARIO DE WU-MEN

Para la práctica del Zen es imprescindible que pases a través de la barrera puesta por los antiguos maestros. Para una realización sutil es de suma importancia que cortes el camino de la mente. Si no pasas la barrera de los antepasados, si no cortas el camino de la mente, entonces eres un fantasma aferrado a arbustos y hierbas.

¿Cuál es la barrera de los antiguos maestros? Es solo esta única palabra «Mu»: la barrera de nuestra fe. Lo llamamos la «Barrera sin puerta» en la tradición del Zen. Cuando pases a través de esta barrera, no solo podrás ver a Chao-chou íntimamente. Podrás caminar de la mano con los maestros ancestrales de las generaciones sucesivas de nuestro linaje; el pelo de tus cejas enredado con el de ellos, viendo con los mismos ojos, oyendo con los mismos oídos. ¿No será eso maravilloso? ¿Hay alguien que se atreva a pasar esta barrera?

Así pues, convierte todo tu cuerpo en una masa de duda, y con los trescientos sesenta huesos y articulaciones y los ochenta y cuatro mil folículos pilosos concéntrate en esta única palabra «Mu». Día y noche, sigue abismándote en ella. No lo consideres como nada. No pienses en términos de «tiene» y «no tiene» Es como tragarse una bola de hierro al rojo vivo. Intentarás vomitarla, pero no puedes.

Poco a poco te vas purificando, eliminando conocimientos y actitudes erróneas que has mantenido desde hace tiempo. Dentro y fuera se convierten en uno. Serás como una persona muda que ha tenido un sueño, y lo conocerás solo para ti mismo.

De repente, Mu estallará. Los cielos estarán asombrados, la tierra agitada. Es como si hubieras arrebatado la gran espada del general Kuan. Cuando te encuentras con el Buda, matarás al Buda. Cuando te encuentras con Bodhidharma, matarás a Bodhidharma. En el borde del acantilado de vida y muerte, encontrarás la gran libertad. En los seis mundos y los cuatro modos de nacimiento, disfrutarás el samadhi del gozo y del juego inocente.

¿Cómo deberías entonces trabajar con Mu? Agota toda tu energía vital en esta sola palabra «Mu». Si no flaqueas, ya está! Una sola chispa iluminará el cirio de tu Dharma.

POEMA DE WU-MEN

Perro, naturaleza de Buda,

la plena presentación del todo;

con un pequeño «tiene» o «no tiene

perdido está el cuerpo, perdida la vida.

Lámina 1: Un perro y su naturaleza búdica.Cortesía del Museo de Arte Idemitsu.

Perro, naturaleza de Buda.

¡No digas que no la tiene!

¡No digas Mu!

Se ha levantado un fuerte viento de primavera,

haciendo sonar las calabazas en la pared del este.

(Traducido por NORMAN WADDELL)

Aquí, al comienzo de La Barrera sin puerta, nos encontramos con Chao-chou (Joshu), cuyo koan «Mu» constituye la base de nuestro estudio de los koan. Él tuvo la más larga y una de las mayores e inusuales carreras de todos los maestros Zen. Nacido en el año 778, llegó a estudiar con Nan-ch’üan (Nansen) cuando solo tenía dieciocho años de edad, y permaneció con él hasta que su viejo maestro murió cuarenta años más tarde. Después de guardar dos años de luto, emprendió una peregrinación para visitar a los eminentes maestros de su tiempo. Cuando se marchó, por lo visto hizo una promesa: «Si me encuentro con un hombre de cien años que busca mi guía, ofreceré la mejor enseñanza que pueda a esa venerable persona. Si me encuentro con un niño de siete años que puede enseñarme, me convertiré en su ardiente discípulo».11 Comparad este voto con las actitudes confucianas referente a la edad y la juventud que prevalecieron en la época de Chao-chou. A los sesenta años se había liberado de las limitaciones culturales en la medida en que esto resulta posible y había recuperado la mente de principiante.

Chao-chou mantuvo su voto durante los siguientes veinte años. Yendo de maestro en maestro, los invitó a sondear su mente, examinándolos también él a su vez, profundizando y clarificando la comprensión por medio del mundo del Zen. Finalmente, a los ochenta años, se estableció en un pequeño templo y durante los siguientes cuarenta años guiaba a los discípulos gracias a su profundísima comprensión. Falleció a los ciento veinte años.

A lo largo de su larga carrera, Chao-chou enseñó de una manera sencilla, con solo unas pocas palabras tranquilas. Se dice que una luz parecía jugar alrededor de su boca mientras hablaba. Dogen Kigen, que criticó libremente a muchos de sus antepasados en el Dharma, solo podía murmurar con asombro, «Joshu, el viejo buda».12 Cuarenta generaciones de estudiantes Zen y aún más desde su época, chinos, coreanos, vietnamitas, japoneses y ahora gente de todas partes, han respirado su sola palabra «Mu», que evoca la presencia viva del mismo viejo buda.

Así pues, Mu es un arcano, una antigua palabra o frase que sirvió de foco a sucesivos buscadores, que a través de los siglos irrumpieron en una comprensión espiritual13. Cuando te unes a esa corriente, has unido tus manos con las de innumerables peregrinos, pasado, presente y futuro.

En el uso cotidiano, la palabra «Mu» significa «no tiene», pero si eso fuera todo el significado de Chao-chou no habría ningún Zen. Como mencioné en mi comentario a su prefacio, Wu-men trabajó duro con «Mu» durante seis años. Aunque declara que no puso los casos de su libro en algún orden en particular, sin embargo parece significativo que haya escogido su propio primer koan como el primero para su libro. En muchos templos budistas Zen, incluyendo el nuestro, el primer teisho de cada sesshin (retiro) se dedica a «Mu». Esta sola sílaba resulta ser una mina de riqueza sin fin.

