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La dama de picas de Aleksandr Pushkin es una fascinante narración que combina el misterio, la obsesión y el destino. Ambientada en la aristocrática San Petersburgo del siglo XIX, la historia se centra en Germán, un joven oficial de origen alemán que, a pesar de su aparente disciplina y sobriedad, es consumido por una ambición secreta: hallar un atajo hacia la riqueza y el poder. Todo comienza cuando escucha hablar de la condesa Anna Fedótovna, una anciana dama que guarda un secreto legendario: conoce la fórmula de tres cartas que garantizan la victoria en el juego. Germán, intrigado y obsesionado por la posibilidad de dominar ese enigma, decide acercarse a la nieta de la condesa, Lizaveta Ivánovna. Ella es una joven dulce y sensible, atrapada en la rigidez de la casa de su abuela, y ve en Germán un posible escape de su monótona existencia. Lo que empieza como un romance clandestino, sin embargo, pronto se convierte en el instrumento de los planes ambiciosos de Germán. A medida que la tensión aumenta, Pushkin nos sumerge en un ambiente cargado de misterio, en el que lo sobrenatural parece mezclarse con lo cotidiano. Las escenas se desarrollan en salones aristocráticos, en habitaciones sombrías y en lugares donde el juego de cartas se convierte en símbolo de destino y fatalidad. El carácter calculador de Germán contrasta con la inocencia de Lizaveta y con la figura enigmática de la condesa, que parece representar tanto el pasado decadente como un poder oculto e impenetrable. La trama, escrita con el estilo agudo y preciso de Pushkin, mantiene al lector en vilo, haciendo que cada encuentro, cada carta jugada y cada silencio pesen como si se tratara de señales del inevitable desenlace. Una historia intensa, que combina pasión, superstición y el abismo de la obsesión. El estilo narrativo de Pushkin mezcla eficazmente lo fantástico con lo psicológico, tejiendo una historia de codicia, locura y destino que sigue siendo relevante en su examen de la naturaleza humana. Su habilidad para combinar el realismo con toques góticos ha sido considerada un precursor de la literatura psicológica rusa. Aleksandr Pushkin, considerado el padre de la literatura rusa, tenía una fascinación por la poesía y los mitos del folclore ruso, los cuales influyeron profundamente en sus escritos. La riqueza de su trasfondo cultural se refleja en los sutiles matices de sus personajes y escenarios. Empujado por el ambiente restrictivo de la Rusia zarista, donde la censura era una constante, Pushkin emplea "La dama de picas" como metáfora de los juegos de azar de la vida y la intervención del destino, reflejando su propia visión del orden social. Recomiendo "La dama de picas" no solo por su trama intrigante sino también por su profundidad psicológica y literaria. Los lectores intrigados por historias de suspenso y análisis del carácter humano encontrarán en esta obra un ejemplar perfecto que equilibra el entretenimiento con una crítica soterrada al orden aristocrático de la época. La habilidad de Pushkin para evocar tantas emociones y pensamientos en unas pocas páginas hace de este libro un imprescindible para cualquier amante de la literatura clásica. Esta traducción ha sido asistida por inteligencia artificial.
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Veröffentlichungsjahr: 2025
Se jugaba en casa de Naroumof, teniente de la guardia a caballo. Una larga noche de invierno había transcurrido sin que nadie se diera cuenta, y eran las cinco de la mañana cuando se sirvió la cena. Los ganadores se sentaron a la mesa con gran apetito; los demás, en cambio, miraban sus platos vacíos. Poco a poco, sin embargo, con la ayuda del vino de Champagne, la conversación se animó y se generalizó.
—¿Qué has hecho hoy, Sourine? —preguntó el dueño de la casa a uno de sus compañeros.
—Como siempre, he perdido. La verdad es que no tengo suerte. Juego al mirandole; ya sabes que tengo sangre fría. Soy un jugador impasible, nunca cambio mi juego, ¡y siempre pierdo!
—¿Cómo? ¿En toda la noche no has intentado ni una sola vez apostar por el rojo? La verdad es que tu firmeza me sorprende.
—¿Qué te parece Hermann?, dijo uno de los comensales señalando a un joven oficial de ingeniería. Este chico nunca ha jugado al paroli ni ha tocado una carta, y se queda mirándonos jugar hasta las cinco de la mañana.
—Me interesa el juego —dijo Hermann—, pero no estoy de humor para arriesgar lo necesario para ganar lo superfluo.
—Hermann es alemán; es ahorrador, eso es todo —exclamó Tomski—, pero lo más sorprendente es mi abuela, la condesa Anna Fedotovna.
—¿Por qué?, le preguntaron sus amigos.
—¿No han notado —continuó Tomski— que ella nunca juega?
—En efecto —dijo Naroumof—, una mujer de ochenta años que no juega, eso es extraordinario.
—¿No sabes por qué?