La pregunta del monje trata de la naturaleza de Buda, y el «Mu» de Chao-chou en respuesta es una presentación de la naturaleza de Buda. La naturaleza de Buda es lo fundamental de la enseñanza budista. Es la naturaleza de nuestro ser. Dogen lo establece al principio de su ensayo titulado Naturaleza de Buda. Todos los seres, sin excepción, tienen la naturaleza de Buda. El Tathagata permanece sin cambios. Este es el rugido de león de nuestro gran maestro Shakyamuni, girando la rueda del Dharma, y es la cabeza y los ojos de todos los budas y de todos los ancestros14.

Tathagata es otro término para la naturaleza de Buda, o simplemente Buda. Es la naturaleza esencial de todos los seres y, de hecho, del universo mismo. Es completamente vacía, sin embargo es potente con posibilidades infinitamente variadas y dinámicas. El monje sentado frente a Chao-chou no puede reconocer su propio Tathagata. En un nivel muy profundo pregunta: «¿Tengo yo realmente la naturaleza de Buda como dicen?». Chao-chou presenta su afirmación con una sola palabra de una sola sílaba: «Mu».

Con su tranquila manera Chao-chou también muestra al monje cómo practicar. Solo está diciendo «Mu». Esto lo podéis tomar como guía, como inspiración y modelo. Este es vuestro camino y, respiración tras respiración, os daréis cuenta de la budeidad que ha sido vuestra desde el principio. «Muuuuuuuuu».

Wu-men desvela el «Mu» de Chao-chou para nosotros de la manera más compasiva en su comentario, dando una de las pocas exposiciones en la literatura clásica del Zen del proceso actual de zazen hasta, e incluyendo, la realización. Frase tras frase abre el camino. «Para la práctica del Zen», comienza, «es imperativo pasar a través de la barrera establecida por los maestros ancestrales». El significado más antiguo de «barrera» en inglés, chino y también japonés, es «punto de control en una frontera». Solo hay una marca imaginaria en la tierra a distinguir, digamos los Estados Unidos de Canadá. Sin embargo, nuestros dos países han colocado puntos de control a lo largo de su extensión. No hay ninguna línea en vuestra naturaleza esencial para distinguir la comprensión profunda de vuestro interior de la ignorancia, pero en la práctica del budismo Zen alguien en una casita al lado de la carretera dirá: «Enséñame tus credenciales. ¿Cómo estás contigo mismo? ¿Cómo estás con el mundo?». Te presentas y se te dice: «Vale, puedes pasar» o «No, no puedes pasar».

La barrera es un elemento arquetípico del crecimiento humano, un obstáculo para ser superado por héroes y heroínas desde tiempos inmemoriales. Se dice que Bodhidharma, venerado como el fundador del Zen en China, estaba sentado frente a la pared de su cueva en zazen durante los últimos nueve años de su vida, a pesar de haber caído en la cuenta desde hace mucho tiempo de la total transparencia de esa pared, de esa barrera. Por su parte, el Buda vio a través de su barrera cuando miró hacia arriba y vio la estrella de la mañana. A lo largo de los años ha habido incontables budas cuya barrera resultó finalmente bien abierta. También vosotros os enfrentáis a esa barrera. Confirmadla como vuestra.

«Para una realización sutil –continúa Wu-men–, es de la mayor importancia que cortes el camino de la mente». Esto no es una orden de suprimir los pensamientos. Como Yasutani Haku’un Roshi solía decir: «Probablemente sea posible controlar el cerebro para que no surjan pensamientos, pero eso sería un estado inerte en el que no es posible ninguna creatividad».15 El punto de Wu-men es que si tratarais de cortar los pensamientos y sentimientos, podríais ser capaces de alcanzar un espacio muerto, como indica Yasutani Roshi. O, más probablemente, los pensamientos y sentimientos vencerán vuestros esfuerzos y volverán de nuevo, y tratarais desesperadamente de tapar el dique. Tal esfuerzo solo trae desesperación. Inevitablemente os dais cuenta de que estáis pensando en algo mientras estáis sentados en el cojín en zazen. Recordad a «Mu» en ese momento. Observad y recordad; observad y recordad; una práctica muy simple, pero muy exigente.

Por supuesto, esta práctica no tiene la intención de negar los pensamientos y sentimientos. Incluso la ira puede ser positiva e instructiva si es simplemente una ola que se levanta. Los pensamientos y sentimientos también tienen un papel positivo en el zazen, porque sirven como recordatorios, igual que el canto de los pájaros. Citando a Tung-shan-Liang-Chieh (Tozan Ryokai):

El canto del cuco

me insta a volver a casa16.

Y empezáis de nuevo. Observando y recordando, observando y recordando, gradualmente os engrandecéis con Mu: todas las cosas se hacen grandes con «Mu». Las fantasías, los planes y las sensaciones serán absorbidos por «Mu». «Mu» respira «Mu». Todo el universo respira «Mu».

Los pensamientos volverán. Pero no importa cuán importantes e instructivos parezcan; ignorad su contenido y significado y perseverad con «Mu». Dejad que los pensamientos, sonidos o sensaciones os recuerden volver a «Mu». Prestad atención a «Mu» de la manera en que lo haríais con un ser amado, dejando que todo lo demás se vaya.

La barrera es «Mu», pero siempre tiene un marco personal. Para algunos es «¿Quién soy yo realmente?» y esa pregunta se resuelve a través de «Mu». Para otros es «¿Qué es la muerte?» y esa cuestión se resuelve a través de «Mu». Para mí era «¿Qué estoy haciendo aquí?». Para muchos estudiantes es la pregunta de Shakyamuni: «¿Por qué hay sufrimiento en el mundo?». Las palabras discursivas en tales preguntas solo dan vueltas y vueltas en el cerebro de la persona. Con «Mu», la simple palabra de una sola sílaba, las agonizantes preguntas «¿quién?» «¿por qué?» y «¿qué?» no son contestadas en un sentido literal, pero quedarán sin duda resueltas.

«Si no pasas la barrera de los ancestros», dice Wu-men, «si no cortas el camino de la mente, entonces eres un fantasma que se aferra a los arbustos y hierbas». El fantasma es alguien que no puede soltar. »Arbustos» y «hierbas» son símbolos de las muchas fijaciones que proporcionan al fantasma una identidad, tal como el dinero y las posesiones, los viejos resentimientos y hábitos persistentes del pensamiento. ¡Somos todos fantasmas en el fondo!

«¿Qué es la barrera de los antiguos maestros? Es simplemente esta simple palabra: Mu, la barrera de nuestra fe. La llamamos «la Barrera sin puerta en la tradición Zen». Más allá de la tradición Zen, una sola palabra de una sola sílaba es un tema perenne de la meditación enfocada. El autor de La nube del no saber, un manual de misticismo cristiano del siglo XIV, declara: «Una breve oración atraviesa el cielo». Grita «Mu» en tu corazón de la misma manera que gritarías «¡fuego!» si te despertaras con tu casa en llamas. En La nube del no saber leemos:

Y así como esta pequeña palabra «fuego» agita y atraviesa los cielos rápidamente, así una pequeña palabra de una sílaba hace lo mismo cuando no es solamente hablada o pensada, sino secretamente ponderada en las profundidades del espíritu. Esta profundidad es altura, pues espiritualmente todo es uno, altura y profundidad, longitud y anchura. Perfora los oídos de Dios Todopoderoso más que cualquier salterio que murmurabas irreflexivamente entre dientes. Esta es la razón por la que se dice que la oración corta penetra el Cielo.17

A los budistas el término «Dios todopoderoso» no les podrá resultar útil como metáfora. Uno de mis estudiantes se quejó de que sus Alcohólicos Anónimos le exigían que depositara su confianza en un poder superior. «Como budista, ¿cómo puedo hacer eso?», preguntó. Estuvimos de pie delante de la ventana del Castle Memorial Hospital en la zona rural de O’ahu, donde recibía tratamiento. Señalé por la ventana las montañas Ko’olau que sobresalen por encima del hospital. Las montañas tienen un poder enorme, el poder de las cosas tal como son. El que grita «¡fuego!» en una casa en llamas está recogido en sí mismo y de una pieza cual montaña, como el cardenal que se celebra a sí mismo desde el cable del teléfono, o la lagartija que llama desde las vigas, o el estudiante Zen que respira «Mu» con su piel, carne, bíceps y médula.

«Cuando pases a través de esta barrera –continúa Wumen– vas a ver a Chao-chou no solamente de forma íntima. Andarás cogido de la mano con todos los maestros antiguos de las sucesivas generaciones de nuestro linaje: el pelo de tus cejas enredado con el de ellos, viendo con los mismos ojos, oyendo con los mismos oídos». En esta experiencia descubrimos el ámbito original donde no solo practicamos con nuestros antepasados del Dharma, sino con todos los seres.

Cuando la gente me escribe desde lugares donde no hay centros Zen y donde es imposible encontrar a un solo amigo Zen, les aconsejo: «Siéntate simplemente pensando que estás sentado con nosotros en la Diamond Sangha. Siéntate simplemente pensando que estás sentado con todo el mundo y con cada ser del universo entero, pasado, presente y futuro». No somos a lo mejor conscientes de ello, pero todos moramos juntos en el ámbito original: sentados aquí en el zendo de Koko An, revoloteando en las ramas del árbol de mango en el exterior, soplando y reposando en Lahaina Roads, y en los demás sitios a través de una vasta red multidimensional de magnitud desconocida.

Esta red multidimensional no es estática sino exquisitamente dinámica: la interdependencia mutua de todas las cosas y su intersoporte mutuo son la naturaleza de nuestro mundo. Como filosofía esta red forma una bella coherencia. Como experiencia abarca en mi a todos los seres, en el mí a vosotros, y hay un sinnúmero de nosotros. Esta experiencia se denomina «realización» y también «intimidad»; las dos palabras son sinónimos en la literatura del budismo Zen. Enredáis vuestras cejas con los muchos antepasados de nuestro linaje y descubrís que vosotros mismos sois su mente, esa mente que Dogen dijo es «las montañas, los ríos, la tierra, el sol, la luna, la tierra y las estrellas»18. Es caer en la cuenta que vosotros los incluís o que ellos os contienen a vosotros. ¡No hay barrera alguna!

La palabra «íntimo» es ch’in-ch’ieh en chino, se pronuncia shinsetsu en japonés. Su significado principal es «adecuado» o «al punto». Pero «tener conexiones íntimas» es el significado, y en el uso cotidiano, el término significa «amable», o «generoso», o «cálido». Si eres invitado a una casa en Japón y llevas un pequeño regalo, tu anfitriona dirá que eres muy shinsetsu: que eres muy amable y tu conducta es la correcta. Pero esa palabra contiene el mensaje de que eres íntimo. Así que, a través de la etimología, podemos ver cómo el Dharma de buda del interser se manifiesta en la vida diaria. Sabiduría e intimidad son en realidad la misma cosa.

Como estudiante Zen, vuestro reto será encontrar esta intimidad en la sociedad cotidiana, en la vida laboral, así como en las discrepancias que se dan en la vida. ¿Cómo se puede ver con los ojos de otro, o escuchar con los oídos de otra persona, a través del espacio y el tiempo en la oficina de correos? Si respiráis con firmeza «Mu» a pesar de todos los sentimientos de ansiedad cuando estáis en vuestros cojines, y si ignoráis las distracciones y os dedicáis al asunto que toca en otras ocasiones, entonces seréis como Pu-tung (Fudo) sosteniéndoos en las llamas del infierno.19 Esas llamas son los aspectos angustiantes de vuestra vida, pero si perseveráis, sin duda entraréis en el ámbito original.

«¿No será maravilloso? ¿Hay alguien que no quiera pasar esta barrera?». Wu-men está invitando a sus ponis con una zanahoria. Tened cuidado. Mu es solo el primero de los koan, y pasar todos los koan es solo un buen comienzo. Un vistazo a la naturaleza esencial es una gran liberación y un gran estímulo, pero si lo consideráis serlo todo, vais a caer derecho de vuelta al infierno.

«Así que haz de tu cuerpo entero una masa de duda, y con tus tres cientos sesenta huesos y articulaciones y tus ochenta y cuatro mil folículos pilosos, concéntrate en esta única palabra ‘Mu’». Cuando los estudiantes preguntaron a Yamada Koun Roshi: «¿Cuál es la ‘gran duda’ de la que los maestros Zen siempre nos hablan?» dijo: «La gran duda es la condición de ser uno con ‘Mu’». Muy simple. No es necesario que te fabriques dudas o crearlas desde el exterior. Está justo aquí: ¿Qué es «Mu»?

Wu-men usa términos de la dinastía Sung para transmitir esta cuestión. «Trescientos sesenta huesos y articulaciones y ochenta y cinco mil folículos pilosos» no corresponderá a una fisiología moderna y precisa, pero como metáforas iluminan el Tao de total absorción física y mental en Mu. Este Tao es un proceso humano perenne que se da aquí en el Zen, un sendero para entender lo que se busca en las diferentes direcciones en todas las religiones del mundo.

«Día y noche, sigue ahondando en ello». Wu-men hablaba a los monjes en un monasterio que pueden dedicarse al «Mu» día y noche a lo largo del año, al menos teóricamente. Los laicos podemos hacer lo mismo durante los retiros. Y como el monje contable y el cocinero, también nosotros podemos encontrar formas de ahondar en Mu en nuestra vida diaria. Sugiero que os comprometáis con vosotros mismos en vuestra casa y en vuestro taller u oficina para practicar «Mu» durante algunas pocas respiraciones, en intervalos de tiempo entre una tarea y otra, cuando estáis esperando para una cita o a que los hijos se queden dormidos. Podéis hacerlo sin atraer ninguna atención indebida hacia vosotros. Cuando vuestras otras responsabilidades lo permitan, practicaréis en el cojín.

«No lo consideres como nada. No pienses en términos de ‘tiene’ o ‘no tiene’». «Mu» no es nada o algo. La noción fija de «nada» impide la verdadera intimidad. En el fondo, ¡no hay mucho con qué ser íntimo allí! «Tiene» y «no tiene», como yo y otro, surgen con el concepto de la piel humana como una especie de armadura. En realidad vuestra piel es tan porosa como el universo. Cada partícula de su sustancia está muy separada de la siguiente, y todos los seres pasan a través de ella.

«Es como tragar una bola de hierro al rojo vivo. Tratas de vomitarla, pero no puedes». Sentados ahí, grande con «Mu», dejando que «Mu» respire «Mu», estáis completamente ocupados en el zazen. Esta es la bola de hierro al rojo vivo que no se puede tragar ni escupir: una metáfora que a veces resulta ser precisa en algunos momentos, e inexacta en otros. Puede que sentáis calor, o que simplemente sentáis un gran bulto. Todo el abdomen puede parecer un gran balón de baloncesto. Sea lo que sea, dejadlo respirar «Mu».

«Poco a poco te purificas, eliminando conocimientos erróneos y actitudes que has adquirido en el pasado. Dentro y fuera se convierten en uno. Es como una persona muda que ha tenido un sueño: lo sabes únicamente para ti mismo». Al enfocaros en esta sola palabra «Mu», os volvéis íntimos con ella y todas las cosas se vuelven también íntimas. Ya no sois egocéntricos. El tordo llama «Mu», la lagartija grita «Mu», la mosca zumba «Mu», los chasquidos del palo del monitor son «Mu». No están separadas de vuestro propio aliento y de vuestros latidos del corazón. Las preocupaciones egocéntricas que os mantenían separados todos estos años, simplemente desaparecen. Sois como un pez en el agua o como un pájaro en el aire, completamente armonizados con el hábitat. Pero, sin embargo, aún no habéis despertado en vuestro hábitat, ya que no sois capaces de expresar quién sois o donde estáis.

«De repente, Mu estalla. Los cielos están asombrados, la tierra sacudida». Bueno, las primeras experiencias del ámbito original ciertamente difieren. Algunas están llenas de emoción; otras son suaves. Kensho, el término utilizado para esa experiencia, simplemente significa «ver la naturaleza», es decir, mirar la naturaleza esencial. El cómo sea vuestra reacción es vuestra peculiaridad. Pero si vuestra visión es genuina, estáis mano a mano con los ancestros.

«Es como si hubieras arrebatado la gran espada del general Kuan». El general Kuan fue un guerrero heroico que ayudó a establecer el sistema de la dinastía Han. Aquí él es Manjusri, la encarnación de la sabiduría, que esgrime una espada exquisita y afilada que corta las ilusiones y las tendencias egocéntricas. Por fin, ahora la espada de Manjusri es vuestra propia espada, y vosotros estáis montados en su león.

«Cuando te encuentres con el Buda, mata al Buda. Cuando te encuentres con Bodhidharma, mata a Bodhidharma». Por supuesto, no hay necesidad de matar al Buda en cierto sentido; no está allí en absoluto. Bodhidharma, nuestro venerado ancestro, tampoco está en ninguna parte. Pero Wu-men no hablaba de forma tan elevada. Blande la espada de Manjusri y corta el camino de la mente es lo que dice, incluso cuando estás ocupado con el Buda mismo. Corta los tres venenos de codicia, odio e ignorancia. ¿Qué queda? Solo la hermosa canción del zorzal cantando al cielo nublado.

«En los seis mundos y los cuatro modos de nacimiento, disfrutas del samadhi de gozo y juego inocente». Estos mundos y modos son metáforas de la dinastía Sung para todos los ámbitos. Los seis mundos son los de los demonios, espíritus hambrientos, animales, titanes, seres humanos y ángeles; ámbitos a través de los cuales pasamos todos los días. Los cuatro modos de nacimiento son el útero, el óvulo, el agua y la metamorfosis. Samadhi significa «absorción» o «unidad». En resumen, estéis donde estéis y seáis lo que seáis, ya no sois solamente vosotros mismos. Incluís todo. Esta es la gran vida del Sambhogakaya, el cuerpo de la bienaventuranza. Estáis inmersos en el gozo y el juego porque los niños, los corderos y los pájaros están jugueteando en vuestra propia sangre.

¿Cómo deberías pues trabajar con ello? Agota toda tu energía vital en esta sola palabra «Mu». «¡Si no vacilas, ya está!». Wu-men recapitula su comentario con esta línea. Dedicaos a «Mu». Dejad que «Mu» respire «Mu». No le deis energía a nada excepto a «Mu». No penséis que estáis flaqueando por no caer en la cuenta. Cuando estáis flaqueando, volved a «Mu» a la primera oportunidad. A pesar de todas vuestras vacilaciones, no vaciléis.

«Una sola chispa enciende tu cirio del Dharma». Esas chispas siempre se apagan. No flotáis solos en un baño de privación sensorial. En la medida en que estáis perdidos en «Mu», estáis abiertos. Vuestro cuerpo no es otro que los sonidos del mundo. Mientras os concentráis en «Mu», dejadlo estar abierto. Dejad que la mosca zumbadora ponga fin al «tiene» y «no tiene». Que el grito de la lagartija ponga fin a vida y muerte. Que la tos de alguien ponga fin a ignorancia y realización.

Este es el comentario de Wu-men. Yamada Roshi solía decir que él lo leía constantemente, y cada vez descubría algo nuevo. Esta supone también una pista sobre Mu, porque este koan no es una balsa que se descarta cuando por fin se ha convertido en propia. Yo todavía estoy trabajando con «Mu», un gran misterio, aunque ya no es extraño.

El poema de Wu-men es a su manera igualmente importante: «Perro, naturaleza de Buda». Siguiendo más allá de Mu, el koan básico de nuestra práctica, Wu-men establece el primero de los siguientes koan y nos trae de vuelta al perro, y, de hecho, a todos los seres.

«La plena presentación del todo». Ese es otro arcano. Con Mu, os centrasteis en vosotros. Con el poema de Wumen permitís al mundo de reunirse consigo mismo. El mundo os reúne. Vosotros reunís al mundo. ¡La gran reunión!

«Con un poco de ‘tiene’ o ‘no tiene’/el cuerpo está perdido, la vida perdida». Wu-men hace hincapié en este punto. En su comentario nos advierte: «No lo consideres como nada. No pienses en términos de ‘tiene’ o ‘no tiene’». Sed diligentes con todo vuestro ser, no os quedéis encerrados en vuestro cráneo.

Sin embargo, si os preocupáis de «tiene» y «no tiene», es decir, si os dedicáis a pensar en alcanzar algo, desconectáis vuestra cabeza o, mejor dicho, desconectáis vuestro cuerpo. Desconectáis el mundo entero. Preocupados rumiando, fantaseando, recordando o lo que sea, sois incapaces de escuchar el zorzal en el árbol de aguacate u oler el kahili ti a primera hora de la tarde. ¡Qué pérdida!

CASO 2

EL ZORRO DE PAI-CHANG

EL CASO

Una vez cuando Pai-chang dio una serie de charlas, cierto anciano solía estar allí escuchando junto con los monjes. Cuando se iban, él también se iba. Un día sin embargo se quedó atrás. Pai-chang le preguntó: «¿Quién eres tú, que estás aquí de pie ante mí?».

El anciano respondió: «Soy un ser humano. En el pasado lejano, en la época del Buda Kasyapa, yo era el sacerdote principal de esta montaña. Un día un monje me preguntó: ‘¿Cae una persona iluminada bajo la ley de causa y efecto o no?’ Le respondí: ‘Tal persona no cae bajo la ley de causa y efecto.’ Con esto renací quinientas veces como zorro. Por favor, dime una palabra transformadora y libérame del cuerpo de zorro».

Luego preguntó a Pai-chang: «Una persona iluminada cae bajo la ley de causa y efecto o no?».

Pai-chang dijo: «Tal persona no evade la ley de causa y efecto».

Al oír esto, el viejo quedó inmediatamente iluminado. Haciendo sus reverencias dijo: «Me he liberado del cuerpo de un zorro. El cuerpo está en el otro lado de esta montaña. Quisiera pedirle un favor, Abad, que celebre mi funeral como para un sacerdote».

Pai-chang pidió a un monje principal que golpeara el tambor e informara a la asamblea de que después de la comida se celebraría un funeral para un sacerdote. Los monjes hablaron de esto extrañados. «Todos nosotros estamos bien. No hay nadie en la morgue. ¿A qué se refiere el maestro?».

Después de la comida, Pai-chang llevó a los monjes al pie de una roca en el lado opuesto de la montaña. Y allí sacó con su bastón el cuerpo de un zorro muerto y luego ejecutó la ceremonia de cremación. Esa noche se sentó en el asiento alto ante la asamblea y les contó a los monjes toda la historia.

Huang-po dio un paso adelante y dijo: «Como usted dice, el anciano no captó la palabra transformadora y renació quinientas veces como zorro. ¿Y si hubiera dado la respuesta correcta cuando se le hacía la pregunta, ¿qué habría pasado entonces?».

Pai-chang dijo: «Acércate un poco más, y te lo diré». Huang-po se acercó a Pai-chang y le dio una bofetada.

Pai-chang aplaudió y se rió diciendo: «Pensé que el bárbaro tenía una barba roja, pero aquí hay un bárbaro de barba roja».

COMENTARIO DE WU-MEN

«No cayendo bajo la ley de causa y efecto». ¿Por qué origina esto quinientas vidas como zorro? «No evadiendo la ley de causa y efecto». ¿Por qué origina esto la vuelta a la vida humana? Si tienes el ojo único para captar esto, apreciarás cómo el viejo Pai-chang vivió quinientos años de vida de gracia como zorro.

Lámina 2: Pai-chang y el zorro. Cortesía del Museo de Arte Idemitsu.

No cayendo en causa y efecto puede traer el zorro

salvaje a la vida;

No obscureciendo causa y efecto lo mata mortalmente.

Si todavía no lo entiendes

por qué no vas al pie del acantilado del norte

y le echas un vistazo.

(Traducido por NORMAN WADDELL)

POEMA DE WU-MEN

No cayendo, no evadiendo

dos caras del misma dado.

No evadiendo, no cayendo

mil errores, diez mil errores.

Este koan aparece en varias colecciones de historias Zen. Su origen, como el de todo folclore, es oscuro. Si habéis leído los estudios sobre mitos y folclore de Heinrich Zimmer y de Joseph Campbell, sabéis que el motivo más profundo de esas historias consiste en presentar configuraciones de la psique. Vais a entender la historia de Pai-chang y el zorro en el grado en que os entendéis a vosotros mismos.

Pai-chang (Hyakujo) había sido estudiante del gran Matsu (Baso), que influyó más que cualquier otro maestro en el florecimiento del Zen en el período Tang (618-922). Es bien conocida la ocasión cuando Ma-tsu ayudó a Paichang a la comprensión más profunda:

Una vez, cuando el gran maestro Ma y Pai-chang iban caminando juntos, un pato salvaje apareció volando. El gran maestro dijo: «¿Qué es eso?». Pai-chang dijo: «Un pato salvaje».

El gran maestro dijo: «¿Adónde ha ido?».

Pai-chang respondió: «Se fue volando». El gran maestro agarró la nariz de Paichang y la torció. Pai-chang gritó de dolor.

El gran maestro dijo: «¿Cuándo se fue volando?».20

Después de este acontecimiento, Pai-chang se había vuelto íntimo consigo mismo y con el mundo, y comenzó su vida de enseñanza que influyó a toda la historia del Zen. Él es un antepasado de la escuela Lin-chi y es venerado como el fundador del horario monástico del trabajo, de los oficios y del zazen que los centros Zen mantienen hasta hoy día con algunas modificaciones.

Como la mayoría de los maestros Zen, Pai-chang recibió su nombre del lugar donde vivía, en su caso era el apodo de «la montaña» (Cien Leguas). En esta historia aparece un abad anterior de un monasterio en esa misma montaña, que por supuesto también era conocido como Pai-chang, y los dos entablan una conversación sobre karma y la naturaleza esencial.

El viejo Pai-chang y el actual Pai-chang se encontraron trascendiendo el tiempo. Zen no es un hecho mágico, sino un hecho ordinario. Cuando consideréis esa montaña Cien Leguas como a vosotros mismos, podéis conocerlos también a ellos, como Wu-men nos ha asegurado: «Los pelos de tus cejas enredados con las de ellos, viendo con los mismos ojos, oyendo con los mismos oídos».

«Una vez cuando Pai-chang dio una serie de charlas, cierto anciano estaba siempre allí escuchando junto con los monjes. Cuando ellos se iban, él también se iba. Un día, sin embargo, se quedó atrás». No estoy seguro qué tipo de ritual acompañó las charlas del maestro en las épocas anteriores. En los monasterios japoneses hoy día, los monjes se reúnen en el zendo (sala para la meditación enfocada); después a la señal de un gran tambor se presentan en la sala principal y se sientan. El tambor continúa su ritmo sincopado, y en cierto momento el roshi entra con su asistente.21 Después del teisho se recitan sutras, y el roshi sale cuando se ha finalizado la recitación de las mismas. Probablemente este estilo procede del ritual monástico chino, que se cree fue establecido por Pai-chang mismo. Posiblemente, el anciano dio un paso adelante en cierto momento, y así Pai-chang también se quedó atrás.

Hay algo muy sugerente aquí: yendo y viniendo cada día en una serie de teishos, probablemente durante un sesshin. Y luego un día no hay ningún ir y venir. Todo se detiene.

Pai-chang le pregunta: «¿Quién eres tú, que estás aquí de pie delante de mí?». El viejo explica que no es un ser humano y pasa a contar su historia, que se remonta a un pasado muy lejano, a la época del Buda Kasyapa. Este Buda Kasyapa no debe confundirse con Mahakasyapa, el sucesor de Shakyamuni, el Buda histórico. El Buda Kasyapa vivió desde luego hace muchísimo tiempo. Era el sexto de los siete antiguos budas, precediendo a Shakyamuni en algo así como un kalpa.

En esa era de tiempos míticos, el viejo Pai-chang tuvo un intercambio con un monje sobre el karma y la iluminación. Al preguntarle si una persona plenamente realizada caería bajo la ley del karma, respondió que tal persona estaría libre de karma. Con esta respuesta, fue sometido a quinientos renacimientos como zorro.

Este fue un desenlace dramático. El zorro es considerado en el folclore asiático, igual que en el folclore occidental, como tramposo, deshonesto y poco fiable. Más aún, en oriente el zorro es el amigo íntimo de la bruja, como el gato negro en nuestra cultura, pero más peligroso. Hay algo ocultamente desagradable en un zorro oriental. Puede poseerte, como poseyó a Pai-chang el mayor. Hasta hoy día existen santuarios de zorros por todo Japón. Los extranjeros se imaginan que la gente venera a los espíritus de los zorros, pero no es así. Van a los santuarios y hacen ofrendas a los espíritus de los zorros para mantenerlos felices. «Déjanos solos» es lo que dicen, ¡déjanos vivir en paz!» Creen que sin tales estímulos los espíritus pueden traerles enfermedades y desgracias.

Desde el principio del budismo, el esfuerzo del creyente iba dirigido a purificar todo karma del pasado. Al alcanzar tal liberación, ya no le queda ninguna causa residual para volver: no habrá más reencarnaciones y, por tanto, ni más sufrimiento. Un buda así realizado está en total armonía con la naturaleza esencial. Este ha sido, y lo sigue siendo, un principio importante de la mayor parte del budismo asiático.

Pero lejos de ser liberado, Pai-chang el mayor había sido esclavizado. ¿Qué fue lo que falló en su respuesta? ¿O estaba equivocado él? Si estaba equivocado, ¿nuestros maestros ancestrales y los sutras estaban también equivocados?

Este asunto de las reencarnaciones plantea dificultades a los occidentales. La reencarnación ha sido una herejía en el cristianismo desde al menos el siglo IV, y la idea de un humano convirtiéndose en zorro resulta por lo tanto algo más bien extraño. Pero si estáis preocupados por herejías o cualquier otro tipo de concepto, se os escapa la intención de este koan.

El monje, en los tiempos mitológicos, preguntó efectivamente al viejo Pai-chang sobre los dos mundos del karma y la naturaleza esencial. La persona que ha realizado plenamente la naturaleza esencial ¿es libre de las leyes que rigen los fenómenos? Yamada Róshi siempre hacía hincapié en el hecho de que los dos mundos son lo mismo: «ni siquiera uno» decía. Pero aquí no hay absolutos. Recuerdo que hace unos quince años o más, cuando Kalu Rinpoché vino a Maui y dio una charla pública ante doscientas personas. Cuando llegó el turno a las preguntas, un joven se levantó y preguntó: «¿Una persona plenamente realizada cae bajo la ley de causa y efecto o no?».

Kalu Rinpoché dijo: «No, tal persona no cae bajo la ley de causa y efecto». Allí nosotros, estudiantes de Zen sentados en una fila, nos dábamos codazos, disfrutando de la broma.

La respuesta de Rinpoché y la de Pai-chang el mayor pueden considerarse de dos maneras diferentes: literalmente y esencialmente. La visión literal consiste en la creencia de que puede haber realmente budas perfectamente armonizados con la naturaleza esencial. Y desde el punto de vista esencial: la pureza integral de todos los seres desde el mismo comienzo. Como el propio Buda dijo: «Todos los seres son el Tathagata». Pero añadió: «Sus engaños ilusorios y sus preocupaciones les impiden dar testimonio de este hecho».22 Esto tiene que ver directamente con el problema que enfrenta a los dos Pai-changs y la forma en que finalmente lo manejaron.

El anciano apeló a Pai-chang: «Por favor, diga una palabra transformadora para mí y libéreme del cuerpo de zorro. ¿Cae una persona iluminada bajo la ley de causa y efecto o no?».

Pai-chang dijo: «Tal persona no evade la ley de causa y efecto». Al escuchar esto, el viejo quedó inmediatamente iluminado. «Palabras transformadoras» son expresiones que le permiten a uno a caer en la cuenta de la realidad. A veces se trata de palabras casuales, y otras veces se trata de presentaciones específicas de la verdad más profunda.

En muchas historias Zen, un tema se plantea en dos o más ocasiones. A veces, el intervalo entre ellas es breve, tal vez solo una noche, o quizás un tiempo muy largo: en el presente caso ha transcurrido un kalpa entero. El caso es que durante ese paréntesis las personas involucradas han madurado hasta cierto punto. Cuando se retoma el tema, es posible que algo ocurra.

Parece que Pai-chang el mayor estuvo ahora listo. Su sucesor comenta: «Tal persona no evade la ley de causa y efecto». ¿Qué es lo que está diciendo aquí? Por un lado, la naturaleza búdica es firme y serena; no va y no viene, siempre está en reposo. Por otro lado, todo depende de todo lo demás. El karma y no karma están inextricablemente mezclados. Vida y muerte y la no-vida y la no-muerte, tan solo en apariencia están separados.

El viejo quedó iluminado por la respuesta de Pai-chang. Haciendo sus reverencias dijo: «He sido ahora liberado del cuerpo de un zorro. Mi cuerpo está en el otro lado de esta montaña. Por favor, oficie mi ceremonia funeraria». Así que después de la comida, Pai-chang condujo a los monjes a la parte de atrás de la montaña, y allí sacó el cadáver de un zorro de debajo de una roca y llevó a cabo la ceremonia de cremación.

Mil años más tarde, Hakuin desafió a Pai-chang en este acto de cremación: «¿Qué estás haciendo, viejo Pai-chang, realizando un funeral para un zorro como si fuera un sacerdote?»23. El sacerdote con sus túnicas bien planchadas y la cara y cabeza afeitadas, es la encarnación de la propia naturaleza esencial. En cuanto al zorro, bueno, ya sabéis acerca de los zorros. Hakuin desafía a Pai-chang: «¿No estás haciendo una mezcla del Dharma? ¿No es un sacerdote irrevocablemente un sacerdote y un zorro irrevocablemente un zorro?».

Hakuin, claro está, se está burlando de Pai-chang. Pero en el fondo se está burlando de vosotros y de mí. En realidad dice: «¡Oye, espera un minuto ahora! No te saltes la ceremonia de cremación». Está creando un aspecto importante, quizás tan importante como el diálogo entre los dos Pai-changs. Contemplad su ironía. ¿Cuál es su mensaje secreto?

Finalmente, esa noche Pai-chang les contó a los monjes con todo detalle de cómo se había reunido con el viejo y de cómo había acordado realizar los ritos funerarios. Huang-po se adelantó y dijo: «El viejo no captó la palabra transformadora y renació cien veces como zorro. ¿Y qué si hubiera dado cada vez la respuesta correcta?». ¿Cuál sería el resultado de tales buenas causas?

Shibayama Roshi dice que Huang-po quiere decir: «Seres sintientes y no sintientes tienen la naturaleza búdica».24 ¿Os dais cuenta a qué apuntan aquí él y Huang-po?

Pai-chang dijo: «Ven aquí y te lo digo». Pai-chang era un viejo sacerdote retorcido. Huang-po era un gigante, un hombre de siete pies de altura y con la correspondiente estructura corporal: una figura realmente imponente. Dio un paso al frente y abofeteó a su viejo maestro, o al menos imitó una bofetada. Por el bien de la historia le dio una bofetada.

Huang-po era el monje principal del monasterio de Paichang. ¿Estaba preparado para ser un verdadero maestro? Tal vez esa fue una pregunta que Pai-chang tenía en mente. Con la astuta acción de Huang-po sin embargo, el asunto parece haber quedado claro. Pai-chang se rió, aplaudió y exclamó: «Pensé que el bárbaro tenía una barba roja, pero he aquí un bárbaro de barba roja».

Esta exclamación se refiere a Bodhidharma, el vigésimo octavo sucesor del Buda Shakyamuni. Fue él quien introdujo la corriente del budismo en China desde la India y Asia Central, que se convirtió en el Zen. Los chinos, como otros en otras épocas, llamaban a los extranjeros «bárbaros». Los budistas chinos veneran profundamente a Bodhidharma, pero mantienen el apodo despectivo para mantenerlo humano. No hay santos entre nuestros maestros ancestrales.

Por supuesto, Pai-chang reconoció a Huang-po, quien efectivamente llegó a tener una gran trayectoria enseñando. Pero es importante apreciar la profunda expresión de aprobación de Pai-chang.

Wu-men comenta: «‘No cayendo bajo la ley de causa y efecto’. ¿Por qué provoca eso cien vidas como zorro? ‘No evadiendo la ley de causa y efecto’. ¿Por qué provoca eso la reanudación de la vida humana? ¿Por qué razón?».

«Si tienes el ojo único para captar esto, apreciarás cómo el viejo Pai-chang vivió quinientos años de vida de gracia como zorro». Cuando yo vivía en La Crescenta en California, asistía a las reuniones Zen de Senzaki Nyogen Sensei en el este de Los Ángeles; los fines de semana solía pasear por un camino sin asfaltar hacia el bosque nacional. Un día me encontré con un zorro -o un zorro se encontró conmigo-, justo donde el camino doblaba alrededor de una pequeña cresta. Él vino trotando desde arriba y yo aparecí desde abajo. Ambos nos detuvimos y nos miramos el uno al otro. En ese momento se levantó un viento y sopló un gran pedazo de periódico continuamente alrededor del camino como un ciclón en miniatura. El zorro saltó sobre este pedazo de papel y me miró con una mirada alegre. Entonces abandonó el periódico y este comenzó a volar de nuevo. El zorro saltó otra vez sobre el papel y me miró, como si me invitara a reírme de su juego. De repente, las condiciones cambiaron, y corrió de vuelta al camino. Este encuentro fue realmente una experiencia de gracia.

Cuando se emprende el estudio del Zen, la tarea consiste en personalizar esa gracia en tu propio cuerpo. Como decía Yamada Roshi, el papel del Zen supone perfeccionar el carácter. No estamos simplemente resolviendo enigmas intelectuales. Examinad el comentario de Wu-men con cuidado. Él no está sugiriendo que el viejo Pai-chang simplemente hizo de la necesidad una virtud. No hizo la mejor de las cosas mientras estaba husmeando por ahí.

El poema de Wu-men enfoca los puntos principales de la historia: «No cayendo, no evadiendo..., dos caras del mismo dado». El cubo es el mismo, pero diferentes números de puntos aparecen en cada lado. ¿Podéis parafrasear a Wumen aquí de una manera personal, en el contexto del koan?

«No cayendo, no evadiendo..., mil errores, diez mil errores». ¿Cuál es el error en la respuesta que Pai-chang da al viejo? ¿Cuál es el error en la respuesta del viejo Pai-chang al monje? Yamada Roshi piensa que ambas respuestas podrían considerarse de forma conceptual25. Pero ¿qué hay de los conceptos de karma y naturaleza esencial que pueden ser tan equivocados?